Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Creep. por Kiharu

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Un AoixKai, para todas aquellas que les guste.

Los personajes no me pertecen, pero la idea es totalmente mía.

Notas del capitulo:

La verdad, no sé que pensar de esto.

El otro día me encontraba viendo unos vídeos y llegué hasta esa canción que es muy popular.

Creep de Radiohead.

Pueden escucharla, en mi opinión, es una buena canción, agradable y un poco triste.

 

 

00.- Creep.

Cuando tú estabas aquí antes

No pude mirarte a los ojos.

Cuanto más tiempo pasaba con él, más tiempos agradables pasaba. Desde que cumplimos la mayoría de edad, y salimos de casa, siempre con él, eran momentos felices. Porque, ¿con quién más te diviertes que con un varón más desastroso que tú? Después de todo, siempre era divertido aunque fuera yo más serio.  Adoré su castaño cabello desde el día en que habló por primera vez conmigo. 

 

—Hola.

 

Solo había dicho eso. Nada más eso. No hubo más en el diálogo que hizo. Saludó, tomó mi mano, y, aunque mí almuerzo cayera al piso, me llevó a la sala de música. Casi puedo asegurar que cerró la puerta con llave. Me sentí indefenso ante él; yo no era un niño muy sociable. No les tenía fobia a las personas, pero mi nivel de timidez era excesivo. Miré como movía de un lado a otro un montón de hojas. Su castaña cabellera era larga, y tenía un flequillo que empezaba a cubrir parte de sus ojos. Me sentí diferente. Era como compararme con una persona que tenía estilo y que era más original a comparación de los demás en el colegio.

— ¿Cómo te llamas? —preguntó. Azorado, miré mis zapatos. Me entró pánico. ¿Y sí se burlaba de mi nombre? —Hey, no me ignores— se fue a mi lado y levantó mi rostro. —Mi nombre es Uke Yutaka. ¿Cómo te llamas tú?

Sentí que mis dos mejillas ardían. Recordé en el momento lo que mi padre me dijo el primer día de clases: “Se amigable, contéstales a los demás si te preguntan algo”. Pensando solo en ello, le mantuve unos cuantos segundos la mirada, y le contesté: —Shiroyama Yuu.

—Es un bonito nombre, ¿te puedo decir Yuu? —asentí—. Bueno, tú puedes llamarme Yuta-chan, así me dice mi mamá.

Eres como un ángel

Tu piel me hace llorar.  

— ¿Te puedo preguntar algo?

—Sí.

— ¿Quieres hacer una banda conmigo?

Banda. Con él, con un perfecto desconocido a mis doce años. Mamá y papá me tenían inscrito en una escuela de música; aprendía a tocar guitarra. Dijo que él sabía un poco de batería y que si le poníamos esfuerzo llegaríamos a ser populares. No le dije nada, solo regresé a mi clase. Aquella noche, les conté a mis padres sobre lo que había pasado en el colegio ese día. No creo que en algún momento de mi vida se me olvide la expresión de felicidad y alivio que tuvieron sus rostros en ese momento; me dijeron <>, y con una cordial sonrisa, me preguntaron si algún día podía traer a mi nuevo amigo a casa. Feliz, por la felicidad de mis padres, dormí pensando en él.

Flotas como una pluma

En un mundo hermoso.

Cuando cumplí dieciséis años, mi madre me dio algo de dinero. Yuta-chan y yo éramos muy unidos. Papá decía que parecíamos hermanos. A mí también me lo parecía. Siempre estaba con él bromeando sobre cualquier tontería: diario teníamos tema de conversación. Mi destreza en la guitarra había mejorado notablemente, y él, siempre era un Dios —como él mismo se llamaba— en la batería.  Practicábamos juntos, comíamos juntos, hacíamos travesuras, estudiábamos, e incluso, llegamos a dormir juntos. Era pacífico estar con Yuta-chan. Me sonreía a diario, y quitó poco a poco la barrera que me había creado hacia las personas. Aunque solo él, era mi amigo.

—Veamos, ¿qué te vas a comprar?

—No lo sé… es que… mamá me dio demasiado dinero, ¿Por qué no compramos algo para los dos?

—Pero es tú cumpleaños no el mío… algo que tú quieras.

—Está bien.

Yo tenía en mente algo. Él dijo una vez que sería demasiado genial tener una motocicleta; yo no sabía ni siquiera montar una bicicleta, pero suponía que podía aprender. Tenía dinero suficiente como para comprarme una, y, sería algo que los dos usaríamos. Lo llevé corriendo por el centro comercial, hasta llegar a esa tienda donde vendían esos vehículos. Observé, y observé hasta que me decidí por una. Era tan flamante. Negra, plateada. Los ojos de Yuta-chan brillaban por mi compra. Sonrió para mí, solo para mí.

—Creí que estabas de broma cuando entraste a esta tienda… pero de verdad la compraste.

—Claro —Sonreí. —Debemos ponerle gasolina… y debes enseñarme a andar en ella.

— ¡Lo haré! —después de un rato, cuando ya la teníamos en marcha, mientras yo me abrazaba fuertemente de la cintura de mi mejor amigo, me dijo algo en lo que no pensé antes. — Yuu-chan, ¿qué van a pensar de esto tus padres?

— ¡La vista al frente, maldición! —le exclamé nervioso al ver como giraba un poco su cuello al hablarme. Dio un zigzagueo y rió de mí por haber apretado su abdomen con fuerza. — ¡Eres un imbécil! —le grité.

—No tengas miedo… —después disminuyó un poco la velocidad, casi llegábamos a casa. — Y te decía que si tu mamá y tu papá no dirán nada porque te compraste una maravillosa motocicleta… porque me acuerdo que cuando dije que yo quería una, me dijeron que sería una mala idea por lo peligrosas que son…

—Pues… dejémosla en un lugar que no la vean… además, con el trabajo que se consiguieron se la pasan viajando todo el tiempo, tendrá que pasar algo extra-normal como para que ellos vean lo que me compré.

—Creo que tienes razón.

Desearía ser especial

Tú eres tan especial.  

Cuando cumplimos dieciocho me propuso irnos a vivir a Tokio. Sin ponerle ‘peros’ acepté. Después de todo, mis padres habían muerto ya. Tomamos una tarde un pequeño maletín con un poco de nuestras pertenencias (mi guitarra iba incluida) y partimos en la motocicleta. Ese mismo día, en la noche, rentamos un pequeño cuarto en un motel de paso, antes de llegar a la gran ciudad. Solo había una cama, pero eso no fue un inconveniente para nosotros. Nos recostamos ya cansados los dos del viaje. Yuta-chan me abrazó debajo de las sábanas, y me susurró: —Estoy muy nervioso.

— ¿Por qué?

—Es como dejar nuestro pasado atrás… nuestra ciudad natal, ¿tú no la vas a extrañar, Yuu?

—Sí, lo haré —tosí un poco. Su situación era diferente a la mía. Él aun tenía a sus padres y a su familia completa. Yo me había quedado completamente solo. Así que, en realidad, no extrañaría ese lugar. Pretendíamos buscar más chicos con los que trabajar para crear una banda. Tenía el dinero que me habían dejado mis padres, una guitarra y una motocicleta. A Yuta-chan le compraríamos una batería. Conseguiríamos gente, una disquera, y mantendríamos nuestros ánimos para que todo saliera bien… o eso fue lo que él me dijo—. Pero todo nos saldrá bien, ya verás.

—Confiaré —dijo con su típico tono adormilado—. Pero, si nos va mal y no conseguimos nada, ¿iremos a tu casa, y viviremos juntos los dos ahí verdad?

—Sí.

Se abrazó más a mí y escuché como su respiración se acompasaba y él se dormía. A veces, actuaba como un niño. Se había hecho muy responsable, era muy guapo, conseguía todo lo que quería, y era hábil. Llegué a sentirme inútil a su lado en repetidas ocasiones. Me había ayudado con mi imagen. Dejamos que mi cabello creciera, y ahora era largo, como el de él. Todo era agradable mientras estuviéramos juntos.

Pero soy extraño

Soy raro.

No pasó demasiado tiempo para que consiguiéramos una buena disquera, y otros tres chicos con quién trabajar. Takanori, Akira, y Takashima. Se comportaron realmente amables en esa audición a la que llamamos a muchos chicos. Me sentí extasiado de que todo fuera como lo habíamos planeado. Aunque las personalidades de todos eran muy diferentes, teníamos una buena tolerancia. Teníamos muchos sueños, lo normal de una banda que acaba de lanzarse y que ve el éxito seguro. Compramos una batería para Yuta, y todo salió perfecto. Pequeñas presentaciones, CDs gratis, y cosas así.

Éramos jóvenes, nos enfrentábamos día a día con cosas nuevas. 

En especial yo, después de cierto tiempo.

Kai —su nombre artístico—, era un estupendo líder. Pero nos habíamos alejado mucho y lo extrañaba. Yo pasaba más tiempo con Takashima, porque ambos éramos guitarristas. Pero él… él estaba siempre con las presentaciones, los arreglos, la imagen, de todo era cargo mi amigo. ¡Lo quería de nuevo conmigo!

Necesitaba su compañía, porque me volvía a sentir solo… a pesar de ahora poder hablar con los demás, sin él, me abrazaba la soledad.

Pasó mucho tiempo para que nos ascendieran. La banda en general fue demasiado feliz con la noticia. También fui feliz, pero no tanto.

Me di cuenta de algo que había permanecido oculto los últimos diez años. Me había enamorado de Kai. Estaba tan prendado a él, que conseguí dejar a un lado mi timidez, que aunque en el funeral de mis padres lloré tan desconsoladamente, me sentí bien al ver que a la mañana siguiente que él seguía en mi casa, cuidando de mí. Era feliz con él. Pero eso a la vista de los demás… me hacía raro.

Llegamos a un bar. Lo clásico para ir a celebrar es ir a tomar. Y eso haríamos.

—Vamos a beber, ¡yeah! Hace mucho que no bebía… —aclamaba feliz Takanori—. Extraño la cerveza en mi garganta…

—Y la seguirás extrañando, tú no bebes.

— ¿Qué? No, Kai, eso no es justo.

—Lo siento Taka-chan, pero deberás tomar algo sin alcohol, tenemos que cuidar esa voz tuya…

—Igual voy a beber —refunfuñó.

—Mientras esté yo, eso no va a pasar. Pídete un agua de sabor, y listo.

—No tengo quince años.

Discusiones, discusiones, y más discusiones. Pensé que tal vez la banda se nos iría por la borda en esa noche. En realidad, mientras bebía pensé en todo lo malo que me iba a pasar, porque me gustaba mi mejor amigo. Me maldije, lo maldije a él, maldije a los sentimientos y al final terminé por rendirme. No solucionaría nada en estado alcoholizado. Y, viéndolo bien, nunca solucionaría nada; solo por ser yo.

¿Qué demonios hago aquí?

Yo no pertenezco aquí.

—Iré al baño, permiso —pedí con respeto. Kai, más que nadie sabía que cuando actuaba así, era porque algo me pasaba. Creí, y más que nada deseé, que fuera conmigo al baño, siguiéndome a preguntar el porqué de mi formalidad, “yo no era así”. Pero él nunca me siguió. Fui solo, a llorar por un rato.

No me importa si duele

Yo quiero tener el control.  

Me dolía; después de tanto tiempo, pude comprender porque yo quería pasar tanto tiempo a su lado. Así como que después de tanto tiempo, nos alejábamos cada vez más. Podíamos trabajar en el mismo lugar, en la misma habitación, pero yo podía asegurar que su sonrisa había cambiado. Su ánimo cada vez variaba. Ya no cocinaba solo para mí.

Abracé con dolor mis piernas y me perdí bajo los lavamanos del baño. Incluso, ahora no estaba para mantenerme de pie cuando yo me ponía a llorar. El daño estaba, y en mí, era más que un hecho.

El tiempo pasó.

Quiero un cuerpo perfecto

Quiero un alma perfecta.  

El dolor siguió en mi corazón, pero logré borrarlo de mi rostro. No había ninguna teoría, o sugerencia de que yo pasaba por una depresión. El grupo seguía bien, con fama, con alegría. Takanori siempre era muy divertido con todos, intentaba estar siempre ayudándonos para lo que necesitáramos. Takashima le seguía siempre la corriendo al vocal. Y, Akira, siempre solo se reía del par. Yuta-chan siempre estaba ocupado. Verdaderamente, no podía dejarlo ir.

—Y, ¿qué hay de nuevo? —se acercó a preguntar Akira, después de un ensayo—. Desde hace tiempo que no te veo bien, ¿sabes?

—No hay nada que contar, ¿tú tienes algo nuevo?

—No realmente—dijo mirando como Uruha y Ruki se golpeaban con la correa del bajo de Reita.

—Tendrás que comprar una talí nueva.

—Es la quinta que compraría—suspiró cansado—. Ruki me rompió dos, y Uruha las otras tres.

— ¿Por qué?

—Se la pasan jugando… son un par de idiotas.

—Pero hacen su trabajo bien.

—Es que ni qué. Son buenos en esto.

Permanecimos un rato en silencio. Akira fumó, y me invitó a dar un paseo por la compañía. Con él casi nunca conversaba amenamente. Solo eran charlas de trabajo. Cuando llegamos a la azotea, me hizo un ademán, y nos sentamos en una pequeña barda que había.

—Dile a Kai que lo quieres, sino, estarás siendo un zombie el resto de tu vida.

— ¿Qué?

Apenas había puesto parte de mi trasero en el lugar en el que estaba Akira y me había soltado esa frase atropelladamente. Me dejé caer. Era demasiado directa la proposición como para poder negar, o cualquier cosa para evadir. Reita me sonrió, y me tendió un cigarrillo junto con un encendedor. Perfecto. Me había descubierto y no tenía salida.

—Lo que dije—caló su cigarrillo, lo tiró al piso, y encendió uno nuevo; miré como se consumía lentamente en el piso el trozo de tabaco—. No puedes ocultarlo más… por al menos a mí ya me desesperó. Tienes esa cara de “nada me importa” cuando tú pareces ser el más atento a todo lo que le pasa a la banda; opino que debes relajarte, y llegar como cualquier persona y decir: “Kai, me gustas”.

— ¿Lo crees así?

—Definitivamente. Kai no es exactamente el tipo de personas que son muy atentas e inteligentes. Sabes que es muy hábil e inteligente en cuanto a cosas de líder se refieren; pero es bastante torpe en darse cuenta de las cosas, él es muy inocente.

—Yo creo que te estás equivocando—miré al cielo, viendo de reojo como era que había podido captar su atención—. Él es la clase de persona que se da cuenta en cuando algo te pasa—revelé—. Por eso mismo no se lo dije, porque él ya debe saberlo… me conoce desde que teníamos doce años, es prácticamente imposible que no lo sepa. Me conoce muy bien.

—Quizá tengas razón, así como también puede que él espere a que le digas que lo quieres.

—Eso sería estúpido.

— ¿Y eso por qué?

—Pues porque él… él no es así.

— ¿Así cómo?

—Como yo. Seguramente él no me quiere de la manera en que yo lo hago… y es probable que por eso no dice nada— me invadió un sentimiento de tristeza nata—. Así que es mejor si no digo nada, de esa forma no lo incomodaré y todo saldrá bien. No le he fallado todo este tiempo, hago mi trabajo bien. Todo estará mejor si dejo las cosas como están.

—Eres un imbécil insensible contigo mismo.

Quiero que te des cuenta

Cuando yo no esté por aquí.  

—Sí no me dice nada, todo saldrá bien, no te preocupes por mí.

—Idiota.

— ¡Reita! —grité enojado—. ¡No debes ir revelando por ahí los secretos de los demás!

—Calmado, Aoi. Yo nunca prometí que no se lo diría a nadie; además, ellos son compañeros de banda, tienen derecho a saber lo que pasa.

—Pero no es justo, son mis sentimientos, ¡entiéndelo!

—Lo siento, pero debes decírselo—dijo Ruki con interés—. Nunca es bueno tener el corazón en confusiones innecesarias, puede que él te quiera tanto como tú a él.

—Ruki tiene razón… incluso yo pensaba que eras asexuado—con libertad me decían cosas. No comprendía su tranquilidad. Mi amor era algo raro—. No pierdes nada.

—Pierdo a mi mejor amigo.

Eres tan especial

Desearía ser especial.  

— ¡Nada de eso!, Kai tal vez también te quiera.

— ¡Ustedes no lo entienden! —Exasperado, tomé mi nuca entre mis manos, y revolví con estrés mi cabello—. ¡Él no me ama! Solo estoy siendo estúpido al haberme enamorado de Kai, por eso se alejó de mí, ¡soy extraño, maldita sea! No me va querer porque los dos somos hombres… me va odiar… y todo se irá a la mierda…

Pero soy extraño.

Soy raro.

¿Qué demonios hago aquí?

Yo no pertenezco aquí.

—Solo… solo… no quiero él sepa. Soy raro, no me va querer.

Cuando escuché como se cerraba la puerta sigilosamente, con las lágrimas en la cara, miré el con pánico el salón de ensayos. Kai me había escuchado. Entre en un momento de histeria. Mis compañeros veían en silencio mi llanto. Me sentí ridículo.

—Creo que hicimos algo incorrecto—dijo Uruha arrodillándose para levantarme del piso—. Lo siento, Aoi. No queríamos que las cosas fueran así.

Más o menos a tres meses de aquel acontecimiento, y alrededor de treinta visitas al psicólogo, había logrado retener mis sentimientos un poco. No podía eliminarlos del todo, pero podía ignorarlos con facilidad y enfocarme netamente en mi trabajo. Vivía solo, en un departamento en un lugar promedio. Me gustaba mi casa, mi soledad. Más bien, me había acostumbrado.

—Yuu-chan—escuché a lo lejos—. Yuu-chan, voy a pasar.

Dejé de lado mi guitarra y un extraño pánico me acogió en brazos. No había estado a solas con él desde hacía ya mucho tiempo. Aún más extraño saber que él visitaba mi apartamento. Apenas me había levantado del sofá de la sala de estar, cuando vi a Yuta-chan frente a mí.

—Hola.

—Hola—le contesté apenado.

Un silencio.

— ¿Quieres algo de beber? O… ¿has venido por algo de trabajo?

—No me lo dijiste…—murmuró—. ¿Por qué no me dijiste?

— ¿Decir qué?

—Lo que sentías.

—No lo sé.

—Estúpido.

Con la cabeza gacha, me decía aquellas cosas. Con mi mirada penetrándole, levanto la vista; lleno de cólera, tomó mi guitarra y me la lanzó. Después de evadirla, noté el sonido sordo que hacía cuando chocaba con el piso. Kai comenzó a gritarme cosas; cosas inentendibles para mí. No podía comprender sus sentimientos, en realidad, no podía comprender nada. Corrí por el apartamento, Yuta-chan había dejado tirado el bolso que el traía y ahora me perseguía lanzándome cualquier cosa que se encontraba en su camino. Sentí miedo. Él jamás se había molestado así conmigo; no era violento, no me gritaba… ¿yo lo había arruinado?

Ella corre de nuevo.

Ella sale corriendo.  

Cuando la noche cayó, cansado, se marchó de mi hogar hecho un mar de lágrimas; corrí para poder verlo irse, miré como un vil acosador por la ventana... él corría, corría y huía de mí.  

Y seguí sin comprender.

Pero está vez, había recibido tantos insultos que no importaba realmente. Ya no lo podía sentir como tal. Decido, con golpes en la cara, en el cuerpo, y en el corazón, salí corriendo detrás de él.

Ella corre, corre, corre, corre.

Corre.  

Corrí, detrás de su castaña cabellera.

Corrí, detrás de la persona que mejor me conocía.

Corrí detrás del hombre del que me enamoré.

Simplemente, corrí detrás de Yuta-chan.

¿Por qué el del clima se equivocaba? Ni siquiera me había dado cuenta de que nevaba. Ese día había visto las noticias, y habían dicho que no nevaría hasta dentro de varios días. Inhalé un poco de aire, pareciéndome mala idea tomar aire como si no nevara. Mi pecho lo recibió horrible; tosí frenéticamente, y dejé caer mis rodillas al helado piso. Las luces me permitían ver que corrimos hasta el centro de la ciudad. Lo miré, aún seguía corriendo, hasta que lo vi caer. No se levantó.

Con temor, me puse de pie, y troté hasta donde él.

Lloraba. Lloraba como un chiquillo. Pero seguía teniendo esa piel blanca y translucida que me gustaba. Sus labios rojo carmín por el frío; y aquellos ojos cafés que me enamoraron ahora eran una pequeña línea por su constante llanto.

—Lo siento Yuta-chan.

—Eres un idiota—me dijo—. Debiste decírmelo, fue muy estúpido enterarme por interrumpir una conversación—intentaba levantarse, pero se había lastimado las rodillas y el frío no ayudaba—. Y en fin de cuentas, no fuiste valiente para decírmelo después.

—Es que tú siempre estabas ocupado, y no quería decir cosas de las que luego podíamos irnos todos al fracaso—confesé. Le ofrecí mi espalda para que subiera y regresáramos a casa, a un lugar más cálido.

—No soy un niño.

—No creo que te quieras quedar ahí.

Sin decirme nada, subió a mi espalda y como llevando a un niño pequeño, caminé de regreso a casa.

No sé de dónde había conseguido el valor para ir a encararlo. Pero yo tenía que tener control de mis emociones, no podía dejarme llevar. Era estúpido que lo hiciera. Ya más cerca de casa, escuché como Kai me llamaba. Un escalofrío recorrió mi espalda. No quería que dijera algo más, no quería me dañara con una palabra más, ya no quería su desprecio.

—Eres muy torpe, Yuu-chan—con su tono cansino, me hacía saber que estaba próximo a dormirse—. Debiste decirme, ¿acaso no doy confianza? Dijiste que eras mi amigo, me dijiste que siempre estarías conmigo… y desde que comenzamos con este trabajo nos separamos…

—Es porque eres líder.

—Pero yo no quería eso…

Cualquier cosa que te haga feliz.

Cualquier cosa que desees.  

—Lo lamento mucho.

—Sí me lo hubieras dicho antes, lo hubiera pensado con más tiempo.

— ¿Pensar qué?

—Tus sentimientos, los míos— aclaró su garganta, y más activo, dejo descansar su cabeza entre mi cuello—. ¿Sabes? Me agrada que te enamoraras de mí. Me hace sentir importante… pero yo no sé que siento. No sé si me gustas, y estos tres meses pereció que me evitabas.

—Lo hacía.

— ¿Por qué?

— ¿No crees que era raro para mí, hablarte, sabiendo que tú sabías ya-sabes-qué-cosa?

Eres tan especial.

Desearía ser especial.

Pero soy extraño.

Soy raro.  

—Supongo que tienes razón, también hubiera sido raro para mí.

—Eso pensé.

—Bueno… la cosa está así— sacó su cabeza de mi cuello y me susurró—. Te quiero mucho… no sé si te ame, pero jamás me quiero alejar de tu lado… si es posible, conquístame; porque si tu sufres por mí, me gustaría sufrir contigo, como en los viejos tiempos.

—Se siente raro que después de una gran amistad, venga y lo arruine.

—No digas eso Yuu-chan, podríamos acabar en algo mejor.

¿Qué demonios hago aquí?

Yo no pertenezco aquí.  

—Tal vez.

Habíamos llegado a la puerta tenía que buscar mis llaves, y lo baje. Rebusqué en mis pantalones, antes de que sacara mis llaves, sentí como sus manos rodeaban mi cuello. Me giré lentamente hasta ver como sus ojos entrecerrados me miraban, mientras esbozaba una de sus muchas radiantes sonrisas eran para mí. Con sus mejillas sonrosadas y mojadas por sus propias lágrimas, y con nuestros cabellos y ropas mojados por la nieve, se acercó a mí, hasta que me dio un pequeño beso en la mejilla, y quedamente me pronunció al oído: —Ayúdame a comenzar a andar mis sentimientos, sé que lo lograrás, Yuu-chan.

Yo no pertenezco aquí.

Notas finales:

Es un poco raro para mí. 

Me pareció que quedó como un fic bastante agradable, porque, yo soy más de drama o de acción. Fue un poco extraño escribir algo así.

Espero que les haya gustado, que le den una oportunidad a la canción y a la pequeña historia. Fueron diez hojas de word. 

Gracias; dejen un review si la historia lo merece :)

Yo sé que dice "ella" pero así va la canción: "she's run, run, run..."

Kiharu.

Editando: Es un One-shot.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).