Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Prohibido prohibir. por Hellouniverse

[Reviews - 20]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, tenedme aquí con mi segundo original luego de que las ideas volvieran a funcionar en mi cerebro (':

Siempre acostumbro a escribir historias "suavecitas", pero esta vez quise aventurarme un poco más con un tema que me gusta mucho, el maltrato infantil. Quise guiarme un poco más por el psicologico, uniendolo con el mundo de los adultos, puesto que el físico lo encuentro muy común/mainstream.

Así que desde ya advierto eso. Si son de esa clase de personas que solo abren una historia para leer mucho lemon, este no es su lugar... no lo recomiendo, además mi lemon suckea.

Este capítulo es solo indroductorio, desde el próximo empieza todo este rollo que no sé como manejare, y eso.

El que quiera lea... y el que no, no no más.

 

 

Mi mundo, estaba bastante alejado del mundo que las personas consideraban “normal”… o al menos eso creía yo.

 

Empezando por la escuela.

 

En este colegio, las cosas solían ser bastante distintas. Como establecimiento común, éste se segregaba en los famosos grupos de personas. Lideraban los populares, por supuesto, pero estos estaban algo más actualizados. No eran de ese tipo elegante o presumido, no eran educados, pero si gozaban demasiado de ser quisquillosos. Yo solía calificarlos como unos sátiros pedantes.

 

Y claro, eran todos unos seguidores de la moda.

 

Yo nunca estuve a la moda. No utilizaba las clásicas zapatillas Reeboks, no tenía la costumbre de usar jeans ajustados metidos en los calcetines, más bien ocupaba los que la mayoría de las personas ocupaban, los de calce normal. Todo lo que yo no era o usaba, los populares se encargaban de modelarlo. Estos se caracterizaban por ser los típicos “indies”, aquella codiciada moda que rondaba estos tiempos. Se dedicaban a escuchar bandas que ni siquiera Dios conocía, y mientras más exótico fuera el nombre del grupo, más los entusiasmaba.

 

Hasta en el ámbito musical era distinto a ellos. Mi mundo era totalmente diferente. Clásicos del rock como: AC/DC, Queen, The Beatles, The Who, no podían faltar en mi reproductor de mp3. Solía encontrar mis raíces y gustos entre los años 60 y 70, pero lamentablemente, tuve que nacer en los 90’s para recién vivir mi adolescencia en los años 2000… alrededor de todos estos “incultos”.

 

Y sí, si están pensando que por pensar así soy un rezagado social, pues sí, lo soy. Todos mis amigos se concentraban en el único club en el que estaba inscrito, el de música. Solía hablar bastante con el chico que tocaba el piano, de hecho, si tengo que especificar aún más nuestra relación, diría que somos amigos. Mejores amigos.

 

Su nombre era Adrián. Era un chico muy culto, simpático y audaz. Me fascinaba conocer a personas que eran capaces de mirar más allá de sus narices, y más me gustaba que estas tuvieran relación conmigo, ya que siempre solía seleccionar muy bien a las personas con las que me iba a rodear. De eso se trataba el ambiente del club de  música… no había nadie que pudiese ser catalogado como ignorante.

 

Sus cabellos eran castaños, sus ojos eran de un color verde musgo y su piel era algo tostada. Según yo, era un partidazo, y en esos tiempos aún no lograba entender por qué nunca había tenido novia. Bueno… solía no entenderlo, hasta que finalmente me dijo el por qué.

 

 

—Lu, yo… tengo algo que decirte —Dijo algo tímido, cuando todos se habían ido de la sala.

—Dime —Respondí algo distraído mientras afinaba las cuerdas de mi guitarra.

— ¡Mírame! Esto es algo demasiado importante para mí —Protestó, a la par que yo levantaba mi rostro para mirarlo fijamente.

—Ya, cuéntame qué te aproblema.

—Tú has escuchado hablar de Vladimir Horowitz, ¿no? —Preguntó como tanteando el terreno

— ¿El famoso pianista judío? —Corroboré. El asintió- Pues sí, ¿Qué tiene eso que ver?

—Él una vez dijo que existían solo 3 tipos de pianistas: Los judíos, los torpes y los… —Susurró débilmente.

— ¿Y los? Por favor ya dime, sabes que me gusta ir al punto.

—…Los homosexuales —Finalizó en un susurro con su cabeza mirando al piso.

— Ya y ¿Qué quieres decirme con eso? —Pregunté algo confundido, no quería hacerme ninguna idea aún.

—Yo soy del tipo… homosexual —Dijo firmemente mientras me miraba con esos ojos verdes.

 

Me mantuve algunos segundos en silencio, para tratar de digerir la noticia, aunque también me esperaba algo como esto.

 

—Te agradezco la confianza al decirme este secreto tuyo. Yo no tengo ningún prejuicio contra ti, y ten seguro, que no le diré a nadie —Agregué en una sonrisa sincera.

 

 

Odiaba a la gente prejuiciosa. Yo trataba de juzgar lo menos posible, ya que uno nunca sabía lo que el destino le deparaba. Me atrevería a decir que esa era mi guía de vida, “nunca digas nunca”. Porque perfectamente ahora podría decir “Yo nunca besaría a otro hombre”, pero el futuro podría reírse en mi cara, al invertir toda acción y pensamiento mío. Las personas cambiaban, junto con sus ideologías también.

 

 

—Gracias —Suspiró aliviado. Imagino aquel secreto debió ser una carga muy pesada de llevar.

—No te preocupes —Dije restándole importancia- Y dime… ¿Qué mas tienes para decirme? ¿Te gusta alguien o que? —Pregunté

 

A Adrián se le notó un poco nervioso. Imagino que algo más venía prendado de esta sorpresiva declaración.

 

—Jaja, pues sí –Admitió- Pero lamentablemente la maldición de los gays recayó en mi… puesto que, me gusta alguien que no sería gay ni en un millón de años —Dijo con penuria

— ¿De quién? –Pregunté curioso- Si me dices que se trata de alguien que no “admitiría” ser gay ni en un millón de años… debo suponer que estás hablando de los populares, ¿no? —Este asintió- Pero tengo una duda… ¿hablas de los populares deportistas, o de los indies?

—Hablo de Javier Villanueva, el portero del equipo de futbol —Finalizó tristemente.

— ¿Él? –Pregunté sorprendido- ¡Si que tienes buen gusto! —Carcajeé dándole un pequeño golpe en el hombro, causando que perdiera el equilibrio por unos segundos.

— ¡No te burles! —Chilló algo afectado- Además, ¿Qué importa que tenga buen gusto? Si finalmente él nunca se fijaría en mí, por el simple hecho de que no tengo un par de pechos.

— ¡Ay ya! Ahora todo el mundo cree que los pechos dominan este mundo —Declaré fastidiado

—Quizás no todo el mundo, pero al menos sí el de él…

— ¿Y como lo sabes? —Interrogué hastiado.

— ¿Qué, cómo lo sé? ¡Pero si es cosa de mirarlo! Es una bomba de masculinidad. Juega futbol, siempre mira con cara de pervertido a las animadoras y… no sé, siempre anda riéndose de nosotros los “nerds” —Concluyó molesto.

—Sabes que no es que se burle de nosotros, ¡además yo no soy nerd! —Refunfuñe.

—Sí lo eres. Primero, vas en el club de música —Río indicándome con uno de sus dedos- segundo, te juntas con gente del club de música; y por último… mira como te vistes, pareces un rockero vago de por ahí.

 

Lo hubiese contradicho, pero tenía toda la razón. Las converse gastadas, los pantalones de jean grises, la polera roja con negro de The Ramones, y el gorro negro que llevaba sobre mis rubios cabellos no ayudaban en nada.

 

—Tú siempre dices que yo soy un “partidazo”, según tú, por mi pelo café y mis ojos verdes… —Continuó Adrián- Pero mírate a ti. No eres alto, pero tampoco eres bajo, tienes el pelo de rubio natural, y esos ojos amielados le vienen perfectos… Tú también serías un partidazo si aprovecharas todas esas cualidades tuyas. Podrías tener al humano que quisieras comiendo de tu mano –Comentó con una sonrisa satisfactoria.

 

Reventé en carcajadas. Al parecer aquella confesión suya, le dio unos toques más de confianza hacia mi persona.

 

—No es como si quisiera tener a alguien comiendo de mi mano –Reí- Además, sabes perfectamente que eso nunca pasará. Y no entiendo mucho tu punto… Dices que podría sacarle más partido a mi pelo rubio y a mis ojos… ¿Qué me quieres decir con eso? —Pregunté acercándome a él- ¿Qué soy sucio? ¿Qué debería lavarme aún más el cabello? ¿Qué use lentes para darle aumento a mis ojos?

 

Ahora el que se rió, fue él.

 

—Ese definitivamente no era mi punto, ¿Qué acaso hablo otro idioma?

 

Y dicho esto, se acercó a mí, y me abrazó firmemente. Me sorprendí. Yo no era muy de piel que digamos, pero tampoco iba a rechazar aquel gesto, así que lo abrace igual que él a mí.

 

Todo se sentía perfecto, Adrián fue y es una de las mejores personas que se pudo haber cruzado en mi camino, y siempre daba gracias por ello, pero lamentablemente una tormenta irrumpió nuestro acto.

 

—Chicos –Dijo llamando la atención de sus otros 3 acompañantes- ¿Habían visto la película de “Los dos gays que se abrazan”? —Se burló entre risas.

 

Adrián se separó rápidamente de mí, mientras un semblante sombrío se apoderaba de mi cara. Mi amigo estaba cabizbajo muerto de la vergüenza, al contrario de mí, que miraba reprobatoriamente a ese monstruo, llamado Brian.

 

—Pues fíjate que no, no la hemos visto, pero si fueras tan amable de comentarla aquí con nosotros… porque parece que nadie más que tú la conoce —Me mofé con destreza, a lo que sus amigos rieron.

— ¡Cállense! —Exigió Brian algo molesto.

 

Ellos eran un grupo pequeño de aquella raza que dominaba esta escuela, los indies. Eran 3, incluyendo a este idiota.

 

De izquierda a derecha, el primero era Julián… Julián Arrey, más conocido como “Jamie”. Algo sabía de él por los chismes. Decían que además de odiar su nombre, comía mucho, en demasía y lo más sorprendente de todo, era que no engordaba ni un kilogramo. Su cabello era castaño claro y liso, lo llevaba hasta un poco más abajo de las orejas, que lo hacía lucir bien con sus chocolatosos ojos. Su estilo era algo extravagante, demasiado indie y colorido para mí. El siguiente era Matías, pero nadie lo llamaba así… todos le decían “Tai”. De él no sabía nada, era bastante misterioso, solo podría decir lo que veía. Sus ojos eran oscuros, muy oscuros… casi negros. Estos eran todo lo contrario a su pelo, el cual era rubio ceniza. Y finalmente estaba Brian. Aquel desagradable individuo que perturbaba mi tranquilidad. Con su cabello rojo, teñido obviamente, y sus ojos eran avellanados… no era para nada feo, pero su personalidad rompía toda aura dulce.

 

— ¿Qué miras, ricitos de oro? —Preguntó con burla

—La llama que tienes en la cabeza —Respondí inconscientemente a lo que todos, incluyendo a Adrián, rieron.

 

Desde hace años que me decían ricitos de oro, y ni siquiera sabía el por qué, ya que no tenía ni rizos. De hecho, mi pelo era algo así como una mezcla rara entre lacio y ondulado, ni fú ni fá, una mata incontrolable… la odiaba. Aunque tampoco me afectaba tanto, es solo que a veces era incómoda y molesta.

 

—Esta llama, como tú le dices, atrae más gente que la que tú conoces en 3 años.

—Sí, si… lo que tú digas —Musité medio ido, ya ni me interesaba conocer más de sus habladurías- Adiós Tai –Me despedí cuando pase por su lado.

 

No todos en el grupo eran unos desagradables, ese era como el prototipo de serie americana, porque en realidad no eran así. Brian era como el más pesado, pero su carácter era así, fuerte, atolondrado. Pero todos los demás al parecer no… digo al parecer porque solo conocía a Tai. Creo que, a pesar de ser un chico tan misterioso y callado, era bastante amable y sensible. Una vez me halló en un pasillo cerca de la sala de música, yo recién había discutido con mi papá y él me dio unas palabras de aliento al percibir mi rabia. Sin duda alguna me sorprendió, pero yo no era una persona rencorosa, así que le agradecí con una de mis mas sinceras sonrisas. Desde ese día, nos saludamos cada vez que nos encontramos en algún lugar de este inmenso colegio.

 

—Adiós —Me contestó amablemente.

 

Después de que se despidió de mi, tome el brazo de Adrián y nos fuimos hacia la cafetería, pero antes de irme, le indique a mi amigo que se adelantara, mientras yo me iba detrás de unos casilleros… Querría comprobar si es que mis sospechas sobre Matías y Jamie eran ciertas.

 

—No era necesario que fueras tan pesado con Lucas, además me tienes harto con tus chistecitos de gays cuando sabes perfectamente lo que hay entre Tai y yo —Resopló algo fastidiado Jamie.

 

El rubio se sonrojo, a lo que yo me reí.

 

—Ya, ya, losiento… Y tampoco me vengas con esos tonos de niñita ofendida, que a pesar de tirar esos chistecitos, nunca los he ofendido explícitamente

—Aún así, tu sarcasmo es claro —Habló Matías ahora.

—Lo lamento, no sé hablar dulcemente —Bufó fastidiado- Ahora si me disculpan, debo ir a estudiar porque a la siguiente hora tengo examen de Biología.

 

El pelirrojo se fue y esos dos se quedaron solos. Era demasiado obvio que no pasaría nada, puesto que estábamos en un espacio público, en pleno receso de almuerzo, pero aún así sabiendo todo eso, mis instintos de espía no pudieron aguantar.

 

— ¡Me carga cuando se pone así de prepotente! —Exclamó Jamie.

—Ya, tú tampoco te comportes como él, ¿sí? Además el siempre ha sido así, no le veo el punto a reclamar por algo que siempre ha sido igual.

—Sí, pero…

—Pero nada –Cortó algo cansado el rubio- Agotas cuando no dejas de hablar de él… Relájate, es tú último año aquí, después de esto, no volverás a verlo más… a menos que quieras lo contrario —Se contradijo con una mano en su rostro.

—No digas eso –Se lamentó atrapando una de las manos del menor entre las suyas- No quiero dejar esta escuela… Son tantos recuerdos, tantas personas, tantas situaciones –Rió- Además sabes perfectamente que nunca podré librarme de esa tormenta por el sencillo hecho de que es mi vecino —Suspiró.

—Ya, no suspires tanto, si igual lo quieres… -Sonrió- no eres esa clase de persona que se juntaría con alguien a quien no soporta.

— ¿Y cómo me junto contigo? —Preguntó jocoso.

 

El rubio lo miró reprobatoriamente y lo empujo un poco fuerte, a lo que comenzó a caminar.

 

—Uy ya, no te enojes, que no me gusta ver esa mueca en tu cara -Dijo tomando su rostro con ambas manos a lo que el otro desviaba la mirada- ¡Y tampoco te hagas de rogar! —Reclamó, mientras el rubio sonreía.

 

Jamie miró hacia ambos lados del pasillo para verificar que no había nadie. Tuve que presionarme aún más contra la pared para que no me viera. Me costaba mucho contener la risa a estas alturas.

 

Finalmente, luego de que el castaño viera que no rondaba nadie por ahí, poso suavemente sus labios sobre los de Matías.

 

Ahora por fin mis dudas estaban resueltas. Siempre los había encontrado cariñosos, melosos y cursis. Había escuchado rumores de que eran pareja, incluso antes de esto, lo corroboraron ellos mismos, pero necesitaba ver para creer.

 

Este si era un defecto mío. Solía ser demasiado entrometido, pero no me malentiendan, no por ser entrometido era un chismoso, más bien me gustaba guardarme estos secretos para mi… como todo un detective.

 

Asomé mi cabeza para darme cuenta que el beso estaba durando bastante, ya me estaba convirtiendo en todo un pervertido. No sé en que momento, pise mal, y me fui para el lado chocando ruidosamente con una de las esquinas del casillero. Me caí como en cámara lenta, no importó de cuanta cosa intente agarrarme para no caer… caí igual.

 

La pareja se dio cuenta de mi presencia, nuestras miradas se cruzaron por varios segundos. No me podía la vergüenza… La gracia de los detectives era que tenían que ser discretos. Me levanté como pude, adolorido y todo salí disparado con Jamie corriendo detrás de mí... de esta si que no me salvaba.

 

Corrí despavoridamente por todos los pasillos, hasta que logré divisar una puerta abierta. Por suerte había perdido en uno de los corredores a Jamie y ahora solo debía ocultarme durante unos minutos, o hasta que él se cansara de buscarme.

 

Una vez ya adentro, divisé todo el lugar. Eran unos camarines, ¡Y los del equipo de futbol! Tragué duro. Si algún profesor o el mismísimo entrenador me encontraban aquí, estaba frito.

 

Jamie seguía rondando el lugar, no podía salir de aquí. Estaba muy nervioso, pero para relajarme y adecuarme un poco más, comencé a recorrer el amplio camarín. Por suerte no había nadie, o al menos eso creía, puesto que no se escuchaba nada.

 

Recorrí varios lugares del camarín. Pasé por las duchas, por los baños, pero cuando llegué a los vestidores, mi tranquilidad se derrumbó. Sobre una de las banquillas, un chico estaba aparentemente dormido.

 

Me quede boquiabierto. Se me congeló la respiración. Hubiese sido fácil escapar de aquella situación, pero lamentablemente mi mala suerte me siguió… ya que justo tuve que llegar cuando aquel chico estaba abriendo sus ojos. Este estaba bastante colorado e intentaba balbucear algunas palabras, pero era incapaz de formarlas.

 

—Al parecer estás enfermo —Susurré acercándome.

 

Llegue a su lado y posé mi mano en su frente.

 

—Tienes fiebre… ¿Qué haces aquí? ¿Puedes moverte?

— ¿Qué si tengo fiebre? —Dudó medio ido- Nah, como se te ocurre… estoy perfectamente

 

Pareciera que me lo hubiese dicho en su supuesto delirio, pero el sarcasmo era evidente. Decidí que nada más tenía que hacer allí, puesto que ya no se oían los pasos de Jamie afuera.

 

— ¡Oye! Espera… —Dijo llamando mi atención antes de abrir la puerta.

 

Me quede mirándolo, esperando su motivo por el que me detuviera.

 

— ¿Qué haces tú aquí? Tu no eres del equipo ni nadie cercano… ¿Sabías que esta prohibido el paso de estudiantes? —Curioseó sentándose correctamente.

— ¡Por supuesto que lo sé! —Exclame algo alterado

—Vaya, ya entiendo… Así que al rubio le gusta meterse en problemas… —Se burló.

 

Cerré los ojos y conté hasta 10. Este tipo ya me estaba colmando la paciencia.

 

—Eso a ti no te incumbe, así que si ya terminaste, me voy

 

Tenía toda la intención de abrir la puerta e irme, pero al igual que en un manga shojo, el tipo se paró y cubrió rápidamente la salida con su cuerpo.

 

— ¿Sabes? A mí no me gusta mentirle a la gente y hacer como que nada ha pasado, pero si me haces un favor, tú podrías ser la excepción —Murmulló suspicaz

 

Nunca me dejaría someter por un ignorante como éste, pero no me convenía que me delataran…

 

— ¿Qué clase de favor? —Pregunté algo desconfiado

—Nada del otro mundo… Algo fácil y rápido de hacer

— ¿Qué cosa? —Pregunté cabreado

— ¡Que impaciente por dios! Primero que todo, no nos hemos presentado. ¿Cómo te llamas?

 

Ganas no me faltaron para responderle cualquier estupidez, pero debía mantener la calma

 

—Lucas –Susurré.

—Pues bien Lucas. Ahora que sé tu nombre, acércate… te diré lo que harás por mi —Recitó incitándome a que me acercara a su rostro.

 

Me acerqué todo lo que él me indico, y sin darme cuenta sus labios capturaron los míos sorpresivamente. Me alejé lo más raudamente que mi mente me dejo,  pero por mala o buena suerte mía, alcanzamos a estar unidos un par de segundos.

 

Estaba sorprendido y altamente avergonzado. Mis mejillas se tiñeron totalmente de rojo y ninguna palabra o acción de reproche pude decantar.

 

—Por cierto, soy Javier y tú me gustas mucho —Sentenció con una relajada sonrisa

 

 

Notas finales:

Sean felices de dejar reviews, criticas constructivas, comentarios extras, felices, tristes, recibo y contesto lo que sea xD Siempre suelo amar mis comentarios (como todo escritor imagino que lo hace).

Adiosito y nos leemos (:


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).