Por favor… No me dejes…
-Ya me cansé Edward- levantó la voz el pelinegro . Sus manos estaban ocupadas en el volante del coche, su vista al frente y a los espejos retrovisores. Trataba de tranquilizarse, pero no podía, no quería levantar la velocidad y asustar al menor, aunque ahora lamentablemente eso era lo que menos le importaba.
-AH!! Disculpa señor de las ocho décadas!! , no sabía que te molestara tanto como soy!! …-espero un segundo antes de continuar – No recuerdo haber firmado algo que dijera: “No saldrás más y te quedaras a cuidar del imbécil” –gritó furioso.
- Compórtate Edward!! Tienes 16, no 6 años!!- lo miro preocupado y a la vez enfadado- ¿Como puedes salir un día y regresar al otro así como si nada?-
-¡¡¡ Que tú seas un viejo que lo único que hace es firmar estúpidos papeles, no significa que yo no me pueda divertir!!!- pronuncio alzando la voz.
- No te digo que no te diviertas… ¡¡pero al menos avísame a dónde vas y a qué hora regresas!!- levanto también la voz provocando un escándalo dentro del automóvil rojo y por consiguiente…nada---
Silencio absoluto.
-Tú no eres mi padre!! .. Eres mi novio- Musitó más tranquilo pero con el tono algo alterado aun.
- No lo sé… siquiera puedo saber eso…
-¿A qué te refieres Roy?... porque no lo dices de una… ¡¡ de una maldita ves!!- susurro enojado. Unas pequeñas lágrimas como diamantes comenzaban a caer pero el cabello del rubio lo tapaba.
- Nada… No importa lo que diga, jamás me escucharas.- El automóvil comenzó a detenerse frente a una casa. Los faroles del mismo iluminaban una gran reja de color negro.
Los dos jóvenes se bajaron del vehículo una vez este se detuvo por completo.
- Eres un idiota Ed…- se susurro para sí mismo el menor. Luego cerró la puerta con tal fuerza que el pelinegro volteo sorprendido, pero solo apreció a un ojidorado observando al interior del auto. El mayor continúo caminando.
- Eres solo un niño inmaduro… eso es todo. No pensé que eras de esta forma cuando te conocí.- Acabo en seco con duras palabras.
- Tienes razón Roy!!- Le grito al ver que el mayor no volteaba y solo tenía intenciones de continuar caminando hacia la casa que ambos compartían – Soy el único pendejo que te ama!!- Termino devastado y al fin pudo lograr su cometido: Roy volteo a verlo realmente sorprendido.
El pelinegro pudo tomar conciencia de que sus palabras h4rian, herían como puñaladas en el alma.
El rubio ya no cubría sus lágrimas, estas caían y caían. Sentía que de a poco su corazón se limpiaba.
- Lo siento Ed… No quise decir…-
- Calla!!- grito el rubio- Tienes razón Roy… soy solo un niño... Pero por favor no me dejes…- lloro al mismo tiempo que hablaba.
- Edward perdón soy… soy un idiota. No quiero… No quiero perderte- Lo abrazo en cuestión de segundos. Suplicando en silencio que no lo deje-
“Suplicando en silencio …por favor… no me dejes”
Fin?