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The thought to tell por Kurenai_no_Angel

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Había pasado una semana desde que Ren le había dicho a Otoya que vio a Tokiya y Haruka besarse. Desde entonces, el pelirrojo había deseado preguntárselo directamente a Tokiya. Pero como sabía que no iba a soltar ni una palabra, decidió tratar de sacar el tema. Y ahí estaban los dos, Otoya sentando en la alfombra con la espalda apoyada en el borde de la cama y la guitarra en su regazo, a la que le estaba cambiando las cuerdas. Tokiya estaba tumbado leyendo un libro.


 


-Oye, Toki-chan.- en ese mismo instante había infringido dos normas. Primera, la que le había entregado Tokiya el primer día junto a su horario de duchas, no molestarle mientras leía. Segunda y de la cual se había enterado posteriormente, no ponerle ningún tipo de mote.


 -Te he dicho que no me gusta que me llames así.- gruñó detrás de las páginas.


 -Pero es que te queda tan mono~-Tokiya suspiró sonoramente, ignorándole.


 -¿Querías algo o me molestas por puro aburrimiento?


 -Me preguntaba…- su mente trabajaba a toda velocidad, a la que alcanzaba, una excusa válida y no demasiado descarada.- Sobre que trataba la letra de tu canción. La que hay que entregar en dos días.- vale, eso había sido descarado.


 -De lo mismo que la tuya.- contestó secamente.


 -¿De amor?- escuchó un ruido gutural que identificó como un sí.- ¿Alguna vez… te has enamorado?- demasiado directo.


 -¿Y a ti eso que te importa?- apartó el libro y le miró curioso, con el ceño fruncido.


 -Curiosidad.- se encogió de hombros y fingió poner un gran interés en el mástil de su guitarra.


 -Todo el mundo experimenta el amor alguna vez en su vida, en mayor o menor medida.-respondió, incorporándose y quedándose sentado al borde.


 -¿Alguna vez has tenido novia?- ¿qué esperaba que le respondiera? ¿”Sí, ahora estoy manteniendo un amor prohibido con Haruka”?


 -De pequeño.- no, esa respuesta sí que no se la esperaba. Le miró tratando de ocultar su sorpresa.


 -¿De pequeño?


 -Te sonó ridículo, ¿verdad?- sonrió. Oh dios, estaba sonriendo.


 -Que va, para nada. Simplemente me sorprendió.


 -Éramos unos críos de unos…seis años más o menos. Nada serio, lógicamente. Era una chica que vivía a mi lado. Salíamos todos los días a jugar. Ella me gustaba mucho.- pareció sumirse en los recuerdos.- Era… como decirlo… adorable. Me llamaba su caballero.- rio.- Decía que era su protector o algo así y que siempre me encargaba de que no la pasara nada malo. Cosas de niños. –dijo para terminar.


 -¿Qué pasó con ella?- volvió al ataque, quería que le contara la historia completa.


 -Se… mudó.- parecía incómodo con la pregunta. –Perdimos el contacto.- regresó a su libro, lo que indicaba que la charla se había terminado.


 -Debía de ser muy buena persona para que te gustara.-murmuró más para sí mismo que para ser escuchado.


 -Sí… lo era…- contestó. Otoya le miró. La sonrisa había vuelto a su rostro, pero esta vez era nostálgica.


 -¿Crees que algún día te encontrarás con ella?-preguntó tímidamente.


 -Lo dudo…- eso era… ¿dolor?- Pero,-prosiguió- si la viera de nuevo, me gustaría hablar con ella y decirla que… la quise de verdad…-fijó la vista en un punto perdido del techo.- Y que aunque han pasado diez años, no la he olvidado.-Otoya sintió como algo se removía en su interior.- Qué tontería, ¿verdad? Darle importancia a algo como eso. No es propio de mí.


 -No es una tontería. –se enfadó. Tokiya le miró sorprendido.- El amor… no es una tontería…- susurró.- De todas formas, seguro que ella sabía que la querías de verdad.- trató de animarle.


 -¿Sabes?- se acercó a él, sentándose en el suelo delante suya.- Me recuerdas a veces a ella.- Otoya tembló.- Tan alegre, con esas ganas de… comerte el mundo. Contagiando tu entusiasmo a todos.- Otoya quiso preguntarle si acaso Haruka era igual y por eso estaba con ella, pero se mordió la lengua. El rostro de Tokiya se ensombreció repentinamente.- Debería ponerme a escribir la canción.- y acto seguido se sentó en el escritorio y sacó su cuaderno donde apuntaba las ideas que se le iban ocurriendo para nuevas letras.


 


 Otoya se quedó en esa posición, asimilando todo lo que acaba de suceder. Parecía que ocultara algo respecto a esa chica, pero no quería presionarle. Bastante era que hubiera abierto el corazón para él. Sentía un poco de celos de Haruka, porque ahora Otoya no se sentiría especial al ser el único capaz de poder colarse en el interior de Tokiya. Sería como uno más. En los meses que llevaban juntos su amistad había avanzado. Tokiya seguía siendo reacio en ciertos aspectos pero se había vuelto mucho más abierto y tolerante con respecto al pelirrojo. Al menos, el número de broncas por meteduras de pata made in Otoya había disminuido considerablemente, a parte de que la comunicación entre ellos era más fluida y no suponía un sacrificio para Tokiya. Aun así, Otoya era consciente de que quedaba mucho camino por recorrer entre ellos dos y que no iba a ser fácil. También sabía que había ciertos aspectos de su vida privada que no debía tocar por nada del mundo. Seguía asombrado por el rumbo que habían tomado las cosas y por la relativa facilidad con la que Tokiya le había relatado sucesos de su infancia, teniendo en cuenta su forma de ser y su férrea defensa hacia lo personal. ¿Qué tenía Haruka? ¿Qué era lo que podía ofrecerle? Esa pregunta no cesaba de rondar por su cabeza. Sí, vale, era una chica guapa y buena persona. Pero tenía la impresión de que a su compañero de habitación le hacía falta algo más que eso para enamorarse de alguien. No se imagina a Tokiya siendo el típico atraído por el físico.


 


Quiso sacar su frustración tocando la guitarra, pero ya había roto demasiadas normas por un día. Resopló y decidió dar una vuelta por los alrededores de la academia y así dejarle solo para poder componer tranquilo, sin ningún tipo de distracción. Sus pasos le llevaron al verde prado detrás del enorme edificio principal. Siempre se había preguntado que hacía un lugar como aquel en mitad de un centro escolar. Pero después de haber conocido al excéntrico director del colegio, consideraba que cualquier cosa era posible. Las ovejas pastaban a lo lejos, separadas por una valla de madera. Otoya se tumbó en el césped disfrutando de la agradable temperatura y de la naturaleza que le rodeaba. Colocó sus brazos debajo de la cabeza a modo de almohada y cerró los ojos, quedándose adormilado. Cuando estaba a punto de sucumbir al sueño, notó como algo húmedo le tocaba la mano. Abrió el ojo derecho y miró con cautela. Había una bola de pelo negra lamiéndole. Se incorporó para fijarse mejor. ¿Acaso ese no era el gato con el que en alguna ocasión había visto a Haruka?


 


Cogió con delicadeza al intruso y se lo puso en el regazo. Como no tenía nada mejor que hacer, arrancó una brizna de hierba y la balanceó delante de sus ojos brillantes. El gato puso posición de ataque y se lanzó contra él, jugueteando. Al rato, escuchó una voz que gritaba a sus espaldas.


 


-¡Ah! Al fin te encuentro Kuppuru.- Otoya se giró al punto de ver a Haruka con las manos en las rodillas tratando de respirar. Al parecer había corrido bastante. ¿Kuppuru? Vaya nombre mas ridículo, pensó el pelirrojo.- ¡Ittoki-kun!- saludó, sentándose a su lado.- Gracias por cuidar de Kuppuru.- señaló al gato que enseguida ignoró a Otoya y se fue moviendo feliz la cola con Haruka.


 -Digamos que me despertó de mi pequeña siesta.- le acarició el lomo y la bola de pelo ronroneó.


 -Deberíamos irnos.- anunció de repente.- ¡La clase de gimnasia empieza en media hora!


 


Es verdad, Otoya había olvidado por completo de que su jornada escolar aún no había terminado. Se marcharon hacia los vestuarios. Haruka hablaba animada de lo bien que les estaba quedando la nueva canción que preparaban entre los dos. Pero el pelirrojo no escuchaba. Simplemente, la miraba de reojo tratando de ver en ella lo que Tokiya había visto. Tratando de entender ese “algo” que le había enamorado. Recordó la historia que le había contado. Sin embargo, había dicho que era el propio Otoya el que le recordaba a su novia. En ningún momento mencionó a Haruka para nada. ¿Y sí Ren se confundió y realmente nunca se besaron?


 


-Nanami.- no podía seguir especulando, quería saber la verdad.- ¿Estás con Tokiya?- se paró en seco, mirando al suelo. Luego alzó la cabeza y se fijó en a ella, con semblante serio. A Haruka aquello le había pillado desprevenida y un notable rubor se había apoderado de su rostro.


 -Esto…yo…ah…-se restregaba las manos, nerviosa y alternaba miradas entre Kuppuru que la seguía fielmente esperando más mimos y Otoya.


 -Te gusta Tokiya.- esa confirmación tan evidente le desgarró por dentro a pesar de mantener una mínima esperanza en que no fuera cierto. Haruka pareció pensárselo un momento y al final asintió ligeramente con la cabeza.


 


Otoya tragó saliva dolorosamente. Haruka estaba enamorada de Tokiya. Al parecer no estaban juntos como tal, pero dudaba que Tokiya no se hubiera fijado en sus sentimientos. El pecho le apretaba y quería salir corriendo.


 


 -Ittoki-kun, por favor… no…


 -Se lo digas a nadie.- completó.- Lo sé.- ella parecía más aliviada.


 -Me alegra haber podido hablar esto con alguien y más si eres tú.- confesó sonrojada.- Eres un buen amigo suyo.


 -Si crees que voy a ayudarte a que le declares tu amor estás muy confundida.- dijo molesto.- Lo siento…- se disculpó al darse cuenta de que eso sonó demasiado borde.- Es solo que…


 -Lo entiendo.- sonrió.-No voy a pedirte ningún tipo de favor. Solo que le cuides.


 -¿Qué… le cuide?- la miró sin comprender.


 -Al contrario de lo que pueda parecer, yo no he sido capaz de lograr con Ichinose-san lo que tú has logrado. Así que como le conoces mejor, quiero que cuides de él, ¿vale?- sonrió otra vez.


 


Otoya quiso contestar pero no pudo porque llegaron a los vestuarios y se tuvieron que separar. Entró en el de los chicos y se colocó frente a su taquilla.


 


-Llegas tarde.- le reprochó Tokiya que estaba sin camiseta y con los pantalones de deporte ya puestos.


-Estuve hablando con Haruka, por eso me entretuve.- sacó la ropa.


 


Se desvistió con parsimonia mientras Tokiya colocaba sus cosas. Su puso la camiseta y los pantalones. Salieron al campo de fútbol. El resto ya estaban allí. Syo estaba emocionado porque era su deporte favorito. Las chicas mientras tanto practicarían carrera de obstáculos. Los equipos se repartieron entre la case A y la clase S. Syo sería el capitán de la S y Natsuki el de la A. Después de dedicarse sus correspondientes “te haré morder el polvo”, el arbitró pitó el inicio del partido. Cada ronda duró media hora pues no daba tiempo para más. Otoya y Tokiya jugaban como centrocampistas y mantenían su propio duelo constante, regateándose y zafándose el uno del otro. Otoya tenía el balón en su posesión. Tokiya se lanzó a por él. Tenía que reconocer que era muy rápido. En la primera embestida, le esquivó con facilidad. Tokiya volvió a la carga. Tocó al pelirrojo sin querer lo que hizo que perdiera el equilibrio y cayera al césped.


 


-¡Lo siento! ¿Estás bien?- tendió la mano para ayudarle.


-Waaa, sí. Eres demasiado grande para mí.- se quejó divertido. En ese instante vio que Tokiya no le estaba prestando atención. Sus ojos estaban sobre algo a su lado, tirado en el suelo. Otoya siguió su mirada. La foto que siempre llevaba encima se había caído de su bolsillo al tropezarse y había quedado tendida bocarriba.


-¿Qué…?


 


Unos segundos transcurrieron desde que Tokiya la vio hasta que Otoya se la metió en el bolsillo rápidamente. Su corazón latía a mil por hora y el pánico le atenazaba. Dudaba que le hubiera dado tiempo a ver algo, pero esa mínima posibilidad le aterraba.


 


-¿Seguimos?- le dedicó una amplia sonrisa lo más relajadamente que pudo mientras se levantaba.


-Claro.- le correspondió.


 


El pelirrojo se quedó estático viéndole alejarse a la otra mitad del campo. Las piernas le seguían temblando y se asemejaba bastante a un flan. La voz de Natsuki apremiándole le devolvió a la realidad. Palpó su bolsillo con discreción para asegurarse de que la foto estaba bien colocada y sin posibilidad de escapatoria y regresó junto a sus compañeros de equipo.


 


El resto del partido se desarrolló con normalidad. Otoya trataba de perseguir a Tokiya con disimulo para comprobar algún tipo de cambio en su comportamiento, pero todo seguía igual. Minutos antes de que finalizara, las chicas se agruparon alrededor del campo para verles jugar pues ya habían terminado sus clases. Haruka les gritaba para animarles junto con Tomo. Otoya no pudo evitar pensar con amargura que esos ánimos solamente iban dirigidos a Tokiya, al cual Haruka no perdía de vista ni un solo instante, estando atenta de todos y cada uno de sus movimientos. Realmente era bastante bueno jugando al fútbol. A parte de que su seriedad y su atlético aspecto físico intimidaba un poco a los contrarios.


 


El árbitro pitó de nuevo pero esta vez para señalar el final del partido. Al final los marcadores habían quedado en empate, dos a dos. De la clase S uno marcado por Ren y otro por la combinación Tokiya-Syo y en la clase A, uno de Otoya ya que Natsuki jugaba como portero y Masa de defensa. Otoya salió rápidamente del campo. Quería llegar cuanto antes a su habitación. Echó un último vistazo a sus espaldas. Haruka sonreía feliz. Tokiya también.


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