Mi nombre es Zuko. Tengo la esplendida edad de veintisiete inviernos, no tengo vicios. Mis pasatiempos son de lo más normales, adoro ir de compras y de vaciar las cuentas que llegan a mis manos; decoro la sala de mi departamento con el arte que un camarada mío crea, encuentro las obras de Doctore particularmente encantadoras; cocino en los ratos que no hay nada que hacer, el secreto del sabor se encuentra en los ingredientes; dono mi ropa cada temporada a las casas de ayuda social que las ocupan y soy un participante constante de UNICEF; incluso me permito escaparme una vez al año a la iglesia para no ser mal cristiano, hasta trago el vino y la ostia tras confesarme; incluso tendría un perro, pero en el edificio en que vivo no se aceptan animales.
Soy de lo más normal. Y debo decir que soy muy bueno cociendo.
Creo que lo único que hago y en lo que la mayoría de gente de enterarse condenarían: seria que mi trabajo no es legal.
Y en estos precisos momentos en los que el ascensor cierra sus puertas brillantes de aleación, creo sinceramente que he metido la pata hasta el fondo. Soy un ladrón, no debería de meterme en los asuntos donde se implican muertes. No es mi estilo. Sin embargo, la paga que me susurraron a través de la bocina: pudo con mi juicio.
Mi contacto había sido muy preciso con las indicaciones: con mi misión; al parecer tenia a un compañero, mismo camarada que no estaba al tanto de mi existencia en el tablero de ajedrez: al que le ordenaron asesinar al delegado de no sé que empresa y como no me importa, puedo olvidar detalles como esos.
yo me encontraba en la fiesta como invitado de un socio para que me fuera más sencillo constatar la muerte del tipo, no para beberme como hago el champagne para tener el perfecto pretexto de no poder seguir la platica de las plastas encimosas que pretenden las saque a bailar.
Tenía entendido que el sicario se infiltraría de manera sutil, ¡pues nadie debería de saber que estaba allí! ¿Por qué hago hincapié en ese sencillo hecho? ¡¡¿pero que es lo que el empleado hace?!! ¡¡Yo te lo diré!! ¡¡entrara como la atracción principal, siendo este un acto de magia!! Francamente esperaba algo diferente.
Le observe los brazos que se movían con velocidad, sacando los pañuelos y pidiéndole a su acompañante llamativa en ese diminuto traje verde que siguiera tocando la musiquita infantil. Y luego dicen que uno tiene gustos extraños.
Él sonrió, él me vio....dudo mucho que en realidad no sepa que el cliente no confía en él. Espero que no se lo tome personal. No quiero tener que salir corriendo por mi vida, aun hay muchos sitios a los cuales robar.
Él trajo un armario negro, que estaba vació.....vaya sorpresa. Detesto estos actos. La magia no existe, y el chiste se pierde cuando uno sabe los factores de distracción que se emplean para que la mente no se percate de lo que en realidad sucede. Así qué, para mi no esta pasando nada en fines prácticos.
La luz se fue unos momentos. Ahora si me incomode. La música infantil sigue sonando....¿qué tiene que ver una manzana echa trizas y un pez azul moribundo en un lago?
Las lámparas se encienden. No hay nadie. El armario negro sigue en su lugar, tan cerrado como se supone tiene que estar y un letrero pidiendo abrirlo.
Nadie se atrevió a pararse. ¡Se supone que es un espectáculo! ¿qué espera esta gente? ¿qué algo salga de allí y les dispare a matar? Ja, justo eso es lo que puede pasar.
En fin, soy el valiente ó el tonto en todo caso.
La abrí de golpe y a mis pies, se esparcieron los brazos mutilados y en trocitos: manchándome los zapatos. Creo que de poder, se los cobraré. La precisión que tuvo para abrir en canal el tronco y retorcer las piernas, es magnifica. Incluso los intestinos se enredan en la boca y en la nuca, amordazándolo.
¡Vaya genialidad! Hasta yo puedo apreciar el gran trabajo que tuvo que llevar a cabo en menos de dos minutos. Le aplaudiría, pero tengo que seguir fingiendo que mi temblor es de pánico.
Y adentro, escrita con sangre..Se encuentran dos preguntas.
“¿te ha gustado Fire Blue?” “¿qué opinas de mi, espíritu azul?”
Ladee una sonrisa y pedí a gritos por la policía.
El trabajo que le pidieron hacer, ya fue finiquitado. Y mi empresa acaba de terminar. Ha sido una buena noche.
Llego en la madrugada a mi departamento. Solo pienso en arrojarme a la cama y perderme hasta ya muy entrada la noche.
Me quito los zapatos y arroje la corbata verde esmeralda a alguna parte de la sala. Ya luego la cuelgo en su lugar. El cansancio me mata. Hubiera llegado mas temprano si la estúpida policía no me tomara como testigo del asesinato.
¿Qué esperaban que les dijera? Les repetí quince veces la manera en la que me acerque y abrí el mugroso ropero ese. ¿Ansiaban que tuviera un instante para masacrar a la victima? Igual si, pero se joden. Los dos minutos que buscan, si existen: solo que están hurgando en quien no.
En fin.
Ahora ya no tengo sueño. Me remuevo en la cama. Usualmente las almohadas de pluma de ganso alemanas son lo que ocupo para conciliar el arte de Morfeo, pero creo que ver el trabajo del Avatar a removido sentimientos y recuerdos que pensé superados.
Había aceptado que el rostro de mi padre ya no me asaltaría. Que su risa profunda no se colaría por mis oídos saliendo desde la esquina de mi cuarto. Se suponía que una vez aceptado su trato, mi alma me permitiría descansar sin revivir en mi mente la manera en que me torturaba.
Mi cicatriz en el rostro, marcándome como al vil ganado....señalándome como la deshonra de su buen linaje de mafiosos: me ardía. Iniciaba a quemarme como si Ozai sostuviera la lumbre, como si mi padre aun me tuviera amarrado por los brazos y él mantuviera quieta la llama chamuscándome la carne.
Era un milagro que no perdiera mi ojo. Ahora padezco una ceguera que es ocultada por un pupilente con el aumento necesario, una nimiedad a la que prefiero por sobre perder un ojo.
No puedo creer que la solución para dormir ahora, sea recordar.
El timbre me despertó. No suelo recibir visitas. La única que entra sin permiso es mi contacto con los clientes, le sigue otro camarada con quien trabajo a menudo. De cualquier manera, ambos avisan que vendrán.
Me levanto enfadado. Detesto que me despierten. Bostezo y cierro la bata que traigo puesta.
Si que dormí. Ya son las ocho de la noche. Tengo que comer algo.
Mi boca termino por abrirse tan grande era.
¡¡El Avatar!!
¡Ese asesino esta en mi casa! Y ¿con una botella de vino bajo el brazo? Uno de muy buen gusto, debo de agregar.
-buenas noches, espíritu azul - vaya. Esta cargando con toda su galantería - espero no incomodarte. Tengo entradas para la obra de teatro que esta exponiéndose en el Aldama.
-antes que nada - le interrumpo. Aunque agarro los boletos. ¡ah! Palcos. Al menos sabe que de pedirme una cita, tiene que esforzarse - ¿cómo diste conmigo?
-no eres difícil de encontrar. Lo único que ocupe fue pedirle a Titán Johannes la dirección del espíritu que hace sus trabajos.
Titán Johannes es el líder de la mafia Rusa y uno de mis clientes predilectos; uno, porque paga muy bien, y dos: es el hermano de Yoite Johannes, mi pareja desde hacia diez años en el mundo del robo.
-¿puedo pasar? - me pregunta, aunque ya esta adentro.
-solo déjame ponerme algo más presentable.
-así te ves bien
-no es apropiado. Supongo que te han traído los negocios.
Tengo que estar loco para dejar mis reservas con él. ¡es el Avatar! Puede matarme en cualquier momento que quiera. Me sobrepasa en altura y peso.
Ya andaba para mi cuarto, cuanto el Avatar me sujeto por la mano y me obligo a acompañarlo a mi propia sala.
¡Más parecía su casa que la mía! Fue por dos copas a mi bar y las tendió en mi mesa de centro. Una preciosura de rubí macizo, que les robe a los aztecas o mayas...no me acuerdo.
-sin rayarla - le pedí - la mesa perderá su valor.
-interesante decoración
-solo para que lo sepas - apunte - son cuerpos humanos auténticos. Obra de
-Doctore - ese mero - nunca he podido conseguir algo de él. Tiene que tenerte aprecio para cederte a sus preciosas pinturas.
-aprecia mi monedero.- fíjate que si. Doctore me quiere porque soy pareja de su hermano en el trabajo. De lo contrario no existiría manera de que los brazos florecieran en las macetas. - ya en serio, ¿qué buscas?
-a ti
-aja
- estoy buscando al hijo de Ozai, mismo hijo que se opuso a la masacre entre mafias que se llevaba acabo hace quince años - me retorcí incomodo en el sillón de cuerpo negro. Casi me intereso en los cortes de mi preciosa mesita roja - y que nunca fue encontrado luego de que escapara.
-no me escape - le dije - Ozai me arrojo medio muerto a las calles. Al territorio enemigo. Esperaba que ahy los hombres terminasen conmigo. Quería que me diera cuenta del tipo de animales que eran a los que defendí.
-debiste pasarla mal
-no. La familia que gobernaba ya, me encontró y recogió. Fue de ellos de quienes escape. Su amabilidad era dolorosa. Era un continuo recordatorio de lo que había perdido, de lo que pude tener y había perdido: mejor dicho.
-estoy interesado en el espíritu azul. Soy Aang.
-Zuko - el no debía de decirme su nombre, yo no tenia que confesar algo tan intimo. Sin embargo, ambos estábamos dispuestos. - ¿cuál es el trabajo?
-ser mi pareja hasta que la muerte nos separe.
Decir que me quede sin palabras es poco.
Y fue justo asi como inicio nuestra relación.
Llevamos cuatro años juntos. Ambos somos sicarios, ambos somos buscados en cualquier lugar al que vamos y por quienes sean, a veces personas a las que ni recuerdo.
Ambos tenemos amistades a las que preferimos no involucrar. Uno esta solo en esté negocio.
Incluso maniobrábamos la idea de cambiarnos de departamento para permitirnos tener un perro a falta de hijos......hasta que llego él.