Empecé a correr por toda prisa por las calles iluminadas de Tokio, ya iba tarde para subir al tren, y no quiero eso, ¡He estado esperando todo un fin de semana para verlo! Además me iba a ir de viaje en unas semanas, tan solo verlo me haría demasiado feliz…
Baje saltando las escaleras, que por cierto casi me caigo, pero eso no me importaba quería verlo sí o sí. Las puertas estaban a punto de cerrarse pero con las justas pude entrar. El tren estaba repleto, gente por cualquier lado. Pero eso no me importaba, con tal de verlo haría todo lo posible.
Pase entre toda la gente y mi corazón empezó a latir con fuerza, me acerque más y pude sentir como mi corazón se detuvo… Ahí te encontrabas, feliz como siempre, pero rodeado de unas cuantas chicas. Sonreí amargamente, me detesto por ser tan masoquista, pero realmente tu belleza me tenía cautivado, eras realmente amable con las personas, a pesar de que no te caían siempre los tratabas con respeto.
-Aoi-chan me encanta tus piercing – dijo una chica realmente muy cerca de ti. Tú te alejase un poco de ella y sonreíste.
-Por favor, solo dime Aoi – dijiste cortésmente, ¿y así como quieres que no te ame?
-Aoi ¿A quién vas a elegir como pareja de baile para el festival? - preguntó otra chica. Esa pregunta me interesó… pero de nuevo caí en la realidad, tú nunca me ibas a elegir como pareja… a ti te gustan las mujeres, y yo…
Desde que me confesé a un chico, todo acabó en mi… recuerdo claro sus palabras: “Si soy gay es porque me gustan los hombres, no personas como tú que pareces travestis”…
De ahí todo fue igual, los hombres no me querían por ser ¿afeminado? ¿Por pareces como mujer? No sé…
No sé si sufro más amándote o queriéndote olvidar…
El día en el instituto pasó igual, mirándote en secreto… amándote en secreto.
Tu siempre te veías tan feliz con tus amigos, y por supuesto también con tus amigas, y las demás que te correteaban, como la aquella vez que tu amigo Ruki empezó a cantar y tocaste la guitarra en el receso, y todas las chicas empezaron a perseguirte, y tu corriste con tu amigos para salvarte de ser violado.
Las clases terminaron y salí del salón buscándote pero no te hallé. Salí del instituto y me dirigí al tren para regresar a mi casa.
Pero caminando te vi, ibas con tu inseparable amigo Ruki, ustedes iban delante de mí, riendo y golpeándose no tan fuerte. Creo que sentiste mi mirada y volteaste, yo mire rápido hacia otro lado y sentí mi cara arder. Te mire de nuevo y vi que le codeaste a tu amigo, y dejaron de reír.
Me empecé a preguntar del que porque dejaste de reírte… ¿Acaso sabes que estoy enamorado de ti y te doy asco? Pero, si a nadie le he dicho…
No me di cuenta, pero al ver a mi alrededor pude ver que ya estaba por entrar al vagón. Te busque con la mirada y no te encontré, supuse que ya habías entrado. Así que entre, todavía no se había llenado total, y estaba agradecido por eso, así era más fácil buscarte.
Pero ahí estabas sentado, solo, mirando el asiento de frente que estaba vació.
Suspire, ¡Sí o sí tenía que sentarme cerca de ti! Así que todo sonrojado me senté al frente de ti. Agache mi mirada al saber que me mirabas, y mi rostro empezó a ponerse colorado más de lo que ya estaba.
Sentí como me inspeccionabas con la mirada, pues yo había traído mi camisa más bonita.
Te veo lanzar un bostezo al cristal y se inundan mis pupilas. De pronto me miras, te miro y suspiras, yo cierro los ojos y apartas la vista.
Mi respiración se me dificulto, y sentí como me hice pequeñito en mi asiento y como mi cuerpo empezó a temblar, nunca antes había estado cerca de ti…
Y así pasaron los días de lunes a viernes como las golondrinas del poema de Bécquer. De estación a estación, sin hablarnos, solo disfrutando de nuestras miradas y de nuestra compañía…
Pero últimamente no había venido, estaba alistando unas cosas por el viaje y pues después de una semana nos encontrábamos aquí, sentado al frente de ti, este era nuestro asiento, por así decirlo.
Ya había pasado tiempo y necesitaba hablarte, tenía que hablarte antes de irme de viaje.
-Y-Yu-yuu-san – pronuncie tu nombre tartamudeando, supongo que piensas “que chico más tonto”. ¡Me quiero morir!
Pero el tiempo se para, te acercas a mí y te sientas a mi lado…
-¿Por qué no has venido?... Sé que no te conozco pero ya te echaba de menos – sonreíste, y sentí como mi corazón saltaba de felicidad - ¿Sabes? Cada mañana rechazo los autobuses y elijo este tren… - me dijiste un poco sonrojado… y yo sentía morir…
Ya estaba llegando al paradero, mi vida ha cambiado, un día especial este 11 de Marzo…
Te miro y me tomas la mano y de pronto se apaga la luz…
A los segundos abro mis ojos y veo todo oscuro, escucho gente gritar, niños llorando… Quiero ver a mi alrededor pero mi cuerpo lo sentía adolorido, toco la parte afectada y siento mojado, ¿Acaso es s-sangre?
Mire a los costados y pude ver que algo exploto cerca a nosotros… nosotros. Mire a mi derecha y ahí te encontrabas, recostado, por la luz del fuego pude ver que tu cabeza sangraba, me acerque a ti, te tome el rostro y me sonreíste cansadamente…
¿Acaso es nuestra hora de partir?
Si esta es nuestra hora, no perderé el tiempo. Me volví valiente y te bese en los labios, me sentí derretir al sentir como me correspondías al beso, un beso tierno y lento…
Nuestros labios fueron el uno para el otro… encajaban perfectos…
¿Por qué tiene que ocurrir esto? ¿Por qué no te demostré antes mis sentimientos?... ¿Por qué esta es nuestra despedida?
-Te quiero… - me dijiste. Yo empecé a llorar de felicidad y de nuevo junte nuestros labios, dándote el último soplo de mi corazón…