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El Hijo del Héroe por Aeren Iam

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Notas del capitulo:

Notas del autor: ¡Hola! Cuando participé en el reto de las viñetas de los sentimientos del foro de la Ancestral casa de los Black, mi idea estuvo clara desde el primer instante; tenía que hacer un fic con Scorpius como protagonista y James Potter como su pareja. Sin embargo, el reto consistía en mostrar las emociones de uno sólo personaje y yo acabé mezclándolos. El resultado, aparqué esta historia y escribí Treinta Años Después. Le dejé las tres primeras "emociones" a mi beta, Hermione, que me animó a continuar la historia y bueno, el resultado es éste.
Son capítulos cortos, tal y como eran en el reto original (los últimos son más largos) que giran en torno a una emoción determinada, que va señalada en el título. Desde aqui, quiero darle las gracias a mi beta, a sus conversaciones y sus mails y sus ideas, sin ellas, la mayoría de esta historia no existiría. ¡Gracias guapa!
Después de esta introducción, sólo quiero pediros que le deis una oportunidad a esta pareja y si, hay un futuro Drarry (era necesario lo juro!) y desde ya, gracias por leer, como siempre, ya sabeis, suelo publicar cuando las historias están acabadas o en fase de corrección, así que no voy a dejar nada a medias. Un saludo y si leeis y os gusta, (o no) una review siempre es bien recibida.


Disclaimer:Harry Potter y su mundo pertenecen a J.K. Rowling y Warner Brothers. No se infligen los derechos de copyright de forma intencionada.

Título: El hijo del héroe

Pairing: Scorpius Malfoy & James Sirius Potter// Draco Malfoy & Harry Potter

Rating:NC-17.

Resumen: James Sirius Potter detesta al mejor amigo de su hermano menor Albus, Scorpius Malfoy. Sin embargo tras ese odio hay sentimientos ocultos que estallan, trastocando la vida de los dos jóvenes y la de sus familias. Después del último año de James en Hogwarts, nada volverá a ser lo mismo.

Notas: Es un texto en el que hay escenas de sexo explícito entre hombres. EWE, tiene en cuenta datos de epílogo pero no todos.

Beta: Hermione Drake

El hijo del héroe




 


 


 


Resentimiento




 


James odia el descontrol que se apodera de él cada vez que le tiene cerca. Siempre se ha sentido un privilegiado y ha disfrutado de ello. Desde pequeño fue el ojo derecho de sus padres, el primogénito, el divertido, el extrovertido, el buen estudiante, el deportista, el perfecto hijo del héroe. Aquel curso se siente todo un hombre por hablar con sus amigos de sexo y mujeres. Aparta con facilidad las inquietudes que a solas en su cama le asaltan cada vez con más frecuencia. Hasta ese último verano en que Al invita a su mejor amigo a pasar unos días.


Malfoy se ha transformado en las pocas semanas que han pasado sin verse. Mientras Al sigue siendo un mocoso bajito y moreno, el rubio ha dado un estirón considerable. Su rostro parece más maduro y masculino, lleno de una belleza que le deja sin aliento. Para su vergüenza, su cuerpo reacciona sin control ante la presencia del muchacho, que, ajeno a su incomodidad, se comporta con normalidad en su compañía.  James detesta su vida, detesta el modo en que le hierve la sangre cuando ve a Malfoy con los pantalones del pijama caídos sobre las caderas. Le obsesiona la delicada curva de esos huesos de la cadera. Le enerva el modo en que los músculos gráciles de su espalda ondulan cuando nada en la piscina. Detesta la manera en que su pulso se altera al vislumbrar esos pezones sonrosados. Le horroriza no ser capaz de olvidar la imagen de esos labios gruesos y rojizos. Aborrece despertarse sudando cada noche, con la verga palpitando, tan dura y caliente que le duele. Su encono crece cuando comprende que se está acariciando con furia mientras imagina que es Scorpius quien tiene encerrado su miembro entre los delicados dedos.  Su tirria alcanza cotas inimaginables mientras se corre con fuerza, mordiéndose el antebrazo para ahogar los quejidos. El pene corcovea contra su palma sudada, aún escupiendo lentas oleadas de semen en un bucle de interminable placer. Odia a Scorp porque ninguna de las chicas con las que se ha enrollado ha conseguido ni la más mínima parte que aquel niñato sin siquiera proponérselo. Pero lo que de verdad pone a James frenético es ver la indiferencia con la que el joven le trata.


La casa al fin parece tranquila en la calurosa noche, pero el mayor de los vástagos Potter es incapaz de dormir. Inquieto, sale de su cuarto y deambula descalzo un rato por la planta baja, hasta que, aburrido de su propio mal humor, decide ir a por un libro al despacho de su padre. La puerta está entreabierta, así que supone que Harry está trabajando y, de pronto, la perspectiva de hablar con él le parece tan apetecible que no toca, sólo entra y es entonces cuando les ve. La cabeza morena de Albus es inconfundible, así como el espeso cabello plateado de Scorpius, que es tan espectacular que un violento aguijonazo de deseo le hace tambalear.


James descubre que hay algo que le repugna incluso más que el hecho de que Scorp —un simple adolescente— le ignore. James comprende que lo que más asco le da en el mundo es ver como su hermano le rodea el cuello con su brazo escuálido. James aprende en ese instante que es celoso, que tiene una bestia que le ruge en medio del pecho y es un monstruo que no atiende a razones. James sólo ve los labios con los que acaba de fantasear cerca de la piel de Al; por Merlín, ¡Al!  James quiere morirse porque tiene tantas ganas de patear a su hermano que le da pavor de sí mismo. Necesita dejar de sentir esa herida en el centro de su estómago. Le urge salir de allí, cerrar los párpados y olvidar que ha visto cómo esos dos están a punto de besarse delante de sus narices.


El resto de la noche la pasa en blanco, la rabia hierve a fuego lento en sus entrañas. Decide que prefiere cortarse la polla antes de volver a pensar en el imbécil. Él es James Sirius Potter y está destinado a ser un Auror como su padre, va a casarse y va a tener niños. No puede permitirse siquiera dudar acerca de su sexualidad, no por un idiota que prefiere a su hermano. Culpa a Scorpius, que se pasea por la casa casi desvestido, ¿qué tío normal de su edad no se sentiría atraído por toda esa piel cremosa, por ese espeso cabello, por esos labios, tan jugosos como los de una chica? Sí, eso es, la causa de todos sus desvaríos es esa: Scorpius y sus jodidas mariconadas. No sólo le está volviendo loco a él, también ha conseguido enredar a su hermanito pequeño. ¿Cuándo Al había sido así de cariñoso? Diablos, no recordaba la última vez que le besó a él.


La mañana siguiente les observa desde lejos. En apariencia siguen siendo los mismos de antes, pero no le engañan. La imagen de la boca jugosa rozando la mejilla de Albus logra desquiciarle. Les encuentra en el cuarto de Al, entretenidos con la consola de videojuegos que tía Herm les ha regalado en Navidades. Malfoy está tumbado bocabajo y su hermano casi recostado encima, indicándole cómo usarla.


—Oye... ¿qué pasa aquí? —interrumpe con grosería. Recorre despectivo a los dos chicos, que le devuelven sendas miradas de sorpresa.


—Estamos jugando —explica Al, con ese tonillo de sabihondo que tanto detesta—. ¿Quieres algo?


—Malfoy —escupe como si hablarle le degradase. A su pesar, admira la clásica belleza de esas facciones o la perfección de sus felinos ojos azules. Le detesta por ello, nadie debería ser tan tentador—. ¿Qué coño crees que haces restregándote con mi hermano? Apártate y déjate de mariconadas.


Sonríe con satisfacción al ver como las mejillas suaves se cubren de un encendido rubor.


—¿Qué problema tienes tú? —dice Albus, que es pequeño pero tiene el mismo genio que Harry y la misma capacidad para luchar por lo que considera una causa justa.


—No, Al, esa no es la respuesta correcta —objeta—. Lo ideal es que no os vuelva a pillar jugando a las casitas como dos bujarrones o quizás mamá se enterará de lo íntima que es vuestra amistad. —Por un segundo se permite disfrutar del retorcido placer de saber que significa tener los iris celestes fijos sobre sí—. Ya sabes que nunca estuvo feliz de tener aquí al hijo del mortífago.


Sí, ahora ya no le ignora.


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