"Te quiero no solo por como eres, sino por como soy yo cuando estoy contigo."
Cap. 1
A Gwiboon la he amado como nunca jamás pensé amar a una mujer. Creo que desde el momento en que me la presentaron, hubo una cierta conexión entre nosotros.
A mis ojos, era el ser más perfecto que mis brazos pudieran abrazar.
Sus labios me enviciaban y cada momento que no los besaba, era como si me susurrara que volviera a acariciarlos.
Sus mejillas eran dos pequeñas montañas teñidas de rojo como cuando el sol se ocultaba, cada vez que se sonrojaba o se molestaba.
Su nariz respingada y chiquita me incitaba a acariciarla con la propia, riéndonos de nuestras actitudes de niños de secundaria.
Y sus ojos, esas puertas hacia su alma hermosa y bonita, eran capaces de hacerme perderme en ellos, de descifrar sus estados de ánimo o cuando quería que la besara de nuevo. Eran rasgados como cualquier mujer coreana, pero sus ojitos felinos y resplandecientes me hacían saltar de felicidad interna cada vez que me miraba.
Y yo creía que era imposible, pero con cada acción tan minúscula que me hiciera, como un abrazo, un besito, o un simple “te quiero”, me enamoraba más de ella.
Yo estaba seguro que ella era la chica con la que todos sueñan casarse alguna vez. Con su espléndida carita llena de alegría, su cuerpo que, quizá no era el más curvilíneo ni proporcionado, pero bastaba con llenar el vacío en nuestras pocas noches donde de una simple caricia a su mejilla, terminábamos en mi cama, sonriéndonos y queriéndonos más. Porque yo la amaba, yo la necesitaba para ser feliz, con ella me sentía lleno, contento, alegre y el ser más dichoso de este planeta, o al menos de Corea…
~**~
-appa, tengo hambre…- escuche su voz y sonreí. Los recuerdos de su madre habían sido interrumpidos por ese pequeño quisquilloso.
-ya voy Kibummie…- le acaricie los cabellos rubios y me dirigí a la cocina. Abrí la alacena encontrándome que no había nada de despensa. Era un mal appa. –Kibummie, ¿y si hoy appa te lleva a comer afuera? – el pequeño inflo sus mejillas tan rojas de una manera curiosa e hizo un pucherito con sus labios. Uno que bese.
-appa me ha estado llevando a comer afuera casi todos los días. Kibummie no quiere que le duela la pancita~ - se la sobo imitando un dolor de barriga. No pude resistirme y le bese las mejillas.
-los niños de tu edad morirían por tener un appa que los lleve a comer afuera. – le susurre cerca de sus labios. El por instinto acorto toda distancia y junto su acorazonada boquita con la
mía.
-espera a que cumpla los trece años, y seré una gran esposa para appa, que le cocine y lo llene de besos.
- y yo esperare amor…- sonreí tiernamente y me dirigí a su habitación tomando su chaqueta azul. Cogí algo de dinero y lo subí al auto junto con su conejito de peluche.
Kibum tenía 12 años, prácticamente un casi adolescente, pero que prefería comportarse como uno de 9. Un tierno niño que me sacaba canas verdes cuando se ponía de berrinchudo, pero que me regalaba todo su amor cada vez que le recordaba cuanto lo amaba.
Porque yo lo amo.
Muy a pesar de que es un niño y yo un adulto de 23 años, eso no repercute en mi consciencia. Lo haría si Kibum fuese mi hijo, pero no. Y muchos dirían que soy un enfermo y que mi amor hacia ese inocente ángel lo estoy confundiendo con mi perversión y pedofilia, pero no. En serio lo amo.
Jamás me he atrevido a tocar su cuerpo si él no quiere. Antes de besarlo, siempre me aseguro que él lo espere, y si lo abrazo en público, muchos pensaran que es amor paternal. Que se parece a su madre, y que por eso lo hago.
En parte tienen razón. Lo abrazo y lo beso porque es la viva imagen de Gwiboon, en versión masculina. Pero yo no lo veo como a mi hijo, si no como una persona que me cautiva cada vez que me susurra lo mucho que me quiere, que me sorprende cuando aprende una nueva rutina de baile, que me divierte cuando se pelea con su conejo.
Todo Kibum es perfecto.
-vayamos entonces a un restaurant bueno, no el de esas hamburguesas llenas de grasa… - le apreté esas regordetas mejillas y él sonrió.
-aprendes mucho en la escuela sobre la alimentación. – desvió su mirada de la ventana hacia mi.
-allí no enseñan ni Mier…
-Kibum…- lo reprendí, pues a pesar de tener una mente muy madura cuando quisiera, no le daba derecho de tener una boca suelta, como la mía… - debo de dejar de insultar cuando tú estés presente, solo te estoy maleducando.
-nada…- Finalizo como un buen niño que entiende una indicación. Me acerque hasta su mejilla y la bese. – abuu~ -se puso de rodillas sobre el asiento y ya sabía que seguía luego de eso…- Kibummie se portó bien, al menos uno en su boquita ¿no? – paro sus labios rojizos en espera de ese beso. El semáforo indico rojo y yo me solté el cinturón para acariciar su mejilla y darle ese contacto tan íntimo que esperaba. Sus pequeños labios no eran nada junto a los míos, pues era más grande que él. Pero aun así, hacia un esfuerzo por mantener el ritmo del beso, succionando mis labios y acariciándolos con los suyos tan suaves y bonitos. Paso ambas manitas por mi cuello, atrayéndome más a él. Y yo gustoso, seguía manteniendo ese contacto tan cautivante, adentrando mi lengua en su cavidad húmeda.
Gracias a que le había enseñado a respirar entre el beso, el contacto nos duraba aúnmás.
Pero el pitazo del coche de algún señor encabronado nos hizo separarnos, cortando el hilillo de saliva, quedándose en su boquita un poco hinchada. Sonreí y me dispuse a seguir manejando.
-para allí – me indico con su dedito.
-pero allá es caro, appa no trajo mucho dinero… - trate de hacerlo entrar en razón. Pero inmediatamente puso ambos brazos sobre su pecho, cruzándolos. Ya sabía que era lo que iba a continuación. Uno de sus berrinches.
-appa es un importante compositor, cuando lo reconozcan, lo dejaran comer gratis – sonreí por la esperanza que le ponía a sus palabras. Pero poca gente se ponía a investigar sobre los compositores que trabajaban para sus cantantes favoritos. Lo dudaba mucho, pero antes de que pudiera replicar, ya me había resignado a no comer nada esa noche.
-de acuerdo, vayamos…- y allí estaba yo, volviendo a cumplirle uno de sus deseos a mi princesita.
Bajamos del auto pero antes que nada, me adelante, aprovechando que se había distraído con uno de los carteles con dibujos.
-señorita buenas noches…
-buenas noches joven – me saludo cordialmente. - ¿tiene reservación? – negué.
-eso es lo que quería, ver si hay cupo para mi hijo y para mí. – abrió la gran carpeta tardándose solo un momento.
-para su suerte tenemos una mesa libre. – me sonrió.
-muchas gracias. Y un favor más – me acerque a su oído, porque Kibum ya estaba junto a mí - ¿podría fingir que soy famoso? Es que mi hijo piensa que un compositor es alguien así como un cantante. – la chica asintió riendo levemente. – Ah, y mi nombre es Kim Jonghyun- le susurre.
-de acuerdo. Sr. Kim Jonghyun, el restaurant estará complacido en que usted cene aquí. Una celebridad como usted se ve rara vez. Por favor pase, ya le hemos asignado la mesa. Esperamos que sea un agrado su servicio y vuelva pronto. –nos abrió la puerta y un mesero nos dirigió hacia una pequeña mesa en el balcón del patio.
-te dije que la gente sabe que eres famoso. – sonrió como quien tiene razón.
La cena paso tranquila, ambos reíamos y me contaba cómo le había ido en la escuela. Que dos amiguitas suyas le habían declarado que les gustaba. Yo asentía con una sonrisa a todo lo que él me contaba.
-pero ¿sabes? Creo que le hare caso a Yong Joo, ella es bonita…-me atragante ante sus palabras con el café que había ordenado.
-¿Qué? ¿Por qué? – sentía como mi corazón se iba encogiendo de a poco. Pensé que ya se había hartado de mis tratos, que su amor por mí solo era una etapa más del crecimiento…
-porque ya que appa se quiere casar con la mesera, yo igual seré esposo de Yong Joo – sus palabras estaban cargadas con un aire de tristeza. En seguida me levante, le acaricie la mejilla y quite la lágrima que amenazaba con salir. Lo sostuve entre mis brazos, tratando de pegarlo a mi cuerpo.
-¿Qué te hace pensar que quiero algo con la mesera, tonto? – le susurre mientras acariciaba sus rubios cabellos. Lo bueno de que a veces estuviéramos en público, es que todos pensarían que un padre trataba de consolar a su hijo.
-porque vi cómo le decías cosas y ella sonreía… - lo despegue de mi cuerpo y más lagrimas amenazaban con caer desde sus ojitos felinos y cafés.
-no bebe, te equivocas, yo solo le pedí la mesa, es todo. – Me acerque dándole un pequeño beso en la frente para calmarlo – al único que quiero como esposa es a ti.
-¿en serio? – sus ojitos brillaron con la misma intensidad que me gustaba observar. Asentí y sentí como se colgaba de mi cuello muy alegre. – yo igual, solo quiero ser de appa, Yong Joo es bonita, pero yo solo quiero a appa… te amo… - esas palabras saliendo de su boca me hacían feliz.
¿Qué sabia un niño de amor?
Al parecer, Kibum sabía mucho…
La cena prosiguió cargada de palabras graciosas y sus increíbles anécdotas con sus amigos. Yo solo observaba y asentía a lo que me contaba, le daba la razón aun cuando la maestra le planteara que todos los planetas giraban alrededor del Sol, y que el negaba pues incluso el Sol giraba alrededor del planeta solo porque Kibum vivía en él.
Así me sentía, Kibum era mi Sol y yo era un frio y casi acabado planeta, que se maravillaba con sus aventuras, que le apretaba las mejillas y le daba leves besos en la frente. Que no buscaba la forma de hacerlo entender cuando se ponía de caprichoso y malcriado, cada vez que su voz se escuchaba altanera y rezongona, como si el tuviese la razón siempre…
Al igual que Gwiboon.
Una sonrisa sincera se formó en mis labios al recordarla y él lo atribuyo a la felicidad que sentía el tenerlo a mi lado.
Pague la cuenta de todo, incluso del pay de Mango que ordeno adicionalmente a lo que había consumido. Mi café no era tanto, pero gracias a la actitud malcriada de mi princesa, termine sin comer. Ya buscaría un autoservicio y compraría una sopa instantánea.
Llegamos a la casa y le quite su chaqueta. El corrió directo al baño a lavarse los dientes, pues ya era tarde y mañana tenia colegio.
Entre a mi pieza y me coloque el pijama.
-appa… - entro con su voz hecha un susurro y sus mejillas sonrojadas. Con ambas manitas sostenía su pijama rosada. Yo lo mire, invitándolo a que prosiguiera. – Pónmela…- finalizo con un rubor un poco más fuerte que el anterior.
-como ordene mi bebe – sonreí y le indique que se situara enfrente mío.
Su cuerpo estaba temblando y su piel tan suave y blanca se encontraba levemente caliente. Le desprendí su camisa de cuadros y me tome un par de minutos para observar su níveo y plano pecho. Pase mis manos acariciando su fina piel, acariciando cada tanto con mis dedos, hasta llegar a su cuello. Le coloque la blusa rosada y le di un beso en la punta de su respingada nariz. Su hipido de nerviosismo no tardó mucho en aparecer. Se cubría la boca tratando nulamente de parar esos soniditos que a mis oídos se daban muy graciosos. Con la punta de mis dedos, le deslice sus shorts azules con estrellas, quitándoselos por completo, dejándolo solo con su ropa interior blanca. Otra sonrisa se formó en mis labios. Me agache para ponerle los pantalones holgados y con estampado de lunares. Me detuve tan solo un instante, mirando ambas piernitas y le dio un pequeño beso a cada muslo, probando la suavidad de su cuerpo, como si fuera el más fino algodón, con olor a embriagante primavera, aun estando en pleno invierno. Le subí los pantalones y finalice la acción con un pequeño beso en sus labios con forma de corazón.
-Kibummie quiere demasiado a appa…-susurro mientras acariciaba mi cabeza enterrada en el hueco de su cuello. Yo reí enternecido y bese su lindo lunar detrás de su oreja. El hizo lo mismo con el mío que estaba en el inicio de mi pecho. – me gusta mucho tu lunar, es como un pequeño botón – sonrió divertido y se separó de mi para picar mi lunar repetidas veces.
-deja a mi pobre lunar Kibum, ven – me senté en la gran cama y abrí las sabanas indicándole que se costara a mi lado – hay que dormir ya. – con su boca hizo un pucherito alegando que no tenía sueño. Entonces lo tome de sus pequeñas caderas y lo situé a mi lado, abrazándolo y dejando su cabeza recostada en mi pecho.
-así parezco la esposa de appa – susurro entre mis brazos, acariciándolo. Sonreí y le bese la coronilla.
-¿y no lo eres? – pregunte, siguiéndole el juego. El enterró su cabeza en mi cuello y yo me deleite aspirando su dulce aroma.
-pues no me lo has pedido… - inflo sus cachetes y dejo salir el airecito, haciéndome cosquillas.
-creí que todas esas veces que me lo decías, había quedado mas que claro. ¿Entonces no soy tu esposo? – dije con mi voz fingida de decepción.
-no. No appa, si lo eres, Kibummie te ama mucho y por eso que eres un buen esposo, que me consciente, que me quiere y que me…me besa…-finalizo bajando su mirada en señal de vergüenza.
-cierto, soy un buen esposo, que ama con locura a su Kibummie
-¿en serio? – pregunto apoyando más su cabeza en mi pecho.
-si
-¿incluso más que esa mesera y todas las chicas con grandes pechos que trabajan con appa? – reí divertido ante sus ocurrencias.
-sí, aunque tu estés planito, así te quiero más que a todas.
-ya veras, cuando crezca, tendré un bonito cuerpo, con grandes caderas y enormes pechos. Mi trasero será tan grande que te dará ganas de manosearme todo el día… - me acomode más a su lado y sonreí, imaginándome como seria Kibum de mujer…
Claro, sería igual que Gwiboon, pero con el cabello rubio.
-de acuerdo, ahora descansa. Buenas noches… - apague la luz de la lámpara y le escuche susurrar un quedo “te quiero”.
Gwiboon, es obvio que aún me duele el que me hayas dejado, incluso con un hijo que no es mío, ¿pero sabes? Lejos de perjudicarme y atormentarme con él por su increíble parecido a ti, en serio te lo agradezco, porque, él no es tu, pero lo amo con locura…incluso, más que a ti…