"Estar a tu lado, es la mejor manera de vivir. cumpliré tus caprichos, te diré lo mucho que te amo"
Cap. 2
-Jonghyun ah… - me quite los audífonos para escuchar que necesitaba Jin Ki.
-¿Qué pasa hyung? –me hizo una señal con las manos, indicándome que lo siguiera. Tenía una sonrisa peculiar en la cara, claro él siempre sonreía, pero esta estaba más cargada de felicidad diría yo. Baje las escaleras hasta llegar a la sala principal.
Allí fue cuando la vi, tan deslumbrante, tan hermosa y frágil. Cruzamos miradas y note un leve sonrojo en sus mejillas alzadas.
-Jonghyun, te quiero presentar a Gwiboon, una amiga que se quedara durante un tiempo en la casa. Ha tenido algunos problemas en casa y me ofrecí a ayudarla. Se amable con ella y ayúdale en todo lo que puedas – ella se acercó a mí, y pensé que mi corazón se iba a detener. Alzo su mano en señal de saludo.
-mucho gusto conocerte Jonghyun ah, mi nombre es Park Gwiboon, tengo 26 años. Espero poder llevarnos bien – quede embelesado por sus palabras, pero luego, su edad recorrió mi mente. “26 años”.
-lo mismo digo, soy Kim Jonghyun y tengo 17 – por su expresión, quizá no se esperaba esa respuesta…volteó a ver a Jin Ki y yo hice una reverencia alegando que tenía que terminar mi proyecto del colegio.
~**~
-appa~ - sentí como una personita se subía a mi cama. Deje la computadora portátil a un lado y lo estreche entre mis brazos. Él se removió entre estos y me saco los audífonos para acomodarse mejor entre mi pecho. Pero antes de acostarse, con algo de pena, rozo sus labios con los míos, sacándome una tierna sonrisa.
-¿Qué pasa cosita hermosa? – le acaricie sus rubios cabellos y deposite varios besos en sus manitas que se encontraban en mis mejillas.
-quiero comer helado… - me respondió haciendo de sus pequeños labios un puchero. Sonreí y me recargue en el respaldo de la cama, con el encima de mí.
-¿es de vida o muerte? Porque tengo que terminar un proyecto. – le conteste, esperando su reacción. Y la verdad es que, el dedicarle mi semana a Kibum sin sentarme a escribir una canción no había sido una buena idea, pues solo me quedaban 2 días del tiempo límite para entregar mi trabajo, y si no lo hacía, no comeríamos durante un mes.
Bueno quizá estaba siendo dramático, pues aún me quedaba dinero, pero no quería tener problemas con la compañía, y mucho menos con los agentes del cantante.
-appa~ por favor por mi… - me susurro. Mierda, sabía que ante sus pequeños susurros con pucheritos me era difícil negarle las cosas. Se sentó en mi vientre mientras posaba ambas manos en mi pecho. Comenzó a moverse en un vaivén que me estaba volviendo loco.
Él no sabía que significaba esa posición, solo lo veía como una manera de convencerme. Pero, en serio funcionaba. Si hubiera estado más pequeño, solo lo hubiera visto como un simple acto de ternura, pero ahora, él ya estaba más grande, más bonito, más sensible…
Sus movimientos aceleraban de poco en poco, hasta hacerme sentir su pequeño y redondo trasero junto a mi miembro.
Joder Kibum, si sigues así, tendré una prominente erección matutina…
Lo tome de las caderas y con el poquito autocontrol que me quedaba, lo baje, poniéndolo a mi lado.
Nunca en mi vida, había pensado en hacer a Kibum mío. Simple, porque él era la caracterización de todo lo perfecto en ese mundo de dolor y amargura. Era muy puro para que mis deseos más bajos lo poseyeran, para que mis manos toscas y manchadas lo tocaran, para que me adentrara en su interior.
Y no está en mis planes de ahora ni en 4 años… el aún es muy pequeño.
Pero, ¡me estaba matando! La tela poco a poco comenzaba a estrujar mi miembro, yo trataba de controlarme porque mi bebe no me había visto en ese estado. Y no quería que pensara que su appa era un maldito caliente y pervertido
Le bese sus mejillas y asentí. Pero primero tenía que arreglar unos asuntos allí abajo. Le indique que corriera a cambiarse de ropa y cuando dejo mi cuarto, me metí al baño por un poco de agua fría.
~**~
-ah, ¿así que piensan casarse? – pregunte un poco atónito, no cabiendo de la impresión el ver a ambos agarrados de la mano, sonriendo como idiotas por los anillos que compartían
-si Jonghyun, y como tú vives con nosotros, y te conozco de toda la vida, quería pedirte que seas mi padrino de bodas. – asentí tratando de asimilar todo. Si Gwiboon se casaba con mi hyung ¿qué me quedaba a mí? De nada me servían esas escapadas a mi cuarto cada vez que Jin Ki no llegaba del trabajo. Cuando la apretaba entre mis brazos, a pesar de que ella fuera mayor, tratando de no emplear mucha fuerza por temor a que su fragilidad se quebrantara entre mis brazos. Cuando la besaba con ternura en las mejillas tan rojas y redondas que poseía, cuando la tomaba de la mano cuando salíamos. Cuando le decía te quiero cada vez que nadie nos escuchaba.
Dime Gwiboon, ¿había sido solo un juego todo este tiempo? No, espera, ya no puedes contestarme.
~**~
Lo tome de la mano mientras cruzábamos la calle para llegar al centro comercial en busca de su helado favorito.
-appa, en serio en serio quiero un helado de mango, ¿crees que aun quede? - me pregunto saltando de un lado a otro, sacándome una sonrisa con cada saltito.
-quizá ni se haya vendido aun Kibum, estamos en invierno, las personas en lo que menos piensan es en comer helado – dejó los saltos y me miro directo a los ojos.
-¿Por qué si es tan rico? – me incliné hasta llegar a su altura.
-porque las personas prefieren algo que les caliente el corazón, como chocolate caliente, o abrazar a la persona que aman. – me miró expectante y lo siguiente que sentí fueron sus brazos rodeando mi cuello. Abrazándome con un poco de fuerza.
-¿ya lo sientes? – preguntó haciéndome cosquillas en el cuello al hablar. Lo alcé de modo que sus piernitas rodearon mi cintura. Se aferró más a mi cuello y volvió a preguntarme lo mismo.
-¿Qué cosa Kibum? – me hice al desentendido, ganándome un pequeño jalón de cabello.
-la sensación de calidez al abrazar a la persona que amas. – sonreí como bobo. Había acertado y lo estrujé un poco más. Sentí como se removía y como las demás personas nos observaban, preguntándose si quizá el niño habría querido un abrazo de su appa, para ganar algo.
Pero no, Kibum me abrazaba para transmitirme todo el amor que sentía en su pequeño y puro corazoncito.
-si lo siento bebe, ahora mi corazón se siente feliz. Gracias – lo bajé y le besé la mejilla.
-bien, ahora en recompensa, mejor compremos una tarta de manzana. – Le pellizque la mejilla mientras me reía – es en serio appa, ahora quiero una tarta.
-¿y que pasó con tu helado de mango?
-o sea, primero me dices que las cosas calientes son mejores y ahora me quieres comprar un helado que está bien frio. ¿Acaso quieres matarme de un resfriado? – posó ambas manos a los costados de su cintura, dejando caer su peso en su pierna derecha. Parecía todo un caprichudo, pero todo era mi culpa, por consentirlo demasiado. Negué y le bese la mejilla de nuevo.
-de acuerdo, vayamos a esa cafetería – me apunto con el dedo un local rustico, adornado con varias flores de noche buena e imágenes de Santa Claus.
Entramos y un delicioso aroma a granos de café tostados invadió mis fosas nasales, embriagándome con el singular olor. Me dedique a admirar los colores grisáceos y cafés en los muebles, como las personas conversaban animadamente, sin haberse percatado que el mundo aún seguía su curso.
Muchos tenían grandes tazas de café en las manos, saboreando quizá un chocolate caliente con galletas. De inmediato me invadieron las ganas de correr a mi casa y pedirle a mi madre que me hiciera galletas caseras.
Pero, desgraciadamente ya no podía hacer eso. Ella no estaba más conmigo.
Sentí como Kibum me tomaba de la mano y me dirigía hacia el mostrador. Su cara mostraba indecisión. Ya lo sabía, esto iba a tomar varios minutos.
Ocupe una mesa pequeña, suficiente para ambos y me dedique a esperar el pedido de mi pequeño ángel.
-es que… quiero chocolate caliente, pero si pido de leche me empalagare, si lo pido normal, me hará falta algo más dulce y si pido galletas con este, quedare gordo y diabético. Aunque puedo pedir café con leche y galletas, pero sería lo mismo pues las galletas son de chocolate, y si las pido de vainilla solo lo dejara más dulzón…appa ¿Qué hago? – me miro tratando de descifrar en mi cara, lo que él quería pedir. Pero por alguna razón, no le había escuchado todas sus quejas.
~“salgamos un momento, te consolare en mis brazos, te diré que no hay nadie más perfecto que tú. Dame una oportunidad, cumpliré todos tus caprichos, a cambio pido una sonrisa cargada de amor. Solo necesito que me quieras con la misma intensidad que yo. Te necesito a mi lado, pues eres el ser más perfecto que mis ojos hayan visto. Quiero tenerte junto a mí, acariciar tus lindas mejillas y poder susurrarte al oído lo mucho que te amo. He esperado mucho por esto, quiero convertirme en el mejor hombre que pueda merecerte y sostener tu lastimado corazón para protegerlo…” ~
¡Eso era!
Me levante esbozando una sonrisa, sin importar que todos se quedaran viéndome. Atraje hacia mí el menudo cuerpo de Kibum y lo apreté contra mi pecho.
Los días pensando qué clase de canción tendría que escribir, donde me calentaba la cabeza tratando de buscar una pizca de inspiración se habían marchado, y todo gracias al pequeño que sostenía con alegría en mi pecho.
Rápidamente pedí una hoja de papel y una pluma. Tenía que aprovechar la inspiración en mi cabeza y terminar la canción que necesitaba entregar dentro de un día.
~“decirte todos los días que te amo, que eres perfecto. Necesito besar tus lindos labios una vez más y convencerme que esto no es un sueño, que en verdad estarás a mi lado”~
Salí corriendo de la cafetería con una canasta de galletas de vainilla y de chispas. Mientras Kibum sonreía.
Lo lleve a todas las tiendas posibles, comprándole todo lo que el viera, peleándome con la encargada para que solo le vendiera tal camiseta o ese pantalón rosado a él, sosteniéndole que Kibum solo podía usar prendas únicas, porque así era el para mí. Único.
Llenando el auto de cajas, bolsas y contenedores. Gastando los pocos wons que me quedaban para un mes. Cubriendo su cuarto de juguetes y reemplazando su armario y sus cajones de ropa nueva, cambiando los viejos peluches a excepción de ese conejo en su cama. Abrazándolo y tirándome con en la mía, comiéndome su boquita, y el tratando de seguir el ritmo de ese inesperado beso.
Porque solo necesita una excusa, solo una para consentir a mi princesa, con la excusa de mi gran humor, por haber terminado mi canción a tiempo. Lo tome entre mis brazos y bese sus mejillas, su cuello, sus labios y su frente, susurrándole lo mucho que lo amaba.
Porque gracias a que lo tenía en mi vida, la inspiración no se iba de mi cuerpo. Quería escribirle miles de canciones cargadas de todo el sentimiento que tengo para él, describiendo lo feliz que me sentía cuando me besaba, o cuando mi corazón latía como loco al decirme que me amaba. O lo divertido que se veía al estar enfadado.
Todo él era perfecto.
~**~
-Jonghyun ah, entiende, no es que quiera casarme con él. Es necesario. – me miro con sus ojitos suplicantes, beso mi mejilla y me pidió un abrazo, lo cual no le negué simplemente porque se trataba de ella.
-¿Por qué con él y no conmigo? Gwiboon, sabes cuánto te quiero, yo te haría feliz – le confesé tratando de no derramar lágrimas en su fino hombro.
-lo se Jjong, es solo que, aun eres un niño. Y yo que soy más grande, tengo una responsabilidad que cargar, y él me prometió hacerse cargo. Quizá hace unos años, yo lo veía como algo sin importancia, pero luego comprendí, que necesita una figura paterna, necesito a alguien que se haga cargo de el, yo… no puedo sola – le bese la coronilla y la pegue más a mi pecho, tratando de que escuchara como mi corazón se iba partiendo más en pedazos.
-pero, yo podría ayudarte con eso… - ella me callo con un beso.
-no Jjong, ni siquiera quiero que él lo haga, ni yo quiero hacerlo, solo único que quiero hacer es viajar y divertirme. Quizá no soy tan joven, pero aún me conservo. Quiero conocer lugares, sentirme viva y no estar atada en una casa, con un hombre que no amo y con una responsabilidad jugando con lodo en el patio trasero. Cocinando, atendiéndolo, jugando con el. Yo no estoy lista, simplemente no he podido hacerlo bien.
-no le digas así, es un pedacito tuyo. – le calle con mis dedos en sus bonitos labios. Ella los aparto y me miro triste. Mi mente me decía que esas palabras no salieran de mi boca, pero mi corazón en ese entonces solo quería verla feliz, disfrutando de su vida como ella quería. –hagamos esto, no te cases con el – iba a replicar pero seguí hablando – no lo hagas, y vete a viajar, a disfrutar como quieres. Cuando sientas que ya te quieres ir, déjamelo a mí. Yo me hare cargo. Lo cuidare como si fuera mío. Lo amare de eso puedes estar segura. Solo no te cases. Prefiero mil veces a que me lo dejes que verte infeliz con un hombre bueno al que tu no amas.
Me miro desconcentrada, tratando de averiguar si lo que había dicho era una farsa. Le tome de las manos y negué con toda confianza indicándole que en serio lo iba a hacer.
Tal vez en ese entonces yo era un inmaduro chico de 18 años, pero en serio quería que confiara en mí. Pensando que no sería complicado tratar con algo parecido.
-toma, dale esto. Originalmente era para ti, pero quiero que comience a tener algo mío. – le extendí un peluche de conejo, totalmente nuevo, con un pequeño lazo rosado. Ella sonrió y me beso la mejilla.
-eres un gran muchacho Jonghyun, en serio me gustaría estar enamorada de ti – porque si, ya lo sabía. Desde la primera vez que le confesé que la quería, ella me había dejado en claro que lo nuestro jamás pasaría de cierta atracción. Pero aun así seguía buscándola, enamorándome más de ella.
Un día cualquiera, Jin Ki llego con una carta y el alma destrozada. Me explico que Gwiboon no se iba a casar con él porque no lo amaba. Que se dedicaría a viajar, y que el asunto que los llevó a comprometerse ya lo había resuelto.
Sonreí para mis adentros, agradeciendo que confiara en mí.
Tres meses después, me mude a un departamento con el primer sueldo de la primera canción que vendí. ¿A quién iba dirigida? Exacto, a ella…
Pasado un mes, alguien toco a mi puerta, corrí a abrir y allí estaba ella, con el cabello más castaño y su cara maquillada, dejándola más hermosa.
-espero que no te arrepientas Jjong. Ya lo he registrado con tu apellido. – me extendió a un pequeño niño que no pasaba de los 4 años. Dormía y tenía la cara de un angelito. La cara como ella. Deposito una maleta que supuse eran sus cosas.
Se colocó los lentes negros y se despidió con un simple “adiós”.
Sonreí y lo mire. Lo deposite en mi sillón y me dedique a observarlo.
Luego de una hora, el pequeño se levantó y me miro.
-¿tú eres mi nuevo appa? – pregunto con su linda voz.