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BLIND SOUL por Butterflyblue

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Notas del fanfic:

LOS PERSONAJES DE SEKAIICHI HATSUKOI NO ME PERTENECEN SON DE SU MUY INGENIOSA AUTORA Y YO SOLOS LOS TOMARE PRESTADOS PARA MI HISTORIA.

Holaaaa jejejeje se me ocurrio una idea y me vino a la mente con esta pareja, asi que me estreno fuera de Junjou Romantica... jejejeje espero que les guste.

Notas del capitulo:

Hola pues les dejo el primer capitulo espero que les  guste

 

El día que lo perdió, todo a su alrededor presagiaba una tormenta. De los azules intensos solo quedaban pequeños retazos. Un gris acerado y desolador cubría casi por completo el cielo. De vez en cuando un ruido sordo se escuchaba en la lejanía, y entonces el cielo se iluminaba con un espectáculo de luces tan maravilloso como atemorizante. La tormenta se acercaba, pero ellos no fueron capaces de ver u oír, pues en el interior de aquel departamento una tempestad se había desatado hace mucho rato.

 

—¡¿Por qué?... explícame porque no te entiendo… Después de tanto tiempo te lo encuentras y olvidas todo lo que te hizo y para colmo me lo ocultas!

 

Los gritos se hubiesen escuchado en todo el edificio, de no ser porque los persistentes truenos los opacaban. No eran celos, ni decepción por la mentira. Era miedo, el más profundo temor que había tenido latente en su corazón se había hecho realidad frente a sus ojos. Y lo había descubierto casi por una casualidad del destino.

 

Aquella tarde salía de su trabajo en el bufete y se había parado en una pastelería para llevarle un delicioso postre a su amante, cuando animado escogía el que más le pudiera gustar, lo vio. Estaba parado en una esquina y a su lado, él. Sintió el alma escapar de su cuerpo, sus manos temblorosas dejaron de sostener la bolsa con las compras que llevaba. Por un momento todo perdió sentido para él, al ver en el rostro de su novio una hermosa sonrisa que jamás había sido tan intensa para él.

Suspendido en el tiempo, olvido todo a su alrededor, como si en ese instante solo existieran él y los dos que se hablaban como si jamás hubiesen dejado de verse, como si fueran amigos de muchos años, como si fueran algo más. Esa tarde ya en su hogar al cual casi había corrido al sentir que ya no podría presenciar aquella dolorosa escena, pensó una y otra vez en confrontarlo, en preguntarle ¿desde cuándo lo veía?.

 

Cuando él llego su primer  impulso había sido echarse a llorar, pero el orgullo era aún más fuerte que su dolor.

 

— Tardaste… ¿Mucho trabajo en la oficina?

 

Le preguntó con toda la naturalidad de la que fue capaz. Él ni siquiera lo miro, coloco su maletín en la mesa como siempre lo hacía y por lo que siempre reñían y contesto un escueto. —Sí.

 

Le había mentido y eso le estaba doliendo como no le había dolido nada jamás. Así que con su orgullo herido y su corazón destrozado,  decidió no postergar lo inevitable.

 

— ¿Y cómo esta Onodera?

 

Siguió cortando con pasmosa serenidad la verdura para la cena, pero su mirada estaba fija en quien ahora le daba la espalda con los hombros tensos y los puños cerrados.

 

— ¿Así que ahora me sigues?

 

—No… pero creo que tú tampoco has hecho un gran trabajo ocultándote… ¿Ahora me puedes decir desde cuando volviste a reunirte con él? y mientras estas en eso también me gustaría saber ¿Por qué no me lo habías contado?

 

Había sido rápido en responder a la acusación que solo buscaba distraerlo de su objetivo original y así había dejado sin argumentos a su amante, que ahora se encontraba mirando con fingida tranquilidad por la ventana del apartamento.

 

—¿Y bien?

 

El cuchillo hizo un ruido seco al caer en el mesón, su paciencia estaba llegando al punto de no retorno.

 

—Masamune estoy hablando contigo.

 

—Y te escuche Yokosawa. —Takano se dio la vuelta suspirando con cansancio —. Si no te dije nada fue porque sabía que tomarías esa actitud.

 

—¡¿Esta actitud?!— Gritó perdiendo la paciencia—. Me mentiste… ¿Qué actitud quieres que tenga?

 

Yokosawa respiro profundo tratando de controlar su genio. —¿Desde cuándo? —Eso era algo que deseaba saber, pero muy en el fondo temía la respuesta.

 

Takano se sentó en el mueble, luego de unos segundos lo miro con un dejo de tristeza, pero en aquella mirada también había mucha culpa. —Unos meses… la verdad fue una casualidad que nos encontráramos de nuevo, su padre contacto a la oficina para pedir unos planos para la construcción de un edificio y yo soy el arquitecto encargado del proyecto, el día que se dio la reunión se presentó en representación de su padre y pues…

 

“Unos meses” ¿Cuantas cosas pudieron haber pasado en esos meses?, ¿Cómo había podido mentirle cada día?,¿Cuántas veces se habrían visto?. Yokosawa poso la mano en su pecho,  una angustia abrasadora le impedía respirar. Su corazón estaba latiendo frenéticamente, nada tenía sentido y el nudo en su garganta le estaba causando un dolor que apenas podía contener.

 

Cuando pudo encontrar su voz, hizo un gran esfuerzo para tragarse las lágrimas, pues aunque se estuviese muriendo por dentro, no le iba a dar a Takano el lamentable espectáculo de verlo llorar y suplicar.

 

—Bien… supongo que así debía ser al final.

 

Takano lo miró con confusión y le vio caminar con rapidez a la habitación que desde ya hacía cinco años compartían. Yokozawa azoto con fuerza la puerta, estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no derrumbarse, y se le estaba haciendo cuesta arriba el contener las lágrimas de tristeza que estaban ahogando su alma. Cogió un maletín colocándolo en la cama y abrió el closet de par en par.

 

El aroma del perfume de su amante impregnaba el armario, cada prenda, perfectamente alineada en sus ganchos o doblada en los estantes, todo gritaba lo feliz que había sido alguna vez. Lo feliz que había sido hasta ese día, tomo su ropa tirándola en el maletín. No tenía tiempo de arreglar nada solo quería marcharse de allí antes de que Takano le dijera que todo había terminado.

 

Escuchó la puerta abrirse y apresuró sus movimientos, descartó muchas cosas por el bien de salir lo más rápido que pudiera de allí. Metía un par de zapatos en el maletín cuando sintió el cálido aliento en su cuello. La mano de Takano sostenía la suya que aun llevaba los zapatos, el cuerpo de su amante se presionó contra su espalda. Cerró los ojos cuando unas traicioneras lágrimas escaparon sin permiso al escuchar las suaves palabras que Takabno profirió.

 

—Lamento no haberte dicho nada… no lo hice para herirte, solo no quería discutir contigo por eso. Por favor no te vayas, nada ha cambiado entre nosotros y nada cambiara.

 

Aquella noche después de palabras de disculpa y besos de reconciliación y luego de recoger y ordenar de nuevo sus cosas se durmieron como cada día, Aunque fue solo Takano el que durmió con serenidad, pues Yokozawa no dejaba de pensar que aquellas palabras “Nada cambiara” estaban muy lejos de ser ciertas. No con quien había sido el amor de la vida de Takano rondando de nuevo a su alrededor.

 

Y aquella mañana sombría, después de un mes de esa discusión sus temores se volvieron reales.

 

—Me dijiste que nada cambiaria Takano, pero todo ha cambiado ya no eres el mismo…Ni siquiera…ni siquiera has sido capaz de decirle que estas en una relación.

 

—No veo porque tengo que revelarle a Ritsu cosas concernientes a mi vida privada. —La sola mención del nombre de su rival de manera tan íntima caldeó aún más los ánimos.

 

—¡¿Ritsu?!...¿es enserio?... ahora lo llamas Ritsu y no Onodera, ¿desde cuándo son tan cercanos?... ¿Que más me estas ocultado maldita sea?

Takano tapo sus ojos con la mano, se estaba quedando sin argumentos y aquella discusión se estaba saliendo de proporción.

 

—Takafumi estas exagerando todo esto… ¡es solo un nombre por todos los cielos!.

 

—¡Si es un nombre, su nombre!— Grito Yokozawa y luego con ira señalo el bolsillo de Takano—. Si estoy sobreactuando como dices… ¿dime porque llevas la tarjeta de presentación que te dio en el bolsillo de tu camisa?... Y no me digas que solo se quedó allí Masamune, la has llevado en todas las camisas que te has puesto este maldito mes…¿Acaso no logras aprenderte su número de teléfono?

 

Bien eso si había sido una sorpresa para Takano jamás pensó que Yokozawa hubiese notado ese detalle, pues tal como su amante le había gritado en la cara,  no lograba aprenderse el celular de Ritsu y por eso llevaba con él la tarjeta.

 

Takano se quedó en silencio y ya Yokozawa estaba harto de los silencios de su amante cuando se trataba de aquel tema. — ¡Di algo maldita sea!...por lo menos asume que has estado viéndote con él… ¡Ya deja de mentirme!.

 

—¡Si me he estado viendo con el!…—Grito Takano ya sobrepasado por la molesta discusión que se había repetido mucho aquel largo mes. Yokozawa no cambio en ningún momento la fría expresión de su rostro, quizás aquellas palabras las había esperado tanto que ya  no le sorprendían. Luego de unos segundos en los que se miraron sin saber que decir, aunque ambos tenían mucho que decirse, Yokozawa finalmente le pregunto.

 

—¿Vas a volver con él?

 

La respuesta era sí, pero Takano no podía decir aquella simple palabra sin destrozar a la persona que lo había amado incondicionalmente por tantos años, que le había devuelto un poco de su vida. Juntos había transitado un camino lleno de paz y gratos momentos, quizás para él no había sido el amor perfecto, hermoso y pasional, pero había sido un amor sereno que le había devuelto las ganas de vivir.

 

—¿Es eso verdad?...¿vas a irte?...volverás con Onodera, después de todo olvidaste lo que te hizo y volverás con él. —Yokozawa apenas murmuraba las palabras que estaban consumiendo su alma.

 

—Takafumi yo…

 

—No… no…— Yokozawa se negaba a oír aquellas palabras, se dio la vuelta y corrió hasta una pequeña mesa donde reposaban las llaves de su auto, con la misma velocidad salió del apartamento ajeno a los llamados de Takano.

 

—Perdóname…no era así, así no debía terminar. — susurro Takano al vacío, y en un impulso se decidió a ir tras él. Tomo las llaves de su auto y bajo a toda carrera, el auto de Yokozawa aún se vislumbraba atorado en un semáforo, tomó el suyo y decidió seguirlo.

 

—¿Por qué?...¿Por qué está pasando esto?, ¿Por qué volviste a aparecer Onodera?, ¿Por qué ahora cuando éramos felices?.— Las lágrimas caían a raudales, las manos apretadas en el volante hasta el punto de que perdían el color, y una profunda desesperación en su corazón, un sentimiento de pérdida tan profundo que sentía que moría poco a poco con cada latido de su lastimado corazón.

 

Las imágenes de los momentos felices, acudían a su mente sin compasión, atormentándolo, hundiéndolo mucho más. Perdido como estaba en su dolor, no escucho la frenética corneta de Takano, cuando fijo la vista una nube de humo cubrió el parabrisas cegándolo y para cuando logro frenar ya era tarde, el auto se estrelló contra un enorme camión que a su vez había chocado con otros autos ocasionando un enorme desastre en plena autopista.

 

La lluvia había sido la causante y su auto tras el impacto patino en el humedo pavimento hasta impactar con otro auto y dar varia vueltas en el aire. Suspendido en el aire por el cinturón de seguridad, perdió el conocimiento por unos minutos, hasta que los gritos desesperados de Takano lo despertaron.

 

—¡Despierta… despierta!. —Le gritaba mientras le sacudía ligeramente tratando de no lastimarlo pues todo su rostro estaba cubierto de sangre y parte de su ropa también, el parabrisas había estallado ocasionándole cortes en el rostro y fragmentos de vidrio había entrado en sus ojos cegándolo.

 

—M…Masa…mune.

 

—Si… si aquí estoy… todo va a salir bien ya viene la ayuda Takafumi, resiste… voy a quitarte el cinturón para poder sacarte del auto, dime si te lastimo.

 

—Masamune… no puedo… no puedo ver nada…

 

Takano no quería decir nada, los ojos de Yokozawa estaba cubiertos de sangre al igual que su rostro, él también estaba asustado. —Tranquilo… todo va a salir bien.— Le animó y cuidadosamente desabrocho el cinturón sacándolo del auto. De pronto cuando estaban a escasos metros del vehículo otra enorme conmoción. Gritos, la nube de humo cegando a otros conductores acrecentó la desgracia y nuevos vehículos se sumaron a la tragedia. Takano apenas tuvo tiempo de empujar a Yokozawa a las orillas de  la autopista, cuando el estruendo de una explosión resonó por encima de los gritos y del terror.

 

—¡Masamune…Masamuneeeee!

 

Pero el jamás escucho sus gritos.

 

Agitado y sudoroso despertó esa madrugada, aquella pesadilla lo perseguía cada noche, cada día. Tres largos años y aún se sentía como si hubiese sido ayer.

—Uno…dos…tres…cuatro…cinco…seis. — el baño —Uno…dos…tres—. El gabinete sobre el lavamanos, sus manos temblorosas buscaban lo único que podía calmarle, aquellas pastillas que adormecían su temor, que callaban su dolor, que lo llevaban lejos a un lugar seguro donde Takano aún le sonreía cada mañana. Las trago con violencia tragando en el proceso sus propias lágrimas.

 

Volvió a su cama tras hacer la misma cuenta y cuando el amanecer despuntara y el sueño artificial de sus pastillas salvadoras se terminara, una cuenta nueva iniciaría. Treinta y cinco pasó a la cocina, veinte a la sala, quince a la salida y todos esos pasos sumados para regresar a su habitación.

 

Que se podía operar le habían dicho muchas veces, que quizás tendría la oportunidad de volver a ver, le prometieron, pero, ¿Para qué ver?, si el rostro que deseaba mirar ya no estaba en este mundo. El choque había cobrado muchas vidas aquel día, pero fue la posterior explosión y el enorme incendio el que se cobró la vida del que había amado. Los bomberos le habían encontrado deambulando entre los gritos y el calor abrazador, lo llamaba, lo había llamado incontables veces. Siguió llamándolo en su delirio en el hospital y semanas después cuando logro recuperarse de sus heridas, siguió buscándolo aunque todos le dijeron que había muerto, el había sido de los poco afortunados que sobrevivió a la explosión, muchos habían muerto calcinados,  entre ellos el que le había salvado la vida. No hubo un cuerpo que llorar, pues cientos murieron, y era imposible reconocer los cuerpos calcinados algunos reducidos a cenizas y varios hospitales tuvieron que recibir los heridos en aquel terrible desastre.

 

El no había querido aceptar que aquello fuera verdad, pero impedido como estaba no pudo hacer mucho por algún tiempo, hasta que reuniendo toda la fuerza de la que fue capaz, consiguió la forma de salir de la casa suplicando la ayuda de sus padres que solo deseaban que no sufriera más. Así recorrió los hospitales, pero sus esperanzas murieron con él pues nunca lo encontró.

En el trabajo le habían dado una licencia, una prematura jubilación, pero de vez en cuando acudían a él buscando consejo pues sus dotes como abogado eran recordadas como las mejores. Nunca abandono el apartamento que había compartido con su amante. Quizás en cierta forma lo seguía esperando, deseaba que su alma encontrara el camino de regreso a casa.

Por más que sus padres insistieron en llevarlo con ellos, se nego rotundamente, aprendiendo en poco tiempo a valerse por sí solo. Cambio todas sus ropas por prendas negras, así no tendría problemas a la hora de vestirse. Las personas pensaban que era su forma de guardarle un luto eterno a su amor. El penetrante silencio de su departamento solo era roto por su incesante cuenta cada vez que se movía por el lugar. La ropa de Takano permanecía intacta en el closet, y el cuarto estaba como ese dia, nada había sido movido, Yokosawa dormia en la otra habitación y cada sábado entraba a ese cuarto para limpiar como pudiera el polvo y para llorar silenciosamente sentado en la gran cama, envuelto en el olor de su difunto amor.

 

Aquella mañana preparaba su desayuno cuando noto que algo le faltaba. —Maldita sea ¿cómo no recordé que no tenía leche? —Chasqueo los dientes con molestia —. Tendré que ir al mercado

 

Una de las cosas que más detestaba Yokozawa era salir a la calle, el bastón largo y ligero que lo ayudaba a caminar era el objeto más odiado por él, pero, aunque lo detestara era lo único que le servía para valerse por sí mismo en la calle. Contar no le serviría de nada en el camino a la tienda y aunque sabía de memoria los ciento cuarenta pasos que debía caminar para llegar a la esquina donde estaba la pequeña tienda, no podía prever los obstáculos que encontraría y en eso lo ayudaba su fiel bastón.

 

Rezongando camino a su cuarto para cambiarse y ya vestido con su sweater negro y pantalones del mismo color, camino hacia la salida colocándose sus zapatos y agarrando con rabia el delgado bastón.

 

—Buenos días Yokozawa-san.

 

Le saludo su amistosa vecina. —Buenas —Gruño entre dientes.

 

Siempre había sido serio y poco amistoso, pero esos tres largos años lo habían convertido en un ser taciturno y amargado. Encerrado en la tranquilidad de su hogar no tenía que tratar con nadie. Su impedimento visual había acrecentado sus otros sentidos y odiaba cuando podía notar la lástima que las personas le tenían. Él solo quería que lo dejaran en paz todos, él solo deseaba vivir con su dolor hasta que llegara el día en que pudiera reunirse con su amante una vez más.

 

—Mira allí viene el amargado. —Las dependientas de la tienda hicieron un gesto de molestia, Yokozawa no había sido especialmente amable con ellas y menos desde que las chicas le jugaban molestas bromas cambiándole las cosas de lugar o colocándole jugo en vez de leche. Yokozawa tenía muchas veces que agudizar más sus sentidos para no llevarse el producto incorrecto y tener que volver a salir. Era molesto entrar a ese lugar y hasta humillante muchas veces, pero era el único lugar para ir, otra tienda le quedaría muy lejos y el sentía temor de ir mas allá de lo que ya conocía a través de sus cuentas.

 

—Rápido cambia el cereal y la leche, seguro es eso lo que viene a comprar. —Le pidió la gerente a una de las chicas un segundo antes de que Yokozawa entrara, pero no había notado que alguien la observaba con un dejo de molestia.

 

Yokozawa caminó directo a la nevera contando silenciosamente, cuando la abrió su mano iba directo al envase de jugo, pero no eran dos días sufriendo las molestas bromas, así que llevo su mano un estante más abajo y tomo el de la leche, palpándolo suavemente para reconocer que era el correcto, había aprendido la forma de reconocerla y diferenciarla para poder esquivar las burlas. El rostro de decepción de las chicas molesto más al que en silencio observaba todo, pero sonrió al ver como el objeto de las burlas salía airoso incluso con la caja de cereal.

 

Yokozawa pago la cuenta y salió silencioso, en el fondo sentía un pequeño triunfo y eso era agradable. Pero el clima no jugo a favor de él y una sorpresiva lluvia comenzó a humedecer las calles.

 

Con molestia entro de nuevo a la tienda preguntando contra su voluntad. —¿Tienen paraguas?

 

—No…no vendemos.

 

Yokozawa sabía que era mentira pero no había manera de saber dónde estaban, jamás había necesitado comprar algo así y desconocía la ubicación que pudiera tener dentro de la tienda. Cuando el hombre que observaba todo iba a decir algo, Yokozawa salió tirando la puerta de cristal con fuerza.

 

—¡Hey si la rompe la paga!. —Grito la gerente con molestia secundaba por las risas de las otras chicas.

 

—Deben sentirse orgullosas de ustedes, tratar así a una persona invidente, solo para burlarse. —Las chicas voltearon de inmediato e iban a replicar cuando se encontraron con una increíble visión, el hombre que las miraba con un rostro severo, era de verdad un apuesto y varonil caballero, su cabello castaño muy claro y peinado en desorden le daba un aire de niño, pero su rostro severo y masculino contaba otra historia, los ojos color miel destellaban con una visible molestia. Las chicas se quedaron sin palabras ante la arrebatadora presencia. El hombre coloco sus compras en el mostrador y dijo con desdén —. Creo que no comprare más aquí y recomendare a mis amigos que no vengan a este lugar.

 

Cuando Kirishima salió de la tienda, las chicas seguían sin poder hablar entre culpables y sorprendidas.

 

Yokozawa iba despacio, ya todo su cuerpo estaba empapado. Según su cuenta estaba a mitad de camino, pero, la humedad en el piso le hacía más lento el caminar por temor a caer, los pequeños ríos que formaba la lluvia habían atraído pequeño objetos que su bastón no pudo esquivar y ante su pesar tropezó cayendo inevitablemente. Todas las cosas que llevaba en la mano se estrellaron contra el suelo, su rostro se había impactado también, haciéndole una pequeña herida en la frente,  sus manos y rodillas también habían salido lastimadas.

 

—Maldición. —Gruño con frustración, la lluvia seguía cayendo y ahora estaba allí indefenso en medio de la acera y sin tener idea de donde estaban sus cosas. Su cabeza le dolía pero aun así estiro sus manos aun de rodillas en el suelo para tratar de buscar la bolsa con los alimentos.

 

—Aquí esta… toma… Déjame ayudarte a ponerte de pie. —Le dijo alguien de pronto muy amablemente. Pero su corazón estaba cerrado a las personas y el odiaba la lastima.

 

—Yo no pedí ayuda. —espetó con molestia, arrebatándole la bolsa que podía sentir ya en sus manos.

 

—Si claro y por eso estas en el piso todo mojado y lleno de sangre…Ya déjate de tonterías y permíteme ayudarte.

 

“Tonto” ¿El tipo le había llamado tonto?  Yokozawa se puso de pie como pudo, arreglando su ropa en el proceso, giro su rostro hacia donde escuchaba la  voz arrogante y  molesta  diciéndole  con un inusitado orgullo. — Yo no necesito la ayuda de nadie.

 

Olvido la lluvia, olvido que había perdió la cuenta de cuantos pasos le faltaban y en su indignación hasta había olvidado que no llevaba su bastón. Pero aun así era muy grande su molestia así que con pasos acelerados volvió a emprender su camino.

—¡Esta bien perdón por ser amable!

 

Le grito Kirishima al verlo marcharse, cuando se iba a dar la vuelta para irse y alejarse del malhumorado hombre, escucho un nuevo estruendo y lo vio de nuevo de bruces en el suelo. Corrió hacia el pero se detuvo casi al instante. Yokozawa estrellaba sus pálidos puños contra el suelo murmurando maldiciones y Kirishima no podía saber si la humedad en sus mejillas era producto de la lluvia o eran lágrimas, pues noto que el cuerpo de Yokozawa se estremecía con pequeños sollozos. Suspiro con molestia y aun sabiendo que le esperaba alguna mordaz respuesta se acercó y lo tomo del brazo para ayudarlo aponerse de pie.

 

— ¡¿Qué?...¿Qué demonios?...Te dije que me dejaras en paz idiota!

 

Los gritos de Yokozawa fueron acallados por la fuerte voz de Kirishima. — ¡Ah ya cállate!… ¿quieres seguir tirado en el piso lamentándote como un idiota?

Jamás le habían hablado así, siempre era él quien agredía, pero este hombre era diferente y no pudo hacer más que dejarse ayudar.

 

—¿Ves?... así es más fácil… además calladito y dócil te ves más guapo.

 

—¡¿Quién es dócil?!.—Le grito Yokozawa, luego agregó con la misma molestia-—. ¡¿Y quién es guapo!?

 

—Je…!Tú!…mira que adorables mejillas sonrosadas.

 

Kirishima  rio cuando Yokozawa le empujo tratando de golpearle. —¡Eres un idiota!.— Le grito y Kirishima tomo sus manos sujetándolas con cierta rudeza. —Quédate tranquilo o te dejare caer de nuevo.

La amenaza impresa en esa profunda voz hizo que Yokozawa cesara en sus intentos. —Bien así está mejor… ahora ven, vamos a curar esas heridas.

 

Yokozawa se encontró entonces siendo llevado más allá de su zona segura, el miedo lo invadió enmudeciéndolo. Estaba completamente a merced de eso antipático hombre y no podía hacer nada al respecto. No caminaron por mucho rato, Kirishima podía notar que la mano de Yokozawa temblaba ligeramente pero lo atribuyo a que el hombre estaba completamente empapado, así que no le dio importancia. Se detuvieron, Yokozawa pudo escuchar el sonido de unas llaves y como se abría un cerradura.

“Estamos en la entrada”, Yokozawa comenzó una cuenta silenciosa, luego de unos veinte pasos se detuvieron frente a un ascensor. Nervioso fue llevado al interior y sin poder decir o hacer nada subieron. No supo en que piso se detuvieron, pero comenzó de nuevo a contra justo al salir. Quince pasos más y de nuevo las llaves sonaban en alguna cerradura.

 

Kirishima lo guio al interior del apartamento y cerró la puerta. —Quédate aquí iré a buscar algo para secarte.

 

Yokozawa se recostó de la puerta buscando con la mano la forma de salir, cuando escucho una voz cantarina.

 

—Papaaa que bueno que llegaste.

 

Yokozawa se paralizo, habían alguien frente a él y por la voz pudo intuir que era una niña. —¡Hola!...¿viene con mi papa?

 

—¡Ho…Hola!. —Balbuceo Yokozawa.

 

—Hiyo… pensé que volverías más tarde…¿No estabas con tu amiga? .— Kirishima alboroto el cabello de su hija.

 

—Papa  deja de hacer eso y ayuda a tu amigo esta  todo roto y mojado. —Lo reprendió la pequeña.

 

Entre ambos ayudaron a Yokozawa a entrar al departamento  pocos minutos estaba seco y vestido con un pijama de Kirishima, la pequeña con dulzura curaba en ese momento la herida de la frente, pues ya había atendido las de manos y rodillas.

 

—Esto sanara rápido, seguro y no dejara ni marca.— Le decía a un contrariado Yokozawa que no sabía cómo comportarse ante tanta amabilidad.

 

—Gracias. —Le dijo a la pequeña, un agradecimiento que le salió del corazón.

—De nada. —La pequeña sonrió y de pronto se dio cuenta que no había preguntado algo —.Oiga no me ha dicho su nombre…Yo soy Kirishima Hiyori… pero mis amigos me dicen Hiyo.

 

Yokozawa sonrió por primera vez en mucho tiempo al sentir las pequeñas manos envolviendo la suya. —Yo… soy Yokozawa Takafumi… encantado de conocerte Hiyo.

La pequeña sonrió y apretó la mano con ternura. —Iré a prepararle un te Oniichan.

Cuando la sintió alejarse suspiro con nostalgia, hacia mucho tiempo que o se sentía tan sereno en compañía de alguien.

 

—Le agradaste a mi hija, eso es bueno.

 

La voz de Kirishima lo saco de sus pensamientos, busco con su rostro de dónde provenía la voz. —Aquí estoy le dijo Kirishima poniéndose frente a él.

 

Yokozawa tragó grueso, la voz del hombre era abrumadora, sensual y justo en ese momento que estaba más calmado pudo percibir que él también tenía un agradable aroma. Su mano se estiro inconscientemente, como buscando mirar a través de sus dedos, lo que su ojos no podían ver. Kirishima atrapó los dedos y Yokozawa se estremeció con el toque. Miles de palabras se atoraban en su garganta para salir libres y alegres, pero, solo se permitió decir mientras apartaba tímidamente la mano.

—Gracias.

 

—De nada Yokozawa.

 

— ¿Cómo sabes?

 

Kirishima sonrió ante el rostro de molestia e intriga que tenía Yokozawa.— Te escuche cuando le decías tu nombre a mi hija.

 

—Es de mala educación escuchar conversaciones ajenas.

 

Kirishima solo rio con presunción y se sentó frente a su invitado preguntándole entre risas. — ¿Siempre eres tan antipático?

 

—Y tu…¿siempre eres tan arrogante e idiota?. —Contrataco Yokozawa.

 

Kirishima solo pudo reír más sonoramente, antes de responder con jocosidad. —Solo de lunes a viernes.

 

—¡Idiota!.—Refunfuño Yokozawa y espero otra molesta respuesta que nunca llego pues la pequeña Hiyo llegaba en ese instante con un humeante te.

 

—Tómelo con cuidado esta caliente.

A Yokozawa que siempre le había molestado que le ayudaran, no le importo en lo más mínimo que la pequeña Hiyo tomara su mano con suavidad y la guiara hacia la tasa de té caliente.

 

—Eres una niña muy dulce Hiyo…Gracias.

 

La pequeña se sonrojo al ver la hermosa sonrisa de Yokozawa. —Ay caray pues de nada… solo es un poco de te.—Dijo totalmente sonrojada.

 

Pero no había sido la única en admirar el rostro de Yokozawa iluminado por su sonrisa, Kirishima también había quedado impresionado, pues el rostro severo y triste se había transformado en uno apacible y ciertamente encantador.

 

Una hora después cuando ya su ropa se había secado y la lluvia había cesado, Yokozawa volvía a su hogar, había pasado el tiempo entre conversaciones animadas con Hiyo y una que otra palabra con Kirishima, el hombre se había dedicado a admirarlo, adorando la interacción amena que tenía con su pequeña hija. La niña se había despedido con un dulce abrazo y muchas recomendaciones para que Yokozawa tuviera cuidado en la calle y no volviera  a lastimarse.

 

Kirishima al salir del ascensor noto que Yokozawa murmuraba, lo que parecía ser un conteo. Cuando abrió la puerta de salida le pregunto, intuyendo lo que significaba. — ¿Siempre haces eso?

 

Yokozawa bajo la cabeza sintiéndose avergonzado, respondió casi en susurro. —Es…es una costumbre, me ayuda a saber dónde están las cosas.

 

Kirishima le tomo de la mano para ayudarlo a bajar el escalón, Yokozawa se tensó e intento protestar, pero el detuvo las protestas con un potente regaño. —¡Ah no déjate de malcriadeces y camina! —Yokozawa camino unos  paso   a regañadientes y se  sorprendió cuando  se  detuvieron.—Comienza a contar desde aquí, así sabrás como llegar a mi casa.

 

—¡Como si fuera a volver aquí!.

 

Yokozawa no tenía cabida para más rabia, pero aun así comenzó mecánicamente a contar. Kirishima rio disimuladamente y camino a su lado informándole de cada obstáculo que pudiera ocasionarle una caída. Resultó que vivían muy cerca a unos pocos edificios uno del otro, la caminata había sido silenciosa y rápida y aunque Yokozawa había hecho un escándalo para evitar que subiera, aun así el terco hombre le acompaño hasta la puerta de su departamento.

 

—Bien cenicienta estas sano y salvo en tu hogar. —Se despidió Kirishima, Yokozawa que ya estaba en el interior de su hogar le tiro la puerta en la cara no sin antes gritarle. —¡Púdrete en el infierno imbécil!

 

Habría querido salir y golpearle en el rostro cuando lo oyó reír a carcajadas y marcharse gritándole. — ¡De nada cenicienta!

 

Suspiró al encontrase de nuevo en la seguridad de su hogar, caminó casi corriendo hasta su cuarto y se lanzó en la cama, envolviéndose con las sabanas, aquella noche no pensó, no lloro, no añoro, no sintió soledad. Un agradable cansancio lo cubrió y por primera vez durmió un plácido sueño, sin pesadillas, ni pastillas y sin Takano sonriéndole en sus sueños.

 

Se sorprendió cuando llego la mañana y se dio cuenta de cuanto había dormido, evoco sin querer los hechos del día anterior, y aunque el hombre y la niña que le habían acogido en su hogar no tenían un rostro para él, los imaginó y revivió el agradable momento que le habían hecho pasar, luego arrugando  el ceño y  con una  mueca  de  desagrado  se  dijo a  si  mismo     .—La niña es un amor, pero su padre es un imbécil.

Sí, era mejor mentirse a pensar, que de verdad le había agradado Kirishima, que le había gustado el calor de su mano, su penetrante perfume, su profunda voz. Era mejor mentirse que entender que por primera vez le había gustado otro hombre que no fuera Takano, que aun sin poder verlo le había atraído como hace mucho nadie le atraía.

 

El timbre de su departamento sonó insistentemente justo cuando salía de darse un baño. —Ya voy. —Dijo con molestia tratándose de apresurarse a la puerta sin tropezar con nada.

 

— ¡Buenos días! —Gritaron dos voces al unísono. Yokozawa se quedó estático en la puerta. —Oniichan venimos a desayunar contigo, papa dijo que seguro no tenías que comer.

 

—Eh… si… pasen.

 

Yokozawa se hizo a un lado y sintió como Kirishima lo rozo descaradamente y muy a propósito, susurrándole un “Buenos días” caliente y húmedo en su oído, aun podía escuchar los gritos de Hiyo desde la pequeña cocina preguntando por la ubicación delas cosas, pero no poda moverse.

 

—¿Piensas quedarte en la puerta todo el día?

 

—Si Oniichan ven a comer.

 

Yokozawa cerró despacio la puerta y camino como pudo hasta el comedor, Hiyo hablo y hablo hasta el cansancio mientras servía la comida, pero Yokozawa apenas la escuchaba, aún estaba impactado por la ola de calor que lo habia inundado al sentir las palabras de Kirishima en su oído.

 

La niña recogió los platos y pregunto por el baño, él la guio hasta su habitación mostrándoselo y luego salió a la sala aunque todo en él le pedía correr y esconderse. —Y bien…¿te gusto el desayuno?

 

—Es…estaba bueno si.— Estaba a salvo,  la voz de Kirishima sonaba a l otro lado de la sala, se sujetó del espaldar del mueble y preguntó. —Porque le dijiste a Hiyo que yo no tendría que comer…¿sabes que eso es mentira?.

 

Casi se cae del susto al sentir como Kirishima lo rodeaba con sus brazos y le decía muy cerca, tanto que podía sentir su aliento caliente, muy cerca de sus labios. —Ella no dejaba de insistir en que viniéramos a ver como seguías y la verdad yo… también quería verte.

 

—Puedes soltarme. —Pidió Yokozawa casi sin aliento.

 

—Puedo, pero no quiero.

 

—Maldito sue…— La protesta murió en sus labios cuando estos fueron asaltados por un furioso beso, tan salvaje como sutil, tan lleno de sensaciones que apenas podía respirar, y así como comenzó, terminó.

 

—¡Oniichan donde están las toallas!— La voz de Hiyo interrumpió el apasionado beso, Yokozawa tembloroso y perturbado escucho como Kirishima le decía rozando sus labios. —Mi hija te llama.

 

—Eres un maldito. —Le gruño empujándolo con sus pocas fuerzas y camino lo mejor que pudo hasta la habitación. Kirishima aun reía cuando Yokozawa salió en compañía de su hija del cuarto.

 

—Vendremos todos los días a desayunar contigo Oniichan.

 

Aquello dicho por la niña, le sonó a Yokozawa como una sentencia, pues sabía que Kirishima debía estar riéndose ahora de él. —Gracias Hiyo, pero no tienen que hacerlo, Ustedes tienen sus obligaciones y…

 

—No Oniichan… no te preocupes yo estoy de vacaciones y papa puede ir a la hora que quiera al trabajo, él es el jefe, así que está decidido vamos a comer contigo.

 

—No contraríes a una mujer Yokozawa… ellas suelen ser muy persistentes.— El podía oír la complacencia en la voz de Kirishima, pero no quiso protestar pues era Hiyori quien se lo pedía con una dulce voz .

 

Y así comenzó a verse envuelto en una vorágine de nuevas emociones. Hiyori le hacía compañía en cada tiempo libre, ya era costumbre para él que la niña permaneciera la mayor parte del día en su apartamento, desayunaban juntos y Kirishima se marchaba dejándola a su cuidado y en las noches cuando regresaba cenaban juntos marchándose con pesar tanto del padre como de la hija y aunque Yokozawa no lo quisiera admitir también el sentía pena al dejarlos marchar.

 

La relación con la pequeña Hiyo era fabulosa, cocinaban juntos riendo ante lo maravillada que se sentía la niña por su destreza en la concina y el cómo sabia donde exactamente estaba cada cosa, se habían convertido en buenos amigos y eso le gustaba mucho a Yokozawa. Pero, con Kirishima las cosas eran un poco diferentes, pues podía sentir como el hombre pretendía algo más que una amistad, aunque no se lo había dicho abiertamente, los besos robados, en los momentos en los que Hiyo no estaba, las disimuladas caricias o las despedidas tan obvias que a veces  no entendía como  Hiyori no lo había descubierto. Por más que lo había gritado, insultado y hasta agredido físicamente, Kirishima Zen era un hombre persistente de esos que no se rendía facialmente.

 

La oportunidad para demostrarle cuan persistente podría llego un día, esa mañana no aparecieron sus invitados cotidianos, Yokozawa se pasó el día extrañado, y en la noche cuando ya iba a llamar para saber el porqué de su ausencia, sonó el timbre.—¿Que les paso que no vinieron en la mañana?.

 

Era una pregunta o era un reproche, Yokozawa cayó en cuenta de su error pero ya era tarde y lo peor es que ese día era solo Kirishima el que estaba en la entrada de su hogar. —Sabía que nos extrañarías, pero esta noche tendrás que conformarte solo conmigo, Hiyori esta e casa de una amiga, se quedara a dormir hoy allí, me pidió que cenara contigo y cuidara mucho de ti.— El muy descarado se acercó hasta quedar muy pegado a su cuerpo y le susurro en el oído.—Y eso es lo que pienso hacer.

 

Yokozawa habría querido empujarlo y sacarlo de su hogar, pero en lugar de eso se encontró dejándolo entrar y cerrando la puerta tras él. Cenaron en relativa calma, Kirishima después del inicial ataque no había hecho ningún otro movimiento. Yokozawa no sabía si sentirse decepcionado o aliviado, pero no le dio tiempo de pensarlo mucho pues una vez que terminaron de comer y recogieron la cocina, la mano de Kirishima lo guio despacio hacia la sala. —Que…¿Qué carajos haces?

 

Protesto Yokozawa cuando fue sentado en el gran sofá.— Te pongo cómodo.—Respondió con fascinación Kirishima mientras ponía una fina copa de vino en las manos de Yokozawa.

 

—¿Quieres embriagarme?.— Pregunto Yokozawa con ironía bebiendo un poco del líquido carmesí. —No necesito embriagarte para hacerte lo que te quiero hacer.— Lo retó Kirishima.

 

Pero Yokozawa no iba a amilanarse tan fácilmente y de un solo trago bebió todo el contenido de la copa, para luego preguntar con molestia. —¿Y qué es lo que me vas a hacer bastardo?.

 

Kirishima fijó su mirada en él. Sus manos atraparon la copa y la coloco en una pequeña mesa, sus manos recorrieron las largas piernas de Yokozawa hasta llegar a desabrochar la pretina de su pantalón. La  respiración de Yokozawa  se detuvo. Pero no intentó detenerlo, tal vez esto era lo que él también había estado soñando... “sexo con un hombre que no era Takano”.

 

—Así me gustas más, todo dócil y tranquilo.

 

—Vete a la mierda. — le gruño Yokozawa

 

 

Kirishima detuvo sus manos cuando intento cerrar su pantalón.                —Shhhh… déjate hacer, sabes que tú también lo deseas.

 

— ¿Porque no te mueres? — le espeto entre dientes Yokozawa.

 

Kirishima rio abriendo de nuevo los pantalones. Y sin mover la ropa interior metió su mano dentro.

Yokozawa arqueo su espalda por el cálido contacto. El calor de la palma de su mano alrededor de su miembro nunca se compararía con los tres años de abstinencia que llevaba.

 

—Eso es, disfrútalo para mi querido.

 

Yokozawa sabía que Kirishima estaba disfrutando el dominarlo de aquella forma, pero no podía negar que de alguna forma él también lo deseaba.

 

—Púdrete. — apenas pudo decir, cuando la mano de Kirishima comenzó una lenta caricia.

 

Kirishima tomo sus labios con caliente pasión, Yokozawa se aferró a su camisa y sus caderas adquirieron el mismo ritmo que marcaban sus lenguas entrelazadas. La dulce rendición de besarlo abiertamente por primera vez lo mareó.

 

Lo detuvo con una mano en su cadera, pidiéndole entre entrecortadas respiraciones. —Espera.

 

Yokozawa estaba a punto explotar, envuelto entre tantas emociones y tuvo miedo, por primera vez se sentía vulnerable y no tuvo pudor en demostrarlo.

Kirishima lo beso esta vez más despacio buscando relajarlo, y cuando sintió su mano soltar su cadera, sonrió.  Kirishima no quería perder el tiempo, temía que Yokozawa en cualquier momento se arrepintiera. Se desabrochó el pantalón de vestir y los bajó junto con su ropa interior, dando patadas para quitárselos con sus zapatos y los calcetines.

—Voy a quitarle los pantalones. —  le dijo mordisqueando su oreja. Yokozawa solo pudo asentir.

 

Kirishima se  quedé helado al ver su erección. El enrojecimiento de la piel, se extendía bellamente y esto dio un nuevo significado a la palabra deseo. No sólo la lisa piel sino toda la erótica imagen de Yokozawa jadeante y recostado en el mueble divinamente vulnerable y expuesto, no podía ocultar su deseo. Tampoco pudo su voz ronca.

 

—Eres toda una exquisita visión.

 

Las  manos nerviosas de Yokozawa comenzaron a cubrir su pene, pero Kirishima lo detuvo besándolo nuevamente para luego terminar de  desnudarlo. Una vez que estuvo desnudo, se subió sobre él. Su cuerpo fuerte se pegó al delgado de Yokozawa desde el pecho hasta los pies, esto era algo que había fantaseado, mucho desde hace días.

 

Él acarició ambas erecciones. —No sabes como he estado esperando tanto tiempo para sentirte así. —  su voz más profunda y acariciante—.  He estado esperado mucho para saborearte.

 

Yokozawa iba a decir algo, quizás alguna protesta. Pero Kirishima capturo su boca con otro beso y acaricio su lengua con la suya. Yokozawa jamás en su vida había sentido como un  simple beso hacia que su deseo girara fuera de control.

 

Kirishima rompió el beso y extendió su mano para rozar la parte interna de    los muslos de Yokozawa con    sus dedos,      el tacto     fue suave y tierno. — Maldita sea, deja de…— Yokosawa estaba siendo sobrepasado por sus emociones

 

—Eso es cariño… ruégame.— Le dijo Kirishima.

 

Yokozawa se estremeció pues Kirishima se inclinó sobre él y se detuvo a una pulgada de su erección, podía sentir el cálido aliento del hombre sobre su dolorosa piel. Kirishima sonrió antes de bajar el último fragmento de espacio que lo separaba y su boca por fin se cerró en el pene de Yokozawa.

 

“¡Oh Dios!”. La boca de Kirishima era tal como la había imaginado. Cerro los ojos y tomo su cabeza entre sus manos, tenía que tocarlo, no pudo evitarlo. Le acariciaba el suave cabello, mientras Kirishima trabajaba su lengua húmeda en él.

 

Comenzó con un lento movimiento con sus labios, humedeciendo, chupando, excitándolo poco a poco hasta casi hacerlo llegar al límite. Un gemido hizo eco en la pequeña habitación. “¿Eso lo hice yo?”  Yokozawa estaba demasiado excitado como para buscar respuestas.

 

Kirishima era bueno. Estaba haciendo que Yokozawa perdiera por completo el sentido del tiempo. Recuerdos de sus apasionados encuentros con Takano vinieron a su mente, se tensó por un segundo y alejo los pensamientos, no era momento para pensar en Takano, ahora no.

 

“No hay nadie más aquí solo estamos él y yo”

 

Tembló de nuevo sintiendo como su orgasmo se aproximaba, se retorció en el mueble, moviendo las caderas al ritmo de la lengua de Kirishima.

 

Kirishima lo soltó ordenándole con vehemencia. —Aun no te vengas.

 

 Subió hasta estar encima de él y apoyó su cuerpo contra el de Yokozawa.       — He estado esperando mucho tiempo para estar dentro de ti.

 Se inclinó sobre el lado del mueble, y sacó un lubricante de los bolsillos de su pantalón. ¿Cuánto tiempo lo había estado planeando?

 

A quién le importaba.

 

— Quiero verte cuando te vengas.— Le dijo mordisqueando sus labios.

 

—Deja de hablar y hazlo de una vez maldita sea. —Yokozawa estaba en el punto de no retorno y su pene y todo su cuerpo clamaba por alcanzar las más altas cimas.

Obedientemente Kirishima deslizo lo dedos hacia el culo de Yokozawa, facilitando el camino, lubricándolo lenta y tortuosamente, para luego muy despacio lubricarse él.

 

“¡Oh, Dios… esto… esto va a pasar!”

 

Yokozawa sabía que Kirishima  iba a estar dentro de él muy pronto y eso lo aterraba y los fascinaba al mismo tiempo. Levanto sus piernas, abriéndose. Ya era tarde para arrepentirse y él lo deseaba, deseaba que aquello ocurriera.

 

Kirishima se inclinó sobre él, sus fuertes brazos enmarcando sus hombros. Su erección apretada entre sus nalgas, pero no dentro de él todavía.

Kirishima acarició la fuerte barbilla de Yokozawa con su mejilla. Su aliento viajó a lo largo de la línea de la mandíbula cuando dijo su nombre otra vez. —Yokosawa.— Mezclado con un largo gemido y luego lo besó.

 

Yokozawa lo envolvía con sus brazos,  profundizando el beso y tratando de conseguir que entrara en él. Levanto su cadera hacia él, y su pene se enterró un poco más entre sus nalgas. Finalmente, Kirishima se apoyó en su pecho, tomó su miembro en su mano alineándolo. Yokozawa mordió su labio y respiro profundo cuando él entró profundamente en su interior, el dulce dolor provocó que leves gemidos salieran de sus labios y los dedos de sus pies se torcieran.

Kirishima se inclinó sobre él otra vez. Una mano se aferró al borde del mueble. La otra  la llevó hasta los labios de Yokozawa. Los acarició besándolos suavemente.

 

—Quiero escucharte.— le dijo.

 

—¿Qué? ¿Mis gemidos? ¿Mis súplicas para más?... eres un maldito pervertido.—

 

Yokozawa lo desafiaba y Kirishima amaba eso, con un fuerte empujón de su cadera se enterró más profundo, haciendo que Yokozawa gimiera sonoramente.

 

—Si así me gusta… tan obediente.

 

Lo besó otra vez, parando los insultos y se movió lentamente. Estaba en todas partes. Su boca. Su culo. Su corazón. Y Yokozawa en ese momento lo estaba aceptando del todo.

Le dio un último beso, lento,  para después retirase y levantar sus piernas con las manos, Kirishima se apoderó de su erección y la masajeo con intensidad, algo dentro de Yokozawa estalló, se corrió cuando sus gemidos salieron incontrolables, antes de que fuera consciente como para detenerlos. Kirishima agarró sus muslos  con fuerza mientras entraba en él una y otra vez.

Finalmente Kirishima se corrió en su interior y colapsó sobre él,  su cuerpo se estremeció y Yokozawa pudo sentir que él también estaba temblando.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

El proximo capitulo sera el final nos vemos


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