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Mi final de Naruto por Risu

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Notas del fanfic:

Los personajes no son míos, son de propiedad exclusiva de Masashi Kishimoto.

 

A ver... esta idea salió de mi mentecita, un día que estaba yo, leyendo Naruto Wikia (mi fiel fuente de saber), cuando encontré la noticia que Itachi tenía novia y que la mató en la masacre. Más adelante, lo confirmaría cuando "Tobi" dijo que eliminó hasta a su amante.

 

La idea se fortificó —más bien, se aclaró—cuando vi el capítulo cuando Sasuke reúne Hebi (los mejores capítulos para mí, jejeje...), en la parte que el moreno detiene a Jugo y a Suigetsu con sus serpientes, me hizo pensar: «si esa es la manera de Sasuke de detener las peleas, ya me imagino cuando sus hijas se peleen». Pero cuando lea, se darán cuenta que no tiene hijaS, pero de ahí la idea.

 

Creo que no tengo nada más que decir.

Notas del capitulo:

Bueno, esto va para el concurso de NaruSasu Paradise.

 

No lo iba a hacer, ya que nunca entro a esa página (creo que si no me llegaba el mensaje, no me hubiera acordado que tenía cuenta ahí). Pero... leí dos historias que me motivaron a escribir. Así que un agradecimiento a yukki_00 y a pachi-sensei, quienes me ayudaron a decidir.

 

Mmmm... Sinceramente, no creo que gane nada, recién estoy comenzando como escritora y ni siquiera termino de ver la invasión de Pain. Además, los constantes comentarios de Sara diciéndome que no lo lograré, pues desmotivan; pero luego me acordé que no importa si gano o no, lo importante es participar y no lamentarse por no haberlo hecho.

 

Sara: Sin contar que aún, en tu cerebrito, guardas la posibilidad de ganar. Qué ilusa ¬¬'

 

¡Hey! ¡Vale la pena soñar!

 

En fin, espero que les guste. Cualquier queja, sugerencia, corrección (esto va en especial para Kaede, quien me ayuda en mi progreso), será bien recibido, pero recuerden utilizar la respetación.

 

Sara: No existe esa palabra ¬¬'

 

Pero la uso :P

 

 

La Cuarta Gran Guerra Mundial Shinobi llegó a su fin, dando como vencedor a la Gran Alianza Shinobi. No quiero hablar sobre eso, ya que, supuestamente, yo formaba parte del grupo de los perdedores, los antagonistas de la serie. Yo sabía que no tenía que estar de su lado, porque ni aquí, en el mundo ninja, ni en la Luna, los chicos malos ganan.

 

Pero si lo vemos desde mi punto de vista, yo soy un héroe anónimo, ya que derroté a Kabuto y detuve su Edo Tensei —lo cual fue una gran ayuda para los shinobis, ya que no tenían que seguir matando muertos vivientes—, junto con Itachi. Esa basura muerta. Lo amo como hermano, pero como persona, lo odio. Solo porque estoy tendiendo las camas contaré el porqué me desagrada mi hermano.

 

«Estábamos los dos peleando contra esa serpiente demente, y, luego de una ardua batalla, pudimos derrotarlo. Mi hermano, antes de irse, me dijo unas cuantas palabras. Ahora me arrepiento que no se haya ido ahí mismo.

 

—Siempre te he mentido, diciendo que me perdones. Siempre te mantuve alejado, con mis propias manos... no quería... que te vieras envuelto... pero ahora creo... que tal vez tú podrías haber sido capaz de cambiar a nuestro padre, madre... los Uchiha... si te hubiese enfrentado desde el comienzo... tratado de ver las cosas desde tu punto de vista y hablado contigo de la verdad... pero fallé, y no importa lo que diga ahora, aún así no te alcanzará. Es por eso que finalmente voy a decir lo que realmente pienso. No tienes que perdonarme... no importa lo que decidas hacer a partir de ahora... yo te amaré por siempre.

 

—… —me quedé sin habla, esas palabras me arrebataron hasta el aire.

 

—Por cierto —ahí debió callarse e irse al más allá—, no sé cómo vas a reaccionar, pero (lejos de aquí) en la Villa de Nadeshiko, se encuentra una morena de ojos azules de nombre Ayaka.

 

—¿Quieres que la mate? —pregunté esperanzado.

 

—¡No! —exclamó con apacible voz varonil, se podía notar que lo que menos quería era que algo malo le pasara—. Por supuesto que no, solo te voy a pedir un pequeño favor —la piel de su rostro comenzaba a despedazarse.

 

—Lo que sea, Itachi —me aborrezco por haber dicho esas palabras.

 

—Ella lleva en sus brazos el último Uchiha.

 

—¿Quieres que lo mate? —la inocencia del momento.

 

—Deja de pensar en matar —me miró seriamente, sabiendo que no le quedaba mucho tiempo—. Lo que quiero es que los cuides con tu propia vida, que crías al niño como si fuera tuyo, y a ella como tu cuñada.

 

—¿Por qué no como mi esposa? —me parecía injusto, yo sería como el “marido”, pero sería considerado el cuñado.

 

—¿No sería algo retorcido que la trataras como tu pareja, cuando lo fue de tu hermano?

 

—Sí, es cierto —me hizo entrar en razón.

 

—Ya sabes, este es mi pedido de vida.

 

—Lo haré, hermano —dije decidido—. Cumpliré con mi palabra.

 

—Me alegra oír eso, Sasuke —se acercó a mi oído para susurrarme una última cosa—. No te olvides de criarlo en Konoha —y desapareció con una sonrisa en sus muertos labios, sin dejarme contestar ante la petición de sus últimos momentos.

 

Fui corriendo a toda prisa hacia aquella villa, ignorando a los ninjas que luchaban por sus vidas. Luego de entrar sin derramar alguna gota de sudor, yo buscaba desesperadamente a una mujer con tal descripción. La encontré, solo que tuve un pequeño e insignificante problema: en una cabaña casi quemada, se hallaba mi futura familia adoptiva, donde un bebé lloraba encima del cadáver de una mujer de quien se suponía era su madre y mi cuñadita.

 

Cogí a esa cosa de buenos pulmones, si era un Uchiha, pues su Katon sería muy poderoso; antes de retirarme, apareció una señora de avanzada edad, no dijo nada, pero bastó ver su mirada que pedía que cuidara al pequeño, solo asentí y salí de ahí para no aspirar más ese humo.

 

Pensándolo bien, esa mujer le importaba un pepino si cuidaría bien al bebé, solo quería que la ayudara a escapar de esa casa que se estaba incendiando, pero no me di cuenta en ese momento y murió. Como muchos otros héroes anónimos».

 

Miré el reloj que está colgado en la pared de la cocina, donde estaba sacando unos frescos vegetables para preparar una saludable ensalada, que lo más probable es que tenga que usar mi Sharingan para que lo coman sin rechistar. Sí, yo no vivo solo con el niño que resultó ser una niña —¡malditos andróginos!—. Mientras preparaba el almuerzo, les contaré qué pasó luego de rescatarla.

 

«Lo (seguiré considerándola hombre, luego diré en qué momento me enteré que era mujercita) llevé en mis fuertes brazos, hasta que llegamos a una cueva habitada por un grupo de cobardes, a los cuales saqué a la fuerza.

 

Permanecimos ahí hasta que la guerra terminara; yo tenía que cargar todo el rato al bulto, ya que no había más que duras rocas que le sacaban llantos horrorosos, y si lloraba, delataría nuestra ubicación y tendría que defenderme, lo cual no era reto para mis asombrosas habilidades, pero tenía que estar al pendiente de cualquier cosa, así que no podía darme el lujo de cerrar los ojos ni por un segundo. Pero sí nanosegundos para pestañar.

 

Habrían pasado unos tres días, cuando finalmente terminó por completo la guerra. Salí de mi escondite, y la luz solar lastimó mis hermosos ojos; tenía que buscar comida de verdad, comer solo frutitas no alimentaba verdaderamente. Y no pregunten  cómo alimenté a esa máquina de sollozos deseosa de leche materna, es algo que me lo llevaré a la tumba, ni siquiera el calvo de Hibiki me sacaría esa información tan perturbadora.

 

El asunto es que tuve que caminar por horas hasta llegar a la entrada de Konoha; no hace falta mencionar que el camino estaba lleno de cadáveres e inundado de sangre fresca, lo cual ocasionaría un trauma sicológico a los débiles de mente y a niños, pero para mí solo eran cuerpos inertes y para el pequeño no era nada, pues lo único que hacía era dormir. Mejor para mí, así no me molestaría.

 

Ahí, parado en el gran portón verde de la aldea oculta de la Hoja, con una manta rosada (color no muy varonil para un supuesto varoncito) en mi pecho que cubría a un recién nacido, me puse a pensar si aquello era la correcto. No creía que me recibirían con los brazos abiertos y sonrisas cálidas, lo más seguro es que fuera todo lo contrario, pero la promesa que le había hecho a Itachi fue capaz de mover mi cuerpo por sí solo.

 

Caminaba algo incómodo, no por las miradas llenas de desdén, sino por la falta de ellas, el lugar estaba totalmente vacío, ni un alma se asomaba. Luego escuché un fuerte grito de júbilo, me dirigí hacia donde se oía el ruido de los aplausos.

 

Como era de esperarse, Konoha había vuelto victoriosos del campo de batalla. La actual Hokage, Tsunade, hablaba orgullosa de su triunfo a los aldeanos y ninjas que habían salidos vivos de la guerra, por lo visto, ya había pasado el minuto de silencio por los caídos. Lástima que todos soltaron otro grito cuando se dio por terminada el discurso de la Sannin, pues aquello ocasionó que el bebé comenzara a llorar, provocando que todas las miradas se fijaran en mí, el ninja renegado de la Hoja.

 

Obviamente, un rubio y una chica de cabello rosado se acercaron corriendo hacia mí, con una sonrisa que demostraba lo mucho que me extrañaron. No me sorprende, una vez que conocen a un Uchiha, nunca lo olvidan. Pero su atención no solo se concentró en mí, sino en la mantita ruidosa en busca de comida.

 

Recuerdo claramente los ojos acuosos de mis ex-compañeros: una porque no la había esperado para restaurar mi clan y el otro por… ¿no haber sido el padrino?, no sé, Naruto siempre fue muy llorón.»

 

Ya eran las dos de la tarde y ella debía estar esperando a que la recojiera de sus clases ninjas, para mostrarme lo buena que era en las escondidas, pero aún le faltaba mucho, ya que solo necesitaba usar mi reluciente Sharingan y la encontraba en menos de lo que ella esperaba. Muchas veces, Naruto me había dicho que debería dejarla ilusionarse con la idea de que su papá no la puede hallar, porque es muy buena, pero eso sería engañarla y meterla en un mundo de mentiras. Cosa que yo no quería para nada.

 

Las calles estaban repletas, esos días no había mucha acción, así que los ninjas estaban tomando unas cortas vacaciones. Por ahí me encontré a Sakura —quien me saludó efusivamente con un abrazo que me quita el aire, como siempre—junto a su esposo, Sai, y el pequeño Yuuto; vi a Hinata —saludando con una inclinación respetuosa, acto que imité—y a Kiba (con Akamaru, obviamente, quien cargaba al travieso Yota) de la mano con su hija Mei.

 

Me despedí de todos ellos y me fui —saltando de techo en techo—hasta llegar a la academia ninja. Ahí la vi, con sus shurikens de cartón, tirándoles a sus amigos de mala puntería, no me sorprende que mi pequeña tenga un perfecto tiro. Al fin y al cabo, desde hacía tiempo que había sacado su Sharingan y lo usaba para su completo beneficio.

 

Sintió mi presencia y dejó lo que estaba haciendo y fue a abrazarme. Solo le revolví sus brunos cabellos con algo de afecto, ya está acostumbrada a mi manera de dar cariño. Me sonrió y, de repente, sus ojos rojos con dos puntas negras, cambiaron a sus normales ojos azules como el cielo.

 

—Vamos a casa —le extendí mi mano para que la tomara.

 

—Aquí no, papá, qué vergüenza, ¿qué dirán mis amigos si me ven de la mano con mi padre? ¡Sería muy bochornoso! ¡Sería el hazmerreír de la academia! —dio unos cuantos pasos y se cruzó de brazos muy decidida.

 

—Como quieras —le respondí. Tampoco era de esos padres que les gustaba fastidiar a sus hijos. Si no quería, pues no quería.

 

Estuvimos en silencio por unos cuantos minutos, si por mí fuera, hubiera sido así en todo el trayecto, pero los niños no se aguantan las ganas de contar todo lo que les pasó en el día, por ende, fue ella quien deshizo el cómodo mutismo en el que estábamos sumidos. Comenzó a hablar de lo que le enseñaron en la escuela, sobre la broma que le hicieron a un compañero, cuando golpeó a una chica (Uchiha tenía que ser) por decirle que su cabello era feo, cosas por el estilo. Yo solo respondía con mi onomatopeya favorita.

 

«Sakura fue la primera en romper el momento y, con sus manos temblorosas, me preguntó si podía cargar al bebé, yo solo asentí, olvidándonos que miles de miradas estaban posadas en nosotros. Comentó lo lindo que era, yo sonreí de medio lado, para luego sentir  un peso sobre mí: el dobe no aguantó más y me abrazó, solo pude palmear su amplia espalda.

 

La kunoichi médica ofreció llevarnos al hospital de Konoha para curarnos, yo no estaba mal, pero no había dormido ni comido bien esos últimos días, por lo que acepté sin disfuerzos.

 

Me dejaron en un cuarto espacioso, todo estaba de blanco. Cerré los ojos y los recuerdos que había apartado por tres años, me inundaron: fue en un cuarto parecido a ese donde reté a Naruto a pelear y comparar fuerzas, y fue arriba, en la azotea, donde tuvimos nuestro encuentro, quedé devastado al darme cuenta que el dobe era más fuerte que yo, lo cual me llevó a tomar una equivocada decisión.

 

Pero me alegro de haber ido tras el poder que Orochimaru me prometió, sino, no hubiera aprendido valiosas lecciones de vida, las cuales me hicieron crecer.

 

Escuché los suaves ronquidos de mi, ahora, niña; Sakura se encargó de comunicarme que no tenía nada colgando entre sus piernas, sino que tenía un huequito llamado vagina. Me desilusioné un poco, un hombre más en la familia hubiera sido lindo, pero aún así la iba a aceptar como parte de la nueva familia Uchiha. La Haruno me recriminó mi falta de observación, pues notó la había bañado en un riachuelo, lugar que había aprovechado para que la bebé hiciese sus necesidades y así no tener que limpiarla.

 

Luego llegó el cabeza hueca, comentando que la Hogake me había perdonado y que podía ser un aldeano de la Hoja, eso sí, tenía que dejar mis días de shinobi. Fuera de todo pronóstico, accedí sin rechistar, no me importaba, ahora tenía una responsabilidad más importante: mi pequeña Yui.

 

Naruto ofreció su casa para ser mi nueva vivienda, yo acepté, después de todo, mi original hogar había sido completamente destruido durante la invasión de Pain, pero no me importaba, ahora podría tener un nuevo lugar al cual llamar hogar, donde me estarían esperando y donde yo estaría esperando a mi nueva familia.

 

Ellos sonrieron entre sí, ahora que ya sabían toda la verdad, se sentían más aliviados de saber que su amigo no los había reemplazado por una mujer desconocida, con quien tuvo una loca noche de pasión y cuyo fruto era la niña. Bostecé y ellos decidieron irse para dejarme descansar, al día siguiente iríamos a nuestra nueva casa.»

 

Yui seguía comentándome sus aburridas clases, yo solo atinaba a asentir como sí en verdad estuviera escuchando lo que ella decía. Llegamos a casa y lo primero que hizo fue saludar a Manda, ese era el nombre de mi invocación, nada original, pero de gran ayuda. Cuando iba a recoger a Yui, le encargaba que cuidara la cocina en mi ausencia. Era un chico alto, más alto que yo, de piel blanca, su cabello era morado y sus ojos eran aguamarina, con pupilas parecidas a las de una serpiente. Él era una serpiente.

 

—Cámbiate rápido para almorzar —le dije apuntando las escaleras.

 

—Sí, papá —giró los ojos en señal de cansancio, ¡cansancio de mis palabras! Esa niña… ¡era una malagradecida!

 

—Toma, aquí está su ramen —me entregó el envase lleno de fideos rebosando de agua caliente.

 

—¡Ajj! —arrugué mi nariz—. De tan solo mencionar esa cosa me produce asco —rió ante mis palabras.

 

No son pocas las veces que Naruto y Yui discutían por su desagradable ramen, esos dos daban su vida por esa sopa.

 

«—El último ramen es mío —arranchó el bote de la mano del rubio que la miraba sin podérselo creer.

 

—¡No, mío! —respondió infantilmente, persiguiendo a la menor, quien corría por toda la casa protegiendo con su cuerpo delgado la sopa.

 

—¡Es mío!

 

—¡¡Yui, dámelo!!

 

—Dejen de gritar —les dije sin despegar mi vista de la revista ninja semanal que recibía por solo unos cuantos yenes.

 

—¡Nunca! ¡Es mío! —ignoraron mis palabras.

 

—¡Que me lo des, mocosa malagradecida!

 

—¡¡Noo!! —frunció su ceño.

 

—¡Se acabó, jovencita! ¡Usted está castigada! —extendió su mano en la espera de que le entregara el envase.

 

—¡No te daré nada! —aseguró apretando los fideos contra su plano pecho.

 

—No hagan bulla —pasé la página, encontrándome con una oferta de shuriken.

 

—Voy a molestarme, ¡así que dámelo!

 

—¡Nunca! Si lo quieres… —sacó un filoso kunai, el cual no debería tener, siendo aún muy joven para tener armas punzocortante—tendrás que quitármelo.

 

—Jeee… —esbozó una macabra sonrisa, muy inusual en él—. Sabía que llegaría este momento —sacó la kunai que llevaba siempre debajo de la manga de su chaleco anaranjado—. No tendré piedad por una niña.

 

—Y yo por mi padre —activa su Sharingan de una sola aspa.

 

—Ustedes… —usé la voz más terrorífica que tenía—, ¿quieren que bote esa basura? —con la velocidad digna de un poderoso ninja, me posicioné en medio de los dos. Dos serpientes, que salían de mis manos, inmovilizaron sus cuerpos.

 

—¡Eehh!

 

—T-tú nunca harías eso, ¿no? —preguntó inseguro de mi respuesta.

 

—Me conoces mejor que nadie, Uzumaki.

 

—Mierda —el reptil que rodeaba al rubio, apretó más. Sabía que no podía decir malas palabras delante de Yui.

 

—Bien, así me gusta, callados los dos —deshice el agarre luego de unos segundos de silencio.

 

—¿A dónde vas con mi ramen? —interrogó con su azulina mirada, y sus ojitos acuosos, a punto de llorar.

 

—¿No es obvio? A la basura, donde debería estar.

 

—¡No, por favor! —rogaron desesperados—. Ya no haremos ruido, solo no botes nuestro amado ramen —pidieron ambos con los ojos brillosos.

 

—Vayan a sus habitaciones.

 

—Sí… —acataron con la cabeza agachada—. Esto es tu culpa.

 

—¿Mi culpa? Tú fuiste quien…

 

—¿Acaso no aprenden? —alcé mi voz para que me escucharan bien.

 

—¡Lo siento! —corrieron a sus cuartos.

 

—Ahhh… —suspiré cansado, después de oír cuando cerraron las puertas, al mismo tiempo.

 

—¿Qué se siente ser la madre de dos niños? —sonrió burlonamente, mostrando sus blancos dientes, en especial sus colmillos filosos.

 

—Fatal —me dejé caer pesadamente en la silla—. Creo que a este paso voy a envejecer más rápido —dije sobándome las sienes.

 

—Nunca pensé que eso saliera de tus labios, Uchiha —pelaba con parsimonia una manzana verde, lo hacía con estilo, como así lo decía él.

 

—Muchos menos yo —recordé la despedida de Itachi y volví a soltar otro suspiro.»

 

Me siguía echando la culpa por no haber botado la bendita sopa a la basura el primer día que llegué a esta casa, de haber sido así, el dobe no hubiera contagiado a Yui con su mal hábito de comer esa porquería y nada de comida saludable.

 

—A este paso, engordaran más que la familia Akimichi —comentó en son de mofa.

 

—Sigue así y morirás sin darte cuenta —lo amenacé con mis ojos característicos del clan Uchiha.

 

—Está bien ¡qué humor!

 

Yui bajó atropelladamente, ya vestida con su ropa simple de casa, me miró y sonrió ampliamente, una verdadera sonrisa de oreja a oreja. Tenía una gran noticia que le emociona mucho y no puede aguantar las ganas de contármelo. Pero al parecer iba a esperar que estemos todos juntos.

 

Escuchamos la puerta principal abrirse y el grito-saludo de Naruto, quien acababa de llegar de una misión que duró aproximadamente una semana. Yui se olvidó por completo de su comida favorita y se levantó a darle una cálida bienvenida, una que no pensaba dársela, y él lo sabía.

 

Nos sentamos todos en la  mesa del comedor, ahora sí comía mi ensalada llena de verduras nutritivas, mientras ellos disfrutaban de su sopa caliente, que les sacó una sonrisa —en mi opinión—algo infantil. Como terminé más rápido que ellos (quienes no solo se confortaban con un solo tazón de ramen), me levanté a lavar los trastos sucios.

 

—¿Saben? —comienzó Yui, luego de terminar otro plato—, mañana hay algo importante en la academia, quisiera que vayan.

 

—¿Uhmm? —se tocó la barbilla en forma de meditación profunda—. ¿Importante?, ¿acaso te gradúas? —sueltó una carcajada, ya que aún falta unos cuantos años para que pase aquello.

 

—Pues… —un ligero sonrojo se asomó en sus pálidas mejillas— ¡sí!

 

—¿Eh? ¿En serio? —preguntó sin podérselo creer, recibiendo un asentimiento como respuesta—. ¡Muy bien por ti, Yui! —se paró de su silla para felicitarla con un gran abrazo asfixiante.

 

—Estoy muy orgulloso de ti, Yui —me sequé las manos con un mantel y le removí sus cabellos azabaches—. Naruto y yo nos graduamos a los trece años, y tu solo con diez años; ese es un gran logro.

 

—Van a ir a verme, ¿verdad? Seré la única de mi promoción, pero me gustaría me vieran ascender a Genin.

 

—Por supuesto, linda —la cargó en su espalda—. Además, ¡mañana comienzan mis vacaciones! —le hizo el avioncito por toda la cocina.

 

—¡Sí, papá estará conmigo!

 

Yui… Naruto… Gracias por darme un hogar.

 

Al día siguiente, fue la pequeña Uchiha quien nos levantó, estaba súper emocionada; había preparado el desayuno, con la ayuda de Manda, y nos atendió como si hubiéramos sido nosotros quienes subieron de rango y no ella. Nos dijo que ese era su regalo en agradecimiento por todo lo que habíamos hecho por ella, mostrando su sonrisa brillante. Aquella sonrisa que traía, poco a poco, la luz a mis ojos.

 

La ceremonia fue… aburrida, Naruto tuvo que hacer un gran esfuerzo para no quedarse dormido parado; francamente, la Hokage Tsunade es algo parlanchina, las palabras parecían nunca acabar. Desde donde estaba, podía ver claramente la cara soñolienta de Yui, a ella tampoco le gustaba los discursos largos, había apagado —momentáneamente—su efusividad.

 

¿Cómo celebramos esta noticia? Pues… comiendo en el Bar de IchiRaku Ramen.

 

Fin

 

 

 

—¡No jodas! —se oyó la exclamación por todo Konoha.

 

—Sasuke-san… —habló temeroso por su vida, ya que el portador del Sharingan lo miraba de manera intimidante.

 

—No, no, ¡no! —arrojó el libro que tenía en sus blancas manos—. Esto es una mierda, me hace ver como una madre amorosa.

 

—¿Por qué mamá está molesta? —preguntó una morena a su padre, quien solo sudaba nervioso, no era la reacción que esperaba de su pareja.

 

—P-pero de esta manera queda mejor y podrá ser el libro más vendido en toda la aldea —intentó explicar, pero las palabras le salían atropelladamente.

 

—¿Dónde…? ¿Dónde está…? —tapó su rojiza mirada con su cerquillo—. ¡Dónde está mi verdadera historia! ¡Dónde está toda la sangre y cuerpos mutilados que conté! ¡El dolor, las penas, las miserias…! ¡¡Responde, maldita sea!! —sacudió al pobre hombre asustado.

 

—Tuvimos que censurarlo, era muy fuerte, incluso para mayores de edad.

 

—¡Me importa una mierda! Si aquellos débiles no pueden soportar mi historia, pues que no la lean, en vez de modificarla por completo. Además, ¡yo no soy la mamá de la historia! ¡Soy el puto protagonista! —gritó fuera de sí.

 

—Mamá, a mí me gustó —dio a conocer su opinión, para calmar la situación, pero ocurrió lo contrario.

 

—Mocosa del demonio, ¡cuántas veces te tendré que decir que no soy tu mamá!, soy tu papá, ¡tu papá!

 

—Papá —giró a encarar al rubio que seguía inmóvil en su lugar—, quiero comer ramen.

 

—Sí, amor, dejemos a mamá, que parece que no está en sus días felices.

 

—¡Te oí, usuratonkachi!

 

 

Notas finales:

Bueno, eso es todo.

 

Ejem... No quise poner parejas homosexuales, como Sai con Gaara, o Shino con Kiba, etc, porque me parece que sería como quitarle el poco realismo que intenté ponerle. En cambio, coloqué Sai con Sakura y Kiba con Hinata; la primera, porque me acordé de Kaede, quien me dijo en un review que le gustaba esa pareja, y la otra, porque Neji murió y no pude revivirlo.

 

Además, no puse m-preg, ya saben, por el realismo de las cosas, jejeje.

 

Y ese final que le puse, pues me pareció que le había puesto mucho OoC de parte de Sasuke, así que decidí poner como si la culpa de eso fuera el escritor de la biografía del Uchiha y no mía, astuto, ¿no creen?

 

Sara: No, estúpido, sí.

 

Finalmente, (pucha, escribo demasiado) mañana iba a publicarlo, por el día de los enamorados, y porque hoy en la mañana no tenía el final. Pero las solteras de mis amigas me invitaron a pasar juntas el día de "la amistad". Y no iba a venir hasta las ocho de la noche, hora que no me gusta publicar, así que falté a mis clases de inglés y lo terminé, jojojo.

 

En fin, me despido... Respondo a cualquier pregunta.

 

Bye-bye (:

 

P.D: Podrían responderme esta interrogante que no me deja vivir en paz: ¿Qué título les gusta más?, ¿Mi final de Naruto? o ¿Un último pedido de vida? Yo voto por el primero, pero me gustaría que me digan sus opiniones. Ahora, sí, cuídense.


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