Esa misma mañana, gracias a las indicaciones de Jonnhy y Yosaku los mugiwara habían logrado llegar a su siguiente destino: el restaurant marítimo, el Baratie.
Como siempre, desde primeras horas de la mañana se habían visto involucrados en problemas gracias al idiota que tenían por capitán, quien esta vez había logrado cabrear a un oficial peli rosa de la marina y que, en un intento por proteger al Merry, había terminado por volar el techo de aquel restaurant con una bala de cañón.
La navegante no pudo evitar golpearle ante tal estupidez, ya que además del destrozo que había ocasionado, el pelinegro siendo tan honesto como era, se había dirigido al Baratie en busca de su dueño para pedirle las disculpas correspondientes por su “fallo de cálculos”.
Mientras que el resto de la tripulación, al verse librados de su compañero y sin nada más que hacer, aprovecharon aquella oportunidad para comer en un restaurant de lujo como lo era aquel y poder disfrutar de los alimentos sin tener que estar cuidando del estómago con patas que tenían por capitán.
Además, la comida de aquel lugar era deliciosa, no era ni comparable con lo que comían día a día en el barco y, esperan que al menos, Luffy hiciera algo por una vez en su vida y lograse convencer a alguno de los cocineros de aquel lugar para que los acompañase en su viaje por el Grand Line.
El almuerzo transcurrió con una calma poco común, pero sin que ninguno de los presentes lo supiera, esa era tan solo la paz antes de la tormenta.
Mientras Zoro se encontraba terminando de comer lo que sería su postre, recibió tal golpe en la cabeza que hizo que se cayera de la silla, rompiéndola de paso por la potencia del ataque.
Usopp y Nami se pusieron en alerta, asombrándose al ver que el que se había atrevido a golpear al espadachín era un chico de su edad, rezando interiormente por aquel pobre desgraciado al conocer a ciencia cierta cómo reaccionaba el peliverde en ese tipo de situaciones.
Completamente enfadado, Zoro volteo su cabeza para golpear al que se había atrevido a hacer semejante idiotez; pero que para el asombro de sus nakama, este se había quedado completamente callado y con las palabras atoradas en la garganta al ver de quien se trataba.
De todas las personas, no se esperaba que fuese el… no al menos después de tantos años, poder volver a verle en un sitio como aquel…
-vaya, vaya. Parece que cierto cabeza de lechuga no es capaz de tener un mínimo de cortesía y venirme a saludar-comento el chico, con un tono de voz entre burlesco y cabreado- ¿o es que acaso ya no me reconoces, después de la última vez que nos vimos? No, si ya sabía yo que los marimo no tenían cerebro- pregunto mientras expulsaba con calma el humo del cigarrillo que fumaba en aquellos instantes de sus labios-
-¿Sa…Sanji?- consulto el peliverde, completamente asombrado. No se lo podía creer, en verdad era el después de todo-
Tsusuku (o tal vez no)