Cerró la puerta con desesperación, fuertemente, logrando que el ruido del portazo retumbase por toda el apartamento y ocasionando que incluso los cristales de las ventanas retumbasen célebres. JongIn tiró sus cosas en cualquier lugar de la casa, pateando mesitas y sillas, incluso su propia mochila escolar junto a la carpeta que había dejado desparramada en el suelo por culpa de aquella rabia contenida con la que había entrado a su minúsculo hogar de cuarenta metros cuadrados. El joven de tez pálida y mirada brillante, profundamente negra, avanzó hasta su habitación sin preocuparse de nada ni nadie, dejando que las lágrimas se adueñasen de sus ojos tan rápidamente cuando el recuerdo le asaltó sin ningún tipo de consideración; se tiró a su cama, ahora sólo ataviado en aquellos pantalones formales de uniforme, con la camisa blanca abierta de par en par y la chaqueta (Junto a los zapatos) regada por el cuarto, encima de la alfombra.
Seguía sin poder creer lo que había visto.
LuHan, su mejor amigo, había besado a SeHun, aquel chico que había llegado hacía poco a Corea luego haber estado algunos meses en el extranjero con su familia. Aunque eso no era lo que más dolor creaba en JongIn, el verdadero problema, la verdadera traición era el hecho de que Kai le había confiado a su mejor amigo que estaba enamorado de SeHun desde que lo vio la primera vez en el salón de la escuela. Porque esa era otra, uno de sus tormentos personales. Se sentaban juntos, hombro con hombro, en clase, puesto que Oh SeHun era menor que él por meses y por ello había quedado en la misma aula que el de cabellos negros. El morocho gritó ahogadamente contra su almohada mientras que las lágrimas descendían incontrolables de sus ojos, aferrándose fuerte al mullido cojín mientras que su cuerpo se tensaba, agarrotado por el dolor que sentía su corazón en esos momentos. JongIn no podía ni siquiera imaginar la magnitud de su sentir, de todo lo que aquel chico significaba para él aun cuando sólo hubiesen cruzado no más de diez frases desde que se conocieron. JongIn tampoco podía soportar el hecho de que LuHan le hubiese jugado a traición de ese modo y eso era lo que hacía llorar a JongIn con fuerza, mucha fuerza; eran amigos, los mejores, casi hermanos y, el saberse herido de aquella forma era incluso más doloroso que el hecho de haber visto aquel beso.
Sin embargo, tuvo que calmar un poco su llanto, respirar profundamente y retirar sus lágrimas con el dorso de sus manos al sentir el timbre de su apartamento sonar. Desganado, se abrochó de nuevo la camisa y frotó de nuevo sus ojos con las mangas, hipando suavemente, dejando que sus gruesos y sensuales labios fuesen mordisqueados por sus caninos. Se echó el cabello hacia atrás y cubrió un poco mejor la seductora piel morena que poseía. Cuando abrió la puerta lo único que atinó a hacer fue abrir ligeramente la boca, entreabriendo los labios mientras ampliaba sus ojos. Ahí, en su puerta, se hallaba un muy sonrojado Oh SeHun con la cabeza gacha y jugando nerviosamente con sus manos mientras que a su lado se encontraba un muy sonriente LuHan, palmeando el hombro derecho del menor de los tres. El de nacionalidad china mostró sus blancos y alineados dientes en una sonrisa amplia y resplandeciente.
– Eres un bobo impulsivo. – El rubio sólo amplio un poco más su sonrisa mientras que el de cabellos castaños mordisqueaba un costado de su labio inferior, terriblemente nervioso a la vista de ambos mayores. JongIn parpadeó y antes de poder reaccionar como se lo habría esperado al ver a la persona que amaba y a su mejor amigo (O ex mejor amigo) delante de su puerta, LuHan empujó delicadamente a SeHun logrando que éste perdiese impulso y que acabara en los brazos tostados de Kai. Quien le abrazó de la cintura intentando evitar que cayese al suelo o que se hiciese daño. – Nos vemos, parejita. – Canturreó el rubio mientras reía burlonamente, cerrando la puerta que Kai forzadamente había soltado para poder atrapar entre sus brazos a SeHun. El de piel tostada parpadeó, aún sin poder entender lo que estaba pasando y con un muy tímido y adorable castaño entre sus brazos, más rojo que un farolillo de navidad. – N-No me gusta LuHan gege, s-siempre me gustaste tú. – Murmuró el menor mientras que elevaba la cabeza y miraba con sus brillantes orbes los negros pozos de JongIn. Éste parpadeó de nuevo y su mirada brilló acuosa. – L-Lo dices… ¿Lo dices en serio? – Preguntó, tímido y algo tembloroso, estrechando con más fuerza sus brazos entorno a aquella pequeña cinturilla.
SeHun asintió con una hermosa sonrisa.
JongIn la correspondió, olvidando los minutos anteriores a su llegada pues ya había tiempo para aclarar todo aquello. Una paz inmensa se instaló en su pecho, sintiendo como la rabia y dolor iniciales se disipaban como un bruma espesa, dejando paso a la claridad. Y cuando los tiernos labios del menor se apoderaron de los suyos, Kai no pudo ver nada más, pues la negrura se apoderó de sus ojos tras sus párpados cerrados, disfrutando de aquel roce con todas sus ganas, abrazándose más fuerte a su pequeño amor. SeHun correspondió en todo momento a los ademanes del más alto, sintiéndose igual de feliz, con el corazón latiéndoles al unísono y ambos rostros completamente rojos.
JongIn pensó que nunca se había sentido tan gratamente sorprendido. Lo demás no importaba.
O al menos, no mientras ese beso durase.