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No importa lo que pase, no importa lo que hagas, siempre voy a cuidar de ti.
- ¡Cállate! ¡No sirves para nada!
Me interpongo en el camino del golpe que lleva tu nombre, solo para que tu fino rostro no cargue con las marcas del dolor.
- ¡Eres una marica, por eso tu madre nos dejó! ¡Mírate, tu hermano y tú dan asco!
Te siento estremecer entre mis brazos cuando no puedes contener tus sollozos y tus miedos se vuelven reales.
- ¿Y si nos vamos? ¿Y si partimos?
Despejo tus dudas y devoro tus penas, mientras estés a mi lado no te dejaré que caigas para no verte desvanecer con mi corazón…
Pero un día lloras, lloras demasiado. No puedes hablar, no coordinas palabras, miras en todas direcciones como si las sombras te atacaran. Te siento lejos pero a la vez más cerca. Me necesitas, lo sabes, lo sé, pero aun así no hablas. Callas.
- Hice algo malo…
¿Algo malo? Si todo lo que viene de ti es bondad, si cada sonrisa en un amanecer y cada caricia una briza nocturna.
- Quería lastimarme…querían…
Di su nombre y no verá un porvenir. Muestra ante mí la abominación que Dios o Lucifer crearon en tu contra, que si es necesario lucharé contra ambos, entregando carne y alma para proteger tu sonrisa.
- No fue mi intención…
Abriste la puerta revelándolo, lo que quise y no pude hacer. Me muestras tus manos y sollozas. El rojo siempre te ha quedado bien, aunque te prefiero de azul celeste o blanco, va más con tu alma y aclara tus ojos.
- ¿Qué hacemos?
Hacemos. Sabes que siempre seremos dos. Pero déjamelo a mí, no permitiré que te culpen por actuar. Si alguien ha de saberlo lo silenciaré y si no es posible tomaré la culpa. Te soy más fiel que el mejor de los esclavos o el más leal de los ciervos.
- ¡Te ayudaré!
Tu impaciente voz, con matices de miedo y nerviosismo, me hace tan feliz. Lo siento, pero no quiero tus tibias manos heladas por rocas con forma humana, si alguien ha de helarse las manos color carmín, de todos te aseguro que no serás tú.
- Perdóname, por favor…
¿Qué hay que perdonarte? En el momento que llegaste ya estabas escusado que lo que hiciste y harías, incluso me excusaste a mí de una vida sin ti.
- Partamos
Sonríes aliviado ya que todo ha terminado. No hay firma de tu crimen y el carmín está ya bien guardado. Viajamos lejos, a donde tus sueños me indiquen y mis pies puedan llevarte. A veces me maldigo por ser tan humano, tan carnal y terrenal. ¿Por qué no puedo tratarte como a una divinidad si eres tu mi religión, mi agua y mi pan?
- Te quiero
Eso es todo. Puedo vivir una vida entera, no necesito más. Prívame del sol y las risas, pero jamás dejes mi lado, que no saber de tu bien me pone mal y mis entrañas me riñen.
Pero hoy está calmado y sé que hay mal porvenir. Ya lo he oído y me he preparado. No me odies, porque me matarías y muerto no puedo cumplir mi cometido. Ya es hora de dormir y sabes bien por qué. Estréchame entre tus brazos una vez más y déjame besar tu frente, que necesito valor para esta dura prueba.
Les escucho a lo lejos, claman nuestros nombres. ¿Cómo se atreven a decir tu nombre con esos labios impuros? ¿Cómo usar aquellas palabras para referirse a ti? Pero ya está bien, mi carne no es suficiente para detenerlos a todos pero si para ser más rápido.
Cierra los ojos y piensa en las estrellas, siempre te han encantado tanto. Quizá porque son lejanas y ahí no pueden dañarnos…
Ya es hora. Debo cerrar tus ojos para que no lo hagan ellos con sus actos barbaros, recuerda que te quiero. Pronto iré a seguirte, es solo que debo seguir protocolos aquí. ¿Por qué no voy ahora? Simple. Porque yo te quiero, te quiero más que a mí.