Un mundo en donde las manos eran como una puerta hacia tu alma, el calor de ellas reflejaba el calor de tu corazón y por ende si estas eran frías tu corazón también lo era, o eso suponían todos porque nadie se atrevía a ver tras esa frialdad exterior. Así, alguien con manos cálidas era considerado una persona agradable, de buen corazón y amable y por otro lado las personas con manos frías...era mejor evitarlas.
La temperatura de tus manos no era siempre la misma, cuando eras un niño tus manos tenían una temperatura estable que no era considerada ni fría ni cálida, pero al alcanzar la madurez mientras el carácter era forjado tus manos adoptaban un calor específico. La mayoría de los niños llegaba a la adultez con sus manos cálidas, pero siempre hay una excepción.
Lee Jinki era uno de los integrantes de la corte que acompañaba al rey en su diario vivir. La vida de cortesano era relativamente simple, sólo se trataba de ser buena compañía después de todo. Entre cortesanos acostumbraban casarse con personas que pudieran aumentar su estatus social, pero Jinki a pesar de ser uno de los cortesanos más queridos por el rey había pasado su etapa de cortejos y aun no conseguía casarse.
Por su puesto había tenido un montón de pretendientes, todos se enamoraban de sus pequeños ojos afilados, algunos pocos habían conseguido ver sus sonrisa cayendo en su encanto al instante y otros eran atraídos solo por interés, de cualquiera manera hubo un tiempo en donde no le faltaban las ofertas de matrimonio.
Jinki se dio el tiempo de conocer a cada uno de sus pretendientes, pero cada vez que alguno tocaba sus manos se alejaba asustado y terminaba de inmediato con todos los cortejos. Y es que Jinki tenía las manos mas frías de todo el reino y para ser más exactos era el único humano conocido que las poseía. Su temperatura era equivalente a un frio cubo de hielo y claro, a nadie le gustaría sostener un cubo de hielo por el resto de sus días. Sin mencionar el hecho de que tenían miedo de cómo podría ser su corazón.
La primera vez que su matrimonio se vió cancelado, se sintió terrible y es que ser rechazado solo por la temperatura de sus manos luego de haber convivido por meses con su prometido le resultaba increíblemente doloroso, a tal punto de que ni siquiera las lágrimas lo liberaban del sufrimiento. ¿Acaso quien decía amarlo no veía el color que se posaba en sus mejillas cada vez que le hacia un cumplido o no escuchaba el latido acelerado de su corazón cada vez que lo veía? ¿Eso podría sentirlo alguien con un corazón frio?
Miraba sus manos con detención y no encontraba nada extraño en ellas, tenía dedos como todos, líneas cruzando su palma, su color era normal ¿Cómo era posible que al ser frías cambiara algo? ¿Cómo era posible que al ser frías el amor que decía tener por él se terminara en unos pocos segundos? Jinki se decepcionó fácilmente de su primer prometido, aunque eso no disminuyo el dolor creciente en su pecho ni impidió que una herida se formara en su corazón.
Si tan sólo mis manos no fuesen tan frías...
Después del decimo matrimonio cancelado Jinki concluyó que algo andaba mal con él, obviamente era culpa de sus manos frías pero no dejaba de pensar que si el fuera alguien mas atractivo, sus prometidos no lo dejarían tan facilmente. Finalmente terminó culpandose a si mismo pero a la vez dejo de sentirse herido y se acostumbró al rechazo; no dejó de tener pretendientes ni de aceptarlos porque pensaba que esa era la única manera de compartir su vida con alguien aunque fuera por un corto periodo de tiempo, prefería esa corta compañía a la larga e interminable soledad que veía en su futuro.
Con el pasar de los años vio como la mayoría de los cortesanos de su edad contraían matrimonio. “Está bien” se decía para reconfortarse cada vez que la soledad se hacia su compañera. Llegó al punto de pensar que sus manos eran una señal del destino para indicarle que debía pasar el resto de sus días en soledad y así se fue convenciendo de que nunca nadie sostendría sus manos, y lentamente fue odiando a cada persona que lo había rechazado por esa razón. Dejo que el frio finalmente llegará a su corazón, convirtiéndose en una persona reservada e introvertida, se fue adaptando a la soledad y finalmente dejo de llorar y también de sonreír.
Si creen que soy frio, demostraré todo lo frio que puedo llegar a ser.
Aunque todo cambio con la llegada de un nuevo integrante de la corte. Kim Jonghyun, un joven muchach omás o menos de su misma edad, extremadamente apuesto, piel tostada, risueño por naturaleza y poseedor de una sonrisa encantadora, fue la única persona que no se dejo engañar por la fría apariencia de Jinki.
Desde el día en que lo conoció no se despegó de él y lo seguía a todos partes como un cachorro a su amo. Claro que Jinki trató de usar todas sus técnicas para alejarlo, como hacía con los demás lo trataba indiferentemente, lo ignoraba cuando le hablaba, trataba de evitarlo y hasta llegó a tratarlo con desprecio; pero el hacerlo le resultaba terriblemente difícil, no soportaba ver su rostro de decepción o tristeza por lo que empezó a comportarse agradablemente con él y notó gustoso como cada vez que le prestaba un poco de atención Jonghyun sonreía y sus ojos brillaban como dos estrellas.
Se encontraban ambos recostados de espaldas en el pasto dentro del jardín del castillo, Jinki había convencido a Jonghyun de ir a ver el cielo al atardecer ya que le encantaba ver la gama de colores del cielo antes de oscurecer por completo.
-Mira Jonghyun hay celeste, rojo y amarillo. ¡Hasta hay morado! ¿No es genial? – comentó el mayor emocionado mientras apuntaba el cielo con sus dedos. Jonghyun a su lado sólo sonrió como respuesta, ni siquiera estaba mirando el cielo, lo único que podía contemplar era el perfil de Jinki, que parecía especialmente radiante esa tarde.
-Claro que sí, es genial – Jonghyun se acercó un poco más a Jinki dejando que sus hombros se tocaran, le encantaba sentir el contacto del mayor ya que le recordaba lo real que era. Porque a veces pensaba que todo se trataba de un sueño, uno de esos sueños perfectos en donde se encontraba con un ángel y tenía miedo de despertar y perderlo, pero con solo rozar a Jinki se daba cuenta de que todo era verdad y que Jinki realmente estaba junto a él.
Luego de eso se quedaron en silencio por largo rato, Jinki contemplando encantado el cielo y Jonghyun, pues bueno a pesar de hacer un esfuerzo por mirar el cielo Jinki le parecía mil veces más hermoso y cautivante, tanto así que no se dio cuenta de que sus pensamientos atravesaron sus labios.
-Me gustas tanto…
Para cuando fue conciente de su error Jinki ya había girado su rostro para verlo de frente, sus mejillas ardían y Jonghyun se hizo presa del pánico. Pero la sonrisa un poco tímida en el rostro del mayor lo hizo sentirse aliviado al instante y a la vez estampar una sonrisa en su propio rostro.
Jinki por otro lado sintió su corazón acelerarse después de mucho tiempo debido a esas simples palabras, su estomago se revolvía ligeramente y el tiempo se detuvo congelando todo a su alrededor.
A pesar de haber escuchado palabras como esas una infinidad de veces tenían un valor completamente diferente cuando se trataba de Jonghyun, se sentía tan feliz y afortunado en ese momento que se propuso hacer hasta lo imposible para prolongar la compañía de Jonghyun a su lado.
Creo que me gustas demasiado también.
Nadie se sorprendió cuando Jonghyun comenzó a cortejarlo formalmente, ni con la fijación de su matrimonio, la mayoría había notado un pequeño cambio en Jinki que sólo era visible cuando Jonghyun estaba cerca. Era al único al que le mostraba su lado agradable y cálido, el único con el que era sincero y honesto, al menos la mayor parte del tiempo. Porque Jinki hizo lo posible por ocultar sus manos de Jonghyun, cada vez que este intentaba tocar sus manos el las escondía en sus bolsillos, tras su espalda o fingía que tenia comezón y rascaba su cuerpo. Utilizaba miles de excusas para evitar ese momento porque temía que cuando Jonghyun sintiera el frio de sus manos lo abandonaría como todos sus pretendientes anteriores. Y eso era algo que no podría soportar, aunque sabía que sucedería de todos modos prefería postergarlo lo más posible.
Las visitas de Jonghyun eran cosa de todos los días ahora que eran prometidos y Jinki empezó a depender lentamente de su presencia para sonreír. Cuando estaba con él, sus sonrisas salían por si solas y eran las más sinceras, con Jonghyun sonreír era como respirar.
Sentados en el sofa de la sala uno junto al otro, Jonghyun hablaba de lo feliz que sería el día de su matrimonio y como seria su vida de casados, Jinki escuchaba todo con una latente tristeza.
“Quiero que la ceremonia sea al aire libre durante el atardecer para que en ese momento especial puedas mirar el cielo que tanto te gusta”
“Viviremos en una casa pequeña pero acogedora así podre encontrarte en cada rincón al que vaya”
Le gustaría que todas las cosas que el menor decía se hicieran realidad, pero sabía que su matrimonio era sólo un sueño que pronto se rompería al igual que su corazón. Trató de convencerse de que no le dolería el rechazo de Jonghyun, que podría superarlo como las otras tantas veces, después de todo ya estaba acostumbrado al rechazo. Sim embargo, aunque su cerebro entendía su aún corazón no lo hacía. Sus sentimientos por Jonghyun eran cada vez mas fuertes e ilusionarse con un matrimonio y una vida que jamás se haría realidad solo lo dañaban más. Por eso en ese mismo instante se quebró.
No puedo engañarme más.
Con brusquedad sujetó el rostro de Jonghyun con ambas manos mientras lo miraba con intensidad.
-¿Sientes esto? – en ese momentó Jinki vio como un escalofrió recorría el cuerpo de Jonghyun y sintió un dolor punzante en su corazón, pero eso no le impidió continuar – No nos casaremos así que deja de decir esas cosas – el menor lo miró sorprendido por unos segundos.
-No pensé que tus manos fueran…tan frías – Dijo Jonghyun con la mirada ausente.
-Puedes terminar con los cortejos ahora mismo y no te preocupes por el matrimonio haré los arreglos para que se cancele lo más pronto posible –Jinki cabizbajo sentía como su corazón se comprimía con cada palabra y comenzó a retirar lentamente sus manos de las mejillas del menor.
-Espera ¿de qué hablas? – Jonghyun lo miró desconcertado mientras llevaba sus manos sobre las manos de Jinki impidiendo que las retirara de su rostro.– No quiero dejar de verte y mucho menos cancelar nuestro matrimonio.
-Pero… mis manos… son frías – Jinki pudo sentir ligeramente el calor de las manos de Jonghyun y quedo desconcertado por ello y por las palabras recién dichas por Jonghyun – por eso he tenido tantos pretendientes y aun no me he casado, Jonghyun. Nadie quiere sostener un par de manos frías por el resto de sus días. Y piénsalo un poco, si mis manos son frías ¿no te da miedo que mi corazón también lo sea? Todos saben lo que significan las manos frías.
-No, no. No es así, Jinki. La gente sólo supone lo que el frío significa, pero nadie se ha dado el trabajo de investigar tras él y….- Jonghyun se quedó pensativo por un momento, con la mirada baja - … si tu corazón fuera frío como tus manos…. Frías como el hielo… - alzó la vista para dirigirle una mirada llena de angustia - el hielo es tan fácil de romper, con un solo golpe se quiebra en mil pedazos… ¿tu corazón es así de frágil?
-Yo…yo – titubeó Jinki – Jonghyun… ¿por qué aun te preocupas por mí?
-Porque me gustas y te amo – dijo con firmesa – El hecho de que tus manos sean frías no cambia mis sentimientos. Jinki, si te preocupa eso, olvídalo. Yo calentaré tus manos ¿de acuerdo? – finalizó mirándolo con ternura.
Jonghyun finalmente soltó las manos de Jinki, y este las llevó a sus propias mejillas sorprendido al sentir un ligero rastro de calor en ellas. Jonghyun le regaló una sonrisa divertida y Jinki por primera vez pensó que quizás sus manos eran tan frías simplemente porque estaban esperando a alguien que las calentara.
-De acuerdo – respondió Jinki mirando los ojos de Jonghyun cargados de cariño, sintió un nudo en la garganta y como sus lágrimas se formaban en sus ojos. Entonces abrazó a Jonghyun como si su vida dependiera de ello y con palabras silenciosas le agradeció infinitas veces por su amor. Jonghyun correspondió aquel abrazo con fuerza rodeando los hombros de Jinki, mientras era invadido por su aroma y le susurraba lo mucho que lo amaba al oído.
También te amo.
Desde ese día las manos de Jinki dejaron de estar frías porque estaban siempre unidas a las de Jonghyun. O en su defecto cuando se encontraba solo y sus manos volvían a enfriarse, bastaba con colocar las manos en su pecho y sentir los latidos de su corazón mientras pensaba en Jonghyun para que sus manos volvieran a calentarse.
Pero luego de su matrimonio nada de eso fue necesario porque al unir definitivamente su vida a la de Jonghyun sus manos adquirieron una calidez natural, una calidez que transmitía tranquilidad y felicidad, una calidez que era compartida única y exclusivamente por Jonghyun, quien logró deshacerse del mito del chico de las manos frías.