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Vuelve por LadyScriptois

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Notas del fanfic:

Inspirado en la cancion Quiero Que Vuelvas, de Sheryl Rubio y Lasso.

 

La cancion no me pertenece, ni los personajes, solo la trama.

Notas del capitulo:

Cancion: http://www.youtube.com/watch?v=P9Co4NIzAIk

Por si la quieres escuchar, no se.

Ya esta culminado, asi que comenten si lo desean, para subir el proximo.

 

 

Capítulo 1

 

:::

 

«Piensa en mí. Todo lo que hice por ti… Debes tratar de olvidar y perdonar… ¿Cuándo vas a escuchar? ¿Cuánto tengo que cantar? ¿Cuándo vas a escuchar? ¿Tengo que gritar?»

 

:::

 

Sintió como alguien besaba su blanca espalda y sonrió entre sueños. Le son familiares esos labios que lo recorren y lo hacen estremecer.

Los besos ascendieron hasta sus omoplatos, a sus hombros, a su nuca y a su cuello. Giró en su eje y sus labios fueron apresados suavemente por otros. Abrió los ojos para ver el rostro de ese ser que le transmitía tanta paz y felicidad

… Y solo encontró una cegadora luz.

 

—Bill… Bill…– escuchaba como una lejana voz lo llamaba, pero no podía responder, solo veía con curiosidad la pequeña linterna que le daba origen a la luz, y a un hombre de bata blanca sosteniéndola frente a sus ojos y mostrando su dedo en movimiento de un lado a otro.

Un poco mareado cerró nuevamente los ojos por unos segundos y los abrió para enfocarlos en la señora a su lado que lo miraba con ojos llorosos.

—Mami. – pronunció débilmente y Simone acarició sus manos.

—No hables hijo. Descansa. – le pidió preocupada. — ¿Quieres un poco de agua? — ofreció y su hijo asintió.

Con ayuda de su madre y del doctor, bebió el líquido y examinó el lugar en el que se encontraba, no haciendo falta preguntar donde estaba.

Recordó vagamente un accidente de auto, tal vez esa fue la causa, pero no sabía cuánto tiempo tenía en la clínica, ni que le pasó exactamente.

 

:::

 

El resto del día fue sometido a diversas pruebas por prevención y su madre lo alimentaba para recobrar fuerzas. Cuando estuvo solo con ella y se sentía más estable decidió preguntarle.

— ¿Qué me sucedió? Recuerdo un accidente, pero…

—Gracias a Dios nada grave. – dijo un poco conmocionada, con lágrimas y acariciando las manos de su hijo. — Fue una leve contusión cerebral y estuviste inconsciente por unos días.

— ¿Cuánto es por unos días?

—Cuatro. – informó.

Simone esperaba una pregunta a la que no tenía respuesta, pero nunca llegó.

 

:::

 

Al día siguiente, nuevamente fue sometido a pruebas, esta vez más físicas, como caminar y tomar objetos aplicando fuerza, actividades sensoriales, visuales, auditivas y olfativas; escribió y leyó; contestó con éxito un interrogatorio de datos básicos, como su nombre completo, fecha de nacimiento, edad, nombre de sus padres, de sus amigos, dirección, universidad, e incluso recordaba letra de canciones y su artista favorito.

—Creo que Bill ha olvidado ciertas cosas. – le explicó Simone preocupada al doctor.

—Es normal en estos casos, pero él recordara con el tiempo. – aseguró el médico. — Es importante no presionar. Cuando su cerebro esté preparado, lo hará.

Consciente de la situación y de lo sensible de su hijo, Simone tomó una decisión.

No sería ella quien le mostrará el sufrimiento a Bill.

 

:::

 

 

Un par de día después fue dado de alta y se encontraba por fin en su casa.

Le pareció su habitación un poco cambiada, pero realmente no podía reconocer las diferencias, así que alegó que sería por sus días inconsciente.

Sin embargo, la diferencia en él mismo la notó inmediatamente, cuando observó en el espejo, el reflejo de su pálido rostro.

Tomó un baño relajante y aplicó su acostumbrada rutina de jabones líquidos, cremas humectantes y fragancias, lavó sus rastas bicolores y las secó para luego encerarlas, vistió un jean negro ajustado, junto a una camiseta de igual color y con un estampado rojo, recogió sus rastas delanteras y las ajustó con prensadores negros, maquilló sus ojos con sombras y delineadores oscuros, se aplicó un poco de rubor, y brillo en sus labios. Sonrió ante el resultado.

— ¡Bill! ¡Tienes visita! – le informó su madre.

El rastudo imaginando quienes serían, bajó inmediatamente. No quería vivir como un ex–inconsciente toda su vida. Ya sentía se sentía listo para retomar su vida.

—Salí corriendo apenas me entere. – le abrazó  desesperadamente un platinado. — Nos diste un enorme susto.

— ¿Cómo te sientes? – le preguntó Leah, empujando a Andreas y abrazando a Bill.

—Estoy muy bien. Ya necesitaba volver a casa. – sonrió y se sentó en el sofá junto a sus amigos.

—Y nosotros estamos felices de que vuelvas. – aseguró la chica con cabello teñido de rojo. — Por cierto, mañana hay visitas en la clínica y si quieres podemos acompañarte a ver a…

—A… al doctor y agradecerle. –  cortó Andreas, ante la mirada confundida de Leah y Bill, quien luego sonrió.

—No se preocupen. Ya le agradecí antes de irme. Iré a decirle a mamá que prepare galletas. – se excusó y se adentró a la cocina.

—No lo sabe. –  le susurró a la pelirroja cuando su amigo  de dieciocho años se fue.

— ¡¿Qué?!

—Baja la voz. – pidió. — Me lo dijo hace momentos Simone. Es mejor no mencionarlo. Cree que iba solo durante el accidente y no lo recuerda. Enterarse de algo que tu mente no registra sería muy duro, y más con la gravedad de esto, es no se…

—Algún día se enterará y nos odiara. – murmuró la chica un poco sorprendida. — ¿Qué haremos cuando terminen las vacaciones? En la universidad inevitablemente lo sabrá.

—Aún falta un par de meses. Solo debemos esperar.

— ¿Esperar que? – dijo y suspiró. — Esto está mal. – susurró.

 

:::

 

Cuando subieron a la habitación de Bill, Andreas y Leah se sorprendieron de no encontrar alguna de las típicas fotos del de rastas bicolores junto a su amigo y supieron que la medida de Simone iba en serio.

 

 

Notas finales:

:)


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