¿Saben? No soy de ese tipo de chicas que busca caerle bien a todo el mundo siguiendo sus tendencias o “modas”, por eso mismo soy bastante retraída y prefiero quedarme en mi propio mundo. Realmente me parece idiota la forma en que todas las chicas llaman la atención ahora, ya sea con ropa ajustada y reveladora, celulares llamativos u haciendo escáldalos por cualquier cosa. Prefiero mi vida, básica y sin llamar la atención.
Mi instituto es uno de los mejores que hay a nivel nacional, pero aún así para mí es como otros, ya he ido a bastantes en todo lo que llevo de vida y pude comprobar por mí misma que en todos y cada uno hay las mismas clases de alumnos: Las populares, el centro del mundo, o bueno, eso piensan ellas. Los chicos guapos u atletas, siempre están ejercitando o hablando del tamaño de sostén de las huecas, qué digo, las populares. Los inteligentes, con sus anteojos enormes y pantalones cortos que dejan ver sus calcetines. Los que tienen distintos gustos musicales, buscan ser especiales u sobresalir del montón, pero para mi punto de vista, eso los hace iguales.
Cada día allí, es monótono y aburrido, no es hasta que llego a mi hogar cuando me siento cómoda. Mi cuarto, mi cama, mi computadora; mi paz.
Entre la montaneada de gente que vi hoy había alguien nuevo, una chica rara con el cabello larguísimo. Rubia, ojos calmos y una tierna sonrisa con frenillos. Me la quede mirando un rato pero como me lo supuse las huecas la invitaron a almorzar con ellas; pronto no será más que otra cabeza llena de aire.
Mientras esperaba a que termine el receso, escuchaba algo de música recostada en el césped hasta que una sombra me hizo levantarme, era esa chica. Me quite los auriculares para prestar atención a lo que decía.
-¡Perdón, no me di cuenta que estabas escuchando música! *Dijo mientras soltaba una carcajada*
-No, perdóname a mí... Es que andaba pensando. ¿Tu nombre es...?
-Ximena, un gusto. *No dejaba de mostrar esa franca sonrisa*
-Mia, y el gusto es mío. *Sin darme cuenta le sonreí*
-¿Puedo sentarme contigo?
-Claro...
Esa tarde pude ver cuán diferente era a los demás, no era hueca y mucho menos aburrida como el resto. Me caía... bien.
Comenzamos a compartir más tiempo juntas, se sentaba conmigo en el aula y en los recesos, también en el almuerzo. Cada palabra que salía de sus labios era escuchada atentamente por mí, muchas veces se quejaba de sus frenillos, creía que la hacían ver fea u graciosa; pero le quedan perfectos.
Comienzo a sentirme algo peculiar mientras la tengo cerca, mi corazón se acelera cuando acerca su rostro y siento la necesidad de probar su boca. ¿Qué rayos me está pasando? Yo no soy lesbiana, he salido con chicos muchas veces pero... No, no puede ser...
Decidí dejar de verla, mis impulsos me juegan en contra cada vez con más fuerza, no quiero hacer ninguna locura que ponga en riesgo algo tan lindo, mi primera verdadera amistad, mi primera amiga... Mi primer... amor. Iba a ser difícil encontrar una buena razón para darle, pero sería lo mejor. Ese mismo día le pedí que viniera al parque porque necesitaba hablarle sobre algo muy serio, a lo que respondió con curiosidad e inocencia invitándome a su casa.
Ya desde afuera se podía apreciar cuan acaudalada era su familia, cada detalle era armonioso con entorno, al pasar la guardia pase un lindo jardín de tulipanes de varios colores, me distraje por un momento y su voz me quito de mi pérdida en el tiempo.
-¡Mia! Te gustaron los tulipanes ¿Eh? *Dijo sonriendo tiernamente* Son mi madre, ella los adora con su vida. Pero bueno, pasa por favor y siéntete como en casa.
-Gracias, con permiso...
Una decoración para nada exagerada pero aún así vistosa me tenía dando saltos y moviendo el cuello por doquier. Era tan como la imagine, o mejor.
-Ximena... Tengo que decirte algo y prefiero que sea rápido...
-Claro... ¿Es malo? ¿Te sucede algo? *Toco mi frente y corrí su mano nerviosa*
-¡No, no es nada de eso! Sólo... Perdóname... Pero no puedo seguir siendo tu amiga... Lo siento, de verdad...
Un profundo silencio invadió el lugar... Podía sentir mi corazón enloquecido, queriendo salir y decirle realmente lo que sentía, pero no podía, no era correcto... No.
-Es por mí... ¿Cierto? No te caí del todo bien... ¡Puedo cambiar! Te prometo que lo haré, todo por ti, pero no me dejes sola... Yo... No quiero eso Mia, no lo hagas, si fui impertinente u mal educada, o te mire mal o... lo que sea... perdóname...
-¿Cómo te atreves a decir eso...? Eres maravillosa, la que arruina todo soy yo... No entenderás, no puedo decírtelo porque sé que no querrás verme jamás... *Baje mi cabeza y lágrimas caían*
En ese instante tomo mi rostro... Miraba fijo mi cara y yo no me atrevía a verle... Tenía vergüenza pero seco mis lágrimas y comenzó a acercarse... mi corazón saltaba como nunca antes mientras sentía cada vez más cerca su tibia respiración. Tome la delantera y acaricie su rostro con ternura... hasta que por fin nuestros labios fueron uno. Tan dulces y suaves como los había imaginado, no podía parar ahora... ya era tarde. Introduje mi lengua en su boca con pasión al mismo tiempo que acariciaba su cuello... Al ver que su respiración comenzaba a agitarse me separe para besar su cuello... Sus suspiros de placer me enloquecían, daba pequeños muerdos y deslizaba mi lengua muy despacio... de a poco fui bajando y desabrochando su camisa... se sonrojo y mordió sus labios, la señal perfecta para decirme que continúe... deje libres sus atributos y los acaricie con cuidado para luego comenzar a besarlos, sus gemidos me encantaban... amaba darle placer, con mi lengua saboreaba sus pezones...
-Mia... detente, por favor...
-¿Estás segura... de que no quieres que siga?...
-No es eso... yo también quiero jugar... es mi turno.