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Quizás sea un nerd, pero es mi nerd por Niji_Takagawa

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Notas del capitulo:

Buenas tardes a todos mis queridos lectores~ saben la verdad es que hoy tengo miedo de ustedes, pero como creo que es mejor no dar adelantos ni nada, y tampoco decirles por qué, porque eso sería spoilear (?) solamente les dejo leer, así que disfrútenlo:

Hide me urge que vengas a mi casa, te necesito…

Aquel corto mensaje llegó al teléfono móvil del vocalista de L’Arc~en~Ciel, y el remitente era nada más y nada menos que Tōru Nishimura, hecho que de inmediato le provocó una gran preocupación, por lo que sin darse tiempo de nada más, se puso de piel de su propia cama, donde anteriormente se encontraba jugando con su hijo. Prácticamente corrió a la habitación de su compañero de apartamento para dejarle a su bebé en brazos, y así irse lo más rápido posible, abandonando con rapidez el edificio en que vivía, para así dirigirse al edificio en que su pareja vivía, gracias a la ayuda de un taxi, pues no tenía tiempo que perder, o al menos eso parecía debido al dejo de urgencia que se podía percibir en aquel mensaje recibido. Cada segundo que transcurría dentro de aquel vehículo, sin saber lo que le ocurría a su amado, era casi una agonía, una creciente angustia alimentada por un repentino mal presentimiento que no le dejaba tranquilo, todo eso aunado a una opresión en el pecho que parecía el presagio de que algo estaba a punto de suceder. Por primera vez, el trayecto le pareció eterno, luego de experimentar esa sensación de que nunca iba a llegar, por lo que sin detenerse ni un segundo, pagó prontamente al taxista, antes de emprender su marcha, pues apenas puso un pie fuera del vehículo, corrió hasta el interior de la edificación, y no se detuvo a esperar por el elevador, sino que utilizó las escaleras, a pesar de estar a punto de caerse un par de veces, no le importó, lo único que le importaba en ese instante, era asegurarse de que el amor de su vida estuviera bien. Tan sólo ocupó unos minutos para subir los pisos necesarios, y así dirigir sus pasos a la puerta del chico pelinegro, haciendo sonar el timbre un par de veces, con un frenesí que pocas ocasiones había mostrado. Empero, no recibió respuesta alguna, y comenzaba a desesperarse, por lo que sin dudarlo, tomó de su bolsillo la copia de las llaves que su pareja le había dado, a pesar de decirle que se sentiría un invasor de su espacio personal si entraba de ese modo a su departamento, aquella ocasión podía calificar como emergencia, y entonces se podía justificar consigo mismo para no sentirse tan culpable.

Apenas cruzó el umbral de la puerta, se quedó unos segundos pasmado, pues se sintió un tanto sorprendido de no notar ninguna presencia, aparentemente, de que la residencia se hallara en medio de tanta quietud y silencio; sin embargo, unos pasos más, guiados a la sala, le hicieron vislumbrar algunos trozos de cristal negro sobre la alfombra de ésta, lo cual denotaba algún objeto roto, hecho que produjo que su angustia volviera a aparecer. Por ello, se decidió a explorar un poco la casa, en busca de alguna señal, por más mínima que fuera, de la persona que le había pedido llegar ahí, y fue de esa manera que llegó a la habitación principal, donde la puerta estaba entreabierta, por lo que no dudó en abrirla totalmente, encendiendo después la luz, pero de inmediato se sintió arrepentido de todo, desde haber acudido a aquel supuesto llamado, haber utilizado sus llaves para entrar en el departamento, haber entrado a buscarlo hasta la habitación, y luego, de encender la luz para distinguir mejor las leves siluetas que antes, se distinguían apenas sobre la cama. Se había sumido en un inevitable shock, por lo que se quedó completamente inmóvil en el umbral de aquella puerta, contemplando la escena que se pintaba frente a sus ojos, como si hacerlo fuera lo más placentero del mundo, y así fue hasta que se dio cuenta de que una de las figuras que se encontraban en la cama se comenzaba a levantar, enderezando solamente la mitad de su cuerpo para quedar sentado sobre ella, llevándose de inmediato ambas manos a sostenerse la cabeza, con una expresión desorientada y confundida que, desgraciadamente, el castaño estaba demasiado dolido como para notar.

–Cielos mi cabeza…–comenzó a recitar, justo antes de notar la presencia de aquel chico de baja estatura que lo observaba fijamente desde la puerta, a tan sólo unos metros de sí mismo– ¿Hide? Mi amor qué haces aquí…–sin embargo, la respuesta que esperaba no le llegó de inmediato, por lo que estaba a punto de agregar algo más para insistir, cuando su visión periférica le dejó darse cuenta de dónde estaba, las condiciones en que se hallaba, y más aún, de la indeseable compañía que tenía a un lado– Hide déjame explicarte…–no estaba seguro todavía de la situación que se había creado a su alrededor, pero con verse a sí mismo, la otra persona que ocupaba su cama, y la adolorida y defraudada expresión del “espectador” de aquella escena, fueron suficiente para notar que nada de eso estaba bien, y que por supuesto, le traería problemas serios.

–No quiero nada…será mejor que me vaya –el más bajo estuvo a punto de hacerlo, pues se había dado ya la vuelta para encaminarse hasta la salida, arrastrando los pies con pesadez, pero el muchacho de ojos color marrón se apresuró a ponerse su bóxer apenas, siendo éste lo primero que tuvo a la mano, para así brincar de la cama y alcanzar a su amado, tomándole del brazo para tratar de detenerlo, lo cual funcionó, pues de inmediato, éste se detuvo de golpe al sentir aquel contacto sobre su extremidad, aunque antes de decir algo, o de que el contrario lo hiciera, casi de un solo movimiento se dio media vuelta de nuevo, para así usar su mano libre en abofetearlo con fuerza, provocando así, que su brazo fuera liberado debido a la sorpresa que le había causado– no sé quién deba pensar que es más idiota…si tú, por lo que acabas de hacerme…o yo por haberte creído…

–Hide, es que si me dejaras explicarte…–al recuperarse de la impresión de haber recibido aquel golpe, comenzó a hablar, aunque apenas con un hilo de voz.

–¡Eres un canalla! –Exclamó con evidente furia, evitando de esa manera que continuara con un discurso que, para él, no tenía sentido alguno– llegas a buscarme después de dos años de completa separación, profesándome un amor sincero y completamente devoto, y al mismo tiempo buscabas sexo con tu ex… ¡pero qué clase de porquería eres tú! Te juro que siento que no te conozco en lo absoluto… ¿por qué lo hiciste? ¿Porque te pedí que fuéramos despacio? ¡¿Acaso tanto puede tu calentura?!

–Hide yo sé que todo me acusa, y las circunstancias en que me encontraste parecen no dar espacio a malas interpretaciones, pero te juro que no tengo idea de qué sucedió, sólo recuerdo que…llegó Takanori y…

–¡No quiero saber lo que hiciste con él! ¿Acaso ibas a contarme detalladamente cómo es que llegaron a la cama, desnudos? Por favor, que me lo imagino perfectamente…a pesar de lo ingenuo que puedo llegar a ser a veces, ¡no soy ningún imbécil!

–Yo no creo que seas ningún imbécil, por favor déjame explicártelo todo, Hide yo te amo con todo mi ser, y tú a mí, no puedes cegarte de esta manera y no dejarme explicarte…

–Y qué me garantiza que tus palabras no serán simples mentiras, si siempre que quiero confiar en ti, pasa algo que me hace darme cuenta del error que cometo al hacerlo, cada vez me decepcionas de un modo más terrible, ¡y yo no me merezco eso! –Comenzaba a sentirse desesperado por la situación, frustrado, dolido, sin saber realmente cómo debía reaccionar ante la situación, pues sentía cómo toda una mezcla de diversas emociones le invadía de golpe, por lo que lo único de lo que fue capaz de hacer, fue derramar algunas lágrimas desesperadas– siempre es a mí a quien todos lastiman, como si yo no tuviera sentimientos…yo sé que alguna vez te dije que confiaría en ti, en tu amor…sin embargo, en estos momentos, siento que todo a mi alrededor se derrumba una vez más, justo como en el pasado, el día que descubrí al ser perverso que reside en tu interior…ése que jamás me imaginé que tuvieras…

Tras aquellas palabras, el chico pelinegro no pudo hacer más que quedarse totalmente en shock debido a la sorpresa de recibir aquellas inesperadas palabras. Podía comprender lo dolido que se sentía, incluso comprendía la bofetada que había recibido, a pesar de saber que Hide solía ser una persona mayormente tranquila y pacífica, que detestaba cualquier forma de violencia, y también sabía que en el fondo, sus palabras tenían mucha razón, ya que estaba consciente de que en su interior en verdad residía un ser sumamente perverso que, a pesar de haberlo dejado dormido desde hacía mucho tiempo, Hide había conocido ya en el pasado, de una manera sumamente cruel. Por un momento, se odió a sí mismo ante la idea de haber vuelto a lastimar de esa manera a la persona que amaba, pero al mismo tiempo estaba consciente de que él no tenía la culpa de la situación en la que se encontraban, era sólo una víctima de las circunstancias, a pesar de no estar seguro de cómo había sucedido todo. En el momento que reaccionó, sintió que era demasiado tarde como para salir a la calle a tratar de seguir a su amado, por lo que decidió posponer su plática, por más que le doliera hacerlo, para darle un momento a solas, para que pudiera pensar todo, reflexionar, y por el momento se dedicaría a obtener una explicación de parte de la persona que aparentemente era la única que podía brindársela, y sabía que sería una tarea muy difícil, pero no le importaría cuánto le costara conseguirla, por lo que sólo retrocedió unos pesados pasos de vuelta a su departamento, donde al entrar un sonido inesperado, le sobresaltó por completo.

Se acercó rápidamente hasta la ventana que daba a la calle de enfrente, y de repente, su corazón se detuvo un momento al contemplar un grupo de personas que se aglomeraban a rápida velocidad alrededor de una persona tendida en el suelo, pues aparentemente le habían atropellado, confirmando así que el ruido que escuchó fue el freno repentino de un coche, seguido de un golpe seco en contra del cuerpo que ahora se hallaba malherido. En circunstancias cualquiera aquello no le habría importado en lo más mínimo y habría hecho caso omiso al hecho, de no ser porque en ese momento sintió un hueco en el pecho, y un nudo en el estómago y la garganta, señales inequívocas de un mal presentimiento. Fue por ello que de inmediato terminó de vestirse, colocándose los pantalones, los zapatos, y la camisa sin abrochar, para salir corriendo de su hogar, hasta bajar por las escaleras a toda velocidad, después de todo en el nervioso estado en que se hallaba, la idea de esperar por el elevador era absurda. Por unos segundos, se sintió agradecido de vivir en un tercer piso, pues no tuvo que bajar demasiadas escaleras para abandonar el edificio, ya que de esa manera logró acercarse rápidamente hasta la multitud que rodeaba a la víctima de un coche que, en cuanto su dueño se dio cuenta del incidente, se dio a la fuga inmediata para no afrontar consecuencias.

En cuanto se abrió paso entre el resto de la muchedumbre, su corazón dio un vuelco, y la sangre se le heló por completo, pues así logró contemplar a la persona que estaba sobre el suelo. Aparentemente, en medio de su desesperación y su profundo dolor, Hide había tratado de cruzar al otro lado de la calle, pero sin mirar a los lados, acción que no le dejó darse cuenta de la proximidad de un coche, el cual no tardó demasiado en llegar hasta el mismo punto por donde él caminaba, embistiéndolo por el costado. Dicho impacto había sido tan intenso aparentemente, que por eso ahora se encontraba inconsciente, y si bien su cuerpo no lucía demasiado lastimado, el suceso por sí solo había sido suficiente para crear una angustia terrible en el pelinegro que, por unos cuantos segundos, siguió sólo contemplando el cuerpo de su amado, con lágrimas en los ojos y los puños apretados por la impotencia. Requirió de un minuto más para reaccionar debido a la impresión, y cuando finalmente lo hizo, un adolorido grito desgarrador escapó de su garganta, con el nombre de éste, al mismo tiempo que se dejaba caer de rodillas en el suelo sin cuidado alguno, y sin dejar de llorar amargamente, demostrando un dolor y una angustia tan terribles, que algunas de las personas a su alrededor le miraron lastimosamente, contagiados de dichos sentimientos. Una vez que aquel joven había llegado al lugar del accidente, ya una de las personas presentes había llamado a una ambulancia, por lo que únicamente era cuestión de esperar un momento, y mientras tanto le dejaron quedarse abrazándose a su amado, sin acercarse, pues no querían interferir ni interrumpir el desahogo de sus atormentadas lágrimas, después de todo, era obvio que la escena que se llevaba a cabo frente a ellos se trataba de algo demasiado personal, sólo entre la pareja de enamorados.

–Hide…mi Hide…–Kyo se mantuvo abrazado fuertemente a su amado, sin soltarle ni un ápice en ningún momento, aunque con la suficiente delicadeza para no lastimar su cuerpo que, evidentemente, estaría herido. Después comenzó a mecerse con él en esa posición, casi en medio de un trance que se negaba a darse cuenta de que el accidente había sido real, como si estuviera convencido de que despertaría en cualquier momento, hasta que comenzó a hablar con él, susurrándole al oído con voz suave y lenta– soy el imbécil más grande del mundo…un completo estúpido…debí detenerte cuando pude, no debí dejarte salir corriendo en el estado que estabas…si lo hubiera hecho estarías bien…pero te juro mi amor, que te pondrás bien, nadie nunca te va a arrebatar de mis brazos, nunca…

Notas finales:

Yo sé yo sé lo que han de estar pensando ahora, pero recuerden que si desaparezco, no habrá continuación...ok no, jajaja sólo les pido que esperen a las actualizaciones, y pues recuerden que en los reviews me pueden dejar sus opiniones, ninguna es mal recibida. En mi página pueden enterarse de las actualizaciones y demás novedades, siempre se los digo y no dejaré de hacerlo~ vamos en 151 likes y me gustaría que sigan aumentando. Pronto subiré el siguiente capítulo, nos leemos a la próxima, hasta entonces, dulces lunas~

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