Harry vio cómo rápidamente el autobús se fue. Harry se puso la capucha, cogió aire y de paso cogiendo valor Gryffindor, con pasos seguros entró al Caldero Chorreante, yendo hasta la barra dirigiéndose al dependiente.
-¿Sí muchacho qué quieres?-Preguntó el dependiente mientras se secaba las manos en un trapo sucio.
-Eh... Si ¿una habitación?-Dijo Harry intentando poner la voz un poco grave consiguiendo que saliera ronca.
-Claro, espere aquí...-Contestó mientras se dirigía a por las llaves y un libro.
-Firme aquí y se abonará directamente en su bóveda.-Añadió el dependiente acercándole un libro en el que tenían que firmar los huéspedes para poder tener una habitación y las llaves de esta.
-Señor...¿Podría decir que no estoy aquí?-Dijo ya cuando estaba firmando viendo la sorpresa del dependiente, y cómo con facilidad cambió su mueca para no llamar la atención de los demás huéspedes.
-Claro, por supuesto pero a ¿nadie?-Aseguró algo dubitativo, Harry asintió rápidamente.
-Pues serán el doble de lo normal, tendrá su discreción asegurada. ¿Tiene algún inconveniente?-Preguntó el dependiente dejando las llaves frente a Harry.
-No, no lo tengo.-Contestó Harry cogiendo las llaves mientras el dependiente hacía señas a otro hombre para que se acercará a ellos, y recogiese las maletas.
Mientras ese hombre subía y dejaba las maletas, Harry se sentó en la barra. En segundos una mujer mayor se acercó a él, saliendo de la cocina, parecía ser la cocinera.
-¿Querido quiere algo para cenar?-Preguntó la señora amable y con una sonrisa dulce.
-Eh...¿Si no le importa?-Preguntó él dubitativo sin querer molestar a la mujer.
-¡Claro que no, no me importa hijo mío! A ver que te puedo dar...-Dijo la amable señora mientras iba a la cocina, y haciendo ruido en esta.
Él al verla se le escapó una pequeña sonrisa por esa extrovertida y amable señora. Al rato, volvió con un plato humeante de patatas guisadas con carne, hambriento se lo comió deprisa casi sin masticar, mientras la mujer cerraba la cocina y se sentaba observándole.
-Si que tenías hambre...-Comentó contenta y risueña la mujer disfrutando de ver como Harry devoraba el plato.
-Si, estaba muy bueno señora.-Dijo un poco avergonzado y le enseño una pequeña sonrisa.
-Anda hijo ve a descansar. Hasta mañana cariño.-dijo mientras recogía el plato.
-Hasta Mañana...¿Perdone como se llama?-Dijo él antes de levantarse, sin querer marcharse sin saber quién era esta agradable señora.
-Ada querido-Contestó sonriéndole al ver la ternura de jovencito que era.
-Encantado de conocerla yo soy Harry.-Dijo devolviéndole la sonrisa.
-Encantada, pero ahora jovenzuelo vete a descansar ¡Vamos!-Le dijo mientras movía las manos para que se fuera, él se rió quedamente y se fue a su habitación. Se derrumbó en la cama, desfallecido por el cansancio.
A la mañana siguiente se duchó rápidamente y se vistió con lo poco que tenía. Unos vaqueros que eran muy grandes con una camiseta que casi se le caía y una sudadera también gigante heredada de su primo.