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La verdadera Historia de Harry por IruchiSlytherin

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Pasaron horas y horas hasta que todos acabaron las tareas, aunque muchos de ellos estaban más atentos a quienes tenían como compañeros al lado que en las propias materias.

 

Harry mientras estudiaba pensaba en cómo contactar con su madrina y con el propio banco Gringotts, y las únicas maneras que se les ocurría era a través del cuaderno conectado que tenía para hablar con Abigail o a través de su “querido” profesor Snape. 

 

La opción del cuaderno tenía un pero. No podría saber si su madrina le veía como un monstruo como lo hacían los Dursley, aunque sabía que era su inseguridad hablando pero no podía evitar que esos pensamientos rondansen su mente. O también podría ir a Remus, como era profesor de defensa contra las artes oscuras, pero entonces habría más probabilidades de que se enterase la pasa arrugada.

 

Al final tendría que hacerle una visita al profesor Snape, pero no sabía si ir con los slytherin. Aunque eso provocaría que le preguntasen y él todavía no quería decir nada, entonces tendría que bajar con la capa y luego guardarla antes de que el profesor Snape se diese cuenta de que tenía una capa de invisibilidad y se la confiscase.

 

Se despidieron todos pero Harry seguía callado y ausente pensando en lo leído, teniendo una corazonada de que lo que leyó era parte de eso. Estaba tan ausente que se perdió las sonrisas picaronas de algunas serpientes hacia algunos leones. Todos lo notaron, pero los leones no le dijeron nada, sabiendo que si Harry estaba tan pensativo y taciturno no conseguirían que él dijese nada si le forzaban a contárselo. Los slytherin decidieron hacer lo mismo aunque Draco le estuvo lanzando miradas de curiosidad y preocupación, con eso los grupos se separaron para ir a sus salas comunes.

 

Nada más llegar Harry se despidió de los demás y se subió a la habitación, cambiándose la ropa por un pijama cómodo, aunque más bien se componía por una camiseta en la que salía Deadpool y unos pantalones de chándal. 

 

Antes de tumbarse decidió poner una alarma silenciosa para que le avisase dentro unas horas, cerró las cortinas y decidió echar una cabezada dando vueltas a todo lo leído, mientras sus ojos se cerraban por el cansancio notó como una brisa suave como una caricia le pasaba de pies y cabeza pero ya estaba demasiado lejos para poder abrir los ojos y con esa sensación se fue con morfeo.

 

Harry se despertó por una vibración, que al principio no sabía porque hasta que se despertó del todo y se dio cuenta que era la alarma que puso. Así que se estiró, cogió el cuaderno y le dio una aviso a Abigail de que iba a ir a ver al profesor Snape por si le dejaba viajar por su flu para hablar de cosas importantes allí. Con eso escrito en el cuaderno espero hasta que la tinta se secó y quedó en un tono verde oscuro indicando que le había llegado a su destinatario y que estaba siendo leído.

 

Sigilosamente salió de la cama recogiendo sus zapatillas de deporte y su capa con el mapa y la varita a mano se dispuso a salir pero notaba algo le acaricia la espalda así que se giró quedándose de piedra, rápido como un rayo se fue al baño sin hacer ruido preocupado de que se despertasen los demás. 

 

El espejo del baño le devolvió la misma imagen que vio en su cumpleaños en el baño de los Dursley. Se quedó sin respiración hasta que volvió en sí para hiperventilar cada vez más rápido provocando que la visión se nublase, entrando en pánico. Dándose cuenta que era otro de sus famosos y habituales ataques de ansiedad, empezó a intentar controlar la respiración, decidió sentarse en el suelo y no mirar al espejo para relajarse más rápido. 

 

Después de un rato, ya estaba mejor pero seguía temblando y se estaba secando las lágrimas que había salido solas, hizo un gesto con la varita y vio que llevaba quince minutos en ese estado, así que se levantó y con la varita se puso su glamour sin mirar siquiera de reojo el espejo y por último se tapó con la capa.

 

Fue corriendo sigilosamente hasta llegar al despacho del profesor de pociones y mirando por todos lados, se quitó la capa y la guardó en un bolsillo del pantalón haciéndola más pequeña. 

 

Hecho eso, golpeó dos veces a la puerta cogiendo aire fuertemente y esperando a que le abriese el profesor Snape.

 

Segundos después le abrió la puerta el profesor, el cual tenía cara de no haber descansado nada y le miró sin decirle nada dejándole pasar. Harry se introdujo hasta llegar al escritorio sin saber si sentarse en los sillones, así que se quedó de pie y se giró para hablar con él, ahí se fijó de que el profesor cojeaba un poco. El profesor al ver que Harry se dió cuenta le miró frío y le señaló a la chimenea donde estaban también los polvos flu.

 

-Ya me ha avisado la señorita Black, espero que esto no se haga una rutina, por que no lo permitiré. ¿Lo he dejado claro, señor Potter?-Avisó serio el profesor, aunque la voz le salía cansada, Harry le observó y asintió aclarándose la garganta.

 

-Si señor, intentaré no molestarle.-Contestó resuelto Harry, al ver al profesor mirarle encarnando la ceja, se giró hacía la chimenea cogiendo un puñado de polvo flu y entró.

 

-¡Mansión Potter!-Dijo en voz alta y clara, provocando el viaje hasta allí.

 

Nada más llegar, fue a salir de la chimenea y como siempre se encontró de culo con el maravilloso suelo de madera de la mansión Potter.

 

-¡Harry!-Exclamó una voz a su izquierda y una manos le ayudaron a levantarse, cuando se levantó vio a su madrina Abigail, vestida con un un camison largo de saten negro con blondas negras y una bata a medio atar, que era negra con una fina línea blanca.

 

-Estoy bien, tranquila. Siento mucho haberte despertado tan de madrugada pero es importante y te lo tenía que decir cara a cara.-Dijo Harry con voz baja y mirándola inseguro. Abigail viendo eso le sonrió suave y con ternura, y le acarició la mejilla.

 

-Tranquilo Harry, nunca me voy a enfadar aunque fuese una tontería por la que me despertases.-Añadió ella haciendo que Harry se les humedeciera los ojos y sonriera tímidamente.

 

Harry suspiró profundamente y sacó los pergaminos arrugados y los desdobló, tocandolos nerviosos. La miró y se mordió el interior de la mejilla. Se los entregó mientras se aclaraba la garganta, Abigail los cogió y los miró por encima, cuando acabó le miró encarnando una ceja sonriendo de lado.

 

-Te preguntarás el por que te doy esto.-Dijo Harry viendo que esta asintió, así que asintió varias veces seguidas para darse fuerza para seguir.

 

-Este verano, en casa de los Dursley, en mi cumpleaños...-Empezó a explicar pero la voz se le fue aunque siguió de todas maneras.

 

-Al día siguiente me desperté con cambios en el cuerpo, ¡no parecía yo! y bueno, estuve investigando. Cuando leí eso, me dio la corazonada de que podría ser eso.-Terminó de decir Harry acabando casi sin respirar y cerrando los ojos fuertemente para no ver la cara de disgusto en la cara de su madrina.

 

-Oh cariño... ¿Cómo no me lo dijiste? Pero bueno no pasa nada, lo pasado, pasado es. Tranquilo iremos a Gringotts para que lo confirmen y tú tranquilo nunca dejaré de quererte pase lo que pase.-Dijo mientras le acariciaba la mejilla y chasqueaba los dedos de su otra mano, haciendo que apareciera Dinda la elfa doméstica, que les trajo las capas de viaje y unos zapatos para Abigail.

 

Cuando se pusieron la capa tapando los pijamas y Abigail se calzó, guardando los pergaminos en el bolsillo de la capa. Se acercaron a la chimenea e introduciéndose en ella, cogieron polvos flu.

 

-¡Gringotts!-Dijo con voz clara mientras abrazaba a Harry. 

 

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Pasaron horas y horas hasta que todos acabaron las tareas, aunque muchos de ellos estaban más atentos a quienes tenían como compañeros al lado que en las propias materias.

 

Harry mientras estudiaba pensaba en cómo contactar con su madrina y con el propio banco Gringotts, y las únicas maneras que se les ocurría era a través del cuaderno conectado que tenía para hablar con Abigail o a través de su “querido” profesor Snape. 

 

La opción del cuaderno tenía un pero. No podría saber si su madrina le veía como un monstruo como lo hacían los Dursley, aunque sabía que era su inseguridad hablando pero no podía evitar que esos pensamientos rondansen su mente. O también podría ir a Remus, como era profesor de defensa contra las artes oscuras, pero entonces habría más probabilidades de que se enterase la pasa arrugada.

 

Al final tendría que hacerle una visita al profesor Snape, pero no sabía si ir con los slytherin. Aunque eso provocaría que le preguntasen y él todavía no quería decir nada, entonces tendría que bajar con la capa y luego guardarla antes de que el profesor Snape se diese cuenta de que tenía una capa de invisibilidad y se la confiscase.

 

Se despidieron todos pero Harry seguía callado y ausente pensando en lo leído, teniendo una corazonada de que lo que leyó era parte de eso. Estaba tan ausente que se perdió las sonrisas picaronas de algunas serpientes hacia algunos leones. Todos lo notaron, pero los leones no le dijeron nada, sabiendo que si Harry estaba tan pensativo y taciturno no conseguirían que él dijese nada si le forzaban a contárselo. Los slytherin decidieron hacer lo mismo aunque Draco le estuvo lanzando miradas de curiosidad y preocupación, con eso los grupos se separaron para ir a sus salas comunes.

 

Nada más llegar Harry se despidió de los demás y se subió a la habitación, cambiándose la ropa por un pijama cómodo, aunque más bien se componía por una camiseta en la que salía Deadpool y unos pantalones de chándal. 

 

Antes de tumbarse decidió poner una alarma silenciosa para que le avisase dentro unas horas, cerró las cortinas y decidió echar una cabezada dando vueltas a todo lo leído, mientras sus ojos se cerraban por el cansancio notó como una brisa suave como una caricia le pasaba de pies y cabeza pero ya estaba demasiado lejos para poder abrir los ojos y con esa sensación se fue con morfeo.

 

Harry se despertó por una vibración, que al principio no sabía porque hasta que se despertó del todo y se dio cuenta que era la alarma que puso. Así que se estiró, cogió el cuaderno y le dio una aviso a Abigail de que iba a ir a ver al profesor Snape por si le dejaba viajar por su flu para hablar de cosas importantes allí. Con eso escrito en el cuaderno espero hasta que la tinta se secó y quedó en un tono verde oscuro indicando que le había llegado a su destinatario y que estaba siendo leído.

 

Sigilosamente salió de la cama recogiendo sus zapatillas de deporte y su capa con el mapa y la varita a mano se dispuso a salir pero notaba algo le acaricia la espalda así que se giró quedándose de piedra, rápido como un rayo se fue al baño sin hacer ruido preocupado de que se despertasen los demás. 

 

El espejo del baño le devolvió la misma imagen que vio en su cumpleaños en el baño de los Dursley. Se quedó sin respiración hasta que volvió en sí para hiperventilar cada vez más rápido provocando que la visión se nublase, entrando en pánico. Dándose cuenta que era otro de sus famosos y habituales ataques de ansiedad, empezó a intentar controlar la respiración, decidió sentarse en el suelo y no mirar al espejo para relajarse más rápido. 

 

Después de un rato, ya estaba mejor pero seguía temblando y se estaba secando las lágrimas que había salido solas, hizo un gesto con la varita y vio que llevaba quince minutos en ese estado, así que se levantó y con la varita se puso su glamour sin mirar siquiera de reojo el espejo y por último se tapó con la capa.

 

Fue corriendo sigilosamente hasta llegar al despacho del profesor de pociones y mirando por todos lados, se quitó la capa y la guardó en un bolsillo del pantalón haciéndola más pequeña. 

 

Hecho eso, golpeó dos veces a la puerta cogiendo aire fuertemente y esperando a que le abriese el profesor Snape.

 

Segundos después le abrió la puerta el profesor, el cual tenía cara de no haber descansado nada y le miró sin decirle nada dejándole pasar. Harry se introdujo hasta llegar al escritorio sin saber si sentarse en los sillones, así que se quedó de pie y se giró para hablar con él, ahí se fijó de que el profesor cojeaba un poco. El profesor al ver que Harry se dió cuenta le miró frío y le señaló a la chimenea donde estaban también los polvos flu.

 

-Ya me ha avisado la señorita Black, espero que esto no se haga una rutina, por que no lo permitiré. ¿Lo he dejado claro, señor Potter?-Avisó serio el profesor, aunque la voz le salía cansada, Harry le observó y asintió aclarándose la garganta.

 

-Si señor, intentaré no molestarle.-Contestó resuelto Harry, al ver al profesor mirarle encarnando la ceja, se giró hacía la chimenea cogiendo un puñado de polvo flu y entró.

 

-¡Mansión Potter!-Dijo en voz alta y clara, provocando el viaje hasta allí.

 

Nada más llegar, fue a salir de la chimenea y como siempre se encontró de culo con el maravilloso suelo de madera de la mansión Potter.

 

-¡Harry!-Exclamó una voz a su izquierda y una manos le ayudaron a levantarse, cuando se levantó vio a su madrina Abigail, vestida con un un camison largo de saten negro con blondas negras y una bata a medio atar, que era negra con una fina línea blanca.

 

-Estoy bien, tranquila. Siento mucho haberte despertado tan de madrugada pero es importante y te lo tenía que decir cara a cara.-Dijo Harry con voz baja y mirándola inseguro. Abigail viendo eso le sonrió suave y con ternura, y le acarició la mejilla.

 

-Tranquilo Harry, nunca me voy a enfadar aunque fuese una tontería por la que me despertases.-Añadió ella haciendo que Harry se les humedeciera los ojos y sonriera tímidamente.

 

Harry suspiró profundamente y sacó los pergaminos arrugados y los desdobló, tocandolos nerviosos. La miró y se mordió el interior de la mejilla. Se los entregó mientras se aclaraba la garganta, Abigail los cogió y los miró por encima, cuando acabó le miró encarnando una ceja sonriendo de lado.

 

-Te preguntarás el por que te doy esto.-Dijo Harry viendo que esta asintió, así que asintió varias veces seguidas para darse fuerza para seguir.

 

-Este verano, en casa de los Dursley, en mi cumpleaños...-Empezó a explicar pero la voz se le fue aunque siguió de todas maneras.

 

-Al día siguiente me desperté con cambios en el cuerpo, ¡no parecía yo! y bueno, estuve investigando. Cuando leí eso, me dio la corazonada de que podría ser eso.-Terminó de decir Harry acabando casi sin respirar y cerrando los ojos fuertemente para no ver la cara de disgusto en la cara de su madrina.

 

-Oh cariño... ¿Cómo no me lo dijiste? Pero bueno no pasa nada, lo pasado, pasado es. Tranquilo iremos a Gringotts para que lo confirmen y tú tranquilo nunca dejaré de quererte pase lo que pase.-Dijo mientras le acariciaba la mejilla y chasqueaba los dedos de su otra mano, haciendo que apareciera Dinda la elfa doméstica, que les trajo las capas de viaje y unos zapatos para Abigail.

 

Cuando se pusieron la capa tapando los pijamas y Abigail se calzó, guardando los pergaminos en el bolsillo de la capa. Se acercaron a la chimenea e introduciéndose en ella, cogieron polvos flu.

 

-¡Gringotts!-Dijo con voz clara mientras abrazaba a Harry. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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