Odiaba estar en la Oficina.
Después de la cuarta hora ya ni la silla con rueditas era divertida. Pero tenía que hacerlo, sólo era un día y por el favor que ChangMin le había pedido, así que no podía ser mal amigo.
Solo esperaba que lo que sea que haya hecho Max haya sido mil veces más satisfactorio que lo que ahora se encontraba haciendo; meciéndose de un lado a otro en la silla con rueditas mientras engrapaba y desengrapaba papeles reciclables.
Minho suspiró mientras quitaban una grapa más para tirarla al bote de basura.
-Qué aburrido es esto.- susurró volviendo a tomar la engrapadora, aunque sabía que ChangMin tenía grapas ilimitadas pensaba que lo mejor sería buscarse otro entretenimiento.
Movió el ratón de la computadora para hacer que la pantalla se iluminara y vio el juego de las cartas, pensó en lo aburrido que tenía que estar para jugarlo mientras reanudaba la partida.
-Oh, disculpa, ¿Max ChangMin?- una persona se posó bajo el umbral de la puerta con papales en las manos, mirando a Minho.
-No se encuentra, ni hoy ni mañana va a laborar.- arrastró las silbabas al darse cuenta de que el día siguiente sería igual. –¿Iba a hacer algún contrato?-
-Me citó para ayer pero no pude venir..- la señora entró al cubículo haciendo que Minho dejara su partida y tomara la libreta de ChangMin para anotar el nombre de la señora y su teléfono. –Gracias, vendré después.-
-Está bien.- contestó Minho acomodando la nota en un lugar que ChangMin mirara. –¡Que tenga un buen día!- su voz salió tan viva y alegre que se sorprendió al oírse, pero volvió a bostezar al ver su partida.
Estaba pensando hacia donde moverse hasta que alguien más apareció en su puerta.
-Oh, ¿no está el licenciado?- preguntó el muchacho.
-No.- contestó Minho mirando atento el pantalón desteñido y roto de las rodillas que portaba el muchacho. –¿Venias a hacer contrato?-
-No realmente.- contestó sonriéndole, entrando a la Oficina. –Vendo panqués y él siempre me compra dos.- le mostró su canasta mientras le sonreía.
Minho asintió lento pero sin retirar la sonrisa de su rostro.
Panqué significaba comida. Tenía hambre y quizá a eso se debía su mal humor.
-Él no está, pero dime qué precio les tienes.- Minho se empujó para salir detrás del escritorio y levantarse, así podría tomar su billetera que guardaba en el bolsillo del pantalón.
-Cinco won.- contestó el muchacho llevando su canasto al escritorio. –El licenciado siempre me compra dos.-
-Yo también soy licenciado.- contestó Minho sonriéndole. –Así que dame dos.-
-¿Licenciado? ¿Es abogado también?- preguntó tomando con una pinzas el panqué para meterlo en una bolsilla plástica.
-No, soy licenciado en Mecatrónica.- contestó tendiéndole el dinero.
-Quizá después te traiga a que me arregles mi computadora.- dijo el chico de los panqués guardando lo que había ganado.
-¿Me lo cambiarias por un panqué?- preguntó Minho mirando los ojos del muchacho, mismos que se cerraron con su sonrisa.
-No.- dijo jugando. –Le hago un pastel.-
-¿También sabes hacer pasteles?- preguntó Minho volviendo a sentarse en la silla con rueditas. –Voy a estar aquí dos días cubriendo a Max pero toma.- deslizó sobre el escritorio su tarjeta de presentación.
-¿Minho?- preguntó el muchacho leyendo la tarjetita.
-Para servirte.- contestó sonriéndole. Coqueteándole.
-Yo me llamo Taemin.- dijo tendiendo su mano para estrecharla. –Soy estudiante todavía.- sintió lo fuerte y seguro que fue el apretón, eso le hizo sonreír. –Hago pan en mis ratos libres.- correspondió la galantería.
-Todos tenemos hobbies.- dijo soltando la pequeña mano de Taemin.
-Deberíamos de salir algún día.- propuso Taemin. –Así mientras arreglas mi compu te preparo un panqué.- le sonrió tan amplio que al darse cuenta mordió su labio para impedir seguir sonriendo de esa manera.
-Tienes razón.- contestó Minho mirando sus labios que aún seguían presionados por sus dientes blancos. –También puedo arreglar celulares y licuadoras.-
-Tengo una batidora que dejó de funcionar hace poco.- dijo Taemin mirando una última vez a Minho para girarse sobre sus talones y caminar hacia la puerta. –Si puedes con mi compu también te la doy.- le sonrió por encima de su hombro dejando la misma sonrisa pícara en el rostro de Minho.