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Expiación. por NeferetteRoju

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Notas del fanfic:

One-Shot HadesxAfrodita 

Giudecca

Luego de las 12 horas concedidas a los santos de oro vueltos espectros, al verse descubiertos por su falsa lealtad hacia Hades, son llevados sin más, a la primera prisión para juzgar sus almas y destinarlos a uno de los infiernos.

Como bien se sabe, el delito de rebelarse ante los dioses implica ser depositado eternamente en el Cocytos, sin embargo, los caballeros dorados recibirían un castigo especial en esta ocasión. Serían petrificados en una estatua y sus almas estarían encerradas en un pilar del cielo.

Así lo había dictado su excelencia, Hades, el dios del inframundo quien acababa de reencarnar en el joven guerrero de Andrómeda.

La eminencia recién comenzaba a reconocer y adoptar su alma a su nuevo contenedor, el cuerpo del ser humano más puro en el mundo. Sin embargo, con una simple inspección a su cuerpo pudo notar que en ese cuerpo había marcas, marcas que probablemente demostraban su honor y compromiso como el guerrero que era. Divisó sus brazos y pudo observar marcas de puntas que seguramente intentaron perforar al joven.

-Pandora. Llamó.

- ¿Sí mi señor Hades?

-Es posible que me hagas saber quién es el responsable de estas cicatrices en mi cuerpo.

Pandora quedó atónita por ese peculiar interés, pero no era para menos el mantener en excelentes condiciones el contenedor del alma de un Dios. De inmediato indagó en las posibilidades, creyendo fuertemente en que seguro habría sido otro santo de Athena.

-Se sabe que antes de comenzar la guerra santa, los guerreros de bronce se habían enfrentado a los caballeros dorados que aguardan cada uno de los templos en el Santuario.

- ¿Y quién ha sido el guerrero con las agallas de lastimar al ser más puro del planeta?

-Eso lo averiguaré ahora mismo su excelencia, pero dígame, qué hay que hacer con el responsable.

-Solo tráelo ante mí, la penitencia será puesta en función del responsable.

-Está bien mi señor.

***

Primera Prisión

Los 12 caballeros dorados más el antiguo patriarca, Shion, se encontraban en aquella esperando tan solo el momento en que dictaminaran su sentencia, pero, antes de que Lune diera el veredicto final, la joven Pandora entró en compañía de otros espectros que le hacían guardia.

-Necesito saber quién de ustedes se enfrentó al guerrero de Andrómeda en el pasado. Dijo sin más.

Los caballeros se mantuvieron callados, sin embargo, un momento después, el guerrero de Piscis, Afrodita, se levantaría silenciosamente asumiendo esa acción.

-Hum, hizo una mueca la joven. -Venid conmigo. Ordenó.

Se dirigían directamente a la Giudecca que era el lugar donde aguardaba la reencarnación del dios del inframundo.

-Serás llevado ante Hades, deberás saberte afortunado hasta incluso al ser castigado severamente por mi señor; jamás había mostrado tanto interés en algo tan banal como castigar a quien haya dañado el contenedor de su alma, al menos no él directamente.

Afrodita no respondió y solo se dignó a seguirle a través de un portal que había abierto la joven.

En cuestión de instantes se encontraron frente a la entrada del último círculo del infierno helado, Giudecca y sin más se dispusieron a entrar.

Cuando al fin estaban ante su excelencia, Pandora obligó al guerrero a arrodillarse y permanecer en esa posición hasta que el dios le ordenara otra cosa. Sin embargo, lo primero que salió de la boca del Dios del Inframundo fue:

-Buen trabajo Pandora, ahora puedes retirarte.

La joven no entendía bien. -Pero mi señor no puedo dejarlo así como así con este sujeto.

-Acaso me estás contradiciendo Pandora. Interrumpió.

Esta quedó desconcertada. -Por supuesto que no su excelencia, ahora mismo me iré.

-No tendrás que preocuparte, yo mismo enviaré a este sujeto a su respectivo infierno luego de que pague otra sentencia por lo hecho a mi recipiente humano.

Pandora solo hizo una referencia y con algo de recelo se fue con el resto de espectros.

///

La sala quedó en absoluto silencio por varios minutos, hasta que la deidad se dignó a dirigirle la palabra.

-Así que tu eres quién se atrevió a dañar este cuerpo en una batalla anterior.

Afrodita solo agachó más su cabeza para asumir aquello, inmediatamente después de admitirlo, una fuerza cósmica inimaginable tomó control de su cuerpo y empezó a forzarle distintas posturas como para torturarle.

-Recibirás el mismo de daño que le hiciste a este cuerpo a escala de un Dios como yo.

Afrodita gritó de dolor cuando su cuerpo era presionado al contrario de los movimientos naturales, también se abrían pequeñas grietas que sangraban en sus extremidades.

-AHHHHRRR. Gritaba al igual que abría sus ojos en señal de sufrimiento.

Después de presenciar aquel espectáculo durante varios minutos, el dios se decidió a cesar aquello.

Afrodita había quedado muy lastimado, sin embargo, pudo sentir como esa gran fuerza le atraía hasta donde Hades.

De esa manera, en tan mal estado, el guerrero de piscis era divisado minuciosamente por la deidad.

Una ligerísima sonrisa dibujada en aquel pálido rostro del sucesor de virgo, demostraba que aquella reprimenda aún no terminaba.

-La última vez que vi un rostro tan hermoso, fue cuando descubrí a mi eterna acompañante del inframundo, sin embargo, en estas épocas no hay una necesidad concreta para que resucite.

Afrodita no entendía el punto de aquello.

Fue entonces que su excelencia tomó el mentón del guerrero como para observar mejor tan hermosas facciones. Apenas y sus dedos delinearon su quijada.

-Sería interesante repetir aquello una vez más.

Dita abrió sus ojos en señal de desconcierto.

-A qué se refiere. Se atrevió a hablar el guerrero.

-A sentir de nuevo esa intensa atracción por un simple mortal, la primera vez subestimé mi propio interés hasta que descubrí que la necesitaba a mi lado; ahora ya no hay necesidad de preocuparse por esas cosas, pero no niego el placer que se obtiene al cruzar la línea de la tentación que puede provocar un insignificante mortal que lo más que puede ofrecer es el deleite al observar su asombrosa belleza.

Fue así que la deidad se atrevió a caer en la tentación carnal que se supone solo ocurría en los humanos. Sus manos frías comenzaron a recorrer aquel rostro bien definido del pisciano, poco a poco quitaba los rubios cabellos que lo cubrían, abriendo camino hacia sus labios.

Un beso muy propio de una deidad, con tacto y cálido aún viniendo del señor de las tinieblas. Afrodita no podía creer aún que el Dios del inframundo le tomara mucha importancia a un deseo de venganza por las condiciones de su contenedor humano y que para acabar, terminara convirtiéndose en el desahogo lujurioso de dicho dios.

Luego de esto, le pidió ponerse de pie.

-Quiero apreciar si el resto de tu piel es igual de hermosa que tu rostro. Sugirió con tono sutilmente imperativo.

El guerrero no tuvo más que obedecer a regañadientes, pues nunca se había tenido que humillar de esa forma. Desprendió las partes de su armadura y lentamente, con la pesadez de la mirada de Hades sobre su ser, se descubrió completamente.

Cuando hubo acabado, su excelencia se incorporó para dirigirse más allá de su trono. A unos metros tras de este, había una cortina que cubría los sagrados aposentos del señor del inframundo.

-Vení aquí. Ordenó.

Afrodita tragó saliva al surgirle algo de nerviosismo, pero al final se dio cuenta que luego de esto sería enviado al Cocytos, por lo que ya no había nada que temer y mucho menos lamentar, así que se acercó sin más a los aposentos.

Hades se había sentado en el lecho para recibir la desnudez del guerrero. El rubio solo se dispuso a ponerse sobre el lecho cubierto de seda, quedando arrodillado en dirección de su excelencia.

El dios acarició de nuevo aquel rostro angelical y con su otra mano le indicó a piscis donde tocar.

Pronto se encontraron en un reconocimiento del cuerpo ajeno a base de caricias estimuladoras y húmedos besos.

Más tarde, el dios abriría parte de su túnica para descubrir su intimidad, esto con la finalidad de darle a entender a su amante el servicio que requería de él.

El joven piscis tuvo que resignarse y emplear sus artes amatorias como última acción en su vida.

Sus labios atraparon la hombría del ser divino, inyectando en este sensaciones enteramente placenteras las cuales había olvidado como se sentían.

Hades solo observaba la maestría del caballero con un tanto de desdén, pues, después de todo se supone que era un castigo, por lo que piscis estaba sometido a complacerlo a como diera lugar.

El fluido de Afrodita era espeso e impregnaba muy bien en la piel del dios. Este solo acariciaba sus cabellos ondulados y sedosos que combinaban bien con los movimientos de su lengua. Luego llevaría su mano por encima de piscis para tocar desde lo que alcanzaba de su cadera hacia la columna vertebral. También alcanzaba a colocar su largo índice en el nacimiento de sus glúteos. Esto provocó un ligero temblor en el rubio por lo que apretó más al dios entre sus labios.

Hades hizo un pequeño respingo con esto, sin embargo, por lo general, su rostro permanecía inexpresivo la mayoría del tiempo, pero, esto no significaba que no obtuviera deleite alguno.

Así prosiguieron hasta que el palpitante miembro de su excelencia expulsó aquel elixir blanquecino, el rostro del rubio quedó empapado mientras trataba de tragar el resto. Tras esto, Hades consoló con un par de caricias en aquel rostro ensuciado por su causa, pero no podía interrumpir por más tiempo dicha actividad, así que le pidió que se diera la vuelta y que se pusiera en cuclillas. Aparentemente había llegado el momento de la cópula.

El dios se acomodó para tener mejor accesibilidad hacia el guerrero, luego colocó sus manos en la cadera de este para empezar a atraerlo y entrar. 

Afrodita jadeó al sentir la virilidad sumergirse lentamente en él, comenzando un sutil subibaja con sus caderas.

Más tarde Hades se aferraba mejor a los muslos del guerrero dejando marcas rojizas en estos. Sin embargo, esa acción no quedó en unos simples apretones, sino que de repente, un ligero toque del cosmos del dios empezó a recorrer toda la piel blanquecina para rasgarla más. Pequeños hilos de sangre seguían brotando y en conjunto provocaban gran ardor en todo su cuerpo, poco a poco se convertía en una tortura.

Cuando el vaivén se supo más animado, el cosmos de Hades se intensificó de forma densa como una tiniebla que pretendía apoderarse de ese vulnerable cuerpo irrumpiendo en él de la forma más lasciva posible. Fue entonces que tornó a una forma que asimilaba las raíces de un árbol o los tentáculos de un calamar. Estos se enrollaron en todas las extremidades del caballero, e inclusive en su cuello como para buscar camino a su cavidad bucal.

Cuando una de estas ramas se enlazó en la virilidad de Afrodita, este sucumbió por las sensaciones tan precipitadas que antes que placer, lo primero que lograban era incomodidad al tacto.

"De-mo-nios" pensaba Dita al sentirse completamente invadido por una energía de extraña naturaleza.

Cuando su excelencia observó que el guerrero no había sido capaz de sostenerse en cuclillas, terminando de rodillas nuevamente mientras el resto se su cuerpo temblaba, no dudó en introducir el resto de ese espectro tanto en su boca como en su ano, también sujetó fuertemente las tetillas y los testículos haciendo que el guerrero derramara algunas lágrimas al igual que contenía un grito estridente como reflejo natural.

Con la absoluta sumisión de Afrodita, Hades simplemente se colocó encima de él y mientras aquellas ramas espectrales profanaban el cuerpo del guerrero, este solo se acercó a su oído para lamerlo lascivamente. Aparentemente esas brotes de cosmos eran multi sensoriales para la verdadera esencia del dios y no solo de su contenedor que, ciertamente se trataba del guerrero de Andrómeda.

Para el caballero de piscis, caer en cuenta que la manos que lo estaban tocando eran de aquel joven con gran espíritu, noble y puro que combatió en las doces casas, su sencillez y su bondad borradas fácilmente con esta particular situación en la que un dios se apoderaba de su cuerpo y para acabar ahora era usado para satisfacerse carnalmente consigo. Este pensamiento le provocaba una verdadera tristeza, hasta después de combatir con Shun pudo darse cuenta de que sus convicciones eran las verdaderas, las que honraban a su diosa Athena y por ello el joven de bronce se había ganado el respeto y la estima del pisciano justo antes de morir por la derrota. Todo eso estaba siendo arruinado por el capricho del dios del inframundo.

- ¡NHG! Jadeó entrecortado cuando el señor del inframundo decidió cambiar el objeto con que penetrarlo, ahora, para terminar de desvanecer la bella imagen que concebía de Shun, el dios empleó el miembro erecto de este.

Para Afrodita no era nada gratificante que la pureza tanto de cuerpo y alma de Andrómeda le fueran arrebatadas sin más, con su propio cuerpo a merced de un maldito dios.

El maligno cosmos presionó con mucha más fuerza el cuerpo de Afrodita mientras que este tuvo la convicción para estocar en lo más profundo de su ser de la manera más bestial.

Sacó aquello que contenía en la boca del guerrero, logrando que este recuperara el aliento tan precipitadamente que su saliva se escurría a gran cantidad.

El caballero no pudo más que cerrar sus ojos mientras era embestido con rudeza, la deidad estaba decidida a hacerlo suplicar perdón por haber levantado la mano ante el cuerpo del ser más puro que pasaría a hacer su actual contenedor.

- ¡Ah ah ah! Jadeaba

Su excelencia solo se acercó a su oído y pronunció:

-El castigo de un dios puede ser tan ocurrente, todo depende de quién sea el merecedor y como pueda satisfacer esto al dios mismo, tú, ferviente caballero, eres una belleza no común la cual no se puede pasar en alto, probablemente tú eres el único humano digno de mi éxtasis carnal.

Eso ya le había quedado bastante claro al guerrero, a quién no le quedaba más que resignarse ante este castigo tendencioso que solo lo orillaba a ser un objeto más.

Hades proseguía con el violento vaivén que cada vez arrancaba gemidos más estridentes del rubio.

-Así que esto es el pecado de la lujuria, llegar a revivirlo por un simple desvarío al intentar castigar a un guerrero insolente de Athena, oh, pero qué fascinante puede llegar a ser esta banal acción.

Decía mientras tomaba unos mechones del ondulado cabello rubio tirándolos para observar mejor su expresión de desconcierto entre rabia o placer.

Las caderas de Afrodita ya no podían más, se encontraban temblorosas por la fatiga que conlleva una transgresión de esa naturaleza.

Los últimos suspiros eran empleados aun en los animados sollozos, hasta que ambos pudieron desahogar toda su energía en estridentes gruñidos como señal de haber alcanzado la cumbre del placer.

El joven guerrero se mantuvo en sus cuatro extremidades conteniendo su rabia manifestada más que en algunas lágrimas.

Hades simplemente se incorporó sin más, pero, al ver que el guerrero estaba a punto de sucumbir en su lecho, rápidamente logró tomar su cabeza con uno de sus brazos para luego hacerlo en ambos.

El dios solo lo observaba detenidamente como si se tratara de un recién nacido, cuando de repente, se escucharon abrir las puertas de la sala.

Era la señorita Pandora quién envuelta en una especie de histeria ocasionada por celos quedó indignada al ver semejante escena.

-Pero mi señor Hades qué lo ha llevado a rebajarse a tan penosa acción como el ensuciar sus manos con el cuerpo de un humano que sirve al enemigo.

-Basta Pandora. Pronunció serio dejando anonadada al mujer. -Recuerda que él es el más hermoso de los caballeros atenienses, su cuerpo no puede ser tan sucio como piensas, o al menos, su ferviente belleza vale cualquier tipo de contacto hacia con él.

Pandora fruncía el ceño sin comprender la repentina condescendencia hacia ese guerrero.

-Por favor Pandora, abrir un portal y llevarlo a su respectivo infierno, ya ha cumplido su penitencia. Concluyó sin más.

El resto de espectros ayudaron a la joven a cumplir la reciente orden, mientras su excelencia volvía a su inexpresiva actitud en su respectivo trono, preparado para el cercano contraataque que seguro daría el ejército ateniense.

Notas finales:

Espero que les haya gustado. No olviden dejar review ;) 


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