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Miradas que matan por Paz

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Notas del capitulo: Lo se debía pensar en los que tengo pendientes, pero no me pude resistir a escribir esto.

   Miradas que matan

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

 

Siempre he sido tímido por naturaleza, demasiado pronto comprendí que estaba solo y que me debía a mi mismo. No tenía que justificar mis actos ante nadie, porque los que estaban a mi lado era como si yo no existiera para ellos, así pues, aprendí pronto a ser independiente desde mi más tierna infancia.

Resulta irónico que piense así, pero mis recuerdos de siempre son esos, se podría decir que fui un niño solitario ante la mirada de los demás, más yo no me sentía así, tenía algo que me ayudaba a sobrellevar esa carga.

Al no saber como reaccionar ante los demás debido a mi timidez, me sentía inseguro en presencia de cualquier persona que no fuera yo mismo. Sin embargo, esa inseguridad desaparecía cuando tenía en mis manos un balón. Solo entonces me sentía por encima de los demás, sabiendo que con mi esfuerzo podía alcanzar la meta que me había propuesto.

No me fue difícil reconocerme ante mi mismo como un chico acomplejado, falto de cariño, sin una madre que me acariciara las mejillas con ternura, que posara sus labios en mi frente, o que me consolara, o que cuidara mis heridas, sin la autoridad de un padre que supiera corregir mis errores o simplemente haciéndome saber que estaba a mi lado para solucionar cualquier problema o inquietud que pudiera tener. No, no tuve unos padres convencionales como los de cualquier otro chico de mi edad, mi llegada fue un estorbo y así lo comprendí cuando comencé a crecer. Nunca fue un hijo deseado.

Aprendí a mantener ocultos mis sentimientos, sobre todo el dolor por su estupido comportamiento, por su abandono. En el transcurso de los años la superficialidad de sus vidas me resbalaba hasta que un día supe que estaba inmunizado.

Me sentí libre, ligero. Con esa seguridad alcance la adolescencia, alrededor mío había alzado una defensa tan formidable que me sentía seguro en su interior. Nada ni nadie podía llegar a traspasarla para lastimarme. 

Miradas que matan. El antisocial. El Rey del Hielo, el súper Rocky, solo eran etiquetas que me daban los demás ante mi actitud. Solo eran vanas palabras que se llevaba el viento, no las tenía en cuenta. Ni siquiera me importaba como me llamaran. Estaba allí solo por un motivo. Alcanzar mi meta. Cada día que transcurría me sentía más cerca de conseguir ese propósito. Jugar en la NBA. Ese era mi sueño.

¡Que iluso fui! Estaba convencido que nadie me apartaría de ese deseo que había alimentado desde el momento mismo que vi un partido de basketball.

Ahora me pregunto en que momento baje la guardia. ¿Cuándo deje de verle como uno más de las muchas y anodinas personas que me rodeaban? ¿Cuándo comencé a verle independientemente de los demás? ¿Cuándo mi fría mirada se posó en él y la sentí calida? ¿Cuándo deje de pensar que él no era mi enemigo? ¿Cuándo deje de verle como a un compañero de equipo? ¿Cuándo mi insensible corazón comenzó a latir dentro de mi pecho haciendo acto de presencia? ¿Cuándo mis miradas le buscaban ansiosas? ¿Cuándo comencé a pensar que él formaba parte de mi mismo universo? ¿Cuándo le ví hermoso? ¿Cuándo comencé a mirar sus labios como si fueran una golosina? ¿Cuándo fui capaz de reconocer las emociones que despertaba en mí? ¿Cuándo tuve el valor necesario para abordarle?

Me sentí pleno, feliz, ese estado de felicidad que nunca antes había experimentado invadió por completo cada poro de mi cuerpo, mi corazón se expandió en mi pecho con ese sentimiento llamado amor que siempre había deseado sentir y que ahora daba y al mismo tiempo me fue entregado plenamente. Un sentimiento reciproco, saber que él también me amaba me dejo impactado, durante unos segundos quede sin voz, mirándole con estupor, como si me fuera increíble pensar que yo pudiera despertar el mismo amor.

Su sonrisa me convenció y mis labios se distendieron con timidez. Me sentí feliz cuando sus brazos me rodearon y me estrecharon contra su ancho pecho, un suspiro escapó por entre mis labios entreabiertos, era una nueva y placentera sensación sentirme acogido a su lado, el calor de la palma abierta de su mano deslizándose con suavidad por mi espalda, el calido aliento junto a su oído, la suave brisa erizo los pelillos de mi nuca, lentamente mis manos se alzaron y respondí a su abrazo. Me sentí a gusto, relajado.

Aparte mi mejilla de su pecho, muestras miradas se cruzaron, quedando fijas una en la otra, sentí que me ruborizaba con la intensidad de la suya, al momento ví y sentí como delineaba el contorno de mi rostro, con ternura, haciéndome sentir por primera vez vivo, su caricia estremeció mis sentidos dejándome tembloroso en sus brazos.

-Aishiteru, Kaede. -musitó junto a mi oído.

-Aishiteru, Hanamichi -murmuré con un jadeo entrecortado al sentir el roce de sus labios en mi mejilla, acercándose a los míos.

****************

El tiempo se me hizo corto a su lado, por eso, vivo plenamente cada segundo que pasamos juntos, nunca me canso de mirarle cuando duerme, cuando le veo relajado su rostro resplandece, por él deje mis sueños aparte, nunca me arrepentí de esa decisión, alcanzamos a ser los mejores jugadores del equipo nacional, nuestros nombres se pronuncian con respecto, pero por encima de todo prevalece el amor que siento por mi adorado pelirrojo y el que él me entregó sin limitaciones.

Blandamente mi dedo índice se posó sobre sus ojos cerrados, moviéndose despacio por ellos dirigiéndome finalmente hacia su nariz, descendí lentamente hacia abajo, acercándome a su boca, percibí el esbozo de su bigote sobre su labio superior y el leve aleteo de sus labios cuando fui delineándolos.

Supe en que momento despertó, más no abrió los ojos y dejo que siguiera marcando su rostro con mis dedos, como si quisiera aprender de memoria el mapa de su rostro, conocía con los ojos cerrados las arrugas que surcaban su rostro o las cicatrices que surcaban su pecho, señales que el transcurso del tiempo había ido dejando sobre su otrora tersa piel, ahora no podía engañarme a si mismo, sabía que yo no era inmune a ese transcurrir primero de días, luego de meses y finalmente los años se habían dejado sentir sobre nosotros.

Mis ojos aunque cansados, seguían viéndole tal como era aquella primera vez cuando nuestras miradas se cruzaron beligerantes y nuestra rivalidad acabo llevándonos hacia un camino inesperado que unió nuestros corazones solitarios, dándonos tantas satisfacciones a lo largo de nuestra vida juntos.

Cincuenta años de dicha, llenos de recuerdos imperecederos, más de alegrías que de tristezas, añoranzas por los seres queridos perdidos, tantos recuerdos hermosos, tantos momentos gloriosos que se agolpan en mi mente en un instante.

Veo como sus parpados se alzan y sus labios se pliegan en una sonrisa. Su mirada mielada queda fija en la mía, su mano se alza y acaricia dulcemente mi mejilla, poso mi mano sobre ella y me dejo llevar por su ternura. Su brazo cruza mi espalda y me atrae contra su cuerpo. Le siento recio, firme a pesar de los años. Su rostro se acerca lentamente.

-Feliz aniversario, Kaede. Aishiteru -murmura con el mismo amor que siempre tiene para mí. Su beso ya no tiene la pasión de antaño, más no por eso dejo de corresponderle.

-Feliz aniversario, Hanamichi -le respondo cuando puedo hablar.

Nos separamos cuando sentimos que abren la puerta de nuestro dormitorio y dos torbellinos entran al interior.

-Abuelo Hanamichi... tienes que levantarte... todos están impacientes -grita alborozado Masao.

-Abuelo Kaede... ven... tienes que ver que bonito han dejado la sala... -grita con igual entusiasmo su hermano gemelo Himura.

Al mismo tiempo que se dirigen a ellos, saltan en medio de ellos con idéntico entusiasmo.

Los chiquillos de cuatro años les agarran de las manos pretendiendo levantarles.

-Abuelo... abuelo... hay una tarta muy rica... -hablan al unísono mientras se relamen ante esa idea.

-¡!Wow!! Y es toda para mi? -pregunta Hanamichi guiñándole un ojo con picardía.

Los niños le miran con incertidumbre, no podrán comerla ellos? preguntan sus miradas.

-No os preocupéis, seguro que hay para todos -dice conciliador Kaede- Ahora dejarnos unos momentos solos para poder prepararnos.

Masao y Himura se toman de las manos y con formalidad les dejan solos. Apenas salen de la habitación sus pasos apresurados retumban en toda la casa.

-Hemos tenido una buena vida, ¿verdad? -pregunta Hanamichi.

-A tu lado la mejor -reconoció acomodándose contra su costado y dejándose abrazar por su amor.

-Tenemos que bajar o volverán a impacientarse.

-Quedémonos así un rato más -pidió Kaede.

-Cinco minutos - concedió estrechando aún más el abrazo.

-Gracias... -sus labios se posaron con suavidad en su pecho al mismo tiempo que sentía su mano acariciante sobre su hombro y la otra fija sobre su cintura.

Si por él fuera nunca se apartaría de su lado, adoraba esos instantes de quietud, con ese sentimiento de protección que Hanamichi tenía hacia él.

-Aishiteru, Hanamichi... -murmuró durmiéndose en sus brazos.

-Aishiteru, Kaede...

Fin

6 de julio de 2007

Paz

Notas finales: Lo empecé alrededor de las nueve y lo termine a las tres y media, todo un record, pude hacerlo porque no tenía trabajo y así aproveché esas horas. Realmente el título no tiene mucha coherencia con la trama, pero me inspiró esto cuando leí ese titular en un periódico, ni siquiera se de que trataba el artículo.

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