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Si llego a saberlo antes no me enamoro de ti por Paz

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Notas del fanfic:

Este fic lo escribí hace bastante tiempo, releyendolo se me ocurrió una idea para continuarlo... así pues os lo subo.

Notas del capitulo:

Kaede ha dejado libre al pelirrojo después de una larga relación... ahora se desquita yendose con todos.... hasta que conoce a alguien del que se enamora.

 

Si llego a saberlo antes no me enamoro de ti

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko

Ru X Takeo (original)

By Paz

 

Había tomado la costumbre de correr por la playa para mantenerse en forma, lo hacia donde la arena se mantenía húmeda así pisaba en firme, fue allí donde le conoció, mejor dicho donde le vió por primera vez.

Una mañana, un chico joven le pasó raudo casi rozándole, observó sus nalgas prietas, que apenas si se movían a pesar de sus zancadas, poseía piernas largas, lampiñas, lo que le permitía dar pasos grandes, su cintura era estrecha, ancho de hombros, no pudo ver su rostro, al que apenas vislumbró su perfil, dándole la impresión que debía ser joven.

Desde que se había roto su relación con Hanamichi, seis meses atrás, se fijaba en todos los muchachos con los que se cruzaba, descubriendo que lo primero que miraba era ver si tenían unas buenas ancas, dependiendo de ello si la ocasión se terciaba trababa conversación con el interesado para si se daba el caso acabar la noche juntos.

No siempre conseguía que así fuera. Desde entonces había perdido la cuenta de los chicos que pasaron por su lecho. Chicos de una noche, que marchaban después del desayuno con la promesa de una llamada que nunca realizaba.

Hana le había enseñado a relacionarse por lo que los fines de semana iba a bailar a una discoteca sabiendo que allí podía encontrar carne fresca. Con un vaso de refresco en la mano, y una expresión lánguida, recorría el local buscando a su presa, cuando la elige, llama su atención con un gesto, una mirada, una seña, si obtiene una respuesta afirmativa se acerca sin apartar su mirada de él haciéndole saber así que esta interesado, en caso contrario sigue buscando. Su proceso de selección nunca falla, ha aprendido a identificar a los chicos con aptitudes similares pues no siempre va a ambientes afines a sus gustos.

No se involucraba en relaciones largas, después de Hanamichi no quiere nada estable, no se molesta en encontrar alguien afín con su carácter.

Él único que conoce su nueva afición es su antiguo novio ya que siguen manteniendo una buena relación de amigos, después de todo fueron pareja durante cinco años y siguen jugando basquetball en el mismo equipo.

No puede culpar a Hana de que se enamorara de otro, alguien que le dió lo que él necesitaba, atención y amor, algo que él olvidó.  Sendoh se lo ganó en buena lid. Durante el último año, estuvo más pendiente de sus estudios y del basquetball que de Hanamichi, tan seguro estaba de su amor que, inconscientemente, le perdió. Se equivoco y aún amándole le dejo marchar, Hana lo sabe por ello no ha perdido su amistad ni su cariño.

Aparta sus pensamientos y su mirada se fija en el chico que sigue corriendo delante de él, aunque le lleva bastante delantera, se da cuenta que ha bajado el ritmo de sus pasos, como si pretendiera mantener una regularidad parecida a la suya.

Para él ya es tarde, tiene tiempo solamente de ducharse y salir corriendo para la universidad, se da media vuelta e inicia el regreso a su punto de partida, no sin antes evaluar su posibilidad de verle otra vez. Si es un deportista seguramente que volverá a correr allí, lo que le permitiría conocerle, no será la primera vez que de los primeros saludos, termine invitándole a desayunar a su casa. Claro que eso solo lo hace los fines de semana cuando sus ocupaciones del día son menos relevantes, como hacer la limpieza del piso o salir a comprar las provisiones de la semana y se permite perder un par de horas retozando, con la seguridad que luego su acompañante se siente en la obligación de ayudarle con la limpieza, así entre los dos acaban enseguida. Decididamente, esperará ver que ocurre con ese chico.

 

////\\////\\////

 

Durante el resto de esa semana, ese muchacho siguió pasándole mientras corría por la playa, a veces iba más rápido, más lento otras. Verle se le hizo familiar. Sin embargo, nunca se dirigieron la palabra, ni siquiera un saludo, no hubo comunicación entre ellos, más pronto sin el saberlo eso iba a cambiar.

Una mañana, su profesor faltó y tenía entre medias una hora libre, pensó que podía buscar un lugar tranquilo, apartado del bullicio y repasar el resto de sus clases.

Su propósito quedo en eso. De pronto, escuchó una voz que se dirigía a él.

-Hola...

Levantó la mirada para encontrarse con unos ojos azules tan hermosos que se quedo sin voz de la impresión, se limitó a mover la cabeza a modo de saludo, sabía que no le conocía, sin embargo, sentía algo familiar en él. No solo sus ojos eran hermosos, su rostro ovalado, sus pestañas largas y curvadas, su naricilla respingona y una boca de ensueño digna de ser besada. Rukawa intento controlarse, por Kami, nunca antes había reaccionado así, bastó una mirada para quedar embelesado, ni siquiera cuando se enamoró de Hana quedo en ese estado de deslumbramiento, afortunadamente, su natural frialdad vino en su auxilio y consiguió calmar los fuertes golpeteos de su loco corazón para poder coordinar alguna palabra.

-Quieres algo? -preguntó al ver que no parecía tener intención de irse pues iba a su paso.

-Te he visto correr en la playa... -dijo el muchacho.

Eso era, de ahí es de donde le resultaba tan familiar, es el chico que desde hace unos días también corre por la playa. Si de espaldas le agradaba, verle de frente y tan cerca descontroló sus hormonas.

-Ah si? -preguntó a su vez queriendo haciéndole saber que él no se fijo en él.

-Si. Eres muy bueno?

-Bueno?? -su mente se negaba a comprenderle, el solo corría para mantenerse en forma.

-Con el basquetball... te ví  en el partido de ayer. Quede impresionado. Tienes un dominio absoluto de la pelota y eres muy ágil y veloz. -Alabó- Disculpa, siempre me dicen que hablo demasiado. Me llamo Takeo...

-Tú... -sentía seca la garganta- .... juegas?

-Soy corredor..., me estoy entrenando para participar en los Juegos Olímpicos de Atenas, aún tengo un año para alcanzar mi meta.

-Eso tiene que ser un gran logro -dijo impresionado por sus palabras- Cuantos kilómetros recorres?

-Veinticinco en una hora diez minutos.

-Parece una buena marca.

-Si quiero ser el primero no.

-Por qué no? -mostró excesivo interés.

-Durante el maratón en Sydney Abera logró la medalla de oro por 2h 10' 11''  y ahora  la plusmarca se encuentra en poder de un estadounidense de origen marroquí, Jalid Januchi con un tiempo de 2h 05' 38'' Impresionante verdad? Tengo que  bajar ese tiempo, además tengo que pensar ganar agilidad. Mi objetivo es batir plusmarcas, no solo conseguir títulos.

-Cuántas tienes? -preguntó curioso. Sin hacérsele extraño estar hablando con un chico al que apenas llevaba conociendo poco menos de una hora y más aún haciéndole preguntas personales. Él no era así, qué le estaba pasando?.

-Tres, aunque el primero no cuenta, tenía diez años, fue una carrera en el colegio, doscientos metros, los demás niños eran muy torpes, luego hice los cuatrocientos y los cinco mil. Ahora quiero conseguir la maratón.

-Lo haces por el oro o por la gloria?

-No es lo mismo?

Rukawa se encogió de hombros, él quería ser el mejor basquetbolista, que su nombre fuera reconocido no solo en Japón, por eso su sueño de ir a jugar con la NBA. Su deseo de permanecer junto al pelirrojo fue más fuerte de sus ansias de gloria. Nunca se arrepintió de no ir, ni siquiera ahora. En ese instante se dió cuenta que su próxima clase estaba a punto de empezar.

-Debo regresar. Se me hace tarde, adiós. -echó a correr siendo alcanzado en segundos por el muchacho.

-Me ha encantado hablar contigo.

Rukawa no contestó, solo le miró sorprendido sin dejar de correr, sus palabras le hicieron percibir nuevamente esa sensación fácilmente reconocible. El tiempo a su lado había transcurrido sin notarlo, reconociéndose a si mismo que también le había agradado hablar con él, sin contar con la enorme atracción que sentía, que ni siquiera durante el tiempo que estuvieron conversando pudo evitar sentir.

-Te estaré esperando a la salida. -dijo y para no recibir una negativa le adelantó rápidamente dejándole muy atrás, en segundos estaba demasiado lejos para oír la voz del chico moreno.

Rukawa se inmovilizó al escucharle, sin palabras, era la primera vez que no tomaba la iniciativa con otro chico, era una novedad saber que le interesaba, pero hasta que extremo? En un par de horas concluiría sus clases y si era cierto que iba a estar esperándole no le cabía duda que se despejaría esa incógnita. 

Nunca había intimado tan rápidamente con un chico, tenía razón al decir que hablaba mucho, él consideraba que era normal que se entusiasmara con todo lo relacionado con su deporte, se notaba que era inteligente y tenía una gran seguridad en su atractivo físico. Tenía que reconocer que era atrayente, su voz seducía los sentidos y no se cansaba de escucharle. Cómo reaccionar cuando volviera a verlo. Si por él fuera, le arrastraría hasta el lugar más frondoso del campus y le arrancaría esa ropa que llevaba, tomaría ese cuerpo que imaginaba perfecto, mordería y lamería hasta arrancarle gemidos de entre esos labios tentadores. Soñando así, pasaron las horas y llegó el fin de su jornada. Afortunadamente, esa tarde no tenía entrenamiento. Con suerte, juntos podían hacer realidad sus sueños. Hasta ese día solo una persona había conseguido obsesionarle, que ahora se hallara así le hacia sentirse molesto consigo mismo.

 

////\\////\\////

 

Pasaban diez segundos de la hora de salida, y aún confiaba en sus palabras. Estaba sentado en las escalinatas, con un libro abierto intentando leer, más sus sentidos estaba atentos al menor de los pasos.

Levantó la vista, por centésima vez del libro y se sorprendió al ver avanzar por el camino de grava a Hanamichi. Su corazón dió un salto en el pecho, no podía olvidar que a pesar de no estar a su lado seguía amándole.

-Te ví de lejos y me acerque a saludarte. -explicó- Qué haces ahí, solo? Te han dado plantón? -adivinó divertido.

-Creo que si... -tenía que rendirse ante la evidencia.

-¡¡Por Kami!! Quién se ha atrevido a hacerle algo así a mi zorrito? -se condolió e inclinándose hacia su rostro, posó suavemente sus labios en los suyos, dándole un beso para confortarle, no se sorprendió al sentir la cálida respuesta de su ex novio.

Desde puntos distintos convergieron hacia ellos dos chicos, uno Sendoh que iba a reunirse con Hana y otro Takeo que llegaba corriendo. Sendoh no se preocupó al verles, sabía que el amor de Hana le pertenecía, lo que si le sorprendió fue la expresión de irritación en el rostro de ese chico al fijarse en la pareja.

-Disculpa mi retraso -dijo para hacerse oír y separarlos. Sus ojos llameaban cuando Hana siguió besándole como si estuvieran solos.

-Otro día hablaremos, zorrito -bajo la voz casi un susurró- ya me dirás quien es tu nuevo amigo. Hola, Aki -se volvió hacia su novio, le pasó el brazo por la cintura y ante él asombro del chico le dió un espectacular beso, era consciente que el muchacho estaba más que sorprendido- Acabaste?

-Si, podemos marchar cuando quieras. -miró hacia el chico moreno, a pesar del tiempo transcurrido aún se veía dolor en su mirada- Cómo estas, Rukawa?

-Muy ocupado... -sabía que no era eso lo que le preguntaba.

Sendoh asintió comprendiendo.

Una rápida despedida  de los dos y se marcharon dejándoles solos.

Takeo le reconoció, era el pelirrojo que formaba dueto en la duela con Rukawa, su nombre era Sakuragi, tenía que reconocerlo que también era extraordinario su juego y juntos realizaban las jugadas más espectaculares, sus clavadas o rebotes eran increíbles.

-Por qué te llama así? -había escuchado su apelativo.

-Así cómo? -preguntó echando a andar, no se molestó en ver si iba tras él.

-Zorrito... -dijo entre dientes.

-Cosas de él. -no tenía porque darle explicaciones.

-Tú le llamas de alguna manera?

-Si. A qué se debe tanto interés? -inquirió a su vez.

-Solo intentaba mantener una conversación -se justificó, enseguida de conocerle quedo rendido ante la hermosura de su rostro enmarcado por esos cabellos negros que cubrían sus ojos, sin embargo él vió una expresión de desolación en su mirada azulina, sobrellevaba un pesar y él sintió la necesidad de consolarle, darle ese cariño que le habían negado desde siempre, compartir juntos momentos agradables, conocerse y aprender a convivir como lo que eran, no estaba preparado para el sentimiento que invadió su pecho. Irremediablemente se había enamorado. Un sentimiento prohibido, podía haberse marchado de allí, en cambio se quedo, conoció su costumbre de salir a correr y como él también lo hacia pensó que podía encontrar el modo de abordarle, cada día que pasaba se sentía más atrapado dentro de ese amor que ocupaba su corazón y su mente, sus pensamientos más íntimos estaban enlazados con él, Kaede Rukawa. Iba a pedirle refugio en su casa y encontró el amor, que ironía. Debía decirle quien era, más cómo planteárselo?, no podía decirle así de sopetón "Hola soy tu hermano Takeo Rukawa, papá renegó de mi al enterarse que soy homosexual y pensé que podría quedarme contigo"

Avanzaban en silencio, Rukawa un tanto extrañado porque su ocasional compañero estuviera tan ensimismado, se le hacia extraño, esa mañana había hablado excesivamente y ahora ese prolongado silencio era un indicio que algo perturbaba su animo. Le miró de refilón y advirtió la seria expresión de su rostro, supo que algo le preocupaba, sintiendo la necesidad de abrazarle, de consolarle, de alejar la tristeza de sus bellos ojos azules. No se le hizo raro encontrar una persona que tuviera su mismo color de ojos, ni sus cabellos negros, ni la rapidez con que aceptó su compañía, ni prestó atención a la sensación de sentirse a gusto a su lado, de familiaridad, solo atendió a la reacción de sus hormonas y estas estaban excitadísimas.

-Vivo cerca -habló Rukawa y al obtener su atención añadió- Si quieres te invito a un té.

Takeo asintió. Aprovecharía la ocasión para decírselo, con esa decisión se sintió más tranquilo, no podía saber lo que Rukawa tenía en mente porque sus pensamientos acerca de él no eran nada castos.

Rukawa solo llevaba a su casa a los chicos con los que buscaba calmar sus alborotadas hormonas, con ese muchacho las tenía  descontroladísimas. Sabía que una vez satisfecho su deseo, podía olvidarlo y continuar con su aburrida existencia. Nunca supo la conversación que mantuvieron Akira y Hana algunas horas después de separarse de ellos, transcurrió así.

-Creo que Rukawa ha encontrado por fin  la horma de su zapato.

-Tu crees? Si es así me alegro por él, últimamente estaba bastante trastornado, nunca creí que fuera capaz de jugar con los sentimientos de las personas y no quiero detenerme a pensar cuantos corazones ha roto con su insensibilidad. Tampoco le condeno por eso, porque en parte soy culpable y es su forma de reaccionar ante su soledad.

-Pues creo que esta vez el único corazón que saldrá lastimado será el suyo, porque ese chico le interesa, lo vi en sus ojos.

-Deseo que pueda volver a ser feliz. -murmuró Hana.

De haberlo sabido con seguridad Rukawa hubiera reconsiderado su idea de llevarle a su casa conformándose con una simple amistad. Como no poseía el don de ver su futuro, siguió adelante con sus propósitos.

 

////\\////\\////

 

-Es aquí donde vives? -preguntó cuando le vió detenerse ante un edificio, como si lo ignorara cuando en realidad había pasado varias veces por delante del portal, intentando ver si conseguía tomar valor para hablarle. Eso si, ignoraba en que planta estaba ubicado su apartamento,  estaba en la octava como supo en cuanto entraron al edificio y como buenos deportistas subieron por las escaleras.

-Si... -Algunos minutos después abría la puerta de su apartamento. Pasa..., puedes recorrerlo mientras preparó el té. -tras descalzarse dejo sus libros sobre una repisa enseguida de pasar el guenkan.

Takeo quedo satisfecho al ver la pulcritud que había en las tres cámaras que componían la vivienda, el dormitorio de él al estilo occidental, en donde destacaba una amplia cama en la que podían dormir hasta tres personas sin llegar a molestarse, ese pensamiento le conturbó, el cuarto de aseo adyacente, se entraba desde el mismo dormitorio donde también tenía su mesa de estudios, y en las paredes repisas donde estaban alineados sus libros de estudio, todos ellos con títulos bastante extraños, leyó Economía Teórica, Estudios Contemporáneos de Economía, Estudios de Negocios y Mercado y Historia de Economía. No cabía duda que estaba estudiando economía, así como otros de lectura, pero también relacionados con el tema, así fue que le sorprendió encontrar allí algunas novelas como Shogun, El Silencio o El samurai de Endo y un libro de historia de la época de Tokugawa, también encontró las obras de Ogai Mori  y algunos libros de Soseki Natsume una sonrisa asomó en sus labios, tenía uno gusto bastante ecléctico. Siguió su inspección hacia el salón y la cocina que conformaban el resto del piso. Tenía el mobiliario justo, nada superfluo se advertía a simple vista, todo útil y utilizable.

Rukawa vino con una bandeja que dejo sobre una mesa baja, se sentó en el sofá haciéndole un gesto para que hiciera lo mismo.

Takeo se sentó a su lado, tomaron el té mientras hablaban de los libros que habían leído o de las películas que habían visto últimamente.

Rukawa reconoció que en los últimos años había ido poco debido a sus estudios. No agregó que ahora prefería los ambientes donde la música aturdía los sentidos ya que permitía mayor variedad de especimenes, donde la cacería de piezas mayores era todo un reto. Esa idea le hizo sonreír.

El joven se olvido de lo que iba a decir, su boca se entreabrió, deslumbrado quedando indeciso ante su bella sonrisa.

Ese momento de vacilación fue aprovechado por Rukawa, que tomó posesión de esa boca al tiempo que le tumbaba sobre el sofá, llevaba deseándolo desde el instante mismo de conocerle, su lengua pasó sin dificultad hasta esa cálida cavidad, explorándola con avidez, con deseo incontenible, inmovilizándole con el peso de su cuerpo, poco podía hacer para impedir la caricia, sus manos al principio intentaron apartarle de su lado, más luego quedaron inertes en su espalda, se movió sobre él, excitándole, haciéndole sentir hasta que extremo le deseaba, su mano se introdujo entre los cuerpos de ambos, y comenzó a acariciarlo a través de la tela de los pantalones, sus gemidos se atravesaban en su garganta, hasta que finalmente Takeo se rindió y comenzó a responder al apasionado beso.

Rukawa satisfecho buscó la cremallera del pantalón.

 

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Entró al salón despreocupado, de pronto un puñetazo lo derribó al piso del salón.

-¡¡Qué!!...

-Porque no me lo dijiste, si llego a saberlo antes no me enamoro de ti -le increpó furioso Rukawa- Me sedujiste con tu forma de ser, te creí sincero, eres un mentiroso, un maldito mentiroso.

-Porque yo sentí lo mismo al segundo de conocerte. -Confesó sin levantarse de donde había caído- Por eso..., te amo, Kaede. Nada ni nadie podrá cambiar mis sentimientos hacia ti. No te mentí. -La fría mirada de esos ojos azules le atravesó sin palabras- Tienes razón debí decírtelo, no esperaba que me recibieras con los brazos abiertos, pero si que me aceptaras unos días en tu casa hasta que se arreglara mis diferencias con nuestro padre. Hace tres años supe que tenía un hermano quise conocerte por lo que no me fue difícil averiguar donde vivías, mi madre  intervino convenciendo a papá para prohibirme venir a verte. Así durante ese tiempo. Nunca oculte hacia donde iban mis preferencias, mi madre lo sabía, mis hermanos también, solo lo ignoraba papá alguien me vió en una situación comprometida y fue a decírselo a nuestro padre discutimos y renegó de mi, decidí que era un buen momento para conocerte, mi intención era buena, solo que no contaba con enamorarme. Los dos caímos en la misma trampa.

-No quiero volver a verte. Ninguno de vosotros existe para mí. -gritó como si aquella historia no le afectara- Vuelve con tu familia y olvídame. -Se dió la vuelta y se metió en su dormitorio, de allí paso al aseo sollozando, había ocultado las lágrimas ante él, porque no quería que supiera hasta que extremo le dolía esa verdad. Estuvo encerrado hasta que dejo de escuchar movimiento en el piso, era de noche cuando finalmente se decidió a salir.

Estaba solo. Nuevamente la soledad era su compañera, ahora no tenía a Hanamichi para buscar consuelo, no podía decirle que se había enamorado de su propio hermano, ¡¡su hermano!!, un sollozo escapó de su pecho. Sabía que tenía tres hermanos, su padre le llamaba el mismo día que nacían, solo le decía,  "hola hijo, sabes? tienes un hermanito" Como si a él le importara. Había dejado de importarle el mismo día que su padre le dijo que se casaba y que él se iría a vivir a Kanagawa. Solo tenía seis años y no comprendió porque su padre le abandonaba con unas personas que no conocía. Su corazón se endureció y decidió no encariñarse con nada, ni con nadie, porque al final solo recibía desengaños.

Cierto es que fue una triste decisión, pero aprendió a vivir con esa carga, hasta que se enamoró de Hana y su vida tomó un rumbo diferente. Ahora el círculo se cerraba, nuevamente la soledad era su única compañera.

Se dejo caer sobre su cama, sin dejar de llorar, no supo cuanto tiempo permaneció allí, hasta que sintió el peso de un cuerpo que sacudía su lecho y una mano que acariciaba su espalda. Se tensó.

-Vete!!!

-Qué te ocurre, zorrito?

Kaede se incorporó refugiándose en su calido abrazo, llorando aún más fuerte.

No era propio de él llorar así, Hana recordó su conversación con Akira, que era lo que le hacia sufrir? Sin dejar de acariciarlo a lo largo de su espalda, le consolaba con dulces palabras que dejaba caer junto a su oído.

Cuando le sintió más calmado le explicó de su presencia allí.

-Vino a verme Takeo, estaba preocupado por ti, me dió las llaves del apartamento y me pidió que viniera a verte, que me necesitabas. Te peleaste con él? -era algo evidente, él chico aún llevaba la señal del golpe, un feo moretón en la mandíbula.

-Si, le eche.

-Por qué?

-Él me mintió..., no puedo amarle...

-Kaede, todos los enamorados se ocultan cosas, tienes que aprender a ser menos intransigente...

-Tú y yo siempre nos contábamos todo, nunca nos guardábamos nada.

-Es cierto -lo reconoció.

-No voy a llamarle, si es eso en lo que estas pensando. Me moriré sin él, pero... -nuevamente las lágrimas asomaron a sus ojos.

Hana no se extraño que él leyera su mente, a veces, de conocerse tan bien eran capaces de saber lo que pensaba el otro. Que había pasado para que llegaran a ese extremo?

-Me dirás en que te mintió.

-Me ocultó algo muy importante. Si yo lo hubiera sabido...

-Si lo hubieras sabido... qué?

-No le dejaba entrar así en mi corazón.

-Qué te gusta de él?

-Todo... -rotundo- su forma de hablar, como me miraba, su... su... -enrojeció- como me... me... y cuando él... me tocaba yo... todo. -concluyó.

-Comprendo. Te gustaba como te hacia el amor. -dijo por él Hana con una sonrisa.

-Si... -susurró bajito- También cuando me sonreía feliz porque aprobé los últimos exámenes, o cuando  me abrazaba para que le consolará. Yo no comprendía porque estaba triste, deseaba alejar la tristeza de su lado, y hacia algunas tonterías para hacerle reír, me gustaba su risa.

-Cualquier cosa que te ocultara puedes perdonárselo. Tú le amas y él te ama, ahora mismo esta llorando con Aki. Esta deshecho como tú.

-No puedo, y él lo sabe.

-Me dirás que te ocultó. Qué es eso tan terrible?

-No quiero perderte a ti. Me odiarás y no quiero... -sollozó.

-Zorrito, yo nunca podré odiarte, por mucho que me lo proponga -acarició sus mejillas húmedas y con dulzura besó sus labios temblorosos.

-Se lo contarás a Sendoh... -tembló en sus brazos.

-Sabes que soy incapaz de guardar secretos -reconoció Hanamichi- Pero él si. Cualquier cosa que yo le cuente, no saldrá de sus labios.

Kaede asintió, apoyó su mejilla en su pecho y empezó a hablar.

-Su nombre es Takeo Rukawa, es mi medio hermano. -Hana no pudo evitar dejar escapar una exclamación de sorpresa, Kaede se alzó para mirarle, su mirada era la de siempre, vió su gesto para que prosiguiera- Solo tiene dieciséis años, al parecer tras una discusión mi padre renegó de él diciéndole que no podía ser hijo suyo, me llamó hace unas horas preguntándose si conocía su paradero, que llevaban sin saber de él desde hace un mes, creyó que yo podía haberlo acogido pues siempre mostró interés en conocerme.

-Qué le dijiste?

-Que querías que le dijera, si esta aquí conmigo, desde hace tres semanas es mi amante, pero tranquilízate, yo lo ignoraba. Crees que eso le haría feliz?  -preguntó irónico.

-Si, es muy duro.

-Le dije que no sabía nada y colgué...

-Te comprendo, fue muy fuerte para ti saber algo así.

-Me sentí morir... le amo. -ocultó su rostro en su pecho dejando que le meciera en sus brazos- No quiero volver a verle, solo así podré olvidarle. No quiero oír su nombre, ni nada que se relacione con él. Prométemelo, Hana.

-Te lo prometo. -cualquier cosa que pudiera tranquilizarle. Acarició sus cabellos con cariño- Tranquilo, te repondrás..., un día volverás a enamorarte y así lo olvidarás.

-No se si podré.

-Te olvidaste de mí, podrás olvidarle a él también -dijo práctico Hanamichi.

-Tienes razón.

Algún minuto después agotado por las intensas emociones, Kaede terminó durmiéndose. Hana le tendió en el lecho tras desvestirle, tapándole con la ropa de cama.

-No te vayas... -pidió medio despierto al sentir el vacío de su cuerpo.

-Llamaré a Aki para decirle que me quedo esta noche contigo.

-Bueno...

Algunos minutos después Hana regresaba a su lado, se desvistió y se acostó con él. Al rato sintió sus brazos rodeándole, buscando su seguro refugio, reconfortado en ese conocido y cálido cuerpo.

Hana le estrechó entre los suyos. Akira le dijo que Takeo se marchó sin decir donde iba. Pasaron años antes de saber de él.

Los días fueron pasando y Kaede se concentro exclusivamente en sus estudios, estaba en el último semestre de su carrera, y en el basquetball. Sus labios no volvieron a mencionar a Takeo, ni siquiera para saber si ellos tenían conocimiento de su paradero, aunque por dentro se estuviera muriendo, intentó vanamente olvidar el amor que sentía.

Inútil propósito.

-Si llego a saberlo... -Su corazón le negaba el olvido.

FIN

20-21 de febrero de 2004

Paz

Notas finales: Con un poco de suerte podré escribir una continuación...

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