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Consecuencias de una noche de copas por Paz

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Notas del capitulo:

Anteúltimo capítulo... ya estoy sobre el final del fic.

AVISO: TAMBIEN SUBIRÉ EL ÚLTIMO CAPÍTULO

 

Consecuencias de una noche de copas

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 18: Trabajo nocturno

 

Hanamichi asumió su responsabilidad de padre con entera dedicación, al cabo de los días asumió que debía trabajar para nivelar los gastos que ocasionaba llevar un hogar, porque lo primordial era la seguridad de su familia.

No tardo en comprender que la pensión que recibía todos los meses no era suficiente para sacar adelante las necesidades que ocasionaba la crianza de su hijo, él se había comprometido con Kaede a participar en los gastos, poniendo igual o mayor cantidad de la que aportaba su pareja. Ya había recortado todos sus gastos superfluos y aún así se quedaba corto. Por ello decidió que necesitaba un trabajo.

Tras un breve análisis de su situación supo que un trabajo nocturno le proporcionaba cierto desahogo económico al estar mejor pagado. Tras meditarlo, no le llevó mucho tiempo decidirse porque era el único momento que disponía para trabajar, sentía que podía resistirlo, era joven y podía quitarse algunas horas de sueño.

Entonces su necesidad era tanta que no pensó en las múltiples ocupaciones que realizaba al cabo del día y que esas horas de sueño le ayudaban a reponer fuerzas para poder continuar con su vida normal.

Tampoco le resultó fácil justificar sus continuas ausencias, por ese motivo esperaba hasta que Kaede se quedaba dormido para salir corriendo hacia su nuevo trabajo en una sala de subastas de pescado congelado, en el puerto de Tokyo, en el que se subastaban más de 2000 toneladas de pescado al día por los consignatarios a los 1500 mayoristas que a su vez lo comercializaban a los minoristas que lo adquieren para vender en todas las tiendas de la ciudad.

Aquel era un trabajo muy duro, tenía que cargar cajones con la mercancía a medida que era subastada para transportarla a los camiones frigoríficos, había acordado que solo trabajaría tres horas y que cobraría al terminar su jornada, si por algún motivo no iba no recibiría nada. Al principio, intentó encontrar trabajo en el puerto de Yokohama que le quedaba mucho más cerca, sin embargo no le fue posible y tuvo que conformarse con realizar dos horas de viaje en bicicleta ida y vuelta porque no tenía otro transporte. Ese fue el inconveniente más preocupante, pero finalmente lo soslayó diciéndose que lo que ganaba cada noche lo justificaba.

Apenas llegaba al piso se metía en el baño donde procedía a meterse bajo el agua de la ducha para quitarse de encima el olor a pescado, Kaede siempre le encontraba allí y él se justificaba diciendo que se despertaba antes de lo habitual. Al cabo de varios días dejo que preguntarle y él se sentía aliviado porque no quería mentirle más de lo necesario.

Al cabo de algunas semanas, con el duro trabajo sus brazos se fortalecieron, pero todo su estado general se resintió, no quería reconocerlo, pero se quedaba dormido durante sus clases, no tenía tiempo para realizar sus trabajos prácticos y su rendimiento durante los entrenamientos descendió alarmantemente, se sentía frustrado y su carácter alegre tenía altos y bajos de constante malhumor.

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Kaede al cabo del tiempo comenzó a comprender que algo iba mal, pero no sabía a que achacar los cambios de humor de Hanamichi, comenzó a investigar entre sus amigos y compañeros enterándose así que últimamente se quedaba dormido durante las clases, que no entregaba sus trabajos y que los profesores le habían llamado al orden en diferentes ocasiones, provocando estallidos de malhumor en él lo que había dejado sorprendidos a todos.

Al saberlo, comenzó a observarlo en los momentos que pasaban juntos, en casa era un padre maravilloso, jugaba y reía con Hiromichi, le atendía con mimo haciendo las delicias del pequeño, con él era un amante apasionado, su contribución al cuidado del hogar no sufría menoscaba, dejando sobre una repisa del dormitorio, todas las semanas, cierta cantidad, nunca era la misma para los gastos comunes. Al pensar en ello, comprendió que Hanamichi había dejado mucho más de lo que cobraba por su pensión. De dónde sacaba Hanamichi ese dinero? En qué se había metido para conseguir tanto dinero?  Le constaba que era demasiado honrado para delinquir, nunca se metería en trapicheos de drogas, ni iría asaltando a viandantes descuidados. Hanamichi no era de esos. Solo quedaba pensar que había encontrado un trabajo a espaldas de él, pero dónde, desde cuándo y en qué momento? Sabía que durante el día no, así que solo quedaba una posibilidad, era por la noche. Debía ser a partir de las doce de la medianoche, con toda seguridad que se marchaba apenas confirmaba que estaba dormido. Qué trabajo realizaba que estaba tan bien pagado? Cuando sus pensamientos quedaron aclarados decidió que necesitaba seguir sus pasos para confirmar lo que sospechaba.

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Cualquier cosa que pudiera afectar a Hanamichi, era motivo para que él olvidara sus impresiones respecto a Mito, por eso no dudo en acercarse hasta donde él estaba para hablarle.

-Mito... -llamó al joven que departía con unos compañeros

Yohei se volvió quedándose mirando con cierta sorpresa al joven que permanecía frente a  él con expresión inmutable.

-Disculpar... -dijo separándose del grupo y siguiendo a Kaede que había echado a andar- Que ocurre?

-Tu amigo es un idiota.... -murmuró como si hubiera una larga amistad entre ambos.

-Te refieres a Hanamichi? -preguntó sorprendido por el estallido de Rukawa, su tono de voz tenía un matiz de furia contenida.

-Conoces a algún otro que lo sea? -preguntó a su vez.

-Qué es lo que ha hecho? -preguntó un tanto sorprendido que Rukawa acudiera a él- No me digas que se ha cansado de ti y del pequeño? -preguntó con cierta sorna.

-Creo que esta trabajando. -dijo, su mirada gélida le atravesó como una filosa espada.

-Hanamichi? -Yohei abrió mucho los ojos, dispuesto a soltar una carcajada de incredulidad. Podía creer más en lo que había dicho con anterioridad que esa posibilidad.

-Entonces... -le miró de frente- esta distribuyendo droga -bien sabía que eso era imposible, lo dijo para provocarle y de paso saber que pensaba de su amigo.

-Estás loco!!! Hanamichi no es de esos. ¡¡Imposible!!. -replicó categorico.

-Ya lo sabía... solo quería saber tu opinión... -le comentó lo que le preocupaba- Hanamichi ha descendido su rendimiento durante los entrenamientos y me he enterado por algunos de sus compañeros que no presenta sus trabajos prácticos y que se duerme habitualmente.... Por eso creo que esta trabajando.

-Quieres que hable con él?

-No..., me preguntaba si podías conseguirme un conductor, mi hermano me deja las llaves de su coche, pero con mi hijo no puedo conducir y estar pendiente de lo que hace Hanamichi.

-Tienes carné? -sorprendido por ese hecho.

-Si... -sabía que aún no tenía edad para conducir, su hermano había conseguido mediante ciertas concesiones que se lo dieran.

-Si no tienes inconveniente, quisiera acompañarte. -Ante su silencio insistió-Quisiera saber en que anda metido, tal vez... -era una remota posibilidad- pueda necesitar mi ayuda.

Kaede le miró como si meditará su pedido.

-De acuerdo. -Le dio la dirección de su apartamento- Creo que sale alrededor de la medianoche, espérame en la esquina, ahí te recogeré, así verás que dirección toma.

Mito asintió.

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Hanamichi pedaleaba con energía, dispuesto a ganar unos minutos de tiempo, todas las noches se marcaba una nueva meta, esta vez quería hacer el trayecto en cuarenta y cinco minutos.

A aquella hora todavía circulaban por la autopista bastantes vehículos, más él iba suficientemente equipado para ser visto por los conductores, su única preocupación era llegar más temprano porque así se marchaba antes.

Aquella noche tenía un mal presentimiento, como si algo fuera a irle mal. Intentaba apartar de si los pensamientos funestos que como ráfagas pasaban por su mente, concentrándose en la línea blanca que tenía a su izquierda para no invadir el carril de los coches.

Su mirada volvió a posarse en el espejo retrovisor que llevaba, y en el que podía seguir viendo las luces de un coche oscuro que circulaba a una velocidad moderada y que desde hacía un rato largo veía que no le pasaba.

Decidió detenerse un par de minutos, fingiendo haber tenido una avería. Prefería perder tiempo a tenerle detrás sin saber que pretendía. Ser precavido era una de sus virtudes se ponderó a si mismo.

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-Te ha visto... -comentó Mito que estaba sentado en el asiento de atrás con una mano apoyada en la sillita donde dormía placidamente el bebé, envuelto en mantas para protegerle de la frescura de la noche y con la mirada fija en la rauda velocidad que llevaba Hanamichi, se notaba que lo que fuera a hacer le corría prisa.

-Me adelantaré... ya sabemos hacia donde se dirige.

-Hay un par de salidas antes de llegar.

-Me detendré en la primera, con las luces apagadas, si no la toma volveremos a quedar detrás de él.

Así lo hizo, viendo algunos minutos después pasar a Hanamichi raudo, como si estuviera sprintando y quisiera llegar el primero a la meta.

-Lo que haga... -comenzó Mito.

-Si, lleva mucha prisa. -le interrumpió volviendo a poner el coche en marcha, encendió las luces y retrocedió unos metros para retomar la carretera.

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Estaba medio agachado, como si estuviera controlando la cadena, mirando por debajo de su brazo las luces del coche que iba tras él, se quedó más tranquilo cuando pasó por su lado sin detenerse, se fijo que llevaba los cristales oscurecidos impidiéndole ver quien lo conducía.

Tal vez se trataba de una mujer excesivamente prudente pensó alzándose y mirando hacia las luces traseras que iban perdiéndose en la distancia hasta desaparecer.

Solo entonces reanudó su marcha veloz, intentando recuperar el tiempo perdido.

Quince minutos después volvió a lanzar una interjección malsonante, olvidando su  buena educación, al fijarse en las luces que una vez más seguían tras él. No le cabía duda que era el mismo coche, de color oscuro y a una prudente distancia de él. En la lejanía comenzaban a verse las luces de la gran ciudad, dejo de preocuparse porque en poco más estaría en las proximidades del puerto, además no parecía que fuera tras él, a lo mejor no tenía ninguna prisa y él mismo sin darse cuenta le paso dejándole otra vez detrás. No quería parecer paranoico, viendo peligros donde no existían.

Siguió su camino con la mirada fija en el frente, pedaleando con energía ganando los minutos perdidos, hasta que alcanzó a la calle transversal que conducía al puerto y quedando más tranquilo cuando miró tras suyo y no vió nada anormal.

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Rukawa se acercó a la verja de entrada al puerto que seguía abierta, si bien un vigilante controlaba los que entraban y salían.

Se detuvo sin traspasar la verja y bajo la ventanilla para hablar con el vigilante se que se acercaba.

-Buenas noches... -saludó Rukawa con la seriedad que le caracterizaba cuando estaba ante desconocidos.

-Buenas noches..., sabe que no esta permitido el acceso -le avisó.

En ese instante Hiromichi comenzó a llorar.

Rukawa vió como el hombre enfocaba la luz de la linterna hacia la parte de atrás fijándose en los otros ocupantes.

-Yo lo sé, pero él no. -volvió el rostro hacia el bebé, se fijó como Mito intentaba acunarle en su sillín, sin conseguir calmarlo, mentalmente dio un diez a su hijo por su oportuna intervención- Su padre nos lo dejo a nuestro cuidado, ya no sabemos que más hacer para calmarlo. Me dijo que estaba trabajando aquí. Se llama Sakuragi Hanamichi, es un tipo muy alto, de cabellos pelirrojos.

-Se a quien se refiere... ha llegado hace un rato. He oído que es muy trabajador y esta muy bien considerado entre sus compañeros. -Su mirada dubitativa se posó en el bebé cuyos puñitos se apretaban mientras por sus mejillas caían enormes lagrimones capaces de enternecer al hombre más duro- Parece muy joven para ser padre. -objetó.

-Pues lo es.... -aseguró Rukawa imperturbable ante la mirada del hombre.

-Podéis pasar. -le dio las indicaciones necesarias para encontrar el edificio donde estaba trabajando.

-Gracias... -puso en marcha el motor y arrancó- Tranquilo, chiquitín, ahora vamos a ver a papá, no querrás que él te escuche llorar..., qué va a decir de ti? -Le preguntó con una sonrisa que plegó sus labios en un trazo firme- Seguro que tú también quieres sorprenderle. Se lo merece por tonto.

Mito quedo perplejo al oír el tono de voz de Rukawa mientras se dirigía a su hijo, la ternura y suavidad que había en sus palabras consiguieron calmar al bebé que al momento comenzó a jugar con sus pies, el tono de su voz le tranquilizó por completo.

La mirada de Rukawa se cruzó con la de Mito a través del retrovisor.

-Solo llora cuando esta molesto. No le gustan los viajes largos. -comentó- Necesita que le hablen o toquen para saber que no esta solo.

-Es curioso, a Hanamichi le pasaba lo mismo cuando era pequeño. -dijo Mito mirando con curiosidad al pequeño que nuevamente dormía.

-Ah si? -murmuró Rukawa sin mostrar más interés, pero tomando buena nota de ese detalle.

Tras unos diez minutos de vueltas por el interior del puerto consiguió llegar al lugar donde se subastaba el pescado.

Encontró un hueco entre dos coches y esperó.

Gran variedad de camionetas, camiones o furgonetas aparecían alrededor del iluminado edificio, un maremagnun de hombres salían y entraban, moviéndose con agilidad entre chorreantes cajones llenos -imaginaba- de diversos pescados, llevando sobre sus espaldas pesadas cargas. Algunos de esos hombres llevaban entre sus manos hasta seis o siete cajas que apoyaban sobre su pecho y que les tapaba el rostro, impidiendo verles, otros en cambio trasladaban pesados cajones sobre sus hombros y espalda, a veces se veía caer pequeños trozos de hielo, dándoles una clara idea del frío que debían estar pasando, aunque la pesada faena tenía que mantenerles caldeados por el esfuerzo que estaban realizando.

-Vas a entrar? -preguntó Mito al verle inclinarse sobre el volante y mirando con fijeza por el cristal delantero.

-¡¡Ahí esta!! -exclamó Rukawa disponiéndose a salir del coche para llamar su atención, su mirada llameó al verle inclinado bajo el peso de la carga que transportaba sobre su espalda.

Hanamichi ajeno a su proximidad se movía ágil, dejando con una amplia sonrisa su primera carga y volviendo sobre sus pasos rápidos como si así pudiera alcanzar más pronto la hora de volver junto a su koi y su hijo.

De pronto se inmovilizó, entorpeciendo el paso de sus compañeros de faena, recibiendo algunos gritos airados, sin embargo, él se mantenía sordo y mudo a las imprecaciones que recibía.

Se frotó los ojos como si no pudiera creer en lo que estaba viendo, si su mirada no le engañaba, Kaede venía hacia él, más no lo hacia solo, llevaba en sus brazos a su hijo envuelto en su mantita para protegerle del relente.

-Kaede... -susurró comprendiendo por el brillo ceñudo de su mirada que era real, su mal presentimiento se había cumplido. Había sido descubierto.

-Vamos a casa, Hanamichi. Tu hijo y yo te necesitamos en nuestro hogar. -fue apenas un susurro pero todos los que allí estaban se enteraron y momentáneamente cesaron en sus tareas durante unos segundos, como esperando la reacción del pelirrojo.

Hanamichi frotó sus manos sobre la bata de plástico que protegía sus ropas, al instante, se la quitó entregándosela al que estaba más cercano, comenzó a caminar yendo a su encuentro con una expresión apesadumbrada, como de perrillo apaleado.

Al grito del encargado todos se movilizaron, recomenzando sus quehaceres, quien se quedo mirando con pesar la marcha del joven, durante el tiempo que había estado allí había sido un incansable trabajador, lamentaba perderlo, pero de lo que no le cabía duda que tarde o temprano iba a ocurrir.

 -Qué fuerte te ha dado! -comentó Yohei apenas se introdujo dentro del coche, en tanto, Rukawa acomodaba en su sillita al bebé y se aseguraba que quedaba bien sujeto.

-¡¡Mi bicicleta!! -exclamó Hanamichi cuando Kaede iba a poner en marcha el coche.

-Dónde la has dejado? -preguntó Yohei estirando la mano para recibir la llave del candado.

-Puedes recoger mis cosas? -pidió con expresión compungida cuando recordó que había dejado todo la taquilla que le habían asignado, al tiempo que le indicaba donde había dejado su bici.

Asintió.

Diez minutos después regresaba Yohei con todo, tras atar la bicicleta en su correspondiente soporte, un tanto sorprendido porque lo tuviera se apresuró a entrar al vehículo. Enseguida se resolvió la incógnita.

-Me preguntó como le explicaras a mi hermano que agarraste su bicicleta -dijo Kaede con expresión impenetrable. 

Hanamichi se hundió en el asiento, excesivamente avergonzado por ese detalle, aunque no arrepentido por pretender ser el cabeza de familia.

El regreso se hizo en silencio.

-Dónde te dejo? -preguntó Kaede mirando por el espejo retrovisor hacia Mito que se sentía atrapado por el carisma del bebé, su puñito estaba cerrado alrededor de su dedo índice y no quería moverse para no despertarle.

Le dio su dirección, porque a esa hora todavía no funcionaba el transporte público.

Hanamichi permanecía callado, con la mirada al frente, convencido que apenas llegaran al apartamento iba a conocer el enojo de su koi.

Apenas dejaron a Mito enfrente de su casa, Hanamichi se preparó para oírle, sin embargo, Kaede permaneció callado, atento a la conducción, solo al llegar al garaje le comentó.

-Agarra el bolso... -pidió mientras se hacía cargo del dormido bebé.

Hanamichi no estaba arrepentido por su actitud. Estaba convencido que había actuado correctamente, sin embargo, la mirada de Kaede, su silencio le turbaban y le hacían sentirse culpable.

Apenas entraron al piso, Kaede se dirigió directamente a acostar al bebé que ajeno al drama que podía avecinarse dormía placidamente.

-Ve a ducharte mientras le acuesto, hueles a pescado -comentó Kaede.  

-Kaede... yo... - sus palabras más que una petición le pareció un reproche.

-Me reuniré contigo apenas le deje. -dijo Kaede mirándole con ternura haciéndole saber que su enojo podía ser efímero.

Algunos minutos después, fiel a su palabra Kaede entró en el aseo, Hanamichi estaba de espaldas a él, el sonido del agua le impidió oírle llegar, se desvistió y enseguida estuvo junto a Hanamichi.

-Me siento orgulloso de ti... -murmuró abrazándole por la espalda.

-En serio? Pensé que era lo mejor que podía hacer por vosotros.

-Déjame ser a mi quien se preocupe de los gastos, tú piensa en tus estudios y en estar a nuestro lado, es a ti a quien necesitamos -murmuró Kaede- Tienes todo el fin de semana para descansar, prométeme que sacaras adelante tu carrera, luego cuando termines serás tú quien mantenga a esta familia.

-Lo prometo.... -

Continúa en el próximo capítulo

Paz

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Notas finales: Para que no esperéis excesivamente subiré el capítulo final a continuación.

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