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Consecuencias de una noche de copas por Paz

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Notas del capitulo: Disculpar una vez más mi tardanza en actualizar.... esta vez tengo justificación... me quede sin conexión a Internet... y con un servicio técnico que no sabe como solucionar problemas.... menos mal que finalmente topé con un chaval muy majo.
 

Consecuencias de una noche de copas

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 7: En la casa del zorro

 

Dos días antes de terminar el mes, Kaede llama a Hanamichi a su piso.

-Moshi... moshi.

-Hanamichi... -el aparente compañerismo de los primeros días había sorteado la barrera que parecía separarlos hasta alcanzar un grado de sólida amistad. Por ese motivo habían pasado a un trato más personal comenzando a llamarse por sus nombres.

-Ocurre algo? -inquieto por esa intempestiva llamada a las ocho de la tarde y tras tres días sin saber de él, porque ni contestaba el teléfono ni abría la puerta aun cuando se pasaba largos minutos aporreándola. Como tampoco coincidía con él en el tren llegó a pensar que por el motivo que fuera se había ausentado de Kanagawa.

-No... no... tranquilo... -se apresura a tranquilizarle- Puedes venir un momento... tengo que salir y no puedo llevar conmigo a Hiromichi.

-Enseguida estoy ahí... -dijo Hanamichi sin pensarlo demasiado.

Veinte minutos después unos fuertes golpes en la puerta, indican Kaede que Hanamichi ni siquiera se ha molestado en tomar el tren, ha debido de venir corriendo para llegar tan pronto, lo que le hace pensar que no debe vivir tan lejos como había pensado en algún momento. Se acerca a la puerta y la abre. Hanamichi con una mano apoyada en la pared intenta recuperar el resuello.

-Cof... cof...

-No era necesario que corrieras. -le tomó del brazo y le hizo entrar- Ponte cómodo..., iré a buscarte un vaso de soda -ya conocía sus gustos en materia de comida y bebida.

-Gracias. -se descalzó y pasó a la sala atravesando el diminuto pasillo para sentándose en uno de los sofás.

Cuando volvió Kaede con la bebida cayó en la cuenta que no estaba vestido para salir.

-Por qué me has hecho venir? -preguntó cuando tras beber se sintió mejor, llevaba tres días sin verle y su llamada le inquietó.

-Quería proponerte un trato...

-Un trato? -preguntó sorprendido alzando la mirada hacia él que seguía de pie.

-Aha... Me dijiste que tenías que dejar tu piso. -ocupó otro sofá para no forzarle a tener el cuello doblado, quedando ambos a la misma altura.

-Si. -recordó su fallida estratagema.

-Has encontrado un lugar donde ir? -preguntó.

-No. Por qué ahora te interesa? -inquirió, durante esos días había llegado a pensar que Kaede no sentía por él ese mismo sentimiento de amistad que sentía en su pecho.

-Ven.

Hanamichi le siguió preguntándose que pretendía ese zorro.

La distribución de la vivienda era sencilla, apenas setenta metros cuadrados divididos en dos habitaciones pequeñas, una sala, una cocina y el guenkan. La conocía perfectamente y no comprendía que intentaba mostrarle.

Le vió abrir la puerta que correspondía al dormitorio del bebe, más al ver su interior quedó sorprendido, su camita había desparecido, su pequeño mueble donde se guardaba su ropita tampoco estaba, las cenefas de la pared habían desparecido, en su lugar se había pintado de blanco, había una mesa escritorio con una silla, una cama lo suficientemente larga para ser ocupada por un adulto, una mesilla de noche y un armario de una puerta.

-Qué significa? -se volvió para interrogarlo.

-Si te gusta, es para ti. Dijiste que no tenías donde ir. -había tomado esa decisión sin consultarlo, deseando en el fondo de su corazón que aceptara su ofrecimiento.

-Gracias.... -se emocionó- Qué tengo que hacer a cambio? -le miró divertido.

-No seas malpensado... pervertido. -sonrió al comprender el sentido de su pregunta y el brillo de sus ojos.

-Deberías hacerlo más a menudo -dijo un tanto perplejo porque no se molestará con su alusiva picardía y también para apartar de su mente la imagen que con excesiva frecuencia aparecía en el interior de su cabeza, últimamente sus pensamientos rondaban alrededor de Kaede, estaba convencido que si pasaba más tiempo con él, llegaría a conocerle mas y comprendería que no merecía pensar tanto en él. A veces el trato continuo con otra persona te enseña más de ella de lo que uno puede desear, él deseaba llegar a ese plano para convencerse a si mismo que eso era lo que él necesitaba.

-Hacer qué?... -preguntó perplejo.

-Sonreír.

-No tengo motivos para hacerlo. -Replicó- Mi vida no ha sido fácil.

-Comprendo..., disculpa mi broma... no volveré a decir tonterías. Qué ibas a proponerme? -preguntó serio.

-Alquilarte la habitación con derecho a cocina. Será una cantidad mínima, a veces tengo que salir y no tengo nadie de confianza para dejar a mi hijo, si no tienes inconveniente en cuidar de él.

-De acuerdo... -se apresuró a aceptar.

-Aún no te he dicho cuanto te cobraré. -acotó sin sorprenderse por su rapidez en tomar esa decisión. Lo que le llevó a comprender que debía estar pasando un verdadero apuro para encontrar donde alojarse.

-Lo que tú decidas me parecerá bien. Te importa si me voy... tengo que ir a buscar mis cosas... sino tienes inconveniente me gustaría quedarme desde esta noche. -añadió para que no pareciera que se precipitaba.

-Ninguno... -respondió aunque un poco sorprendido por su prisa porque todavía quedaban unos días para cumplirse el plazo para dejar su alojamiento- Espera... te dejaré la llave. Seguro que estoy dormido cuando vuelvas.

Esa misma noche regresó cargado con libros y ropa. Ocupó la habitación, acomodando sus libros sobre la mesa escritorio o sobre la repisa ubicada sobre la mesa al alcance de su mano, había sido ubicado en el lugar justo para agarrarlos sin necesidad de levantarse.

Su ropa ocupó el armario, colgándola y metiéndola en sus respectivos cajones. Se daba cuenta que si bien se veían que eran muebles de segunda mano, Kaede se había tomado la molestia de comprarlos y repintarlos, pensaba devolverle como fuera el gasto que le había ocasionado, pero lo más importante es que estaba en la casa del zorro.

Al cabo de algunos días se había acoplado a la rutina de su nuevo hogar como si siempre hubiera estado viviendo allí.

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-Tienes hambre, pequeñín -sobre la mesilla vió el calienta biberones con uno de ellos dentro, lo sacó probando la temperatura de la leche echando unas gotas en el interior de su muñeca, la parte más sensible para conocer si era la adecuada para el pequeño, tal como le había enseñado Rukawa, solo entonces acercó a sus labios la tetina.

Hanamichi de pie en el borde de la cuna le contemplaba con satisfacción, el bebé chupaba con ansia de la tetina mientras él estaba inclinado próximo al bebé  sosteniendo en su mano el otro extremo del biberón, cuando lo terminó le acercó su segunda toma, sus manitas se posaban en las suyas como apremiándole a levantar más el biberón para que su contenido pudiera llegar a su boquita, cuyos labios se plegaban con fruición alrededor de la goma hasta que su apetito quedo satisfecho.

Puso un paño sobre su hombro, para alzarle, su carita quedo apoyada en el mismo, le dió suaves palmaditas en la espalda hasta que escuchó el suave eructo, solo entonces le acomodó nuevamente en su cuna, sus labios aparecían manchados porque había regurgitado parte de la leche sobre el paño que tuvo la precaución de ponerse, lo dobló y sobre la parte seca limpió al bebé que dormía placidamente una vez aplacado su apetito.

-Igualito a su papá - murmuró bajo pensando en Rukawa, sin saber cuanta verdad había en sus palabras, más no en el sentido que él las daba. Le contempló un rato mientras dormía y tras asegurarse que todo estaba correctamente, salió del dormitorio, dejando la puerta abierta para poder oírle si despertaba.

Llevaba consigo los biberones, que lavó y esterilizó dejándoles en lugar seguro en espera del momento que tuviera que comenzar a prepararle su siguiente toma, con toda probabilidad Hiromichi le dejará tiempo suficiente para concluir un trabajo practico que tiene que entregar.

Kaede lo ha dejado a su cuidado, pidiéndole encarecidamente que tenga cuidado con él porque donde tiene que ir no puede llevarlo.

Hanamichi recuerda

La preocupación que vió en su mirada cuando terminó de colgar el teléfono.

-Malas noticias? -inquirió

-Tengo que ausentarme un par de días.

-Vas a llevarte a Hiromichi? -preguntó dispuesto a ayudarle a recoger sus cosas y acomodarlas en su bolso.

-No puedo... -su mirada apenada le conmovió.

-Ve tranquilo el tiempo que sea necesario. Me ocupare de Hiromichi como si fuera mi hijo -no supo porque dijo algo así ni tampoco que significaba la mirada profunda que el joven le dirigió al oírle expresarse en esos términos.

-Nunca antes me había separado de él..., es la primera vez desde que me lo entregaron, cuando lo sentí en mis brazos, sentí una alegría muy grande y al instante olvidé los sinsabores que tuve que pasar durante su gestación, él me compensó por todo... -murmuró pesaroso mientras le sostenía en sus brazos y dejaba en su frente suaves besos como si quisiera compensarle por los días que tiene que dejarle solo.

Hanamichi le escucha impresionado por su confidencia, sabiendo cuanto le he costado hacerle hablar de la mamá de Hiromichi e inesperadamente, sin presiones por su parte, Kaede le habla de las dificultades por las que ha tenido que pasar, por ese motivo se siente más unido a él y su deseo de hacerle más fácil su existencia le lleva a decirle lo que realmente siente en esos instantes.

-Siempre que pueda estaré a tu lado..., nunca te fallaré.

Kaede asiente sabiendo que es sincero en lo que dice.

Una hora después Kaede sale de su apartamento.

Fin del recuerdo de Hanamichi

Durante dos días Kaede ha llamado con regularidad preguntando por su bebé y escuchando los grititos de alegría que pronuncia cuando reconoce su voz aún a través de la línea telefónica. Llamada que se repite también por la tarde poco después de acostarle una vez que le ha bañado y alimentado.

Le cuenta todo lo que hacen juntos y como se porta Hiromichi y también como el bebé cuando le habla de él le busca enseguida con la mirada y parece quedar decepcionado al no encontrarle, que Hiromichi le extraña es un hecho comprobado más eso no se lo cuenta para no entristecerlo. Sabe lo doloroso que le ha resultado a Kaede la separación y no quiere apenarle, ni apremiarle a regresar antes de concluir lo que ha tenido que ir a hacer.

-Mañana volveré... -dijo Kaede antes de cortar la comunicación al tercer día.

-Te estaremos esperando... ansiosos -dijo al aire porque Kaede ya no estaba en línea.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Tras tres días de ausencia Kaede regresa a su apartamento.

Ha dejado a su bebé con la única persona que ha podido conmover su frío corazón y que con su arrolladora personalidad ha conseguido sin saberlo enamorarlo y darle un maravilloso regalo, su precioso bebé.

-Tadaima... -avisa de su llegada, quedando un tanto sorprendido al no recibir respuesta. Enseguida la preocupación ensombrece su mirada. Se apresura a cruzar el diminuto pasillo que desemboca en la sala, al instante su mirada se enternece ante la imagen que se presenta ante sus ojos.

Hanamichi esta recostado en el borde del estrecho sofá, con la cabecilla de Hiromichi apoyada en su brazo izquierdo que al mismo tiempo le sirve de suave lecho, la protección que le rodea, es perfecta, por un lado el respaldo del sofá, por otro el cuerpo de Hanamichi que permanece quieto como si de un muro se tratase, en tanto, su mano derecha esta apoyada levemente sobre pecho, atento al menor de sus movimientos. Los dos están dormidos plácidamente ajenos a su presencia. Acaricia la cabecilla de Hiromichi que ante el familiar contacto abre los ojos y se sacude feliz al verle. Al instante, Hanamichi despierta y durante unos segundos sus miradas quedan fijas una en la otra.

-Ve a dormir, se lo agotador que resulta cuidar de un bebé.

-No tanto como creía... -murmura Hanamichi estremecido por el calor que ve en su mirada agradecida.

-Deja... le llevaré a su cuna, debes tener el brazo dormido. -comentó al verle moverlo con cuidado.

Hanamichi se estiró para desentumecer sus músculos, la postura que había tomado no era la más adecuada para ellos, pero si para cuidar que el bebé estuviera cómodo mientras él terminaba de repasar la próxima clase a la que tenía que asistir sin dilación.  Al parecer se quedo dormido antes de terminar de leer, porque su libro aparece tirado en el piso. Se agachó a recogerlo.

-Sabía que le cuidarías bien. -Kaede se asomó en su dormitorio, tras una leve llamada.

-Gracias por tu confianza. -comentó a su vez Hanamichi, apoyando la cabeza en la almohada y quedándose dormido ante el asombro de Kaede.

-Papá se ha dormido... -murmuró poco después al chiquitín- Has debido ser muy travieso, para dejarle en ese estado, considerando la energía que tiene para todo.

Hiromichi sacudió feliz manos y pies al sonido de la familiar voz a la que estaba acostumbrado, mientras su mirada se posaba en el amado rostro que se inclinaba sobre él, dándole suaves caricias y cálidos besos.

-Yo también te he echado de menos, mi amor. -murmuró sentándose en el borde de su cama para ver como poco a poco se tranquiliza y vuelve a dormirse.

Continúa en el próximo capítulo

Paz

Notas finales: Bueno... ya veis como Kaede ha sido un buen chico y le ha ofrecido alojamiento....

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