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Consecuencias de una noche de copas por Paz

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Notas del capitulo: Me dí prisa en pasarlo a limpio... aquí tenéis el segundo capítulo.
 

Consecuencias de una noche de copas

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 2: Sin recuerdos

 

Despertó con un intenso dolor de cabeza que intentó mitigar quedándose unos instantes con los ojos cerrados y sin hacer intención de levantarse, cualquier movimiento repercutía dolorosamente en su cabeza.

Su intención de quedarse quieto, desapareció cuando se dio cuenta que aquella no era su cama y como si no fuera suficiente descubrir que había despertado en otro lecho que no fuera el suyo, percibió el frescor del raso en su piel, lo que le llevó a dar un respingo al darse cuenta que estaba completamente desnudo.

-Cómo he llegado a esta situación? ¡Por Kami, la he agarrado gorda! -musitó intentando recordar cómo había llegado a esa situación. Vano intento. No recordaba haber bebido en exceso, pero era una certeza evidente. Su estado así lo manifestaba. Se mantuvo quieto, preguntándose como había llegado hasta allí. En ese instante esa cama que se le antojaba un lugar de tortura, y temía abrir los ojos y encontrarse ante la persona con la que había compartido la noche. Eso también era algo evidente, aunque no sentía ninguna prueba física. Lo último que recordaba era haber estado hablando con su amigo Ryota, lo demás quedaba en las brumas de su borrachera.

Ante su imposibilidad de recordar, hace ademán de levantarse, acostumbraba a apoyar la mano en el borde de la cama, más al realizar ese movimiento, su mano se deslizó con suavidad a lo largo del lecho, pensó que estaba acostado en el extremo opuesto más su mano derecha tampoco alcanzó a tocar el final del asidero que buscaba- ¡¡WooWW!! -una punzada en las sienes detuvo su entusiasmo. Se quedo con los brazos estirados, su cuerpo formaba una cruz sobre el lecho. Se decidió a incorporarse, quedando sentado allí mismo.

Sus sienes martilleaban con sistemática precisión y rudeza.

-Nunca más volveré a beber -se prometió a sí mismo.

-Sabia decisión señor... -dijo una suave voz.

-Por favor... no grite... -se llevó las manos a las sienes como si así conseguía calmar el dolor.

-Tenga... esto le ayudará... -dijo la misma voz.

Abrió los ojos despacio para ver que le ofrecían. A una distancia considerable de donde él estaba se encontraba un hombre uniformado, camisa blanca y traje oscuro, con guantes blancos, en una de sus manos llevaba una bandeja, sobre ella un vaso contenía un líquido ambarino que ni siquiera se molestó en preguntar que contenía. Alargó el brazo, lo tomó entre sus dedos con firmeza, lo tomó apresuradamente de un solo trago y sin soltar el vaso vacío se dejo caer hacia atrás, quedando nuevamente acostado, al cabo de unos cinco o seis minutos, el dolor cedió y la resaca quedo en el olvido.

-Gracias.

-De nada. Su baño está listo y el desayuno le será servido apenas termine su aseo.

-Etto... -miró alrededor con desconcierto.

El hombre deja la bandeja sobre una mesilla comprendiendo su confusión. Traspasa una puerta que no parecía existir porque aparecía disimulada  y regresa al momento llevando consigo un yukata que le entrega con imperturbable seriedad. Como si encontrarse chicos desnudos era algo habitual en aquel lugar.

-Puede decirme quien me trajo aquí? -preguntó mientras la recogía e intentaba ponérsela antes de dejar aquel lecho de ensueño.

-No lo recuerda? -preguntó apacible.

-No... -esperó que él se lo aclarara, pero no lo hizo, le vió volverse para recoger la bandeja y salir del dormitorio dejándole solo con sus pensamientos y con cierta frustración al seguir igual que al instante de despertar, sin saber nada acerca de su presencia allí.

Aprovechó aquellos instantes de soledad para admirar todo lo que veía. El cuarto era enorme, más grande que todo su piso, se comprendía al catalogar el tamaño de la cama. Se deslizó a gatas hasta el borde y apreció que debía de medir más de cinco metros de ancho por dos y medio de alto. Aquella cama era colosal, pensó que era adecuada para una persona tan alta como él. Su mirada lo recorría todo preguntándose quien podía vivir en un lugar así, tan maravilloso, los muebles eran lacados en negro con incrustaciones de marquetería, la única nota de color la daban las sábanas de raso de un blanco inmaculado y los cortinajes de un tono bermellón profundo, cuando apartó uno de los extremos se fijo que estaba en el ático porque la terraza ocupaba más de cincuenta metros cuadrados. Aquel lugar era inmenso. Estaba ajardinado y en el centro, una sombrilla con una mesa y sillas, y tumbonas, todo lo necesario para el disfrute de su propietario. Una vez más se preguntó quién podía vivir en un lugar así. Pensó que sería fácil acostumbrarse a ser atendido por serviciales camareros.

Decidió dejar de fisgonear y ocuparse de su aseo. Una nueva sorpresa le recibió al encontrar la tina llena de agua y todo lo necesario para proceder a su aseo. Así lo hizo y no dejo su relajante baño hasta pensar que su desayuno debía estar enfriándose. Ese pensamiento fue el detonante para dejar la tina y ponerse un yukata tras haberse secado.

Un suave golpe en la puerta le sacó de su abstracción.

-Pasé...

Apareció el mismo hombre.

-El desayuno le será servido en unos instantes. He pensado que le gustaría hacerlo en la terraza -musito.

-Gracias... una excelente idea -aprobó, los cortinajes habían sido descorridos y la puerta corredera abierta, caminó hacia la mesa, ocupando una de las sillas, desde aquella posición veía, al ser un día despejado de nubes, el pico de Fuji-san.

No se volvió a mirar cuando escuchó el sonido de unas ruedas dirigiéndose hacia él, espero y cuando lo tuvo delante de él no pudo menos que sentirse impresionado al ver el contenido del carrito.

-Me he permitido pedir algo más sólido que un té -dijo acercándole una taza que instantes después llenó con la bebida que había mencionado y disponiendo en el resto de la mesa diferentes platillos con alimentos suficientes para alimentar a varias personas, acompañados de mermeladas de diferentes sabores. Cuando dejo todo a su alcance se retiró un par de pasos quedándose allí parado por si necesitaba algo más.

-Gracias se ve todo muy rico... -al ver su actitud añadió- Por favor, siéntese conmigo y acompáñeme con todo esto, no estoy seguro que poder terminarlo.

Le escuchó sorprendido, pensó decirle que no era necesario que lo acabara todo, pero se le veía tan ilusionado y deslumbrado que accedió a su deseo.

-Gracias... -apartó una silla y se sentó frente a él.

Hanamichi tomó uno de los panecillos calientes cortándolo por el medio y esparciendo en ambas mitades abundante mantequilla en una y mermelada en la otra, tras unirlas le dio un primer bocado.

-Hummm.... Delicioso... -murmuró con expresión arrobada, paladeando los distintos sabores que fundían en su boca, siguió comiendo el contenido de los demás platillos, repitiendo durante un par de veces su taza de té para acompañar a las deliciosas viandas que le habían servido, cuando terminó, se sintió un tanto avergonzado porque había pensado que todo era excesivo y sin embargo se lo comió todo.

Su acompañante que solo tomó una taza de café no mostró en ningún momento extrañeza ante el apetito que mostraba el joven. Supuso que con esa altura y debido tal vez al ejercicio que indudablemente llevaba a cabo, se notaba en sus músculos marcados del pecho y los brazos, necesitaba comer más que cualquier personal normal.

Recibió su vestimenta impecablemente planchada, lo que le hizo saber que también había sido lavada, sus deportivas lucían impecables como si fueran recién compradas.

Cuando terminó de vestirse dio una última mirada a la terraza comprobando que ya habían recogido el servicio de desayuno, había sido tan silencioso que no se había enterado.

Demás esta decir que cuando tuvo que marchar lo hizo con una expresión de satisfacción total, se había sentido a gusto entre aquellas paredes, aunque su mente seguía advirtiéndole que había hecho algo más que dormir, si bien no quería cuestionarse el que. La atención personal había sido de primera haciéndole sentirse importante, cuando en realidad solo era un chico desconcertado por unas horas que no conseguía recordar.

 Estaba por salir por la puerta cuando un carraspeo le detuvo, en un primer instante pensó que iban a pasarle factura por todo.

-Señor..., el ascensor será más rápido y cómodo.

-Gracias... -dio un ligero suspiro de alivio- Quisiera bajar andando.

-Son quince pisos -le advirtió por si no había advertido la altura.

-Mejor... me ayudará a mantenerme en forma. -Se volvió yendo a su lado, se inclinó ante él respetuosamente, era lo menos que podía hacer- Gracias... su pócima me ha salvado.

-Es la primera vez que alguien me agradece tomarla -murmuró.

-Será porque no aprecian sus virtudes o tal vez porque sus estómagos solo están acostumbrados a todas estas exquisiteces he tenido ocasión de comer. -sonrió al decirlo.

-Será eso... -comprendió mucho más de lo que estaba diciéndole.

Le acompañó hasta el principio de las escaleras, con un último saludo, el joven comenzó el descenso, su pasos eran rápidos se preguntó cuanto tiempo resistiría llevar ese ritmo. Llevado por la curiosidad tomó el ascensor y se situó en la entrada del comedor desde donde veía el tramo principal de las escaleras en el vestíbulo.

Sorprendido le vió aparecer algunos momentos después, comprobó su reloj-cronometro fijándose en que había tardado un poco más de cinco minutos.

Hanamichi durante su descenso no había dejado de ver los diferentes detalles que le hicieron saber que estaba en un hotel de lujo y una vez más se preguntó quien de entre sus compañeros podía haberle llevado allí y si no fue alguno de ellos, quien pudo ser?

Sin lugar a dudas tenía que olvidarse de esa idea, ni Akagi, ni Ryota, ni Mitsui, tampoco debía pensar en los demás titulares ni siquiera en los reservas aún cuando guardaba una buena amistad y camaradería con todos. Qué él supiera ninguno de ellos poseía una situación desahogada como para decir que nadaban en la abundancia y menos aun para dejarle en ese apartamento de lujo con todos los gastos pagados.

Aún convencido que todo estaba correctamente dispuesto, atravesó el vestíbulo en dirección a la salida con el alma en vilo, esperando oír a su espalda un grito para evitarle marchar así  por las buenas. Nada de eso pasó, solo percibió miradas curiosas a su paso.

El portero en la entrada tras un saludo le preguntó.

-Le llamó un taxi?

Sintió ganas de reír.

-Gracias, caminaré... -dio un paso y se detuvo- Podría indicarme donde estoy exactamente?

Se lo dijo. Al instante, tras ubicarse y con una sonrisa de agradecimiento comenzó a andar hacia su derecha, sin dejar de mirar al frente. Si hubiera desviado su mirada, hacia las ventanas del hotel, hubiera visto a Rukawa que le observaba desde uno de los ventanales del comedor del hotel. Había bajado apenas despertó para evitar al pelirrojo cuando despertara. No deseaba estar presente cuando lo hiciera y viera en su mirada el desprecio que sentía por lo que habían hecho.

El hombre, el mismo que había atendido a Sakuragi se le acercó.

-Se ha ido... -le avisó.

-Gracias. Te preguntó que hacia allí?

-No. Solo le interesaba saber quien le llevo -ante la mirada del joven añadió- Dijo que no recordaba nada. Me pidió que desayunara con él...

-Lo hiciste?

-Me pareció que se hubiera sentido mal de no hacerlo...

-Si..., él es así. Gracias... puedes volver a tu estudio..., lamentó haberte apartado de tus pinturas. Solo podía confiar en ti.

- Me siento honrado con tu confianza. Ha sido una agradable distracción... ese muchacho me gusta, me ha parecido un buen chico.

-Si, lo es.... -no lo negó.

Aunque le hubiera gustado saber más de ese chico, si Rukawa le había pedido ese favor era debido a su proverbial discreción, así que se despidió para volver a su estudio y retomar sus pinceles.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Durante gran parte de la mañana se mostró distraído. Ajeno a las palabras de sus profesores, esperando con impaciencia el receso para buscar a su compañero de juerga: Ryota.  Era con él con quien mejor podía contactar personalmente, Akagi y Kogure han acabado su carrera universitaria y se habían trasladado a Tokyo, Ayako estaba en una universidad exclusiva de señoritas y ni pensar en preguntárselo a ella, por lo menos antes de agotar todos sus recursos. También estaba el zorro, pero ni pensar en hablar con él, solo con tenerle cerca le venían sudores fríos.

Si pudiera recordar que había ocurrido durante la celebración. Qué había pasado para que apareciera en un hotel de lujo? Y lo más importante, quién le había llevado allí? Qué había pasado para que él apareciera desnudo? Normalmente solía dormir con slip, por lo que esa situación le desconcertaba. Uff, que tanto bebí para llegar a este extremo? Por qué no consigo recordar? Tranquilo, Sakuragi -se dijo a si mismo- deja de intentar pensar en ello, tranquilízate y seguro que te acuerdas cuando menos lo esperes. Ni siquiera esos pensamientos le quitaron la inquietud, tenía el presentimiento que era importante saberlo, pero sus recuerdos estaban bloqueados.

No pudo encontrar a Ryota hasta que llegó el momento del entrenamiento y tampoco pudo hacerlo antes.

-¡Ey, Ryota!! -llamó su atención cuando se dirigían hacia las duchas.

-Hai?

-Qué ocurrió anoche? -fue directo hacia lo que le interesaba saber.

-Anoche? -le miró sin comprender, al fijarse en su mirada desconcertada creyó saberlo que le pasaba- No lo recuerdas?

-Lo más que me acuerdo es que estuve bebiendo con Akagi unas rondas, luego lo hice contigo y con Hisashi... después de eso no consigo saber que hice.

-Nos desafiaste a una competición de tragos.

-Lo hice? -preguntó sin sorprenderse en exceso.

-Aha..., pero nadie aceptó tu propuesta.

-¡Qué bueno...! -dijo sintiendo cierto alivio.

Ryota sonrió divertido.

-Pregúntale a Rukawa....

-¡¡¡Quué!! Por qué al zorro?

-También se lo pediste a él...

-Bromeas? -casi grito- Ni borracho haría algo así -bufo exasperado.

-Pues algo paso por tu cabeza en esos instantes, por que lo hiciste.

-Aceptó? -preguntó bajo como si pensará que ya había llamado en exceso la atención de sus compañeros.

-Hai...

-Jajajajajaja... -rió- Debí darle una buena paliza.

-Más bien te la dio él a ti.

-¡Noooo!

-Do'aho... -Rukawa imperturbable, miró hacia su taquilla por encima del hombro de Sakuragi dándole a entender con su mirada que estorbaba.

Se apresuró a apartarse dejándole libre su acceso a ella.

-Dime que hice? -preguntó bajo.

-Estuvisteis bebiendo y luego os fuisteis...

-No... no...  puede... ser... -balbuceó.

-Qué pasó? -ahora era él quien sentía curiosidad.

-No lo se... por qué crees que te lo preguntó a ti... no tengo ni idea.... Seguro que nos fuimos juntos? A lo mejor... él iba detrás de mí. Eso no quiere decir que fuéramos juntos.

-Ibas colgado de su hombro, él te sostenía por la cintura, llevabas una botella de sake en la mano. Supusimos que ibais a tomar el aire y que no tardaríais en volver. No lo hicisteis.

-Eso... es terrible... -murmuró aturdido.

-Hiciste algo de lo que arrepentirte?

-Pero que dices? -Se sulfuró- Por supuesto que no... -protestó- creo -fue un imperceptible susurró. Levantó la mirada encontrándose con unos increíbles ojos azules fijos en él.

Ryota le dejo para ir a ducharse, ya se había entretenido bastante y Ayako no destacaba por su paciencia.

Bajo la caída del agua de la ducha, Hanamichi seguía dándole vueltas en su cabeza a lo ocurrido, intentando explicarse porque seguía teniendo esa extraña sensación de que algo importante había olvidado. Qué había ocurrido desde el instante que dejo el local? Si lo hizo con el zorro y no dudaba de su amigo Ryota, como fue a parar en aquel lujoso hotel? Seguramente que se había separado cuando salieron y tomaron caminos diferentes, sin embargo, seguía sin explicarse como había llegado allí. Acaso se había cruzado con algún desconocido para aprovecharse de su embriaguez, no, no tenía sentido, si así fuera lo hubiera notado. Su cuerpo estaría resentido y no era así. Ese pensamiento llenó de rubor sus mejillas.

Fue en ese instante cuando se mente se iluminó. Había una forma de saber quien le había llevado a ese hotel. En la recepción tenían que saber quien estuvo alojado en esa suite.

Ansioso por averiguarlo, se apresuró a ir al hotel. Con una seguridad que no sentía se aproximó a la recepción.

-Buenas tardes.... -le saludó al levantar la cabeza de lo que hacia.

-Hola..., no se si anoche estaba aquí... -empezó diciendo- Me recuerda?

-Con su altura difícilmente podría olvidarlo. Qué puedo hacer por usted?  Ha dejado algo olvidado en la habitación? - su mano se acercó al teléfono.

-No... no... es eso -una amplia sonrisa ensanchó sus labios- solo deseaba saber con quien llegue...

-Lo lamento... no puedo darle esa información, la seguridad de nuestros huéspedes es primordial y su identidad es reservada. Lo lamento... -repitió al ver la desolación en la mirada del pelirrojo.

La alegría de Hanamichi desapareció al oírle expresarse en esos términos.

-Necesitaba saberlo... me gustaría agradecerle..., pero no recuerdo ni quien es ni como llegue aquí.

-No me extraña... -se le escapó.

-Qué?

-Disculpe, señor. No debí decirlo.

-No importa gracias....

Se dio la vuelta para dirigirse a la salida.

No vio que el conserje tomaba el teléfono y marcaba un número, apenas descolgaron comentó.

-Su amigo ha venido. Tal como dijo que haría. No parece muy contento.

-Gracias.

Volvió a depositar el teléfono en su horquilla, el joven pelirrojo estaba hablando con el portero, supuso algo así y había tomado la precaución de aleccionar a todo el personal acerca del pelirrojo.

Hanamichi regresaba decepcionado a su apartamento, no había conseguido averiguar nada. Definitivamente tenía que jugar su última baza. Hablar con el zorro, algo difícil de conseguir, excepto cuando conseguía enfurecerlo, no supo que le hizo pensar que estaba vez no iba a darle resultado, y que se cerraría en banda apenas lo intentara.

Cambio su rumbo, sabía que Rukawa practicaba sus tiros en una cancha junto a la playa y hacia allí se dirigió.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Rukawa apenas cortó la llamada, recogió su bolso, guardando en él su balón decidido a practicar hasta la hora de cenar. Al pasar por la cocina abrió la nevera sacando dos botellines de agua que guardó junto a la pelota.

-No te demores, recuerda que esta noche viene tu tío Daisuke... -le recordó su madre.

-No estaba en París?

-Ya no.

-Tiene intención de quedarse? -preguntó disgustado. Era una persona excesivamente ruidosa, deseaba con fervor que lo negara.

-Si, tu padre le ofreció una suite... pero se ha negado. Afirma que prefiere vivir con la familia. -su voz no tenía un tono de entusiasmo.

Rukawa al oírla pensó que le gustaría estampar su cabeza contra la pared, ahora entendía a Sakuragi.

-Me voy...

Llevaba veinte minutos practicando cuando se fijo en la solitaria figura que avanzaba por la orilla de la playa, justo donde las olas rompían, no le fue difícil identificarle, su cabello rojizo era su distintivo, se había arremangado los pantalones hasta las rodillas y llevaba las zapatillas atadas por los cordones y colgadas de su cuello, golpeándole el pecho al andar. Le pareció inmerso en sus pensamientos, ajeno a su presencia, de pronto se detuvo al llegar a la altura de donde él estaba y le sonrió, al tiempo que alzaba la mano a modo de saludo.

Perplejo giró la cabeza a izquierda y derecha, también miró a su espalda como si no supiera que estaba solo, tampoco era una certeza absoluta, podía haberse acercado alguien sin que él lo apercibiera. No era así y ya no le cupo duda que esos gestos de simpatía iban dirigidos a él. Qué se proponía el Do'aho?

Hanamichi no quería ser tan evidente, pero cuando le vió no pudo evitar sonreírle. Al ver su gesto supo que le había desconcertado.

Caminó en línea recta hasta llegar a su lado.

-Ohayo... zo... Rukawa -dijo.

-.... -le miró alzando levemente una ceja al oír su nombre. Ese detalle era toda una novedad.

-... -esperar que hablara era inútil pensó Hanamichi.

-... -interiormente sonreía ante su desconcierto.

-Un uno a uno -propuso para romper el prolongado silencio y el cruce de miradas.

Asintió.

Se sentó para quitarse la arena de los pies y calzarse.

-Estoy listo -dijo levantándose y sacudiéndose la arena de los pantalones y bajando los bordes hasta la altura de sus tobillos.

Le pasó el balón dándole así la oportunidad de ser el primero en encestar, eso si se lo permitía.

El juego comenzó. Fue un partido muy disputado en el que ambos dieron todo cuanto sabían, esforzándose al máximo, Hanamichi demostrándole hasta que punto había progresado. Ya no era un novato, los tres años jugando le habían dado experiencia y habilidad.

Rukawa se esforzaba en seguir su ritmo de juego, rápido, trepidante, aplicando la técnica, marcando puntos en situaciones desesperadas e increíbles por eso fue él quien por solo dos puntos de diferencia se alzó con la victoria.

-Me has superado -murmuró- has sido un digno rival. Gracias.

Hanamichi alzó la cabeza sorprendido por sus halagüeñas palabras. Eso significaba mucho para él. Estaba agotado y solo pudo mover la cabeza, su rostro al alzarse tenía una expresión agradecida.

Algunos instantes después cuando sus alteradas respiraciones se volvieron más calmas Hanamichi decidió intentarlo en ese momento, tal vez pillaba desprevenido al zorro -pensó.

-El otro día -comenzó, su mirada zorruna se posó en él- cuando el entrenador nos invitó a celebrar el triunfo -le aclaró por si no era evidente- Qué pasó?

-No lo recuerdas? -preguntó con expresión inocente, bien sabía que la respuesta era negativa.

-Creo que bebí en exceso...

-Lo hiciste... -reconoció.

-Y después que? -se animó ante su buena voluntad, nunca antes habían mantenido una conversación tan civilizada.

-Eso... -su mirada se tornó melancólica- Tendrás que esforzarte.

-Esforzarme? -no comprendió.

-En recordar por ti mismo.

-Teme, kitsune -se sulfuró, al instante se calmó, una pregunta martilleaba en su mente- Solo dime una cosa...

-... -su mirada era alentadora.

-Nos peleamos? -Sabía que cuando bebía demasiado perdía el control- Te lastimé?

Rukawa percibió la preocupación en esas palabras, desde cuando el do'aho se sentía así hacia él? Sería cierto lo que le dijo? Se preguntó una vez más.

-No... -vió alivio en su mirada- en cierto modo.

-¡¡Qué!! Qué quieres decir? -interrogó, sin embargo Rukawa le dio la espalda y se alejó dejándole solo y más desconcertado de lo que ya estaba.

Continúa en el próximo capítulo

Paz

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