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Dos amores y un amante por Paz

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Notas del capitulo:  Aquí tenéis un nuevo capítulo... en un principio se titulaba La prueba de amor de Rukawa, pero fue exceseviamente largo, por lo que lo convertí en dos capítulos diferentes... por ello... el desenlace, si me es posible lo subiré en unos días... no lo puedo prometer porque me encuentro muy apurada de tiempo.
 

Dos amores y un amante

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo XIII: Respuesta afirmativa

 

Al encontrarse con Hanamichi, de camino a la escuela, Yohei advirtió que su amigo tenía una expresión de satisfacción en su rostro. Era más que la felicidad tierna que solía mostrar, esa determinación para alcanzar sus metas. Desde hacia unos días se le veía extraño, como perdido en divagaciones que solo él conocía. Por eso notó que en ese instante parecía más hombre, como si el niño y el adolescente hubiera quedado atrás, como si hubiera dado un paso adelante, y al mirarle con más detenimiento pensó que había dado un paso de gigante. Era como si... él y Haruko... Ni siquiera él se atrevía a mencionarlo en sus pensamientos. Estaban llegando al punto que él resto de sus compañeros se les unían, por eso, antes que ellos estuvieran presentes envió su discreción de paseo y se lanzó a hacer la importuna pregunta.

-Hanamichi...

-...-le miró esperando que continuara.

-..., Hanamichi... -trago saliva con dificultad- ¿tú y tú novia... habéis... lo habéis hecho? -su amigo era lento en comprender, pero en aquella ocasión su rápida respuesta le sorprendió.

-¿Qué cosa preguntas...? por supuesto que no... -sin embargo su tono de voz no fue tan convincente como deseaba.

Yohei abrió mucho los ojos al comprender que su amigo lo había hecho con la joven. Si tenía dudas respecto a esa relación, supo entonces que Hanamichi iba muy en serio, era la primera vez que pasaba y eso le hizo pensar que Hanamichi les había ganado a todos, porque creían que sería el último de ellos en alcanzar ese grado de intimidad con una chica. El amor había transformado a su amigo. Ahora se le veía más serio, menos infantil. Se alegraba porque al menos él había alcanzado su meta, comprometerse con una chica.

Su trato con Haruko-chan eran breves saludos, por lo que no podía opinar sobre ella, pero si confiaba en Hanamichi y si este fue tras ella, era porque se trataba de una buena chica. No era él nadie para juzgar que se acostara antes o después del matrimonio, pocas chicas llegaban vírgenes su noche de bodas. Haruko-chan no iba a ser la excepción.

-Buenos días... -saludaron al tiempo Noma, Takamiya y Ookus que estaban esperando que llegaran a su altura.

Tras los saludos, los cinco reanudaron su marcha hacia la preparatoria.

-Vas muy callado... -dijo Ookus al cabo de unos minutos.

-Será que no tengo nada que decir...

Una mirada de Yohei les advirtió que no le hicieran bromas a ese respecto. Ellos a su vez le miraron interrogantes, les hizo un gesto haciéndoles saber que más tarde hablarían.

Hanamichi se detuvo a la puerta de la preparatoria, en espera que llegara Haruko.

Yohei no dejo de percatarse que la joven se ruborizaba al ver a su novio.

Ambos se comportaron igual que todos los días.

-Hola, Haruko -saludó alegre Hanamichi con su ancha sonrisa.

-Hola, Hanamichi... -al principio su mirada estaba fija en el suelo, pero cuando tomó valor y le miró supo que él era el mismo de siempre, sus ojos no tenían una expresión de alardear por lo que había conseguido de ella y supo que Hanamichi seguía teniendo un buen concepto de ella. Saberlo subió su autoestima, con determinación se puso a su lado y juntos traspasaron el umbral hacia el interior del patio.

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Hanamichi dejo que la mañana transcurriera como siempre, extraviado en sus pensamientos y obteniendo algún que otro regaño por parte de sus profesores, en esos momentos no le importaba porque se sentía feliz, sabía amaba y era amado y esa certeza entibiaba su corazón.

Solo le quedaba resolver un asunto.

Rukawa.

Al mencionarlo en sus pensamientos, decidió que aquella tarde lo resolvería.

Al terminar el día él ya tenía que haber resuelto todo. Había alargado el instante de hablar con él, ahora, cuando sus dudas con Haruko estaban resueltas, solo que quedaba hablar con Rukawa. Tenía que saber si lo que sentía era amor o solo un deslumbramiento porque era el primer chico que le besaba. Al pensarlo, volvió a sentir en sus labios, la suavidad de su contacto y el cálido aliento que le rozo como la brisa. Su recuerdo fue tan vivido que un hondo suspiro escapó de entre sus labios.

-¿Otra vez soñando, Sakuragi-san? -preguntó el profesor parado delante suyo.

-Disculpe... -hizo ademán de levantarse.

-No se vaya, Sakuragi-san. Sus compañeros y yo deseamos oírle mientras lee el párrafo segundo de la página cuarenta y dos y nos lo traduce. -dijo con marcado sarcasmo.

Hanamichi se puso de pie, abrió su libro de inglés, su mirada medio aburrida se paseó por las líneas indicadas, se trataba de un texto largo, aún así lo leyó modulando correctamente las palabras y dándoles la entonación requerida. Su traducción fue impecable.

-Excelente... -expresó el profesor ante esa agradable circunstancia, no solo él estaba sorprendido. Sus compañeros le miraban como si no pudieran creer que era el mismo chico que ellos conocían.

Rukawa que estaba medio dormido, al sonido de su voz se espabiló por completo, siguiendo con atención su lectura y su traducción. Descubriendo que Sakuragi ocultaba más de lo que mostraba de su compleja personalidad. Supo que su corazón no se había equivocado al elegirlo, ante ese pensamiento sintió un tirón doloroso en su pecho. Le había visto al llegar y se mostraba tan feliz con esa chica que él no tenía ninguna oportunidad. Si no fuera porque daría la correcta impresión que estaba huyendo de él, tomaría ya mismo un avión para irse a América e intentar rehacer allí una nueva vida. Pero él no era de esos, que ante un problema lo soslayaban, sabía que verles felices era mucho más de lo que podía soportar. Se enfrentaría con valentía a la perdida de su amor.

En ese momento su mirada se cruzó con la de Sakuragi. Si no fuera por estaba distraído en sus pensamientos se hubiera dado cuenta que le estaba sonriendo a él.

Hanamichi tuvo que esperar dos días antes de encontrar un momento para hablar con Rukawa, este parecía esquivarlo porque concluido el entrenamiento se marchaba tan de prisa que cuando él salía ya no le encontraba.

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Durante del entrenamiento Hanamichi supo que Rukawa no podía marchar, por eso se tomó con calma su ducha, no tenía ninguna prisa porque a Kaede junto a otro compañero les ha tocado limpiar el gimnasio cuando les escucha entrar al vestuario, decide que es el momento ideal para salir, lo hace envolviendo un lienzo alrededor de su cintura.

Kaede le dirige una mirada glacial.

Se dirige a su taquilla ignorándole, como si no le hubiera visto. Le parece ver como Rukawa se siente desconcertado por su actitud. No sabe que delante del otro muchacho no va a hacer nada que haga saber al resto de sus compañeros que puede llegar a mantener una actitud amistosa con su ex rival.

Mientras se seca y comienza a vestirse con lentitud, ve como su compañero de equipo sale chorreando de la ducha sin cubrirse mientras farfulla contra si mismo. Su taquilla esta próxima a la suya, le ve abrirle apresuradamente, tomar un lienzo y secarse a medias, para luego comenzar a vestirse.

-¿Tienes prisa, Hashimoto? -es uno de los nuevos de ese año, de momento esta en la reserva, pero es bien sabido que su juego es excepcional, nadie duda que puede alcanzar el puesto de titular.

Le ve mirarle aturdido.

-¿Estas ahí? -preguntó sin responder.

-Todo el tiempo... -rió al decirlo.

Hashimoto cierra de un golpe su taquilla y con el bolso al hombro se despide.

-Me voy...

Sabe que no puede demorar más su salida del vestuario, así que toma su bolso y sigue los pasos del joven, cuando llega a la salida la golpea como si se hubiera marchado y retrocede un par de pasos, apoyando su cuerpo en la pared, mientras espera que Rukawa se decida a salir también.

Media hora después Rukawa se detiene al verle parado junto a la puerta del gimnasio.

-Se han ido todos -le avisa.

-Lo se...

-Entonces, ¿A quién esperas? -se atreve a preguntar no queriendo hacerse ilusiones respecto a su presencia allí, cuando el último en salir va a ser él, pues Miyagi le dejo a cargo de la limpieza y de cerrar el gimnasio.

-¿A quién te parece a ti? -inquiere a su vez poniéndose a su altura y caminando a su lado.

Rukawa no responde porque se le hace evidente la respuesta.

-Y tú novia? -siente curiosidad porque siempre se marchan juntos y esa tarde ni siquiera apareció en el gimnasio.

-Los padres de su madre sufrieron un accidente hace unos días, al principio, los médicos les explicaron la gravedad, pero ninguno esperaba un desenlace fatal. Anoche falleció su abuelo y ha ido a reunirse con ellos.

-Lo siento... -expresó con sinceridad su pesar, podía no gustarle esa chica, pero sabía como podía sentirse ante un suceso tan doloroso.

-Gracias...

Recogió su bicicleta y se montó, no tenía intención de hacer todo el camino a su casa andando, miró a Sakuragi que esperaba no sabía que.

-Sube... -la sonrisa de Sakuragi le hizo saber que había acertado.

-Gracias.

El resto del camino lo hicieron en silencio, hasta que Rukawa se detuvo.

-¿Hemos llegado? -preguntó.

-No... unos metros más allá esta el cuartelillo, no quiero que me multen por llevarte atrás.

-Por supuesto... -admitió su razón.

Reiniciaron la marcha esta vez a pie, uno al lado del otro, iban en silencio metidos ambos en sus propios pensamientos. Dio un par de pasos antes de advertir que iba solo, se detuvo y retrocedió.

-¿Vives aquí? -preguntó mirando alrededor para evaluar el barrio. Se fijó que toda la calle, a ambos lados, eran casitas independientes con diminutos jardines delanteros y una vereda que conducía al fondo de la vivienda.

-Si... ¿Quieres entrar? -preguntó.

-¿Me estas invitando? -preguntó a su vez.

-Si. -pasó por encima la cancela baja del jardín y también la bicicleta que había llevado del manillar los últimos doscientos metros hacia su casa. Se adelantó a Sakuragi tomando el estrecho paso existente entre su casa y la de su vecino.

Sakuragi le siguió en silencio. Preguntándose como iba a conseguir lo que se proponía, al instante, con una sonrisa de suficiencia pensó que nadie se podía resistir a su encanto.

Kaede apoyaba la bicicleta junto al muro sin molestarse en trabarla.

-No temes que te la quiten.

-No estando Sultán.

-¿Sultán? -Preguntó y antes de obtener una respuesta, fuertes ladridos provenientes del interior de la vivienda alteraron el silencio- ¿Tienes un perro? -no creía posible esa posibilidad, pero los ladridos eran suficientemente reales como para pensar que debía de tratarse de un gran perrazo.

Su sorpresa fue enorme cuando Rukawa abrió la puerta y antes que pudiera reaccionar estaba dentro de la vivienda dejándole afuera. Antes que tuviera tiempo de sorprenderse, volvió a abrirse la puerta.

-Disculpa. Tengo que darme prisa para evitar que salga... -explicó, en sus brazos sostenía un pequeño caniche.

-Esto es "Sultán"? -Preguntó señalándolo con el índice- O ¿tienes por ahí otro? -intentó mirar por encima de su hombro.

Sultán debió sentirse insultado por su tono de voz, porque sin un titubeo le dio una dentellada en el dedo.

-¡¡¡¡¡Ahhhhggggg!!! -gritó sin poderlo evitar siempre intentaba soltar su dedo de entre sus afilados caninos- ¡¡¡Maldito perro!!! ¡Quieres hacer algo y quitármelo de encima? -preguntó alzando la voz y sacudiendo la mano para que le soltara.

-Deja de gritar... le estas asustando.... Ya esta bien, Sultán... no es un juguete, suéltale... -pidió hablándole suavemente, pasando una y otra vez su mano por su cabeza. Al sonido cariñoso de su voz el perro obedeció soltando la presa que sostenía.

Hanamichi le miraba con cierto recelo. ¿Era ese mismo chico Rukawa?

-Siéntate ahí y espera -le indicó Rukawa.

-Auch... duele... -dijo un rato después fijándose como Rukawa sostenía su dedo herido.

-No seas quejica... solo es un poco de alcohol -dijo Rukawa desinfectando las pequeñas cuatro marcas que habían traspasado la piel.

-Como no es tu dedo -farfulló viendo como volcaba el contenido del frasco sobre su dedo, con tanto alcohol hasta le sentía adormecido- ¿Esta vacunado? A ver si agarro la rabia. -dijo dirigiendo aviesas miradas hacia el caniche que estaba a pocos pasos de él. Fue entonces cuando se fijo en un detalle que antes le pasó desapercibido, el perro llevaba puestos calcetines en sus cuatro patas y al parecer estaba acostumbrado a ellos porque caminaba sin dificultad con ellos- Eso que lleva... ¿son patucos? -preguntó con diversión en su mirada.

-¿Y qué si lo son? -preguntó haciendo ademán de continuar echando más alcohol.

-Solo preguntaba... -dijo intentando apaciguar su ánimo e intentando soltar su dedo de entre los suyos, la firmeza de su agarre le impidió conseguirlo.

Rukawa concluyo su cura colocando una tirita alrededor de su dedo, así le evitaba que le entraran gérmenes en las pequeñas mordeduras.

-Gracias...

Rukawa recogió todo lo que había desparramado por la mesa, guardándolo en la cajita de primeros auxilios, excepto lo que había utilizado que llevó al contenedor de desperdicios.

-¿Quieres té? ¿O prefieres un refresco? Tengo soda, lemune, coca... -enumeró mirando el interior de la nevera.

-Si no es molestia, té.

-Ninguna... yo también lo tomaré.

En pocos minutos el agua burbujeaba en su recipiente. Sobre una bandeja estaban dispuestas dos jarras, un par de platillos con dulces, uno tenía galletas de arroz, el otro dos raciones de tarta de chocolate, no sabía que era lo que le gustaba.

Cuando volvió a la sala. Se fijo que Sakuragi y Sultán se miraban fijamente, como dos contendientes dispuestos a luchar.

-Deja de mirarle así, solo es un inofensivo perrillo. -su voz tenía un matiz risueño.

-Será pequeño, pero no inofensivo. Tengo la prueba... -alzó su dedo para que lo viera.

-Solo fue un mordisquito. Estaba hambriento y pensó que eras comida -le justificó con un inusitado brillo divertido en su mirada.

Fue a protestarle cuando advirtió que se estaba divirtiendo a su costa.

-Yo también... -dijo sentándose en el suelo, junto a la mesa baja, donde Kaede había dejado la bandeja con comida y bebida. Ante el desconcierto de su mirada añadió- Estoy hambriento.

Kaede al oírle regresó a la cocina, al rato volvía llevando dos platillos, con comida suficiente para él, dejándoselo a su alcance junto con los hashi.

-Gracias por la comida -murmuró juntando las manos e inclinando levemente la cabeza, al instante estaba dando cuenta de uno de los platillos, se fijo que él no comía- ¿y tú? -preguntó.

-No tengo ganas.

-Pero... ¿Qué dices? Hemos  hecho un gasto de calorías considerable, tenemos que reponernos alimentándonos -le puso su platillo a su alcance- Por favor, come conmigo. Me sentiré avergonzado -hizo ademán de dejar su platillo. -se sintió satisfecho cuando vió que comenzaba a comer, solo entonces continuó él.

Lo hicieron en silencio, mirándose a hurtadillas uno al otro. Cuando concluyo, nuevamente agradeció la comida recibida.

-Delicioso... -se dejo caer hacia atrás mientras se sobaba el estomago- Nunca antes había comido una tarta tan rica. Parece hecha en casa.

-Lo es -se sentía agradecido por el agasajo a sus dotes culinarias.

-¡¡La hiciste tú!! -Se incorporó a medias sobre su costado derecho.- Estaba muy rica. Ahora no podré dejar de venir a visitarte.

-Ven siempre que quieras -dijo impulsivamente.

-¿En serio?

-Si.

-Vendré a menudo. Me priva el chocolate, es mi perdición. -murmuró cerrando los ojos. Al momento escuchó que Kaede estaba trasteando en la cocina, pensó que debía levantarse para ayudarle, a modo de  agradecimiento.

Sultán no estaba a la vista, cuando se acercó a la cocina le vió comiendo en su plato en un rincón, Kaede estaba de espaldas, con las manos metidas en la tina con agua, donde había puesto a remojo los utensilios de cocina.

Supo que era su momento.

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Kaede sintió que se le escurría de las manos el platillo que estaba lavando, cuando inesperadamente, sintió, no podía ser otro que Sakuragi, que recargaba su cuerpo contra el suyo, al tiempo que sus brazos le rodeaban a la altura del pecho y las palmas de sus manos abiertas se apoyaban en él.

Su barbilla se apoyaba en su hombro y su boca tan cerca de su oído le produjo un escalofrío que le perturbó.

-Puedo hacerte una pregunta, Kaede?

Su nombre dicho por él le conmovió, tenía un sonido suave, con una armonía que nunca antes había escuchado. Solo pudo sacudir la cabeza afirmando.

-¿Realmente... te gusto?

Se estremeció al sentir su calido aliento junto a su oído.

-Más... -pudo decir.

-¿Cuánto más? -preguntó moviendo su mano por su pecho en una lenta caricia.

-Estoy enamorado de ti -reconoció ante él su sentimiento.

-¿Cómo has podido? Nuestra relación hasta ahora no ha sido la ideal.

-No lo se. Lo único que se es lo que me dice mi corazón y él te ama. -suspiró profundo cuando su mano se metió por debajo de la tela, la sintió acariciante, su contacto era ardiente. Gimió cuando comenzó a acariciarle el pezón, sus emociones despertaron con la caricia, movió sus caderas sin darse cuenta que lo estaba haciendo. Se agarró con ambas manos al borde de la mesa cuando Hanamichi comenzó a mover su mano en su entrepierna excitándole a través de la delgada tela de su equipo deportivo.

-Vamos a tu cuarto -murmuró cuando su erección le hizo saber que aquel no era el lugar adecuado para que fuera la primera vez de ambos. No es que él fuera un experto en esa materia, tenía una vaga idea de cómo actuar, sabía que si lo hacia bien, no sería doloroso para él.

-¿Has llamado a tu casa? -recordó en ese momento que Hanamichi había faltado a clases porque tenía que cuidar de su hermanita porque su madre estaba hospitalizada.

-Si..., antes de salir del gimnasio. -agradeció que pensará en recordárselo.

-¿Que le dijiste?

-Que iba a estar con un compañero.

-¿Te ha creído?

-Ey!! ¡¡¿Acaso crees que soy un mentiroso compulsivo? -vió su expresión apenada- Es broma. -Exclamó con una sonrisa que levantó su animo- Le dije que estaría toda la noche fuera.

-¡¡Toda la noche!! -exclamó abriendo mucho los ojos. Sin ser capaz de ocultar lo que sentía al pensar en las cosas que podían suceder entre ellos.

-Si..., tengo que resolver mis sentimientos. -fue sincero.

-Comprendo.

-Cuando me besaste, percibí una calida emoción, sentí a poco el contacto de tus labios porque huiste de mí sin darme tiempo a reaccionar. En ese instante tuve el deseo de estar siempre a tu lado, hacerte saber que no estas solo, quiero que te sientas protegido, para no volver a ver ese dolor que hay en tu mirada. Voy a serte sincero, no estoy seguro de amarte.

-Crees que lo resolverás esta noche. -una vez más estaba descubriendo que Hanamichi le conocía mejor que nadie.

-Si no fuera así, tendrás que renunciar a mí. Seguiremos siendo compañeros, y si quieres te prometo que no te importunare con mi presencia, renunciaré a nuestras practicas.

-Estoy de acuerdo. Es mejor eso, a seguir preguntándome si fui un cobarde por no saber expresar lo que siento por ti. Haz conmigo lo que quieras... solo... solo que si comprendes que no es amor, dímelo sin miedo. Podré soportarlo... -no era la primera vez que tenía que renunciar a cosas tan importancias, como la familia o el amor- tampoco es necesario que renuncies a tus practicas. Estoy convencido que si seguimos así podremos conseguir el sueño del entrenador Anzai. Llegar a ser los mejores jugadores de Shohoku, ganar los Nacionales.

-De acuerdo, si así lo deseas.

-Si.

-Ahora reanudemos lo que dejamos pendiente... -dijo con una media sonrisa.

Rukawa se ruborizó.

Continúa en el próximo capítulo...

Paz

Notas finales: Tenéis que disculparme porque debo las respuestas de los reviews de los dos últimos capítulos... os quedo agradecidas a todas por vuestra amabilidad, y aunque mis respuestas queden desfasadas... iré contestándolas apenas disponga de tiempo suficiente.... gracias a todas por leerme... un saludo. Paz

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