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Dos amores y un amante por Paz

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Notas del capitulo: Como lo prometido es deuda aquí tenéis la continuacion del capítulo anterior...
 

Dos amores y un amante

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo XIV: A tu lado

 

Se le veía delicioso con ese rubor en el rostro, alzó su mano para acariciar su mejilla, Kaede inclinó la cabeza como si buscara un contacto más firme, le rodeó con sus brazos al instante la respiración de Kaede en su cuello le produjo un agradable cosquilleo, su tierna actitud le conmovió.

No era su intención ilusionarle con una relación que luego podía no ser, por eso fue medianamente sincero con él. Podía haberle dicho que estaba convencido de amarle, sin embargo, deseaba comprobar que lo que sentía era real, porque si no era capaz de mantener esa noche una relación homosexual, prefería que pensara que no sentía nada por él, que todo había sido un lamentable error a que le odiaría convencido que le había utilizado.

-¿Dónde?

Kaede se apartó de su lado para guiarle a su dormitorio.

Se quedo parado junto a su cama, comenzó se desprenderse de su vestimenta sin apartar la mirada de él, mostrándole su cuerpo sin ningún rubor, su erección había disminuido durante las explicaciones que había expuesto.

-Eres hermoso, Kaede -su breve elogio también consiguió ruborizarle, viéndole tuvo la certeza que también sentía por él atracción física, su cuerpo se estremeció al verle- Te deseo... -murmuró despojándose apresuradamente de toda su ropa, fue hacia él atraído por sus labios, ansiaba sentirle bajo los suyos.

Sus brazos le rodearon atrayéndole contra su cuerpo, pecho contra pecho, caderas contra caderas, el titubeo de Kaede duró unos segundos, luego sus manos se posaron en sus hombros, acordando aún más la distancia, percibiendo en su piel el calor de cuerpo alabastrino, sus miradas quedaron fijas una en la otra, luego despacio, inclinó la cabeza y buscó sus labios.

Kaede jadeo.

Se apartó, su rubor era más intenso, abarcó su rostro con ambas manos, manteniéndole quieto, sus pulgares acariciaron sus mejillas arreboladas, en ese instante, ya no le pareció tan seguro de sí mismo, se le veía indefenso, temeroso aunque quisiera aparentar valentía.

Le empujó hacia el lecho, introduciendo su pierna entre las suyas y consiguiendo que perdiera el equilibrio y cayera sobre el lecho. Kaede abrió mucho los ojos al sentí su rodilla masajeando su entrepierna al tiempo que una vez más se apoderaba de sus labios que se apartaron ansiosos para sentirle dentro de él.

Su beso fue enérgico, duro, apretó sus labios entre los suyos y cuando los sintió abrirse, su lengua penetró en su cavidad moviéndose con voracidad, con hambre de él, deseando saciarse con el dulce néctar de su boca, su avidez tuvo su recompensa, Kaede respondía con la misma fuerza, con el mismo deseo profundo que le poseía a él. Sus manos se cerraban con fuerza sobre sus hombros impidiéndole moverse, animándole con su actitud a prologar la intensa caricia, sus cuerpos se abrasaban con el mismo ardor que sus bocas, porque sus caderas se movían al unísono buscando el contacto de sus miembros y restregándose el uno al otro. Hasta que la necesidad, la falta de aire en sus pulmones les llevó a separarse.

Sus respiraciones agitadas parecían una sola. Se miraron sin dejar de tocarse, de acariciarse, de masturbarse el uno al otro con sus propios órganos hasta que se dieron cuenta que un solo beso les había arrebatado el sentido, llevándoles a alcanzar el clímax.

Olvidó su inseguridad y dijo lo único que se le ocurrió en ese segundo, supo que sus palabras procedían de lo más profundo de su corazón.

-Deseo estar siempre contigo, Kaede. -no le dio tiempo a reaccionar, una vez más sus labios se posaron en sus labios, besándole con ternura, dejando en esa caricia sus auténticos sentimientos.

Sintiendo que él respondía con amor, haciéndole saber que su entrega era libre y total.

Sus labios se separaron de su boca, dejando un rastro de saliva por su mentón, alcanzando su garganta cuando él echó la cabeza hacia atrás permitiéndole un libre acceso a su garganta, fue dejando suaves succiones por su piel marfileña, maravillándose del contraste de color donde el sol no le alcanzaba. Su blancura le dejo extasiado durante unos minutos, mirándole con tal intensidad que Kaede le dio un leve golpe en el pecho para hacerle volver a la realidad.

-Admiro tu piel, este color blanquecino, es como si fuera leche y no me cansare de tomarla de ti -exclamó volviendo a su interrumpida tarea, lamiendo y succionando cada milímetro de piel hasta alcanzar dos pequeños botones sonrosados en su pecho a los que también reverencio sobre todo cuando comenzó a escuchar los eróticos sonidos que salían de la garganta de Kaede. Lamia y mordisqueaba uno, mientras su mano, pulgar e índice daban pequeños tirones al otro e intercambiando cada tanto de uno a otro, solo cuando los vió de un rojo intenso volvió su atención a sus labios, que temblorosos recibieron su caricia, sin dejar de besarle, la palma de su mano abierta se hizo un hueco entre sus caderas y comenzó a deslizarse a lo largo de ese tronco suave y duro al mismo tiempo, Kaede gimió dentro de su boca, sus manos apoyadas en sus hombros le empujaban hacia abajo. Rió sobre su boca y su osadía tuvo como respuesta un reproche a modo de mordisco.

-Me vengaré donde más te duele... -dijo sonriendo.

-No te atreverás -le desafió.

-Eso es lo que tú quieres... -rió nuevamente cuando una vez más su rubor se intensificó, volvió a marcar un camino de besos sobre su pecho y vientre, hasta alcanzar la majestuosa erección que exponía Kaede, no dijo nada que pudiera avergonzarle porque no tenía comparación con la suya propia, supo que él así lo comprendía cuando sus ojos le miraron como si fueran a salirse de sus orbitas.

-Hanamichi... yo... nunca... -gimió con solo imaginar eso dentro de él. No podía... era imposible.

-Lo sé, seré considerado..., lo haré sin brusquedad. -Prometió alzando su mano para acariciarle- Tranquilízate... te prepararé lo más que pueda, no vas a sentir dolor.

Asintió. La ternura de su gesto le convenció más que sus palabras.

Hanamichi volvió su atención a su erección que debido a su sobresalto había perdido firmeza, la agarró con suavidad entre sus dedos apartando con suavidad la piel que cubría su cabeza, brillaba humedecida, la miró preguntándose si iba a ser capaz de hacerlo, no dudo mucho más, su lengua se extendió hacia esa punta de un color oscuro y la lamio, era suave al tacto, volvió a repetir su acción esta vez su lamida abarcó todo su contorno, Kaede se sacudía estremecido cada vez que lo hacía, por ese motivo, siguió una y otra vez, descendiendo cada vez un poquito más con rápidas lamidas hasta alcanzar su base y nuevamente volvió a subir, hasta vez con lamidas que partían de su base hacia su cabeza, hasta conseguir que Kaede se sacudiera más y más fuerte, sus caderas se alzaban mientras gemía y jadeaba con fuerza porque no le daba un respiro.

-Dámelo todo... -pidió cuando su cuerpo comenzó a convulsionar. Le tragó hasta la mitad de su boca para no dejar escapar ni una gota de ese néctar que cuando comenzó a tragar le supo delicioso, como si de un batido de crema se tratara, supo que si alguna vez tenía ocasión de tomar uno no le sabría tan rico como ese que estaba tomando y que no podría evitar recordar como lo había obtenido.

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Su respiración se aceleró cuando Hanamichi comenzó una vez más a excitarlo, sus manos se apoyaron en su cabeza animándole a seguir.

El calor de su boca, la aspereza de su lengua exacerbaba sus sentidos, deseando no dejar de sentir esos ramalazos de deseo que la incitaban a desear que Hanamichi nunca dejara de excitarlo solo con su toque.

Gimió cuando un repentino dolor consiguió que abriera los ojos velados por el deseo y que mantenía cerrados, como si así consiguiera disfrutar doblemente esos instantes.

-Lo siento..., me apresure... -murmuró queriendo hacerse perdonar con un apasionado beso que le ayudó relajarse una vez más.

Le dio la espalda, apoyando los brazos sobre el lecho, en tanto, sus manos se aferraban al cabecero, preparándose para caer rendido bajo la fuerza que emanaba de él. Espero el dolor, sin embargo, no llego, sino suaves besos sobre sus hombros, enseguida recorrieron su columna vertebral dejándole estremecido, seducido por la dulzura de sus labios, por el calor de sus manos acariciantes que pasaban una y otra vez por todo su cuerpo, buscando aquellos lugares donde el placer le llegaba más intensamente.

Su respiración continuaba acelerándose, todo su cuerpo temblaba, sus besos le incitaban a desear más.

-Hana... michi... -apenas pronuncio su nombre entre suspiros, suplicándole con la mirada que siguiera adelante.

Al momento, su cuerpo se aplastó sobre la  cama cuando el peso de Hanamichi cayó sobre él, sus manos se deslizaron a lo largo de sus brazos, hasta alcanzar sus manos, sus dedos se cerraron en torno a los suyos, animándole con ese gesto a soltar su agarre.

Un sollozo, como una súplica dejo escapar de su garganta cuando sus manos se apoyaron en sus nalgas separándolas, le sintió quedarse quieto, se  movió delante-atrás animándole a continuar, él estaba preparado.

No podía saber que Hanamichi le sentía tenso.

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Mientras sus besos y caricias intentaban relajarle, fue consiguiendo que adoptara una posición más adecuada para su propósito, tomó su mano y la llevo hacia el final de su espalda, él comprendió y se abrió totalmente a él con ambas manos.

No sabía cuanto más tiempo podía aguantar sin satisfacer su propio deseo, de lo que si estaba seguro es que no haría nada que pudiera lastimar la confianza que Kaede tenía en él.

Viéndole en aquella postura tan sensual, sintió que la dolorosa presión de su miembro aumentaba.

Se llevó los dedos a la boca humedeciéndoles abundantemente antes de volver a intentar prepararle. Imprudentemente lo había intentado en seco y solo consiguió hacerle daño, ahora lo haría con más cuidado.

-Voy a meterte un dedo -le avisó para que no se mantuviera relajado.

-Adelante...

Al principio, la yema de su dedo se movió en círculos alrededor de su ano para relajarlo. Supo que aquello no era suficiente, su piel no se distendía por lo que debía hacer algo que pensó que no iba a ser necesario llegar a ese extremo, acercó su rostro y su lengua dio algunos lametazos consiguiendo que Kaede se estremeciera, su placentero grito quedo ahogado, su boca estaba medio amordazada por la almohada al echar su cuerpo hacia delante por el latigazo de placer que le recorrió, dejándole tembloroso.

Hanamichi observó como la piel arrugada alrededor de su apretada abertura, iba distendiéndose hasta quedar lisa, el placer era tan intenso que había conseguido que se abriera a él, intento meter un dedo, pero no estaba tan listo como deseaba. Su lengua volvió a lamer y empujar, a veces suave, a veces dura, acaricia, vibra y penetra, provocándole un vivo placer, su cuerpo se estremece y resbala, apoyó sus manos en sus caderas para mantenerle firme, llevándole casi al orgasmo.

Su boca y su mano no dejan de moverse, de actuar una y otra vez hasta que comienza a sentir como sus esfínteres  se dilatan, se abren al paso de su dedo medio, no tardo en descubrir que era el que mejor se acoplaba a él, sentía la fuerza contra la que se cerraba alrededor de sus dedos que se movían en círculos para acostumbrarle a él.

-Lo estas haciendo muy bien... -dijo para animarle, intentando que no pensara en el dolor, por ello, estaba muy ocupado procurándole que solo fuera capaz de pensar en el placer, por ello, su mano se cerraba en torno a su pene y la otra se entretenía sobando su escroto por entre sus piernas que se sacudían por los temblores que le sobrevenían incesantemente porque su boca le provocaba sin darle tiempo a reponerse, excitándole al máximo hasta que su cuerpo clamara por tenerle dentro suyo. Solo entonces le penetraría.

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El gozo que estaba sintiendo era tan intenso que todo su cuerpo temblaba por la excitación, Hanamichi le estaba llevando al delirio sensual. Aquello era mucho mejor que sus sueños húmedos, comprendió que solo sintiendo esa tranca dentro de él calmaría su ardor.

-Métemelo.... Métemelo... -pidió su cuerpo ardía de deseo, quería tenerlo todo para él.

Hanamichi asintió, le hizo volverse, apuntalando sus piernas sobre sus hombros, sus caderas quedaron en el aire, expuesto a su mirada.

Cuando volvió a ver aquel trozo de carne erguida, con venillas azuladas el temor volvió a sobrecogerle.

-No te contraigas, relájate, piensa en la cosa que más desees poseer.

-Solo te deseo a ti, no quiero otra cosa.

-Me tendrás, solo tienes que tranquilizarte.

-Lo... lo intentaré.

Su mano izquierda le sostenía a la altura de los riñones para impedir que se moviera, la otra masturbaba su pene para seguir procurándole placer y pudiera seguir relajado mientras la punta de su cabeza presionaba contra la estrecha abertura, que si bien había admitido tres de sus dedos, ahora se resistía a abrirse, empujaba despacio, fijándose en el rostro de Kaede para detenerse y esperar el tiempo que fuera necesario. Milímetro a milímetro fue introduciéndose en él, deteniéndose cada vez que el rostro contraído de Kaede le hacia saber que el dolor era agudo, ya no sabía que más podía hacer para evitarle pasar por ese trance.

-Sigue... -le apremiaba cuando se detenía para darle un respiro.

-¿Estas seguro? -inquiría viendo como apretaba su propia mano contra su boca intentando que sus gemidos no llegaran a él.

-¿Falta mucho? -preguntó Kaede con su mirada vidriosa, sus lágrimas de dolor se habían deslizado por sus sienes, secándose entre sus cabellos negros.

-Más de la mitad..., no lo meteré completo. Solo un poco más -dijo para tranquilizarlo.

-Como prefieras... -en ese instante si le hubiera dicho que lo dejaba no hubiera dudado en aceptar. Sentía como si su cuerpo se estuviera desgarrando, como si le estuvieran clavando miles de alfileres, dejándole desfallecido por el dolor, pero al mismo tiempo, ansiaba sentirse unido a él, dándole su cuerpo, entregándose por entero a él, le amaba y sabía que el dolor se desaparecería, que llegaría un día en que el gozo estaría presente desde el principio- Continua... -Tomó un cojín y lo puso sobre su rostro, para que él no pudiera verle, ahogando contra la tela sus sollozos cuando el dolor recomenzó, así sin ni verle ni oírle seguiría adelante, pues sus gemidos quedaban amortiguados por el grosor del cojín. El dolor era tan profundo e intenso que sentía como si un cuchillo estuviera desgarrándole el ano. Relajó la tensión de sus dedos sobre la tela, permaneciendo quieto, poco a poco el dolor fue cediendo, acostumbrándose al grosor que le llenaba- ¿Eso es todo? -preguntó con ingenuidad mostrando su rostro cuando los minutos comenzaron a transcurrir y Hanamichi seguía muy quieto dentro de él.

-Creo que ahora viene lo mejor... -sonrió, su conocimiento procedía de unas revistas gays, donde contaban sus experiencias diversos lectores- solo quería asegurarme que puedo continuar. No he podido evitar que no fuera doloroso, por eso deseo que a partir de este instante solo el placer sea lo que recuerdes de esta noche.

Kaede quedo extasiado viendo su sonrisa y solo pudo asentir con una sacudida de su cabeza.

Estiro su mano hacia él, que enlazó sus dedos con los suyos.

-Es ya un bello recuerdo..., mi primera vez... contigo. -enlazó sus piernas tras su nuca, apremiándole así a continuar.

Hanamichi comenzó a moverse despacio como si pretendiera salir, enseguida volvía hacia dentro, así fue repitiéndolo hasta que comenzó a sentir los gemidos de Kaede, miró su rostro y lo vió sonrosado, sin rastros de dolor, sus movimientos se volvieron más rápidos, le sentía más dilatado, abriéndose más. Sus embestidas se volvieron más rítmicas. Adoptó una posición más cómoda para ambos sin dejar de estar dentro de él. Se sentía tan apretado dentro suyo que era delicioso deslizarse con suavidad, solo lamentaba no conseguir alcanzar su punto álgido del placer.

-¿Te gusta así?

-Más... más fuerte -gimió estremecido por lo que estaba haciendo sentir- más... más... -balbuceó estremecido por las intensas emociones que experimentaba con su enorme falo, su excitación sexual crecía solo con pensar en esa parte de su cuerpo, tuvo un instante de lucidez, pensando que cuando le veía ducharse, no fue consciente que poseyera algo así y que en ese instante era todo suyo- Más... quiero más profundo. Lo quiero todo dentro de mí. ¡¡Es... es enorme!! -murmuró extasiado por las emociones que Hanamichi le estaba haciendo sentir. El dolor había cedido paso al gozo deseando que ese glorioso instante perdurara más tiempo en su mente y en su cuerpo.

Hanamichi le complació.

Se hundió en sus profundidades, era increíble como se estaba sintiendo, se ajustaba a él como si fueran uno, giró su rostro hacia el suyo, apoderándose de sus labios y besándole con arrebato, sintiéndose maravillado porque Kaede era perfecto para él.

Los gemidos de Kaede respondiendo a su caricia le enardecieron aún más, saber que su cuerpo se amoldaba al suyo consiguió que sus embestidas se volvieran más intensas, buscando ese punto que intensificara el placer de su koi. Supo que lo había conseguido cuando escuchó su prolongado gemido y el temblor que convulsionó su cuerpo, continuó presionando ese mismo lugar, llevando una y otra vez a Kaede al profundo ímpetu amoroso.

-¡¡Haaaaaaa....nam...!! -no pudo acabar su nombre, su cuerpo convulsionado por la intensa emoción alcanzó su punto álgido y comenzó a derramar su esencia, avergonzado cubrió su rostro con sus manos, no había sido capaz de esperar por él.

Hanamichi sin dejar de embestirle, separó sus manos de su rostro sonrosado por la intensidad de sus emociones, su cuerpo mostraba una fina película de mador, verle con ese rubor que alcanzaba también sus hombros, con la mirada aún nublada por la pasión, con la respiración agitada, pensó que era una imagen que deseaba seguir viendo siempre.

-¿Puedo hacerlo dentro tuyo? -se inclinó hacia su oído, percibió su temblor, instintivamente supo que debía preguntárselo porque él podía no desearlo y él no haría nada que le incomodara.

-Si... -no había acabado de decirlo, cuando Hanamichi se venía dentro suyo, su esencia cálida le lleno por completo, cuando su miembro fláccido se retiro de su interior, sintió como resbalaba por sus muslos, apretó sus esfínteres, deseando retenerlo dentro suyo.

Se abrazaron, mientras el ritmo de sus corazones se calmaba, Hanamichi rozo sus labios en una caricia agradecida, porque comprendió que sus temores no tenían razón, hacerle el amor a Kaede le había llevado a sentir un goce tan intenso como el que sintió junto a Haruko.

Cuando se recuperaron, se miraron en silencio y nuevamente recomenzaron sus besos y caricias llevándoles a una nueva comunión de sus cuerpos, enlazando sus almas como si fueran una sola.

El hilo rojo de su destino estaba unido.

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-¿Cómo fue que supiste que hacer? -preguntó cuando despertó en sus brazos mucho antes que llegara el amanecer.

-Le pedí consejo a un experto después de leer unas revistas y no comprender nada de lo que escribían ahí, todo me parecieron guarradas, ahora sé que pueden llegar a ser agradables -rió al decirlo.

-Entonces tú y yo podemos seguir juntos. -Al no recibir una rápida respuesta le miró sorprendido- Me lo dijiste... -su voz tembló.

-Sé lo que dije. Quiero pasar toda mi vida contigo, pero...

-¿Pero?

-No deseo engañarte..., quiero serte sincero. -le parecía desleal decirle algo así después de lo que hubo entre ellos- Amo a Haruko... -Kaede hizo intención de apartarse- pero también quiero estar contigo. Me siento tan confuso. -Se levantó con excesiva precipitación- Lamento dejarte así, te llamaré..., o mejor aún nos veremos en la preparatoria, mañana o pasado. -recogió apresuradamente su ropa del suelo y se vistió saliendo de la casa como si estuviera perseguido de onis furiosos.

Kaede quedo desolado con su declaración. Amaba a esa chiquilla.

Continúa en el próximo capítulo....

Paz

 

Glosario

Oni: demonio

Notas finales:

Supongo que este final no es de vuestro gusto... pero no temáis, todo se arreglará.


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