Dos amores y un amante
Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen
By Paz
Capítulo VI: La declaración de Haruko
Lo había pensado mucho y estaba decidida a declararse ese día, la proximidad de San Valentín estaba cada vez más cercana y ella día tras día había ido reuniendo valor para declararse a la persona que amaba.
Al principio, creyó que era un deslumbramiento al ser el mejor jugador de básquet, pero en el transcurso del tiempo comprendió que su amor no estaba basado en la admiración, amaba a Rukawa desde el primer instante en que su mirada se posó en él, no se trataba de un espejismo debido a su juventud, cuando volvió a verlo en Shohoku supo que era serio lo que sentía.
Era consciente que él la ignoraba, pero pensaba que era debido a que ella tampoco conseguía vencer la timidez que sentía cada vez que estaba en su presencia, se sentía torpe e incapaz de pronunciar palabra. Tenía que hacerle ver que existía, que no era una más de esas chicas que gritaban su nombre o que le seguían con la mirada cuando pasaba a su lado. Ella le amaba en silencio, es cierto que no podía evitar que sus ojos se llenaran con su figura, dio un suspiro al pensar en él, tan hermoso y esbelto, tan serio y excesivamente formal.
Había estado pensando en lo que le diría. Estaba convencida que ninguna chica había advertido las cualidades que adornaban a su Kaede, por eso no paso por su imaginación que él pudiera rechazarla, era un chico solitario, su constancia con el basquetball era admirable y como no se conocía que hubiera tenido novia ella suponía que sería la primera en declarársele.
Con la esperanza de ganar su corazón esa noche durmió placidamente.
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Esa mañana Hanamichi despertó ayudado por el insistente sonido de una alarma próxima.
Alargó la mano y la apagó. Al instante, salió de la cama y se dirigió al aseo, de donde apareció media hora después, dispuesto a vestirse y salir rápidamente hacia el instituto.
Esa mañana era San Valentín y la noche anterior había decidido que aprovecharía esa fecha para declararse a Haruko, le diría que le gustaba mucho y que deseaba que fuera su novia. Sabía que podía asustarle se le expresaba sus sentimientos y sus deseos precipitadamente, ella podía no comprenderle y no deseaba asustarla con la firmeza de su amor.
Solo necesitaba que ella le diera su aprobación, con el tiempo sabría lo mucho que la amaba y los deseos que tenía de formar con ella una gran familia. Siempre le gustaron los niños y más si le eran propios, esos íntimos pensamientos le hicieron arrebolar sus mejillas tomando un tono tan rojizo como su cabello.
Se sentía avengozado de sus propios pensamientos.
-Oyaho... -saludó a su madre que estaba en la cocina.
-Hola, hijo... se te ve muy contento hoy.
-Voy a declararme a Haruko.
-Estas seguro? -preguntó su madre mirándole con cierto temor, demasiadas veces su hijo le había repetido esas mismas palabras con diferente nombre y luego volvió a casa desanimado tras los constantes rechazos que recibía.
-Si, Haruko es la definitiva. -afirmó.
Ante la confianza de su hijo se permitió sonreír para no hacerle ver su inseguridad.
-Come tranquilo... hoy te has levantado más temprano.
-Si, quiero encontrarme con ella antes de entrar al instituto.
Su madre le acercó diversos platillos y Hanamichi comió todo lo que le puso delante.
Cuando escuchó el grito de Yohei llamándole supo que se había entretenido demasiado comiendo y es que su madre preparaba unos platillos deliciosos y no podía evitar comer.
-Me voy...
-Cuídate y si esa chica... no reconoce tus meritos es que es tonta.
Hanamichi rió al escucharla.
-Haruko es una buena chica y la única amiga que tengo en el instituto.
Hanamichi no vio su mirada fija en su espalda, ni como sacudió la cabeza con pesar.
Las palabras de su hijo le reafirmaban en lo que pensaba, esa chica posiblemente solo le veía como un amigo, si así era debía esperarle con su plato favorito, comer siempre le ayudaba a olvidar sus penas.
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Se apresuró a cruzar el patio del instituto para desviarse hacia el gimnasio, a aquella hora temprana apenas si habían llegado los estudiantes, pero ella estaba segura de encontrarle allí practicando sus tiros.
Cuando se acercó a la puerta del gimnasio supo que no se había equivocado, se escuchaba el sonido del balón rebotando en la duela y sus pasos dirigiéndose, estaba segura, en dirección al aro.
Abrió la puerta y con decisión entró cerrando tras ella.
Rukawa oyó el sonido de la puerta al deslizarse, se detuvo girándose para ver quien llegaba.
Vió que se trataba de esa chiquilla de la que Sakuragi estaba enamorado. Se quedo parado con el balón en la mano observándola acercarse a él, con cierto titubeo, algo en ella le hizo pensar que parecía tan asustada que más que seguir caminando hacía él parecía más dispuesta a salir corriendo.
Cuando se vió ante su mirada inquisitiva, sintió que sus rodillas comenzaban a temblar y todo su valor le abandonaba, olvidó por completo la corta frase que había memorizado para decirle, las ideas se esfumaron de su mente y solo pudo balbucear temblorosa.
-Me....me...me... -alargó sus manos sosteniendo una pequeña cajita primorosamente cubierta con papel, acorde con la fecha tan especial, a modo de ofrenda inclinó su rostro ruborizado- gustas... acéptalo... por favor.
Rukawa no se movió, no hizo intención de agarrar su presente.
-Levanta la cabeza... -pidió.
Sorprendida ante sus palabras así lo hizo, nunca antes le había hablado y pensó que tenía una oportunidad con él. Sus siguientes palabras abatieron el ánimo que la sostenía.
-Lo lamento. No puedo aceptar tu obsequio.
-Por favor, acéptalo... -su negativa la armó de valor e insistió- Me gustaría poder salir contigo. Estoy segura que llegaras a sentir algo por mí. Lo siento aquí -murmuró apretándose el pecho.
-No puedo responder a tus sentimientos, porque otra persona ocupa todos mis pensamientos -sabía que solo así dejaría de ir tras él, no esperó ver su reacción, se dio media vuelta dirigiéndose hacia la salida, tomó su bolso y la dejo sola en mitad de la duela.
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Hanamichi buscó a Haruko en su salón cuando supo que la habían visto entrar muy temprano, sus compañeras no sabían de ella, recorrió las diversas dependencias del instituto, anduvo buscándola por los pasillos de los de primero y también en la terraza, cuando ya no sabía donde mirar, se fijo en el apartado edificio del gimnasio, ese día estaban todos bastante alterados, por los que los profesores iban a tener difícil controlar a sus estudiantes.
Desistió de buscar a Haruko, seguro que la encontraría cuando dejara de hacerlo, con ese pensamiento se dirigió al gimnasio dispuesto a practicar algunos tiros libres.
Continúa en el próximo capitulo
Paz