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Solos en la madrugada por Paz

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Notas del fanfic:

Bueno... como es habitual en mi aquí tenéis un oneshot.

Notas del capitulo: No he pensado en nada especial, excepto que deseo que os guste.
 

Solos en la madrugada

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

Capítulo Único

 

La celebración estaba llegando a su fin.

Se prolongó durante horas y horas, en un plazo indeterminado de tiempo, en el que unos y otros con verdadero deseo de saber intercambiaban, saludos e iniciaban conversaciones para informarse de lo que habían conseguido hacer durante aquellos años de separación, en el que cada uno habían tomado caminos diferentes a sus sueños de juventud.

Así se enteraron de bodas, nacimientos y también de separaciones irremediables, la muerte inexorable había pasado por entre ellos.

Las distintas parejas, casadas o solteras, departían amigablemente para enterarse con inusitado interés si estaban casados, solteros o separados, cuántos hijos tenían, si estaban en la guardería o en la primaria, si los padres trabajaban o no, deseosos de saber como les había ido. Si eran hombres querían enterarse si habían prosperado en sus sueños o se habían quedado en mitad del camino, si en cambio, se trataba de mujeres les interesaban saber si eran amas de casa bajo la férula de sus maridos o mujeres independientes seguras de si mismas, todos y todas deseaban saber si habían triunfado o si la derrota estaba marcada en sus rostros, si era así, unos y otros mostraron el mejor lado de sus vidas, sin dejar asomar en sus palabras o en sus gestos la menor contrariedad por los años que les había correspondido vivir.

Rememoraron el pasado recordando con alegría los gratos momentos que habían pasado juntos y también con cierto pesar las oportunidades perdidas.

Se formaron diversos grupos afines entre si, conversaban, comían y bebían, reían y durante las horas que pasaron juntos sintieron como si volvían a ser los chicos y chicas de antaño.

Poco a poco de manera casi imperceptible, el salón fue vaciándose, quedando solo algunos rezagados que seguían manteniendo una animada charla, entre ellos se encontraba Sakuragi. Cuando hablaba su voz se alzaba por encima de los demás y llegaba hasta una solitaria figura que permanecía recostado en un sillón en una apacible terraza desde donde escuchaba el murmullo de las diversas conversaciones que se llevaban a cabo próximos a su retiro o los sones de la orquesta que habían contratado para tal ocasión.

Finalmente la música cesó, los músicos guardaron sus instrumentos y se marcharon con paso cansino bajo el peso de los mismos.

Apareció el servicio de limpieza cuando fueron avisados que el último grupo de personas se marchaba. Con diligencia se recogieron las mesas, llevándose las fuentes semivacías, los vasos usados y las botellas utilizadas, se alzaron los manteles sucios y se repusieron por otros de impecable blancura, en menos de una hora la sala volvía a mostrar un aspecto impoluto, como si momentos antes no hubiera estado ocupada.

Todo estaba dispuesto para que algunas horas más tarde llegara el grupo contratado por los contrayentes que celebraban su aniversario de bodas para el adorno del salón y las mesas.

El encargado de la limpieza, echó una última ojeada a todo el entorno, comprobando con mirada critica que todo estaba correctamente, dando el visto bueno, al momento una fila de hombres jóvenes uniformados se dirigieron hacia la salida, cuando el último cruzó la puerta salió tras él, un leve chasquido dejo claro que había pasado la llave.

No podía saber que había dejado dos personas adentro y que permanecían dormidas en los cómodos sillones de la terraza, separados ambos por una mesilla baja en la que destacaba, una bandeja con algunos bocaditos, dos botellas de sake y dos vasos vacios.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Si por él fuera, no hubiera acudido a esa reunión, sin embargo, tal acontecimiento se produjo durante el periodo en el que su representante estaba negociando su traslado a otro club de basquetball, él no tenía interés por ninguno en especial, había realizado su sueño de ir a jugar a la NBA, durante tres años seguidos fue nominado como el mejor jugador extranjero y su nombre aparecía en todos los magazines deportivos no solo a nivel nacional, sino también internacional. Sin embargo, nuevas estrellas aparecieron en el horizonte y su nombre comenzó a eclipsarse, por ese motivo decidió que cuando su contrato concluyera, buscaría otro club donde integrarse e intentar elevarse nuevamente hacia ese firmamento de gloria.

Ahora estaba lamentando no haberse quedado tranquilamente en su casa de San Diego, aunque bien sabía él que en el fondo había conseguido ver a la persona que le había llevado hasta allí y que solo accedió a las demandas de Ayako cuando le comentó que ninguno de los ex-integrantes de Shohoku iba a faltar y que él debería estar presente durante ese acontecimiento que marcaría un hito en sus vidas. Sus palabras altisonantes le resultaron huecas de contenido, pero consiguió lo que deseaba, su asistencia allí.

Rukawa acabó quedándose dormido, por ese motivo no escuchó llegar a Sakuragi, ni tampoco vió que llevaba consigo dos botellas de sake y dos vasos dispuesto a compartir la bebida con él.

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En el transcurso de la reunión, aunque no lo pareciera, Sakuragi se mantuvo atento a los movimientos de Rukawa. Le vió llegar cuando ya creía que no aparecería, Ayako le comentó que si había conseguido la asistencia de Rukawa, la suya no le ocasionaría ninguna dificultad. Al oírla pronunciar su nombre tuvo la certeza que iba a aceptar, aún así se hizo de rogar durante un tiempo que consideró prudencial. Una emoción que no experimentaba desde hacia mucho tiempo llenó su pecho y consiguió que desde que llegó al salón donde se llevaba a cabo la celebración estuviera más pendiente de los que llegaban que de charlar con sus compañeros, teniendo en cuenta que él no había perdido el contacto con algunos de ellos, como era el caso de Rukawa pues durante los últimos diez años solo se sabía de él a través de reportajes televisivos o por los periódicos que alababan su trayectoria en América.        

Después de tanto tiempo sin verse su saludo fue un peculiar intercambio de palabras que dejo en suspenso durante unos segundos al resto de sus ex-compañeros.

-Do'aho...

-Kitsune... -A su alrededor el aire pareció congelarse- Oí hablar de tus triunfos. -comentó relajando el ambiente alrededor de ambos, con toda seguridad sus amigos pensaban que iban a enzarzarse en una más de sus muchas peleas de antaño, cuando eran dos imberbes mozalbetes que resolvían sus diferencias idiomáticas a golpes.

Rukawa le miró como si no creyera posible que se hubiera interesado por él, al momento desvió su mirada dando por terminado el intercambio de saludos.

No se molestó por su actitud, lo contrario le hubiera sorprendido. Le vió mantenerse apartado del bullicio y encontrando un lugar resguardado, donde la quietud era indudable. Algunas personas no cambiaban nunca y al parecer Rukawa era una de ellas. Tener esa certeza le hizo sentirse mejor.

En el transcurso de las horas Rukawa se mantuvo ajeno al bullicio, no mostró el menor interés por sus compañeros, ni nadie se le acercó, como figura pública que era se sabía casi todo de él, por ese motivo sobraban los interrogatorios acerca de sus logros.

A nivel deportivo nada se ignoraba, en cambio en lo personal no se le conocían amigos o parejas, nunca se le fotografió en compañía femenina, por lo que las revistas del corazón no podían especular sobre supuestas novias, al parecer seguía siendo tan reservado como cuando le conoció.

Recordaba haberle visto, en un reportaje televisivo, durante su llegada a un conocido aeropuerto y como una adolescente consiguió eludir el cordón de seguridad echándosele prácticamente al cuello con la clara intención de besarle, se vio claramente que Rukawa le habló, lo que le dijo nunca se supo, pero el gesto de la muchacha quedo paralizado antes de conseguir su propósito. Enseguida intervinieron los de seguridad y la alejaron rápidamente de allí. La cámara enfocó el rostro de Rukawa que permaneció inmutable, como si no hubiera ocurrido ese incidente, tampoco se volvió a mencionar a la jovencita, que con toda seguridad se perdió entre el maremágnum de jóvenes que atestaban la sala de llegadas, enfocando la cámara a los demás jugadores que aceptaban con naturalidad los saludos de sus admiradoras.

La presencia de un camarero que se le acercó ofreciéndole una bandeja con delicados bocaditos le apartó de sus recuerdos, aceptó uno, al mismo tiempo que le pedía que hiciera el favor de llevarle a Rukawa, miró hacia la solitaria figura, una bandeja con diversa variedad de bocados y se lo dejará al alcance de su mano, junto con bebida procurando que no le faltara ambas cosas.

El servicial camarero siguió sus indicaciones sin mostrar sorpresa, algunos minutos después observó que Rukawa comía y bebía con moderación.

En cierta ocasión sus miradas se cruzaron. Levantó su vaso a modo de brindis en su dirección, no esperaba respuesta, sin embargo Rukawa le sorprendió moviendo el suyo y modulando una palabra que no necesitó escuchar para comprenderla.

A partir de ese instante a Rukawa no le faltó comida y bebida.

Sus compañeros conociéndole respetaron sus deseos de soledad y no fueron a importunarle, si bien, Haruko hizo intención de acercársele fue interceptada por su hijastro antes que consiguiera llegar a su lado.

Sonrió al ver la frustración en el rostro de Haruko, al parecer no había olvidado el sentimiento que sintió de adolescente por el huraño jugador de Shohoku.

Lo que le llevó a preguntarse que había llevado a la jovencita de entonces a aceptar una boda tan absurda, sabía que contó con el beneplácito de su hermano, autentico cancerbero en todo lo que se refería a su hermana y también el consentimiento de sus padres que la entregaron en matrimonio a un hombre viudo, con un hijo mayor que ella y con una notoria diferencia de edad entre ambos contrayentes, más que un esposo parecía su abuelo.

Ahora, viéndola, recordó que nunca tuvo ocasión para declarar sus sentimientos hacia ella. Tampoco lo lamentaba porque poco después de su boda, comenzó una relación que se prolongó durante mucho tiempo dándole más sinsabores que felicidad. Afortunadamente todo había acabado.

Fijándose mejor en Haruko observó la expresión de apatía que asomaba en sus ojos, el cansancio en sus ademanes, por la actitud de su hijastro hacia ella supo estaba allí para vigilarla. Hanagata no parecía sentirse cómodo en el papel que le habían asignado, pero lo cumplía a rajatabla.

Ryota pasó por su lado y él se desentendió de ambos yendo tras su amigo y uniéndose al bullicioso grupo donde estaba también Mitsui y Kogure.

Permaneció con ellos durante un buen rato, hasta que cansado, pasaba de medianoche, pensó en que había llegado el momento de marcharse, cuando hizo intención de despedirse le convencieron para que se quedara un rato más.

Resistió poco tiempo más y supo que debía levantarse sin despedirse, su mirada recorrió la sala, hasta fijarse en la puerta-cristalera que comunicaba con la terraza, la curiosidad le llevó hacia allí, llevaba un rato largo sin verle lo que le hizo pensar que pudiera haberse ido.

Una sonrisa ensanchó sus labios al encontrarle dormido. Volvió sobre sus pasos, tomó un par de botellas de sake y dos vasos y como la música seguía escuchándose con estridencia cerró la puerta quedando amortiguado el sonido de la orquesta. Se fijo que aún había algunas parejas bailando, ajenos a cualquier otra cosa que no fuera su acompañante.

Dejo sobre la mesa las botellas y los vasos y se sentó en el otro sillón, hundiéndose en los suaves almohadones, cerró los ojos con un suspiro de alivio allí se estaba bien, solo entonces se dió cuenta de lo agotado que se sentía, aunque solo tenía treinta años estaba desacostumbrado a esos jolgorios, últimamente llevaba una vida tranquila y esa noche iba a notarse en el rendimiento de las tareas que estaban esperándole ante su mesa de trabajo, relajó los músculos de su cuerpo y en pocos minutos se quedo dormido.

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Abrió los ojos y vió el cielo estrellado, durante un primer instante no supo donde estaba, enseguida recordó la reunión de ex-compañeros.

Ya no pensaba que había sido una perdida de tiempo, y menos aún cuando descubrió a Sakuragi dormido en el sillón próximo al suyo, que estuviera acompañándole le hizo sentir que mereció la pena estar allí, aunque su relación con los demás fuera nula, porque se había limitado a un movimiento de cabeza cada vez que le saludaban.

El silencio que provenía de la habitación le hizo saber que todo había terminado, se levantó y entró en la sala no solo para estirar las piernas, sino también para pasar al aseo.

No se sorprendió al no ver a nadie. Cruzó la sala a oscuras hasta donde estaba ubicado el ofuro, después se lavó las manos y mojó su cara para despejar de su rostro los últimos restos de sueño que le quedaban.

No tenía intención de marcharse dejándole allí solo, sin embargo, se acercó a la puerta y cuando bajo el picaporte descubrió que estaban encerrados. Saberlo no le disgusto, es más una sonrisa divertida asomó en sus labios.

A la pálida luz de la luna miró su reloj pulsera fluorescente, marcaba las cuatro de la madrugada. Sabía que la salida del sol llegaría una hora después, con toda seguridad que podría verlo desde allí. Nunca se había considerado un romántico, sin embargo, su corazón latió acelerado ante la certeza de que por una vez estarían juntos.

Solos en la madrugada. Supo que el destino jugaba con él. Se fijó que Sakuragi comenzaba a despertar.

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Se dió la vuelta, solo entonces parpadeo confuso, al darse cuenta que no estaba en su lecho, la blandura que había bajo el peso de su cuerpo no le resultaba conocida. Sus parpados se levantaron y solo entonces al quedar su mirada fija en Rukawa recordó donde estaba. Le vió despierto, mirándole con curiosidad, al menos eso le pareció a él.

-Solo quedamos nosotros... -murmuró al no escuchar el ritmo de la música, ni tampoco el rumor de las conversaciones.

-Podría decirse que si... -murmuró con un deje de diversión que no fue capaz de ocultar.

-Por que no te has ido? -sintió curiosidad por su respuesta.

-Y tú? -preguntó a su vez.

-Pensé que podíamos compartir sin pelearnos una botella de sake.

-Es una idea excelente, tenemos por delante todo el tiempo que queramos...

-No deseas marchar? -preguntó extrañado.

-Aunque quisiera, que no es el caso, no puedo.

-Por qué no? -inquirió extrañado.

-Nos han dejado encerrados.

-Encerrados? Solos, a ti y a mi? -preguntó sorprendido medio alzándose, su brazo izquierdo soportaba el peso de su cuerpo- Quién ha sido el imprudente? -su tono de voz tenía un deje divertido.

Rukawa se encogió levemente de hombros, comprendía sus alusiones a la perfección, pero en ese momento no deseaba entrar en discusiones dialécticas que no les llevaban a ninguna parte. Tal vez porque sentía cierto temor a descubrir que nada había cambiado.

-Solos en la madrugada... -murmuró Hanamichi recostándose otra vez y mirando hacia el cielo donde aún titilaban algunas estrellas.

Rukawa le miró al escucharle mencionar ese detalle, como si sus mentes fueran una sola, la afinidad de sus pensamientos le hizo preguntarse hasta que punto podrían compenetrarse, más no quería hacerse ilusiones respecto a él.

Su estancia en América le había mantenido apartado de sus ex-compañeros, no intentando saber de ellos porque estaba dispuesto a romper con su pasado, lo único que le importaba entonces era alcanzar la meta que se había propuesto y una vez que llegó a ella mantenerse en la cima, aún a costa de si mismo. Lo había logrado, ahora se preguntaba si realmente había merecido la pena, dejar atrás el amor de su juventud, privándose de afectos, con carencias emocionales que demasiado tarde comprendía que le eran necesarias, sin darse cuenta su rostro, por primera vez, reflejaba el pesar que experimentaba por la ausencia de sentimientos, por los vínculos emocionales a los que se había negado a tener.

Hanamichi vió dolor en la expresión de su rostro y pensó que su comentario había sido desafortunado, por eso, comenzó a hablar pretendiendo así alejar de él la tristeza.

-No voy a preguntarte por tu carrera, eres una figura notaria a todos los niveles. -vió su mueca, otra vez comenzaba mal- Recuerdas a Yohei? -Su mirada se posó en él con incertidumbre- Tienes que acordarte de él, siempre estábamos juntos, también Noma, Takamiya y Ookus, teníamos mala fama en la secundaria baja y nos auguraban un porvenir funesto. Todos se equivocaron con nosotros, hicimos carreras universitarias y progresamos en nuestras respectivas ocupaciones. Yohei se casó con una muchacha que conoció en la universidad, es un abogado con cierta fama de estricto en los casos que resuelve, su esposa trabaja también en el estudio jurídico que ha abierto, al mismo tiempo que se ocupa del cuidado de su hogar y de las hijas, tienen dos niñas encantadoras .

-Sigues viéndole? -preguntó Rukawa obligándose a escucharle. Solo por oír su tono de voz grave, confidencial, como si hablar con él fuera importante. En ese instante, comprendió que había dos personas diferentes en él, el alborotador que hablaba fuerte y reía más todavía y aquel que se mostraba ante él, pausado, tranquilo, relajado, hablando con calma.

-Si... -volvió el rostro hacia él y aunque miraba hacia el cielo, supo que de algún modo no le gustaba esa respuesta- Los chicos y yo hemos formado una sociedad, desde un principio tuvimos claro lo que deseamos, nuestra amistad esta por encima de cualquier otra circunstancia y bueno, nos pareció una excelente idea asociarnos con nuestras respectivas profesiones. Ookus es contable y lleva todos nuestros asuntos económicos, sigue soltero, aunque no sin compromiso pues tiene novia. Takamiya es arquitecto y ha diseñado y construido el edificio donde tenemos nuestras oficinas, también se ha casado y tiene un chico. Noma... -su tono de voz descendió y la tristeza le embargo nuevamente ante el recuerdo de su amigo- falleció el año pasado, un desgraciado accidente de coche, regresaba de una reunión de trabajo y fue embestido por un loco al volante, dejo esposa e hijo, más no están desamparados porque todos procuramos que la perdida sea menos dolorosa.

-Lo lamento... -murmuró sintiendo la necesidad de consolarle, su mano se posó en su brazo presionándole levemente- Y tú? A qué te dedicas? -buscaba el modo de alejar la tristeza de su rostro- Dejaste el basquetball? -su nombre no figuraba en los círculos deportivos.

-Volví a resentirme de mi antigua lesión en la espalda -comentó.

-Disculpa... no debí preguntar... -se auto culpó por su torpeza.

-No es necesario..., fue una decisión que asumí desde el principio y la tengo superada. Me encontraba en el último año de mi carrera, y aunque me apasionaba jugar pensé que era un aviso para que lo dejara, así que lo deje sin más. Además me faltaba cierto aliciente para continuar jugando y debido a eso pensé que mi salud era más importante. -Hablaba con la mirada fija en el firmamento que comenzaba a adquirir un tono anaranjado- Va a salir el sol -y como puestos de acuerdo, se levantaron y se apoyaron en el borde interior del muro que servía de parapeto.

Desde donde estaban veían la línea del horizonte, y como lentamente, el disco dorado fue apareciendo majestuoso ante sus miradas curiosas, imperceptiblemente, sin darse cuenta sus manos se buscaron y durante unos segundos permanecieron unidas, hasta que como sorprendidos de ese hecho, se apartaron, hurtándose la mirada y sin hablarse volvieron a ocupar sus respectivos sillones.

Al cabo de unos minutos, como si quisiera ocultar su turbación, Hanamichi preguntó:

-Te apetece beber?

-No te parece que es demasiado pronto? -inquirió.

-No te preocupes, no tengo intención de emborracharte.

-No me preocupa si lo intentas... -Rukawa aceptó con un gesto afirmativo de su cabeza- Lo que me sorprendería es que lo lograras.

Hanamichi le miró mientras servía la bebida.

Durante un largo rato permanecieron bebiendo en silencio, como si las palabras se hubieran agotado entre ellos.

-Me has contado cosas de tus amigos, pero no contestaste mi pregunta... -murmuró deseando saber mucho más de él.

-Soy abogado..., hice la carrera junto a Yohei, tengo que agradecerle la paciencia que siempre tuvo conmigo, durante los primeros meses me costó mucho acostumbrarme a ese ritmo de estudios. Él se ha especializado en Derecho Civil, yo en Penal. -Por su rápida mirada comprendió que le había sorprendido- Al principio trabajábamos para una empresa, cuando nuestros nombres comenzaron a ser conocidos nos independizamos y pusimos en practica nuestra asociación, nos va bastante bien y trabajo no nos falta. Ahora mismo, de estar en casa, estaría en mi despacho estudiando una causa que tengo perdida de antemano, al menos que encuentre un resquicio, algo que me ayude para la defensa.

Rukawa no preguntó de qué se trataba, supuso que existiría secreto de sumario. Aunque la bebida pareció despertar en él las ansias de saber por lo que comenzó a intervenir más en la conversación hasta que derivó hacia un plano más personal, más íntimo, sin embargo, fue Hanamichi quien se adentró en las intimidades de Rukawa.

-Te has casado?

-No.

-Por que no? -inquirió queriendo conocer sus motivos.

-El basquetball llenaba todas mis expectativas, y tú? -su pregunta parecía una sencilla forma de evadir su respuesta, ya que no deseaba adentrarse en las profundidades ignotas de su mente.

-Estuve cinco años comprometido, al final me canse de sus infidelidades y corté -contestó sin reservas Sakuragi.

-Lo lamento... -era sincero al expresarse así- Debió ser muy duro para ti. Creo recordar que estabas enamorado de la hermana del capitán Akagi.

-Tienes buena memoria... -no esperaba que él en aquella época estuviera enterado de su tonto enamoramiento, aunque entonces no lo pensó así y empezaba a darse cuenta que Rukawa no iba tan despreocupado como aparentaba.

-Ella siempre demostró que sentía amistad por ti.

-Me asombra que te dieras cuenta de ese detalle -no pudo menos que decir- y en cambio ignores que estaba enamorada de ti.

-Que te hace pensar que lo ignoraba? Era demasiado evidente... me molestaba su persistente presencia, y evitaba en lo posible todo contacto con ella -reconoció.

-Comprendo... -sus palabras decían mucho más de lo que expresaban. Lo cual no debía asombrarle, porque esa actitud también la sentía hacia sus ruidosas fans a las que ignoraba despectivamente, si entonces lo hubiera sabido, tal vez su vida hubiera dado otro giro muy distinto, pero entonces era demasiado inocente e ignoraba que un hombre pudiera tener un sentimiento amoroso hacia otro.

-Tuvo que ser muy doloroso separarte de la mujer que amas... -musitó

-No tanto, -expresó sus inquietudes con toda naturalidad- en aquel momento creí que me iba a sentir más angustiado, después comprendí que era todo lo contrario, dándome cuenta que había estado atado a una persona que no amaba... y no era una mujer -le aclaró sin sorprenderse por su malentendido- Me sentí liberado.

El vaso que sostenía entre los dedos se deslizó al suelo rompiéndose en pequeños trozos. Fue el impacto contra el suelo lo que le hizo darse cuenta de su atolondrada reacción al oír su declaración.

-¡¡Vaya no creí que fueras a sentirte así!! -Exclamó Hanamichi- No es ninguna tragedia ser gay. -Afirmó con una sonrisa en sus labios- Al menos así lo creo.

-Disculpa... no se que me ha pasado... -bajo la mirada hacia vaso roto a sus pies. La confesión de Sakuragi consiguió romper la máscara bajo la que se protegia.

-No te disculpes... es comprensible... después de todo no somos tan diferentes como aparentamos ser. -y al decirlo le miró a los ojos.

-Tus amigos saben? -preguntó apartando los ojos turbado por lo que le hacia sentir. Ese sentimiento que había deseado ahogar seguía allí, emergiendo del fondo de su corazón.

-Todo Kanagawa esta enterado que he sido él último en conocer las infidelidades de mi ex pareja.

-Era así?

-Al principio, tal vez, luego ya no. No era nada discreto respecto a sus aventuras. Era más fácil hacerse el ignorante.

-Quién?

-Me sorprende que nadie te haya hablado de mi... soy la comidilla de todos los círculos sociales, aunque se guardan bien de hacerlo delante de mi. Tal vez temen que les haga un juicio por libelo.

-Será porque no me gusta hablar y sabiéndolo no se atrevieron a acercárseme.

-Conmigo has hablado mucho.

-Demasiado... -reconoció y le miró esperando que le aclarara el nombre de su ex.

-Akira... hace tres años que rompí con él.

-¡¡Sendoh!! -no pudo ocultar su sorpresa, ni su furia al conocer su identidad- Ese desgraciado estaba contigo cuando intentó... seducirme. -era la expresión más suave que encontró en ese instante. Recordó que fue después de concluir un partido amistoso entre la selección nacional de Japón y el equipo universitario que le había contratado que estuvo acosándole y ante su negativa quiso tomarle a la fuerza. Si Sakuragi estuvo cinco años con él, no se le paso por alto ese detalle, Sendoh estuvo engañándole desde el principio.

-No me sorprende... así de amoral es. Lo consiguió? -ahora era él quien sentía curiosidad.

-No. -

-Me alegro..., de un modo u otro él acaba dañando a todos sus amantes, no quisiera enterarme que él te hubiera hecho sufrir.

-No le di esa oportunidad, de algún modo siempre supe que no era de fiar. -aún recordaba que acabo en el suelo encogiéndose sobre si mismo del rodillazo que le dio.

-Me hubiera gustado haber tenido esa misma certeza. Me habría ahorrado bastantes sinsabores. -no le cohibía expresar ante él, lo que había pasado al lado de Akira, se sentía confortado con su presencia, comprendía que la falta de valor para expresar sus sentimientos le había llevado por un camino plagado de piedras filosas que en lugar de debilitarle había ido forjando su personalidad fortaleciéndole aún más.

Inesperadamente la puerta de la terraza se abrió.

-Les ruego acepten mis disculpas... -murmuró inclinándose ante ellos- Es imperdonable nuestra distracción. -exclamó echándose sobre si mismo la culpa.

Rukawa y Sakuragi se habían levantado apenas escucharon el sonido del pestillo al abrirse.

-No ha sido ninguna tragedia, es más nos ha ayudado mucho conversar -afirmó Sakuragi quitándole importancia al hecho de estar allí encerrados.

-Por favor, acepten una pequeña compensación por este incidente.

-No es necesario... -Sakuragi sacudió la mano a modo de negación.

-Por favor, Sagamoto-sama se sentirá honrado si acceden a descansar a una de nuestras habitaciones, es lo menos que podemos hacer por ustedes. -insistió.

Tras una serie de formales negativas, Sakuragi acabó accediendo a sus demandas de desagravio. Rukawa permanecía en silencio, escuchando el intercambio de palabras entre el gerente del hotel y Sakuragi.

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-¡¡Wooowww!!! -exclamó Sakuragi apenas Sagamoto-sama les dejo solos en una suntuosa suite- Si es así como viven los ricos, a partir de hoy comenzaré a envidiarlos -y mientras hablaba se dirigía al mueble bar para curiosear su contenido- Hay whisky, coñac, sake, cerveza y agua mineral, también algunos refrescos. Nos han dejado una bandeja con diversos aperitivos para comer. -Tomó uno de ellos entre los dedos y sin más ceremonia se lo llevó a la boca- Hummm... delicioso, pruébalo... -tomó otro igual y se lo acercó a los labios.

Rukawa lo aceptó sin oponer reparos a su acción y en el proceso aprovechó para rozar sus dedos con la punta de su lengua.

En ese preciso instante de sus vidas comprendieron que no necesitaban de palabras para expresar lo que sentían, les bastaba saber que ese sentimiento de amor existía en sus corazones.

-Kaede...

-Hanamichi...

Sus nombres fueron susurrados y como si un imán los atrajese sus labios se unieron, un toque suave, la calidez de su contacto les hizo estremecerse, ahondaron en la caricia, sintiendo como sus cuerpos se atraían, necesitando sentirse unidos y sin separarse sus manos actuaron con premisa, quitándose uno al otro la ropa hasta que llegado un momento se encontraron tendidos sobre el amplio lecho.

-Ámame -pidió roncamente Hanamichi.

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Se desperezó satisfecho en el lecho, al estirar el brazo sintió vacío aquel espacio. Se incorporó perplejo y miró a su alrededor con desconcierto, preguntándose si había sido un sueño aquellas horas pasadas al lado de Kaede.

Al ver donde se encontraba comprendió que todo era real. Se levantó y sin molestarse en cubrir su cuerpo se acercó a la puerta de doble hoja y la abrió.

Kaede le miró con una sonrisa al verle aparecer tal como vino al mundo. Su mirada se encendió al recorrer su arrogante presencia. Se obligó a escuchar lo que le decían del otro lado de la línea.

-Olvida ese contrato... -contesto- tengo poderosas razones para quedarme. -Permaneció en silencio unos minutos- No podrás convencerme, me quedo definitivamente en Japón. Tendrás que reunirte aquí conmigo y comienza a preocuparte para que me contrate algún club de Kanagawa, no importa si como jugador o entrenador, ese es un tema que ya hablamos infinidad de veces. Si tengo que retirarme definitivamente lo haré.

Hanamichi se emocionó al oírle expresarse en esos términos, fue a su lado, sentándose sobre él a horcajadas, sus manos se enlazaron en su nuca.

-Estaba pensando si te apetece bañarte conmigo...

Kaede cortó la comunicación sin despedirse, dejando caer su móvil para responder a su abrazo.

-Sera una agradable experiencia... -sus labios le impidieron seguir hablando, respondió con ardor a su caricia, como si temiera que todo acabara demasiado pronto.

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El servicio de habitaciones se había encargado de su ropa, por ese motivo cuando dejaron el hotel, sus trajes se mostraban impecables, sin una sola arruga que pudiera desmerecer sus arrogantes figuras.

Tras agradecer las atenciones recibidas a Sagamoto-sama, cruzaron el vestíbulo principal hacia la salida, a pocos pasos de la entrada estaba aparcado un descapotable rojo, cuya capota estaba alzada, un guarda-coches se les acercó para entregarles las llaves.

Hanamichi las recogió dejando al mismo tiempo entre sus dedos un par de billetes, podía darse el lujo de ser generoso, esas horas pasadas bajo sus muros había encontrado mucho más de lo que esperaba hallar cuando acudió casi a regañadientes a esa reunión de ex-compañeros.

-Quieres conducir tú?

-Mejor hazlo tú... -dijo declinando la invitación, no quería confesar que no sabía conducir porque siempre tenía a su disposición chofer y limusina con cargo al club, privilegio por estar en la cima.

-Si así lo deseas.... -abrió la portezuela del lado del copiloto una vez que estuvo acomodado, fue a ocupar su lugar frente al volante.

Minutos después arrancaba y partía.

Kaede vió que tomaba la autopista hacia el sur, al cabo de media hora en la que Hanamichi permanecía silencioso y atento a la conducción se volvió hacia él inquiriendo

-Vamos a tu casa?

-No...

Espero una mayor aclaración que no llegó.

-A dónde vamos? -preguntó directamente.

-Sigues en buena forma física? -preguntó a su vez Hanamichi.

-Qué tienes en mente hacer? -inquirió sin responderle.

-Ver otro amanecer -se giró apenas una segundos para mirarle, viendo que le comprendía.

-Piensas hacer la ascensión con traje y zapatos? -creyó saber hacia donde se dirigía.

-Siempre voy preparado para imprevistos. En el maletero tengo ropa adecuada para cambiarnos.

-Y tomas decisiones apresuradas....

-Lo lamento..., no estoy acostumbrado a consultarlo... -en ese momento se dió cuenta que Kaede podía tener algún compromiso- En la próxima salida daré la vuelta.

-Me agrada tu plan..., sigamos. -Posó su mano en la suya que mantenía sobre el cambio de marchas- Siento no poder reemplazarte al volante, no se conducir -reveló mortificado por no haber tenido la constancia necesaria para aprender.

-No importa..., estoy acostumbrado. Podría hacer este recorrido con los ojos cerrados, como tú cuando ibas a la preparatoria. -recordó las muchas veces que chocaba con la bicicleta por quedarse dormido.

-Ha pasado mucho tiempo que aquello.

-Entonces me preguntaba como era posible, ahora ya no. Hace algunos años tuve un caso, mi defensa estuvo basada en la narcolepsia que padecía mi cliente. Tuve que documentarme en profundidad y comprendí que no era el único caso que conocía. No pude citarte como testigo para confirmar mi tesis porque estabas ilocalizable.

-Me buscaste? -preguntó sorprendido.

-Aha..., contrate un investigador de Los Ángeles, pero no fue capaz de conseguir tu dirección y menos contactar contigo por teléfono. En su informe decía textualmente: "Imposible encontrar Rukawa-sama, señorita teléfono informa que no puede ponerse en contacto con él, no esta en su casa, personal del club no facilita información de su paradero, por ordenes expresadas del interesado no esta autorizada a dar a conocer su dirección."

-Lo siento... tengo una secretaria muy eficiente para filtrar todas las llamadas.

-Te pasa algún aviso? -preguntó con curiosidad.

-No..., me conoce bien y sabe que no debe molestarme con esas minucias. Ella se ocupa de todo y hasta ahora no he tenido queja de su trabajo. Solo me transmite las llamadas de mi representante. -le aclaró por si le quedaban algunas dudas.

-Y si se trata de una urgencia?

-Las resuelve él.

-Tú qué haces entretanto?

-Si estamos de liga, jugar, en caso contrario entrenar por mi cuenta o con el equipo.

-No te aburres?

-Hasta ahora no.

-Decías en serio eso de dejarlo? De quedarte definitivamente?

-Si.

-No te arrepentirás? -preguntó inquieto por su decisión.

-Contigo a mi lado, nunca. Te perdí una vez, no volveré a dejar que suceda otra vez.

Hanamichi volvió a concentrarse en la conducción, el tráfico era menos fluido y debía poner más atención a lo que ocurría en la autopista por la que circulaban. 

Kaede comenzó a fijarse en los nombres de las ciudades que iba quedando atrás a su izquierda, Asahi-ku, Totsuka-ku, Fujisawa bastante más lejana, próxima a la Bahia Sagami, cuando se desvió hacia el oeste vió el cartel de una pequeña población: Minamiashigara y entonces no le cupo ninguna duda que se dirigían al Parque Nacional Fuji-Hakone-Izu.

Hanamichi durante el largo trayecto se detuvo un par de veces, una para estirar las piernas, otra para repostar.

Caía la tarde cuando llegaron a las instalaciones del parque, tras aparcar el coche, Hanamichi abrió el maletero.

Kaede salió del coche siguiendo sus pasos. Observó que no eran los únicos en efectuar la ascensión de Fuji-san.

-Aquí tienes, agarra lo que quieras -dijo Hanamichi mostrándole el interior del maletero.

-Cómo es que vas tan bien provisto? -preguntó al ver más de cinco cajas de zapatillas y un guarda trajes, que contenía pantalones deportivos y remeras de diferentes colores.

-Soy bastante indeciso a la hora de vestirme, nunca estoy seguro de que ponerme, así que agarro lo que tengo más a mano y lo guardo sin más.

-Postergas tus decisiones....

-Solo cuando se trata de mi vestimenta.

Con la ropa que iban a ponerse volvieron al interior del coche, allí se cambiaron con cierta dificultad por la estrechez del espacio del que disponían.

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Llevaban un buen ritmo de subida, ninguno de los dos hablaba atentos al camino, de vez en cuando algún osado les pasaba con rapidez, para encontrarle cientos de metros más arriba agotado por la rápida ascensión, ellos iban dosificando sus fuerzas para coronar la cima minutos antes del amanecer, otros, en cambio llevaban un paso más descansado como si su meta no fuera ver el sol naciente.

El camino se volvía abrupto en algunos tramos y en otros era más llevadero. Creía encontrarse en buen estado físico, sin embargo, cuando lograron coronar la cima se sentía aplanado por la fatiga y respiraba con dificultad debido a la altitud.

-Sueles hacer esto a menudo? -preguntó al verle como si solo hubiera estado paseando.

-Al principio, me sentía como tú ahora, el cansancio físico me ayudaba a olvidar mi desastre amoroso, era como si quisiera sentirme extenuado para no pensar en lo que había perdido por una relación inútil. Me lamentaba más por lo idiota que había sido, que por haber acabado con Akira. Después este lugar me atrapó por completo y ya no pude evitar dejar de venir. Digamos que es mi lugar secreto para recargarme y poder pasar la semana.

-Es un buen lugar para meditar. -reconoció Kaede- Me gusta, gracias por querer compartirlo conmigo.

Hanamichi sonrió.

-Ven... -le tomó la mano, para ayudarle a trepar por un roquedal hasta alcanzar la parte más alta, allí, las rocas formaban como un lugar abrigado y a resguardo de miradas indiscretas- Este es mi rincón favorito. -comentó sentándose en una de ellas que aparecía aplanada

Kaede de pie dirigió la mirada alrededor, desde allí podía verse el cielo en que ya comenzaba a clarear, si miraba hacia abajo, veía los distintos grupos de personas que como ellos habían efectuado la escalada para ver la salida del sol.

Si uno fijaba bien la mirada a lo lejos podían distinguirse difuminados las diferentes poblaciones que como diminutos puntos oscuros hacían saber hasta que extremo el Fuji-san dominaba el entorno.

Las atenuadas conversaciones cesaron y todas las miradas se volvieron hacia el este, donde el cielo había adquirido un aspecto veteado en tonos sonrosado anaranjado.

Hanamichi tomó su mano incitándole a sentarse, apenas lo hizo pasó su brazo por su cintura acercándose más a él, y apoyando su cabeza en su hombro. Kaede puso su brazo sobre sus hombros, y juntos contemplaron como el disco dorado iba asomando lentamente en la línea del horizonte, iluminando con sus rayos dorados el firmamento.

-Nunca me canso de verlo... siempre me parece diferente.... -musitó Hanamichi cuando todo terminó y el sol brillaba en lo alto del cielo.

-Es un espectáculo grandioso... -dijo Kaede sintiéndose agradecido por haber tenido ese maravilloso instante junto a su amor y reafirmándose en su decisión no de volver a marcharse, allí junto a Hanamichi tenía todo lo que deseaba. Nunca más volvería a pensar que podía pasar solo el resto de su vida, que los sentimientos eran un estorbo, todavía no era tarde para compensar los años que había perdido, desperdiciando años de amor y su preciosa compañía al dejar atrás lo único que realmente le importaba: Hanamichi.

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-Si estas de acuerdo, podemos pasar por tu hotel para recoger tu equipaje -comentó Hanamichi cuando caía la tarde y hacían su entrada a la ciudad de forma lenta debido a la atestada circulación de la autopista.

-Tienes espacio? -no quería abusar de su amabilidad- No me importa quedarme algunos días más.

Hanamichi rió alegremente.

-Creo que podré acomodar tus cosas en cualquier lugar. A ti te tendré bien cerca de mí. -dijo apartando la mano del cambio de marchas para posarla en su muslo. Ahora que te he encontrado me aseguraré de no perderte.

-Vas a encadenarme? -preguntó con tono suave.

-No me des ideas... -rió divertido, se volvió a mirarlo porque la circulación se había detenido una vez más, al ver el amor que había en su mirada la diversión dejo paso a la seriedad- Entre tú y yo eso no va a ser necesario porque lo que nos une es mucho más fuerte que una cadena, ne?

-Si...

Sus rostros se acercaron, estaban próximos al beso cuando un claxon desvió la mirada de Kaede sorprendido por ese inusual gesto de impaciencia en la idiosincrasia de su país.

Hanamichi miró por el espejo retrovisor y dejo escapar una carcajada al reconocer el coche que estaba tras ellos.

-De todos con los que podíamos cruzarnos hoy, ha tenido que ser él.

-Conoces el coche? -preguntó ante su risa.

-Es Yohei.

Durante la última hora, la marcha continuó lenta y tras ellos seguía el coche del amigo de Hanamichi, hasta que finalmente llegaron a un punto que el tráfico se volvió más fluido y pudieron adelantarse llegando a su destino en pocos minutos.

-Subo contigo? -preguntó cuando se detuvo delante de la puerta principal del hotel donde se hospedaba Kaede.

-Es ya muy tarde..., acabaré en pocos minutos.

-Me adelantaré unos metros -comentó.

Aun cuando fue su idea que le esperara abajo se inquietó.

-Estaré aquí... -le tranquilizó.

Kaede asintió sin sorprenderse de que pudiera conocerle tan bien, como para interpretar su inexpresivo rostro, no era consciente que en su mirada apareció un brillo inusitado de aprensión.

Kaede descendió y mientras avanzaba hacia la puerta escuchó como arrancaba y partía, antes de traspasar el umbral se detuvo y miró a su izquierda, vió que estaba aparcando tal como le dijo, entró al vestíbulo y se dirigió a recepción a recoger su llave.

-Ha habido alguna llamada para mí? -preguntó más por costumbre que porque le interesara.

-No, Rukawa-sama -respondió el encargado, entregándole al mismo tiempo su móvil- Un mensajero lo ha traído de H***.

-Gracias... -lo tomó agradecido, porque lo había echado en falta y no sabía donde lo había dejado olvidado- Dele las gracias en mi nombre. -Hizo intención de alejarse y como si recordara algo más pidió- por favor, prepárenme la liquidación, dejaré libre la suite ahora mismo.

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Su casa estaba a corta distancia de allí, por ese motivo, con toda seguridad que Yohei vería su coche al pasar y era una tontería quedarse dentro esperando, por esa razón apenas aparcó salió de su deportivo yendo a la acera y apoyándose en el capot con el rostro vuelto hacia donde aparecería Kaede.

Tal como había supuesto, algunos minutos después, escuchó una frenada a su altura y una voz conocida le interpelaba.

-Hanamichi, dónde has estado metido? nos tenias preocupados. Te has enterado que tienes el celular apagado?

-Hola Yohei...., -miró hacia su cintura donde lo tenia guardado- Ahora que lo dices..., ya me extrañó tanta tranquilidad. -sin embargo no hizo ademan de encenderlo.

-Llamamos a tu amigo Miyagi y solo pudo decirnos que la última vez que te vió estabas en H***. Dónde te has metido este par de días? Espera, no me lo digas. Has vuelto a ir al Fuji-san.

-Qué bien me conoces -no lo negó- No te parece Yohei que harías bien en marcharte, no es que quiera echarte, pero tienes una larga hilera de coches esperando pacientemente.

-Ya me dirás quién estaba contigo... -dijo antes de cerrar el cristal de la ventanilla y arrancar. Hanamichi se inclinó para saludar a la esposa de Yohei, y también a las niñas que estaban en el asiento de atrás muy modositas hasta que pegaron sus dos rostros al cristal haciéndole muecas divertidas en respuesta a las suyas.

Se había alejado unos metros cuando dirigió la mirada al espejo retrovisor, observando que estaban guardando unas maletas. Seguía preguntándose quien podría ser la persona que viajaba con su amigo al que había sorprendido en una actitud francamente cariñosa y a la que indudablemente había invitado a su casa.

Deseaba que Hanamichi no sufriera un nuevo desengaño amoroso, porque ya había cubierto su cuota de sufrimiento durante su convivencia con Sendoh, aunque Hanamichi no parecía darse cuenta había quedado devastado anímicamente y del que ya empezaba a dar muestras de estar recuperado.

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-Sakuragi-sama.... es usted Sakuragi-sama? -inquirió una voz a su espalda

Se volvió al oír su nombre, encontrándose ante un mozo de equipajes que transportaba un juego de maletas de impecable diseño. Se apresuró a abrir el maletero, donde el servicial joven acomodó las maletas.

Estaba cerrando el maletero cuando se fijo que Kaede salía del hotel, observó en su rostro una expresión que nunca antes había en ella, como si por fin Kaede se hubiera reconciliado con sus propios demonios.

Tuvo la certeza que no era el único, el mismo sentía que comenzaba a partir de ese instante una nueva vida, una nueva existencia junto a Kaede, porque el amor que sentían era reciproco.

La seguridad de sus pasos mientras iba hacia él le indicaba que él tenía parecidos pensamientos.

-Hanamichi...

-Kaede...

No fueron necesarias las palabras, sus miradas hablaban por ellos y en sus rostros quedaban reflejados la determinación que les animaba.

Estiró la mano para tomar la suya, la firmeza de su agarre le hizo sentir un cosquilleo, sin titubeos le acercó contra su pecho sin importarle que por su lado pasaran diferentes personas y que algunas se les quedaran mirándoles con claro desconcierto reflejado en sus rostros al verles besándose.

Ambos disfrutaron la caricia durante algunos segundos.

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-Es aquí donde vives? -preguntó sorprendido al entrar a la vivienda y encontrarse con una estancia totalmente diáfana, unos ventanales cubrían toda la fachada permitiendo una panorámica de la ciudad increíble, la noche había llegado ya y las luces de neón deslumbraban con su fulgor.  Unas columnas rematadas con un arco señalaban una discreta zona, donde se distinguía una mesa-escritorio, sillones, la pared del fondo estaba cubierta con una librería, no se acercó a mirar pero supuso que eran propios de la profesión de Hanamichi.

-Este es tu despacho?

-Aha...

Los distintos ambientes se distinguían por la ubicación del mobiliario.

-Es más grande que mi casa en San Diego... -reconoció dirigiendo la mirada hacia el piso superior donde se distinguía claramente que era el dormitorio, una escalera de madera conducía hasta él- Debes tener mucho trabajo... -comentó admirando la calidad de los diferentes muebles y ornamentaciones.

-No me puedo quejar... -dijo llevando en la mano una de las maletas, Kaede había tenido la delicadeza que agarrar las más grandes, recordando quizá su lesión de espalda. Agradecía el callado detalle porque a veces solía molestarle.

Subieron al piso superior dejando los bultos en el piso.

Le pasó el brazo por la cintura, apoyando su cabeza en su hombro, sintió el calor de sus brazos rodeándole, se sentía a gusto contra su pecho, su calido abrazo le reconfortaba.

-Estas agotado... -murmuró Kaede junto a su oído.

-Un poco... -reconoció.

-Mañana me enseñaras el resto de la casa... -dijo comenzando a desvestirlo.

-Aha... -era reconfortante saber que no estaba solo, que su hogar ya no seria un lugar vacío. La presencia de Kaede lo llenaba todo.

Media hora después de una saludable inmersión en el ofuro, se acostaron relajados y durmieron estrechamente abrazados.

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Despertó acuciado por una necesidad primaria, se apartó despacio para no despertar a Hanamichi que dormía placidamente.

No le costó mucho encontrar el aseo pues esta próximo al ofuro, independiente uno de otro, le llamó la atención una escalera de unos pocos peldaños que concluía en un descansillo con una puerta metálica, de esas que solo se abrían bajando la palanca que la atravesaba de un extremo a otro. Llevado por la curiosidad, se acercó a ver que había del otro lado.

No estaba trabada y se abrió apenas la presionó, se encontró ante una terraza con parterres con una gran diversidad de plantas que alegraban la mirada. No importaba hacia donde la posara, aquel lugar era un autentico vergel. Quedo maravillado, adelantó un par de pasos soltando la puerta que silenciosamente, llevada por el resorte que la sostenía fue cerrándose.

Kaede soltó un brusco denuesto al percibir su situación.

-¡¡Kisama!! -comprobó que había quedado aislado en la exuberante terraza, un hermoso lugar para esperar que Hanamichi le encontrara, solo que estaba desnudo y desde cualquiera de los edificios que le rodeaban, más altos que aquel podían verle.

Dio unos pasos por los distintos caminos, pensando que en algún lugar debía haber un cuarto de herramientas y posiblemente en él podía encontrar un yukata.

Inesperadamente, se vió delante de una persona que le miraba con una expresión de desconcierto total y no porque estuviera desnudo pues su mirada no se apartaba de su rostro.

-Ohayo... -saludó imperturbable- Se me cerró la puerta -explicó como si así pudiera justificar su presencia en esas condiciones.

-¡¡Rukawa!! -Exclamó cuando pudo recuperar el habla- Ha estado contigo todos estos días... -comentó, era más bien una afirmación que una pregunta.

Kaede así lo comprendió.

-Iré a buscarte una bata...  -dijo sin sonrosarse por la insólita situación.

-Gracias... -dijo algunos minutos después cuando se la alcanzó por encima del seto que separaba ambas terrazas.

-Quieres té? -Señaló hacia una mesa de jardín con sus correspondientes sillones, donde ya estaba servido un servicio de desayuno- Pasa por encima.

-Te lo agradezco. Hanamichi dormía y no quise despertarle golpeando la puerta.

-Siempre le digo que debería poner un tope, pero como sabe que puede pasar por cualquiera de las terrazas no hace caso.

-Cuántos vecinos sois? -no le extrañaba esa actitud en Hanamichi. Se hacia amigo de todos, su alegre personalidad era desbordante.

-Solo la antigua gundam. El resto de los pisos son oficinas.

-Ah!! Me habló de todos vosotros..., creo que olvidó mencionar que también vivíais juntos.

-Típico de él. -dijo haciéndole una seña hacia los diversos platillos con comida.

Ni siquiera había alcanzado a hacer un ademán hacia las deliciosas viandas cuando se escuchó la voz de Hanamichi.

-Desperté y no estabas a mi lado.

-Me deje llevar por la curiosidad y subí las escaleras, me quede aquí sin poder bajar... -explicó.

-Me ocuparé de poner un tope -su mirada había tomado constancia que esa bata pertenecía a su amigo Yohei. Cuando despertó y no le vió no se preocupó, porque su ropa continuaba tal como la había dejado por la noche, al principio creyó que estaba en el aseo, al no encontrarle le busco en la cocina, cuando ya había recorrido todo el piso, sin encontrarle supo solo le quedaba por ver la terraza. Afortunadamente, Yohei no tenía sus preferencias, porque Kaede desnudo era una gozada para la vista. Se sentó a su lado.

-Gracias por la comida -murmuró suavemente, alzó el rostro y comenzó a comer. El contenido de los cuencos era variado, sopa miso, arroz blanco, diversos pescados a la parrilla, tofu, encurtidos variados y un sin fin de cosas deliciosas para el paladar.

Kaede tenía la impresión que era excesiva la cantidad de alimentos, aunque también la mesa era grande, no tardó en comprender la razón un rato más tarde.

-Oyaho... -murmuró el hombre que se presentó ante ellos, al ocupar su asiento frente a la mesa quedo a la misma altura del hombre que de espaldas no había conseguido identificar, más al ver su rostro no tuvo ninguna dificultad en reconocerle, le miró sin ocultar la sorpresa que sentía al verle allí, compartiendo la comida con sus amigos, y cuando el brazo de Hanamichi pasó por encima de sus hombros comprendió- ¡¡Rukawa!! -exclamó sin poderlo evitar.

-Ookus... -saludó a su vez haciendo memoria en sus recuerdos.

No preguntó a que se debía su presencia allí. La respuesta era sencilla y clara. Hanamichi estaba dejando en evidencia que era su pareja, supuso que se habían reencontrado durante la gala que habían preparado los ex- compañeros de Shohoku y que se llevó a cabo en el mejor hotel de Kanagawa. Recordó la reticencia de Hanamichi para acudir, desde que se había separado de Sendoh era un solitario empedernido.

-No puedo creerlo... Yohei preocupado por ti y tú estabas en excelente compañía -dijo una voz que venía acompañada del último de sus amigos.

-Siéntate y come... -ofreció Hanamichi al ver que Takamiya les miraba sin ocultar los sentimientos que le provocaba la presencia de Rukawa a la mesa.

-Como le hagas sufrir, tendrás que vértelas con todos nosotros -comentó al sentarse frente a él.

Rukawa solo asintió. Aquella primera comida, junto a Hanamichi y sus amigos le hizo comprender hasta que punto estaban unidos, tras concluir su desayuno se entretuvieron unos minutos hablando de sus respectivas familias, para luego pasar a sus ocupaciones más inminentes.

-Reiko-chan me ha preguntado quien de nosotros podemos acompañarla al colegio -comentó Ookus, que era el vecino más próximo- Es la viuda de Noma -aclaró al ver la mirada de Kaede- Le dije que lo hablaría con vosotros, quién esta libre esta mañana?

-A las diez tengo una vista oral... -comentó Hanamichi.

-Tendré toda la mañana ocupada, tenemos una auditoria -dijo Ookus- por eso no me comprometí con ella.

-Lo lamentó... unos clientes vienen desde Hokaido exclusivamente para hablarme de un nuevo proyecto -sacudió pesaroso la cabeza, miró a Yohei que no había pronunciado palabra desde que Ookus habló de Reiko-chan.

Kaede se fijo que todas las miradas se volvían a mirarle y supo lo que esperaban de él. Al parecer, ser pareja de Hanamichi llevaba tras de si esos compromisos.

-A qué hora? -se limitó a preguntar.

Vió alivio en todas las miradas.

Poco después de darle todos los detalles, la reunión se disolvió.

-Gracias, Kaede... -le dijo Hanamichi cuando se preparaban para dejar el apartamento- Te presentaré a Reiko-chan y le diré que serás tú quien le acompañe. Esta noche te compensaré con creces el favor.

-Lo prometes? -dijo con mirada esperanzada mientras una sonrisa cálida asomaba en sus labios.

-Si... -le paso el brazo por la cintura atrayéndole contra su pecho.

Sus labios se unieron en una lenta y apasionada caricia, hasta que un suave carraspeo les hizo interrumpir el contacto.

-Disculpa, Reiko-chan. Quiero presentarte a...

-No es necesario, quién no conoce a Rukawa Kaede? La revelación de la NBA, el mejor MVP durante tres temporadas.

Hanamichi dejo escapar una carcajada.

-Lo que ignoras es que él te acompañara a la escuela. Sentimos no poder hacerlo nosotros, nuestras ocupaciones....

-No te disculpes, será un placer ir escoltada por él. Me llamo Noma Reiko. -dijo inclinándose ante él- y este es mi hijo Eisaku.

Kaede siguió su mirada y solo entonces se fijo en el pequeño que estaba agarrado a sus faldas.

Se inclinó para quedar a su altura.

-Oyaho... Eisaku-kun... -le saludó con una tierna sonrisa que le fue devuelta por el niño.

-Vas a llevarme al colegio?

-Eso creo... me llamo Kaede.

-También eres mi tío? -preguntó.

-Si, si tú quieres... -dijo pasando su mano por su cabecilla.

-Bueno... -contestó como si dudara- Tío Hanamichi me lleva en sus hombros...

Kaede alzó la mirada hacia Hanamichi, que se encogió de hombros con una sonrisa resignada.

-Si es lo que quieres no me importa... -accedió a su deseo.

-Ahora?

Kaede estiró la mano para ayudarle, sin embargo debía tener mucha práctica, porque apoyó el pie en su pierna doblada y sin esfuerzo se ubicó sobre sus hombros.

Se puso de pie tras sacudir levemente, la pequeña señal de la pisada del niño en la pernera del pantalón.

-Tío Hanamichi, soy más alto que tú -brincó alegre sobre su nuevo apoyo.

-Si, lo eres... pero no abuses del tío Kaede. -confirmó Hanamichi.

-Seré bueno... -afirmó quedándose muy quieto.

-Estas preparada? -Preguntó a Reiko-san- El taxi ya ha debido llegar -comentó Kaede.

-Enseguida voy... id bajando por favor. -dijo entrando apresuradamente al interior del piso.

Acababan de acomodarse en el interior del coche cuando apareció Reiko saliendo del edificio, llevaba su bolso y la mochila del niño.

-Ya podemos marchar... -se inclinó hacia delante para dar la dirección al conductor.

Al instante se apoyó en el respaldo del asiento.

-No tienes coche? -preguntó Eisaku yendo a sentarse en sus rodillas con toda confianza.

-Aún no... pero dentro de unos días iré a comprar uno... -pensó que para entonces estaría en Japón su representante.

-Me llevarás contigo? -preguntó mirándole ansioso- Podré conducirlo?

-No crees que deberías preguntárselo a tu mamá? -inquirió.

-Si voy con mis tíos siempre me da permiso.

-Entonces... te prometo que apenas sepa conducir te llevaré a dar un paseo.

-No conduces? -Abrió mucho sus ojos- Entonces no puedes tener coche -adujo con toda razón.

-Dentro de unos días va a venir un amigo y él me lleva donde yo le pida. -le explicó con toda paciencia.

Apenas llegaron, el conductor les abrió automáticamente la portezuela.

-Espere... -le pidió bajando del coche.

Eisaku le tomó de la mano y muy contento se dirigió con él a la entrada, Reiko-san les miraba con una sonrisa, sonrisa que desapareció de su rostro cuando un niño mayor se acercó y comentó.

-Hola... tienes un nuevo tío?

-No... es mi papá -dijo Eisaku, quien al momento siente la suave presión en su mano- Ha estado fuera, pero ahora se quedará con nosotros.

-Tu no tienes papá... se murió -dijo con crueldad.

Kaede se inclinó hacia el niño que al ver la frialdad de su mirada retrocedió.

-Te gustaría que otro niño te dijera a ti eso mismo. Eisaku es mi hijo, del mismo modo que todos sus tíos también lo son.

-¡¡¡Rukawa-san!! -se escuchó la exclamación de alguien que le había reconocido y al instante se vió rodeado de chiquillos que le miraban con admiración, sus pequeñas manos le palmeaban gozosos, al parecer todos querían tocarlo, tal vez para cerciorarse que era real.

-Qué es todo este alboroto?  -calló al ver al hombre- Disculpe, le están molestando..., niños, dejarle tranquilo.

-De ninguna manera... -se fijo que Reiko-san miraba su relojito de pulsera- Niños, debo irme, prometo venir un día para jugar con todos vosotros.

Apenas había terminado de decirlo, observó que el niño que se había acercado a fastidiar a Eisaku, le tomaba de la mano en señal de amistad. La admiración era más poderosa que las ganas de molestar a un niño que tenía problemas y al que todos veían diferente, tener un padre famoso no era cosa de despreciar. Desde aquella mañana Eisaku encontró en Masaaki a su mejor amigo.

La profesora condujo a los niños al interior del edificio, y solo entonces pudieron marcharse.

-Dónde quieres que te lleve? -preguntó tomándola ligeramente del codo.

-Gracias..., no me había dado cuenta de lo mucho que debe extrañar a su padre.

-Es un niño muy sensible y es comprensible su reacción.

-Te agradezco que no lo hayas negado...

-Mi fama es lo que les ha convencido... -sonrió, por una vez no le molestaba ser famoso- Eisaku se veía feliz, eso es lo que importa.-no podía olvidar lo mal que él se sintió cuando perdió a su padre y como poco después su madre le dejo al cuidado de su abuela para fugarse con un hombre casado.

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Nakajima Satomi y Nuiko se presentaron aquella misma mañana en el apartamento de Hanamichi. Cuando abrió la puerta se les quedo mirando sorprendido, enseguida sonrió, últimamente lo estaba haciendo demasiado.

-Gracias por venir -miró a Nuiko.

-Acaso creíste que me iba a quedar sola allí. -dijo la joven que lucia un aspecto esplendoroso a pesar que llevaba muchas horas de vuelo encima.

-Supongo que no... -se hizo a un lado- Cómo me encontrasteis? -él no les había dado la dirección de Hanamichi.

-No ha sido difícil, unas llamadas y mis contactos se pusieron en acción. -dijo sonriendo Nuiko.

-Tenéis alojamiento? -preguntó.

-Si. Despreocúpate por nosotros -contestó Satomi, mirando alrededor y evaluando su entorno- Bonito lugar..., lo has alquilado?

-No..., es el apartamento de mi novio.

-Ya me extrañaba que hicieras algo por tu cuenta!! -exclamó Satomi, pasando por alto la aclaración.

-Idiota!! -dijo Kaede arrojándole un cojín que esquivó con habilidad.

-Cuando quieres que empecemos a trabajar? -pregunta poniéndose serio.

-Tomaros el tiempo que consideréis necesario para acomodaros, buscad una bonita casita, después habrá tiempo para buscar un piso donde instalar vuestras oficinas. Supongo que traeríais vuestros archivos.

-Tardaran una semana en llegar -confirmó Nuiko.

-De acuerdo..., entonces no hay más que hablar. -Se puso de pie y solo entonces recordó- Queréis tomar algo? Puedo buscar lo que deseéis.

-Gracias, pero no es necesario... hemos comido en el hotel antes de venir a verte. -dijo Nuiko empujando a su hermano para obligarle a levantarse.

Estaban junto a la puerta cuando recordó algo.

-Satomi, necesito un pequeño favor...

-Dime...

-Prometí llevar a cabo un juego de exhibición consígueme una cancha. Toma nota -le dio la dirección del colegio al que acudía Eisaku- Ponte al habla con la dirección, explica la situación y pregunta que día pueden ir, si la escuela no se hace cargo, consigue la dirección de los padres de los chicos. ¡Ah, pon en marcha tu encanto! -añadió al ver que no podía creer lo que escuchaba.

Era la primera vez que actuaba así y suponía que estaba pensando que su regreso le había provocado algún desequilibrio. Primero, su decisión de quedarse, ahora esto.

-Ah... después del partido vendría bien un servicio de catering.

Satomi iba de sorpresa en sorpresa.

-Cuántas personas?

-Eso será a tu consideración.

Satomi supuso que el interés de Rukawa era prioritario y aquel mismo día se puso en campaña.

Se quedo sorprendido al enterarse que el principal tema de conversación en la escuela, era la aparición del jugador y que eran niños de seis años los que iban a tener el privilegio de verle jugar. Nunca antes había visto en Rukawa su lado solidario y era bastante sorprendente saber que después de todo tenía corazón, no dudo que el amor había conseguido esos sorprendentes resultados. Sería interesante conocer a su pareja.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Apenas Nakajima Satomi y Nuiko se marcharon sonó su celular, se apresuró a contestar al comprobar que se trataba de Hanamichi.

-Acabo de quedar libre... -escuchó apenas abrió la llamada- Qué tal día tienes?

-Supongo que mejor que el tuyo... cómo fue tu juicio?

-Era una vista oral...

-Cuál es la diferencia?

-Dicho en pocas palabras, llegamos a la sala, donde varios abogados esperan con sus clientes, el secretario da lectura a la referencia de cada caso, entonces se acerca el abogado con su cliente, el juez da la palabra al demandante, quien a su vez lee la nota para la vista, en ella se solicita su prueba y la entrega, a continuación el juez deja la palabra al demandado quien a su vez repite el mismo proceso que el anterior, puestos de acuerdo en esto, el juez declara el juicio visto para sentencia si es el caso y así toda la mañana hasta que me llegó mi turno.

-Comprendo..., creí entender que estabas citado para las diez.

-Y así fue, todo depende de cada caso. Y tú que has hecho?

-Deje a Eisaku en su colegio, lleve a Reiko-san a su trabajo y luego volví a casa, se presentaron aquí mi representante y mi secretaria, estuve un rato hablando con ellos y acaban de marcharse.

-¡¡Qué eficientes!! -Alabó- Cómo quedo Eisaku?  -desde que había empezado la escuela primaría estaba siendo molestado por algunos niños, por ese motivo se turnaban en acompañarle, para hacer desistir a los pequeños de meterse con él.

-Ha hecho un nuevo amigo...

-Eso es una excelente noticia..., cómo ha sido posible?

-Mi fama me persigue allá donde voy... soy irresistible... -fanfarroneó imitándole.

Hanamichi soltó una alegre carcajada, sabía que algo de cierto había en lo que decía, la popularidad de Kaede había traspasado fronteras y allí en Japón era muy admirado, sin embargo, Eisaku no era fácil de conquistar. Qué había ocurrido exactamente, para que con su sola presencia desaparecieran las diferencias que los niños habían marcado alrededor de su compañerito.

-No he tenido tiempo de pasarme por tu cocina, sueles comer aquí o lo haces en las proximidades de tu trabajo. -continuó ante el prolongado silencio.

-No estoy tan lejos de ti para no hacerlo contigo -rió suavecito- Estoy tres pisos por debajo.

-Ah... -sorprendido- Tenéis ahí vuestras oficinas? -se dijo mentalmente que no debía asombrarse, aunque nunca había conocido a chicos que mantuvieran una amistad tan sólida.

-Si, Yohei y yo compartimos piso, Takamiya esta en el segundo y Ookus en el primero. En cuanto a la comida no te preocupes, nos reunimos en la terraza a las doce.

-Quién cocina? -se interesó por si tenía que llevar algún bento.

-Eso es cosa de mujeres. -no había menosprecio en sus palabras, solo dejaba constancia de ese hecho- ellas, me refiero a la mujer de Yohei, la novia de Ookus, la mujer de Takamiya y Reiko-san lo hacen durante estos cuatro días, el fin de semana nosotros, entonces tendrás ocasión de conocerlas y también a sus hijos. -comentó.

-O sea que eludiste tu obligación -afirmó.

Hanamichi rió.

-Están acostumbrados..., pero ahora todo será distinto. Sabes cocinar? -preguntó recordando que no sabía conducir.

-Si.

-Cualquier cosa o tienes alguna especialidad? -inquirió.

-Ambas... -no quiso presumir pero interiormente reconoció que se le daba bastante bien la cocina. Durante sus años en la NBA nunca pudo acostumbrarse al estilo de comidas del país por ese motivo prefería hacerse personalmente todo lo que ingería o acudir a restaurantes orientales si estaba falto de tiempo.

-El sábado puedes enseñarnos tus dotes culinarias...

-Bueno... -miró la hora, apenas quedaban unos minutos para las doce. Escuchó que llamaban a la puerta, extrañado se dirigió a abrir, encontrándose con Hanamichi con el móvil pegado a su oreja.

-Estas listo? -preguntó con una dulce sonrisa.

-Baka!!

-Por qué me.... -un beso no le dejo continuar- insultas? -concluyó cuando pudo volver a hablar.

-Te he echado de menos...

Después de oírle decir eso, Hanamichi perdió las ganas de incitarle a una discusión, por muy placentera que fuera la reconciliación.

Fueron los últimos en llegar, los demás ya estaban comiendo y charlando animadamente.

Takamiya, Ookus y Mito ocupaban un lateral de la mesa, ellos el otro, Hanamichi quedo sentado en el medio, Kaede hacia el extremo, supo que era la misma ubicación de la mañana.

La comida transcurrió sin incidentes y antes de la una todos se levantaban para acudir a sus respectivas ocupaciones.

-Qué vas a hacer? -preguntó Hanamichi.

-Buscaré una cancha para practicar un poco.

-No necesitas alejarte mucho... los muchachos construyeron una para mi, esta en el sótano. -le explicó como llegar al tiempo que le entregaba un juego de llaves que tenía de repuesto- Puedes abrir todas las puertas que quieras.

Kaede asintió, sin embargo, no siguió su sugerencia porque apenas se tumbó en la cama se quedo dormido, cuando despertó tenía el tiempo justo para practicar un rato antes que, siguiendo el ejemplo de Hanamichi, se reuniera en la terraza a las seis de la tarde con los demás.

Llegó el último y tras un breve saludo se dejo caer en su asiento.

-Te has agotado practicando... -dijo Hanamichi al verle llegar.

-Me quede dormido..., apenas si estuve tres cuartos de hora. -comentó, inclinó unos segundos la cabeza mientras murmuraba un agradecimiento por la comida que iba a ingerir.

Mientras comían se iba enterando de las novedades que habían pasado durante ese día, todos ellos tenían algo para contar, Hanamichi sacó a colación la llegada de su representante y su secretaria y tuvo que contar que eran imprescindibles para su vida deportiva y social.

-O sea que tu secretaria esta para evitarte tener vida social? -preguntó Hanamichi ganándose una mirada poca amistosa de su koi.

-Si quieres verlo así.

Yohei y los demás escucharon pasos apresurados y sintieron cierto alivio por la próxima interrupción. No deseaban estar presentes en su primera pelea de pareja.

Quien llegaba con tanta prisa era Eisaku, tras él su madre intentaba detenerlo sin conseguirlo.

-Lo lamento... no he podido retenerle más tiempo....

-¡¡¡Papá Kaede!!! -gritó con entusiasmo echándose en sus brazos ante el asombro de los presentes.

 Hanamichi se derrumbó hacia atrás y no se cayó al piso porque tenía respaldo, solo pudo articular un ahogado.

-¡¡¡Papá!!!??? -y miró a Kaede con la misma perplejidad que sus amigos, en todos sus rostros estaba marcada la más absoluta sorpresa.

-He aprendido dos kanas nuevas... -le contó con expresión satisfecha el niño y tomando su mano la extendió, con la punta de su pequeño dedo, escribió lo que había aprendido- y Masa-kun me prestó su móvil para jugar, tiene unos juegos muy buenos..., durante todo el día estuvo a mi lado y dijo que me protegerá de cualquiera. Los demás querían saber cosas de ti, pero yo no dije nada... -como si en ese instante lo recordara añadió- no podía decirles que te conocí esta mañana. Papá Kaede...?

Kaede ignoró los rostros vueltos hacia él, para atender las frases atropelladas que el pequeño le dirigía a quien había sentado en su regazo después de su efusivo abrazo.

-Si?

Eisaku le miró con tierna mirada, ansioso por saber.

-Me contarás cosas tuyas? -se apresuró a justificar su petición- Asi puedo contarle a mis amigos como es mi papá.

-Puedes preguntarme lo que quieras.

-Qué cosas te gustaban cuando eras como yo? Y ahora? Cuando comenzó a gustarte el basquetball? Tenías videojuegos? Qué cuentos te contaba tu mamá? Vas a vivir con nosotros?  Masa-kun vive con su papá y su mamá.

Reiko-san se escandalizó hasta la falta de consideración de su hijo.

-Discúlpelo, Rukawa-san... -hizo intención de regañar a su hijo.

-No importa... -comprendió que la inocencia del niño era disculpable por su ignorancia respecto a él, solo tenía seis años, había perdido a su padre y apenas si comenzaba a comprender lo que significaba vivir junto a otra persona que no fueran sus padres, en la que su madre debía interpretar los dos roles.

Hanamichi estaba haciendo sonidos raros como si se hubiera ahogado con la comida o bebida, le miró con expresión de reprenderle y al instante sofocó la risa comprendiendo que el niño hablaba muy serio y que Kaede le atendía con igual seriedad.

-Eisaku... -tomó su mano entre la suya con gesto cariñoso, el pequeño le miró con atención- Me gustaría mucho tener un hijo como tú, estoy seguro que tu papá se sentía orgulloso de ti y por eso desde donde este te estará observando y cuidando.

-¡Papá se marchó!! -dijo con un tono de profunda tristeza.

-Pero no porque él hubiera querido... -comprendió que nadie le había hablado de la muerte y el pequeño creía que le había abandonado- Tú papá te quería mucho, aunque tú no puedas verle, él estará siempre a tu lado, sabes por qué? -Ante el gesto negativo del niño posó la punta de sus dedos en su pecho- Porque esta aquí, en tu corazón y aquí -tocó su frente- en tu mente. Mientras tú te acuerdes de él, siempre estará contigo, él no se ha ido definitivamente. Seguro que si por la noche, antes de acortarte o en cualquier momento del día le hablas contándole tus cosas, él te escuchará y aunque no le oigas, él te hablará y tu corazón lo sabrá.

Contento con la explicación sus brazos rodearon su cuello, aprovechó ese momento para levantarse con él en brazos. Su madre le estaba haciendo señas que era la hora de irse a dormir.

-Ahora... -le dejo en el suelo- tienes que hacer todo lo que tu mamá te pida y también bañarte sin protestar -recordaba cuanto le costaba a su madre hacerle entrar en el ofuro- y cuando te acuestes estaré un ratito contigo, y si aún lo deseas te hablaré de lo que me solía gustar cuando tenía tu edad.

-Lo haré... papá Kaede.

-Ahora ve con tu mamá, y cuando estés acostado me llamas, ne?

-Tío Hanamichi, es tu mujer, papá Kaede...?  -preguntó inesperadamente parándose cuando ya se marchaba de la mano de su mamá.

-Por qué dices eso? -preguntó un tanto turbado, ignorando el alboroto que Hanamichi estaba armando a su espalda, al parecer el desparpajo del chico había conseguido atragantarle y esta vez en serio, porque escuchaba las fuertes palmadas que le daban en la espalda sus amigos, más que intentar aliviarle parecía que los tres estaban sobándole a golpes.

-Esta mañana te vi besándole...

-Disculpa, Rukawa-sama. -pidió Reiko-san inclinándose ante él con las mejillas arreboladas, enseguida marchó llevándose al niño de prisa, antes que volviera a hacer de las suyas.

-Te sientes mejor? -preguntó volviéndose y encontrándose con el rostro de Hanamichi tan rojo como sus cabellos.

Hanamichi dejo el vaso de agua vacío sobre la mesa y asintió.

Poco después ya solos en su casa Hanamichi comentó.

-Fue muy bonito lo que le dijiste a Eisaku...

-Me hubiera gustado... que parecidas palabras me las hubieran dicho a mi cuando mi padre murió.

-Has tenido que gustarle mucho, para que te adopte, no lo hizo con ninguno de nosotros y eso que nos conoce de siempre.

-Tal vez sea por eso....

Estaban sentados, los dos pendientes de la llamaba que iba a hacerse.

-Que tal niño fuiste? -sentía curiosidad.

-Supongo que igual o parecido a todos los niños a esa misma edad.

-Igual no... debiste ser especial...

-Gracias..., no lo creo, por lo menos no me sentí así. Supongo que debí sentirme querido y protegido, a esta edad los padres todavía están pendientes de uno.

-Cuántos años tenías cuando murió tu padre? -indagó.

-Nueve...

-...y tú madre?

-Qué pasa con ella? -preguntó a su vez.

-Murió...? -preguntó, nunca antes había hablado de su familia.

-No, ella vive en Aimori. Un año después de enviudar, conoció a un hombre, se enamoro de él y se fugaron juntos.

-Por qué...? Tu madre no tenía ningún compromiso...

-Él si, estaba casado y tenía hijos. Lo dejo todo por ella, pero le exigió que prescindiera de mi y ella lo hizo.

-Lo siento...

-Ya lo he superado... -el sonido del teléfono interrumpió la charla.

-Seguro que es Eisaku... -dijo Hanamichi.

-Sin lugar a dudas... -se levantó para tomar el teléfono- Moshi... moshi... -escuchó unos segundos- Voy para allá. -colgó y miró a Hanamichi- Intentaré no tardar.

-Te acompaño.

Juntos salieron del apartamento.

La visita al niño se prolongó durante poco más de quince minutos, nunca supieron si fue por cansancio o aburrimiento, pero el niño se quedo dormido antes que Kaede terminara de contarle una de sus anécdotas de su infancia.

-Creo recordar que para esta noche me hiciste una promesa -comentó Kaede entrando en el dormitorio con una minúscula toalla alrededor de su cintura.

-¡Moeeeeeeé! -gritó entusiasmado.

FIN

3 de julio de 2008

Paz

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Notas finales:  

Moe: Interjección que se utiliza en el mundillo "otaku", tiene un significado más o menos fetiche, cuando la gritas es cuando ves a alguien que te da cierto morbo, en el sentido sexual se sobreentiende.

 

Nota autora: Por mi gusto hubiera seguido escribiendo, pero esto se alargaba excesivamente... así pues he dejado pendiente algunos puntos de la historia, que yo recuerde la promesa que hizo Kaede a los niños..., si lo leo más detenidamente seguro que hay más..., así pues todos ellos quedan librados a vuestra imaginación. Gracias por leerme. Paz.


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