Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los ojos del amor por Paz

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Me hice el firme propósito de no actualizar hasta pasado un largo tiempo. No he podido cumplirlo. Escribir es parte de mí, no puedo dejar de hacerlo, me ayuda a relajarme. Así pues aquí tenéis un fic nuevo, surgió porque en estos últimos días no puedo evitar pensar que el espíritu de mi padre está en la casa donde ha vivido sus últimos meses. Posiblemente mis nuevas historias no sean muy alegres, es así como me siento.
 

Los ojos del amor

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo Único

 

-Ya estoy en casa... -dijo alborozado Hanamichi al llegar a su hogar.

Sabía que no tenía sentido avisar porque vivía solo. Su padre había fallecido antes de comenzar la secundaria y su madre algunos meses después. No lo hacia así por costumbre, o porque quisiera engañarse a si mismo, creyéndose menos solo.

Aunque pareciera algo inverosímil desde hacia un par de semanas había comenzado a ser consciente que algo extraño pasaba en su hogar. Una presencia invisible a sus ojos había tomado posesión de su apartamento. Al principio fueron pequeños detalles lo que llamaban su atención, objetos que cambiaban de lugar, ropa que era recogida, libros cuidadosamente cerrados, llegando a pensar que él mismo llevaba a cabo esos cambios en un estado de sonambulismo, sin embargo, el día que se encontró el desayuno humeando sobre la mesa de la cocina casi se cae de espaldas. Eso estaba fuera de sus posibilidades, ya que era un cero a la izquierda en cuestiones culinarias, allí había alguien más. Ya no le cupo duda que un espíritu benigno le había tomado bajo su protección, solo le quedo agradecer la comida y dar buena cuenta de todo sin hacerse preguntas. Convivir con un espíritu fue sencillo. Se acostumbro enseguida a él. Aunque no le veía, si sabía de su presencia porque su apartamento nunca antes había estado tan ordenado.

Aquella tarde arrastró sus pies hasta su dormitorio, dejando caer su bolso al suelo y comenzando a quitarse la ropa para darse una ducha, había dejado de hacerlo después de la practica, sentía que sin la presencia del zorro no tenía sentido prolongar su estancia, solo por molestarle se quedaba hasta el final cuando le tocaba cerrar el gimnasio, demorando su marcha solo por verle irritado.

Al pensar en él, se llevó la mano al pecho, apretando la mano cerrada sobre la tela, como si así pudiera dejar de sentir el dolor que le atenazaba. Había tomado la costumbre de ir a verle por la mañana antes de comenzar las clases, la última vez seguía acostado en una cama de hospital rodeado de aparatos a los que estaba conectado, el único cambio que vió fue que le habían quitado la escayola, se interesó por su estado y así supo que su hueso había soldado bien, preocupado por su forma física había conseguido que un enfermero masajeara sus músculos para que no se resintieran. Todos le alentaban a esperar una pronto mejoría, solo su médico se mostraba pesimista respecto a su estado convencido que tardaría en salir del coma, si lo conseguía cabría la posibilidad que su mente sufriera daños irreversibles.

Él también estaba convencido que Rukawa despertaría en cualquier momento.

Su médico no le conocía, no sabía lo terco que podía mostrarse. Seguro que se sentía tan a gusto durmiendo que no mostraba ningún interés en despertar. Ese zorro no pensaba en la preocupación de la gente que le rodeaba.

Se metió bajo el chorro del agua caliente, dejando que cayera sobre sus hombros. Sus músculos estaban doloridos por el esfuerzo. Aquel era su tercer año, su última oportunidad para ganar el campeonato, el equipo estaba bajo su responsabilidad como subcapitan.

-¡¡Kisama!! -Murmuró bajito- Es demasiado... yo solo no puedo hacerlo. He tenido que esforzarme el doble para que no se notara su ausencia, pero yo también tengo mi límite. -Apoyó las palmas de las manos abiertas sobre la pared, al tiempo que bajaba el rostro abatido- ¡¡Maldición Rukawa!! Tú te sentirás a gusto durmiendo, no piensas en el equipo, eres su capitán y te necesitan. -En ese instante sintió un leve roce en su mejilla, en parte se sintió consolado, pero también le hizo reaccionar con fiereza- ¡¡Te he dicho mil veces que no entres mientras me ducho!! ¡¡Vete!! -sus mejillas ardían, cerró el paso del agua y enrollando un lienzo alrededor de su cintura dejo el aseo con pasos largos, que acortó apenas se vió delante de su lecho.

Sin pensar en secarse se dejo caer sobre la cama, pasó su brazo por encima de su rostro en un intento de esconderse de ese maldito fantasma, fue entonces que unas insólitas palabras salieron de sus labios.

-No me dejes.... -murmuró girándose avergonzado por lo que dijo, saberle allí le hacia sentirse menos solo.

Su presencia, aunque intangible le consolaba.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Solo recordaba el chirriar de los frenos y el brusco golpe que le zarandeó. Tampoco sintió como su cuerpo caía sobre el asfalto ni como la sangre empapaba sus ropas y regaba el asfalto.

En ese mismo instante, tuvo una sensación extraña, como si su cuerpo se desplegara sobre si mismo, convirtiéndose en dos y no tardo en comprender que así era al verse a si mismo tendido en el suelo, unos hombres vestidos de blanco estaban intentando reanimarle, vió como le pinchaban allí mismo, poniéndole un goteo y como le alzaban sobre la camilla y le metían dentro de la ambulancia que partió raudo llevándose su cuerpo.

Les siguió sin saber exactamente porque, vio como le llevaban al quirófano y como los médicos le rodeaban y afanosos evaluaban sus heridas internas, poniendo remedio al daño que había recibido, mientras otro se ocupaba de la rotura de su pierna, colocando el hueso en su lugar y escayolándole. Verse a si mismo se le hizo extraño.

Luego le llevaron a una habitación, un par de enfermeros le acomodaron en la cama, pasaron una correa por su pie, dejando su pierna escayolada en alto, le conectaron a diversos apartados, su brazo derecho estaba conectado a un tubo de tres vías por donde más tarde supo que estaba recibiendo alimento por goteo y también los medicamentos que le impedían sentir dolor.

Aquel día nadie vino a verle. Ni tampoco el segundo, ni el tercero, empezaba a sentirse aburrido allí solo en la habitación, preguntándose porque no despertaba o porque nadie iba a verle, acaso no tenía familia? Padres? Hermanos? Amigos? Esos pensamientos le entristecían porque muy profundamente, dentro de él sentía un fuerte dolor. Sabía que no estaba muerto, porque no tenía sentido mantener un cuerpo en una habitación, justo cuando pensaba en ello, unas voces próximas le hicieron prestar atención a lo que se decía.

-No sabemos cuando va a volver del coma..., le tenemos controlado.

-Por su internación no se preocupen, me ocuparé personalmente de todos los gastos.

-Puede dirigirse a administración, allí se ocuparan de todo eso. Nosotros nos haremos cargo de su cuerpo.

-Mientras haya vida hay esperanza.

Observo que quien decía eso era un hombre de baja estatura, rechoncho, no podía ver su rostro porque llevaba un equipo verde, mascarilla sobre el rostro, una gorra que le cubría por completo la cabeza, una bata hasta los tobillos y calzas, todo del mismo material. Llevado por la curiosidad le siguió cuando dejaron la habitación, cuando le vió quitarse todo, su figura se le hizo extrañadamente familiar pero no pudo recordar si le conocía.

Después de él llegaron muchos chicos, sin embargo a ninguno de ellos les dejaron pasar a la habitación y tuvieron que conformarse con verle a través de un cristal. Los rostros que se asomaban cambiaban, uno de ellos destacaba sobre los demás por su altura, ninguno de los otros muchachos protesto porque no se apartaba, finalmente una enfermera les sacó de allí al cabo de unos minutos.

La habitación quedo en penumbras cuando la enfermera pasó un instante y cerró la cortinilla aislándole del exterior. Durante unos minutos todo quedo en calma, hasta que un suave sonido llamó su atención, al principio, miró hacia la cama, sin embargo, su cuerpo permanecía inmóvil, enseguida miró alrededor y distinguió junto a la puerta, una alta figura inmóvil como si esperara algo.

Solo veía sus anchas espaldas, y supo que tenía el oído pegado a la puerta, escuchando lo pasaba fuera de ahí, llevado por la curiosidad, él mismo sacó la cabeza por la ventana, atravesando cortinilla y cristal sin ningún problema, el pasillo estaba vacío.

Volvió dentro y le dijo.

-No hay nadie... puedes sentirte tranquilo...

Su voz se perdió en el vacío. Le vió dar cauteloso unos pasos hacia la cama, quedándose parado frente al cuerpo inmóvil. Le reconoció al acercársele, era el chico alto. En su mirada había tristeza, le vió mirar a derecha e izquierda como si temiera ser visto por alguien y cuando se cercioró que no era así su mano se elevó por encima de su rostro, titubeó un poco más, finalmente se decidió y rozo apenas sus cabellos sobre su frente.

-Capitán...  -le oyó susurrar.

-Capitán? -inquirió mirando interrogante al joven. No obtuvo respuesta. Así que siguió mirando hacia el chico esperando saber más de si mismo.

-Este es nuestro último año... no podemos defraudar al gordito... todos confían en nosotros, más en ti, yo solo soy un torpe -le miró al rostro como esperando una respuesta que no se produjo- ¡¡Maldición, zorro!! Tienes que despertar, me oyes? -al decirlo se inclinó apoyando su mano sobre su hombro y sacudiéndole sin darse cuenta de lo que hacia- No me importa que me pegues, tienes que despertar.

En ese instante, las maquinas se descontrolaron.

-Qué hace aquí? Quién le ha dejado entrar?

La enfermera que se apersonó apenas comenzaron los pitidos, fue capaz a pesar de su tamaño, era una mujercita menuda de sacarle con firmeza fuera de la habitación.

Apenas su mano se posó en su cuerpo, sintió como un calor abrasador y supo que por alguna razón que desconocía ese chico era alguien importante en su vida. Le vió tambalearse asustado por lo que acababa de hacer y antes que pudiera comprender su reacción estaba golpeándose la cabeza contra la pared, se puso delante como si así pudiera evitarle que se hiciera daño, vano intento, los golpes seguían contundentes y retumbaban en el silencio del pasillo, provocando que un par de hombres se acercaran para apartar al pelirrojo de la pared.

-No he querido lastimarle...  -musito apenado por lo que había provocado.

-Tranquilízate... él esta bien, ha debido ser un fallo mecánico.

-En serio? Puedo verle? Solo desde la puerta, por favor... -insistió al ver sus miradas.

Al ver que uno de ellos asentía, vió como se acercaba parándose en el umbral y desde allí miró hacia el cuerpo que reposaba tranquilo en el lecho, él se acercó a su lado como pretendiendo consolarle y aunque alzo la mano para palmearle, vió como le traspasa con conseguir lo que pretendía, aunque si consiguió algo, porque vió como el pelirrojo se abrazaba a si mismo como si se protegiera de algo.

-Me llamó Sakuragi Hanamichi, soy el subcapitan del equipo de basquetball del Shohoku -le escuchó decir- Volveré mañana.

Ese nombre le provocó un estremecimiento, si podía llamarse así lo que experimento al oírle dar su nombre, recordó que le había llamado capitán, eso quería decir que jugaban en el mismo equipo. Pensó que estando cerca de él podía saber más cosas de si mismo y sin dudarlo fue tras él.

Cuando llegaron a su apartamento, recibió un shock al ver el desorden que había en todas las habitaciones que recorrió en un instante.

No sabía porque se había quedado allí. Aunque no era consciente del transcurso del tiempo si se sentía aburrido por lo que quedo sentado en el aire justo al lado de una lámpara, llevado por el aburrimiento se entretuvo traspasándola con su mano una y otra vez, intentando golpearla con la punta de sus dedos o dándola con el dorso de su mano hasta que comenzó a hacerlo de manera mecánica, inesperadamente observó que la lámpara se sacudió.

Miró alrededor buscando la corriente de aire, sin embargo, todo estaba cerrado y a oscuras, el chico se había marchado temprano sin dejar las ventanas abiertas.

-He sido yo? -Se preguntó- Volveré a intentarlo.

A partir de ese instante el tedio quedo desterrado, dándose cuenta que si se concentraba en lo que deseaba hacer lo conseguía. Fue divertido y desde ese día se entretuvo sorprendiendo al chico pelirrojo con sus avances.

Se sintió feliz cuando una tarde cuando llegó le oyó decir en voz alta.

-¡¡Ya estoy en casa...!! -supo sin ninguna duda que se dirigía a él.

Feliz salió a su encuentro.

-Que bueno que has regresado -le dijo y aunque no recibió contestación, no se preocupó porque si bien no podía verle sabía que estaba allí y eso le satisfacía- He estado todo el día practicando, mañana cuando te levantes te haré el desayuno, estoy seguro que te gustará, así no tendrás que salir con el estomago vacío.

Aquella madrugada mientras el pelirrojo dormía apaciblemente, él dejo el lecho que compartía con él y dirigió a la cocina. Le llevo bastante tiempo conseguirlo, pero finalmente, a la mañana siguiente pudo cumplir con lo que le había prometido, la cara que puso al ver el desayuno sobre la mesa le recompensó por todos sus esfuerzos.

-Sabes...? eres un espíritu muy apañado... -le dijo cuando se recuperó de la sorpresa.

-Gracias... -se sentó frente a él mirándole comer con un ansia que le desconcertó. Acaso no comía lo suficiente? Al mirarle con mayor atención se fijo que se le veía muy delgado, no podía recordar como era antes, pero aún así le pareció que su delgadez era extrema, sus mejillas estaban hundidas, como si el músculo se hubiera consumido y sus ojos se apreciaban más debido a esa delgadez- Qué es lo que haces fuera de aquí? -Le preguntó- Debería ir contigo para saberlo, -se contestó a si mismo- sin embargo, la sola idea de salir de ese lugar le producían escalofríos. Se sentía a gusto allí, con la calida aceptación del pelirrojo. 

Durante unos segundos recordó sus primeros días en aquel hospital y la sola idea de pasar el tiempo en aquella gélida habitación, con la mirada puesta en aquel cuerpo inmóvil le producía escalofríos de dolor. No saber que le pasaba era malo, allí en cambio se sentía a gusto, había aprendido dentro de sus limitaciones a manejar los objetos y ahora su único deseo era permanecer junto al pelirrojo, aunque él no pudiera verle, ni escucharle sabía que estaba ahí. Solo con eso se conformaba.

Cierto era que se aprovechaba de la situación para ver más allá de lo permitido, cuando llegaba y se encerraba en su dormitorio, solía meter medio cuerpo dentro, admiraba la esbeltez de su cuerpo, sus hombros anchos, la cintura estrecha, a veces deseaba poder sentir la calidez de su pecho bajo la palma de su mano, sabía que era imposible, por eso se contentaba con verle a hurtadillas, como temeroso que él supiera que lo hacia.

Aquella tarde cuando regresó, aunque su voz sonaba alegre, pudo ver que sus ojos tenían un brillo apagado, como si algo le preocupara, le siguió en silencio, traspasando la puerta que se cerraba ante sus narices, vió como se desnudaba de manera mecánica y como pasaba al aseo. Durante un rato se quedo quieto, dudando, aún recordaba cuando su presencia allí fue advertida y le dijo muy serio.

-Puedes deambular por todo el piso, no me importa lo que hagas durante mi ausencia, pero si estoy yo, por favor no pases nunca al aseo, respeta mi privacidad. -Miró alrededor como si estuviera buscándole, luego añadió- Estoy seguro que me comprendes.

Lo comprendió, pero la curiosidad pudo más y cuando le sentía en la ducha no podía evitar asomarse, aquella tarde tras un largo debate consigo mismo, acabó traspasando la puerta cerrada. Se obligó a si mismo a mirarle solo al rostro.

Le vió quieto, dejando que el agua caliente le cayera sobre los hombros, lo que no impidió que pudiera escucharle hablar.

-¡¡Kisama!! Es demasiado... yo solo no puedo hacerlo. He tenido que esforzarme el doble para que no se notara su ausencia, pero yo también tengo mi límite.

Observó como se apoyaba en la pared, la expresión de su rostro abatido le conmovió y su dolor se hizo suyo, deseaba consolarle, hacerle saber que no estaba solo, pero era consciente que él no podía escucharle.

-¡¡Maldición Rukawa!! Tú te sentirás a gusto durmiendo, no piensas en el equipo, eres su capitán y te necesitan.

Fue entonces, como si una luz penetrara dentro de él. Todos los recuerdos, toda su vida entera le fueron entregados y supo porque sentía esa afinidad hacia el chico pelirrojo. Se dejó llevar por la ternura, por el deseo de consolarlo, su mano se alzó, las yemas de sus dedos se posaron con suavidad en su mejilla deslizándose hacia su mentón.

Le vió alzar la cabeza sorprendido al verle apartarse como si su contacto quemara supo que lo había sentido.

La sorpresa del principio se trasformó en furia.

 -¡¡Te he dicho mil veces que no entres mientras me ducho!! ¡¡Vete!! ¡¡No quiero verte más!! -le oyó decir sin pensar en la incongruencia de sus últimas palabras.

Vió como sus mejillas enrojecían, cerraba con brusquedad el paso del agua y recogía un paño que enrollaba alrededor de su cintura mientras salía del aseo.

-Solo me lo has dicho una vez.... -murmuró como justificándose viéndole tumbarse en la cama, se fijo que sus mejillas tenían un rubor encantador. Supo que había trasgredido los límites que le impuso y que debía cumplir su deseo. Volvería a su fría habitación, estaba a punto de desaparecer cuando le escuchó hablar.

-No me dejes...

Raudo volvió a su lado, procurando no tocarlo, porque ahora sabía que también era consciente de su contacto.

-No lo haré, estaré siempre a tu lado. Ahora que se quien soy, no podría dejarte. Te amo, Hanamichi. Siempre estaré a tu lado. -repitió feliz.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Una sensación de calidez le envolvía, permaneció con los ojos cerrados deseando que ese sentimiento no desapareciera, su mayor deseo era despertar por las mañanas con la certeza de tener a su lado alguien que le amara. Saberse amado era hermoso, al pensar así recordó que nadie le quería, todas las chicas le rechazaban, ninguna quería mantener una relación con él, y entonces un día se encontró mirando con anhelo cierto cuerpo que se le hizo irresistible, su interés se volcó en esa persona cuidando siempre que nadie se diera cuenta que empezaba a sentirse atraído por un chico. Y no un chico cualquiera, sino el más conflictivo, el único que conseguía soliviantarlo con su actitud prepotente, cuando fueron nominados como capitán y subcapitán tuvieron que aprender a controlarse para poder sacar lo mejor del equipo ese último año de los dos.

Abrió los ojos, su mirada se posó en el rostro del chico que había conseguido despertar en él un sentimiento amoroso. Su cabeza reposaba muy cerca de la suya, sus cabellos negros medio ocultaban sus ojos cerrados, su mirada siguió en contorno de su nariz y descendió hasta sus labios, que como una mancha rojiza destacaban sobre la blancura de su piel.

-Esta más pálido que de costumbre -murmuró, al sonido de su voz sus ojos se abrieron, dos cuencas como mares en calma se fijaron en él.

Dio un respingo al recordar que Rukawa estaba en coma en una cama de hospital.

-¡¡¡¡¡Arrrrrrrrrrrgggggggggggggg!hhhhhhhhhhhhh!!  -dio un grito espeluznante que de tener vecinos próximos se hubieran sobresaltado, al intentar apartarse se cayó fuera de la cama, se arrastró sin darle la espalda, hasta que chocó contra la pared- Aléjate de mi  -sacudió las manos al verle flotar delante de sus ojos aterrados.

-Do'aho...

-¡¡Ru... Rukawa!!???  -abrió mucho los ojos un tanto más tranquilo. Se levantó para recuperar la compostura- Eres tú realmente. -se fijo mejor en él.

Advirtió que le había visto con la mente más que con la mirada. No cabía dudas que era él, aunque sus cabellos fueran blancos y en su rostro pálido destacaban como dos luces sus pupilas y su boca de labios rojos como la sangre, o su cuerpo traslucido de una blancura que enceguecía y que aparecía cubierto con un kimono del mismo color.

Dio unos pasos hacia él, le vió cerrar los ojos como si no quisiera verle, se detuvo perplejo.

-Haz el favor de vestirte...

-Ahhhhgggg! -dió un chillido cuando se miró y vió su desnudez. Miró hacia Rukawa y creyó ver en sus labios una sonrisa- ¡¡Teme...pervertido!! -exclamó apresurándose a buscar lo preciso para cubrirse, revolviendo en los cajones hasta encontrar lo que necesitaba.

-Puedo mirar? -preguntó cuando se hizo el silencio.

-Si... -abrió la puerta del dormitorio y se dirigió a la cocina- Estoy hambriento -se había acostumbrado a desayunar antes de salir de casa, aunque ese día no tenía clases, si tenía entrenamiento. Se detuvo al ver la mesa vacía.

-Lo siento... me entretuve. -Rukawa pasó por encima de él.

 Sakuragi se quedo mirándole sorprendido, comprendiendo en ese momento lo que hasta entonces no había pensado. Rukawa era el espíritu que estaba en su casa.

-Que tonto he sido... -se dijo mentalmente.

-Por favor, siéntate, lo tendré enseguida -dijo Rukawa, se volvió a mirarlo ante el prolongado silencio.

Sakuragi se deja caer pesadamente sobre la silla, apoya los codos en la mesa y sujeta su barbilla con las palmas de sus manos abiertas, su mirada esta fija en Rukawa que con rapidez y una habilidad sorprendente se dedica a agarrar los utensilios necesarios y la comida sin tener un tropiezo, en pocos minutos un humeante desayuno esta ante sus ojos. Rukawa se sienta frente a él.

-Gracias por la comida.... -le dije tomando sus palillos y comenzando a comer con avidez,  da algunos sorbos al cuenco con té y repite un par de veces. Cuando concluye le mira agradecido- Delicioso.

-Me alegro que te guste..., ahora ya tienes mejor aspecto. Ignoraba que tuvieras problemas para comer.

-No soy bueno en la cocina. -Reconoció- Solía hacerlo fuera de casa..., por ese motivo mí presupuesto no siempre llegaba a fin de mes. -murmuró bajando la mirada, como si le avergonzara decirle sus apuros económicos.

-Y por eso dejabas de comer... -comprendió- Que hacen tus amigos?

-Me invitan a menudo, pero tampoco quiero abusar de ellos. -dijo alargando la mano con el cuenco vacío.

Rukawa se levantó para llenárselo.

-Gracias. Ahora que estamos más tranquilos dime que haces aquí.

-No lo se. Hasta ayer solo recordaba mi accidente.

-Ahora sabes quien eres... -era una afirmación.

-Si, pero quien era yo era menos importante que saber quien eras tú.., cuando lo supe se abrió una parte de mi que se mantenía oculta. Mis ojos pudieron reconocerte, recordé los sentimientos que sentía hacia ti.

-Me odias... -había dolor en sus palabras.

-Crees que si te odiara estaría aquí? Que solo por fastidiarte vagaría por tu piso? Que lo mantengo limpio, que te preparo las comidas y que me preocupe por tu salud porque te odio?

-Te preocupo? -solo eso quedo grabado en su mente.

-Si.

-No me odias? -se inclinó hacia delante.

-No.

-Me quieres un poquito? -le vaciló feliz.

-Do'aho..., estas pretendiendo seducirme...

-Me gustaría más si tuviera el original... -sonrió al decirlo.

-Si pudiera despertar... -se lamentó.

-Como vas a despertar si estas deambulando fuera de tu cuerpo... -le reprochó Hanamichi.

-Tú crees? -preguntó dubitativo.

-Estoy seguro. Ahora mismo vamos a ir al hospital.

-Y si no es posible?

-No se pierde nada con intentarlo. -le miró socarrón- Vas a decirme que tienes miedo? -le provocó.

-No es eso... -no quiso reconocer ante él, que le asustaba confirmar que lo que el decía podía no ser así, porque si moría tenía la certeza que le perdería definitivamente- Dame un beso... -exclamó.

-¡¡¡Eeeehhh!!!! -le miró perplejo- Ahora? -preguntó cuando vió que le miraba serio.

-A mi cuerpo..., en el hospital. -y pensó: Si tengo que morir al menos puedo saber que me has besado.

-Ah!! -Sonrió socarrón- Quieres que te despierte como a la doncella del cuento?

-A lo mejor es eso lo que estoy esperando. -Su rostro quedo muy cerca del suyo- El beso de mi príncipe.

-Sabes que ocurrió la ultima vez que te toque? -preguntó estremeciéndose, si volvía a suceder algo parecido le prohibirían volver.

-No me tocaste, me sacudiste fuerte. -replicó.

-Lo sentiste? -preguntó asombrado- Dónde estabas?

-A tu lado..., fuiste el único que regresó y sentí curiosidad, por eso te seguí cuando dejaste el hospital.

-Y te quedaste conmigo.

-Si..., no podía recordar quien era y tú parecías conocerme.

-De acuerdo... no perdamos más tiempo y marchemos.

Le siguió con expresión feliz, aunque no despertara, obtendría un beso de su amor.

Una hora después se detenía ante la puerta de la habitación, miró a su alrededor para confirmar que no había nadie.

-Estamos solos... -dijo Rukawa tomando su mano y animándole a entrar, ahora era él quien tenía prisa- Abre la puerta y pasa.

Hanamichi tomó el pomo de la puerta y lo giró despacio como si temiera perjudicar el descanso del ocupante.

La habitación permanecía en una semi penumbra, cuando sus ojos se acostumbraron pudo ver mejor los objetos.

Sobre la cama continuaba Rukawa, su cuerpo no se había movido, junto a él  permanecía el perchero que sostenía su goteo, por donde era alimentado.

Se acercó  al borde y se inclinó sobre el rostro del durmiente. Se giró para mirar a su espíritu.

-Estas seguro que quieres que lo haga.

-Muy seguro... -sin saber porque se sentía impaciente- Hazlo de una vez, idiota.

-Si continuas insultando no te besare -se alzó para demostrarle que iba en serio.

-Bésame... bésame... bésame....

Hanamichi alzo la mano libre, la otra se sujetaba al cabecero de la cama y casi esperando que las maquinas se descontrolaran posó la punta de sus dedos en su rostro, al ver que nada ocurría se atrevió a prolongar la caricia siguiendo el contorno de su rostro, luego abarcó su cara para mantenerla firme, rozó sus labios, los sintió fríos y deseo calentarlos con los suyos, mantuvo durante unos segundos la presión de los suyos, los entreabrió dispuesto a  prolongar la caricia.

Una fuerza irresistible, como un tornado, le arrastró hacia su cuerpo apenas los labios de Hanamichi se posaron en los suyos, sintió como un zumbido ensordecedor y en el segundo siguiente estaba sintiendo el calor de sus labios, la suave presión, el calido aliento, con un suspiro entreabrió sus labios y respondió a la caricia.

Hanamichi se apartó apenas, sus miradas quedaron fijas, acaricio sus pálidas mejillas con ternura.

-Eres un dormilón, zorro -dijo llevado por la emoción.

-Y tú eres mi príncipe, mi do'aho.

-Voy a llamar a la enfermera -dijo haciendo intención de alzarse.

-No..., quédate a mi lado. -su mano se movió indicándole el hueco que agrando moviéndose hacia el otro extremo.

Se recostó a su lado, al momento, Rukawa se le aproximó, acurrucándose contra su costado, pasó su brazo por debajo de él, su cabeza reposó en su pecho.

-Vas a dormirte otra vez? -preguntó acariciando su cabeza con suavidad y posando sus labios en su coronilla.

-No lo se, me siento a gusto contigo, puedo acariciarte? Siempre he querido hacerlo. -alzó la cabeza.

Vió la expresión anhelante, la tierna mirada de sus pupilas y supo que el amor siempre estuvo dentro de sus corazones, por eso cuando asintió a su deseo.

-Si... -concedió.

Al momento, la mano de Rukawa se deslizó por debajo de su jersey, sintiendo la suavidad y la calidad de su piel. Detuvo su trayectoria posando la suya en ella, a pesar de la tela, su calor se trasmitió.

-No es momento de juegos -le reprendió con una sonrisa- ni el momento ni el lugar adecuado -susurró intentando calmar los ánimos de su lindo durmiente.

Se conformó.

Un par de horas después una enfermera que hacia la ronda habitual les sorprendió durmiendo pacíficamente, estrechamente abrazados.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

El entrenador Anzai dejo el auricular en su base. Sus ojos tenían un brillo de satisfacción, se levantó y fue hacia el gimnasio donde los jugadores estaban practicando sin la presencia de sus dos pilares.

Haruko estaba dirigiendo el entrenamiento en ausencia del subcapitán, al que todos se preguntaban donde estaban. Desde el accidente de Rukawa, ya habían transcurrido tres semanas, Sakuragi no había faltado ni un día y había trabajado duramente para compensar la falta de su capitán.

La joven había sustituido a Ayako en sus tareas cuando terminó tercero y pasó a la universidad dejando obligatoriamente el equipo.

Aunque todos estaban cumpliendo con su entrenamiento, muchas miradas se dirigían hacia la puerta para ver entrar a Sakuragi, cuando escucharon como se deslizaba por su guía el entrenamiento se detuvo al instante y todos quedaron pendientes de quien entraba, supieron que algo pasaba cuando vieron al entrenador Anzai presentarse allí.

Tras los saludos, Haruko preguntó.

-Sabe de Sakuragi?

-Si..., reúna a todos.

No fue necesario hacerlo, apenas le escucharon todos se aproximaron y quedaron frente al entrenador Anzai.

-Muchachos.... acaban de llamarme del hospital -al ver sus expresiones se apresuró a decir- Me comunicaron que Rukawa ha despertado del coma y que su forma física y mental es excelente. Ahora mismo están haciéndole diversas pruebas para corroborar la primera impresión visual, ha dejado a los especialistas muy sorprendidos por su excelente estado.

Los murmullos de alegría se dejaron oír tras escucharle.

-Y Sakuragi?

-Al parecer todas las mañanas Sakuragi iba a verle, se ocupó que recibiera no solamente rehabilitación en la pierna lesionada, por lo que su estado en ese sentido es inmejorable, luego aprendió como hacerlo él, Sakuragi siempre ha tenido fe en la recuperación de Rukawa, por eso estaba a su lado cuando salió del coma.

-Cuándo saldrá Rukawa del hospital? -inquirió Haruko sin sorprenderse en exceso, hacía tiempo que había desechado el amor que creyó sentir por él, también rechazó a Sakuragi quien comprendió cuando le dijo que estaba enamorada de su amigo.

Al dejar atrás los sentimientos que creía sentir por Rukawa, pudo verle bajo prisma y no tardó en darse cuenta que Sakuragi era el objeto de atención de Rukawa, quien cuando creía que no le veían dejaba asomar en su mirada los sentimientos que sentía hacia su compañero. Tuvo que contentarse con ser una silenciosa espectadora porque no dudaba que su amigo Sakuragi acabaría dándose cuenta de esos sentimientos y reconocería los suyos propios.

Aunque su pensamiento pareciera egoísta, el accidente de Rukawa ayudó a su querido amigo para abrir los ojos al amor y se sentía agradecida porque ambos merecían ser felices.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Un mes más tarde, comenzaron los partidos de eliminatoria para alcanzar el Campeonato Nacional, y el equipo de Shohoku fue ascendiendo rápidamente dejando atrás a equipos menos fuertes que ellos hasta alcanzar la final, donde se enfrentaron a su gran rival.

Los jugadores dieron todo de sí, quedando demostrada una vez más que la Dupla de Oro del Shohoku era invencible, Cuando tras dos intensos tiempos consiguieron alzarse con la victoria, los agotados jugadores se vieron abrazados y palmeados por el resto del equipo.

Hanamichi rescató a Kaede que estaba aprisionado en el abrazo que se dieron los jugadores. La encubierta enemistad de los jugadores era bien conocida por muchos de los que abarrotaban en estadio, por ese motivo se quedaron sorprendidos cuando vieron como Sakuragi  apartaba a todos dejando frente a él a su capitán, la mirada que le dirigió no le pareció a nadie amistosa, cosa que dejo perplejo a más de uno, sobre todo cuando pasó una toalla por el cuello de Rukawa y le atrajo contra él. Casi todos creyeron que le iba a golpear lo que dejaba perplejo a muchos ya que se habían alzado con la victoria gracias al gran esfuerzo realizado por su capitán, y digo casi porque una joven sonreía, Haruko parecía saber lo que los demás ignoraban.

Un clamor se alzó en el estadio cuando vieron el beso que Sakuragi estaba dando a su ex rival, ya nadie podía pensar que lo fuera, sobre todo cuando Rukawa le pasó las manos por la espalda y respondió con igual ardor a la caricia.

A nadie le quedo la menor duda, esos dos eran pareja.

-Gracias por dar tu mejor esfuerzo -dijo Sakuragi.

-Sin tu ayuda no hubiera podido hacer mucho.

-Los muchachos también dieron su mejor esfuerzo.

-Todos ellos han dado lo mejor de si mismos. -reconoció Rukawa.

-Vamos, nos esperan para saludar.

En mitad de la duela estaban ubicados los dos equipos, ocuparon su espacio y tras el saludo se dieron la mano.

-Gracias por jugar -dijeron a una los jugadores -al tiempo que estrechaban sus manos.

-Enhorabuena, Rukawa, has conseguido derrotarme y te llevas el mayor trofeo -al decirlo Sendoh miró hacia Sakuragi.

-Sakuragi es mi novio, no un trofeo -dijo dándole la espalda y dirigiéndose hacia el representante de los juegos que iba a entregar el trofeo.

Minutos después tras recibirlo, lo puso en manos de sus jugadores para que todos disfrutaran aquella misma alegría, finalmente se lo presentó al entrenador Anzai que lo recibió emocionado, no solo por ganar sino también porque finalmente había conseguido que se cumplieran sus expectativas respecto a la Dupla de Oro, no se había equivocado con ellos, con la mirada empeñada por la emoción, se fijo como Sakuragi pasaba el brazo por su compañero para dirigirse juntos a los vestuarios.

Un estruendoso aplauso acompañó la salida de los dos jugadores.

Fin

7 de marzo de 2009

Paz

Glosario

Teme: tú... en forma despectiva.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).