La esquela de Malfoy. por Tim William

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Notas del capitulo:

LA ESQUELA DE MALFOY.

No es que no le gustase ser el centro de atención. De hecho, todo aquello venía dado porque le encantaba, y todos parecían dispuestos a complacerle: todos menos él.

-Maldito hijo de puta –se dijo, y abrió la puerta para entrar en el aula.

Se sentó en el único pupitre vacío e intentó ignorarle. Aquello cada día iba a peor. ¿Cómo coño era posible que, por la falta de atención recibida, se hubiese acabado enamorando de ese pedazo de capullo? Oyó como su compañero de pupitre le comentaba algo sobre la materia, pero no se molestó en contestarle. ¿Para qué? Aunque no le contestara le seguiría adorando, como todo el mundo. Todo el puto mundo excepto él.

-Malfoy, ¿se encuentra bien?

Levantó la mirada hacia la directora y asintió con la cabeza, lentamente. Le estaba mirando. Volteó la vista para encararlo y alcanzó a verle enrojecer. Era hermoso: era perfecto.

-Potter, ¿y usted? ¿Se encuentra bien? Tiene la cara roja, debe estar ardiendo.

-Me encuentro bien, señora. Gracias.

Malfoy bufó ¿Por qué? Esa era la pregunta molesta que le acosaba desde hacía ya un par de meses.

La clase acabó. Se levantó tranquilamente y se volvió a sentar. Potter se había escusado con su prima y estaba tardando mucho en recoger sus cosas. Le estaba esperando a él, de eso no le cabía ninguna duda.

Se le acercó con vergüenza cuando ya estaban solos –incluso McGonagall se había ido ya. Malfoy levantó la cabeza y le sonrió: le encantaba ponerle nervioso. Esa manera de remover las manos, de morderse el labio inferior, de bufar hacia arriba para apartarse el flequillo de sus hermosos ojos verdes. Definitivamente, le gustaba; le encantaba; tal vez incluso le quería un poco, pero lo que no podía ser no podía ser y punto.

-¿Estás enfadado? –preguntó Potter-. Sé que te he ignorado un poco últimamente, pero ya sabes, todo esto es duro para mi.

Malfoy soltó una risilla sarcástica.

-Seguro que no es tan duro como mi polla cuando pienso en ti.

Potter bajó la mirada, completamente colorado, y se mantuvo en silencio.

-Mira Potter…

-Me gustas –le cortó el moreno-, me gustas mucho. Creo que te quiero o algo así, ¿sabes? No he pasado de ti porque haya querido yo, ya sabes.

-¿En serio? No me digas –ironizó-. Yo también siento algo por ti, algo como lo que deben sentir todas esas niñatas a las que tienes locas –hizo una breve pausa en la que Potter levantó la cabeza-. Estos últimos días… Durante todas estas semanas en las que me has ignorado tenía unas ganas tremendas de partirte la cara. Ahora las tengo de partirte, a secas, pero no puede ser. Lo siento: supéralo.

-¿Qué lo supere? –Potter tragó saliva sonoramente-. A mí me da igual que se enfaden, créeme. Me da igual lo que todo el mundo piense.

-Entiendo. El problema es que a mí no me da igual. La rivalidad que tienen nuestros padres… No puedo hacerle esto a mi padre. Lo siento tío. Podremos quedar para follar de vez en cuando, si te apetece.

-Yo no quiero sólo eso.

Malfoy no le contestó. Él tampoco quería solamente eso. Potter permaneció allí algunos minutos y al final salió del aula. Ya estaba todo dicho, o mejor, ya no había nada más que decir. Así que se fue, y Malfoy se quedó allí, resentido consigo mismo, con su padre y con el mundo. Aquello no era justo: le amaba.

También salió del aula, y se fue a su dormitorio. No quería ir a clase, tenía ganas de llorar. Sentía un dolor infinito en el corazón y el verde esmeralda acababa de convertirse en su color favorito.

Ese dolor en el corazón no cesó jamás.

SCORPIUS MALFOY

(padre, esposo, hermano, amigo e hijo)

“Yo tampoco quería sólo eso. Por favor, perdóname”

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