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i believe in angels por black_phenix

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Notas del capitulo:

les eh traido adelantado el capitulo poe que me sentia genial y tenia tantas ganas de escribirlo, inclusive me tome el tiempo de editarlo, no obstante, son las 4 de la madrugada y no puedo contestar sus mensajes. debo dormir, saven. XD

 

Minerva Mcgonagall entro al despacho del director, con su senda cara envuelta en aquella seriedad que la caracterizaba —y que asustaba a los estudiantes de todos los grados—  tanto. La había llamado después de que había regresado aquella noche de atender todos los asuntos que tenia fuera del colegio. No sabía para qué, pero tenía la ligera impresión que se trataba de lo que había ocurrido aquella tarde —que la había más que impresionado—, y posiblemente en la mañana. De lo que, por alguna extraña razón, no podía hablar. Pensó al principio que se trataba de un embrujo, pero nunca escucho o vio a alguien sellando los recuerdos de las revelaciones en el comedor a la hora del desayuno, no obstante, si se acordaba y podía hablar normalmente de lo que había acontecido 10 minutos después de todo aquello.

—Aquí estoy, Albus, ¿querías algo? —pregunto, después de tomar asiento y suspirar pesada y lánguidamente cansada. En sus cincuenta años como profesora de Howarts, nunca se había sentido tan así como en ese día.  Miro la silla de cuero negro y espero tranquilamente a que el director se diera vuelta y la encarara. Fawkes estaba en su percha, tranquilamente tomando agua y, por alguna extraña razón, se sintió observada más de la cuenta por los cuadros de los ex directores. Todo estaba tan bizarro esos días.

—Así es, mi querida minerva. Eh estado preocupado de que no puedo sentir y mucho menos eh visto, a Harry hoy ni en la cena, ni mucho menos por los corredores del castillo, ¿sabrás donde se encuentra? —pregunto, con su usual sonrisa juguetona y alegre a la sub-directora. Minerva frunció el ceño ligeramente y miro desconcertada a Albus. El director esperaba su respuesta, comiendo su usual caramelo de limón mientras veía la mirada confusa de su vieja amiga.

—Se supone que tú lo sabías primero que nadie, Albus. Cuando vinieron por él, me informaron que te habían dicho personalmente que se lo iban a llevar. —Albus retuvo el aliento y la miro tan confundido como estaba ella en esos momentos frente a él. Sabía que Minerva no le mentiría, no obstante, no tenía mucha idea a que se refería, nadie le había…

—Minerva, querida, ¿Quién se supone que vino a buscar a Harry? —volvió a preguntar, esta vez mas interesado y deseando que no fuera lo que pensaba. Eso solo acarrearía más problemas dentro de sus planes si era lo que le había pasado por la mente lo que estaba ocurriendo. Minerva apretó las manos y entorno la mirada en suspicacia. Algo estaba mal en todo eso para ella, ¿No se suponía que el director estaba completamente enterado de ello así como la junta escolar?

—Esta mañana, como a eso de las 8:50, antes de que acabara la hora del desayuno, vino Lucius Malfoy a recoger a su hijo para llevárselo junto con su pareja, Harry.

La sonrisa en el rostro del director se esfumo tan rápido, que dio miedo y pasó a pensar muchas cosas malas a Mcgonagall. Estaba segura que algo estaba fuera de control y que ese mundo se estaba cayendo de cabeza o, posiblemente había sido embrujada por uno de sus molestos estudiantes que no conocen ni moral, ni ética. Era la primera vez que veía esos ojos refulgiendo tan furiosamente.

— ¿No se negó Harry, Minerva?  Quiero decir, el conoce tan bien como tú y yo, que Lucius Malfoy es un Mortifago fiel a Voldemort, es totalmente imposible que Harry se hubiese ido con él, así como así. —maldición. Al parecer, Lucius se había adelantado a sus acontecimientos y había hecho algo a Potter. Quizás tenía mucho que ver la conversación que Malfoy había escuchado dentro de la oficina de Fuge. Era lo que pensaba, no obstante, había más de una cosa que no entendía y que, aunque las tuviera frente a sí, se le estaban escapando de las manos. Tenía que descubrir que estaba ocurriendo realmente bajo sus narices.

—Realmente, no entiendo que ocurre, Albus. Harry se fue con él tranquilamente, abrazado al joven Malfoy, mientras conversaba con Lucius como si se conocieran de años y no fuesen enemigos jurados. Inclusive, vi en el joven Malfoy, un atisbo de confusión cuando su padre llego de improviso y les dijo que se alistaran para salir del castillo. ¿Sabes acaso, que demonios ocurre?

La situación en sí, era irascible. Ese parecía un mundo alterno a su propia realidad, aquella que se había planteado cuando conoció a Tom Riddle como un niño de Slytherin, que al principio fue vapuleado y molestado por los puros de sangre, por ser un mestizo. Cuando este se hizo profesor para hacer que se unieran a su causa los Slytherin, secretamente mientras se hacía pasar por un simple aprendiz de pocionista, e inclusive, cuando este se alzo como el mago oscuro más poderoso de la historia, Lord Voldemort.  Todo aquello parecía desmoronarse ante sus ojos mientras era escudriñada por la mirada cargada de odio e incomprensión de Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore. Antiguo mentor y amigo.

Nunca, en todos sus años de vida, había visto aquellos ojos tan llenos de rabia y oscuridad como ahora los veía. Albus se levanto y le dio la espalda mientras  veía el cuadro de Armando Dippet, el anterior director de Howarts, quien lo miraba altivo, como nunca antes lo estuvo y eso fue suficiente para hacerlo crispar sus nervios—. ¡Oh, claro! ¡¿Cómo me había olvidado de eso?! —el director se giro, con aquella sonrisa bonachona adornando sus labios nuevamente mientras encaraba a una más que asustada Mcgonagall, que parecía sumergirse cada vez más, lentamente, en el sillón donde estaba. Trago con fuerza y algo de miedo, saliva. Ese hombre frente a ella era un total desconocido frente a sus ojos—, descuida, mi querida minerva, ya me acuerdo. Harry esta con Lucius para tratar de convencerlo de que se una a nuestra causa, al parecer, Lucius quería discutir esto con Harry durante la navidad y para no tener sospechas de Voldemort, pidió permiso para llevárselo dos días antes de la fecha de salida junto a su hijo. No te preocupes, me dio su palabra de mago y sabes lo que es eso para un Malfoy…, se me había olvidado por completo, creo que lo senil me está llegando.

—Sí, tienes razón, Harry no se iría  con alguien que odia tanto, me alivia escuchar eso. No podía imaginar lo que estaba pasando cuando vi a Harry yendo  con ellos así como así. —Dumbledore sonrió y despidió a minerva con una sonrisa un poco más tranquilizadora, ofreciéndole un caramelo para los nervios que gustosa acepto. Al salir, coloco un hechizo silenciador y lo primero que hizo fue explotar con la más poderosa bombarda que pudo hacer, el escritorio frente a sí.

— ¡¿Qué demonios está ocurriendo?! ¡Las cosas no pueden estarse saliendo de control así sin más!  ¡¿Quién demonios se está interponiendo en mis planes?! —el fénix estuvo atento a todo, y simplemente quedo en silencio. Parecía estar burdamente sonriendo con petulancia a la situación tan desconcertante que el hombre que había estado tramando tantos planes, durante tantos años, estaba sufriendo en ese momento. Dumbledore miro toda la sala en rededor, buscando algo fuera de sí. Algo que estuviera pasando por alto, algo que no encontró sin importar cuánto buscara. Inclusive la profecía real estaba en su lugar, no había nadie que supiera de ello y que él tuviera entendido, los cuadros no hablarían a  nadie sin el permiso del actual director.

Paso una mano por su frente y, levantando sus lentes de media luna, la paso por sus ojos, secando el sudor que salía por sus poros mientras trataba de bajar un poco la etamina que se agolpaba a borbotones en su corazón. Debía pensar calmadamente la situación y pensar en dos o tres opciones más por si algo se salía de control una vez más. Volvería a ver a Harry después de vacaciones e inclusive podía ir y visitarlo a la mansión Malfoy, pero eran necesarias buenas excusas para esa opción. Debía averiguar que ocurría realmente y si Harry tenía algo que ver con todo aquello. No. Eso era demasiado, Harry no sabía nada y no había forma de que se enterara de lo que el realmente hizo con sus padres. Maldición, quizás un buen descanso lo ayudara…

Salió a pasos apresurados por la puerta del despacho con dirección a su habitación. Ya era demasiado tarde como para querer ir a la mansión Malfoy, imaginaba que Lucius lo sacaría con una de sus tantas palabras insultantes disfrazadas de bonito y posiblemente tampoco suba las defensas de su hogar.

Necesitaba dormir…

 

 

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Remus estaba en su habitación, dando vueltas en la cama, desconcertado, como un perro con unas pulgas insaciables que quería erradicar. Esos eran sus pensamientos con respecto tanto a lo ocurrido en el gran comedor como cuando llego Lucius a recoger a su hijo y a Harry, tanto como la razón del no poder hablar nada de lo pasado antes de que su rubia obsesión viniera por la rubia obsesión de su cachorro y su cachorro.  Su lobo interno le decía que confiera, pero su instinto de merodeador estaba rompiéndole los tímpanos, pidiéndole que fuera a ver qué demonios ocurría dentro de la mansión Malfoy, no obstante, no podía irse sin más del castillo sin decirle a nadie.

Rápidamente se levanto, tomo su capa de viaje y salió por la puerta con dirección a su oficina para tomar la red Flú hasta la mansión. Tenía acceso ilimitado a la casa de los Malfoy, por parte de su pareja, Lucius, y también podía salir cuando quisiera del castillo. ¿Cuántas veces no lo ha hecho ya? Se puso rojo por pensar en todas las ocasiones en que Lucius lo había arrastrado fuera del castillo, a escondidas, dentro de las horas de trabajo para tomarse un tiempo para ellos dos a solas.

Al doblar la esquina que faltaba para llegar a la puerta del salón de DCAO, se topo con un agrupamiento un tanto sorpresivo. Delante de su oficina, acampando junto a la puerta, estaban Hermione, ron, Neville y sus distintivas parejas, resultantes todas Slytherin. Dios vendito sea que Sirius no estaba por allí, sino, la de Troya se hubiese armado en el momento que hubiese visto tal sacrilegio de moralidades entre las casas enemigas—. ¿Qué se supone que ocurre aquí? —pregunto, cruzando los brazos sobre su pecho y mirando inquisitivamente a los chicos, con sus ojos dorados brillando en curiosidad.

—Lo mismo que usted, profesor. Estamos preocupados por lo de esta mañana. —respondió Mione, siendo abrazada por Pansy mientras los demás asentían. Todos estaban preocupados por sus respectivos amigos y no planeaban irse hasta tener las respuestas que querían.

—Yo planeaba ir a ver a Lucius para que me explicara un poco más claro que es todo esto y si tenemos oportunidad, ver a Harry y a Draco. —dijo, abriendo la puerta de su despacho y dándole paso a los chicos que captaron la indirecta y la sonrisa del hombre lobo. Los estaba invitando a que lo acompañaran a la mansión Malfoy. Todos, sin excepción, se adentraron a la oficina y esperaron a que el profesor diera acceso a la red Flú—. Iré primero, ustedes síganme y sean cuidadosos, por favor. —Asintieron en acuerdo con Lupin y el profesor tomo los polvos de una pequeña maceta antes de decir: — mansión Malfoy.

Remus desapareció y luego tomo su lugar la pareja  Nott y Longbottom, así uno por uno fue siendo transferido hasta la chimenea de recepción de la mansión Malfoy.

—Buenas noches, amo Remus, ¿desea que lo lleve a donde se encuentra el amo Lucius? —el elfo domestico encargado de la mansión, recibió con una esplendorosa sonrisa a Remus mientras este le devolvía tímidamente la sonrisa a lo que era escrutado con la mirada de todos sus estudiantes. La situación era incomoda, teniendo más en cuenta que para lo que iba a veces a esa casa era para charlar con Luc o para tener sexo casual, exasperante y tan sensual como el cuerpo de su sexy rubio en traje de baño. Que en realidad solo eran unos pequeños leotardos que resaltaban el gran bulto entre sus piernas. Suspiro tratando de calmar la baja erección que empezaba a levantarse bajo su capa.

—Por favor, Wilshire, ¿serias tan amable?

—Por su puesto amo Remus, no tiene por qué ser tan respetuoso con nosotros. —Mione miro al profesor confundida, tanto como lo estaban los Slytherin o como lo estaban todos los Griffindor. No sabían que estaba ocurriendo, y aunque lo supiera, todo se vería igual ante sus ojos, patas arriba—. Los amos están disfrutando de una esplendorosa taza de té Chai en la terraza oeste, bajo la luz de la luna menguante, ¿desean todos acompañarlos?

Remus asintió y con un movimiento de mano, Wilshire les pidió que lo acompañara todo el camino hasta llegar a una enorme entrada de dos puertas. El elfo se adelanto para presentarles, dejándoles afuera esperando por corto tiempo. —pueden pasar, el amo Lucius, el amo Draco y el amo Harry los están esperando.

Agradecieron, solamente los Griffindor mientras los Slytherin se mantenían tan altivos como siempre, con su cabeza en alto, y tan cerca de sus parejas que parecían respirar su aire mismo. Ron estaba un poco nervioso, contando con que esa era la primera vez que entraba a la mansión de los que consideraba como peores enemigos, era mucha valía de su parte estar allí por su amigo. Tenía a Blaise a su lado, sosteniendo su mano, infundiendo un poco de la frialdad que siempre llevaba cada vez que salía a dar una vuelta por el castillo o cuando estaba frente a otro que no fueran Slytherin o su pareja en sí.

Mione estaba de igual manera, pero un poco más confianzuda por su inteligencia al lado de su amada serpiente. Neville, por su parte, estaba que moría de un infarto. Solo faltaba que Voldemort apareciera y diera el golpe de gracia que solo era estar ahí, frente a él. Theo sintió su nerviosismo y lo abrazo por la cintura mientras colocaba la cabeza en su hombro y le daba un casto beso en la mejilla—. Estoy contigo, ¿recuerdas? —Neville tenía las mejillas rojas mientras asentía, Theo era un verdadero amor y él era el único que disfrutaba de esa faceta del incognito Slytherin.

—Buenas noches, Remus, muchachos, ¿necesitaban de algo? —pregunto Lucius, levantándose para recibirlos mientras Draco y Harry, que estaban sentados en un sillón solo para ellos dos, les saludaban con unas sendas sonrisas mientras tomaban algo de té. En la pequeña mesa, había varias tazas mas, humeando, esperando por ellos.

—Realmente, Lucius, queremos saber que está realmente ocurriendo. Vienes por Harry y Draco de improviso y te los llevas con la excusa de venir por tu hijo y su pareja, ¿Qué en verdad, esta pasando? —Remus se veía algo enojado, pero para Lucius era hermosamente atrayente esa pequeña escena de rebeldía. Deseaba follarse al gran  lobito malo allí mismo, pero, como hombre con modales y principios, buscaría la mejor manera de llevárselo a su habitación, sin que nadie note su ausencia.

—Es un asunto largo y tedioso de explicar, no obstante, eso solo le incumbe a mi yerno, Harry, desvelarlo.

Todos miraron a Potter, con tanta intensidad que el pobre casi se atraganta con el sorbo de té que había tomado. Draco rio y suavemente toco su espalda, aliviando la tos en la que este incurrió —. Bueno, primero que nada —tomo la mano de Draco y la levanto junto a la suya, mostrando dos hermosos enlaces de oro brillando en sus dedos—, Draco y yo nos casamos en una semana….

¡¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeé?!

 

 

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Tenía una gran migraña agolpada en su cabeza mientras trataba de descubrir qué demonios estaba ocurriendo. Primero lo de descubrimientos en masa de los sentimientos de los Slytherin y Griffindor, luego el desmayo generalizado de los individuos famélicos y enfermos mentales que se imaginaba sufrían alucinaciones con sus Slytherin y los Griffindor montándoselas en una orgia única dentro del gran comedor.

Suspiro hondamente y removió su cabello. Era cierto, tenía que empezar a usar esa maldita poción para el cabello que hizo el mes pasado cuando escucho a las mocosas de primero decir que se veía horrible con el cabello grasoso. No es que se tomara en cuenta aquellas palabras, solo pensaba en lo que le diría Lily si lo viera así como estaba ahora, y en lo que diría el idiota de Black si lo viera en esa situación en la que hasta unas mocosas se burlan de su cabello grasoso. De cierta manera, extrañaba a ese estúpido perro pulgoso. Sonrió tristemente y acaricio el diario de Lily.

Todavía recordaba cuando su corazón se rompió en dos, compartiendo el mismo sentimiento con dos seres tan distintos como lo eran aquellos dos. Lily era cariñosa y amorosa como ella sola sabia serlo mientras que Black, era el tipo rudo que nada le importaba, pero que aun así gano toda su atención con un solo vistazo. Extrañamente, aun no se reparaba aquella grieta que no podía elegir entre uno y el otro, no obstante, Sirius Black no era más que un Casanova y el día que intento confesarle sus sentimientos, simplemente sufrió la humillación más grande que jamás conoció. Los merodeadores habían jugado una broma en su contra aun cuando él no había hecho nada para merecerla.

Había planteado muchas veces odiarlo, pero nunca pudo albergar ese sentimiento mas allá de una máscara que demostraba falso rencor y odio.

Y justo cuando tenía a uno de sus medios corazones con él, vuelve a desaparecer. Nunca podría llegar a conocer lo que era la verdadera felicidad. Tenía que empezar a creer en eso del karma y las vidas pasadas. Se preguntaba que hija del a gran putada cometió para merecer vivir siempre en la soledad y tener que cargar con tantos problemas sobre si.

Se levanto, se desperezo y se fue a tomar su capa de viaje para dirigirse con una gran determinante a ver —aunque moriría del susto si llega a ver aquella sonrisa de nuevo— a su señor. Necesitaba saber si era algo que este había planeado. Sabía que le había pedido a Lucius que hubiera boda rápido y el mismo —con todo el dolor de su corazón— tenía que dar un soporte en esa situación, pero, ¿Por qué apresurar todo tan rápido a solo dos días de salir de Howarts?

Lucius había apresurado las cosas de una manera demasiado rápida. Posiblemente Dumbledore estuviera sospechando y se pusiera a investigar para dar con lo que ocurría realmente y él, estando en la línea como espía entre ambos bandos, posiblemente sería usado y tendría que encontrar un montón de mentiras para eludir al baboso anciano aquel. En fin, todo un proceso de dolores de cabeza.

Tomo los polvos Flú y se transporto luego de haber colocado los hechizos pertinentes de bloqueo en la sala y aposentos, a la mansión Riddle.

 

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Tom estaba en su oficina, como siempre, acompañado de Nagini y una fuerte copa de coñac añejo de un par de siglos en el tiempo a su lado. Estaba revisando una cierta cantidad de trabajo, cuentas bancarias que los gnomos habían enviado a petición de él de las cuentas de los Gaunt, algunos de los planes infructíferos que habían sido arruinados por los metiches de los Aurores y la orden del fénix y planes a largo y corto plazo que tenía que implementar dentro de poco en los asuntos dentro del ministerio de magia. Bostezo un poco y paso una mano por su cabello mientras apartaba varios de los documentos y tomaba su copa, dando un largo y lánguido sorbo hasta el fondo.

Hacia un par de días tenía el inherente deseo de ver a Harry. De alguna forma se había apegado a él a través de los leves sentimientos que pasaban a través de la conexión que se había abierto luego de que viera en vivo  y en directo una sesión de sexo todo pago entre su hijo y su pareja. Fue algo que lo traumo de cierta forma. No es que James y el no fueran fogosos en la cama, pero, ¿Cómo reaccionaría su león al saber que Harry tenía relaciones fuera del matrimonio? Entrecerró los ojos un poco. No es como si él y James se hubiesen casado antes de traer a Harry al mundo.

Se levanto y dio un paseo por la oficina, apreciando los viejos cuadros familiares que aún conservaba de la familia Gaunt y alguno que otro diploma de las viejas carreras que hizo cuando salió de Howarts para conocer aun mas de la magia. Su vida entera fue una expedición antes de conocer a aquel chiquillo escandaloso que buscaba siempre llamar su atención, sino en los salones de clase, en su habitación o cuando nadie lo veía. Todos los días de aquel año donde conoció ms que el deseo de apoderarse del mundo mágico para librarlo de la extinción a la que rápidamente se acercaba por personas como Dumbledore.

— ¿Qué piensas, Tom? —pregunto Nagini, bajando del cómodo sillón en el que había estado durmiendo las últimas dos horas esperando a que Voldemort terminara sus asuntos. Había levantado la cabeza para ver si aun continuaba trabajando, topándose con un par de ojos perdidos no en lo que veía, sino en pensamientos a la lejanía. Nagini sonrió mientras descendía y serpenteaba hasta su amigo, subiendo por su pierna y acomodando su cabeza en su hombro.

—En el pasado, en lo que viene y en lo que pasara de ahora en adelante en mi relación con Harry y sus sesiones de sexo imprevisto —Nagini se carcajeo de buena gana. Tom nunca dejaría su humor negro. Voldemort sonrió de lado y volvió a tomar asiento en su escritorio, acercando el resto de papeles que antes había apartado para continuar revisándolos.

Estuvieron en silencio durante unos minutos, bajo el insípido de la pluma rayando con tinta negra los documentos, siendo seleccionados y otros simplemente dejado de lados al no dar la talla de lo que el Lord oscuro quería. Nada estaba a la talla si tenía la más mínima falla que parecía irreparable y causaba un daño imprevisible. Se necesitaban muchas cosas para ser un Lord oscuro, pero lo principal era el principio de estrategia en una guerra, y el, sabía manejar más que bien los hilos dentro de las mentes de los débiles y aquellos que deseaban hacer grandes cosas.

No es que él fuera el malo del cuento, en realidad, su deber era mantener la estabilidad y no dejar que Dumbledore arruinara el mundo mágico haciendo que la sangre perdiera su poder tras generaciones donde los Muggle’s conocían más de su secreto legado. Inclusive en Howarts, muchos no sabían de las raíces de donde procedían.

—Resulto ser una verdadera sorpresa que la cría ya este en celo. Pronto serás abuelo Tom, mas pronto de lo que imaginas—Tom salió repentinamente de sus pensamientos y la miro lánguidamente antes de suspirar profunda y suavemente, y dejarse caer hacia atrás pensando en los nietos que posiblemente tendría corriendo por la mansión, obteniendo una esplendida y pequeña sonrisa de orgullo plantada en sus labios.

—Sí, espero que sean bastantes. Sería bueno tener un montón de mocosos correteando por allí. —Voldemort se inclino de nuevo y  continúo con su trabajo, dejando todo listo en un par de minutos. La red Flú llameo y crepito  inesperadamente haciéndole voltear para encontrarse con el rostro de uno de sus Mortifagos. Severus, para ser más exactos. Tom lo escudriño luego de darle paso a su oficina y ofrecerle que tomara asiento—. ¿Ha ocurrido algo de relevancia, Severus?

—He venido por lo ocurrido esta mañana en el gran comedor, mi Lord. —Voldemort levanto la mano y la movió un par de veces, dándole permiso a continuar mientras convocaba dos copas más de coñac—. Lucius llego diez minutos antes de que acabara el desayuno y se llevo al señor Potter y al señor Malfoy con él a su mansión. Llevaba un permiso de la junta escolar avalando la salida antes de las vacaciones de diciembre.

—Oh, así que Lucius ha actuado precipitadamente esta vez…, imagino que ah de tener algún motivo oculto tras esto. Sé que Lucius no es de los que hace las cosas sin pensar.

—No sabría que decirle, mi señor. Aunque estoy de acuerdo en que Lucius no es del tipo de persona que hace las cosas sin tener planes de antemano. Lo  lamento, mi Lord,  no pude venir antes a informarle gracias a que Dumbledore llego y me cito como siempre a saber el reporte de si habría algún ataque de los Mortifagos y luego me ocupo en el encargo de algunas pociones junto con la continuación de la clase de esta tarde. —se disculpo, tomando la copa que flotaba a su lado y tomando un sorbo largo y tendido mientras su señor hacia lo mismo y se hamaqueaba en la silla. En ese momento, Voldemort parecía un poco más viejo que de costumbre, cansado y con el peso de tanta responsabilidad sobre sus hombros. Mas teniendo en cuenta  lo inútiles que resultaban ser sus seguidores en ciertas ocasiones.

—Descuida, Severus, imaginaba que algo así pudo haber pasado. Me  parece bien que Lucius haya sacado a aquellos dos de ahí, por el momento. Es mejor planear todo anticipadamente y que se realice con la mayor de las discreciones si es posible. No me gustaría que ese viejo metiche supiese algo de un momento a otro y arruinara lo planeado así sin más con sus intromisiones junto a esa estúpida orden del fénix. —Dijo, mirándolo a la cara mientras Nagini se acercaba a Tom y susurraba unas cuantas cosas antes de dejarse caer—. Al parecer, Nagini piensa que esto es una de las formas que Lucius tiene para vanagloriarse en cierta manera. Imagino que ahora ah de estar hablando con Harry sobre cómo deben ser los preparativos para la mejor boda de la historia. Sí, ¿Por qué no dejamos saber al mundo mágico, el mismo día de la boda, que su héroe se casa con un Malfoy?

— ¿No sería peligroso, mi Lord? Quiero decir, Dumbledore trataría de impedir aquella ceremonia costara lo que costara y, aun si llegara  a realizarse por completo, ¿no bajaría esto el porcentaje de confianza que tiene la gente en el señor Potter? —analizo Severus, sacando una arrogante sonrisa en su señor. Hacía tiempo que no lo veía sonreír de aquella manera, al parecer le complacía completamente toda esa situación en vez de preocuparle.

—En lo absoluto, Severus, no me preocupa para nada, porque la opinión de la gente no bajara para nada con Harry, sino que aumentara la credibilidad de Lucius, un punto de oro que nos facilitara el acceso a muchos lugares vetados dentro del sistema de jurisdicción mágico que son inaccesibles sin los contacto que Lucius consiguió. Podremos usar esa accesibilidad, con los puestos del Winzengamot que Harry posee, y el puesto de Lucius dentro del consejo para poner en marcha el plan globalizado de conquista, pero antes de eso necesito la opinión de Harry con respecto a los Muggle’s.

— ¿No le había dicho el que tenía una solución que discutir con usted, mi Lord? —espeto Severus, mirando cuidadosamente al Lord oscuro mientras este miraba el techo perdido en sus pensamientos.

—También eh estado intrigado con eso. ¿Qué solución habrá encontrado para todo este conflicto?

Antes de que Severus dijese algo, un elfo domestico se apareció ante ambos, haciéndolos girarse hacia donde el estallido se escucho.

—Buenas noches, mi Lord. Soy Wilshire, el elfo principal de los Malfoy. Mi amo me ha pedido que venga a informarle de que su hijo, el señor Potter, está ahora reunido con sus amigos y los Slytherin’s amigos del amo Draco en la mansión. El amo Harry pidió  por su presencia. —informo, mientras hacia su reverencia habitual. Voldemort sonrió mientras se ponía en pie y tomaba su capa oscura.

—Informales de que iré enseguida y que un invitado ira conmigo.

—Como ordene, mi Lord. —Wilshire se despidió y desapareció. Severus se levanto, a sabiendas de que él era el invitado que su amo había mencionado. Voldemort camino hacia la red Flú y rápidamente se transporto a través de esta con Severus siguiéndole.   Harry lo había llamado en el momento que mas necesitaba hablar con él. Ya era momento de que resolvieran las particularidades que dejaron inconclusas aquella vez en la casa de los gritos cuando se hablaron por primera vez como padre e hijo.

—Bienvenido sea, mi Lord —Lucius hizo su reverencia habitual mientras Wilshire recibía la capa del Lord oscuro y la de Snape y las colgaba—. Los chicos están en la terraza del ala oeste, tomando el té. Estoy seguro que recibirán un infarto con su visita, mi Lord.

Lucius sonrió sádico y su señor, al igual que Severus hizo la misma expresión. Les darían el susto de sus vidas a quienes no conocían la realidad de la situación que les rodeaba en esos momentos. Aunque Harry posiblemente no estuviera de acuerdo, no podía dejar uno de sus hobbies atrás.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

diganme. les gusto¿?


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