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i believe in angels por black_phenix

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Notas del capitulo:

 Sólo diré que me quedan unos cuantos capítulos mas y listo, todo terminara.
Tendremos que despedirnos...

 

 

 

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Distress.

 

 

 

“No hay dolor en la tierra, que el cielo no pueda curar.”

ANONIMO.

 

 

 

 

 

 

Una lengua de fuego crepito con intensidad entre las llamas de la chimenea. El cuarto de la biblioteca donde estaban reunidos todos ellos, pareció sumergirse en un raudo silencio roto sólo por sus respiraciones. Severus tenía sus labios cubiertos y sus oscuros ojos desvelaban más de lo que en años hubiese demostrado.  Tanta alegría y expectación; tantos sentimientos mesclados que siempre creyó olvidados, todos relucían con brillante realidad en su mirada. Harry, que permanecía agarrado de mano de Draco, exhalo un suave gemido, con lágrimas en los ojos y sus labios bailando, esperando sollozar sin control.

 

—Sin importar cuánto me mire   —dijo Vlad, con una sincera sonrisa dibujada en sus labios— no encontrara mentira en mi rostro, o en mis palabras,  mucho menos en mis ojos. No miento con lo que les he dicho.

 

El silencio volvió a posarse sobre todos; fue Severus quien, con un murmullo, pregunto:

 

— ¿Cómo? ¿Cómo planea rescatarlos?, ¿qué demonios es el velo, en realidad?... —Vladimir levanto una mano, deteniendo el sin fin de preguntas que llegarían de la boca del pocionista. El silencio se hizo. Ciel lo miro en espera de escuchar todo. En cierto sentido, nunca espero esa posibilidad entre todos sus planes. Ni siquiera tenía idea de la tan oculta historia de Vladimir y cómo fue que llego a ser quien era.

 

—El que ustedes conocen como “El Velo”, no es simas una puerta de cruce espacio-tiempo—explico. Su voz era calmada mientras sorbía de su copa de vino entre palabras. Todos esperaban la continuación en silencio—: una puerta que te deja en un mundo donde el tiempo y el espacio (como ocurre con el padre de Ciel) no corre en ningún sentido o dirección. Quienes lo cruzan, no pueden salir al lugar que verdaderamente lleva; tampoco pueden regresar por donde entraron. Es como estar perdidos en un espacio donde no existe nada, donde nada es comprensible y donde todo es un misterio…

 

— ¿Cómo puede ésa ser una puerta? —pregunto Lucius, calmado, pero con el ceño fruncido al ver a su Remus exaltado de tal manera. Las emociones se filtraban una tras otra hondando en los implicados, incluso su señor se notaba nervioso y con ganas de ahorcar a ese vampiro para que soltara la manera de traer a Potter padre a la vida, literalmente hablando—. Quiero decir: dices que quien entra está literalmente perdido, cuando se supone que eso, o El Velo, debería llevarlos a donde tu antigua mansión,  se encuentra.

 

—Creo que no presto real atención a mis palabras, señor Malfoy. —Lucius lo fulmino con la mirada. Vlad sonrió y alzo su copa burlonamente hacia él—. Ciertamente, dije que es una puerta, pero también dije que era para entrar a un lugar que deseaba borrar de la faz e historia de este mundo. Por lo que comprenderá que, aun cuando alguien lo cruce, jamás lo llevara al destino por el cual esa “puerta” fue creada. —Las miradas que todos clavaban en él, eran profundas y parecían atenazarle el cuello, el estomago y algo más bajo que eso. Río con calma y desinterés, tomando de nuevo de su copa. Aquello parecía un aula universitaria de aquellas que tanto gustaba “visitar” en sus tiempos de ocio y diversión en Transilvania.

 

— ¿podría—Tom gruño con tranquilidad y hablo con tal frialdad que el aire pareció congelarse— explicarse con más claridad, señor Vlad? 

 

Vlad perfilo la mirada y sus ojos se rasgaron con sinuosa frialdad. El ambiente pareció cortarse y las respiraciones ahondarse hasta que Ciel poso una mano en su hombro, y le hablo con  suave  calma: —Por favor, ¿podrías?

 

—Por supuesto, Mon maître. —Exhalo con finura y afino su mirada, sonriendo con rotunda arrogancia y altivez, digna de todo Malfoy—. Esa puerta sólo puede ser traspasada por mí, en plena conciencia y poder. Por supuesto que alguien que me acompañe puede realizar tal proeza, sin sufrir ninguno de los castigos inscritos en la creación de aquella puerta (como la están sufriendo ahora sus prisioneros). Por esa razón, todo el que cruza jamás vuelve. Sus voces serán escuchadas como murmullo por aquellos que se han enfrentado, al menos una vez, a la muerte; la puerta fue creada por un no-muerto, después de todo. 

 

 

Harry se mordió los labios y limpio un par de lágrimas que aun escurrían por sus mejillas. Miro a Draco y le sonrió para luego acercarse a Vlad, con paso ceremonioso y un tanto ominoso: —Ha dicho; en plena conciencia y poder. ¿Acaso no lo está ahora?

 

—Lamentablemente —levanto la copa hacia Harry y luego sorbió con parsimoniosa calma—, no, no lo estoy.

 

Harry arrugo el ceño suave, tratando de no descomponer su rostro con aquella mueca de desesperante incertidumbre: — ¿Qué le falta para estar a plena potencia?

 

 

Vlad sonrió tras la copa de cristal, fijando sus ojos en el danzante y eclipsante  líquido carmesí: —Necesito algo que posee usted,  su alteza real. Algo que en este momento esta prendiendo de su oído y mostrándose en  abrumador y oscuro esplendor, restregándome que no podrá ser mío a menos que usted me lo permita. Leyes de la vida, o de la inmortalidad,  podría llamarse el caso.

 

 

—Cromwell —murmuro Harry, entrecerrando la mirada y empezando a dar la vuelta hasta posarse detrás de Draco, quien, al igual que todos, no entendía de que iba la conversación de esos dos. Vlad le asintió con seriedad después de escuchar ese nombre; nunca le gusto, nunca le gustaría—. Tengo entendido que usted, Vladimir Tepes; rey de los vampiros y señor  de las tinieblas, fue un verdadero peligro para este mundo. ¿Por qué habría yo de devolverle aquel abrumador poder que sumergió al mundo en caos, desde las sombras?   

 

 

 

—No sé yo—dijo informal, sonriendo divertido. Harry le estaba empezando a agradar en sobremanera—: ¿Por qué no me lo dice usted?

 

 

Los ojos de Harry centellearon fría furia y por primera vez, Vlad sintió temor, pero no lo traslució tras aquella fría y exuberante arrogancia: —El caso podría ser, que yo puedo ser capaz de usarlo. Su poder, me refiero —Vlad admitió, con un cabeceo, que sus suposiciones no eran erradas—. También puedo ver, como cuando el joven Ciel le llamo la atención, no fue capaz de renegar a su orden. Aunque para los presentes, exceptuándome, sonó mas como un ruego. ¿Es él su amo?

 

—Como se esperaba de su alteza; ningún error en sus palabras ni duda tras sus ojos. Siempre el que domina la situación— le alabo, riendo entre dientes—. El joven Ciel, Mon jeune maître, es mi amo absoluto. Lo he jurado antes de mi libertad; y como vampiro que soy, aun siendo rey y epicentro de tales criaturas oscuras, también me rijo por un código.  Hasta que Ciel muera, le serviré como su escudo y espada… no hay palabra suya que no esté atado a obedecer; aunque su control tiene cierta limitación.

 

La mirada carnívora (en términos sexuales) que le envió al de profunda y azulina mirada, lo hizo temblar y ahogarse con su propio aliento. Lagolos, que estaba a su lado, lo escudo detrás de sí para recibir un gruñido de parte del vampiro. Vlad, luego de bufar y posar su mirada en Harry, agrego: — Pero con lo referente a mi poder, usted tardara en aprender a usarlo, sin importar que sea el Regis o no; yo, en cambio, puedo usarlos en plena libertad. Eso es si me lo devuelve, que si es el caso, también le hare una oferta especial; le devolveré el control al señor Lupin sobre su hombre lobo. Es esplendorosa cuando se realiza a voluntad propia, se lo puedo asegurar…

 

 

—Harry—irrumpió Voldemort en la conversación—, ¿puedes explicarnos de que va todo esto?

 

 

Potter suspiro y volvió a tomar asiento, bajo la atenta mirada de todos, incluido Black quien se veía rebosante de alegría y energía. Draco le beso el dorso de la mano y Harry le sonrió con ternura. Toda aquella tensión les estaba haciendo mal.

 

 

Harry movió su pelo hacia atrás, mostrando el pendiente de lobo en su lóbulo, resplandeciente como nunca antes. Incluso parecía estar vivo; Vlad jadeo y sus ojos se iluminaron: —Este pendiente,  que antes fue un libro de esta biblioteca, es un último deseo dejado por un viejo y poderoso mago conocido como Maximillius Demetrian Cromwell; quien sello al Sr. Vlad durante los últimos mil quinientos años. Está conectado a mi línea de existencia, si me comprenden, y es también el contenedor de todo el poder del señor Vlad.

 

 

—Nunca dije que era el contenedor de mi poder…

 

 

—Lo intuí cuando este comenzó a llorar—Harry sonrió mientras mostraba más abiertamente al lobezno, dejando ver con mas claridad las dos finas líneas oscuras que se escurrían de sus plateados ojos y se perdían en sus fauces—. Hermoso, ¿cierto?

 

 

Vlad asintió. Todos estaban sorprendidos: ciertamente, era preciosa la vista de aquel pendiente llorando oscuridad. Un temblor frio les recorrió el rosario que conformaba sus espinas dorsales.

 

 

Harry, luego de que el silencio volviera a asentarse, halo el anillo en las fauces del pendiente y este, para sorpresa de todos, lanzo un esplendido aullido mientras saltaba de la oreja de Harry y un cuerpo, igual de plata, tras su cabeza se materializaba. Cuando aulló una segunda vez, un haz de luz, de vibrantes y vivos colores, se transformo en una pequeña luna llena sobre él y este comenzó a crecer. Las bocas de los presentes, incluido Vlad, estaban desencajadas y sus ojos mostraban no sólo sorpresa sino también incredulidad al por mayor.

 

 

El lobezno los escruto a todos  y pareció sonreír, haciendo el raudo sonido del metal en movimiento: —Es bueno verte de nuevo, Vladimir Tepes.

 

 

—Tus raros medios para comunicarte no han cambiado ni aun estando muerto, Cromwell —ironía despectiva en sus palabras. Vlad ensancho una fiera y arrogante sonrisa y el lobo pareció hacer lo mismo.  Para los que los observaban, parecía que los ojos de ambos relampagueaban de manera alarmante.

 

 

—Eso no es algo que alguien, literalmente muerto, deba decirme —un gruñido acompaño ambos comentarios.

 

Tanto Harry como Draco notaron que esos dos se miraban como lo hacían ellos antes en el colegio, se sonrieron malévolamente y dijeron en tono casual:—Es solo tensión sexual.

 

Tres cuellos giraron con rapidez, resonando dolorosamente y creando una descomunal descarga de odio con la mirada. Ciel, Cromwell y Vladimir perforaban las gargantas de Harry y Draco, quienes se destornillaban de la risa, con la mirada. Estos bufaron luego de darse cuenta de la pequeña broma de esos dos.

 

 

—Ya que tenemos su atención —se burlo Harry, recibiendo tres bufidos más—, Sr. Cromwell; podría explicar, detalladamente, todo lo referente al poder del señor Vlad.  O al menos en lo referente de donde, literalmente, esta.

 

 

No fue una petición, fue una orden y, inclinándose en una reverencia, Cromwell miro mal  Vlad. Harry y Draco parecían tener razón “Esos dos eran amantes en su tiempo.”

 

 

—En mis colmillos, los caninos—abrió un poco las fauces y mostro los dos largos y plateados dientes, envueltos en runas y finas marcas que parecían inscritas a mano—, están sellados los poderes de este vampiro—apunto con el hocico e hizo una expresión desdeñosa—. Uno de los sellos contiene su poder, el otro contiene al licántropo primo.

 

 

Lupin miro con sorpresa al lobo de plata, con miedo a acercarse; pero con un inherente deseo de tocarlo, aun a sabiendas de que le lastimaría el material del que estaba hecho. Lo mismo sentía Vlad, aquella era una plata bendecida por el poder de Cromwell, y eso, muy a su pesar, le impedía recuperar lo que por derecho le pertenecía sin la bendición de su actual poseedor.

 

 

—Su poder es aterrador—continuo—. Astronómicamente aterrador, a decir verdad. Está por debajo del suyo, su alteza, pero no tiene limitantes que lo detengan. Eso lo hacía y lo hace un peligro. Capaz de crear dimensiones de la nada, donde puede arrastrar un continente completo si así lo quisiera. Aparte de ser un peligro para los seres humanos sin un suppresseur  que lo satisfaga. Nunca estará satisfecho con la sangre, siempre querrá más.

 

 

—Lo comprendo—murmuro Harry. Estaba un poco sorprendido de su actitud taciturna con este asunto. A parte de poder recuperar a su padre y madrina, tenía la oportunidad de regalarle a Remus su total libertad e independencia del lado oscuro que se lo carcomía tres veces por mes. Tomo con fuerza la mano de Draco y sonrió—. Le devolveré aquello que le pertenece, señor Vlad—antes de que el lobo hablara, le interrumpió—. El señor Vlad, Cromwell, está atado a un contrato de lealtad hacia el joven Ciel, aquí presente. Imagino que ese es su suppresseur.

 

 

Su cuello metálico resonó en la estancia cuando se giro hacia el chico al lado de Lagolos, a quien Harry le señalaba. Lo escruto con sorpresa y luego giro contrariado a Vlad: — ¿Qué es esto, Tepes? —Le gruño con rabia—, ¿qué demonios planeas con esto? Tú, en todo el tiempo que te conozco, jamás hiciste uso de esas reglas que atan a tu especie para liberarte de mi sello. Ni antes ni nunca; ¿Por qué ahora?, ¿por qué estar atado al límite de tu supresor?  —su mirada atravesó los ojos oscuros de Vlad y luego se abrieron con sorpresa para terminar mirando a Ciel como si se hubiese ahogado con el aliento. Se acerco temeroso, pidiendo permiso a Lagolos para poder ver mejor al chico. Giro y le dio la vuelta, esperando equivocarse con lo que observaba—. Vlad…—lo miro temeroso—, ¿es esto cierto?

 

 

—Tampoco lo creí la primera vez que lo vi. Pensé que era un engaño, pero me arriesgue.

 

 

Ciel tenía ambas cejas alzadas, con muda pregunta de qué mierda estaba pasando. Algo que no podía expresar con su nana allí presente.

 

 

Antes de que alguno dijera algo más, en una variante de fuego carmesí, azul y negro, el ave fénix apareció, lanzando un suave silbido y la sala enmudeció por completo. Black sonrió ante la sorpresa de todos, y más la del pequeño Ciel, quien miraba con desorbitante expresión al ave roja que sobrevolaba el cuarto. Todos fijaron su vista en Nigellus y captaron la burla en sus ojos, sabiendo que tenían unas caras de infarto en risas.

 

 

El ave fénix descendió y se quedo mirando a Lagolos, quien se inclino ante él y luego dejo a la vista a Ciel, quien parecía morir por abrazarle, pero que también  tenía miedo.

 

 

—No me temas—todos lo miraron con sorpresa—. Por extraño que parezca, sí, soy tu padre. Lucifer no me prohibió hablar, por eso puedo dirigirme a ustedes aun en esta forma—se acerco con temor, con pequeños pasos hacia Ciel. El joven Nephilim se arrodillo y extendió la mano—. Nunca espere tal sorpresa—pareció llorar mientras acariciaba con su pico los finos dedos—. Eres tan hermoso como Albus.

 

 

Ciel se mordió el labio y gimoteo  con una sonrisa: — ¿P-puedo ver tu verdadera forma?

 

 

—Sólo si así lo deseas…—le dijo, alejándose un poco—. El hechizo que me mantiene en esta forma, es de sangre. Sólo familia puede romperlo, ¿me das permiso de adoptar mi real yo? 

 

 

Ciel hizo una pantomima con su mano, asemejándola a una reverencia. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Su aliento, y el de todos, se detuvo cuando vio al fénix cambiando entre llamas oscilantes y felices, que danzaban a su alrededor. Primero su cuerpo fue creciendo; luego su largo cabello matizado en colores llameantes hasta la raíz; largos brazos y piernas; un bello rostro, joven y deslumbrante. Cuando termino de cambiar, parecía un príncipe joven, no más de veinte años, poderoso y con un vigor sin igual, sonriendo mientras extendía sus brazos hacia Ciel.

 

 

— ¡Cuan feliz me hace conocer tu existencia, Mon petite Ciel! —el pequeño se aferraba a su cintura como si estuviera viendo una visión que se esfumaría en cuanto terminara de abrazarlo. Aeón lo entendía, él se sentía de igual manera. Fijo sus ojos en Lagolos, quien seguía arrodillado a su lado—. ¿Qué nombre te ha dado Albus, mi pequeño dragón?

 

 

—Lagolos, mi señor—Como su creador que era, Lagolos debía rendirle pleitesía; al igual que a su amo y su hijo. Pero debía mayor respeto a Albus e Aeón que a Ciel.

 

  —No me debes nada de eso, Lagolos. También eres como un hijo para mí; después de todo, naciste de mí. De mi poder. —Lo hizo levantarse y también lo abrazo.

 

 

Luego de unos minutos de convivencia, un carraspeo interrumpió la muy sentimental escena.

 

 

 —Bueno—hablo Tom, harto hasta la raíz del pelo en cosas que pensar—, ¿podemos dejar esto para una tarde más tranquila? Estoy seguro que todos deseamos disfrutar de la fiesta de mi hijo y su esposo…, este asunto podemos tratarlo mañana, en la tarde, en el jardín y sin miedo a que alguien interrumpa o se meta y entere de asuntos que no le interesan. —Todos asintieron, consientes de que el señor oscuro tenía razón. Ciel se separo de su padre y sonrió mientras limpiaba sus lágrimas—. Señor Vlad, joven Ciel, señor Lagolos; están invitados a pasar la velada con nosotros y si gustan, mi mansión esta dispuesta para su alojamiento de tiempo indefinido. ¿O preferirían estar aquí? Eso lo incluye a usted, joven…

 

 

—Aeón. Y no, debo declinar su ofrecimiento de quedarme; mi padre no debe saber que he desaparecido del castillo. Me preguntara sobre donde estuve y si mi tiempo no coincide, me obligara a revelar lo que oculto, no pudiendo negarme a ello, el hechizo me lo impide hacia mi maestro.

 

— ¿Su padre? —exclamaron con sorpresa.

 

—Lucifer es mi padre. Porque no estoy de acuerdo con él y por haberme enamorado de Albus, esta es mi maldición. —Miro a Ciel y sonrió a gusto—. Y la sufriría mil veces a cambio de esto…—todos le regalaron una suave sonrisa, entendiendo su punto.

 

 

—Entiendo. —murmuro Tom, mirando a Harry y sintiendo la misma calidez del primer día que supo que era su hijo. Aeón beso en la mejilla a Ciel y a Lagolos, mirándolos con ternura antes de volver a su forma de fénix.

 

 

—El hechizo se romperá con una orden de alguien de la familia, pero no deseo eso por ahora. Seré su espía, al igual que el señor Black y terminare de explicar la situación cuando me vea completamente libre, por un día, de mi padre. —miro a Ciel y Lagolos —. Quisiera pasar más tiempo con ustedes, pro no puedo. No por ahora. En tres días volveré.

 

 

De la misma forma en que apareció, se desvaneció dejando tristeza momentánea en Ciel y Lagolos.

 

 

—Si no es molestia—incurrió Vlad, no gustándole la expresión en aquellos rostros; particularmente en el de Ciel—, me gustaría pasar la noche aquí, sino es molestia, claro está.

 

 

—No es problema alguno. Pueden quedarse tanto como deseen; después de todo, el enemigo de mi enemigo, es mi amigo. —Todos miraron a Lucius con una senda expresión de sorpresa, bueno, los que lo conocían y sabían de su extraña fijación de la pureza de la sangre y su desagrado con lo Muggle (y eso incluía hasta sus frases) —. ¿Qué? Remus lo dice mucho. ¡Wilshire!

 

 

— ¿Qué desea, amo Lucius? —La elfina apareció dando una senda reverencia.

 

 

—Prepara habitaciones para los invitados, se quedaran tiempo indefinido con nosotros. —Wilshire hizo otra reverencia y desapareció.

 

 

—Nos veremos después, entonces. —Cromwell aulló una vez más y se volvió a transformar en el pequeño pendiente, posándose en la oreja de Harry. Todos comenzaron a salir de la habitación, con dirección a la fiesta que era celebrada, en espera de los recién casados para el brindis. Harry dejo que Draco se adelantara y se quedo en la puerta, observando al silencioso profesor, quien había quedado callado, perdido en sus pensamientos.

 

—Una nueva oportunidad, profesor…—Snape lo miro y sus ojos brillaron emocionados, endureciéndose segundos después.

 

—Métase en sus asuntos, Potter. —gruño, levantándose de golpe. Harry río y se fue por el pasillo, no antes de dejar aun más  mosqueado y traumado al profesor.

 

— ¿A quién elegirá, profesor? —Arrugo el ceño, parado en medio del pasillo mientras observaba al Potter que se hacía más pequeño a la distancia—. ¡Sirius también sentía algo por usted!

 

Snape abrió amplio los ojos y maldijo a todos los Potter hasta la actualidad. “¡Malditos engreídos!”

 

 

 

 

 

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La fiesta era esplendida y animosa. Todos los invitados se encontraban danzando al ritmo de una canción que no conocían (Muggle, elegida por Hermione) y disfrutaban de exóticas bebidas que eran adictivas (otra vez Muggle, elección de Hermione), inclusive los aperitivos eran deliciosos y desconocidos (¡Muggle y elección de Mione! ¡¿Cómo adivinaron?!).

 

 

Mientras unos bebían, otros danzaban como locos y algunos comían disfrutando de algo nuevo, los anfitriones entraron a la fiesta, con caras felices que cambiaron a sorpresa al ver todo el ajetreo que nunca se pensaron (ni en sus más locos sueños) imaginar. La mayoría de los sangre pura estaban, ¿bailando como desquiciados al ritmo del rock?

 

 

Draco miro a Harry y viceversa, ambos con cara de sorpresa y mudas preguntas que fueron respondidas por una borracha Pansy y una más que feliz Hermione (la cual estaba un tanto extraña). ¿Cuánto tiempo estuvieron en la biblioteca?

 

 

— ¡¿Qué demonios es esto?! —bramo Tom, tratando, pero imposible de lograrlo, de que su voz se alzara por encima del volumen de la música. Trato de encontrar a los músicos los cuales ¿estaban amontonados en una esquina borrachos? Sus ojos se tornaron oscamente rojos de la rabia, ¡la fiesta estaba arruinada! Estaba más que seguro que el culpable chillaría como cerdo en matadero cuando lo Cruciara.

 

 

— ¡Calma, papá! —Harry le desangro el tímpano con la voz. Tom se sintió un tanto mareado, no sólo porque Harry casi lo mata de un infarto, sino por los potentes que eran los ¿amplificadores? Murmuro una maldición, tapándose los oídos mientras observaba a Harry que, con un movimiento de mano, cambio su ropa y la de Draco a una más “cómoda” —. ¡Esto es una verdadera fiesta!

 

 

Las túnicas de Harry se convirtieron en sexys pantalones de cuero; del mismo color negro, ajustados a la entre pierna y el trasero; y una camiseta ajustada a su torso. Las ropas de Draco, que eran blancas, hicieron lo mismo que las de Harry, dejando embobados a los invitados que los veían caminar hacia el centro del jardín, el cual era la pista de baile actual.

 

 

Ron reía tontamente al lado de Blaise, con un jugo en las manos (el cual podía jurar estaba adulterado). Estaban en una esquina, comiéndose a besos de vez en cuando. Y si notaba bien; al fondo, cerca de uno de los matorrales, estaban Neville y el calmado Theodore casi arrancándose la ropa a medida que se devoraban, literalmente, los labios. ¡Guau! Nunca vio a Neville tan vivo.

 

 

Cuando, Inside the fire (de una banda Muggle que le gustaba), comenzó a sonar, Harry y Draco se comenzaron  a mover con esplendor; y una lujuria estremecedora.  Draco tocaba su cintura, sus caderas, su trasero y Harry reía y gemía de vez en cuando, cuando robaba un beso durante el ritmo. O cuando tentaba a Draco a hacer algo peor.

 

 

Los invitados (los más perdidos en el alcohol) brincaban y aplaudían animados. Los reporteros tomaban fotos de aquí por allá, igual de perdidos mentalmente que los invitados de más Glamour en toda Inglaterra; esa iba a ser una noticia sensacionalista única.

 

 

Lástima que Tom, en un momento de lucidez, había hecho explotar las cámaras y los pergaminos hechizados que se auto escribían; mejor que los periodistas escribieran lo que recordaban, que sería lo poco que duraron en emborracharse.

 

 

Harry seguía la onda, o algo por el estilo junto a Draco. Su baile era exótico y atrayente, una combinación explosiva que los hacía a todos seguirlos a la pista improvisada a hacer lo mismo. Pareja por pareja, la pista fue llenándose y mostrando a los mejores pureblood  a disfrutar una verdadera fiesta. Inclusive Remus y Lucius se habían unido al baile. Todos ellos imitando a los recién casados y a los más jóvenes del montón.

 

 

No cabía duda, cuando despertaran del trance se avergonzarían por el resto de su vida (enviándoles las gracias por escrito por la fiesta).

 

 

— ¡Guau! ¡Los magos sí que saben divertirse…! Y me imaginaba otra cosa… —comento con burla Vlad, al lado de Tom, quien ya estaba por subirse a las paredes por aquella locura acometida por ese grupo de adolescentes hormonales,  rebeldes y ominosos. Voldemort le envió una mirada furiosa y gruño enviando maldiciones de aquí para allá; ni Merlín se salvo de sus comentarios oscuros contra la creación —. Vamos mi señor oscuro, ¿Qué no se divertía de joven?

 

 

 

 

— ¡Tengo más de 50 años! —le espeto furioso. Sus ojos ya estaban rojos y estaba pronto a matar a alguien—. Malditos chiquillos hormonales.

 

 

—Es su fiesta. Deben disfrutarla al máximo, ¿no? —Vlad estaba demasiado divertido. Tomo a Ciel, bajo el estricto gruñido de Lagolos, y salió a la pista—. ¡Sólo se vive una vez! ¡Y un mago sólo se casa una vez!

 

 

Antes de que Voldemort objetase algo, un rayo blanco lo golpeo y lo obligo a moverse hacia el centro, a reunirse con  los pelirrojos hermanos de Ron, Fred y George. Trato de evadir por completo el maldito hechizo, encontrando que era imposible (y sólo una persona puede hacerle eso). Miro hacia donde Harry estaba y vio como este le guiñaba un ojo. ¡El crució sería insuficiente para cuando termine!

 

 

—“Vamos padre, disfruta este día. Al final de cuentas, pronto traeremos a papá.” —Le hablo a través de la conexión. Tom refunfuñó entre gruñidos, maldición tras maldición, pero se dejo llevar por los pelirrojos que parecían comérselo con los ojos. ¡Malditos mocosos hormonales!

 

 

¡Maldito fuese Merlín y todas sus putas concubinas!

 

 

Para el final del día, varias parejas terminaron en hoteles y algunos en habitaciones particulares dentro de la mansión…

 

 

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— ¿Donde estuviste, Aeón? —Pregunto Dumbledore, una vez el ave fénix se poso en su percha. Trino suave, con lo que parecía ser el ceño fruncido—. ¡Oh! Cierto, perdona. —haciendo un ademan, lo hizo transformarse.

 

 

—Que yo sepa, también tengo que alimentarme, ¿no? —Dumbledore parpadeo y se encogió de hombros, dejando de lado el tema. Se movió hasta posarse tras su escritorio, saco una botella de coñac de uno de los cajones superiores y dos vaso de cristal. Se sirvió y se dejo caer hacia atrás, en su asiento. Subió los pies sobre el escritorio y pego el primer trago.

 

 

—Estos días me he sentido exuberante y poderoso. Quizás ya es hora de que dé comienzo a todo, ¿Qué te parece?

 

 

Aeón alzo las cejas y tomo el otro vaso de encima del escritorio y se sirvió también.

 

 

— ¿Desde cuándo pides mi opinión para las cosas?

 

 

—Desde que eres una ficha en mi tablero —espeto sereno. Aeón volvió a alzar la ceja, pero esta vez con una mueca de incertidumbre  y desdén en los labios.

 

 

—Nunca trabajare para ti. ¿Se te ha olvidado por que tengo esta forma?  —Puso una mueca burlona a su padre y se tomo el contenido de la copa—. No puedes amenazarme con Albus; tú también le necesitas. De manera diferente a la que yo lo hago, pero lo haces. Sin él no podrás lograr absolutamente nada.

 

 

 

—Has dado en el clavo de nuevo, mi querido y adorado hijo—sonrió cuando miro que lo iracundo en los ojos de Aeón se poso sobre él. Cuanto disfrutaba el ponerlo furioso—. Tienes toda la razón, le necesito, pero has sido tú quien me lo ha robado. Por eso eres otra parte importante. Sin que él lo quiera, no puedo obtener la “Luz” que reside en su interior. Y para derrotar por fin al Regis, le necesito pronto. Necesito de ti para que me la entregues, Aeón, quiero su “amor”.

 

 

— ¿En verdad crees que te ayudare? —Bufo cuando este le apunto con la copa en alto y una sonrisa altiva—. No te lo tengas muy creído, padre. No hay manera de que te ayude en tus estúpidos planes.

 

 

— Tengo maneras más difíciles de obtener lo que quiero, Aeón. Simplemente no quiero verte con aquella cara de nuevo. —Sonrió con senda burla mientras se preparaba otra copa. Aeón gruño y lo miro con mayor odio—. ¿Qué me dices, me ayudaras?

 

 

—Dame una semana libre de este lugar y lo pensare—Dumbledore entrecerró los ojos suspicaz—. Hablo con mi forma de fénix; estoy harto de estar aquí siempre y sólo salir cuando quieres. Una semana libre es lo que pido y lo pensare… es tu decisión…

 

 

—Bien. Después de todo, sin mí no puedes lograr nada.

 

 

Para cuando terminaba de tomarse su copa, tanto Aeón como Black sonreían cómplices. Unos cuantos pasos más y todo estaría listo.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Danzando en campos oscuros; bajo la luz del lleno astro rey nocturno, fijo mis ojos en tus dedos, que bailan con finos hilos de plata al viento; tus ojos amatista me atraviesan el alma mientras tus bellos y desnudos pies flotan sobre las aguas pinceladas de oscuridad. 
Oh alma que danzas en la calma;
Lleva mi espíritu a flotar contigo por los ríos del pensamiento.
Oh ninfa de mirada oscura;
Déjame saborear la textura del mal, saborear el pecado y conocer la osadía de retar mi existencia renegando del regalo divino.
Déjame conocer lo que es vivir…, lo contrario de un camino erigido para ser seguido.
Un amor completamente prohibido.

Introducción al slash. 

Phenix_Sama.


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