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i believe in angels por black_phenix

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Notas del capitulo:

bien, espero les guste el capitulo, si tienen quejas, ya saben a donde enviarlas. no me he sentido demasiado bien y tengo un infernal dolor de cabeza, mañana respondo los comentarios.

Crimson.




“La abadía es mi redención del pecado condenado al averno de mi sufrimiento.”
Phenix.





Los imponentes rayos del sol, atravesaban con divinidad, como fieras lanzas, las oscuras nubes que cubrían el cruel y vasto cielo, azotando en la tierra con el poder de destruir la oscuridad. Todos los escombros se vieron bañados en luz, potente, cálida, que anunciaba el fin de un martirio agonizante. Las torres destruidas, antes consumidas por el fuego y azotadas por un avasallador oscuro poder, parecieron cobrar vida en el momento en que la luz las cubrió. Incluso las sombras parecieron adquirir vida en aquel caótico lugar. 




Lentamente, con el cansancio y el dolor consumiendo su cuerpo, abrió los ojos con pesadez, con agonía, con sufrimiento. Estaba de rodillas, su espada a su lado, y con ella el cuerpo de su enemigo mutilado. Había logrado vencerlo y en el proceso, había caído víctima del agudo dolor que la magia negra había hecho correr por sus venas. Una lagrima surco sus mejillas, limpiando sangre seca en ellas. No había podido salvar a nadie, todo y todos habían desaparecido. Estaba solo…



De repente, como si sus pensamientos hubiesen sido escuchados, unos fuertes pasos, seguros de sí mismos, comenzaron a escucharse, acercándose hasta él. Eran elegantes y cortos, como si admirase el paisaje con parsimonia mientras iba a su encuentro. Cuando alzo el rostro, desviándolo de la fina hoja de metal que estaba enterrada en aquel ser, pudo sentir una cálida brisa envolviendo su cuerpo y relajando sus músculos.



A la lejanía, con elegancia enmarcando toda su figura, una persona se vislumbraba siendo golpeada por el sol a su espalda, oscureciendo sus rasgos. Entrecerró sus ojos, tratando de captar con más lucidez a la persona que iba a su encuentro, no logrando mucho más que ver una larga melena, tan oscura como las plumas de los cuervos, y una barbilla fina. Sus ojos azules se mostraron con gran expectación lo ansioso que estaba por poder descubrir como seria el rostro de tal persona. El viento volvió a surcar el cielo y aquel bello cabello comenzó a ondear, tan elegantes como una fina capa hecha con hilos de oro.



Antes de que pudiera darse cuenta, la figura estaba frente a él, observándolo con un interés que no supo describir. Su cuerpo recibió una fuerte descarga, intensa y excitante, cuando logro ver aquellos ojos. Eran grandes, hermosos, y verdes… un verde tan sofocante, que incluso sentía como si su alma fuera envuelta por ellos, viendo sus mas intrínsecos secretos. Parpadeo con fuerza y desvió sus ojos a sus facciones. Eran finas y hermosas. Parecía una mujer, pero el cuerpo lo delataba como un hombre hermoso. Todo su porte era imponente, arrogante, poderoso “digno de todo rey”, pensó, y se descubrió soltando un suave silbido en vez de risa, pero el extraño supo captarlo tan bien como capto sus pensamientos. Este rio un poco, suave y calmado, y pudo jurar haber escuchado campañillas resonar a su alrededor.



Para su sorpresa, una mano delineo su mejilla, descendió hasta su mandíbula y termino acariciando su barbilla, alzando lentamente su rostro hasta él, quien lo miraba con una sonrisa triste: —Has sufrido demasiado, Arthur…




Su voz era hermosa, imponente, pero suave y rasposa. Las palabras parecían cobrar vida, transportando el sentimiento que estas reflejaban. No supo por que, ni cuando, pero estaba llorando bajo el escrutinio de aquella mirada.



—Pero era algo que debía suceder, Arthur, tu destino es más grande de lo que imaginas. —Arthur mordió su labio y, con toda la fuerza que pudo reunir, retiro con rudeza aquella mano aún posada en su barbilla. Aquellos ojos mostraron gran sorpresa por su acto, pero no replico nada.



—No necesito de su pena…—murmuro, y al instante descubrió que su voz estaba quebrada en un tono afónico. Quizás por haber estado gritando durante toda la lucha que sostuvo. El extraño lanzo una sonrisa tranquilizadora, como si se hubiese esperado todo aquello. Los rubios cabellos de Arthur se vieron danzando al viento, como si alguien divino le estuviera acariciando la cabeza. Suspiro con cansancio, incluso hablar le suponía un gran esfuerzo—. No lo conozco…, y no quiero hacerlo. Estoy demasiado débil para siquiera hablar con propiedad. Si quiere hacerme un favor más grande que el hacerme ver como alguien con un gran destino deparándome, por favor, máteme… no tengo nada a lo que proteger, lo he perdido todo por alguien mezquino hambriento de poder. —miro con odio al cuerpo del sujeto en cuestión, aun muerto a su lado, pero tampoco podía mostrar a relucir todo su odio, ¿su cansancio era para tanto? —. No quiero nada más que el poder reunirme con mi muerte. Sólo eso deseo, nada más…



El extraño pareció mirarlo aun con más pena que la anterior y, cuando no se dio cuenta, lo tenía abrazándole con cariño. Susurrando cosas a su oído que lo hacían querer llorar con dolor y gritar hasta perder por completo la voz….




— ¿De nuevo pensando en ello? —La fuerte voz lo hizo salir del trance en el que se había inducido. Parpadeo un par de veces y luego miro al raudo e imponente león a su lado. Estaba cerca de él, mirándolo con preocupación—. ¿Por qué no lo olvidas? Ha sido ya demasiado tiempo desde eso…



—Es imposible para mí el olvidarlo. Y lamentablemente, parece que hemos caído en un círculo vicioso. Perdí algo muy importante ese día, y aunque sé que fue para bien, no dejo de culparme por todas esas calamidades que han sufrido—miro a los ojos verdes del león y contemplo su reflejo a través de ellos. Mostraba tristeza, una profunda e irremisible tristeza—. Bueno, quizás es porque mi final esta pronto, mi querido amigo. Ya sabes, las personas siempre se arrepienten cuando están pronto a su final. Y yo tengo muchas cosas de las que arrepentirme.



— ¡Tú hiciste lo que debías hacer! —Le gruño molesto. Esa parte de Arthur nunca le gusto—. Las cosas fueron puestas por el destino mismo, y tú sólo tenias la tarea de observar. Una vez lo perdiste, y sólo por tener la oportunidad de volver a verlo, has hecho todo esto, Arthur. No tienes culpa de nada. ¿No deseas verlo de nuevo? ¿Para qué fue todo esto entonces? No te traiciones a ti mismo. Estas ayudando al pequeño príncipe a ser un rey. Le has dado más ayuda de la que has podido aun cuando no debías interferir con lo que sucedería. Y a demás tu hijo…



—No me malentiendas. Lo comprendo perfectamente, amigo mío. Más de lo que imaginas. —Arthur contemplo la escena de sus pensamientos en la lejanía, antes de que el león rugiera y el impacto de su grito borrara por completo la ilusión—. El destino ya se ha puesto en marcha, sólo espero que no se vean abatidos ante las tretas de su enemigo.



— ¿Estas triste…?



Arthur negó y coloco una sonrisa enorme en sus labios, haciendo que dos figuras aparecieran en la palma de su mano: —Lo he vuelto a ver, y conocí la existencia de otro más a quien debo proteger. ¿Cómo puedo estar triste si se que algo tan maravilloso está con él?



—Las ruedas del destino están pronto a detenerse…—ambos, el león y él, sorprendidos se dieron la vuelta. Frente a ellos estaba un ser que irradiaba luz de todo su cuerpo, mostrando belleza y esplendor sin igual. Poseía unas inmensas alas, casi brillaban como oro a la luz del sol. Sus ojos mostraban cariño sin igual. Ella estaba frente ellos. Hicieron una reverencia—. En final de tu destino está cerca, Arthur, prepárate…




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Harry suspiro con fuerza, por enésima vez en aquellos diez minutos, tratando de mantener sus mareos controlados. Y que su cabeza dejara de darle vueltas. Había estado así desde que había abierto los ojos aquella mañana. Lo primero que había hecho fue correr al baño a tirar por el retrete todo lo que había comido la noche anterior, y los tres días anteriores a ese. Lo había decidido, no volvería a tomar alcohol Muggle ni aunque fuera la última bebida en mundo. Draco, que había estado al pendiente de todos sus cambios, lo miraba con recelo y preocupación. La conexión sensorial que ambos compartían le decían que era algo natural lo que su pareja, y ahora esposo, estaba sintiendo. Pero su sentido común le decía que había algo más dentro de todo eso. Harry lo miro y le sonrió mientras lo halaba para robarle un corto beso.


—Me encuentro bien, solo es indigestión y un leve dolor de cabeza por lo de anoche en la fiesta, y quizás por lo de anoche en la cama—Draco sintió sus mejillas arder, y sus pantalones siendo golpeados por su miembro gracias al apasionado recuerdo de ambos haciendo el amor con una entrega ciega. Harry rio, robando otro beso y apretando el miembro de su adorado Veela, logrando que Draco se empalmara completamente—. ¿Te gustaría hacer una repetición rápida? 



Draco le asintió, algo perdido por las rudas sensaciones de su miembro que palpitaba fuera de sí. Harry dejo caer su pijama y mostro su trasero, recostándose de las frías baldosas, en espera de ser tomado tan apasionadamente como la noche anterior….



Media hora después, el Gryffindor salía con una gran sonrisa en los labios al igual que Draco, de su habitación matrimonial. Ambos tenían que estar presente en el desayuno para poder terminar de arreglar lo que harían junto a Vlad y Ciel. Cuando llegaron al jardín, se toparon con la mayoría de los implicados en todo el asunto, desayunando junto a Remus y Lucius en la mesa agrandada. Hermione y Pansy parecían agotadas y tenían ojeras bien pronunciadas bajo sus ojos, al igual que Blaise, aunque Ron parecía tan fresco como una lechuga. Theo y Neville también los acompañaban. 




—Buenas—saludaron mientras tomaban asiento. Harry miro nuevamente y no logro dar con su padre. Antes de que preguntara, todos se giraron hacia atrás para contemplar con asombro como el gran Lord oscuro entraba con cara de querer asesinar a varias personas. Todos temblaron, mas no se movieron, creyendo que él los usaría de tiro al blanco. Harry parpadeo extrañado—. Buenos días, padre…



Todos saludaron de igual modo, haciendo que Tom les devolviera el saludo. El Lord gruño algo molesto, frotando sus sienes y contando en regresiva, tratando de aplacar el dolor de cabeza que tenia. Aparte de haber tenido que levantarse en una cama con dos gemelos bien drogados, con recuerdos de una noche salvaje a más no poder, y de haber sido usado en una orgia, tenía que tatar con el sexo mañanero de su hijo. “¡Qué buena vida, Lord Voldemort! Tienes sexo todo pago vía conexión sensorial con tu hijo. Y tienes que ver como se lo follan de principio a fin.”



Mordió con fiereza un trozo de jamón. Todos lo vieron sorprendidos, pero no dijeron nada. Más tarde, quince minutos después del arribo del Lord, Lagolos, Ciel y Vladimir arribaban al jardín. Ciel hizo un cabeceo hacia los presentes y Lagolos también. 



—Buenos días, caballeros—saludo Vlad, con una senda sonrisa adornando sus labios. Hizo una exagerada reverencia a quienes no les conocían—. Oh, es cierto, ustedes no estuvieron durante nuestra conversación, anoche. —Harry rodo los ojos y se concentro en desayunar. Sabía bien que el vampiro lo hacía a posta. Draco estaba más pendiente del leve semblante pálido de Harry que de cualquier otra cosa—. Yo soy Vladimir Tepes, rey de los vampiros…—los chicos ahogaron un gemido de sorpresa. Theo miro mal al vampiro al igual que Blaise y Pansy, como advirtiéndole que no le permitirían acercarse más a sus parejas. Le sonrió burlonamente y continuo: —A mi lado esta mi maestro, Ciel Wulfric Dumbledore y su mascota, Lagolos…




Lagolos miro mal a Vlad, lanzando un gruñido que fue detenido por Ciel, quien le reprendió su falta a Vlad.



Los chicos miraron a Harry con zendo interés en querer saber que estaba ocurriendo. Después de suspirar, levanto la mano y acallo cualquier posible palabra que fuera a surgir de sus labios: — Una vez terminemos de desayunar, podre explicar todo con calma y claridad.



Todos asintieron y se dispusieron a comer. 



Una hora más tarde, después de que hubiesen comido bien, y después de que todos salieran de su asombro al ver que Harry comía mas de lo que acostumbraba, se dispusieron a servir una buena taza de café para hacer más amena la conversación.



—Bien, chicos, como verán, hay personas a la mesa que son completamente desconocidas para ustedes, pero que tienen que ver en profundidad con nuestro problema actual. —Dijo con suavidad y simpleza—. El señor Tepes, como dijo, es el rey de los vampiros. El joven Ciel es hijo de Dumbledore—antes de que una réplica llegara, como estaba a punto de hacer Mione, Harry levanto la mano. Tom estaba orgulloso del autocontrol que Harry demostraba, aunque era su hijo después de todo—. Nuestro enemigo resulta ser un impostor tomando el lugar de Dumbledore. Ciel es hijo del verdadero, el cual está encerrado en un lugar difícil de acceder, por eso el señor Tepes está con nosotros. Lagolos es un dragón al servicio del verdadero Dumbledore, y es el encargado de proteger a Ciel. El resumen más corto de la historia es que mi padre, James Potter, aun sigue con vida, al igual que mis padrinos, detrás del velo. El velo es una puerta que el señor Tepes creo, un espacio-tiempo distorsionado donde no corre el tiempo en ninguna dirección. El nos ayudara a rescatarlos a todos ellos, y al padre de Ciel cuando sea el momento. ¿Han entendido?




Todos los que desconocían el tema asintieron de acuerdo, las cosas se habían tergiversado de un modo que todo estaba patas para arriba, y no les sorprendía que ahora Dumbledore no resultase ser el verdadero enemigo a derrotar.



—Por el momento, sólo debemos planear cómo y cuándo ingresaremos en el ministerio para poder hacer uso del velo. —Interrumpió Severus, dando un cabeceo como saludo a los presentes—. Hogwarts abre sus puertas en dos días, si lo haremos, tendrá que ser entre hoy y mañana, caballeros.



—Todo se hará esta noche—sentencio Harry, levantándose junto a Draco y caminando hacia su habitación… no se sentía muy bien…







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Cuando abrió los ojos, aun cansado, suspiro con fastidio. Otra vez lo mismo, nada cambiaba en aquel entorno. Todo era blanco en cualquier dirección en que sus ojos se posaran, sin cielo, sin tierra. Solo blanco, blanco, blanco…. ¡estaba harto! No había nada que calmara su aburrimiento o mucho menos algo con lo que entretenerse, si tuviera quizás un paisaje las cosas seria un tanto diferente…. Pero no, el muy capullo que lo había encerrado allí no tenia imaginación para nada. Incluso una maldita mazmorra tiene mejor ambientación que aquel sitio del demonio.




Dejo de maldecir a todas las generaciones anteriores de Lucifer, no llegando donde su amado Aeón, y suspiro una vez más. Cuantas habían sido, ¿15? ¿20 quizás? No había diferencia, el tiempo no corría y el seguiría siendo joven hasta que se le diera la puta gana a Lucifer de sacarlo de allí, o hasta que su adorado Ciel llegara a su rescate. Una vez más cerró los ojos, tratando de que el sueño se lo llevara y aquel esporádico mal humor desapareciera.



Ya estaba acostumbrado a sus cambios de temperamento, le ocurrían cuando perdía algo la compostura. La locura era algo que hacía mella en su personalidad un poco mas con el pasar del tiempo, el cual, para su desgracia, no corría. Siendo joven para toda la eternidad mientras estuviera allí, si al menos estuviera suelto seria otra cosa, podría hacer algo inventivo y tal vez decorar de otro color aquel maldito sitio. O ponerse a jugar cualquier estupidez que se le ocurriera. Podía usar su magia cada cierto tiempo, pero no había nada útil en que usarla.



Antes de que se diera cuenta, el cielo cambio a un gris acrecido y dio gracias a los dioses la visita del maldito petulante aquel, tal vez y pudiera desquitarse de alguna manera el estar encerrado, aburrido y de mal humor. 




—Te vez cansado, mi querido Albus—murmuro una vez llego hasta el prisionero, alzándole el rostro por la barbilla, mirando directo a sus ojos azules. Le sonrió con altanería y luego giro para alejarse un poco y contemplarlo. Albus le devolvió una cara de aburrimiento, mirándolo con odio en el proceso—. Si no estuvieras atado, juraría que ya estaría siendo mordido. —Albus rodo con aburrimiento los ojos, ¿Qué pensaba al creer que el aburrimiento se le iría? Bueno, al menos podría seguirle el juego al imbécil.



— ¿Y lo dudas? Ahora mismo te transmitiría la rabia si pudiera —Una austera risilla escapo de labios de Lucifer, haciendo a Albus mirarle con más odio aun; lo que tenía que hacer para entretenerse—. Y sí, estoy cansado, así que… ¿puedes largarte? Planeaba dormir un poco, lo único que puedo hacer para entretenerme, ya sabes, como no puedo moverme, y no hay juegos de mesa. No es que pueda moverme tampoco.




—No es como si no te entendiera, Albus, pero… no hay nada que pueda hacer….



—Liberarme sería un buen comienzo. 





—Buena broma, pero no, aun te necesito aquí. —Le dijo con una socarrona sonrisa en los labios. Albus bufo. Estaba harto de estar allí, sin nada más que él mismo y lo que parecían ser la visita de rutina de aquel cretino. Bien, de nada servía intentar entretenerse con un idiota—. Aguanta un poco, Albus, sólo queda terminar lo comenzado y todo terminara para siempre.




Albus lo miro, y no resistiéndolo más, dejo que el sueño se lo llevara a un lugar donde pudiera estar con su amado y sus hijos.






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La noche había caído rápidamente, y los miembros de la mansión Malfoy estaba parados frente a la chimenea en la recepción. Harry, que había mejorado notablemente desde la extraña recaída en la mañana, esperaba a que Ciel, junto con Vladimir y Lagolos, bajaran al recibidor y se encontraran con ellos. Cuando estos se presentaron por fin, vestidos y preparados para irrumpir en el ministerio de magia (usaban las capas de Mortifagos suministradas por Tom), todos tomaron los polvos Flú y se internaron en la chimenea por turnos de dos. Sólo los implicados en el asunto viajarían. Harry, Draco, Tom, Severus, Lupin y Lucius, Ciel, su dragón y el vampiro. 




Los chicos habían acordado permanecer en la mansión, preparados con equipos y pociones por si eran necesarias, por parte de alguna complicación que se encontraran.




Harry era quien encabezaba la marcha por los largos pasillos del ministerio, dirigiéndose al departamento de misterios de la planta inferior, donde se encontraba la cámara de la muerte y la sala donde estaba ubicado el velo. Una vez llegaron, Harry lo contemplo con fascinación y tristeza, ese fue el lugar donde había visto morir a la persona que hasta ese momento era la más importante para él. Draco le apretó la mano, transmitiéndole fuerza.




—Todo estará bien, pronto estarán con nosotros de nuevo—le dijo, robándole un beso y alejándose unos pasos. Harry se vio más decidido. Tomo el anillo del lobo en su oreja, e invoco a Cromwell otra vez. El aullido se disperso en la sala, y esta vez, un hombre lobo, hecho de plata, fue el que hizo acto de aparición, inclinándose ante Harry con parsimonia y respeto.



—Sirvo al Regis y sus deseos—murmuro con orgullo. Harry le acaricio el plateado pelaje, maravillado al sentirlo tan suave siendo hecho de metal. Una vez acabo, el lobo se puso de pie y espero a las órdenes de Harry.





—Libera los sellos que atan el poder de Tepes y al licántropo primo—el lobo asintió y arranco sus colmillo, tirándolos a ambos extremos de Harry, y regresando en el proceso a ser el pendiente en la oreja del mismo. Bajo los colmillos, dos grandes círculos de runas comenzaron a girar y a liberar lo que parecían ser dos magníficos sarcófagos, tallados con marcas muy antiguas. Vlad los contemplo maravillado al igual que los presentes. Cuando estuvieron fuera del círculo mágico, Vlad se acerco al que era más grande de los dos y acaricio el cristal.




—Cuanto tiempo sin verte, mi querido sobrino…—dijo con suavidad. Ciel lo admiro con un rostro impasible, pero con clara molestia al ver ese gesto tan suave en él. Como si hubiera sentido la molestia de Ciel, se aparto del sarcófago y se acerco al más pequeño, soltando unas cadenas que lo ataban, vislumbrando líneas oscuras que escapaban por los lados—. ¡El grave of María será liberado! —exclamo, alejándose un poco.




La habitación se oscureció y la punta de los dedos de Vlad, se iluminaron con un fulgor rojo oscuro. Su rostro se puso serio y apunto al sarcófago: —Aperiam, compedes incisorius, anima remissionis, fatorum puppeteer. ¡Patefacio sursum, sepulcrum Mariae!





El sarcófago comenzó a destruir la madera y desde dentro, figuras oscuras comenzaron a salir, pareciendo demonios que deseaban arrastras un alma al infierno. La temperatura comenzó a descender con rapidez, provocando escalofríos por lo terrorífico de la escena. Las oscuras figuras que desdeñaban dolor, odio, traición, pena y sufrimiento comenzaron a girar en el techo, creando un manto oscuro que cayó sobre Tepes. Vlad se vio sumergido en una vorágine de oscuridad perpetua que ingresaba por su piel, su boca, sus ojos, oídos… 


Todos lo contemplaron con estupefacción y cruentas muecas de asco y dolor. Se veía terrible tener que pasar por eso. Cuando todo acabo, Vlad se mostraba imponente y oscuro como ninguno. Sus ojos eran de un rojo sangre, tan brillante como un par de rubís. Su cuerpo estaba cubierto por una espesa y fina neblina oscura, algo roja, casi como fuego viviente que danzaba al son de sus deseos.





—Comencemos… —su voz, profunda y rasposa, sexy a opinión de los magos oscuros en la habitación, los hizo estremecerse y sentir un escalofrió subir por sus espaldas. Camino hasta el velo y coloco una mano en el mismo, destrozándolo como si fuera un espejo. Un agudo grito salió de este y luego, una inmensa puerta se formo, abriéndose lentamente. Vladimir se giro sobre sus talones y los miro con burla—. Sean bienvenidos a mis dominios… ya he enviado a mis invitados al otro lado… ¿gustan pasar?

Notas finales:

para finalizar, hoy dejare un adelanto del fic que tomara el lugar de este cuando termine... XD



Lost paradise...





— ¿Perdido de nuevo en cosas que no deberías, Harry?—Le dijo un joven de cabello corto y castaño, de estatura media y cuerpo definido. Tenía un traje negro a la medida, de un corte exquisito. Sus ojos eran verdes y su sonrisa, aunque regañona, era dulce. Detrás de él, dos pequeños reían entre dientes por ver como reñían a su padre.



—Déjalo ya, Dobby —murmuro Elliot, poniendo una sonrisa soñadora y ojos burlones—. Ha de estar pensando en la próxima novia que se cargara. ¿Cómo era…? Ah, sí Miss. Angeline. En la última reunión de padres no paraba de suspirar sobre el cuello de papá como si su vida dependiera de ello.



— ¡Elliot! —Se escandalizo. Sus mejillas ya eran un refulgente fucsia mezclado con rojo carmín. Nunca le gustaron las reuniones de padres, siempre era igual cada vez que asistía a una de ellas. Lo malo de todo era tener a sus dos demonios siempre burlándose de las mujeres que trataban de conquistarlo con sus “indiscreciones”. Bufo luego de ver a aquellos tres riéndose de él. Dobby se transformo de nueva cuenta en el pequeño elfo y se acerco para recoger la taza ya vacía y uno que otro plato de aperitivos.


queda aclarar, que sólo sera subido cuando termine I believe in angels. que no esta muy lejos de terminar.


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