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i believe in angels por black_phenix

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Notas del capitulo:

Primero que nada, quiero disculparme; mi vida es un Caos terrible. No había tenido tiempo para escribir debido a mis actividades en "el mundo real", que consumen muchas veces todo mi tiempo. Tampoco había podido hacer este capitulo debido a ciertos inconveniente. Posiblemente no les guste, pero eso lo decidirán ustedes.No es un final que crea que los convenza, pero espero aclarar todas sus dudas con el epilogo. Les pido que me dejen sus quejas, y las preguntas que no pudieran ser contestadas en algún mensaje.

Un final decidido.





“Y ella es como la rosa: hermosa, y tan peligrosa como sus cruentas espinas.”







—Sean bienvenidos, todos ustedes—su voz sardónica hizo que un escalofrió recorriera sus cuerpos. El anciano sonrió complacido mientras los observaba desde el atrio de profesores en el gran comedor —. Es un gran placer tenerlos conmigo, hoy, en este día tan especial. —Un estridente relámpago, como rugido desgarrando la oscura noche, resolló en el firmamento, logrando darle al que por mucho tiempo se hizo pasar por Dumbledore, una apariencia siniestra. Lucifer dio una burlona reverencia, aun utilizando la apariencia del viejo bonachón. Harry apretó los labios, enojado con ese repugnante ser…






Habían llegado allí luego de pasar por sin fines de pruebas que los llevaron al limites sus fuerzas desde que entraron al castillo. Sombras con feroces y demoniacas apariencias los habían atacado y mermado sus fuerzas. Sus energías se iban reduciendo a límites insospechados mientras luchaban por cada pasillo que necesitaban recorrer. Aquellos demonios nacían del suelo tal lazo del diablo enojado, atacándoles sin compasión alguna.





Y ciertamente eran poderosos.





Ni siquiera Vlad y Joshua habían podido manejar, con todo su poder oscuro, a la horda anterior que había arremetido contra ellos. Con más poder del que hubieran imaginado. Habían podido manejar las situaciones a medida que avanzaban por los corredores; con varitas en ristre, y sus pieles y túnicas adquiriendo el adquisitivo olor a sangre luego de ser bañados en ella cuando utilizaban el Diffindo para desmembrar a aquellos aterradores entes, un color negruzco adornaba sus ropajes. Cerca de uno de ellos era como estar al lado de veinte Dementores al mismo momento.







Draco soltó un jadeo endureciendo su mirada mientras observaba la condescendiente sonrisa que le era ofrecida por Lucifer. Los ojos azules brillaron malévolos, regocijados en felicidad: —Veo que recibieron el tratamiento VIP por parte de los huéspedes actuales de Hogwarts. —Sus labios esgrimieron una enorme sonrisa a costa de las miradas incrédulas de los presentes.







—Oh, por supuesto que, como invitados de honor, tuvimos que hacer acopio de nuestra educación para devolver los gratos saludos de sus incipientes inquilinos—murmuro con sarcasmo Voldemort con una sonrisa sardónica en sus labios. El Dumbledore frente a ellos río de manera macabra, podría decirse que hasta poseía eco propio, uno oscuro, que hasta al vampiro logro petrificar por la gran energía emanada con ese solo acto. 





—Por eso siempre me has agradado, Thomas, siempre tan sarcástico. —Los rojos ojos de Voldemort brillaron con ganas asesinas mientras observaba con fijeza al maldito viejo. Con razón siempre le desagrado.






—Por qué no te haces un favor y detienes tus cocherías delirantes, caído de mierda. Has perdido. Puede que seas poderoso, pero somos todos estos magos y seres—hizo un movimiento con su varita en rededor con una sonrisa condescendientes, misma que el viejo les ofrecía— contra ti. No tienes oportunidades de ganar.






Una fría carcajada volvió a desquebrajar el aire, logrando un efecto caótico en el ambiente. El cielo del gran comedor, que era solamente una imagen proyectada de lo que sucedía fuera, se tornó oscuro y cuatro relámpagos azotaron su planicie, cada cual más potente que el anterior. Un escalofrió los recorrió a todos por ello. El ceño de James estaba fruncido, y así había permanecido desde que llegaron a Hogsmeade y se encontraron con el pueblo destruido y sin personas a su alrededor. 






— ¿Dónde están todos los habitantes de Hogsmeade? —Pregunto Remus con dureza, y en sus ojos bailando el odio en pura expresión. Su cuerpo, en algunos lugares estratégicos, estaba revestido de una fina capa de pelo plateado. Sus garras salían a relucir al igual que sus feroces gruñidos. Dumbledore movió varias veces el dedo, con una sonrisa y chasqueando la lengua.






— ¿Es esa manera de hablarle a tus mayores, Remus? —Le dijo con un suspiro desairado—. Creí haberte educado de mejor forma, pero no en todo podemos ser perfectos. —Lucius apretó los puños. Prácticamente le estaban diciendo mascota a su pareja. Nadie podía deshonrar el honor de Remus (a excepción de él, de manera sexual claramente hablando) y salir impunes por ello—. Mi querido Lucius, no deberías enojarte. Ah, y respondiendo a tu pregunta, Rems, les advertí que Voldemort—una risilla divertida mientras observaba al ahora humeante Tom— atacaría Hogsmeade este día. Todos están en alguna parte del país con familiares, o refugios. Por supuesto, tuve que hacer convincente lo del pueblo usando a algunos de mis cachorros. Ustedes ya tuvieron el placer de conocerlos. ¿Verdad que son lindos? Yo mismo los hice. —Fingió enjaguarse algunas lágrimas y añadió con burla: —Crecen tan rápido.






— ¡Deja tus malditas burlas y ríndete ya! Somos muchos como para que puedas manejarnos a todos. ¡Todos tus planes se han destrozado! —Otra de aquellas terroríficas carcajadas inundo el aire. Harry sentía que algo iba mal. Estaba demasiado tranquilo para su propio gusto. Pensó verlo enojado, gritando por planes fallidos y pregonando muertes a diestra y siniestra usando todo su poder para intimidarlos, pero no, ahí estaba él, todo bonachón, sonriente y juguetón. Todo estaba fuera de control, y nada estaba saliendo como lo habían imaginado.






—No, no, mi querido Zabini, mis planes no se han frustrado de ninguna manera. —Admitió dejándose caer en lo que había llamado la atención de todos desde que habían ingresado al comedor. Era un trono donde se suponía que la mesa de maestros debía estar. La mirada de los presentes se entorno de manera irreal ante las palabras de Lucifer—. Pero claro, antes de proseguir, ¿no creen que todos los invitados deberían de estar presentes primero? —Con un chasquido de sus dedos, cuatro seres cayeron desde el techo algo maltrechos y heridos; pero vivos. Lagolos, Ciel, Aeón y alguien desconocido estaban frente a todos los presentes. Su cuerpos estaban bañados, para horror de unos cuantos, en sangre y profundas heridas producto de fieras batallas. Joshua sintió su cuerpo arder en ese instante.






Ellos se habían separado en uno de los corredores cuando Vlad sintió que podía abrir una puerta espacio-temporal hacia donde se encontraba el padre de Ciel. Aeón había pedido a su hijo que lo liberara del hechizo (ya que había aparecido de la nada a su encuentro en Hogsmeade), y habían desaparecido diciéndoles que se apresuraran a llegar a allí. 






—Vlad, Joshua, tranquilícense. —Otra vez ese maldito ser los estaba tomando como una mera burla. Vlad y Joshua sentían la sangre hervir al ver a su pequeño amo, y a Lagolos, de aquella manera, y que decir del aura oscura que desprendían sus cuerpos producto de la incontenible rabia—. Creo que todos ustedes son unos sentimentales. —Suspiro con fingido dramatismo—. Pero bueno, todo sea por la causa.







— ¿Planes, causa? ¿No que todos tus planes habían fallado? Harry se casó con Draco, no tendrás, ni tendrías oportunidad alguna. —Le soltó Pansy con un deje de rencor—. ¡Acepta la maldita verdad! Todo acabo.






—Tsk, Tsk, señorita Parkinson, modere su tono de voz. Además, creo que se equivoca en algo. —Una extensa y macabra sonrisa se extendió en sus facciones, al igual que sus ojos brillaron con intenso placer—. Todo ha ido como fue planeado. ¿Nunca les pareció extraño que no actuara aun a sabiendas que Harry estaba comenzando a sospechar de mí?, ¿Qué no actuara, y no comenzara una masacre poniendo en su contra a todo el mundo mágico? ¿Qué todo fuera como si estuviéramos en un simple juego? Aunque, ciertamente, es así. Al menos para mí. 







Todos quedaron pasmados ante esto.






— ¿sorprendidos? No deberían. —Cruzo las piernas con tranquilidad—. Todo lo que ha sucedido lo había previsto, y todo ha terminado como he querido. Han de estarse preguntando por que no he eliminado a todo obstáculo que se me atraviesa. —Fue una afirmación. Rodo los ojos con exasperación, todos los mortales eran iguales; pensando que todo se resolvía matando a miles y miles en masa para demostrar poderío—. Porque no lo veo necesario. Nadie aquí, o en el exterior de este castillo, represente es un reto para mí, sólo tú, Harry. Después de ser derrotado por Arthur comencé a trazar los planes, usando las visiones que a mí llegaban. Oh, sí, el poder de un vidente. Una de las ventajas de ser un caído, como ustedes me dicen. Logre acomodar cada paso hasta el día de hoy. El nacimiento de Aeón, la primera guerra oscura contra Grindelwald, el surgimiento del Lord oscuro Voldemort, el nacimiento de Harry Potter. Todo está conectado, todo es un círculo vicioso sin fin, ahora; ese círculo está completamente cerrado y el destino se ha hecho innegable.






Se levantó del trono y sonrió con cinismo.






—El Regis nace de un alma que es pura, de una persona que aprecia lo que es sentir y valora el vivir, sin arrogancia alguna que dañe sus dotes. —Explico con simpleza haciendo unos cuantos gestos con la mano—. Si se criaba con sus padres, Harry se hubiese convertido en un arrogante crio lleno de vicios y adicto al poder, algo que no me podía dar el lujo de permitir. Por ello utilice mis visiones y cree los escenarios más convenientes para todo. Hice la vida de Thomas Riddle miserable utilizando un Imperius en su padre, para que lo odiara a tal punto de matar a su madre; luego fue cuestión de dejarlo en el peor orfanato jamás habido. —Tom abrió los ojos sorprendido, al igual que los que escuchaban el cómo habían caído en el juego de aquella araña—. Te eduque aquí, en Hogwarts, de tal manera que quisieras conocer más sobre la magia oscura, y que pensaras que los pura sangre debían prevalecer por sobre todo junto con sus tradiciones. Y eso, aunado a tu odio por los Muggle’s, nacido por el desprecio hacia tu familia, te convertiría en lo que hace tiempo eras: Lord Voldemort, el mago oscuro más poderoso de todos los tiempos. Por supuesto, todo esto era porque necesitaba que las líneas herederas más poderosas se unieran. Sólo fue cuestión de hacer que James, heredero de Gryffindor, se interesara en el muy huraño y poco comunicativo ayudante del profesor de pociones, que era el último heredero de Salazar Slytherin. Que no fue difícil, ya que a James le encantaban los retos, y tú representaste el más grande que él jamás había conocido, cayendo rendido por ti en el proceso de su conquista, querido Tom.






Guardo silencio durante breves instantes, deleitándose con las facciones de contrariedad que mostraban sus invitados.






—Luego de que Harry estuviera en camino, llego el momento de separarlos y que así las ruedas comenzaran a girar. Un simple engaño, utilizando al muy tonto de Peter, y caíste en la trampa, Tom. Lily estaba protegiendo a James y a su ahijado de mí, y utilice eso en mi favor haciendo correr la noticia del matrimonio Potter y Evans. Logre hacer que Sirius, quien desconocía del todo las razones de James para ocultarse, declinara en la oferta de convertirse en guardián secreto del Fidelio, proponiendo a Peter para el puesto ya que nadie pensaría que su tímido amigo seria el elegido para lo mismo. —Una macabra sonrisa se ensancho—. En ese momento la cuestión fue hacer que Tom deseara matar al hijo de su amado, quien lo había traicionado con la pelirroja Muggle. Y aquí entra la profecía. Sólo el lugar indicado y las cosas correctamente ejecutadas permitieron que las cosas funcionaran a la perfección; y esa pieza de juego fuiste tú, mi querido Severus, quien estaba resentido por creer que su amor lo había traicionado. —Snape entorno rabiosamente la mirada—. Hice que Trelawney recitara una falsa profecía, con algunos de mis trucos—le guiño un ojo provocando cierto número de arcadas—. Fue como un juego de niños. Sólo te permití escuchar la primera parte para así poner nervioso a mi muy joven pupilo; Tom siempre fue un supersticioso, y eso me ayudaba bastante. 







Comenzó a rodear el trono mientras deslizaba sus dedos con sutileza por la madera: —Luego de lograr mi objetivo al hacer que Tom desapareciera, consciente de que volvería. Oh, sí, Tom, lo sabía. Conocía todas las cosas que hiciste para ser casi inmortal, después de todo yo fui quien le pidió a Slughorn que dijera aquellas palabras que tanto te intrigaron y te llevaron a crear los Horrocruxes. Cuando me encargue de hacerte literalmente polvo, tome a Harry y lo lleve al lugar indicado, la casa de los Dursley, quienes lo convertirían prácticamente en sirviente por su aberración hacia la magia. Como dije, no necesitaba a alguien arrogante, sino a alguien puro. Harry no podría odiar a sus familiares, porque eran los únicos que, según su deducción a tan corta edad, se preocuparían de su persona. Harry se crio humilde y consiente de que no merecía nada. Pero valoraba enormemente su vida y la de otros.






— ¡Maldito! —Mascullo Harry con una mirada completamente perdida en odio.






—No necesito de halagos para saber lo que soy, pero de todos modos gracias, Harry. —Dijo con diversión—. Donde me quede, oh, sí. Luego de eso, era sólo cuestión de tiempo. Las líneas de Slytherin y Gryffindor estaban unidas, por lo que el ser más fuerte entre los magos ya había nacido. Harry tan sólo necesitaba recibir su herencia, aquella que representaba la bondad de la tierra, su parte elfica, y Tom se encargaría de refinar las habilidades de su joven hijo en todos aquellos intentos de asesinato infructíferos: porque, ciertamente, era necesario sacar a relucir la valentía Gryffindor de parte del joven Potter. La piedra filosofal, la cámara de los secretos, el escape de Sirius de Azkaban, el torneo de los tres magos, el regreso de Tom, la supuesta muerte de Sirius. Todos y cada uno de esos eventos meticulosamente planeados hasta la perfección. Luego fue la cereza sobre el pastel. El diario de tu padre, Harry, ¿cómo crees que llego a tus manos, con aquellas palabas finales que me describían como el villano? —Potter abrió desmesuradamente los ojos—. Permití que James viera a través de mí y que escuchara alguna de mis conversaciones con mí adorado hijo, que era otro peón mas atrapado por sus sentimientos, para que desconfiase completamente de mí. Nada muy difícil de lograr debo decir. Eso hizo que el diario llegase a tus manos a la edad requerida, que tu pudieras ver a través de mis falsedades, y así llegaras hasta donde estas ahora. Casado con el pequeño dragón. 






—En la oficina de Fudge…






—Oh, por favor, Lucius. Eso fue otro de mis pasos a seguir, al igual que lo fue tomar el lugar de Albus y encerrar al verdadero en aquella dimensión hasta ahora. Como también lo fue engañar a todos mis allegados con mi falsa preocupación, con mis fingidos nervios casi explotando. Como lo fue decir en voz alta todos mis planes consiente de que mi viejo amigo, Nigellus Black, resentido por haber perdido al último cabeza de familia y saber que fue mi culpa, actuaría como un espía para Harry en mi oficina. Tú, como todos los demás a mi alrededor, debías de pensar que estaba siendo derrotado, así nadie se desviaría de los pasos que les marque, con luces de neón y todo, para que siguieran. —Lucius apretó los puños—. Después de esto, sólo fue comenzar a cerrar el círculo. El afecto mutuo entre tus amigos, la aparición del viejo diario de Cromwell que contenía los poderes sellados de un ente oscuro, la entrada de mi muy querido nieto junto al antiguo rey de los no muertos. El regreso de James y los otros, el control de la parte licantrópica de Remus, aunque lo único que me sorprende es la unión entre Sirius y Lily, se ven muy bien, los felicito. 






— ¿Cuál es la finalidad de todo esto? —Pregunto Lilith, ardiendo en rabia. Dumbledore comenzó a descender mientras su apariencia desvelaba a su verdadero ser. Todos quedaron pasmados ante la belleza oscura que emanaba. Lucifer continúo hasta situarse frente a Harry con una rauda sonrisa y una mirada de superioridad.






—Aparte de regodearme un poco diciéndoles como hemos llegado a este momento, tiene la finalidad de informarles a todos, principalmente a ti, Harry, que el Regis ya está entre nosotros. —Lo miro con parsimonia mientras giraba y volvía a subir por la escalinata—. Sólo dos llaves más se necesitaban, y una de ellas se encuentra dentro de ti. “El fruto de un amor verdadero”. Así es, mis queridos invitados, un hijo. Felicidades, Harry, serás papá. La alegría en el momento preciso.






Harry toco su vientre mientras sus ojos se agrandaban presas de la sorpresa, al igual que los de Draco, pero este instintivamente se colocó frente a Harry en son de protección.







—Y por supuesto, la llave faltante. —Una gran sonrisa mientras un gran rayo en forma de lanza, escupido de forma siniestra de los dedos de Lucifer, atravesaba a Draco en el pecho, justo en el corazón—. La muerte del verdadero amor… El dolor hacia un ser muy querido.






Un grito desgarrador rompió los cielos y removió la tierra. Harry no podía creer lo que observaba, no podía ni quería creerlo. Draco caía en cámara lenta entre sus brazos, de forma irreal ante sus ojos. Después de eso no presto atención a nada más. No supo cómo fue, pero todos, quienes en su rabia ya incontenible comenzaron a atacar, caían fulminados por fieros ataques ejecutados con elegancia por parte de Lucifer. No quería prestar atención a nada más que no fuese su amado esposo…




—Draco….







—Ahora es tu turno, Harry—miro hacia arriba y se encontró con aquellos oscuros ojos envueltos en una sensación de complacencia. Había logrado lo que quería, y esta vez no había nada que le impidiera lograr sus metas. Luego de eliminar el alma de Harry, el poder del Regis fluiría y sólo era cuestión de tomarlo como único sucesor restante. Levanto su mano, la cual oscilaba con un verde escarlata envolviéndola. Era el avada, pero más poderoso que cualquier otro—. Descuida, pronto te reunirás con tu amado, ya no me eres necesario. Ni tú, ni tu hijo. Ha sido un placer jugar con tu vida…







Disponiéndose a lanzar el avada, sonrió con cinismo, consciente de que todo, esta vez, sería como él quería. Ondeo su mano en dirección a Harry, y libero la feroz maldición de muerte. A Harry ya no le importaba morir. Draco estaba muerto después de todo, e hiciese lo que hiciese, nada lo cambiaria. El poder del Regis no trascendía más allá de la realidad. No podía otorgar vida a lo que ya estaba muerto.







Cerró los ojos preparándose para partir, pero por su mente fluyeron cientos de ideas y miles de razones por las que estar vivo cuando unos finos dedos se apretaron contra su mano. Una luz irrazonablemente luminosa lo envolvió, y un rugido, junto a un graznar feroz, rompieron el dramático silencio. Cuando Harry abrió los ojos, se encontró con algo sorpresivo; sus dos formas Animagas frente a él, paradas con elegancia, defendiéndolo.







—No deberías rendirte tan fácil, joven Regis—exclamo el gallardo y oscuro león, lanzándole lo que a su parecer fue una arrogante sonrisa. Piso con fuerza, extendió sus enormes alas y lanzo un rugido tan potente como un relámpago que recién azota la tierra. Lucifer se cubrió el rostro por la potente ráfaga, impresionado ante lo que observaba. Antes de que de sus labios saliera palabra alguna, el fénix oscuro hizo brillar sus ojos con fiereza, extendiendo sus alas cuan largas eran y ondeo creando Una ráfaga aún más poderosa que la del rugido, logrando azotar a Lucifer contra el muro trasero del gran comedor. (Y, en el proceso, procediendo a destruir toda la propiedad escolar).







—El león tiene razón, mi joven amo. Te has rendido sin dar pelea; no sólo tu dragón existe en la planicie del mundo, y no sólo fue su vida la que te fue confiada. —La oscura ave se detuvo frente a Draco y dejo caer una lágrima entre sus labios—. Él está protegido por alguien divino, su felicidad es la tuya, y la ecuación se hace inversa con sus vidas. —El fénix acaricio la mejilla del impresionado Harry con su cabeza—. “Su mano acaricia tu pelo cada mañana, y susurra palabras de amor hacia su prodigo hijo”. Ellasiempre te tiene en vigía, admirando tú día a día.







Antes de que Harry dijese nada, el ave sobrevoló la habitación, haciendo varias paradas entre los heridos, haciendo lo mismo que con Draco. El león se encargaba de mantener a lucifer abajo con sus potentes rugidos y su fiera expresión de amenaza.






— ¿¡Que se supone que es esto!? —Grito Lucifer, con la pata del león sobre su espalda, impidiéndole movimiento alguno. Nada de eso lo había planeado. Sus cálculos, junto a sus visiones, habían sido perfectos. En esos momentos debería de estar sosteniendo el poder del mundo en la palma de su mano. Sus ojos destilaron veneno puro mientras sus facciones se deterioraban—. ¿Qué demonios eres? ¿Por qué se entrometen en algo que no les concierne?







—Eres muy arrogante, Lucifer. —Mascullo con sorna el león, respirando con ferocidad en el rostro del aludido. Lucifer entorno la mirada—. Yo soy la conciencia del Regis, quien mantiene en orden su ser. Y el fénix es la representación de sus sentimientos. ¿Algo que no previste que existía dentro de él, y mucho menos que pudiera manifestarse, eh? —El caído abrió desmesurado los ojos.






—Arthur, ¿no? ¡Es Arthur quien impide mis planes de nuevo! —Un poco más de presión y estaba comiendo tierra—. ¡Ese poder me corresponde por derecho! —Escupió con sorna.






— ¿Quién lo afirma? Tú no eres el creador, sólo eres una más de sus creaciones. —Los dientes de lucifer crisparon—. Te enoja escuchar eso, ¿verdad? Pero no puedes negar lo que es cierto. Aunque lograses haber terminado con la vida de mi amo, nada hubieses logrado.






— ¿Qué te hace pensar lo contrario? —Una fría carcajada fricciono la atmosfera—. Ya cree el agujero en el corazón de tu señor, sólo es tiempo de que su poder descienda y se descontrole al tener una vasija incompleta para contenerlo.







Lucifer comenzó a carcajearse. El león lo observo fríamente y le dejo libre mientras caminaba hacia su amo. Harry no comprendía de qué iba todo aquello. El demonio observo al raudo león mientras se levantaba con una sonrisa complacida delineando sus labios.







—Arthur jamás fue el Regis—Musito el fénix, posándose al lado de Harry, el caído frunció el ceño ante eso—. Ese poder sólo se le fue otorgado temporalmente. Por eso jamás cumpliste tus metas en los tiempos de Merlín, Lucifer, y dudo mucho que lo hagas ahora.







—Sólo ella puede otorgar ese poder, y si lo hizo ella, Arthur legítimamente es el Regis. Este mago—escupió con asco hacia Harry— es sólo su sucesor. 







— ¿Quién asegura que fue ella? —Una dulce voz quebró el aire, y desde el vórtice que se formó con las estrellas y las nubes en el techo del gran comedor, Arthur descendió envestido en una armadura de oro. Brillaba tan elegante como hacía más de mil años lo había hecho, en la misma noche que se enfrentaron. Los que se habían recuperado de los choques múltiples provocados por los hechizos de Lucifer, quedaron anonadados por tanta belleza. Aeón lo observo fascinado. El ser que siempre quiso conocer estaba parado frente a él, observándolo con aquella bella sonrisa.







—Padre…—fue un leve susurro acompañado de un par de lágrimas incontenibles. Ciel tenía una expresión de sorpresa plasmada, ya que era la primera vez que conocía a su abuelo. Y por supuesto, su entrada fue de infarto. 







—Hijo…—le respondió con sutileza y amor plasmada en esa simple frase. Lucifer torció el gesto.






—Hola, amor mío. —Arrojo con asco, posando una sonrisa socarrona y cínica. Arthur lo miro sin cambiar de expresión.







—Esa forma de referirte a mí, no te pertenece desde hace mucho tiempo. —Respondió con tanta altiveza como correspondía a su persona—. Después de todo, Lucifer murió por mi espada frente a mí, sólo eres un remanente de su existencia.







—Sigo aquí, ¿no?







—Sólo eres el fantasma de un falso deseo incompleto. —Sus labios se extendieron al ver crispadas las facciones de Lucifer, y para mayor placer de su persona, apunto hacia un Draco recién despertando; quien estaba algo mareado y con visión difusa—. He allí al contenedor de tu alma. Tu reencarnación







— ¡He! Aun así sigo aquí. Él es nada más que sentimientos. Yo soy el verdadero, jamás morí, Arthur, simplemente libere todo de mi aquel día. Todo gracias a ti. —Hizo una burda reverencia con todo el cinismo que pudo—. ¿Por qué no ahorramos todo esto y me entregas lo que por derecho es mío, Arthur?







— ¿Y que sería eso, si puedo preguntar?







—El poder que cargas contigo. Sólo a alguien puro se le puede entregar, sea oscuro o blanco. Tu elegido está incompleto, y sólo a mí me corresponde cargar con el poder ahora que has descendido. —Arthur río con diversión, para completa molestia del caído.








—Creí haber dicho que este poder jamás me fue entregado por ella…







— ¡Deja de mentir y entrégamelo!






— ¿Por qué habría de mentir? Ciertamente, es como dices, el poder del Regis sólo puede ser entregado por ella. Pero hay un solo fallo en todo lo que dices, Lucifer —se acercó a Harry e hizo que Aeón tomara, contra toda negativa de Potter, a Draco entre sus brazos para así poder levantar al joven elfo mientras le sonreía con picardía—. Tu error fue sólo uno, Lucifer…—el vórtice en el techo comenzó a girar con más fuerza a lo que Arthur llevaba consigo a Harry hacia su interior. El caído rápidamente extendió unas alas oscuras y deterioradas. Eran algo huesudas y resplandecían con un rojo sangre asqueroso. Emprendió el vuelo al igual que las dos criaturas que representaban a Harry en formas animales hacia el vórtice que se cerraba con la profunda y dulce voz de Arthur como fondo: — Y ese fue, no conocer la verdad ante mi ascenso al poder, Y el verdadero alcance del poder de un Regis. 










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El espacio en el que se encontraban era hermoso. Una extensa pradera con variopintos tonos de verde y amarillo, un cielo completamente azul y un sol cálido deslumbrando todo rastro de oscuridad. Un arroyo se escuchaba cerca del bosque que, según lograban notar, se extendía por miles y miles de kilómetros. Harry observo todo con exorbitante placer. Era precioso, una obra sólo encontrada en lienzos y sueños. 







— ¿Dónde estamos? —Pregunto, levantándose con algo de esfuerzo, pero no recibió la respuesta que esperaba de cualquiera.






Giro sobre si, logrando encontrar a Lucifer junto a Arthur varios metros más adelante, mirándose fijamente con rencor pululando a su alrededor. Arthur lanzo una carcajada sarcástica, por algo comentado por el ángel caído, que no logro escuchar por la distancia que los separaba.






Decidió acercarse. El asunto le concernía después de todo.






—… rry quien me otorgo el poder para ser lo que soy —logro escuchar. Se detuvo en seco y los observo. Las facciones de lucifer eran indefinidas; estaban siendo tapadas por un oscuro flequillo. Pero podía ver sus puños cerrados con bastante fuerza, lo que decía que su autocontrol estaba en su límite—. Quieras creerlo o no—Arthur, sorprendiéndolo, le sonrió a él, y se acercó hacia donde se encontraba. Al estar frente a frente, extendió sus brazos y los coloco tras su cuello, haciendo que un escalofrió lo recorriera—, sólo he estado guardando esto hasta regresarlo a su dueño.






Sin más, colocando juntas sus frentes y una extensa sonrisa apareció en sus labios: —Es hora de que te regrese lo que te pertenece, mi rey.







Una zagas luz, fuerte y brillante, los rodeo a ambos. A Harry le llegaron cientos de imágenes desconocidas, que comenzaron a cobrar sentido y vida dentro de su cabeza, y su alma pareció despegarse de su cuerpo en un lapso astral de tiempo llevándolo a recorrer sus memorias. Recuerdos del viejo Cromwell, de algunos seres que desconocía en su actual vida y… y Arthur de rodillas, esperando a la muerte con pesar…






—Has sufrido demasiado, Arthur…—dijo estando ya cerca. Lo había visto desde la lejanía en aquel maltrecho estado, con aquel moribundo cuerpo a su lado, atravesado por el filo de una imponente espada. Y lo comprendió. He allí el significado de todo.









Su voz, para Arthur, era hermosa, imponente, pero suave y rasposa. Las palabras parecían cobrar vida, transportando el sentimiento que estas reflejaban. No supo porque, ni cuando, pero estaba llorando bajo el escrutinio de aquella verde mirada.








—…Pero era algo que debía suceder, Arthur, tu destino es más grande de lo que imaginas. Doloroso, quizás, pero con oportunidades únicas. Aquellas que tanto deseas —Arthur mordió su labio y, con toda la fuerza que pudo reunir, retiro con rudeza aquella mano aún posada en su barbilla. Aquellos ojos mostraron gran sorpresa por su acto, pero no replico nada.








—No necesito de su pena…—murmuro, y al instante descubrió que su voz estaba quebrada en un tono afónico. Quizás por haber estado gritando durante toda la lucha que sostuvo. Harry, que era un mero extraño para su persona, lanzo una sonrisa tranquilizadora, como si se hubiese esperado todo aquello. Los rubios cabellos de Arthur se vieron danzando al viento, como si alguien divino le estuviera acariciando la cabeza. Suspiro con cansancio, incluso hablar le suponía un gran esfuerzo—. No lo conozco…, y no quiero hacerlo. Estoy demasiado débil para siquiera hablar con propiedad. Si quiere hacerme un favor más grande que el hacerme ver como alguien con un gran destino deparándome, por favor, máteme… no tengo nada a lo que proteger, lo he perdido todo por alguien mezquino hambriento de poder. —Miro con odio al cuerpo del sujeto en cuestión, aun muerto a su lado, pero tampoco podía mostrar a relucir todo su odio, ¿su cansancio era para tanto? —. No quiero nada más que el poder reunirme con mi muerte. Sólo eso deseo, nada más…








El extraño pareció mirarlo aun con más pena que la anterior y, cuando no se dio cuenta, lo tenía abrazándole con cariño. Susurrando cosas a su oído que lo hacían querer llorar con dolor y gritar hasta perder por completo la voz….







—Es dolorosa la espera, pero hermoso fruto traerá el futuro. ¿No deseas ver a tu hijo crecer, llorar, amar, tener entre sus brazos a alguien que lo quiera? Sí es así, guardaras lo que te daré hasta que me conozcas, porque yo soy tú, sabrás encontrarme. Puede que sufras, puede que el dolor siempre te acompañe como sombra meridiana, pero no te dejare solo.






Un intenso brillo de su persona y dos figuras animales formándose a su lado hicieron a Arthur mirarlo con sorpresa: —Ellos estarán contigo, ayudándote y siendo tu compañía.






De repente, comenzó a desvanecerse…





—Espera… —musito Arthur con algo de miedo—. ¿Cuál es tu nombre? 






Y con cantarina sonrisa le respondió: —Harry Potter. 








Y Harry se dejó caer en el verde pasto. Sus largos cabellos brillando en un negro resplandeciente, como nunca antes lo hizo. Lucifer había quedado en shock al no haber podido impedir la sucesión, y mucho más al haber observado todo lo sucedido. Arthur comenzó a desvanecerse mientras miraba con ternura al ahora, por fin, Regis.






—Me diste la oportunidad de cuidar de mis seres queridos. De velar por un futuro en el que los descendientes de estos vivirían felices y en paz. Te doy las gracias por eso, y por darme, al final de todo, la oportunidad de observar contigo su crecimiento.






—Te lo dije, yo soy tú, Arthur, y tú eres yo. —Le respondió una vez logro asimilar lo sucedido. Arthur era traslucido, como humo difuso y brillante que comenzaba a ser absorbido por su cuerpo—. Entonces, al final de cuentas, ambos seremos felices. Yo soy tu reencarnación, y Draco la de tu verdadero amor.






Una gran sonrisa y un par de lágrimas fue lo último que vio de Arthur, junto al pequeño murmullo en su mente: —Gracias, mi joven rey…







Harry aguardo un minuto, aspirando con tranquilidad el dulce olor de aquella pradera ante de endurecer su mirada y levantarse con convicción y poder rodeando su existencia. El impacto de su presencia hizo salir de su letargo al demonio orquestita de todos aquellos planes que lo llevaron hasta donde se encontraba. Un relámpago rompió la tranquilidad, los cielos se oscurecieron, la naturaleza murió. Un aura benigna rodeaba a Lucifer de la misma forma en que un halo de vida envolvía a Harry. 






—Me han… Han osado engañarme… ¡Han osado joder con mis planes! —El descomunal grito hizo vibrar la tierra de forma imponente, pero Harry solo le devolvió una mirada entre resentida y de pena—. ¡No te atrevas a mirarme de esa manera, Potter! ¡Un maldito mocoso como tú no puede siquiera pensar en derrotar!...






—Ya lo he hecho—le interrumpió. Lucifer prácticamente enrojeció de rabia. Su blanca piel parecía lava hirviendo y sus ojos negros se volvieron completamente rojos, rasgando sus pupilas de manera animal—. Tú me diste las armas y el conocimiento para vencerte. Sólo era cuestión de elegir el momento preciso, el lugar, las razones, y tu preparaste todo sin siquiera tener que pedírtelo. Tú no orquestaste mi caída, limpiaste el camino de mi ascenso. 






A medida que hablaba se acercaba al oscuro ser con una sonrisa consentida. Lucifer temblaba de rabia e impotencia. Había hecho todo aquello pensando en poder, tan consumido en sus deseos que no vislumbro los caminos anexos que podían crear sus anhelos.





—Sólo es cuestión de comenzar de nuevo. —Musito para sí, pasando una temblorosa mano por su rostro, con una sonrisa desquiciada—. Sí, eso es, sólo tengo que matarte… puede que no tenga lo que quiero ahora, pero es cuestión de erradicarte y esperar por el próximo Regis. Sin fallos esta vez, lo planeare todo minuciosamente… —Harry soltó un suspiro resignado. La locura ya se había apoderado de él. Los rojos ojos se voltearon a verlo y parecieron perderse en la letanía de su poder. Ondeo un par de veces sus manos, creando varios relámpagos que impactaron contra un escudo invisible. Harry ni siquiera se esforzaba para impedir sus ataques. Su cabello danzaba al compás de las oleadas de viento salvaje arremolinado a su alrededor. Levanto su mano una vez estuvieron ambos uno frente al otro, y toco su mejilla, preparándose para dar el simple golpe que acabaría con todo.







—Ya ha sido suficiente, hijos míos —aquella voz se extendió por todo el lugar, como cálida mano que toca el corazón, devolviendo todo a como estaba cuando arribaron. Harry vislumbro una larga cabellera de blancor impecable. Parecían finos hilos de plata que danzaban con cada grácil movimiento de su persona. Una figura preciosa, como si fuera una obra de arte, casi como una muñeca de porcelana. Usaba un vestido blanco y andaba descalza. Sus ojos eran de una profunda e indefinida variedad de colores. De un momento eran azules y al otro verdes. Ambos la contemplaron, a la hermosa e imponente dama acompañada de dos risueños querubines. Una sonrisa de su parte los desmorono por completo. Se sintieron tan inferiores en su presencia, pero a la vez tan cómodos. Como si hubiesen sido abrazados en unos reconfortantes brazos. 







— ¿Tú, eres Dios? —Pregunto Harry, sintiendo un nudo en la garganta. La bella dama río con diversión y fue como recibir una probada del mejor licor jamás existido. Era embriagante en todos los sentidos.






—He tenido muchos nombres a lo largo de los siglos, pero ese es como todos me conocen. Aunque los llamados magos me tienen por la Diosa. —Concordó, acercándose. Lucifer no la miraba, su rostro veía todo menos a ella.






—Sí eres tan poderosa, ¿por qué no impediste que Lucifer hiciera todo esto? —El mencionado pareció tensarse y murmurar varias cosas por lo bajo. Y Harry se sintió en una dimensión completamente diferente.






—Un padre es consejero, pero de nada sirve hablar si sus consejos no son escuchados, mi joven hijo. Como padre y madre que soy de todos mis hijos, no puedo interferir en las decisiones que ellos mismo toman. Yo les di a todos la opción de elegir, no puedo romper mis propias palabras cuando los veo caer en malos caminos. Pero eso no significa que no pueda darles un empujoncito para regresar al buen sendero—le guiño el ojo, cosa que puso rojo a Harry de la vergüenza. Ahora que lo notaba, la voz de ella era preciosa. Dulce, fina, elegante y comprensiva. Aunque no era lo que había esperado—. Esperabas encontrar a un anciano barbudo y bonachón, comprensivo y en una toga blanca y con sandalias, ¿cierto? —Harry se sintió morir en ese instante. Era como si fuera regañado, y por Dios para colmo de males. Una fina oleada de notas cantarinas lo hizo voltear hacia la dama. Estaba riendo—. Muchos esperan encontrarse con una apariencia igual.






— ¿Qué hará ahora? Quiero decir, él—apuntando al caído, desviando su vergüenza con la pregunta— ha causado mucho daño a los míos. No puedo perdonarle el que nos haya usado a todos nosotros, no se cuales sean sus deseos, y no me importan. Pero esto no puede quedar impune. 






Dijo imponente. Estaba seguro que estaba siendo demasiado familiar con aquel divino ser, pero le era imposible actuar a la altura de la situación con el miserable que había jugado con su vida y las de sus amigos. La hermosa dama, no la llamaría Dios viendo como le desagradaba ese término, lo abrazo de improvisto. Fue como recibir el sol primaveral de lleno, cálido y reconfortante. Sus pensamientos se volvieron nulos en ese instante…






—Ya me las ingeniare para castigar a ese pequeño bribón. —Y, para total vergüenza del que se hacía llamar todo poderoso (o sea, lucifer), Harry soltó una estrepita carcajada—. Será mejor que regreses, mi joven hijo; los tuyos te esperan. Y cierto dragón esta que muerde. —Le dio una sonrisa divertida—. Muchas felicidades, les deseo lo mejor. —Dijo y añadió, tocando el vientre de Harry: —A los cuatro.






Y antes de que Harry dijera nada, se vio halado, como si de un traslador se tratase, por la tierra. Escuchando de fondo aquella dulce y maternal voz hablando con un nervioso Lucifer. ¿Quién hubiera pensado que todo aquel lio de dimensiones estratosféricas terminaría como si fuera una simple riña entre niños, y que la madre (Dios) intervendría castigando al perpetrador? Si se lo hubiesen dicho aquella mañana, diría que estaban listos para un psiquiatra. De repente, Harry sintió que su cuerpo comenzaba a quemarse, pero no era doloroso. Unas llamas entre azules y rojas envolvían todo su cuerpo, como si de ropa se tratase. La llama azul se volvió el fénix negro, y la roja se convirtió en el león. Del fénix sólo estaba presenta la mitad de su cuerpo, y del león por igual, el resto era difuminado por las llamas. Los hermosos ojos de Harry se abrieron impresionados.







—Descuida, mi joven rey, solo estamos aquí para entregarte lo que por derecho te pertenece. —Sin más, y dejándolo con las palabras en la boca de nuevo, las dos figuras comenzaron a rodearlo tal cual tornado mientras caían en picada.










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Draco tenía los nervios de punta y su Veela estaba que mordía a cualquiera que intentara tranquilizarle. Desde que despertó, y se encontró con el desastre que era el gran salón con sus conocidos y familia tirados en el suelo, había estado buscando a Harry. Pero no lo había encontrado, y le dan la noticia de que había desaparecido junto a Lucifer y un extraño que había descendido del cielo mágico del gran comedor. 






—Draco, tranquilízate—le dijo Pansy, cuidando no acercarse. Draco le lanzo una mirada tenebrosa que la hizo retroceder—. ¡Oye!, no somos tus enemigos. Y sabes mejor que nadie que Harry no se dejara vencer así por así.







—Lo siento, lo siento, pero no puedo tranquilizarme. No siento a Harry, ¡no siento nada! Estoy demasiado preocupado y que él no se encuentre en este mundo precisamente no me ayuda en nada. —Su cuerpo parecía temblar con cada paso que daba. Quería desmoronarse y comenzar a gritar a los cuatro vientos que quería a su esposo de regreso. Sus amigos lo observaron y prefirieron guardar silencio. Era mejor eso a tenerlo mandándoles miradas asesinas cada dos por tres, como le había ocurrido al señor tenebroso cuando lanzo uno de sus comentarios para tranquilizarlo. Con decir que el ser más oscuro entre los magos por poco y sale corriendo era poco. Malfoy rumio unas cosas ininteligibles y comenzó como soldado a dar marchas de un lado al otro.






Estaba que se halaba los pelos de su hermosa cabellera rubia. 







De la nada, el suelo comenzó a vibrar y los muros del castillo parecieron responder a la fuerza que comenzaba a emanar del agujero oscuro que se formó en el techo. Todos sacaron sus varitas, y Draco se preparó para cualquier cosa. Inclusive Remus sacó a relucir nuevamente su auto controlada transformación.






El primero en bajar la guardia ante lo que ocurría fue Draco. El castillo se estaba reconstruyendo a velocidad increíble, y el agujero oscuro comenzó a volverse blanco, esparciendo nubes en un cielo azul plagado de querubines. Y del centro, para asombro de todos los que lo observaban, Harry descendía.







Y, aunque tonta, una pregunta se formuló en la cabeza del Veela. Y, extrañamente, tenía la misma voz de quien flotaba frente a él.






¿Qué dices cuando unos ojos verdes y un par de alas negras aparecen frente a tus ojos...?






—Hermoso—murmuro con voz quebrada y alegre, atrapando la cintura de Harry con ternura y acercando sus labios hasta su persona—. Esa es la respuesta a lo que eres: hermoso. 






—Lo sé—le devolvió con gracia, y unió sus labios con dulzura.


Notas finales:


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