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i believe in angels por black_phenix

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Notas del capitulo:

bien, solo me queda explicar que se suponia que este capitulo lo terminaria a es ode las cuatro de la madrugada pero no pude ya que me interrumpieron. bueno, sin mas que decir mas que espero ue lo disfruten, se los dejo.

 

 

Derivations.

 

Harry estaba de pie, debajo de la regadera, mientras absorbía la sensación tan calma  en la que el agua tibia lograba sumergirle. Había llegado a su habitación luego –en el sentido forzoso y doloroso de la palabra– de haber tenido que separarse de Draco, no sin antes dejarse –más que literalmente –sin labios. Aun sentía el recorrido de aquellas pálidas manos en su piel o el cómo su propio cuerpo se contorsionaba ante las sacudidas salvajes de su muestra de atracción. Amor, pasión, deseo. ¿Qué más podía pedir?

Pego su frente a las frías baldosas y suspiro profundamente. Draco y el habían consumado su unión y de alguna manera se sentía tan feliz y a la vez estaba tan jodidamente preocupado. Le preocupaba aquella maldita actitud despreocupada y tranquila que mostraba Dumbledore esos días. No le hacía gracia que el anciano no comenzara actuar; ya prácticamente estaban en invierno y pronto se iría a casa para las vacaciones.

Ahora que lo recordaba, en el despacho del director, el cuadro de Phineas Nigellus Black, le había dicho que necesitaban discutir sobre muchas cosas con respecto a aquella nueva profecía –a la que virtuosamente no le prestó mucha atención– que venía cargada de tantas intrigas. Como aquella, ¿realmente era una reencarnación de alguien importante? Bien. Importante ya era… aunque no le gusto la idea de que era por matar a su propio padre… ¿de quién habría reencarnado? Eran cuestiones de lógica, por supuesto que las líneas de rey eran simples de unir al hecho de algo importante, ¿Qué demonios significaban todo aquello?

Suspiro involuntariamente, pasando una de sus manos por sus cabellos y tallándose los ojos con cansancio. Aun resentía la falta de horas en las que no pudo dormir. Si bien disfruto la noche de sexo salvaje y desenfrenado con Draco, el tener que asistir a clases con solo dos horas de descanso, no era algo que realmente le gustara. Su cuerpo vibro y se arqueo con intensa sensualidad al sentir una línea goteante de semen escurrirse de su interior y resbalar por el dorso de su pierna derecha. Dios, Draco era tan… mmmm. Tendría que castigar al Veela por apresurar todo aquello, pero valió la pena pasar todo aquel suplicio, aunque el Slytherin jamás se enterara de ello.

Miro hacia abajo y se extraño al ver tan poco semen bajar –aunque su miembro, después de posar sus ojos en la blanquecina línea que se vislumbraba bajar lentamente por su pierna, despertó con intensidad –. La fragancia del jabón lo hizo desviarse de nueva cuenta a que tan delicioso olía Draco. Maldición. Se suponía que no se sentiría tan atraído y displicente hacia aquel rubio engreído, pero al parecer su adorado padre había mentido en esa parte en el diario. Tenía unas ganas irrefrenables de estar junto a su hermoso Slytherin, de abrazarlo, de besarlo, de sentirse tan protegido como se sintió esa noche en la que sus cuerpos se encontraron o como cuando se sintió tan completo cuando sus piernas se encontraron y se entrelazaron. Inclusive en el hecho de que los fuertes brazos de Draco emanaban aquella abrumarte fuerza que le hicieran pensar en lo seguro que se sentía.

Una sola noche y ya Malfoy era indispensable para él.

Aaah. Era una maldita locura. Su padre, su amor, su herencia y que el hombre en que siempre confió era ahora el villano del cuento. Joder. ¿Acaso su vida podía ser más loca que ahora?

 Su pene punzaba cuando su mente se hondaba mas en que tan hermosos y llenos de deseos estaban los ojos color plata que se presentaban ante él, seguidos de unas dulces y carnosas líneas y una respingada y aristocrática nariz. Draco estaba grabado tan profundamente en su inconsciente que hasta podía imaginarlo con todo su cuerpo desplegado en la cama King sizes completamente desnudo. Sus piernas abiertas, permitiéndole poner sus verdes ojos en aquella parte que mantenía presa en una de sus manos y a la cual daba caricias que lo hacían gemir placenteramente, y aun así sus ojos no se desconectaban del todo.

– ¿Cuánto más profundo hondaras en mi, mi querido y único príncipe? –Alzo el rostro –permitiendo que el agua chocara con mas avidez la piel de su cara –, y se dejo llevar por la sensación de placer que recorría su cuerpo cuando comenzó a tocar su miembro, buscando aliviar toda aquella tensión y claro placer que lo recorría –. En verdad eres una… ¡aah!… droga para mí, mi querido Dragón.

No pensó en nada. No era algo que necesitaba cuando su mente divagaba en las palabras que su amor le decía al oído mientras lo penetraba con frenesí, había sido una noche espectacular. Una espectacular de 6 horas sin descanso alguno para tener otra ronda de caricias una tras otra. Gimió cuando el Draco de su imaginación se corrió con su nombre como última línea, larga y exquisita entre sus labios abiertos con un ronco y suave sonido, y gimió cuando sintió su miembro convulsionar expulsando un liquido blanquecino en su mano. Lo miro y vio su espesor y también lo vio  yéndose con el roce de la cristalina y tibia agua… se estaba volviendo un pervertido.

No era algo que le alegrase, pero de alguna forma se sentía bien consigo mismo. Tampoco era algo que había planeado cuando comenzó a acosar al que en un futuro no muy lejano seria su esposo. Toco su vientre y sonrió. Serian padres de dos hermosos niños cuando quedara embarazado. Ahora que lo pensaba, ¿Cómo se vería con una barriguita de seis meses, el pelo largo y una bata verde esmeralda cubriendo su desnudo cuerpo mientras era abrazado por Draco?

Salió de la ducha y se miro en el espejo largo y empañado una última vez, completamente desnudo, antes de ponerse la toalla y salir del cuarto de baño recolocando en su sitio el Glamour que había dejado expuesto cuando se vio dentro de la sala común de Griffindor y todo el mundo dentro de la torre dormía. También preguntándose donde se encontraba Ronald, el cual inexplicablemente no se hallaba en su cama.  

Aunque no le dio mucha importancia; el comportamiento de Ron era extraño de por sí desde que llego ese semestre. Todavía tenía ganas de saber que le hizo la señora Weasley para lograr tan impresionante cambio o que hechizo utilizo el Slytherin italiano para que Ronald pusiera de su parte en cambiar para bien.

Dejo sus pensamientos volar en mil y una explicaciones mientras se cambiaba. Era mejor apresurarse para bajar a desayunar.

 

 

:::::::::::::::::::::::

 

 

Bien. No es que la situación lo preocupase, no, para nada. Pero estar en sus zapatos en esos momentos nadie, ni siquiera el más fiel de los siervos, lo desearía. Ahora mismo tenía ganas de estar en su habitación disfrutando de sus “extrañas” –según muchos- maneras de pasar el tiempo corrigiendo los trabajos de los estúpidos leones que no sabían ni lo que era una simple peonia. Ese pensamiento lo hizo desear estar con mas ahincó del necesario estar detrás de aquel hermoso escritorio corrigiendo una tras otra las pociones y oliendo los fétidos trabajos para marcar con letra, grande, redonda y perfecta, una F que cubriera todo el pergamino de 15 centímetros.

Pero no, era mucho pedir. Ahora mismo estaba atrapado a esa primera hora de la mañana en la oficina de su señor, el cual inexplicablemente le daba la sensación de hacerlo querer gritar como niña que ve por primera vez un fantasma y salir por la primera ventana que se encontrara.

No es que nunca haya sentido ese deseo de hacerlo cuando veía a su maestro con cara de enojo y pocos amigos –aunque dudaba seriamente que este tuviera alguno –, o cuando sentía aquella magia oscura borbotar desde el cuerpo de su señor tan tangible y malignamente terrible; muchas veces tenía hasta pesadillas donde Voldemort lo utilizaba de tiro al blanco para sentirse tranquilo y en armonía.

La cuestión era que, delante de él, sentado tras el escritorio de mármol pesado y pulido con hermosas runas adornándolo; estaba su señor. Aquí es donde comenzó lo controversialmente inverosímil y que si no estuviera asustado, hasta le resultaría irascible. Su señor estaba sentado como de costumbre detrás de su escritorio y en la silla de cuero negro aterciopelado. Su ropa habitual –negra con encajes en color verde o plata, lo usual –. Sus manos cruzadas delante de él y un rostro con una gran sonrisa mientras le ofrecía una copa de vino danés añejo de 300 años.

¡Eh ahí su maldito problema!

¡¿Que, en nombre de los rizados pelos de las bolas alvinas de Merlín, estaba ocurriendo?!

Su sentido de auto conservación estaba activo y punzaba como nunca antes lo hizo en su inexorable vida. Su señor tenebroso jamás sonreía de aquella manera. Bueno, si de manera escabrosa, pero nunca –entiéndase completamente bien el marcado tono –, NUNCA de los jamases, el señor tenebroso sonreiría como una colegiala desquiciada. Eh ahí al punto donde deseaba llegar: Voldemort lo había citado en su oficina porque quería discutir algo muy importante, bueno, no solo estaba eso…

¿Qué hacia Lucius sentado a su lado con una mueca tan expectante como la que él  –podía apostarlo, no necesitaba un estúpido espejo para ver la cara de idiota que cargaba – tenia puesta? Suspiro suavemente tratando de no llamar la atención. Grave error teniendo en cuenta que el sonido de un alfiler cayendo en la alfombra persa podía percibirse en aquel tenso ambiente.

–Severus… –palideció. Bien, tuvo una hermosa y no tan buena vida. Podía estar junto a Lily de nuevo. Espero durante diez segundos el innombrable hechizo de la muerte, el cual no llego. Sorprendido miro a su amo –aunque, ¿Quién mata por un suspiro? –. Este estaba aun con su sonrisa bonachona con los brazos cruzados –. Lucius…

Miro a Malfoy y este simplemente trago con algo de dificultad. ¡Ja! Quién diablos no lo haría cuando el hombre más peligroso sobre la faz de la tierra te habla con un dulzón acento. El señor tenebroso permaneció en silencio durante varios minutos más. Severus miro con detenimiento la impotente, y algo tenebrosa –en todo puto sentido y ángulo – persona sentada frente a él con aquella enorme sonrisa. Vio su aura. Dios. Padre. Vendito. De todos los magos hijos de puta del mundo. Un tic se asentó en su ojo derecho mientras palidecía más y más con cada segundo que lograba vislumbrar más de aquel verdadero rostro detrás de la sonrisa eminente que presentaba su señor.

Era poderosa el aura sangrienta que se presentaba detrás de este. ¿Qué, en su sano juicio, se habría atrevido a enojarlo hasta tal punto de desarrollar aquella nueva faceta oscura?

–Los eh llamado aquí para atender algo simple…  –Snape  no dijo nada. ¿Cómo hacerlo cuando te encontrabas sosegado con aquella esencia colérica que hacia vibrar al mismo oxigeno? Tampoco es que estuviera permitido que hablara mientras su señor estaba concentrado tratando de encontrar las mejores palabras para comunicar la razón del porque él y Lucius estaban frente a él –. Bien. Primero que nada Lucius…

– ¿Sí, mi señor….?  --el hombre se veía en sí, impasible y tan sereno como una gota de agua en las aguas mas calmas dentro de un vaso.

–La razón del por qué estás aquí, es porque este tema te concierne, no solo por ser mi mano derecha y uno de mis más apreciados Mortifagos.

–Sus palabras me honran, mi señor  –Voldemort continuaba con aquella sonrisa de colegiala melodramática. Severus no quería decir absolutamente nada; estaba más preocupado por su seguridad que por que Lucius no midiera sus palabras.

–Bueno. Regresando al tema del por qué los llamo, es simple; Lucius, Harry Potter es mi hijo.

Tal vez no era la mejor forma de decir que el enemigo jurado de tu amo es su único hijo. Lucius entro en estado catatónico y parecía que de un momento a otro convulsionaria y echaría espuma por la boca mientras susurra incoherencias. ¿Quién hubiese imaginado que su sonriente señor prevería eso y les daría poción calmante dentro de las copas del añejo?

– ¿no es eso peligroso, mi Lord? –pregunto con cautela. Al parecer no era tan tonto como imaginaba, se pondría en una situación así. Tom sonrió –un poco más de lo que lo estaba haciendo –,  y comenzó a caminar por la oficina, deteniéndose en la ventana que le daba vista al desolado jardín trasero de la mansión Riddle. Lucius no había preguntado sobre quien era la madre o en sí, el gastador de Potter. No había que ser un genio para darse cuenta.

–Para nada, Lucius. Incluso tuvimos una agradable charla padre e hijo no hace mucho tiempo. –Malfoy boqueo como pez fuera del agua intentando decir algo, no sabía qué, pero sentía que debía decir algo. Al no salir sonido alguno de sus labios prefirió seguir escuchando las palabras del Lord –. Como su padre, James Potter, mi pareja; Harry también es un heredero de una criatura mágica. Un elfo antiguo. Eh allí la explicita razón del porque nuestras mentes se desconectaron cuando recibió su herencia, su parte de criatura mágica le da barreras especiales mentales para bloquear a cualquier Legeremante. –Lucius y Snape asintieron sin saber  hacia donde su amo deseaba llegar con todo aquello –. También conocen mejor que nadie cuales son las situaciones que hacen que una barrera natural puede decaer, ¿cierto?

Lucius y Severus volvieron a asentir ahora un poco cohibidos para cuando Voldemort entrecerró los ojos dulcemente. Parecía como si les estuviera explicando a unos niños de kínder algo tan simple como aquello. Y también resultaba tan escabrosa aquella mirada que les daba.

– ¡genial! –exclamo. Y  tanto Malfoy como Snape saltaron un poco sobre sus asientos con el corazón casi fuera. Aquella acción de su amo casi les da un infarto; si de por si estaban nerviosos ahora estaban en estado casi comatoso –. Pues resulta ser, que a Harry, una de esas situaciones le ocurrió anoche…

Snape volvió a palidecer. Ya casi no tenía sangre en las venas. Miro a su amo con ojos desorbitados –. ¿No querrá decir que…?

–Así es, Severus, Harry tuvo relaciones sexuales anoche. Lo vi todo. –ahora Lucius quería saber que tenía el que ver en el asunto de que el hizo de su amo estuviera de calentorro. A menos que…  –. Así es, Lucius –Voldemort sonrió indulgentemente. Lucius quiso explicar una y mil cosas a la vez, pero de su garganta sonido alguno no salían. Mierda. ¿Qué demonios pensaba Draco? Aunque estaba tan seguro como cualquiera que su hijo echaría espuma por la boca como quería hacer él cuándo se entero que el querido niño que vivió no era más que el hijo de Lord Voldemort –. ¿Qué te preocupa, Lucius?

– ¡realmente lamento lo que hizo mi tonto hijo, mi Lord! –casi grito y espero el golpe del crució por la insolencia que cometió su hizo al tocar al hijo de su señor –aunque aun no lo supiera –, y de miles de cosas ininteligibles que balbuceaba.

Tom rio suavemente haciendo que Lucius alzara la cabeza –. No necesitas ponerte así, querido Lucius. No te estoy reprochando nada ni a ti ni a tu hijo. Es más, estoy feliz de que tu hijo resultase ser la pareja del mío. –Pronto necesitarían un estanque de agua purificada, Lucius parecía un pez fuera de esta en la forma que su boca se abría en incredulidad –. Escuche gran parte de su conversación y se sobre el estado de Veela de tu hijo y no es por eso que estoy así de molesto –dejo la ventana y se encamino de nueva cuenta detrás del escritorio y dejo su máscara de falsa felicidad caer. –. En el ministerio han estado haciendo unos extraños movimientos que tienen que ver con que mi hijo este en la mansión Black y también con que  sostenga ambos títulos sobre los puestos más importantes dentro del Winzengamot y estoy seguro que el maldito anciano tiene que ver con esto.

– ¿en qué le podemos servir, mi Lord? –se atrevió a preguntar Severus. El Lord tomo de golpe la copa que aun reposaba en su escritorio. Tenía los nervios casi a reventar. Como se atrevía ese imbécil y senil anciano a tan siquiera pensar hacer algo contra su hijo. La copa reventó en su mano y Severus se vio tres metros bajo el más asqueroso de los pantanos con su cadáver lleno de gusanos.

–por el momento deseo que Harry y Draco estén casados lo más rápido posible….

¡¿Quéeeee?!

 

 

 

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Draco estaba que veía de color rosa todo a su alrededor. Su habitación se veía tan hermosa y a la vez tan fría al no tener dentro de esta a su hermoso elfo. Sí, Harry era una hermosura y también era cariñoso y adictivo. Su cuerpo, sus ojos, sus manos, sus labios. Hasta el más mínimo detalle de aquella bella figura era perfecto. También le gusto la actitud dominante que este, siendo el sumiso en la relación, daba a entrever. Lo aceptaba. Estaba irremediablemente enamorado de Harry Potter. Cada molécula en su cuerpo se lo gritaba y el estúpido de su Veela solo lo hacía aumentar el deseo de tenerlo entre sus brazos diez veces más de lo necesario.

Suspiro… Dios, estaba tan necesitado de su Griffindor.

Blaise no se encontraba en las mazmorras y tampoco su padrino estaba como de costumbre en su habitación. Le parecía raro, pero qué diablos le importaba cuando  tenia grabado en su oído interno, memoria y cuerpo el sonido y la esplendorosa vista y sensación de la textura del cuerpo y voz de Potter. SU Potter.

Tenía que tener cuidado con Harry, era demasiado hermoso y hermosamente tan ingenuo: sabía eso de todas las experiencias que gano cuando lo vigilaba constantemente en su cuarto año. Se había aprendido hasta el mas mínimo de los detalles de todo cuanto hacia y de todo lugar cuanto visitaba en las noches e inclusive cuáles eran sus comidas preferidas.

Le hubiese encantado comentarle aquello a Pansy, pero esta inexplicablemente tampoco se encontraba dentro de las mazmorras o en sus aposentos, aunque tenía la ligera impresión que su Allure Veela tenía la culpa de que prácticamente todo Howarts se encontraba patas arriba con lo referente al alumnado, pero qué diablos le importaba si ya era dueño de la cosa más hermosa de su mundo y otros.

–Me haces falta, Harry…  –casi grito con la almohada pegada a su rostro.

Sonrió y se puso en pie, tal vez si lo atrapaba antes del desayuno podría tener la oportunidad de robarle unos cuantos besos más. No se sintió satisfecho con los que había tomado unas horas atrás.

 

 

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Estaba cómodo e inexplicablemente no se sentía mal. Era como un maldito sueño hecho realidad. Uno donde él era la cenicienta y el chico que dormía plácidamente a su lado era el príncipe que hacia la fiesta para encontrar a una digna esposa. Sonrió y volvió a mirar su cara desde aquella posición: estaba recostado en su pecho, completamente desnudos, y con su cintura siendo apresada como un candado entre los brazos de su amado.

–Blaise…  –canturreo. Sus labios se acercaron a la fuerte y cuadrada mandíbula del italiano y planto dos, tres, cuatro besitos y para darle un toque final, mordió ligeramente su mentón. Zabini sonrió aun con los ojos cerrados y Ronald realizo de nuevo el proceso desde el inicio, tentado a besar aquellos labios y saciarse hasta el cansancio; como la noche anterior, de caricias. Blaise abrió los ojos y su mirada avellana se encontró con los azulinos ojos que estaban temblando en vergüenza junto a sus mejillas que ya estaban rosadas –. Perdón… yo…

 

–no te disculpes –susurro y beso los labios de Ron –. ¿Podrías hacer eso de nuevo?

Ron sonrió de nuevo e hizo lo que su italiano le pedía. Estaba tan enamorado, tan apegado a él, que la noche anterior no se atrevió a decir nada más que gemidos y suspiros en oleadas de placer que recorrieron sus cuerpos cuando a duras penas sus pieles se tocaban. El caso de que ambos se desearan y tenían miedo de decirlo por miedo a la reacción del contrario era casi irascible…

– ¿sabes cuánto me encantas, rojo? –Ron negó y Blaise robo un beso terminando con una suave mordida que hizo estremecer un poco el desnudo cuerpo de Weasley –. Es tal tu encanto hacia mí, que juro  que mi corazón late tan fuerte cuando me miras de esa manera…

Los labios de Ron se entreabrieron en sorpresa y luego una dulce sonrisa se dibujo en ellos. Zabini era tan hermoso, rico, popular y decía que lo amaba, pero él no tenía mucho que ofrecer más que el mismo sentimiento.

Sus ojos perdieron el brillo que tenían rápidamente. Blaise preocupado se sentó, todavía agarrándolo de su cintura y haciendo que permaneciera sentado a horcajadas en sus caderas. Ron tenía los brazos por el cuello de Blaise y su cara oculta en el desnudo y trabajado pecho del Slytherin.

– ¿te ocurre algo, rojo? –pregunto. La angustia y el miedo se vislumbraron en su tono de voz. Ron restregó su cara contra los fuertes pectorales y levanto la mirada… tenía miedo, miedo de que lo que estaba frente  el solo fuera un sueño o una ilusión creada por alguien que quería hacerle una broma. No quería perderlo de vista…

– ¿Por qué… porque te gusto? –Blaise no entendía y Ron simplemente desvió la mirada, no quería ver la verdad si es que era solo un juego –. No… no tengo nada, soy pobre y no soy nada apuesto… veras yo…

–Tu eres para mí el ser más hermoso de este planeta…. –Ron lo miro sorprendido y Blaise simplemente tenía una radiante y dulce sonrisa que lo hizo derretirse entre sus brazos. ¿Cómo podía existir ser tal, como lo era Blaise? –. Rojo, te dije que Pavarati vino y me beso. Que todas las chicas de Howarts quieren algo conmigo y yo, solo pienso en ti y en lo que dirás de mi si me vez con ellas. ¿Sabes? Solo te amo a ti con cada partícula de mí ser.

–Blaise…  –sus brazos presionaron contra el cuello de Blaise y sus bocas se encontraron en un suave beso –. No digas cosas tan dulces… me haces derretir con cada susurro. Es que… solo pienso que esto es un sueño y que podría despertar en cada momento….

–Lamentablemente, rojo, estamos en las mismas –sonrió, y luego abrazo a Ron mas fuerte contra si, sacándole un gemido cuando sus miembros se rosaron. Era tan insulsamente emocionante estar en esa posición que de solo imaginarlo le entraban ganas de hacer lo que estuvieron haciendo toda la noche sin detenerse –. Creo que eres un sueño en el que me gustaría estar dormido por siempre. Te amo, te adoro, te deseo y lentamente moriría si alguna vez me dijeras que me odias…

–Te amo…. –musito cerca de sus labios. Las mejillas de Ron rosaron con la barbilla de Zabini y se restregaron contra aquellos labios para luego suavemente rosar con las mejillas de Blaise. Se sentía tan bien aquel suave tacto entre los dos. Los labios de Ron se acercaron al oído de Blaise –. ¿Sabes? Cada día, desde que te vi aquella vez junto a Malfoy, eh sentido unos celos idílicos que me pedían robarte y obligarte a hacerme el amor cada día, durante horas… te adoro, te deseo, y soy solo tuyo…

–ya demostraste con hechos esas palabras, rojo. Ahora solo queda dictaminar –Blaise busco entre su ropa una pequeña caja que había estado cargando toda la noche anterior cuando había salido a la búsqueda de su adorado pelirrojo. Ron lo miro desde su posición con mucho interés, deseaba saber que había en la pequeña caja de terciopelo negro  –. Compre esto pensando en ti el otro día en Hogsmeade, no había forma de que no lo comprara…  –abrió la cajita y mostro un hermoso collar de oro con un dije en forma de cabeza de león. Ante  los ojos azules, era precioso y resultaba tan significativo que se lo dieran esa misma mañana cuando despertaba de la que fue, una noche de ensueño…

Una lagrima escapo de sus cristalinos y azules ojos. Blaise sonrió con ternura y limpio la lágrima –. Quería pedirte que fueras mi novio. Que fueras solo y nada más, que mío. –mordió su labio –. Que algún día fueses mi esposo…

Ronald, impresionado, abrió los ojos y trato de decir algo, pero su garganta parecía reacia a apoyarlo en esa situación. Era, hermosa e increíble toda aquella situación –. Sería el honor más grande de todos, el que permitieras que yo pasara el resto de mi vida junto a ti, Blaise. Te amo…

Blaise sonrió y sin pensarlo dos veces, sus labios conectaron y encajaron perfectamente con los de Ron. Su sabor, su dulzura, su amargura. Todo prácticamente le encantaba de ese pelirrojo que se removía arriba de él, buscando más apego, deseando más caricias que sin dudar le daría….

Cuanto lo amaba.

 

 

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Estaban en la parte más oscura de la biblioteca; a esas horas la luz que se colaba furtiva por las ventanas les daba la sensación de estar en una noche de hadas. Las luces que se colaban por entre los gruesos tomos del arte prohibido de la magia negra creaban pequeñas volutas de luz brillante que parecían de ensueño y fantasía. Ambas estaban abrazadas debajo de un cobertor que había invocado…. Mione no podía creer que todo aquello fuese en verdad realidad. Un sueño o quizás una de esas bromas de las Ravenclaw, que se creían más inteligentes, solo por haber sacado la mejor nota en todas las materias, otra vez.

Y aunque fuese así, se sentía bien. Los brazos de su Pansy eran cómodos y suaves. Sus labios aun durmiendo se fruncían en una suave y hermosa sonrisa. Aunque hubiese querido, jamás habría podido imaginar aquella escena que estaba viviendo tan nítidamente, bien. Aah. Deseaba no despertar y quería que Pansy dijera una vez más su nombre…

–No es un sueño, Hermione…  –la voz de Pansy la sobresalto, pero no la hizo moverse de su lugar. Estaba entre las piernas de la Slytherin mientras su cabeza descansaba en aquellos voluptuosos senos. Era el cielo o al menos, la premonición de que se acercaba a aquello.

–Esto es tan inverosímil e increíble, que me imagino que lo es… uno del que no quiero salir y del que no quiero despertar jamás, Pans… no sabes cuánto eh esperado por esto… no quiero perderlo simplemente abriendo mis ojos…

–Y, es algo que no harás, mi querida Mione. Porque esto no es un sueño, es nuestra realidad y sin importar que, no me separare de ti. –los labios de Pansy se asentaron en el cuello de Mione y dieron varias caricias a lo largo y ancho antes de dejar tiernos besos bajo el ensortijado cabello. Para Pansy, Hermione era la chica más perfecta y hermosa que jamás hubiese visto.

Le resultaba increíble que alguien que quiera probar que no es una molestia, resultara tan tierna cuando se le veía esforzarse tanto. Aun recordaba aquella mañana cuando había entrado a la biblioteca en búsqueda de su revista semanal de corazón de bruja que su idiota amigo, Blaise, había ocultado allí. Al entrar, la había visto tan sumergida en aquel libro de geometría estelar, con su cabello recogido y su túnica mal puesta, con sus mejillas sonrojadas por el calor que hacia aquella mañana. El sudor deslizándose por sus suaves pómulos e indecentemente descendiendo por sus labios de un fulgor rosáceo, casi rojo en aquellas carnosas líneas.

Ante sus ojos, era perfecta, no había nada mejor que aquella visión. Desde aquel día comenzó a acosarla sin que nadie se diera cuenta, a ver mas allá de las estúpidas apariencias en las que un Slytherin y un Griffindor jamás deben juntarse o al menos hablar sin insultarse de por medio.

–Te amo, Pansy… no sabes cuánto… –Pansy sonrió y beso las mejillas, luego el mentón y por ultimo unió sus labios a los de ella y se fundieron en un casto beso que pareció eterno.

–Pues creo, mi querida genio aparecida del libro que frote, que te equivocas al decirme que no se cuanto… porque si lo sé, me amas tanto como lo hago yo contigo… me adoras tanto como yo te adoro a ti, me deseas tanto, como en la noche, cuando nos fundimos en caricias y besos –las mejillas de Mione ya eran de un refulgente fucsia  que se encendía con cada palabra de los labios de su amada.

¡Por las barbas trenzadas allí debajo de Merlín!

Esa chica era su propia odisea.

–Pans~  –canturreo. Su rostro ya no podía mostrar otro color más fuerte que aquel rojo intenso. Beso los labios de Pansy que aun se movían diciendo cuanta parte de ella le encantaba –sin dejar de mencionar indecencias de por medio –, y de cuanto más  deseaba disfrutar –. Calla y bésame… –dijo, cuando lograron separarse y mirarse con ternura.

–Solo cuando lo aceptes, Mione.

– ¿que eh de aceptar, mi adorada serpiente? –aah. Resultaba tan hermoso reptar con su cuerpo prácticamente desnudo por el de Parkinson. Sus gemidos eran un premio que no compararía a ningún otro.

–Que eres mía y yo, sin ninguna controversia, soy tuya y de nadie más… --su nariz jugueteo con las orejas de Mione, su barbilla, su cuello y sus mejillas, haciéndola suspirar y casi gemir ante el frio y candente tacto.

–Eso es algo que acepte anoche, cuando me besabas y yo te dejaba hacer lo que desearas con mi cuerpo. Porque es tuyo, Pans, tuyo y tú eres mía…  –se fundieron en un pudoroso beso mientras la sabana se descorría y las mostraba tal cual vinieron al mundo. Sus pieles brillaban al son del sol de la mañana. Pronto seria la hora del desayuno y ellas ya estaban disfrutando del suyo. Una mañana de sexo ininterrumpido en la sección prohibida de la biblioteca…

Oh. Merlín. Vendito. Adoraba ser una bruja, Muggle, pero una.

 

–Cada jodido segundo te deseo más…

 

 

 

 ¿eh de acaso, continuarlo? D.

 

 

Notas finales:

espero sus revews....

siempre esperare por sus comentarios. son el fruto de mi trabajo y el alimento que me ayuda a continuar.

 


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