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With a thousand Lies. por black_phenix

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Notas del capitulo:

Agradesco su paciencia y lamento mucho haber tardado con el capitulo, espero lo disfruten. Chao.

 

 

 

 

 

 

 

 

Llegadas y palabras.

 

 

 

 

 

“Porque las verdades del mundo están ocultas en el pensamiento”.

 Raziel.

 

 

 

 

 

 

Draco lo miro con sutileza y le regalo una suave sonrisa, logrando así calmar los nervios que se vislumbraban en aquellas verdes y hermosas corneas. No hacía más de media hora que habían arribado al castillo, a través de la Flú, en el despacho de Severus. Habían decidido que no abordarían el tren, eso sería contraproducente y sería como darles un blanco a los Mortifagos al cual disparar; algo que querían evadir, al menos, por el momento. Estaban con sus respectivos uniformes y aguardaban en la entrada; habían aparecido luego de que los chiquillos que serian seleccionados ese año traspasaran las puertas del gran comedor. Harry soltó una suave risilla.

 

 

 

 

 

— ¿Qué es lo gracioso? —Pregunto, sin dejar de lado la sonrisa que se compartían. Harry angosto sus ojos con suavidad, sonriente.

 

 

 

 

 

—La cara que pondrá el viejo cuando nos vea entrar y se entere de que estamos casados. —Draco extendió su sonrisa y relajo sus facciones dejando ver lo claramente divertido que estaba—. Cambia esa alegre cara, amor, que estamos a punto de darles un infarto: debemos estar presentables para los futuros funerales.

 

 

 

 

 

— ¿Dónde ha quedado mi tierno león? —Harry alargo una suave sonrisa de lado. Muy Slytherin, pensó Draco.

 

 

 

 

 

—Encerrado en la habitación. Si quieres, lo soltamos cuando regresemos—hizo un ligero gruñido en su oído y mordió el lóbulo de su oreja, logrando que aquellas firmes y fuertes piernas temblaran.

 

 

 

 

 

— ¿Acaso planeas meterme en el nido de los leones? —Soltó como un suave jadeo, deseoso de tirarse a Harry ahí mismo, en la puerta, exhibiendo  que tan unidos estaban.

 

 

 

 

 

—Creí que podría usar mi capa invisible e irte a visitar esta noche en tu habitación de prefecto. —Sugirió, guiñándole un ojo, coqueto. Draco sonrió lobuno y le dio un suave beso antes de poner nuevamente su máscara de indiferencia. La selección de los estudiantes había terminado, y el director estaba anunciando ya el inicio de la cena de bienvenida—. Será mejor que demos acto de presencia.

 

 

 

 

 

 

Con un suave toque de su mano, las puertas se abrieron, permitiéndoles el elegante deslizar de sus cuerpos hacia adentro. La atención fue inmediata. Todos los ojos se rodaron hacia ellos, indiscretos y llenos de sorpresa.  Los más osados comenzaron a murmurar y apuntar a Harry, quien aparte de encontrarse totalmente diferente, se había ganado la fama y el respeto de sus compañeros luego de que se anunciara que Voldemort realmente había regresado. Las miradas los escanearon de pies a cabeza, tornándose de incrédulas a lascivas. El murmullo se apago pero las miradas siguieron todos los pasos de los dos. En la mesa, Dumbledore tenía un brillo esperanzado que crispo cierto nervio en Harry, quien se vio rápidamente tranquilizado por la insipiente mirada de su adorada serpiente.

 

 

 

 

 

—Debes calmarte, amor. —Susurro. Harry asintió con lentitud—. Estamos en Howarts para comenzar nuestra prioritaria misión. No debemos dejar que nadie se dé cuenta de que estamos en eso, al menos no aquellos en los que no tengamos confianza. —Harry soltó el aire que retenía, y aparto la mirada de los azules ojos del director. Al lado de Dumbledore se encontraba Severus, quien le alzo una ceja a ambos en cuestión de duda del porque se detenían—. Será mejor que prosigamos a nuestras mesas, pero antes de eso…—tomo a Harry de la nuca y le asesto un suave beso, al cual Potter respondió más que gustoso. Todas las bocas estaban abiertas en sorpresa. Cuando se separaron, Harry sonrió burlón y Draco le guiño el ojo—. ¿Qué? Tenía que dejar más que claro que eres mío.  No lo olvides, Harry.

 

 

 

 

 

—Sí, lo sé. Y será mejor que tú también lo comprendas. —Se miraron retadoramente y cada uno tomo rumbo hacia sus mesas. Harry se dejo caer con elegancia entre sus dos mejores amigos, quienes aun no podían articular palabra de la fuerte impresión. Incluso Ron, que nada impedía que saciara su estomago, había dejado toda su hambre de lado. Les había parecido muy extraño no encontrarse con Harry en el tren, pero de creer que él estaría en el castillo a encontrárselo besuqueándose con Draco Malfoy en la entrada al gran comedor era algo que distaba mucho de estar bien.

 

 

 

 

 

En su mesa, Draco se había dejado caer sin miramientos, con toda su educación desplegada, tomando asiento a la cabeza; lugar que siempre había ocupado. Todos sus compañeros lo miraban entre sorprendidos y preocupados, incluso había algunos que tenían el odio brillando en sus corneas. Harry no se preocupo mucho de aquello, sabía que su esposo estaría perfectamente, y que podría manejárselas bien con un grupo de críos elitistas.

 

 

 

 

—Compañero… Harry, hermano, ¿estoy soñando, verdad? No acabas de besar al hurón, ¿cierto? —Ron salió de su estupor y lo miro de forma esperanzada. Mione le siguió, no comentando nada y analizando todo cuanto vio, buscando lógica en alguna parte de todo aquello.

 

 

 

 

 

—No, Ron, todo lo que viste era falso—ladeo una sonrisa y luego de ver como el pelirrojo fruncía con ligereza el ceño, sintiéndose aliviado y tonto, Harry soltó una suave carcajada—. ¡Claro que nos hemos besado! Es natural para nosotros…

 

 

 

 

 

 

— ¿Acaso te golpeaste la cabeza, te hechizaron,  tomaste alguna poción indebida? —Pregunto a carrera el Weasley, intercambiando miradas azoradas con su novia—. Porque, enserio, hermano, ¿desde cuándo es natural que tú y el hurón se besen? Se odian a muerte, y él esta pronto a unirse al que no debe ser nombrado.

 

 

 

 

 

—Voldemort, Ron, Voldemort. Y para los amigos Tom—río con simpleza luego de ver como Ronald temblaba de pies a cabeza—. Y en todo caso, es imposible que Draco sea o fuera a convertirse en un Mortifago.

 

 

 

 

 

— ¿Draco? —Cuestiono por primera vez Hermione, apresando sus labios en una fina línea, tal cual hacia McGonagall cuando estaba preocupada por algo—. ¿Desde cuándo dejo de ser Malfoy, Harry?

 

 

 

 

 

Harry pestaño con inocencia, levantando la mano derecha, mostrando su alianza: —Desde que estamos casados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Draco no presto mayor atención a los de su casa, nadie de ella le interesaba en lo más mínimo. Fijo con disimulo la mirada en Harry, quien enseñaba su alianza a sus amigos, y una sonrisa divertida se asomo a sus labios cuando vio a Weasley palidecer de forma inmediata. ¡Demonios, Harry debía ser un Slytherin de todo corazón para estar divirtiéndose de esa manera!  Lo podía notar, ese brillo que vislumbraba a lo lejos en sus ojos era el de la insana osadía.

 

 

 

 

 

 

—Draco…—Malfoy giro su rostro sin mucho interés hacia la persona que le hablaba. Era Pansy Parkinson, con una mirada bastante molesta—. ¿Puedes explicarme que ha sido todo eso con Potter?

 

 

 

 

 

 

— ¿Desde cuándo te debo yo explicaciones a ti, Parkinson? —Levanto una de sus rubias cejas y clavo su mirada cual daga en su cuello. La chica sintió un escalofrío recorrerle y el aire faltarle, estar bajo ese frio escrutinio era un suplicio.

 

 

 

 

 

—Desde que tu y yo estamos prometidos, ¿o se te olvido? —Contesto sin vacilación, como buena Slytherin que era.

 

 

 

 

 

—Yo nunca he dicho que planeaba casarme contigo. —Murmuro indiferente, entrecerrando los ojos con avidez—. Yo soy el cabeza de familia de los Malfoy, no Lucius, por lo que quien decide que hacer soy yo.

 

 

 

 

 

—Pero… pero…—Draco alzo una mano, deteniendo por completo sus estúpidos argumentos. Se tomo su tiempo en medir sus palabras, decidiéndose al final por contestar con sinceridad.

 

 

 

 

 

 

—No me interesan en lo más mínimo tus replicas… o las de tus padres. —Murmuro de forma monótona, levantando la mano donde su alianza se mostraba en todo detalle, haciendo a la Slytherin abrir los ojos en sorpresa —. Oh, lo has notado. Sí, es lo que ves. Estoy casado y es legal en todos los sentidos.

 

 

 

 

 

 

—Pero… Pero... —Parkinson callo y apretó los labios, levantando la barbilla dignamente antes de moverse de nuevo hacia su asiento. No había necesidad alguna de preguntar quién era… la demostración en la puerta fue más que suficiente.  Los Slytherin, que estaban más pendientes de lo que estaba sucediendo con su príncipe, lo miraron horrorizados. ¿Draco, el orgulloso mago de su estirpe y linaje, quien odiaba a los Gryffindor por sobre todas las cosas existidas, se había casado con Harry Potter?  De pronto, toda la atención del gran comedor se desvió hacia el director, quien anuncio el final de la cena, y quien pidió amablemente por la presencia de Potter en su oficina.

 

 

 

 

 

A Draco no le extraño que no lo llamase, pero de ninguna manera pensaba dejar a su león a merced de aquel manipulador anciano. Por muy buen hombre o buena persona que fuese Dumbledore, alguien que se creía infalible en todo, no le permitiría intentar dominar a su esposo de nuevo.

 

 

 

 

 

Su vista se dirigió a Harry, quien le miraba con una leve sonrisa. Al mirar al lado de este comprendió el porqué; Weasley estaba completamente blanco, casi parecía una hoja sin alma al viento. Tsk, Tsk, gatito, tendré que castigarte esta noche por andar portándote mal. Murmuro para sí, mientras los demás se retiraban con discreción. Harry se levanto para acompañar al director, quien le esperaba al filo de las escalinatas. Rápidamente se les unió.

 

 

 

 

 

 

—Disculpe, señor Malfoy, pero sólo he pedido por Harry—Draco le envió una mirada rígida.

 

 

 

 

 

—Y yo no permitiré que entable nada con usted a solas. —Le devolvió, con gesto superior—. Y por muy director de Howarts que sea, no me puede impedir acompañarlo. Si no es de su agrado de esta manera, muy fácilmente podemos retirarnos. —Para dar énfasis a su derecho, junto las manos que contenían los anillos y las alzo, dejando que Dumbledore se atragantara.

 

 

 

 

 

Si las impresiones mataran —murmuro Harry en su oído—, el viejo estaría siendo velado.

 

 

 

 

 

 

—Muy bien, señor Malfoy, puede acompañarnos. —Con una leve sonrisa, impresa de pura arrogancia, Draco tomo la mano de Harry, y le beso el dorso, antes de quitarle un beso de los labios.

 

 

 

 

 

—Veamos que quiere el anciano…—Harry asintió, y comenzaron a emprender su viaje hacia la oficina del director.

 

 

 

 

 

 

 

 

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Se vio atrapado en unos cálidos brazos nada más traspasar la puerta, siendo de inmediato arrastrado hacia uno de los sofás puestos en los laterales de la oficina.

 

 

 

 

 

— ¿Qué tal estuvo la recepción? —Severus lanzo un suave bufido en cuanto a eso, recordando la escena representada por su ahijado y su “esposo”. Uhg, cuanto asco daba siquiera pensar en esa palabra cuando se anteponía Potter a ella. 

 

 

 

 

 

—Potter y Draco armaron una de sus escenas amorosas en pleno comedor. Nada más entrar, se dieron de morros morbosos. —Remus soltó una suave risilla mientras daba escuetos besos en el cuello del profesor. Snape tiro hacia atrás su cabeza, dejando más acceso a su piel.

 

 

 

 

 

—Draco sólo está marcando terreno.

 

 

 

 

 

—Además de eso—ignoro el comentario del lobo—, creo que Potter está intentando enviar a sus amigos al área de psiquiatría de St. Mungo. Weasley salió pálido del gran comedor, y Granger pareció perder aptitudes mentales de alguna forma. Lo más interesante es que Potter tenía un brillo de insana diversión en los ojos.

 

 

 

 

 

 

Remus río con suavidad, logrando arrancarle un beso al ávido y esquivo profesor: —Es natural para Harry; estuvo conviviendo con Draco durante tres meses en perfecta armonía. Además está el hecho de que Harry es originalmente un Slytherin, me lo comento no hace mucho. —       Severus puso los ojos en blanco, mirando como si no creyera lo que estaba escuchando—. Sí, se lo que piensas, pero no miento. El convenció el sombrero seleccionador para que lo mandara a Gryffindor.

 

 

 

 

 

—Muy Slytherin. —Rodo los ojos—. Su padre se hubiera revolcado en su tumba si Potter asiste a nuestra honorable casa. —Lupin bufo antes de recostar a Severus a lo largo del sofá, tenía cosas más interesantes de la que charlar con aquel cuerpo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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El director los observaba sin cambiar su seria expresión. Había estado muy preocupado por ellos, bueno, por Harry, y ahora que aparecía resultaba que estaban casados y era indisoluble (lo sabía por el intenso brillo de los anillos). Acomodo con un intranquilo gesto los lentes de media luna e hizo girar un poco el asiento, haciendo que su mirada se perdiera a través de la ventana, por aquel oscuro paisaje.

 

 

 

 

 

 

—Mis queridos jóvenes, ¿acaso saben la gravedad de la situación en la que estuvieron? —Comenzó con voz calmada, mandándoles miradas suaves de reproche. Tanto Harry  como Draco ignoraron olímpicamente todo intento de hacerlos sentir culpables.

 

 

 

 

 

 

—Eso, director, es asunto nuestro. —Contesto Malfoy con condescendencia—. Ni Harry ni yo le debemos explicación alguna sobre nuestros actos y movimientos. Somos adultos reconocidos mediante la ley mágica, y cada uno emancipado de cualquier atadura  mediante nuestro matrimonio. Así que le suplico que no extralimite sus funciones como director para inmiscuirse en nuestra vida privada.

 

 

 

 

 

 

—Y no es mi intención, joven Malfoy.

 

 

 

 

 

 

—Pues no es lo que parece—Harry alzo una ceja, sorprendiendo a Dumbledore por la sequedad en sus palabras y la indiferencia que le mostraba—. Tanto Draco como yo no tenemos la necesidad de estar teniendo esta conversación con usted, profesor. Usted es el director de Hogwarts, nada más, nada menos.

 

 

 

 

 

 

—Pero tú eres un asunto concerniente con todo el mundo mágico, Harry. —Replico con tranquilidad. Años de experiencia le otorgaban la impertérrita calma que siempre mostraba. Harry frunció el ceño.

 

 

 

 

 

 

—La vida y vida privada de mi esposo no creo que le concierna ni a usted, ni a nadie que no sea parte de la familia de este. El que el mundo mágico lo tome como héroe por haber acabado con el Señor Oscuro siendo tan sólo un bebé son meros tecnicismos de una sociedad zalamera como la es la de los magos—planteo el rubio con simpleza, dejando a Harry con ganas de reír por la molestia que provocaba en Dumbledore.

 

 

 

 

 

—En eso se equivoca, señor Malfoy. ¿Nunca se ha preguntado por qué Voldemort persigue con tanto ahincó a Harry?

 

 

 

 

 

—Cuestiones de dejar a la población magia sin alguien a quien venerar, quizás. Existen muchas razones, entre ellas el que se siente frustrado al haber perdido ante un infante de apenas un año de edad y todos sus planes  se hubiesen detenido durante catorce años. —Rodo los ojos, pero debía de reconocer que el Señor Oscuro no era tan simple de mente, debía haber alguna explicita razón del porque quería a Harry seis metros bajo tierra, como debía haber una razón para querer que lo capturaran a él.

 

 

 

 

 

 

 

Dumbledore guardo silencio, levantándose de su asiento y recorriendo con calma su oficina. Harry lo observaba un poco intranquilo, conocía bastante bien las aptitudes manipulativas del director, y no se confiaba ni un pelo de él. Ya no, al menos.

 

 

 

 

 

—Realmente, estoy un poco apenado al haber ocultado esto, pero era algo que nadie debía saber, no por el momento. —Se giro y los enfrento—. ¿Recuerdas, Harry, lo que le arrebataste al señor Malfoy en el ministerio aquel día?

 

 

 

 

 

Harry entorno la mirada: —Una esfera brillante. No sé lo que era, pero según escuche era algo muy importante para Voldemort.

 

 

 

 

 

 

 

—Así es, Harry. Era algo bastante importante y que decidiría muchas cosas; entre ellas, el curso a tomar en esta guerra. —Volvió a tomar asiento, cruzando las manos sobre el escritorio—. Esa esfera era la profecía que anunciaba el nacimiento de aquel que lo derrotaría.

 

 

 

 

 

 

—Y, supongo, esa profecía tiene algo que ver particularmente con Harry, ¿no? —Draco arqueo una ceja con suspicacia. Dumbledore tamborileo los dedos de su mano derecha en la mesa, en una actitud sabia y lejana. De esas que a Harry tanto le molestaban; porque era signo inequívoco de que quería ocultar nuevamente algo.

 

 

 

 

 

—Sí, así es. —Acepto por fin. Harry ya no se sorprendía de las mentiras, o, en este caso, de los secretos que siempre le concernían pero que se le ocultaban de la manera más cínica: en sus propias narices—. Esa esfera, destruida durante nuestra pequeña batalla en el ministerio, era la que contenía la profecía que anunciaba el nacimiento de Harry; la razón de la muerte de tus padres y los tantos intentos de asesinato infructíferos que Tom ha tenido contra ti.

 

 

 

 

 

 

Albus debía alegar que estaba sorprendido ante la fría calma de Harry, quien se caracterizaba por ser temperamental y arrojado, un Gryffindor por excelencia. Pero en esos momentos era un Slytherin, analítico y astuto. Quizás el estar con Malfoy todo aquel tiempo lo haya hecho cambiar mucho más de lo que vislumbraba su personalidad.

 

 

 

 

 

— ¿Alguien más conoce sobre esta profecía, su contenido? —Dumbledore asintió, cansino.

 

 

 

 

 

—Por orden y ley mágica toda profecía debe ser guardada en el departamento de misterios del ministerio de magia, pero esa profecía fue destruida. —Harry y Draco asintieron, esperando a que continuara —. Además del que la escucho, nadie conoce su contenido. Yo fui quien la escucho, de nada más ni nada menos que la profesora Trelawney. Sé que pensaran que es algo bastante tonto el creer en una profesora que no tiene ni la más mínima idea de lo que dice o hace, pero hay ocasiones donde las dotes de su familia salen a relucir; como con la profecía sobre Harry y el Señor Oscuro.

 

 

 

 

 

 

— ¿Nos dirá su contenido? —Dumbledore negó, levantándose de inmediato al sentir las filosas  esmeralda que le taladraban.

 

 

 

 

 

—No puedo hablar sobre ella, pero puedo mostrársela. —El director camino hacia una esquina de la oficina, donde se encontraba el Pensadero. Con la punta de su varita apunto hacia la sien, sacando un fino hilo de plata luminiscente, dejándolo caer de inmediato en el transparente liquido. Tanto Harry como Draco se acercaron, desconfiados, y se sumergieron.

 

 

 

 

 

 

 

Minutos después ambos emergen a la superficie con los mismos rostros impasibles, sin muestra alguna de estar molestos, sorprendidos o quizás curiosos. Dumbledore sintió  un ligero temblor en su cuerpo, algo asustado de no poder ver que podría suceder en esos instantes. Ambos jóvenes se irguieron cuan largos eran y volvieron a tomar asiento frente al director. Albus analizo  sus posibilidades para llevar las cosas tan tranquilas como hasta momento estaban, sin que alguna explosión de temperamento de parte de Harry se pronunciase.

 

 

 

 

 

 

—Deberás comprender, Harry, que esta es la razón por la que todos nosotros te hemos protegido. Nadie aparte de mi, y ahora ustedes dos, conoce el contenido de la profecía.  La orden del fénix en pleno conoce que existe esta, pero no lo que dice. Tom esta temeroso, porque sólo conoce la primera parte de esta, la que augura que tú eres su enemigo a destruir, o que le destruya. —Acomodo de forma monocorde sus lentes de media luna, cuidadosamente mirándolos de uno en uno—. El día que ataco la casa de tus padres, en el valle de Godric, tu madre había lanzado un hechizo de amor sobre ti por si, por asomo alguno, Tom llegaba a dar con ustedes tú estuvieras protegido tras su muerte. Sólo su sangre te protegería, es decir; la de tu familia. Lamentablemente, como te comente con lo de los Horrocruxes, y de lo que imagino que el señor Malfoy tiene conocimiento—Draco entrecerró ligeramente los ojos, ese maldito viejo tenía unas extrañas maneras de estar al tanto de muchas cosas aun sin usar la Legeremancia—. Al no estar seguros de cuando regresaría, o si de verdad había creado aquellos objetos con fragmentos de su alma, la prioridad era tu seguridad; y esa era sólo asegurada con los Dursley.

 

 

 

 

 

—No, director, no lo comprendo. —Harry suspiro con ligera calma antes de continuar: —Si la prioridad era mi protección, no comprendo cómo puedo haber sido protegido siendo maltratado y utilizado como elfo domestico. Usted puede no haber sabido lo que ocurría dentro de aquellas paredes, pero le recuerdo que usted tenía conocimiento del odio que lo Dursley proferían hacia la magia; lo cual daba un escenario imaginativo de cuan mal lo pasaría al vivir con ellos. —Hizo un gesto de decepción que hizo a Dumbledore sentirse realmente culpable—. En fin, ese es un asunto pasado que no quiero volver a tratar.

 

 

 

 

 

 

—Bien. Entonces, sobre la orden…

 

 

 

 

 

Harry alzo una mano, deteniéndole de cualquier cosa que quisiera decir.

 

 

 

 

 

—Ni soy—dio un suave gesto a Draco — ni seremos, parte de la orden del fénix. —El director pestañeo con sorpresa—. No me malinterprete, director, no es como si fuera a alejarme de algo que prácticamente es el centro de mi vida, y que me perseguirá hasta el fin de ella sino le busco una solución definitiva. He decidido tomar mis propias decisiones, y cuanto a mi vida y protección es algo que sólo a y a mi esposo nos concierne. Nada que ver con usted y su orden, nunca más. Soy legalmente adulto, emancipado de cualquier intento de control aun cuando haya alcanzado la mayoría de edad al estar casado mediante medios tanto mágicos como legales, y consumado en todos los sentidos. La orden podrá seguir utilizando Grimmauld como cede de reuniones, así que no tiene que preocuparse por ello. No obstante, las actividades de la orden no nos conciernen en lo absoluto: si desean ayudarnos pasándonos información, estaremos agradecidos, más no  cuenten con que nosotros le daremos más privilegios del necesario. Ahora, si nos disculpa…—se levanto sin miramientos, siendo acompañado de un orgulloso Draco—. Nos retiramos.

 

 

 

 

 

 

Dumbledore los vio salir, con la boca ligeramente abierta. Harry lo había sorprendido con su manera tan firme de hablar, y con aquella voz tan segura de sí mismo. El chico había madurado de manera esplendida en aquellos escasos meses de vacaciones, dejándole con muchas incógnitas. ¿De verdad había hecho bien al excluirlo todo ese tiempo de lo que por derecho merecía conocer? Ahora más que nunca se arrepentía de haber tomado decisiones tan precipitadas.

 

 

 

 

 

 

—Espero que alguna vez puedas perdonarme, mi muchacho. —Murmuro para sí, echándole un vistazo al anillo que brillaba dentro de la gaveta de su escritorio.  Tantos secretos… y aun habían más que debía de guardar por el momento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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—Ron, por amor a Merlín, reacciona. —Mione le dio una severa mirada mientras el pelirrojo simplemente se encogía sobre sí mismo, sin cambiar la seria expresión de su rostro—. No saques conclusiones apresuradas sin siquiera escuchar la versión de Harry. Cálmate  y piensa.

 

 

 

 

 

—Pero, Hermione…—Replico con esa aniñada y molesta voz que hacia cuando estaba entre confundido y molesto. Granger le dio una mirada de advertencia, la cual olímpicamente ignoro—. ¡Es el hurón! Ten por seguro que algo le hizo: un hechizo, una maldición o una poción… ¡Yo que sé! Pero ten por seguro que Harry no se comportaría de esa forma. Y mucho menos… y mucho menos terminar enlazado a él… ¡mierda!

 

 

 

 

 

Los demás Gryffindor miraban curiosos el intercambio de palabras. Ciertamente estaban muy impresionados con la escena en el gran comedor, donde, literalmente, los dejo con las mandíbulas por el suelo. Nunca se habían esperado el que su héroe, alguien que vivía peleando contra Mortifagos y detestaba a más no poder a los Slytherin, terminara besándose con uno. Más de uno pensaba que era una apuesta perdida, pero con aquella conversación comenzaban a dudar eso…

 

 

 

 

 

—Ronald Bilius Weasley, te he dicho te calmaras. —Si Hermione J. Granger daba miedo cuando se ponía recelosa y gritona, era todavía peor cuando usaba ese frio y calmado tono. Ron trago en seco y se dejo caer, todavía refunfuñando entre dientes, en el sofá más cercano a la chimenea. Mione suspiro—. Piensa por una jodida vez en tu vida. Harry, según Dumbledore, estuvo con sus tíos (por muy desagradable que nos parezca), e impidió todo tipo de comunicación con nosotros; incluso intervino nuestras lechuzas. ¿Cómo pudo estar con Malfoy? ¿No te parece eso por demás ya sospechoso? Hay algo que no cuadra para nada con la situación que nos dijo el director y lo que Harry muy sutilmente nos dijo en el comedor. Debemos pensar con calma y no ponernos histéricos.

 

 

 

 

 

 

—No hemos podido hablar con Harry desde lo de Sirius, y sinceramente me preocupa su estado emocional. No sé si esa sonrisa y ese brillo en sus ojos sean reales o producto de algo que hizo Malfoy. ¡Por Morgana, Mione, Harry es como nuestro hermano; por supuesto que tengo derecho a ponerme histérico! —Se levanto y dio dos grandes zancadas de un lado y dos más al otro. Hermione suspiro no sabiendo que hacer.

 

 

 

 

 

 

—Realmente aprecio que me consideres tal cosa, Ron—Todos en la sala común se giraron sorprendidos hacia Harry, quien había entrado sin el más mínimo ruido. Ron se acerco con una expresión tozuda y lo reviso de pies a cabeza, concentrándose en sus ojos para la insana diversión de este—. Cálmate, Ron, no estoy hechizado ni envenenado por algún tipo de brebaje maligno.

 

 

 

 

 

—Eso veo—gruño y se aparto, dándole una mirada severa a los chicos—. Aquí no hay nada que ver. —Todos los años se retiraron apresurados, consientes del mal humor que se cargaba Weasley en ese momento. Después de unos minutos en silencio, donde todos los estudiantes de Gryffindor subían a sus aposentos, dejándoles completamente solos a los tres, Ron se volvió a Harry—. Ahora, Harry, suelta todo. ¿Qué fue eso en el comedor con el hurón, y cómo es eso de que te has casado con él?

 

 

 

 

 

 

Hermione se acerco, silenciosa, evaluando las facciones de su amigo.  Harry hizo un elegante gesto, pidiéndole que tomaran asiento mientras se retiraba la túnica y hacia lo propio al sentarse cuan refinado era en el sofá de una pieza frente a ellos. De más esta decir que tal despliegue de elegancia los dejo sorprendidos.

 

 

 

 

 

 

— ¿Y bien? —Inquirió Mione, esperando a que Harry comenzara a explicarse.

 

 

 

 

 

 

—Que quede claro, la única razón por la que respondo a sus preguntas es porque son mis amigos. —Ambos, Mione y Ron, se dieron una mirada analítica. Harry había cambiado en muchos aspectos, antes se cerraría y diría que no es nada, dejándoles  aun con más dudas, pero este les planeaba contestar—. Primero comencemos con lo que me llevo hasta donde estoy ahora: la muerte de Sirius. No, Mione, ya no estoy en plan de melodrama; aunque me siento culpable, puedo ahora entender las razones de Sirius para hacer todo eso. Yo hubiese, e hice lo mismo. Me puse en peligro para rescatarle, como así el puso su vida en la línea de fuego para ir en mi rescate. —Sonrió con algo de tristeza, pero rápidamente se recompuso—. Aquel día en la oficina del director, me cabree como nunca y solté todas mis verdades en sus caras cuando me enviaron a casa sin poder asistir al funeral de mi padrino: muchos alegaron que era por mi seguridad, y el profesor Snape, como siempre, me recrimino que me comportaba de esa forma por ser hijo de mi padre y porque mis familiares me trataban como un príncipe—Ron y Hermione bufaron molestos ante eso. Conocían demasiado bien el modo de vida que Harry tenía en aquel maldito lugar—. En fin, como iba, después de decirles todo cuanto retenía, me fui diciéndoles que me valdría de mi mismo y que no necesitaba más de ellos.

 

 

 

 

 

—En términos más simples, les dejaste claro que podían meterse la orden del fénix por el…

 

 

 

 

 

— ¡Ron! —Harry soltó una risilla a lo que Mione fulminaba al pelirrojo, quien a su vez se encogía de hombros.

 

 

 

 

 

—Más o menos, Ron.  El hecho es que esa misma noche prepare todo para salir.  Me iba a fugar de Hogwarts—Granger y Weasley hicieron un gesto de sorpresa, pero no dijeron nada—. En mi camino me encontré a Draco… quien comenzó a recriminarme que por mi culpa su madre fue asesinada. Y entonces una situación llevo a la otra. Malfoy me comento que tanto Slytherin como el Señor Oscuro iban tras él, ya que había traicionado su estúpida causa abiertamente cuando cerró todas sus mansiones y detuvo todos los activos monetarios con los que su padre trabajaba junto con el Lord. —Hizo una leve pausa, esperando a que Mione asintiera; lo que Ron no entendiera ella se encargaría luego de explicárselo—. Él me ofreció fugarnos juntos, y yo acepte. Estos tres meses me la pase con él en un pequeño castillo Muggle, en Francia.  Y no—rodo los ojos—, no estuvimos expuestos, Mione. Estábamos protegidos por encantamientos de ocultación muy avanzados. Incluso usábamos hechizo de camuflaje para salir a comprar en las tiendas.

 

 

 

 

 

 

—Entonces su relación fue afianzándose y se dieron cuenta de que sentían algo el uno por el otro, cuestionando su mutua obsesión y corroborando que era tensión sexual: la cual paso a interés y luego muto a ser amor. Razón por la cual están casados—Ron y Harry la observaron con una ceja alzada—. ¡No me miren como si fuera un bicho raro! —Enrojeció, avergonzada y molesta—. No es algo tan difícil de analizar cuando dices todo eso; y me había dado cuenta de tu obsesión con el rubio engreído ese,  dos años atrás: es muy raro ese tipo de interés en alguien tan patán como él.

 

 

 

 

 

 

—Es verdad que puede ser un antipático… a veces… —Hermione alzo una ceja—. ¡Vale! Casi siempre. Pero eso es sólo con los que no lo conocen, y porque esa es su educación como Malfoy.

 

 

 

 

 

—Bien, Harry, entendemos el concepto de tu gusto hacia Malfoy…—Sonrió resignada—. Y no hay forma de remediar su matrimonio…

 

 

 

 

 

 

—Podemos matarlo.

 

 

 

 

 

— ¡Ron! —Harry y Mione fruncieron el ceño.

 

 

 

 

 

— ¿Qué? Yo sólo les dije el único método que había. —Se encogió de hombros.

 

 

 

 

 

— ¿No estás enojado con todo esto, Ron?

 

 

 

 

 

— ¿Por qué habría de estarlo? Es tu vida y tú sabes qué hacer con ella, aunque me preocupa todo este asunto. Lo único que puedo decir es que si Malfoy te hace algo, le cortare las bolas y se las hare tragar. —Lo único que pudo hacer Harry ante el comentario fue reír. Ya le comentaría a Draco durante su visita nocturna.

 

 

 

 

 

—Sera mejor que los ponga al tanto de todo lo que planeo. —Les dijo, colocando un hechizo protector a su alrededor. Ahora las cosas se pondrían interesantes.

 

 

 


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