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With a thousand Lies. por black_phenix

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Notas del capitulo:

Hola!!!!

Me alegra que llegaras hasta aqui, si lo has hecho, espera para cntinuar. XD. cada semana, misma hora mismo lugar....

Temptation. 




“Los poemas;
Son palabras y dilemas que curan al alma.”






En el valle del rio Loire (Loira), Francia, existe un país casi mágico, lleno de magníficos parajes y castillos, sólo para aquellos que viven en un mundo desconocido fuera de la nobleza francesa, encontrados en cuentos de hadas. Desde Orleans, situada en el centro mismo de Francia, a lo largo de 300 km hasta la ciudad de Angers, en la desembocadura del Loira, camino ya de Nantes y Saint Nazaire, se levantan en todo esplendor y majestuosidad conocida, cerca de 42 castillos. Entre uno de estos, cerca de Orleans, al sur de Francia, se encuentra el castillo de Cattlenkate con casi dos centurias de antigüedad: Construido antes de la guerra de los 100 años, a principios de 1300.





Con más de 5,000 km2 y unas 52 hectáreas en jardines perfectamente geométricos, el Château (castillo) Cattlenkate, es remodelado después de más de un bienio por la cabeza heredera de la noble familia Lindcleir, el conde Julius Antoine de Lindcleir. Rebautizada como Lindcleir Manor por el hijo menor, Roul Lindcleir de 16 años. Al finalizar su renovación, la noble familia tomo posesión completa del castillo.





Lindcleir Manor era, para muchos, una edificación perfecta y hermosa. En primavera, la mansión era pincelada por la madre naturaleza en un verde escarlata inigualable, tanto como en sus respectivas estaciones. 90 años después, la familia y toda línea heredera pereció y la mansión Lindcleir quedo deshabitada durante mucho tiempo, hasta que un comprador anónimo tomo posesión de la misma. Hasta la fecha actual, nadie conoce al dueño de tan maravilloso paraje, pero se dice que es alguien perteneciente a la nobleza francesa que prefiere estar en el anonimato.





Después de mirar, admirar, suspirar y casi ahogarse con lo que estaba viendo, no pudo más: —Malfoy, esto no es una campiña, ¡esto es un puto castillo!





Draco, que tenía unas innegables ganas de echarse a reír como si no hubiese mañana, espero, suspiro y luego miro a Potter con una sonrisa conciliadora: —No es tan grande—dijo—. Esta campiña sólo sería el ala nordeste de la mansión Malfoy.




Draco dejo a Harry aun más anonadado de lo que se encontraba. Luego de negar divertido, se encamino a la entrada de la mansión, donde un grupo de elfos domésticos le hacían reverencia y se ocupaban de los equipajes de cada uno.




No hacía más de tres días que se había fugado de Hogwarts, sin que nadie pudiera dar con su paradero. Para Harry fue verdaderamente sorpresivo el que Malfoy estuviera preparado con todo lo necesario para desaparecer del mundo mágico. No sólo poseía varitas ilegales, sino que también cargaba con Trasladores que sólo necesitaban usar en un lugar completamente seguro luego de eliminar todo rastro que guiara a sus buscadores hacia ellos. No hizo mucha falta el tener perenne cuidado para salir de Hogwarts sin ser vistos. Después de todo, el mapa de los merodeadores y la capa de invisibilidad servían para algo más que escaquearse y hacer bromas. 





Luego de mirar en rededor, Harry se dirigió a donde un muy calmado Draco Malfoy daba órdenes a los elfos domésticos que asentían a todo, hacían una reverencia cuando su labor le era impuesta y desaparecían. Le fue alucinante verlo de aquella manera, aunque ya estaba acostumbrado a ver como Malfoy dirigía a todos los miembros de su casa como si fuera un rey (y era sólo el príncipe de Slytherin) que pregonaba ordenes en sus dominios. 





— ¿Dices que nadie conoce que este castillo, es tuyo? —Pregunto Harry, aún maravillado por lo hermoso y cálido que lo hacían sentir todo el lugar. Y eso, que aun no entraba a la mansión.





—Te lo había dicho varias veces ya, Potter, esto es sólo un pequeño Château comparado a la mansión principal de mi familia. —Le corrigió, revisando algunos informes que los elfos le habían entregado nada más entrar a los dominios de la mansión—. Contestando a tu pregunta; Madre me compro este lugar como regalo de cumpleaños, usando uno de sus nombres Muggle’s. Ni siquiera padre sabe que existe o que madre tenía algún tipo de contacto con los Muggle. Madre siempre hacia sus cosas con cuidado y planificación para no tener ningún tipo de problemas, y aparte de llevar el apellido Malfoy, madre era una Black hasta la medula.





Harry abrió la boca, pero no dijo nada, prefiriendo guardar silencio antes de decir algo imprudente que llevara a una disputa por razones inútiles. Había aceptado convivir con Malfoy lo que le restaba de vacaciones antes del inicio del nuevo año de clases, donde sabia le esperaban quejas y reproches por parte de sus amigos y Remus, y un posiblemente cabreado Albus Dumbledore. También de un Moody completamente loco pregonando sobre seguridad y estar alerta ante todo.





—Además, Potter, la mansión principal de tu familia rivaliza con la de los Malfoy. Por algo han sido enemigas no sólo en poder y convicciones—los ojos de Harry y Draco se conectaron—. Los Potter también son dueños de una arrogancia y un egocentrismo innato. Podría decir que tu actitud es una mezcla entre las personalidades de tus padres. —Draco termino de revisar los informes y después de un par de anotaciones al final, en una página en blanco, los desapareció con un movimiento de su varita (la ilegal, claro está).





Harry alzo una ceja contrariado. Malfoy se había comenzado a comportar de manera ultra civilizada luego de que pudieran visitar a tumba de su madre en su mansión (donde dejo un hermoso racimo de narcisos). Ciertamente, era total y completamente diferente al chiquillo arrogante que removía sus ya tan arrebujados cojones. Malfoy era una de los pocos magos y/o personas que lo sacaban por completo de sus casillas. Pero extrañamente había comenzado a disfrutar de su compañía. Ambos iniciaban una corta conversación que acababa siempre en un cómodo silencio entre ambos.





—Para antes de entrar a Hogwarts tomare posesión de todos los bienes, materiales y monetarios, de los Potter. Me gustaría tener algún asesor legal por si algo llega a poner inconvenientes en las transacciones. —Harry siguió a Draco a través de las inmensas puertas de roble pulido que era la entrada a la mansión, quedando maravillado con tan sólo ver el hall de recepción. Draco le dio una mirada escéptica y puso los ojos en blanco al verlo de nuevo con esa estúpida mirada de admiración.





—Por el amor de Slytherin, Potter, deja de hacer esa cara. Me pone de los nervios. —Harry frunció el ceño y bufo—. Con lo otro, referente a un asesor, no es necesario. Yo podría ayudarte con eso—Potter lo miro idiotizado y Draco pasó una mano por su rostro, ya con ganas de saltarle al cuello—. Yo fui instruido en acciones legales desde pequeño, Potter. Lamentablemente, es una de las normas de los Malfoy. Son protocolos arbitrarios pasados de generación en generación.





Harry guardo silencio y le asintió, aceptando su ayuda con aquello. Viendo que Draco prefería ponerse a entablar una amena conversación sobre inmuebles derruidos por el tiempo con uno de los elfos a cargo de la limpieza de las habitaciones (según había dicho Malfoy), Harry quedo admirando todo el salón. Era espacioso, con techos abovedados; con ángeles pululando, pintados, por aquí y por allá. Los inmuebles eran pasados de época (un trienio, podía asegurar), y el color pastel de las paredes era como una droga que lo tranquilizaba. Camino con calma, admirando cada detalle, cada pintura, cada inmueble con mutismo y seriedad. Se sentía extraño, era la primera vez que pasaba las vacaciones fuera de la casa de sus tíos (aunque estuviera huyendo) y era la primera vez que estaba en un lugar que mostrara más sofisticación que Hogwarts, si es que este alguna vez la tuvo. 





—Todo el inmueble procede de la época de los dueños anteriores, los Lindcleir: pinturas, alcobas, vajillas y demás. —Le comento Draco acercándose a él, que estaba admirando una de las pinturas. Era un hombre parado en un despeñadero rocoso, mirando las montañas a la lejanía, cubiertas de brumosa niebla—. Simplemente remodelábamos, madre y yo, cuando veníamos a pasarnos un día o dos, con excusas de salir a dar un paseo de compras por Egipto o Europa central. Madre era muy ingeniosa a la hora de inventarse excusas…





Draco guardo silencio, pero Harry simplemente lo vio por el rabillo del ojo, sin saber por qué le atraían tanto las líneas de movimiento de sus labios. Eran de un rosa turquesa algo pálido, parecían brillar como perlas a la luz del incandescente sol de verano que estaba en lo alto en ese momento y que atravesaba los inmensos ventanales.




Antes de que Draco hiciese un comentario con respecto a su figura y el porqué Potter no le quitaba la mirada de encima, un elfo se apareció y anuncio que la comida ya estaba preparada. No hacía mucho que habían llegado, y como habían salido temprano de las bahías escocesas, por parte de los muelles Muggle’s que usaron para transportarse hacia Francia, por las inmediaciones del Angers, tardaron un tiempo en poder usar los Trasladores para no ser detectados de inmediato por el ministerio francés de magia. 





Ya sentados en la mesa, Harry comía taciturno, tratando de apartar un alud de imágenes que no le auguraban nada bueno si seguía con ellas. Draco, por el contrario, se encontraba de alguna forma complacida de que Potter no pudiera quitarle la mirada de encima. No es que el cuatro ojos le gustara, no, claro que no. Simplemente era parte de su egocentrismo tener a alguien que lo mire con lujuria de vez en cuando. Un Malfoy no es Malfoy si no es admirado. Aparte de que tener al Gryffindor salvador del mundo mágico, niño que vivió, babeando por él, le dejaba ese sentimiento de regocijo que siempre busco desde primero.





— ¿Ya has planeado que harás, Potter? —Pregunto de improvisto, mordiendo un suculento pedazo de bistec mientras lo miraba. Uno de sus dedos se había manchado de grasa. Planeaba limpiárselo con la servilleta, pero se sintió tan bien cuando vio a Potter desviarle la mirada cuando lo lamio de forma indecente—. Quiero decir, ¿no solo piensas pasarte todo el verano haciendo nada?





Con toda dignidad posible luego de la risilla de Malfoy, Harry frunció el ceño y le contesto simple y cortante: —Pienso entrenarme en algunos hechizos nuevos de defensa y algunos para atacar que logre adquirir de la sección prohibida.





Draco descifro el tono molesto y avergonzando de Potter, por lo que opto por dejarlo tranquilo. No quería empezar una disputa irrazonable en su primer día de estadía en aquel lugar.





—No sólo eso, Potter—dijo, minutos después del mutismo entre ambos. Harry levanto la mirada de su plato y alzo una ceja mientras parpadeaba contrariado. Draco limpio sus labios con la servilleta y tomo un poco de vino—. ¿Sabes Oclumancia?





—Snape me estuvo enseñando, pero todo fue un completo fracaso. El hombre y yo, simple y francamente, no nos llevamos para nada—le contesto, bufando luego de acordarse otra vez lo sucedido en la oficina de Dumbledore. Puede que Snape tuviera cierta razón en tenerle odio, pero con un demonio, él no era su padre y no planeaba serlo. Ni siquiera estuvo el tiempo suficiente con ellos como parecerse a él en algo—, ¿por qué la pregunta? 





—Te enseñare Oclumancia y pociones avanzadas, Potter. Realmente las necesitas. —Harry, sorprendido, se quedo sin palabras para poder contestar.




—Malfoy, te has estado comportando raro, últimamente, estos días…




—No me estoy comportando raro, Potter. Así es como soy; lo único diferente es que te estoy tratando como todo Malfoy trata a un invitado, con cortesía. No como el enemigo que siempre he perseguido todos estos años en Hogwarts. —Draco le sonrió, haciendo que una variante infinita de sensaciones le recorrieran de principio a fin su esqueleto óseo. Harry suspiro, soltando el aire que instintivamente había retenido para no sonrojarse, mirando hacia otro lado. Tenía la certeza de que Malfoy lo hacía a posta sólo para molestarlo, al final de cuentas, serian sólo ellos dos durante aquellos tres meses. Sólo ellos en aquel pequeño Château, como Draco le decía, con la compañía de elfos domésticos—. Y dime, Potter, ¿le has dicho a la comadreja y a la Granger que te fugarías? 





—No le digas comadreja—amonesto, frunciendo el ceño y los labios mientras sus mejillas adquirían el tono rojo de la molestia. 





—Potter, les digo como quiera. Tú no eres quien para amonestarme cuando los llame de aquella manera. Además, debes recordar que ustedes también me llaman de manera rara, ¿Cómo era? Hurón —Potter rio nervioso. Malfoy tenía razón en eso. Ron, cuando se refería al rubio Slytherin, siempre utilizaba ese apodo—. ¿Y…? 





—No les informe a ninguno de ellos. Ten por seguro que Ron hubiera lanzado el grito al cielo, me hubiera comenzado a gritar un montón de cosas que ni él mismo entendería y Hermione me reprendería hablándome de cosas de seguridad, y que la preocupación y que si no los consideraba mis amigos y todo eso. Realmente, odio esa faceta de madre sobreprotectora que se gasta—Draco lo miraba con una sonrisa burlona en los labios mientras terminaban de comer el postre; un parfait de chocolate—. ¿Y tú? ¿No tienes a nadie para informarle de tu escapada con el gran Harry Potter? Han de creer, que como escapamos juntos (sí es que llegan a intuirlo), somos algo así como amantes…





Cuando Draco puso los ojos en blanco y tembló escabroso ante el comentario, Harry rio con soltura, como hacía semanas no hacía, más precisamente desde la llegada de Umbridge, con naturalidad.





—Orgulloso te deberías de sentir, Potter, de estar con el sex simbol de Hogwarts—después de una mirada escéptica de Harry junto a una muy burlona sonrisa, contesto: —A la única persona que podría informarle es a mi padrino, Severus Snape, pero no quiero darles pies en polvorosa para que puedan ubicarme —aparte de sorprenderle que Malfoy resultase ser ahijado del grasiento de Snape, Harry vio que Malfoy era un estratega de primera categoría. No sólo se habían escapado de un momento para otro, sino que este planeo todos los pros y contras en un momento no determinado para él—. Ares, mi lechuza, se quedo en el colegio con un mensaje para él, como hiciste tú con el profesor Lupin. Severus la cuidara en mi ausencia y Ares tiene prohibido venir en mi búsqueda hasta el año entrante. Pueda que la extrañe en algún momento, después de todo es un regalo de madre que aprecio mucho, pero nuestra seguridad es primordial. Y te puedo jurar que el senil anciano puede llegar a imaginarnos a ambos escapando del castillo.





Parpadeando con fuerza, Harry dejo de lado la copa de helado y rasco su cabeza bastante choqueado. 





— ¿En qué momento planeaste todo esto, Malfoy? 





— ¡Por amor a Merlín! Soy un Slytherin, Potter. Esto es nada para mí. —Contestó, lanzándole un gesto desaprobatorio con la barbilla—. Ya te lo había dicho; si hubieses caído en Slytherin, estas cosas serian pan comido para ti. Un Slytherin no es lo que ustedes los Gryffindor piensan que son. Bueno, no todos—rectifico cuando Harry bufo—. Somos entrenados para ser solitarios y tener sólo amigos si es conveniente para nosotros; para poder mediar cualquier situación que se nos presente y poder crear una medida correctora si lo amerita la situación, en un mero instante. Cuando me hablaste de que te fugarías, ya comenzaba a planificar como lo haríamos, incluyéndome en el plan de escape. 





—He redefinido mi manera de verte, Malfoy. Pero sigues siendo un puto arrogante de primera. 




— ¿Es eso acaso, un cumplido, Potter? —Harry se encogió de hombros.




—Tómalo como quieras.





—Gracias, arrogante Gryffindor. —Le sonrió socarrón y se levanto de la mesa —. Puedes recorrer la mansión si gustas, cualquier elfo esta a tu disposición por si llegas a perderte, ya conoces sus nombres…





Y sin más, dejo a solas el inmenso comedor, con un Harry verdaderamente confundido. Seguía pensando que Malfoy era un capullo y un arrogante, pero un chico bastante gentil y alguien con quien se puede tener una conversación bastante amena. Al menos por unos minutos antes de que los insultos salgan a flote y el enojo se apodere de su persona. Puede que el asunto con la muerte de Sirius lo haya hecho madurar un poco y lo haya hecho replantear convicciones con respecto a las personas que lo rodeaban, pero aun seguía siendo un león. Un orgulloso Gryffindor que aun no podía aceptar la mano al completo de una serpiente como lo era Malfoy, aunque sus situaciones y decisiones tuvieran mucho de parecido.




Por el momento, sólo le daría la oportunidad… 




Quizás algo parecido a una amistad surgiera entre ambos. 






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— ¿¡Lo dice en serio!? —Histérico y tembloroso, golpeo el escritorio, haciendo que los objetos sobre este saltaran y se regaran por doquier. Sus ojos relampaguearon con furia hacia el hombre tras este. El tan adusto, serio y calmado profesor de pociones, Severus Snape, estaba realmente como un basilisco con rabia. Estaba en la oficina del director, acompañado de Lupin y varios miembros de la orden del fénix que habían sido convocados para recibir la noticia de la desaparición de Harry Potter y Draco Malfoy.




—Encontrar a Harry, es prioridad, Severus—Dumbledore, como de costumbre o como obsesión maniaco compulsiva (como aseguraba Snape que era), acomodo sus lentes de media luna y lo miro serio. Habían estado discutiendo el asunto de la desaparición y lo que decían las cartas que sus lechuzas, a primera hora de la mañana de hacia tres días, le habían entregado. Para no hacer de eso un problema que haría sucumbir todo mundo mágico en caos al saberse su héroe desaparecido, esperaron a que todo el colegio estuviese vacio, y dieron la excusa de que Harry y Malfoy fueron puestos bajo una muy capacitada seguridad. Lo de Harry era comprensible; cada año era igual en los veranos. Pero lo de Malfoy llamo un poco la atención, desviada por un comentario seco y afirmativo del jefe de casa de Slytherin.





— ¿Qué ocurre con mi ahijado, entonces? —Mordiendo cada gota de orgullo que poseía, se calmo. Era menester estar calmado en una situación tan desesperante como la desaparición de su querido ahijado. Por el contrario, cuando buscaba sonar sereno, su voz resolló con un eco tan profundo y oscuro que todos los miembros parecieron prepararse para lanzar un Petrificus si Severus intentaba morder al director. Para cualquiera que viera su interacción en esos momentos, cualquier cosa era posible; inclusive aquella en que Snape contraía rabia, botaba espuma de la boca y se devoraba a mordiscos a Albus. 





Suspirando, y con miedo de perder a su único espía dentro de las filas de Voldemort, dio su brazo a torcer con el asunto de salir a la búsqueda del joven Malfoy: —Tonks se encargara de ello. No te preocupes, Severus. Mejor que nadie sabes que Narcisa lo entreno bien, y Lucius no se quedo atrás. El joven Malfoy ha de estar pasando unas vacaciones alejado de todo.





Gruñendo, Severus salió de la oficina, azotando la puerta con toda la rigidez y fuerza que pudo. Detrás de él, luego de excusarse con el director, Remus salió a su encuentro.





—Severus…—dio un gran salto hacia atrás cuando los oscuros orbes lo miraron no sólo tan rápido, sino con tanto odio contenido. Ahí estaba el Mortifago capaz de acabar con una horda de Aurores veteranos como si fueran moscas, no Severus Snape, el profesor de pociones. Fuera de toda su educación Slytherin y ante la sorpresa de Lupin, Severus se adentro a uno de los salones más aledaños y comenzó a lanzar hechizos destructores a diestra y siniestra sin contemplación alguna.





— ¡Maldito anciano de mierda! Lo juro… juro que uno de estos malditos días le Cruciar las malditas ganas de seguir comiendo esos malditos caramelos adulterados, junto con su maldito culo. —Remus estaba parado de la impresión, mirando todo desde la puerta. Desde el reducto con un poder oscuro avasallador, hasta la bombarda más impactante de todas, e inclusive, hechizos que desconocía despedazaban los pupitres y dejaban inmensos huecos en las paredes. Una vez que todo termino, Severus se dejo caer contra un muro, con un semblante libido y lleno de preocupación—. ¡Maldición! ¡Maldición! ¡Maldición!, ¿dónde demonios estas, Draco?




Remus lanzo varios reparos y devolvió la habitación a su estado original. Se acerco a Severus y lo miro con enojo: — ¿Esa es la maldita manera que tienes de buscarlos? 




— ¿Tú que sabes, Lupin? —Mascullo enojado, con ciertos implícitos brillos de locura bailoteando en sus corneas. Remus se trago las ganas de chillar como niña que observa como un hipogrifo la va a aplastar—. Tú, al menos, tienes a una horda completa de Aurores y miembros de la orden del fénix buscando a tu adorado Potter; ¡yo solo tengo a una Metamorfomaga que no sabe donde pone ni sus zapatos! No me vengas a hablar de preocupaciones ni deberes. Draco es lo más parecido a un hijo que tengo, no lo puedo perder por las estupideces de un viejo chocho como lo es Dumbledore. ¡Que se vaya a la mierda él y toda su orden!




Después de recibir una cachetada de Remus, Severus maldijo y se tranquilizo, visualizando algún prado donde alguna vez quiso estar.




— ¿Más calmado? —un gruñido le confirmo una afirmación—, ¿qué decía la carta de Draco?




—Explícitamente; no mucho. Que se iba de Hogwarts por su cuenta y que no tratara de buscarlo. Le dio órdenes a Ares, su lechuza, para que se quedara conmigo. Ella no se atreverá a desobedecerlo, tenlo por seguro. —Suspiro y guardo silencio, pensando un poco más—. Dice que estará seguro en alguna parte del mundo, que se puede cuidar y no me preocupe. Y aunque sé que es muy capaz, es sólo un adolescente que acaba de perder a su madre.





—Harry tampoco dice mucho en la suya; sólo explica que está harto de todo y necesita descansar. También deja dicho que si los de la orden pierden el tiempo en buscarlo, que mejor se dedique a atrapar Mortifagos y lo dejen tranquilos. ¡Ah! Y a Dumbledore que le Cruciaria el culo si descubría que se estaba hacienda de la vista gorda con los Mortifagos por estar pendiente de él— un alud de imágenes de un Potter sádico empleando su varita de un modo indecoroso contra un Dumbledore masoquista, aparte de sacarle una sonrisa, lo hizo estremecerse—. No se lo dije a Dumbledore por respeto a la decisión de Harry, pero estoy más que seguro que tanto Draco como él, se escaparon juntos.





Snape bufo, relajándose un poco más y regresando a la normalidad su inexpresividad: — ¡Tenía que ser San Potter! —Remus hubiera saltado a la defensa de Harry, pero cuando vio el pequeño atisbo de sonrisa en los labios del pocionista se trago todos sus argumentos. Al parecer le aliviaba de alguna forma que estuviera con Potter—. Espero que al menos aprendan algo de valor antes de regresar a Hogwarts. Sino los encuentro primero y los castigo de por vida, claro está.





Remus rogo a Merlín porque esos dos no estuvieran matándose en alguna parte alejada del mundo. 






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Nada podía ser tan bueno como se imaginaba. Sólo apenas unas horas después de que habían arribado a la mansión Lindcleir (¡que pare él era, y seguiría siendo, un puto castillo!) Draco y él habían entrado en su primera discusión sin sentido sobre ética y moral. No sabía cuál de los dos poseía la razón en el estúpido asunto y no había mediador que terminara su disputa antes de que se convirtiera en caos. Lo interesante era como la simple discusión sobre inteligencia y quien tenía el top en los estudiantes más sobresalientes, termino siendo una lluvia de golpes por parte de ambos.





¡Y vaya que Malfoy pegaba duro!





El había ingresado a la mansión, campiña, ¡al diablo eso!, ¡al maldito castillo! Y luego de encontrarse con Malfoy leyendo un libro de pociones, lanzo un simple comentario de que se estaba comportando como Hermione (aludiendo que no descansaban ni aun en vacaciones). Para Draco, aunque no fue dicho con mala intención, le resulto una blasfemia sin igual aquellas simples palabras. Utilizo la palabra prohibida con su amiga; (sangre sucia), que si bien le había dicho que sólo por asuntos ligado a su padre la utilizaba, estaba tan acostumbrado a ella que le era prácticamente imposible no utilizarla en comentarios despectivos contra estos. 





Harry, como león enjaulado, rugió enojado defendiendo a su amiga, mandando al diablo a Malfoy y a toda su estirpe (sin quererlo, por igual menciono a la madre del rubio). Y bueno: todo termino entre los dos completamente golpeados; con ojos inflamados y narices y labios sangrando. El peor parado de todo fue Harry, quien había dado a parar con un jarrón chino y término todo cortado cuando este reventó en el suelo y varios de sus fragmentos terminaron incrustados en sus manos, antebrazos y piernas. 





Este evento dio fin a la discusión. Malfoy, con todo su orgullo, busco un botiquín con algunas pociones curativas, gazas y vendas. Harry no lo miraba, arrebujado y enojado, aun pensando que tenía la razón y Malfoy tampoco admitía estar equivocado. 





—Sólo fue un… simple comentario —murmuro Harry, mirando hacia otro lado mientras Draco terminaba de sacar el ultimo fragmento de la cara vasija y utilizaba el reparo para arreglarla. De alguna manera se sentía culpable y avergonzado. También estaba nervioso; su corazón bombeaba de una manera sin igual. No sabía que le sucedía, pero cuando un montón de imágenes de Draco, llorando entre sus brazos lo inundaron, sintió sus manos sudando mientras era cuidadosamente atendido. Podía deducir, o al menos desviar toda la atención del sentimiento que experimento hacia la simple conclusión de que ver a Malfoy tan débil, llorando y pareciendo un simple niño, sin arrogancia, lo estaba haciendo sentir aquello.





—También es mi culpa, sobreactué todo el asunto—Harry lo vio por el rabillo del ojo, fijándose en sus labios y en las particulares cortadas de sus manos, que posiblemente se había hecho cuando comenzó a atenderlo. Sus mejillas se llenaron de sangre rápidamente y se sintió todo colorado cuando se imagino besándolas. ¡Qué mierda le estaba pasando! ¡Era Malfoy, por el amor a Merlín! —. Deja de moverte, ¿quieres? —Harry le asintió, negándose a mirarlo. 





— ¿Por qué te enojaste? —pregunto cauteloso, virando el rostro para encontrarse con dos esplendidas gotas de plata mirándolo fijamente mientras vendaba las heridas más profundas con unas cuantas gazas. 




—Me enoja el hecho que me compararas con una mujer, Potter. No es que sienta aversión al hecho—se rectifico para no crear otro problema ante el ceño fruncido del sensible de Potter—, pero hay ciertos temas de mi vida que conllevan esos ejemplos y que me hacen hervir la sangre. Sé que actué como un crio…, lo siento.



Y luego de que Draco le sonriera de aquella manera que pareció que su corazón reventaría de un momento a otro, Harry desvió la mirada y Draco continuo atendiendo sus heridas aun sonriendo después de verlo sonrojarse de forma tan vergonzosa. 




Estaban aun sentados en el suelo. Harry tenía una de sus piernas apoyando su mano, la cual sostenía su avergonzado rostro; con Draco curando sus heridas y él viendo hacia otra dirección, pensando en aquellos hermosos labios esbozando esa preciosa sonrisa, en medio de aquel desastre que ambos habían creado.




De alguna manera, estaba seguro que era una imagen preciosa. 



La cual se aseguro de capturar.

Notas finales:

gracias por comentar: aunque no pueda responderle me gusta leerles.


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