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¡Soy humano! por Enea

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Notas del capitulo:

Letras en cursiva pueden ser pensamientos de Naruto o recuerdos. De todas maneras, en este capítulo ya que hay de las dos cosas, digo cuando son cada uno.

Cap 14: Colmillitos + Colmillitos = ¿Dos colmillitos?. Día 7(Parte I)

(O como Naruto decidió no beber más)

 

 

6:45 de la mañana

 

En ese momento, justo en en ese instante de su vida sabe perfectamente dos cosas: odia a Sarai con la intensidad de mil soles(y aún así, el que dijo esa frase se quedó corto) y que, válgame la redundancia, odia a los vampiros no con la intensidad de mil soles, no, con la intensidad de todos los soles habidos y por haber en el universo. Sí, eso haría justicia.

A parte de que tiene sueño(sí, aunque la adrenalina le ha puesto muy energético después se ha sentido como un saco de patatas arrastrado por todo la granja del tamaño de Estados Unidos), le duele todo el cuerpo(ese punzante dolor en la muñeca le está empezando a preocupar) y que siente que su cabeza va a explotar, nota como su lengua(o lo que antaño era una lengua) es una especie de esponja inflada dentro de su boca, que le hace sentir casi asfixia y le impide tragar con normalidad. Bien, bueno, es lo típico después de una noche de borrachera(tenía que beber para olvidarse de... ¿de qué era exacta...? ¡Ah, sí, de eso! ¡Odiosa Sarai!). ¿Pero era normal que miles y miles de dragones rugientes se pusieran de acuerdo para afilarse las garras justo en su cerebro? ¡¿Lo era?!

También está aliviado de que en algún momento de su irracionalidad se haya alejado de sus amigos(aunque ha tenido que soportar al maldito vampiro él solo, pero bueno, ya está acostumbrado así que no a ha sido para tanto... o al menos, de eso se intenta convencer). Sí, sobre todo agradece ese momento de poca lucidez que tuvo para alejarse de ellos. De todas formas, cómo iban de borrachos todos, nadie notaría su ausencia o por lo menos no esa mañana. A lo mejor cuando se despertaran y recordasen las cosas, si es que las recordaban. Que lo dudaba mucho.

Debía estar muy borracho o eso es lo que llegó a pensar, cuando vio que el vampiro se duplicaba. Pero luego llegó a la conclusión de que necesitaba una cama, agua fría y unas mantas calentitas para dejar de pensar que Colmillitos se había duplicado y encima, su réplica se había librado de las esposas. Luego se percata de que el pelo es diferente. No es negro, qué va. Sino de un variopinto color rojo fuego que daña sus sensibles pupilas. Y es entonces cuando claudica definitivamente. Su cerebro se marcha de vacaciones indefinidas y deja un pequeño cartel donde antes trabajaba que reza así “¡Adiós, pringado!”.

 

 

4:00 de la misma mañana(Véase, 2 horas y 45 minutos antes)

 

Oh, joder. La música le estaba rompiendo el poco cerebro que le quedaba vivo después de litros y litros de alcohol. ¿Quién había dicho la tamaña gilipollez de que bebiendo se quitan las penas? ¡Era totalmente mentira! Ahora tenía más, incluso.

Tampoco ayudaba(para nada) la música atronadora del local que ensordecía sus pobres y castigados tímpanos. Además estaba el constante tira y afloja de Colmillitos para que de una vez se fueran de allí. Pero es que, a él, no le daba la gana irse. ¿Para qué? ¿Para recibir el castigo del siglo por parte de sus tutores? No, gracias. Prefería mil veces el taladramiento de su cabeza.

Por otra parte, la música no estaba tan mal. A él, por lo menos, le gustaba. Era la típica del local. El único local que ahora, con la crisis, más o menos se mantenía en pie por esos parajes. Túnel. Sí, así se llamaba. O por lo menos eso pensaba. A lo mejor cuando saliesen de esa orgía humana que no hacía más que gritar, saltar y berrear, frotándose unos a otros sin pleno conocimiento de ello, el cártel rezaría otra cosa. Pero por el momento estaban es Túnel.

Después de la típica canción de Nirvana que echaban siempre por esa hora y unas cuantas más de grupos de rock alternativo de ahora que no lo conocía nadie, empezó de nuevo la buena música con otra de Nirvana, ya no la de Smells Like Teen Spirit(oh, como le gustaba esa canción), sino una menso conocida pero no menos buena Where Did You Sleep Last Night.

Y fue, como siempre que alguien reconocía la canción o que le gustaba, que se hizo un pequeño y breve silencio cuando las primeras notas se empezaron a escuchar. Alguien grito algo y ya todo fue una caos. La voz de Kurt Cobain empezó con su manera tan singular de cantar esa canción(“My girl, my girl don't lie to me tell me where did you sleep last night”) miles de voces surgieron al unísono haciendo el coro de esa extraordinaria y única voz del cantante ya muerto. Algunas de ellas cometían más de un error, algo que celebraban riéndose a carcajadas, otras se les escapaban algún que otro gallo. Muy pocos, pero, no hacían más que la cabeza de arriba a abajo con los ojos cerrados, dejándose envolver por la música. Luego en el momento cumbre de la canción(cuando Kurt cambiaba totalmente de timbre de voz haciendo que todo el mundo dejase su garganta en el intento de imitarle) aquel casi imperceptible movimiento de cabeza, se hizo mucho más pronunciado, subiendo de vez en cuando la mano para moverla al ritmo de la canción.

Cuando el ruido de los acordes de la guitarra dio paso al silencio, la gente que todavía se enteraba de algo, empezó a aplaudir, pidiendo más y más, como unos pobres drogadictos que encontraban la felicidad en aquella música que muchos calificarían como ruidosa e insustancial. Rompedora de tímpanos, inclusive.

Luego siguió una canción de The Police, AcDc(Naruto no era muy fan de ésta última, pero eso no le impidió mover arriba y abajo la cabeza como si no hubiese mañana) cuando empezó una canción que rompió todo el ambiente rockero pero que aún así fue cantada como si fuera una más. The Beatles hizo su aparición sorprendiendo gratamente a más de uno, en los que se encontraba Naruto. Era la única canción que podía decir que le gustaba de este antiguo grupo movedor de masas.

Here Comes The Sun coreada por miles de voces con diferentes tonos fue acabando hasta que solamente se escuchaba el repetitivo final(Here comes the sun, here comes the sun, and i say, it's all right, it's all right).

No pasaron ni diez minutos cuando uno de los grandes hizo su aparición. Bon Jovi con su It's My Life(it's now or never, i ain't gonna live for ever). Justo en ese momento la discoteca se fue abajo. Todo el mundo(excepto un vampiro que estaba más tieso que una tabla de surf fuera del agua) empezó a cantar como si no hubiese nada más en el mundo, mientras saltaban, se movían sin desenfreno alguno, buscando algún movimiento o algún tono de voz superior que los que le rodeaban para poder manifestar todo lo que la música les hacía sentir en ese instante.

El Dj de pub mostraba una sonrisa de oreja a oreja mientras observaba a la masa humana que se expandía por debajo de su altar de discos. Siempre pasaba lo mismo con ese tipo de canciones. Era un éxito seguro. Vio por el rabillo del ojo como la camarera le daba un chupito como recompensa mientras le sonreía, también contagiada por el ambiente que se había creado en segundos a su alrededor. Se sorprendió cuando sintió una mano en el hombro. Se giró y vio a otra compañera del trabajo que traía un pequeño papel. Lo cogió, leyó lo que ponía y asintió, mirando en la pila de Cds desperdigados que había por ahí intentando recordar si lo había traído o no, dado que casi nunca ponía nada suyo. Para ganar tiempo puso la tan conocida canción de Guns N'Roses, Sweet Child O'Mine.

Sarai estaba totalmente fuera de sí. Saltaba sin parar mientras le daba la mano a Iván para así no caerse y pegarse una buena torta. Naruto sonreía con los ojos cerrados, olvidándose de su alrededor, olvidando que estaba encadenado a un vampiro, que sus tutores lo más seguro es que lo quisieran matar, que su amiga estaba más borracha que una cuba, que lo más probable es que él también y que el lunes tenía que entregar miles y miles de trabajos atrasados que no había hecho ni por asomo. Pero eso ahora no importaba. Tampoco el hecho de que era un hombre lobo a punto de alcanzar su madurez total y lo que eso conllevaba. No, no quería pensar en nada. Quería seguir moviéndose al compás de la música sin parar ni siquiera para respirar.

Pero eso no quitaba el hecho de que seguía sintiendo la oscura, casi escalofriante mirada de quien estaba a su lado. Mirándole, sin pestañear. Sin casi respirar. Preguntándose, no por primera vez, qué demonios hacía él ahí. Sus oídos le dolían, la música no dejaba de tronar en el pequeño local, haciendo eco en las cuatro paredes que lo rodeaban y encima estaba al lado de los altavoces, lo que conllevaba más tortura para sus pobres y afinados tímpanos. Si no fuese vampiro sabía que se estaría quedando más sordo que una tapia. Pero todo eso quedaba relegado en el fondo de su mente. Sí, porque ésta estaba casi a punto de explotar de todas las preguntas que tenía. ¿Cómo era posible que el chucho pareciese tan sumamente... feliz? ¿Libre? ¡Sólo movía la cabeza y hacia cosas raras con las manos! Era como si le estuvieran dando espasmos por todo el cuerpo y estuviera a punto de sufrir un ataque epiléptico. Pero no solamente a él, no que va. Si fuese así ya hubiese hecho por donde de quitarse esas estúpidas y frágiles esposas y se hubiese largado de ahí para no volver más. ¿Para qué matar a alguien que ya estaba a punto de palmarla por su propio pie?

Y eso le llevó a recordar como, horas antes, el chucho le empujó hasta el baño y se metieron en un solo cubículo, donde sin dilación el rubio le dijo que ya sabía que podían quitarse las estúpidas cosas esas que envolvían sus muñecas pero que un humano normal(cómo si ellos lo fueran...) no podría hacerlo, así que para no levantar sospecha, tendrían que pasar aunque sea esa noche así. Luego ya pensaría en cualquier cosa para ver si tenían una escapatoria.

Estúpido chucho por querer aparentar normalidad y estúpido él por seguirle el rollo.

Acabó la canción y con ello los movimientos esporádicos de los presentes. El Dj sonrió y pulsó de nuevo el botón, se puso los auriculares acolchados y empezó de nuevo, ahora con la canción que le habían pedido una de sus amigas.

Los primeros golpes del bombo se dejaron escuchar seguidos por los acordes de la guitarra. Éstos dejaron paso a la voz principal. Voz que llegó y llenó la cabeza de Naruto, haciendo que una pequeña alarma en una zona enterrada de su cerebro sonase. Oh, sí, conocía esta canción, la conocía demasiado bien.

Era su vida. Era como si el cantante le hubiera estado espiando y relatase su vida en una canción en apenas unos tres minutos con algunos segundos.

Sin darse cuenta, Naruto se mantuvo quieto, escuchando, expectante, toda la letra de la canción, una que se metía dentro de él como una plaga imposible de vencer. Su cuerpo rígido, provocando que el vampiro se fijase más en lo que ocurría a su alrededor, escuchando o mejor, prestando atención por primera vez a lo largo de la noche al ruido infernal que los demás llamaban música.

Naruto recordó cuando escuchó por primera vez esa canción. Tendría unos diecinueve años, acababa de empezar la universidad y estaba en su momento de “salir de marcha porque soy mayor y molo mazo” que según sus amigos eso, lo de salir, tendría que haber empezado hacía tiempo. Aunque nunca era tarde para empezar. Fue en casa de alguno de sus amigos. No sabría decir cuál. Estaban bebiendo, haciendo el tonto(algo totalmente común ellos) y de pronto empezó esa... su vida. Tal y como él se sentía. El dolor, la frustración que sentía por todo lo que era, por todo lo que vivió solamente por ser quien era, por ser lo que era. Por no poder... escapar. Y justo como ocurrió en esa ocasión, el aire le faltaba, las paredes se cerraban en torno a él haciendo que las personas que coreaban y saltaban sin detenerse a mirar si pisaban a alguien o no le parecieran ahora más atosigantes que nunca. Así que, con toda la fuerza que pudo, se abrió paso por la masa humana hasta encontrar las puertas y con ellas las escaleras que le llevaban a la libertad... o lo que por ahora se denominaría libertad.

Aún en las escaleras pudo oír el último fragmento de la canción que sabía que se repetiría una y mil veces en su cabeza.

 

Help me believe it's not the real me

Somebody help me tame this animal

This animal I have become

 

 

Notó la tirantez de su muñeca al girar una esquina para poder adentrarse en cualquier callejón. Miró hacia atrás encontrándose con la mirada oscura del vampiro que le interrogaba en silencio, pero Naruto no tenía fuerzas para poder hablar. Sentía que se ahogaba, que necesitaba... algo. Lo que fuera.

No sabía si Sasuke podía entenderle o incluso imaginar lo que estaba ocurriendo en su interior, pero algo en aquella mirada oscura, tan profunda le decía... y de pronto sonrió. Una mueca burlona surcó su rostro pálido.

El vampiro no dijo en ningún momento palabra alguna. Solamente le miraba con guasa mientras comenzaba a andar hasta posicionarse delante de él. Hasta que empezó a tirar de la cadena que los unía.

Un paso.

Otro paso.

Izquierda.

Derecha.

Y de pronto todo era un borrón a sus espaldas.

Miles de luces de colores pasaban por su lado sin definición alguna. Ruidos de coches que dejaban atrás en una carrera hacia la nada. Miles de personas sin rostro. Todas olvidadas. Ninguna importante. Todo haciéndose grumos en la lejanía.

No eran conscientes ni de dónde iban ni si estaban llamando la atención de los pocos transeúntes que quedaban por la zona. Poco les importaba. Lo único en lo que eran conscientes era en el ruido de sus pies en la acera, el sonido de su propia respiración y de sí mismos. De que ambos estaban siendo libres por una vez en la vida. Sin caretas, sin apariencias. Solamente ellos.

Corriendo.

Libres.

Una gota mojó la mejilla de Naruto. Otra dio en el mentón de Sasuke. No pararon de caer hasta que ambos quedaron empapados pero aún así, calados hasta los huesos, no se detuvieron.

Cuando la carretera acabó y comenzó el campo, Naruto hizo el pequeño amago de detenerse aunque sea para pensar en lo que iban hacer, pero Sasuke lo empujó, le instó a seguir adentrándose entre los árboles.

No tardaron mucho en salir de nuevo a la carretera, pero en esta ocasión ambos frenaron, observando su alrededor para orientarse aunque sea mínimamente. Moviendose a una velocidad normal, se acercaron hasta un pequeño barranco que tenían delante donde podían ver la ciudad iluminada en todo su esplendor.

Naruto se percató de que estaban en el Castillo de Bellver o por lo menos en sus alrededores.

Desde ahí observaron el puerto, iluminado por las farolas del Paseo Marítimo, la Catedral al lado del Parque del Mar... y el rubio suspiró, su cabeza llena de miles y miles de recuerdos de esos sitios, algunos buenos, otros malos, pero rápidamente desechó los últimos. Justo en ese instante que se sentía tan bien, tan cómodo con sí mismo, no quería que su mente se llenase de estúpidos pensamientos que le hiciesen volver a la realidad.

Se concentró en la imagen de él con Kakashi e Iruka paseando a Laika por el Parque del Mar. Él, mientras sus tutores andaban cogidos de la mano y hablaban sobre cosas que poco le importaban, corría por el lugar perseguido por la bola de pelos de su perra que en ocasiones(en muchas ocasiones) le dejaba colgado por ir tras algún que otro animal que había por ahí.

Otra imagen que le asaltó fue de la Catedral cuando en el instituto les hicieron ir para hacer un trabajo sobre ella. Aburrido. Ese recuerdo lo desechó enseguida.

Tampoco quería quedarse dormido.

De pronto le vino la imagen de Sarai e Iván con un gran paquete entre sus manos que le dieron mientras le gritaban a voz en coro un feliz cumpleaños.

Un niño pequeño, paliducho y escuálido, con una sonrisa de oreja a oreja le tendía un trozo de pan duro mientras le decía una y otra vez que no se preocupase, que él estaba ahí. Que estarían juntos siempre y que ambos se cuidarían entre ellos. Porque eso es lo que hacían los hermanos.

Hermanos.

Sí, Roberto había sido su hermano. No de sangre, pero eso a él no le había importado. Habría dado su vida por cuidar la de Roberto. Lo habría dado todo para saber que estaba a salvo. Una sonrisa irónica surcó su rostro mientras pensaba que ya había dado más de lo que se le devolvió por ese traidor, traición que nunca entendió y tampoco dejó que se lo explicara. ¿Para qué? ¿Para que le lavase el cerebro para volver con él?. No, gracias.

Además había recibido algo a cambio. Iruka y Kakashi habían aparecido en su vida, haciéndolo sentir normal, un niño que lo único que quería era una familia. Una verdadera familia. Con amigos, con clases y profesores agobiantes que odiar. Y eso es lo que ellos le habían dado. Una vida. Comida, ropa, medicinas, dinero, cuidados... amor. Todo lo que habría tenido si sus padres, sus verdaderos padres, no hubiesen muerto.

Eso es mentira. Recuerda de que éramos esclavos. Los esclavos no tienen nada de lo que ahora yo tengo. Nada. Se reprendió a sí mismo. En ocasiones le era tan fácil olvidar de dónde venía y eso estaba mal. No podía hacer eso. No a sus padres.

 

La cara de su madre reflejaba preocupación mientras miraba a su hijo acostado tapado con una manta hasta el cuello, dejando ver solamente su carita sonrojada por la fiebre. Ella sabía que eso no era normal. Los licántropos no enfermaban a no ser que estuvieran a punto de morir o de...

El ruido de Minato al entrar le hizo girar la cabeza. Se mordió los labios con fuerza al ver las condiciones en las que se encontraba su marido. Tenía un enorme moratón en una de las mejillas y un ojo semicerrado por la hinchazón. Se acercó a la cama cojeando pero sin hacer ni un gesto de dolor.

¿Qué tal, campeón? ¿Cómo te encuentras?—preguntó con una sonrisa que se notaba demasiado tirante.

Minato también estaba muy preocupado.

Bien—susurró una voz infantil—. Me duele un poco la cabeza, pero estoy bien. Le he dicho a mamá que quiero salir fuera. Odio estar en la cama tanto tiempo.

En esa ocasión, la sonrisa fue real.

Ya sabes que no debes moverte mucho. Estás enfermo, enano—le sacudió el pelo tan rubio como el suyo.

Se lo he dicho mil veces, pero no me hace caso—comentó Kushina mirando a su hijo fingiendo enfado—. Es tan cabezota como tú. Maldita sea la hora en que sacó eso de ti.

Sí, bueno, como si tú no tuvieras lo tuyo, cariño.

La pelirroja se levantó y cogió a su marido del cuello de la camisa y lo acercó hasta su rostro, dejando escasos centímetros de separación.

¿Estás queriendo decir algo?

No, no. Que eres igual de bella por fuera que por dentro, amor—contestó rápidamente con las manos alzadas.

Naruto, desde su posición, empezó a reír provocando un fuerte ataque de tos que empeoró por no poder dejar de carcajear. Kushina le pasó un vaso de agua mientras su padre le daba golpes flojos en la espalda.

Medio ahogado, el niño intentaba respirar sintiendo que todo le daba vueltas provocando unas increíbles ganas de vomitar. Apretando con fuerza tanto los ojos como los labios, ignorando las voces preocupadas de sus padres, Naruto intentó de nuevo respirar con normalidad. Abrió los ojos cuando lo consiguió.

Un sonido agudo y estridente rompió la frágil tranquilidad de la familia. Kushina miró a Minato con angustia mientras dejaba el vaso de agua de nuevo en el suelo.

Justo en ese instante, un mareo asaltó al pequeñín y ya no supo nada más.

 

 

Abrió los ojos lentamente, acostumbrándose a la luz que se adentraba por la ventana. Miró por toda la habitación esperando encontrarse a sus padres, cuidándole pero estaba solo.

Hizo la tentativa de levantarse y notó que estaba mejor que antes, así que poniéndose en pie, buscó las zapatillas que su madre le había dado la semana anterior, ya que sus antiguas babuchas estaban demasiado viejas y le venían demasiado grandes ya que habían pertenecido anteriormente a su padre.

Se acercó a la ventana y miró el exterior. Sabía que por muchas ganas que tuviese por salir a fuera no podía. Su madre lo mataría si se enterase y además no quería estar castigado de por vida por parte de su padre.

Hacia sol, un sol potente que calentaba a los vecinos. Éstos estaban fuera de sus casas de madera, rodeando una hoguera. En ella estaba apoyada una olla lo bastante grande para cocinar la comida de toda la manada. Naruto se preguntó vagamente qué comerían esta vez si caldo de conejo o caldo a secas. No siempre podían ir a cazar ya que, según lo que le había explicado su padre, estaban todos muy ocupados sirviendo a los amos y no tenían tiempo para eso. Así que los niños que todavía no habían sido reclamados, como él, estaban siempre en el huerto cultivando algo de comida y ahuyentando a los conejos que venían para devorar las lechugas. Y por la cara de alguno de ellos, ese día tocaba sopa de col.

Deseó poder estar ahí fuera con los demás, en el círculo donde todos eran felices, olvidándose de sus amos y de sus respectivas obligaciones. De que eran inferiores.

Se quedó mirando a sus amigos, a su familia pensando, no por primera vez, que él era el único niño de la manada. Extrañamente no había más de su edad, ni siquiera una remotamente joven. Todos sobrepasaban los cien. Incluso sus padres.

Un día se lo preguntó a su madre y ella le respondió que era porque era muy difícil poder tener un bebé. Naruto, ingenuamente, pensó que era obvio que no tuvieran hijos. Era mucho más importante estar todo el tiempo pendientes de sus amos. Un bebé quitaba mucho tiempo. Y cuando se dio cuenta que entonces él estaba quitando tiempo a sus padres, se sintió fatal, tanto que no quiso comer en días hasta que sus padres, preocupados, le hicieron confesar y entre mimos y más mimos le quitaron esa idea de la cabeza. Ellos podían ser perfectamente serviciales, incluso darían la vida gustosamente por sus amos, pero no iban a poner las necesidades de su hijo por debajo de las de sus amos, aunque aquello fuera en contra de su naturaleza.

¿Ey, qué hacer levantado, enano?

Minato se encontraba en el hueco de la puerta mirando con ojos crítico el estado de su cachorro. De forma casi imperceptible, olfateó el ambiente para asegurarse de que Naruto estaba lo suficiente recuperado para poder estar de pie.

Ya estoy bien, papi—gimoteó con voz de pito a la vez que ponía cara de no haber roto un plato—. ¿Puedo salir?

No.

Pero, pero... ¡Están todos fuera! ¡Venga, papi! Déjame salir. Anda. No seas malo. No se lo diré a mami.

He dicho que no, enano y ahora mismo te metes de nuevo en la cama—frenó el torrente que veía venir de parte de su hijo.

Éste gimoteó un rato más pero al ver que su padre no cedía, se metió de nuevo entre las sábanas.

Malo—musitó con lagrimitas en los ojos.

A mi no me vas a ganar con eso, enano. No soy tu madre.

Minato se acercó a Naruto y le puso una mano en la frente. Notó que la preocupación que había tenido durante los dos largos días que su hijo había estado en cama se esfumaba dejando paso a un gran alivio. No tenía fiebre.

Pero eso sólo significaba que...

Ya no tienes fiebre.

¿Ves?—gritó Naruto mientras se ponía de pie de un salto en cima del colchón—. Te dije que ya me encontraba bien. ¿Puedo salir? Me voy a perder los cuentos del abuelo Luís y de Sta.

Es Sveta. Y no, no puedes ir. Te lo hemos dicho mil veces. No estás...

Pero sí lo estoy. Venga, por fi, papi, no seas malo. No seas como el hombre malo del cuento de Sta—suplicó.

Minato miró atentamente a su hijo, viva imagen de él mismo a su edad, con sus mismos ojos, su mismo pelo. Poco tenía de su madre, físicamente. Su carácter era casi un calco de su esposa. Tan explosivo, tan caprichoso y cabezota. Lo quería con locura.

En su corazón sabía que, todo aquello que durante toda su vida había regido sus decisiones, todo aquello que un día sus padres le habían inculcado, se había desvanecido, había dejado de ser importante. Ya no cumplía las ordenes de sus “amos” por aquél sentimiento desgarrador que le obligaba a hacerlo. No sentía ese respeto inexplicable hacia los vampiros. No. Ahora los veía tal y como eran. Unos abusadores, asesinos y déspotas que se aprovechaban del poder que tenían sobre ellos. Minato ya no era un títere que hacía todo sin pensar, no, ahora lo hacía por una muy buena razón: Naruto. Sabía, oh lo sabía muy bien, que si por cualquier motivo se negase a hacer algo, la más mínima cosa, su hijo se llevaría las consecuencias. No su esposa, no, los vampiros eran lo suficiente inteligentes para saber las debilidades de una familia con hijos. Y más de una vez le habían amenazado con ello.

Por eso, que ahora Naruto tuviese fiebre sin razón alguna, con su cumpleaños número cinco tan cercano les hizo temblar. Habían barajado la posibilidad de que Naruto fuese humano(tonta y estúpida posibilidad ya que ambos eran licántropos, pero de esperanza vive el... ¿lobo?) para así no tener que entregarlo a sus amos. Ya habían planeado el plan de escape para su hijo, para que pudiese vivir junto los demás mortales, pero esa fiebre anunciaba lo inminente. El lobo interno de Naruto estaba despertando.

Naruto—llamó a su hijo que se quedó quieto, aún de pie en el colchón mirando a su padre entre asustado y curioso. Siempre que su padre le llamaba por su nombre era para algo muy importante—. Sé que lo que te diga ahora no lo vas a entender. Pero aún así quiero que sepas, que entiendas, que pase lo que pase, sea lo que sea, tu madre y yo te queremos. Te amamos con locura más de los que queremos a los amos—Naruto abrió los ojos, sorprendido. Los amos eran lo más importante en la vida de un lobo según el abuelo Luís—. Moriríamos por ti si llegase el momento y haremos lo que podamos para conseguir que seas feliz... que seas libre.

 

 

 

Notaba los ojos acuosos, pero no se permitió llorar.

Maldita borrachera que me hace recordar cosas innecesarias. Maldijo para sus adentros mientas miraba la estampa que se le presentaba.

Se había sentado sin darse cuenta y colmillitos le había imitado, quedándose ambos en silencio, cada uno en sus pensamientos, contemplando sin ver la iluminada ciudad, tan grande y pequeña a la vez desde esa posición.

La cabeza le daba vueltas y se estaba mareando un poco. Temía vomitar delante del vampiro y no por lo que pensara de él, sino por las burlas y más burlas que vendrían después de ello.

El alcohol nunca le había afectado y no esperaba que ese fuera el caso, aunque notaba como sus pensamientos eran un poco más lentos y estaba también un poco más sensible de lo normal. Borracho sentimental.

Para distraerse un poco empezó a hablar.

—Me encanta ver lo grande que se ve la ciudad desde aquí.

Colmillitos se giró, mirando al rubio con la ceja alzada.

—¿Acaso te lo he preguntado? No, así que no hacía falta que me informaras de ello.

—Eres tan estúpido que llega un punto que es gracioso—sonrió Naruto.

—Ya decía yo que la última vez que me miré al espejo mi reflejo era el de un payaso—se quedó un momento fingiendo pensar—. ¡Ah, no! Eras tú que estabas a mi lado.

—Ja, ja, ja.

Se quedaron callados unos instantes, sintiéndose de repente incómodos con la situación.

—¿Sabes? Si no fueses como eres y no me tratases como me tratas, me caerías bien—soltó de pronto Naruto sin razón aparente.

—Lo que acabas de decir no tiene lógica alguna.

—¡Claro que la tiene!

—¿Cuál?

Naruto resopló con impaciencia.

—Te estoy diciendo que si tú no tuvieras ese carácter de mierda y no te creyeses superior, me caerías bien—explicó de nuevo moviendo las manos haciendo gestos extraños.

—Si fuera tal y como dices, no sería yo, imbécil.

—¡Claro! Y por eso me caerías bien, subnormal subdesarrollado.

Sasuke lo miró largos segundos en silencio sin pestañear.

—Había escuchado que la gente con el alcohol decía palabras largas y casi imposibles, hablaban de política y demás cosas, pero, ¿enserio? ¿Subnormal subdesarrollado?

—¿Qué? ¿Quieres que hablemos de política, de la religión(aunque tendrás que decirme de cuál de ellas), de la guerra que hay en el mundo? Además, no estoy borracho.

Colmillitos lo miró, escéptico.

—Sí, claro, por eso me has dicho que te caería bien.

—Ale, ya está, no te vuelvo a alagar nunca más.

—¿Eso era un alago? ¿Decirme que si fuera otra persona, te caería bien?—bufó el vampiro.

—¡Ey! Encima que soy sincero contigo. Me lo podrías agradecer.

—¡Oh! ¿Así que ahora vamos de sinceros? Vale, bien. Entonces déjame decirte que aunque fueras otra persona, ¡qué digo!, aunque fueras vampiro me caerías mal. Te destrozaría nada más verte.

La forma como lo decía y su tono de voz le hizo saber a Naruto que lo decía enserio, eso o era muy buen actor.

—Tranquilo, si yo fuera vampiro me mataría antes incluso de haberte conocido.

Otra vez se quedaron en silencio, escuchando los grillos y ruidos lejanos de la ciudad que llegaban amortiguados a ellos.

—¿Por qué odias tanto a los vampiros? Quiero decir, eres un licántropo—explicó como si eso resumiese todo.

—¿Y?

—No pienso explicarte lo que eso significa, imbécil. Lo sabes muy bien.

—Sí, por desgracia lo sé—susurró con dolor recordando a sus padres—. ¿Por qué los vampiros odian a los licántropos? Creo que esa sería la verdadera pregunta. Los licántropos no han hecho nada a los vampiros, al contrario que éstos. Siempre matándoles, torturándoles, haciendo que llegasen a creer que no son nada, meros instrumentos para sus necesidades.

—Eso es lo que son—dijo Sasuke neutralmente.

—¿De verdad lo crees? ¿O estás repitiendo todo aquello que una y otra vez te han ido diciendo a lo largo de tu vida?

Naruto cerró los ojos ante una fuerte punzada en su cerebro. Una detrás de otra. Levantó la mano que no estaba atada al vampiro hasta su frente y se la masajeó con frenesí intentando disminuir aunque fuera un poco el dolor. Parecía que en esa ocasión el alcohol sí que le iba a provocar consecuencias, tardías, pero consecuencias al fin y al cabo. Y las más odiadas por los alcohólicos. La maldita y temida resaca.

El rubio no escuchó ninguna respuesta del vampiro así que o bien no había habido o no la había oído, así que levantó la mirada aún con su cabeza bombeando con fuerza, como si tuviera miles y miles de dragones en ella rugiendo a la vez.

Sasuke estaba mirando a un punto sobre su cabeza con una expresión extraña en su rostro. Naruto, curioso y olvidándose por un momento del dolor infernal, se giró para saber qué había podido poner así al vampiro.

Y lo que vio, no fue nada más ni nada menos que... otro asqueroso y maldito colmillitos.

Notas finales:

Hola!!

¿Qué les pareció? ¿Merezco una torta? Sí, lo sé, la merezco. Tardé un montón en publicar, pero tengo escusa. Universidad + curso de veterinaria + tres trabajos + practicas de empresa = ¡No tengo tiempo!

Pero bueno, me he hecho un hueco y he acabado el capítulo que por cierto me ha costado un montón escribir. 

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Gentes de Madrid Capital de España(xD) soy relaciones públicas de dos discotecas llamadas Serrano 41 y Bangaloo. Música comercial, nada de rock ni por el estilo(una pena la verdad, con lo que me gusta). Si alguien está interesado/a que me mande un mensaje y les diré mi contacto y así me dicen cosas y os doy más información. O mejor, agregdme a facebook: Lorena Hervás Rubio. Creo que mi foto de perfil soy yo(chica rara con gafas) con una cobaya en la cabeza xD También agradecería un poco de publicidad xD

Eh, que también me pueden agregar aquellos que quieran, no necesariamente tiene que ser por lo de la discoteca xD

FIN DE PUBLICIDAD

Espero vuestros comentarios y tomates virtuales y no tan virtuales por la demora. No he podido contestar los mensajes. Los he leído, todos. Y puedo decir aquí que quiero que me sigan recomendando fanfics o libros, lo que sea, me da igual si son yaoi, originales, yuris.... Me encanta leer. Manga también se acepta ^_^

Nos vemos pronto(o eso espero)!!

 

PD:He actualizado Muy adentro... y también he publicado dos fics nuevos, aunque estos no son de la serie Naruto sino de Harry Potter, mi nueva pasión xD

 


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