Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Soy humano! por Enea

[Reviews - 131]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Letra en  pensamiento de Naruto!!

Cap 3: ¿Locura, verdad o obsesión?

 

 

Naruto se dio la vuelta, con la respiración entrecortada, con una mezcla de miedo y odio en su interior. Miedo por el destrozo que ocasionaría una pelea en su departamento y odio porque después tendría que arreglarlo y poner más de un ambientador y encima tendría que tener mucho cuidado al elegirlo porque algunos le daban alergia y estaría estornudando todo el día y eso si que no.

Se posicionó en la famosa postura de pelea que más de una vez le había explicado Kakashi, pero que siempre hacia mal, levantó los puños y miró el ancho pasillo que acababa con la puerta del cuarto del baño, la cual se encontraba cerrada. Parpadeó un par de veces, confundido.

<<Pero...¿hacia un momento no había un vampiro en mi departamento? ¿O es que me he vuelto paranoico con todo lo que ha ocurrido hoy?...>>

Pensaba Naruto a la vez que miraba los únicos ojos que le devolvían la mirada con intriga, observando todos sus movimientos. Éstos eran de color miel, aunque en esos instantes no se podía apreciar en su totalidad ya que su pupila negra ocupaba casi todo.

El rubio, aún sin poder creerse que aquella sensación tan real, tan vivida, tan odiosa hubiese sido producto de su imaginación, encendió la luz provocando que tuviese que cerrar los parpados unos instantes para acostumbrarse a la iluminación que ahora le dañaba. Aún con los ojos cerrados, hacia uso de su oído y su gran olfato intentando ver algo que sus pupilas no podían, pero nada.

En el salón tampoco se encontraba ningún asqueroso vampiro sentado en el sofá esperándole, aunque, pensándolo con frialdad, ¿qué esperaba encontrarse? ¿Un ser gélido con una copa en la mano, sentado en su salón, mientras le decía con esa voz tan escalofriante “te he estado esperando, perrito”? La verdad es que si alguna vez un vampiro le hacia eso, acabaría de perder todo el respeto que les tenía, que ya de por si era nulo.

Miró de nuevo aquellos ojos color miel que en esta ocasión la pupila era una pequeña raja. Suspiró, derrotado. Si Congui no había notado nada, entonces eso significaba que se había vuelto loco. Además que no olía a vampiro, cosa que le desesperaba. ¿Se lo había imaginado todo?

Cogió a su gata negra y le acarició, intentando ponerse tranquilo. Hacer esos monótonos movimientos le relajaban enormemente. Congui, que así se llamaba, maulló unos momentos para luego ronronear y empujarle los dedos por su rostro en señal de que quería más caricias.

-¿No ha venido ningún extraño?-preguntó Naruto como si el gato fuera a contestar.

Éste sólo lo observó, atentamente, sin ni siquiera mover un centímetro el rabo. Luego bostezó y saltó del sillón donde se había sentado Naruto.

-¿Eso es un no?-volvió a preguntar-. ¿O es un “tío déjate de rollos que tengo hambre”?... Creo que es la b.

Suspiró de nuevo. Se levantó y se dirigió a la cocina. Allí cogió el plato de la gata y le puso pienso. Ésta, al escuchar el ruido, apareció maullando sin parar, demandando a su dueño que lo pusiese en el suelo inmediatamente.

El rubio se quedó mirando a la gata unos instantes, aunque en realidad no la veía. Estaba pensando en que todo había sido demasiado vivido. El olor en el parque, en las escaleras... la sensación de estar siendo observado y, para colmo, el aliento en su cuello, algo gélido y a la vez cálido. Se le erizaba los pelos de la nuca sólo de pensar en sentir de nuevo esa abominable sensación.

Un rugido le despertó. Miró por todas partes, buscando el culpable. En la cocina no había nadie, solo él. Congui ya se había marchado, dejando el plato más limpio que cuando Naruto lo limpiaba. Volvió a escuchar un rugido a la vez que se sonrojaba.

-Mierda, no me había dado cuenta que estoy muerto de hambre-susurró a la vez que se ponía una mano en su estómago que no hacía más que protestar, pidiendo alimento.

En pocos minutos, en la mesa del salón ya se podía observar una ensalada y un bocata de queso, acompañado con un vaso de leche sola. Solo faltaba el rubio que tenía que comer aquellos alimentos, pero éste estaba en su cuarto, poniéndose el pijama.

Después de saciarse, llamó a Cris, para decirle que estaba en perfectas condiciones y que no se tenía que preocupar. Y la verdad es que, después del tratamiento de Iruka, ya casi no le dolía. Había un poco de escozor, pero era soportable. Le subía el ánimo saber que el otro vampiro estaba en peores condiciones que él. Aunque tampoco sabía si ellos se curaban igual de rápido que los licántropos. Naruto, aún siendo humano, poseía ese beneficio de la raza de sus padres. Pero como bien le había comentado su tutor, esa herida tomaría su tiempo en irse y tendría que ser muy positivo, porque a lo mejor dejaría cicatriz, cosa que al rubio no le importaba, pero tampoco quería. Sentía que cada vez que la viese, recordaría a aquel asqueroso y odioso vampiro que se daba aires de grandeza y eso si que no le gustaba para nada.

Un bostezo involuntario salió de la boca del rubio. Apagó la tele que no veía, se lavó los dientes y se tumbó en su cama, pensando todavía en cómo se podía ser tan loco o paranoico para imaginar todo lo que él había imaginado. La respuesta siempre venía sola era lo que siempre le decía Kakashi, pero en ese momento no surgía, no aparecía y eso le desesperaba. Odiaba tener que esperar por algo, y en ese momento tendría que esperar para saber, si es que la respuesta se dignaba a aparecer, claro.

 

La oscuridad era muy densa, incapacitando cualquier posibilidad de ver algo. Naruto avanzaba hasta que choco contra un objeto. Éste lo toqueteó, intentando averiguar de qué se trataba, pero le fue imposible. Cada vez que creía saber qué era, cambiaba de forma. Algo totalmente frustrante para el rubio.

De pronto una luz iluminó todo, dejando momentáneamente ciego al joven que cerró los ojos con fuerza, interponiendo la mano entre sus ojos y la luz. Miró a su alrededor y se sorprendió al ver ese escenario tan conocido.

Estaba en su antigua casa, más bien en el césped de su antiguo hogar, donde había vivido los años más felices de su vida. Se adentró en la pequeña casa de ladrillo con grandes ventanas. Todo estaba como recordaba, no había cambiado nada. Se podía oler el dulce olor de galletas recién hechas, la loción de su padre después de afeitarse... un poco a barro, inclusive. Todos conocían el pasatiempo de Minato; tirarse en los charcos de barro cuando llovía. Era lo que más le gustaba hacer y, como buen hijo, él le seguía siempre que su madre se lo permitía.

De pronto el escenario volvió a cambiar, mostrando a un chico de su edad con unos ojos negros como la noche, con el pelo del mismo color y con la tez tan pálida que casi se podía divisar las venas por las cuales no pasaba sangre propia, sino ajena.

Sasuke sonó en la cabeza del rubio. Fue ahí cuando entendió que estaba soñando. Pero si él estaba allí, eso significaba que no era un sueño feliz donde las ovejitas volaban contentas, sino una pesadilla donde Naruto acabaría triste y llorando.

Detrás de él había dos personas y Naruto las reconoció en seguida. ¿Cómo no hacerlo? Eran sus padres, las personas que más amaba en el mundo.

Minato le devolvió la mirada, una azulina idéntica a la de su hijo y una sonrisa radiante. Su madre, Kushina, con su melena al viento, le miraba con cariño, con un amor que le hacía estremecer. Se fue a acercar, pero se paró en seco cuando, en un abrir y cerrar de ojos, Sasuke se abalanzaba sobre ellos y los despedazaba.

Le arrancaba el brazo a su querido padre, mordía la tierna piel de su madre, la arrastraba por el charco de sangre que se había formado por las grandes heridas que había sufrido Minato... y Naruto no podía hacer nada. Unas cadenas habían aparecido de la nada y le habían encadenado dejándolo en el lugar, gritando, llorando y suplicando sin parar.

No.

No.

No.

No podía hacer nada.

Sólo mirar.

La segunda vez que no podía hacer nada...

Era...tan...débil....

 

Se despertó con la respiración entrecortada y con la cara mojada a causa del sudor y las lágrimas que salían cuan torrente.

Miró a su alrededor. Estaba en su departamento. Todo había sido un sueño... un maldito sueño... Se dejó caer de nuevo y se llevó las manos a los ojos, mientras sollozaba sin control alguno. Hacia tiempo que no soñaba con ellos. La aparición de los vampiros lo alteraba.

 

 

 

 

El traqueteo insufrible del despertador inundó la habitación, despertando a un rubio de forma automática. Éste lo apagó y sin vacilar, volvió a tumbarse, abrazando a su almohada. ¿Cuándo se había quedado dormido? Habría jurado que no podría dormir de nuevo y allí estaba, muerto de sueño, esperando que Morfeo le llamase de nuevo.

Se estaba quedando dormido cuando apareció su peor pesadilla.

-Miau, miau, miau, miau...

¡Joder! ¡¿Por qué todas las jodidas mañanas le hacía lo mismo?! ¡Puñetera gata!

Se levantó refunfuñando, le puso de comer y, acto seguido, se metió en el baño para reaparecer media hora más tarde con una toalla en los hombros, dejando expuesto a la vista de todo su cuerpo de color canela. El entrenamiento que recibía por parte de Iruka y Kakashi le hacía tener músculos, así que nunca se había avergonzado de enseñar piel y menos a su gata, quien le miraba desde la puerta sin parpadear. En ocasiones Naruto podía jurar que esa gata era más inteligente de lo que parecía en una primera mirada. Sólo con pensar que...

El sonido del móvil lo distrajo.

-¿Sí?

-¿Te he despertado?

-No, ¿qué pasa?-respondió, preocupado. Iruka no solía llamarlo al móvil, a no ser que fuera importante.

-Kakashi y yo hemos estado pensando-entre otras cosas-, y hemos llegado a la conclusión de que el entrenamiento que recibes tiene que ser más fuerte. Ahora que un vampiro sabe de tu existencia y no solo eso, sino que no obedeces a los de su especie, tu vida esta más en peligro que antes.

-Vale, pero aún así tengo que ir a clase...

-Creemos que es mejor que dejes de asistir por lo menos hasta que se calmen las cosas.

-No, no puedo. ¡Estoy apunto de acabar la carrera!-gritó el rubio, desesperado.

-Pero...-hubo un silencio en la linea donde Naruto intuyó que Kakashi le estaba hablando porque oía leves susurros. Como siempre, Iruka había tapado el teléfono para que no se pudiese enterar de la conversación-. Bueno, esta bien, pero con la condición de que te vengas a vivir aquí-sonó de nuevo la voz de su tutor.

-¿No se supone que me había ido para dejaros privacidad ya que Kakashi no podía hacerlo cuanto quisiese?-véase siempre.

-Lo sé, pero te vendrás de nuevo aquí hasta que crea que ya no corres peligro.

-De todas formas, Iruka, da igual si voy allí con vosotros. Es un vampiro, atacará estéis o no.

-Ya, pero tendrás más oportunidades de vivir con nosotros que solo, ¿no crees, Naruto?

El rubio resopló. No es que no quisiera pasar un tiempo más con sus tutores, porque en cierta forma los echaba de menos, pero ya se había acostumbrado a vivir solo... bueno, con su gata y no creía que soportase de nuevo las reglas de esos dos. Añadiendo también el constante entrenamiento que se vería obligado a hacer, aunque eso era lo que menos le importaba.

-Pero es un vampiro, no encontrará mi rastro...-insistió Naruto, intentando disuadir a Iruka.

-Eso es una tontería y lo sabes mejor que nadie. Los vampiros tienen un olfato muy bueno, a lo mejor no tanto como el tuyo, al tener sangre de lobo en tus venas, pero aún así si se entrena, puede llegar a ser muy peligroso para ti. Además, como te ha pasado a ti, tu esencia se ha grabado en su cerebro y, aunque sea un segundo, se expone a ella de nuevo, la reconocerá en seguida. Incluso puede seguirla desde el parque hasta tu casa.

-Eso significa que si me voy con vosotros, lo llevaré allí-susurró Naruto mientras pensaba a una velocidad increíble los pros y contras de todo aquello-. ¡Me niego a ello!

Se escuchó un suspiro pesado en la otra linea.

-Nuestro olor te ocultará.

-No, me niego...

-¡Me da igual, Naruto Uzumaki! ¡Vas a venir después de clases y punto!

Dicho eso o mejor, gritado eso colgó sin dejar tiempo para replicas.

Resignado, Naruto se levantó y empezó a empacar cosas que pensaba que le harían falta en la estancia con sus tutores. Preparó también la cama de su gata, porque no la podía dejar sola y sabía que tanto Iruka como Kakashi sabían que si él iba, ella también. Eran como un pack inseparable.

Después salió del piso y se dispuso a tener una larga jornada de aburridas clases donde poco importaba lo que decían y menos en ese momento.

El tiempo pasó volando entre “Senyor Uzumaki, pot llegir aquest fragment on Maquiavel exposa la seua opinió de la monarquia?” o “Vull dues fulles totes plenes explicant-me la seua opinió sobre lo que volia dir Aristótil quan...”(“Señor Uzumaki, ¿puede leer el fragmento donde Maquiavelo expone su opinión sobre la monarquía?” o ”Quiero dos hojas enteras explicándome vuestra opinión sobre lo que quería decir Aristóteles cuando...”). Sí, todo muy bonito y erótico... ¡Qué ironía! Hacía tiempo que nadie le enviaba un maldito trabajo y ahora, justamente ahora, le mandaban dos... ¡Dos!

Al salir de clases se reunió con sus amigos. Tenían una hora de descanso y después, el temido examen parcial de más de veinte temas. ¡Casi nada!

Cris no hacia más que repetir que las ideas de aquel filosofo eran más tontas e incomprensibles que había estudiado. En cambio, Sarai decía que le encantaba y que aprobaría seguro. Cata estaba callada, absorta en los apuntes. Y, mientras sus amigos estudiaban o platicaban intercambiando su sabiduría, Naruto miraba a la nada, sentado en la mesa, con los pies puestos en donde supuestamente tendría que estar sentado.

Ese día era un hermoso día de playa, vaya que sí, pero él estaba allí, en la UIB, encerrado(no literalmente, ya que en ese momento se encontraba en el césped de su edificio) y esperando a que llegase la hora para adentrarse en el infierno que dudaría más o menos tres horas. Y él que odiaba esperar... Le parecía una perdida de tiempo. Tendía a estar moviéndose sin parar, haciendo cosas, no podía estarse quiero, pero es que en ese momento...

Unos ojos negros como la noche entraron en su campo de visón. Éstos eran contorneados por una pestañas largas que le daban un toque seductor. Su rostro pálido se podía definir con: la perfección personifica. Su cabello caía de forma irregular por ambos lados de su rostro, dándole un aire salvaje, indomable inclusive. En esa ocasión, llevaba puesto unos vaqueros y una simple camisa de color azul, con unas converse de pana negras.

Naruto se tensó notablemente. No solo lo había reconocido, sino que también lo había olido. Aquella fragancia... era como Iruka le había dicho con anterioridad... jamás se olvidaría de ella. La verdad es que nunca se olvidaba de un olor. En eso se podía decir que era muy poco humano...

Pero eso ahora no era importante, sino que, ¿qué diablos hacía allí, en medio de su universidad y encima en pleno sol? ¿No era eso que los vampiros se derretían o no sé qué con los rayos del astro rey?

Naruto estuvo sopesando qué hacer. Si atacaba, quedaría en evidencia delante de sus amigos, pero si no lo hacía, corría el riesgo de que el vampiro los atacase a ellos. Y eso si que no lo iba a permitir. A él todo lo que quisiera, pero ojo con sus amigos. Nadie tocaba lo más sagrado que tenía.

-¿Naruto?

La voz de Sarai lo asustó. Miró sus ojos verdes y no vio nada de temor o algo por el estilo en ellos. Eso significaba que todavía no se habían percatado del peligro que corrían en esos instantes. Volvió la mirada hacia el vam...

¿Qué?

Pero si...

No...

Tal como había llegado, se había evaporado. No quedaba ni rastro. Con los ojos abiertos de par en par, Naruto se levantó e inspeccionó la zona, en busca de algo que le dijese que no se lo había imaginado, pero al igual que la noche anterior, incluso el olor había desaparecido.

¿Me estoy volviendo loco? Se cuestionó, tomándose la cabeza en ambas manos, suspirando con pesar.

-¿Te encuentras bien?-esta vez le había hablado Cris, preocupado.

El rubio sólo pudo asentir. No se encontraba capaz de articular palabra. Todo lo que le estaba pasando ya se pasaba de verde oscuro.

 

Después de ese incidente no ocurrió nada fuera de lo común. Naruto seguía dándole vueltas al asunto, queriendo averiguar si de verdad se lo estaba imaginando o el tal Sasuke lo hacía como venganza por lo que le había hecho a su acompañante. La verdad es que le gustaba más la opción b, ya que eso supondría que no tendría que ir a psiquiátrico.

Se despidió de sus amigos en la parada del bús y se dispuso a ir a su piso para recoger las cosas. Aunque no le gustaba la idea, tenía que admitir que en su estado, no podía estar mucho tiempo solo. No pasó ni treinta minutos cuando Naruto estaba tocando la puerta de su tutor con todas sus cosas en sus manos.

La puerta se abrió dejando ver a un hombre con el pelo plateado. No saludó, sino que se adentró y cerró la puerta tras de sí. Dejó las cosas en lo que antes había sido su cuarto y le puso de comer a su gata. Después se dispuso a cambiarse de ropa para ponerse cómodo.

Entrando al salón vio como Iruka era asaltado por Kakashi. Suspiró, resignado. Por eso no le gustaba estar con ellos más de la cuenta. Ver porno gay en vivo y en directo no era de su agrado, la verdad. Tampoco tenía nada en contra de los homosexuales, ni mucho menos. Pero ver a tus tutores haciéndolo como conejos era bastante traumatizante. Era como ver a tus padres follando como locos... algo que no se te borra aún pasando los años.

Sin decir palabra, se sentó en el sofá y empezó a cambiar de canal, para que los tórtolos lo notasen.

-¡Hola, Naruto!-exclamó ¿feliz? Iruka-. ¿Qué tal el examen?

-Bien-pensó un momento y luego asintió. Apagó la televisión y miró con seriedad a su tutor-. Lo he visto.

La cara de Iruka era un poema. En cambio Kakashi se sentó en frente del rubio y lo escrutó con la mirada.

-¿Cómo que lo has visto? ¿A quién?

-Al vampiro de ayer... Es la tercera vez.

-¿Dónde? ¿Cuándo?-preguntaba Iruka.

-Espera, espera-intervino Kakashi-. ¿Cómo que la tercera vez? ¿No es que sólo lo habías visto ayer por la noche en el parque?

-Sí... pero luego apareció en mi departamento...

No acabó la frase cuando un grito ahogado sonó. Los dos miraron a Iruka, quien estaba con los ojos como platos y la mano sobre su boca, la cual también la mantenía abierta.

-¡¿Y POR QUÉ COÑO NO ME HAS DICHO NADA, NARUTO UZUMAKI?!-rugió.

El rubio se encogió. La verdad es que temía a Iruka cuando se enfadaba.

-Por...porque desapareció sin dejar rastro-se excusó Naruto, nervioso-. Quiero decir, pensé que había sido mi imaginación y aún lo pienso. Congui no hizo ningún movimiento que me hiciese pensar que había estado allí de verdad. Tampoco había rastro de su olor y tú sabes que soy muy buen rastreador. Pero hoy en la UIB ha aparecido de nuevo, aunque a pasado lo mismo otra vez...-dijo con resignación-. Ya no sé si me estoy volviendo loco, si está jugando conmigo o me he quedado tonto al ver de nuevo a un vampiro después de más de quince años.

Iruka y Kakashi lo miraban preocupados.

-Bueno... no importa, tenemos que empezar ahora mismo el entrenamiento.

-A eso iba-comentó el rubio, con una sonrisa al ver como Iruka se tranquilizaba-. Necesito ir un momento a mi apartamento. Se me ha olvidado el pórtatil y me han enviado dos trabajos y contra antes lo haga mejor.

-Vale, pero Kakashi te acompaña.

-Pero...

-Ni peros ni peras, vamos.

Resignado, se marchó en compañía del peli plateado quien se pasó todo el camino leyendo sin prestarle la mínima atención. Cuando llegaron, éste le esperó en el parque y le advirtió que no tardase más de la cuenta que ya tendrían que estar entrenando.

Abrió la puerta y se dirigió a su cuarto sin prestar atención a su entorno. Lo encontró encima de su cama, donde lo había puesto para que no se lo olvidase... ¡Mira que podía ser despistado!

-Esta vez si que no te me escapas...

Notas finales:

Gracias por comentar!! no he podido contestar, pero lo haré!!!

Espero que os guste este capitulo!!! la verdad es que a mi sí me ha gustado... aunque no mucho xD

¿Quién será? ¿De verdad se está volviendo loco el pobre de Naru?

 

Espero vueltros rr que me animan mucho!!! ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).