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¡Soy humano! por Enea

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Notas del capitulo:

¡Qué pronto! Me he sorprendido hasta yo de que haya actualizado ahora, pero bueno, ya tenía casi todo el capítulo escrito, así que ^^ aquí estamos!! He tardado más porque lo tenía a mano y lo he tenido que pasar al ordenador ^^

Queria dedicarle este cap a Leitz porque tu comentario me subió del todo la moral y me dio muchas ganas de escribir este capítulo cuanto antes! ¡Muchas Gracias!

Espero que os guste!! Espero comentarios, ideas todo lo que puedan darme!!!!!!

 

 

 Cap 9: Ojos de lobo. Día 3(parte I)

 

 

¡Joder con el dolor de cabeza! Parecía que le iba a reventar.

Después de despedirse del vampiro, se había dormido en su cama en el piso de sus tutores, pero cuando no llegaba a ser las nueve un fuerte dolor de cabeza le había despertado, dejándolo exhausto. No entendía porqué le había aparecido tan pronto.

Se había tomado ya tres pastillas e ignoraba si eso le iba a hacer bien a su cuerpo, solamente deseaba que ese fuerte dolor desapareciese. Era como si alguien le estuviera clavando miles y miles de pinchazos dentro de su piel. Como si alguien se estuviera divirtiendo aporreando a su pobre e inservible cerebro.

Llevaba como tres horas intentando que ese maldito dolor desapareciera pero él no quería irse. Estaba allí, cada vez más agudo, tanto que tenía la sensación que pronto su cabeza explotaría. Y como siempre, ni Iruka ni Kakashi estaban por allí para ayudarle, aunque qué podrían hacer ellos en una situación así.

Había intentado de todo. Una ducha tanto fría como caliente, tumbarse en la cama sin pensar en nada, tomarse miles y miles de medicamentos que no surtían efecto en él. ¡Hasta había comido! Pero nada.

Por último y aunque no le apetecía para nada, se vistió para salir y que le diera un poco el aire. Además, aunque el estuviera para el arrastre, tenía que pensar que ayer por la noche no había paseado a su perra y ésta estaba que explotaba por poder ir al servicio, así que tenía que sacarla aunque sea un par de horas para que correteara por allí, mientras él intentaba mantener su cabeza entre sus hombros y no arrancársela de cuajo.

Emprendió el ya conocido camino hasta el parque pero no se paró ahí. ¡Ni loco! Miles de niños gritaban a más no poder y eso, sumado al dolor que llevaba, era un infierno.

Así que se perdió entre las calles hasta llegar a un pequeño descampado donde no había nadie. Perfecto.

Se encaminó hacia un árbol que había por allí cerca y se sentó con la espalda apoyada en éste.

Laika correteaba por ahí, jugando con cualquier cosa que encontrase o simplemente oliendo su alrededor. Naruto estaba agotado. Casi no había dormido ni unas dos horas cuando se despertó y ahora estaba que se caía. En un intento se quitó la chaqueta, la pudo en el suelo a los pies del árbol y apoyó la cabeza en ésta. Cerró los ojos e intentó olvidar el insoportable dolor que le martilleaba la cabeza de una forma anormal.

 

 

Se removió inquieto. Su mente empezaba a despejarse. Lo primero que notó con claridad fue el dolor de cabeza que aún no había desaparecido, ni por asomo.

Lo siguiente fue que alguien estaba a su lado, sentado a escasos centímetros de él y supo inmediatamente quién era sin necesidad de abrir los ojos.

Era extraño. Lo conocía de hace dos días y ya había empezado a notar como su cuerpo no temblaba de ira cada vez que lo sentía, como se relajaba al sentir su presencia o que ya no tenía tantas arcadas al oler su aroma nauseabundo. Era como si, el haber estado casi las veinticuatro horas juntos hubiese provocado que la repulsión que sentía en un principio hacia él hubiese bajado un poco de nivel y la verdad es que no le gustaba ni un pelo. No se podía confiar... no se quería confiar. Sabía que colmillitos estaba jugando con él. Lo más seguro es que al estar siempre con la misma monotonía, la haberlo encontrado era como una nueva cosa que hacia que todo lo aburrido desapareciese. Esa semana era la semana de “Sé el payaso para Sasuke”, pero eso se acababa el domingo, día que cada vez lo veía más y más lejano. Jamás en la vida se le había pasado el tiempo tan lento. Ni cuando tuvo que ir por primera vez al dentista y se tuvo que quedar en la sala de espera escuchando todos los sonidos que inundaban la sala junto con Kakashi que no hacia más que ignorarlo y leer su libro.

Notó que Laika estaba a sus pies, con el hocico apoyado en uno de sus zapatos. Abrió con lentitud los ojos y la miró. Está estaba observando sin pestañear al vampiro, como queriéndole advertir que cualquier movimiento en falso y ella atacaría. Eso le hizo sonreír.

-¿Por qué demonios siempre sabes dónde estoy?-preguntó con fastidio el rubio aunque le parecía una tontería lo que acababa de soltar ya que sabía de primera mano su respuesta.

-Tu olor no es algo que se pueda pasar por algo, chihuahua. Además si pretendías huir, hazlo mejor, no te vayas al lado de tu casa.

-No estaba huyendo-respondió, indignado-. Solo espero que al acabar la semana me dejes en paz y no vuelvas a aparecer por aquí.

No lo pudo ver, pero Naruto sabía casi con certeza que una sonrisa macabra se dibuja en su rostro.

-Sí, claro...

Se quedaron de nuevo en silencio, escuchando el sonido lejano de los coches y de la gente al hablar, pero no había nadie más a parte de ellos en ese lugar.

Naruto volvió a tumbarse del todo y cerró los ojos, aún con el fuerte dolor en la cabeza. Suspiró, exhausto. Por culpa de su malestar se empezaba a sentir débil, como si tuviese fiebre y la verdad es que no se sorprendía en lo más mínimo de eso. Su cuerpo se sentía pesado y su mente iba a una velocidad de tortuga.

De pronto empezó a sentir como todo su cuerpo temblaba. Un leve temblor, pero lo suficiente para que el rubio se percatase. Volvió a abrir los ojos y notó que veía borroso. Su boca estaba pastosa y su lengua se había pegado en el paladar.

Jadeó al notar como algo le vibraba en el interior del pantalón.

Colmillitos lo miraba divertido por su estado. Había estado observando el cambio tan radical que había sufrido el rubio con una sonrisa retorcida en el rostro. En los pocos días que llevaba con el licántropo había descubierto su nueva afición: ver sufrir al rubio. Le encantaba, pero sobre todo cuando se lo provocaba el mismo.

En ese momento, verlo con el ceño fruncido, con la respiración acelerada y sudoroso aparte de la gran satisfacción que le inundó, sintió una gran curiosidad que le hizo preguntarse que demonios le pasaba al ser extraño que poco a poco iba conociendo más y más.

Naruto sacó el móvil de su bolsillo y vio que tenía un mensaje de Iruka. Lo abrió y se sorprendió al ver que era bastante extenso, tanto que se tuvo que concentrar para poder entenderlo por lo menos una décima parte.

 

Acabo de llegar a casa y he visto que no estabas. ¿Dónde te encuentras? Lo siento por no haber dado señales de vida durante estos días, pero Kakashi y yo estábamos en un sitio donde no hay cobertura(¿y no podías salir un momento para llamarme?). Kakashi todavía no ha vuelto. Espero que estés bien.

Iruka.

 

Naruto pulsó el botón verde y luego a responder. Estuvo mirando el aparato unos momentos para luego empezar a teclear sin parar. Tenía que pensar muy bien que decirle a su tutor, tampoco le podía contar todo lo que había ocurrido en su ausencia, además de que no tenía saldo para más de un mensaje, pero tenía que decirle algo que no podía tardar.

 

¡Bienvenido! Tengo noticias. Me encontré una perra y la estoy cuidando, lo habrás notado por los comederos que se han multiplicado. Es muy buena y me la llevaré conmigo cuando me dejes volver a mi apartamento de nuevo.

Naruto.

 

Después de leerlo y releerlo, lo envió, satisfecho. Dejó el aparato en su estómago y volvió a cerrar los ojos a la espera de que todos los espasmos que recorrían su cuerpo lo dejasen para poder volver a casa y ver esa sonrisa cálida que tanto había echado de menos.

-Hoy hay luna llena-escuchó de pronto la voz del vampiro.

Se sorprendió por sus palabras y lo miró con los ojos entrecerrados. Sabía que tras esas palabras había algo más.

-Sí, así es-contestó indiferente. Colmillitos sonrió de forma imperceptible ante su tono-. ¿Por qué?

-Nada, solamente lo decía porque había escuchado que lo licántropos se transformaban en estas noches-dijo como si nada.

-¿Ahora me vas a decir que ves películas de hombres lobo?-preguntó divertido el rubio-. ¡Oh, por favor, dime que no has visto Crepúsculo!

Y sin más se puso a reír pero tuvo que parar en seguida ya que entre los espasmos de su cuerpo y de su risa, el aire no le llegaba del todo a sus pulmones y todavía se consideraba joven para morir.

Colmillitos lo miraba con la ceja alzada. ¿Películas? No, el no había visto nada de eso, la verdad es que la última cosa humana que había hecho antes de conocer al chihuahua fue... bah, ni se acordaba, eso significaba que fue hace mucho, mucho tiempo. La verdad es que estar con Naruto le había traído demasiados recuerdos de cuando una vez quiso pertenecer al mundo humano... en el fondo, le chihuahua le recordaba a él, claro está que más apestoso y gritón, pero por lo demás...

-¿De qué te ríes, chucho?

-Ay, nada, lo que pasa que solo el imaginarte rodeado de humanos en un cine viendo la película...-se empezó a carcajear de nuevo-. ¡Ya sé! Mañana iremos a un cine-dijo entre risas-. La pena es que no está Crepúsculo-más carcajadas-. Supongo que podremos ver otra-comentó ahora más calmado.

Sasuke se encogió de hombros. No le importaba nada de lo que estaba diciendo el rubio, así que se acomodó todo lo que pudo en el árbol y observó el cielo.

Estaba despejado. El sol estaba en todo su esplendor, mirándolos desde arriba, siempre vigilando todo sus pasos.

-Nunca me pasa nada-dijo de pronto Naruto.

Sasuke lo miró sin entender así que éste, con una sonrisa torcida, le explicó.

-En días como hoy, no me pasa nada. Como ya te he dicho, soy humano, aunque te niegues a creerlo-añadió al ver el rostro del vampiro-. No tengo lo que se dice, instinto animal ni nada por el estilo. Soy una persona normal y corriente que intenta integrarse al mundo sin olvidar sus raíces-dijo con simpleza.

Volvieron a caer en el silencio.

Laika subió un poco hasta quedarse en el estómago de su dueño aún sin apartar la mirada amenazante del vampiro.

-Acabemos esto de una vez-dijo de pronto Naruto-. ¿Por qué no me matas ya? Ambos sabemos que no me vas a dejar con vida y aún así seguimos con esta tontería. Sabemos que no sé hacer que te des cuenta de que soy humano y si lo supiera, aún así seguirías diciendo que soy un hombre lobo. Creo que, en el fondo, te estoy enseñando una parte de los hombres lobo que tú ni siquiera sabías. Aunque claro, yo no lo soy, pero intento hacerte ver las cosas más... a mi modo, pero siempre que empiezo a conseguirlo, te cierras, me golpeas o me insultas. ¡Así es imposible!

Sasuke lo escuchó en silencio, procesando la información que le daba.

-Yo nunca he dicho que te vaya a matar, chucho, eso te lo has inventado.

-¿Ah, sí? ¿Entonces quién fue el que dijo que si no te demostraba que era humano en una semana me mataba?

-Ya, bueno, pero tal como lo dije si me lo demuestras...

-¿No te lo he estado demostrando hasta ahora?-preguntó Naruto desesperado. No sabía qué más hacer. La verdad es que cada vez que ideaba algo, se le iba a la mierda porque cosas a su alrededor se metían por medio. Siempre había algo o alguien que le hacía detenerse en el último instante.

-Lo único que he podido ver hasta ahora es que eres imbécil-soltó de pronto. El rubio se levantó y estuvo apunto de abalanzarse contra el vampiro, importándole poco o nada lo que le llegase a pasar cuando fue detenido por el sonido de su voz-. Los humanos son despiadados, frívolos, déspotas, mentirosos, asesinos, destructores... ¿De verdad quieres ser uno de ellos?

Esa pregunta lo descolocó de una manera tal que se tuvo que volver a sentar. Sus piernas le temblaban ante el movimiento tan veloz que había ocasionado que su cabeza diera vueltas.

Se quedó mirando sin pestañear al vampiro, pero éste estaba mirando la lejanía y por primera vez desde que se habían conocido una pregunta le atravesó el pensamiento.

¿Qué ocultas, Sasuke Uchiha?

 

 

 

Abrió la puerta y lo primero que vio fue a su tutor con cara de circunstancia. Llevaba su pijama de siempre y en las manos tenía un plato lleno de pasta hasta los topes. Se quedaron mirándose sin pestañear hasta que una sonrisa cariñosa se instaló en ambos rostros.

-Hola-saludó Iruka en primer lugar, mirándolo de arriba a bajo hasta reparar en la perra. Arqueó la ceja y luego sacudió la cabeza-. Estaba deseando que tu mensaje hubiese sido mentira.

-Ya ves que no-sonrió Naruto mirando a su perra. Ésta estaba olfateando al recién llegado con curiosidad-. Se llama Laika-informó sentándose en la mesa a la vez que cogía un poco de las sobras que había en la cocina-. ¿Dónde habéis estado estos días?

Iruka tragó lo que estaba masticando y luego sorbió un poco de agua.

-Estuvimos investigando sobre los licántropos-informó sin inmutarse-. Estamos muy preocupados con lo que nos dijiste de que había aparecido un nuevo vampiro y que no tenías fuerzas. Encima de que hoy es luna llena... queríamos ver si eso significaba algo. Yo he venido antes porque estaba preocupado por ti. No era buena idea dejarte justamente hoy solo-volvió a sonreír.

-¿Y dónde es el sitio? ¿Habéis conseguido algo?

Iruka lo miró, con cariño. ¡Cómo había echado de menos al revoltoso de su hijo adoptivo!

-No te puedo decir en qué lugar nos hemos estado quedando, pero te prometo que algún día irás y lo veras por ti mismo, ¿si?-se precipitó a decir al ver las intenciones del rubio de quejarse. Éste no tuvo más que resignarse. Sabía que Iruka no soltaría prenda-. Poco hemos averiguado, por no decir nada. Todo lo que nos han dicho lo sabíamos. Luego leímos textos y más textos, pero qué va. Todo eran estúpidos intentos de explicar el por qué los hombres lobo seguían a los vampiros. Bueno y alguno que otro que explicaba la vida de los licántropos antes de que se descubriera que los vampiros podían mandarles cuan chuchos.

-¿Ah, si? ¿Y cómo vivían?-preguntó curioso. Para él la vida de un hombre lobo venía siempre con palizas, encierros y demás brutalidades. No se podía imaginar nada que no fuera algo así, por eso pensar que una vez estuvieron lejos de las garras de los vampiros lo intrigaba bastante.

-Vivían lejos de la civilización humana no porque los odiasen o algo por el estilo, pero estaban más a gusto en la naturaleza con los suyos, transformándose siempre que querían. Siendo ellos mismos, cuidando a su familia y obedeciendo al alfa. También hemos descubierto que, al igual que los lobos, el alfa en verdad son dos, una hembra y un macho. La verdad es que tienen muchas cosas en común como por ejemplo en lo de reproducción. Los alfas siempre suelen emparejarse de por vida, aunque también puede haber excepciones que hagan que cuando uno de los alfas mueran, el que quede con vida se emparejará con otro, pero eso rara vez ocurre según los escritos.

-¿Por qué?

Iruka apartó su plato y miró seriamente a Naruto.

-Parece ser que, cuando un licántropo encuentra a su pareja no tendrá opción de elegir a nadie más. Está destinado a estar con ella quiera o no, puesto que, según los escritos, el alejarse de su compañera sentirá un terrible dolor que no le dejará casi poder vivir con normalidad.

Naruto se quedó en silencio, pensativo.

-Eso... eso es muy cruel. Una persona siempre tiene que tener el derecho de elección.

-Lo sé, pequeño, lo sé, pero así es la ley lobuna-sonrió ahora más tranquilo-. Espero que a ti no te pase lo mismo.

El rubio le miró sin entender.

-¿A mi? ¿Por qué me iba a pasar a mi?

-Tienes genes lobunos, Naruto, quieras o no algo tienes que tener.

El aludido se levantó, dejó su plato en el fregadero y sin que Iruka lo notase, se tomó una pastilla. Luego se dirigió a la puerta de salida. Se paró antes de salir y miró de nuevo a su tutor el cual le miraba de forma comprensiva. Eso le exasperó aún más.

-Soy humano-siseó a la vez que cerraba de un golpe la puerta.

 

 

Eran las seis de la tarde. Acababa de comer y no tenía nada que hacer.

Le había dicho a colmillitos que se verían en la plaza para hacer algo, pero no tenía ni idea de qué. Luego de pensar la idea del cine no parecía del todo mala. Podría dormir mientras colmillitos se distraía y le dejaba un poco en paz. Así que, en cuanto le vio, le contó los planes y se fueron a por las entradas de lo que sería las horas de relax más necesitadas del rubio.

La película empezaba a las diez así que les dio tiempo para cenar(bueno, cenó el rubio) mientras que éste le explicaba cosas humanas al vampiro quien escuchaba en silencio. Después, se marcharon al cine. Compraron palomitas y chucherías. Naruto se rió al pensar que parecía una cita cuando en verdad todo eso lo hacía para poder ver el lunes siguiente.

Cuando salieron(aparte de que Naruto no se había enterado de qué iba la película y Sasuke simplemente había estado observando la pantalla, sorprendido al ver a las personas en su interior. Para él era como ir al teatro pero de forma totalmente diferente, incluso le gustó más la experiencia. ¡Hasta tuvo el impulso de despertar a Naruto que yacía dormido a su lado para decirle que estaba infinitamente agradecido por enseñarle lo que le acababa de mostrar! Menos mal que se le pasó pronto...) ya era de noche. Naruto calculó que debían ser las once y media o las doce menos cuarto.

Siguieron a las personas hasta la plaza y allí el rubio tuvo el impulso de mirar al cielo.

Naruto siempre había fardado de que en noches como aquella no sentía ninguna necesitad lobuna, pero justo en ese momento era diferente.

No tenía ni la más remota idea del porqué pero tenía la necesidad de ir a un sitio elevado y aullar, dejar salir su lado oculto incluso para él mismo, al igual que lo hizo con sus padres de pequeño, mientras éstos tomaban la forma de enromes lobos. Todavía podía recordar el sentimiento de felicidad cada vez que le dejaban subir al lomo y lo llevaban a donde él quisiera.

En noches como esa, su madre y su padre se dejaban llevar por el instinto, convirtiéndolos en lobos de suaves pelajes que brillaban bajo la luz de la luna. Era en ese momento cuando Naruto se subía con agilidad en el lomo de su madre, no porque su padre no le dejase subirse en él, sino que, como el mismo Naruto decía, le gustaba más el color rojizo casi hechizante del pelaje de su dulce madre.

Desde ese instante, era conducido colina arriba, hasta lo más alto, tanto que pareciera que casi tocaba el cielo con la yemas de sus pequeñas manos regordetas. Ahí aullaban escuchando infinitas respuestas de diversos lugares, clamando en su idioma por su retorcida reina que los observaba desde arriba sin inmutarse.

Y ahora, en el presente, Naruto podía sentir como la misma sangre que una vez había recorrido sus venas se despertaba, martilleando con fuerza y gritaba casi con desesperación reclamando su atención, incitándole a dejar de ser humano, de ser “normal” para convertirse en un ser de cuento de hadas, en un ser de un cuento de terror.

-¿Chihuahua?

La voz de colmillitos lo despertó de su ensoñación. Había permanecido más de diez minutos observando la Luna.

Sasuke no era tonto así que se percató en seguida de lo que ocurría. No se había pronunciado hasta el momento porque sentía curiosidad. Saber qué tipo de influencia tenía la luna sobre el rubio. Ya había aceptado que era un “humano/licántropo” un tanto especial y como le había dicho Naruto, nunca se transformaba ni sentía ningún tipo de cambio en noches como esa. Pero entonces, ¿por qué tanto tiempo observándola? No había planeado interrumpir su tiempo de reflexión has que notó que su sangre bullía bajo esa piel acanelada, su cuerpo se tensaba y una expresión de dolor se establecía en su rostro. En ese momento no pudo aguantarse más.

No podían permitirse que la gente que estaba en la plaza notase el drástico cambio del rubio y menos permitirle que acabase con la transformación o con lo que quiera que le estuviese pasando.

Naruto buscó la mirada del vampiro a la vez que se preguntaba el porqué de su llamada.

Cuando Sasuke vio las pupilas del rubio se sorprendió aunque supo esconderlo tras su ya conocida máscara de indiferencia.

-Chihuahua, tus ojos-comentó haciéndose el desentendido.

-¿Qué pasa con ellos?-inquirió intrigado el rubio a la vez que alzaba una mano tocándose un párpado.

-Son rojos.

-¿El qué?

-Joder, chihuahua, estás espesito hoy-Sasuke ya estaba lo suficiente impactado por el cambio como para que ahora Naruto dejase salir su parte imbécil todavía más a flote-. Tus pupilas se han vuelto rojas.

El rubio tuvo que repetirse esa frase una y otra vez para entender su significado ¿Cómo que tenía los ojos rojos? No, eso era imposible. Sólo le había pasado una vez en la vida y era cuando...

Miró a la Luna, escrutándola sin cesar como si de un momento a otro ésta le mostrase la respuesta.

Se estaba poniendo nervioso y si eso le sumaba el hecho de que su sangre de lobo le imposibilitaba pensar a la velocidad normal, provocaba que Naruto perdiese la poca cordura que podría llegar a tener. Sin pensárselo dos veces se fue corriendo de allí, sin decirle nada a colmillitos pero por lo que escuchaba, éste le estaba siguiendo.

Sin detenerse, sacó el móvil y llamó a Iruka.

-¿Naruto?-sonó su voz después de dos toques.

-Iruka, hoy creo que no iré a dormir-dijo sin ninguna alteración en la voz, como si no estuviese corriendo a una velocidad sobrehumana.

Por detrás se hallaba Sasuke quien estaba pendiente de la conversación.

-Creo que no es una buena idea...

-Tengo la necesidad de ir a un sitio alto y...

-¿Aullar?-acabó su tutor. Naruto se sorprendió-. Kakashi acaba de llegar. A traído nuevas y necesito que vengas y que luches contra el instinto. Sé que está vez es más intenso pero tienes que luchar, Naruto.

-Ya estoy cansado de luchar, Iruka-respondió Naruto, dejando que su voz fuera impregnada por el dolor que sentía y que nunca mostraba. Que era impunemente guardado tras esas sonrisas-. De ser alguien que no soy y a la vez sí.

-Naruto-suspiró su tutor al otro lado de la línea-. Te entiendo, pero...

-¡Tú no entiendes nada!-rugió el rubio con los dientes apretados-. ¡Eres humano! ¡No eres antinatural!

-Tú tampoco-le contestó con tal convicción Iruka que Naruto titubeó un instante para luego parar la carrera-. El hecho de que, justo en este momento tu instinto animal se más fuerte que tu parte humano no significa nada. Naruto, no me cansaré de decirlo lo asquerosamente humano que eres. Más que yo o que cualquier otro-el rubio iba a protestar pero se vio interrumpido por su tutor que comenzó a hablar de nuevo-. Eres bueno, sensible, simpático, muy cabezota si me permites decirlo, hiperactivo, generoso, comilón, vago... pero lo que de verdad te hace humano es tu sensibilidad hace el mundo, hacia otro ser, sea lo que sea y eso mucho “humanos” no lo tienen. Nadie se hace mejor amigo de su enemigo natural, aparte de ti, un ser en demasía puro y para nada superficial.

Naruto sonrió, sonrojado por los halagos que Iruka le había dado en segundos...

-Jope, Iru, vas a hacer que me sonroje-su tutor se rió al escucharle.

-¿Ya eres tú?

-Sí-pestañeó un poco-, pero creo que aún tengo los ojos rojos.

-Bueno, no pasa nada-le tranquilizó-. Como te iba diciendo, Kakashi ha encontrado una leyenda referente a los antiguos lobos.

-¿De qué trata?

Naruto impaciente, se había sentado en un banco no muy lejos de donde estaba.

-Es tan antigua que es muy difícil de entender y jamás había escuchado de ella, pero para que lo entiendas es más o menos así: El macho o hembra alfa(que son los que mandan en la “familia”. El rango o se hereda de padre/madre a hija/hijo o se salta algunas generaciones hasta encontrar un lobo o loba fuerte o se consigue a base de enfrentarte al jefe del momento) alcanzan la edad adulta a los 23-24 años. Desde ese momento dejan de tener cualquier cambio en su cuerpo pareciendo joven hasta que o bien muere en una lucha o bien elige convertirse del todo en lobo y olvidar su parte humano para vagar por el mundo hasta que decida morir.

Iruka se quedó en silencio, esperando la reacción de su hijo adoptivo.

-Pues por ahora estoy entendiendo muy bien la leyenda-comentó Naruto al ver la pausa de su tutor-. No sé de que te quejabas...

-Imbécil, lo estaba diciendo en un lenguaje que tu corto cerebro entendiese-espetó molesto ante la tontería que acababa de soltar el rubio.

-Ahhh, ahora entiendo todo-musitó. Se quedó en silencio unos momentos pensando en lo que había dicho-. Un momento... ¿me estás queriendo decir que soy inmortal? ¿Qué no me voy a ver con canas ni con arrugas?

-¡Por fin reaccionas!

-Pero... espera, ¿qué tiene que ver todo esto con lo que me pasa ahora?

Se escuchó un largo suspiro.

-¿Qué edad tienes, Naruto?

-¿Veintitrés?-respondió en modo de duda.

-Exacto. ¿Y qué pasa a esa edad en un alfa?

-Madura-respondió sin pensar.

-Muy bien, lo que significa que esa noche se transforma de forma involuntaria, dándose a conocer entre los suyos.

-Mmm... qué interesante, pero he de recordarte que no soy ningún alfa ni nada por el estilo-hubo un silencio en la otra línea. Naruto se empezó a poner nervioso-. ¿No, Iruka? Por favor, dime que no soy un maldito alfa.

-Según tus antecedentes, podrías serlo perfectamente.

-Eso...

-Eso explicaría el porqué de tu debilidad últimamente, de tu fuerte instinto de aullar y demás cosas que de seguro no me hayas contado-le reprendió, pero el rubio no estaba para peleas en ese instante.

En su interior había una lucha intensa. Aunque actuase como siempre, el instinto estaba ahí bombardeando con fuerza, intentando tener el control del cuerpo que se negaba a ceder comandado por la mente.

Era una batalla tal que Naruto estaba más despistado que de costumbre, pero aún así sabía lo que quería y no iba a dejar que pasase.

-No quiero convertirme-musitó en un hilo de voz casi derrotado por lo inminente.

-Y no lo vas a hacer, Naruto-respondió con fuerza Iruka-. Jamás en la historia se ha oído que un licántropo fuera capaz de controlar sus instintos de tal forma que llegase casi a suprimirlos. ¿Tienes ganas de aullar? ¡Pues aúlla!-Naruto abrió los ojos, sorprendido por las palabras que escuchaba-. Tienes que comprobar cuan fuerte eres, porque por mucho que te lo digamos, nunca dejaras de cuestionarte, de pensar en ti como un ser anormal. Deja ya el pasado, vive el presente y no pienses en el futuro. Ve, aúlla y cuando veas que ya no quieres más, regresa. Te estaremos esperando.

-Espera-gritó el rubio levantándose de golpe-. ¿Y si... y si me transformo?-musitó.

-Confiamos plenamente en ti.

Y sin más, colgó dejando a un Naruto más que indeciso y anonadado por las palabras de su tutor.

Sabía que él no se tenía ninguna confianza y que le daba un ataque de pánico el solo pensar que dejarse llevar.

Pero...

¿Y si tenía razón? Solía tenerla casi siempre, ¿por qué equivocarse ahora, justo en ese preciso momento? Pero lo que más le inquietaba a Naruto era que se lo estaba planteando. ¿De verdad necesitaba ponerse a prueba para ver lo débil que era? ¿O tal vez para dejar de pensar eso de sí mismo?

Y, de repente, harto de su indecisión, guardó el teléfono y se dirigió a la zona más alta de una colina donde observó la ciudad iluminada, lejana a él, ignorándole de la forma más cruel posible.

Alzó la mirada y allí estaba ella, tan inmensa, tan distante... tan fría... incitándole a seguir, a dejarse llevar. Y lo haría, vaya que sí.

Sin darse cuenta, abrió la boca y de ella salió un sonido ronco y potente que no pareció proceder de ningún humano.

Se asustó ante la intensidad de emociones que le embargaron pero no le dio tiempo a reaccionar cuando otro mucho más brutal surgió de su garganta, desgarrándola en el proceso. Su interior ardía. Era como si miles y miles de llamas se hubiesen prendido dentro de él y no sabía ni podía apagarlas. Solamente podía aullar.

A cada aullido que dejaba escapar de entre sus labios una imagen de su infancia aparecía en su mente. Su padre con una sonrisa de oreja a oreja, con un ojo hinchado. La sonrisa de su madre. El olor de césped recién cortado. El momento de soledad cuando esperaba a que sus padres regresasen. Los días de lluvia que jugaban los tres juntos en el barro. El color rojizo de aquel pelaje que tanto amaba. Un charco del mismo color rodeando los cuerpos inertes de sus padres...

Las lágrimas no se hicieron esperar, pero pronto fueron olvidadas al escuchar un aullido ajeno seguido de otro y otro y otro... todos los lobos de la ciudad aullaban a coro con él, respondiendo a su tristeza, curiosos de su repentina aparición.

Y allí, en medio de todo aquel jaleo, Naruto comprendió que sí, era un alfa, el alfa que los licántropos habían estado buscando en silencio.

 

 

Un alfa humano.

 

 

Notas finales:

Como siempre, este es el momento de la publicidad xD

Acabo de actualizar Muy adentro y si no hacéis leido el mini fic que hice de tres capítulos, os ánimo a leerlo ^^ se títula ¿Por qué no...?

 

Bueno, espero que os haya gutado y me encantaría que me dejéis comentarios con ideas y cosas por el estilo!!! 

Por cierto!!! Ya he decidido que será este fic! ¡NaruSasuNaru! ^^


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