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¿Eres tú realmente, Kitsune? por Paz

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Notas del fanfic:

Aquí estoy con el siguiente fanfic, también es del año 2003, lo estoy revisando, aunque si alguna lo ha leído no se advierte los cambios.

Notas del capitulo:

Las advertencias las pondré más adelante... a medida que vaya adelantando las revisiones me enteraré si las tienen.

¿Eres tú realmente, Kitsune?

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko

 

By Paz

 

Capítulo I: Un amor olvidado

 

 

 

 

 

El presente

 

 

 

Tenía dos semanas libres.

 

-¿Dónde iras Hanamichi?

 

Sakuragi torció el gesto una vez más, seguía sin acostumbrarse a esa familiaridad de los americanos.

 

-Vamos no te enojes –el pequeño Jonas le salto encima de su espalda y le revolvió los cabellos que llevaba largos.

 

-No lo estoy, sal de encima mío, renacuajo. –echo el cuerpo hacia delante, desestabilizando al pequeño muchacho dejándolo caer sobre el sofá por encima de su cabeza.

 

-¿A quién llamas así? ¡Mamut! –cayo despatarrado, con el rostro hundido en los almohadones.

 

-¡Rata!

 

-¡Elefante!

 

-¡Lombriz!

 

-¡Pulpo!

 

-¡Cangrejo!

 

-¡Dinosaurio!

 

Hanamichi enarco una ceja con gesto divertido.

 

-Bueno, existió. –se justificó.

 

-Vamos, ratoncito. Ya tengo nuestro equipaje en el coche –dijo un chico moreno, tan alto como Sakuragi, con unos increíbles ojos de color gris que destacaban en su piel tostada por el sol.

 

Los dos se miraron y se echaron a reír.

 

-¿Estabais otra vez con ese juego tonto? –rezongó.

 

-No es tonto –se defendió Sakuragi.

 

-Además ya no nos quedan nombres –se quejo el pequeño Jonas. Colgándose del cuello de su novio, quien le pasó el brazo por la cintura para evitar que le ahogara con su fuerte abrazo, Jonas rodeó su cintura con sus piernas. Se comportaba como un niño pequeño.

 

Cuando la parejilla feliz se fue, Hanamichi deambuló aburrido por la casa. Al cabo de diez minutos ya la tenía recorrida, entró en el dormitorio de sus compañeros de equipo, curioseó en el baño independiente donde tenían útiles de aseo, cremas y demás cosméticos, su dormitorio y baño lo tenía demasiado conocido y solo recolocó algunos tubos como para decir que hacia algo útil, su paso por la cocina fue igual de rápido, miró el interior de la nevera, estaba desganado y no picoteó como era su costumbre, regresó al salón, allí el vestíbulo estaba incorporado al mismo, además ya conocía todo, bueno todo no, por debajo de la cama de sus compañeros asomaba la esquina de una revista, la tomó y se la llevo consigo al salón. Se tumbo a lo largo del sofá y comenzó a mirar las distintas páginas. Reconoció que las fotos eran artísticas y muy bien logradas, más ninguna de ellos alteraba sus hormonas, la única persona que alteraba su sangre estaba lejos. El mismo había puesto de por medio todo un océano, y como si el destino quisiera burlarse de él, Kaede se puso en contacto telefónico con él y le dijo que estaba estudiando en la Universidad de Colorado.

 

Afortunadamente, sus compromisos en sus respectivos equipos de basquetball nunca les permitieron volver a verse personalmente, excepto llamarse por teléfono en fechas claves.

 

Dejo la revista en el mismo lugar donde la encontró y continuo sus paseos, ahora salió a la terraza que rodeaba dos terceras partes de la casa, se apoyo un instante en la baranda, aspirando el olor salino que llegaba del mar. No le apetecía andar por la arena, no estaba de humor.

 

¿Qué haces aquí solo? ¿Lamentarte? ¿Por qué no vas a verlo? Sabes donde vive, se dijo mentalmente, él mismo te lo dijo. Toma un avión y preséntate en su casa. Sorpréndelo. Volvió dentro y se detuvo ante su dormitorio. No lo penso más, la sola idea de verlo encendía sus sentidos. Tomo un bolso, metió lo imprescindible para un par de días y sin pensar en cambiar de ropa dirigió sus pasos al garaje donde guardaba su descapotable rojo. Echó su bolso en el asiento de atrás y poco después rodaba por la carretera rumbo al aeropuerto.

 

Se informó de los vuelos de camino y reservó un billete para retirarlo en cuanto llegara, dos horas después intentaba relajarse en su asiento. Nunca se acostumbraría a volar, eran las siete de la tarde cuando nuevamente piso tierra firme. El golpeteo de su corazón se calmo, aunque no conseguía desembarazarse de la opresión que sentía en la boca de su estomago, un nudo que amenazaba con aplastarlo anímicamente.

 

Tomo un taxi y se hizo conducir a la dirección de Rukawa. El edificio era moderno y el ascensor le llevo hasta el piso de Rukawa, llamo y llamo a su piso pero nadie acudió a abrir.

 

-¡Por Kami debí avisarle! Decirle que venía. ¿Dónde estará?

 

Una puerta se abrió y apareció el rostro afable y sonriente de una mujer entrada en años. Al verle pregunto.

 

-¿Buscas al muchacho que vive ahí?

 

-Si… -se inclinó respetuosamente.

 

-Creo que salió de viaje. Me cruce esta mañana con él, vi que llevaba un bolso bastante abultado. Se le notaba muy contento, sus ojos tenían un brillo especial y supe que iba a ver a alguien, pensé que podría ser su novia. Se le ve siempre tan solo. –esto último lo dijo casi para si.

 

Esa idea le sobresalto y el malestar de su estomago se acentuó. Los nervios no le permitieron probar bocado y ahora estaba pagando las consecuencias.

 

Finalmente se despidió de la mujer, ¿Qué iba a hacer allí solo? No conocía a nadie, excepto Rukawa. Regresaré a casa, allí al menos podré bañarme y disfrutar de largos paseos por la playa. Con esa idea y lamentándose nuevamente por tener que tomar otra vez el avión llamó para reservar billete.  El único vuelo que había salía a medianoche, al llegar al mostrador de la compañía se lo entregaron, tras guardarlo entró en uno de los restaurantes del aeropuerto, no tenía preferencia por ninguno, solo deseaba comer.

 

Un apático camarero se acercó a tomar nota de su pedido, se espabiló por completo cuando Sakuragi comenzó a leer la lista de entrantes en voz alta y termino diciendo.

 

-Quiero una ración de cada uno de estos. –y le devolvió la carta de menús.

 

-¿Y para beber?

 

-Batido de chocolate.

 

-¿Batido de chocolate? –repitió ante la incongruencia de combinar salados y dulces con batido de chocolate.

 

-Si. –dijo ajeno al asombro del camarero.

 

Con cortos intervalos de cuatro o cinco minutos, lo que el camarero tardaba en recorrer el espacio de la cocina a su mesa,  le llevaban las distintas raciones. Hizo sacar el florero que adornaba el centro, así como el cenicero. La mesa se cubrió con los distintos platillos, a los cuales Hanamichi iba dando cuenta de ellos, los que quedaban vacíos, los amontonaba uno encima del otro para hacer sitio, huecos que no quedaban vacíos mucho tiempo, devoraba el contenido ante la mirada curiosa de los pocos concurrentes y de los dos camareros, uno de ellos estaba bastante ocupado. La comida fue acompañada con dos vasos altos de batido de chocolate y para concluir pidió doble ración de tarta de arándanos. Pago la abultada cuenta y recogiendo su bolso se puso de pie y salió del establecimiento. Ahora con el estomago lleno se sintió más animoso. Se sentó en la sala de espera correspondiente a su lugar de salida. El avión despegó puntualmente y una vez más los nervios se asentaron en su estomago.

 

-¡Ay, Kitsune! Lo que hago por ti –murmuró ajustándose el cinturón.

 

Viajar en primera y de noche era lo ideal, ya que tenía tres asientos para él solo, hubiera podido estirar sus piernas, pero el temor a soltarse pudo más y prefirió la incomodidad con la protección del cinturón.

 

Cerró los ojos, más no durmió su mente se llenó de recuerdos que comenzó a rememorar.

 

 

 

Continúa…

Notas finales:

Agradezco vuestros comentarios a "Rosas y espinas" y los contestaré en un par de días. Gracias por todos ellos.


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