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Un japonés en las mil y una noches por Paz

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Notas del capitulo:

He estado en un tris de olvidarme de esta actualización y luego tenía problemas para subirlo, disculparme por el retraso

Un japonés en las mil y una noches

 

Paz

 

Capítulo 4: Castigados

 

Aunque ahora dormía menos horas su cuerpo no se resentia. Se despertó apenas escuchó el primer timbrazo y se tiró de la cama, al tiempo que recogia del suelo su bata y descendía las escaleras de dos en dos preguntandose quien sería el que llamaba antes de la siete de la mañana.

 

Abrió la puerta sin recordar que no estaba en su barrio donde todos se conocían, aún así el hombre que estaba delante suyo no tenía aspecto de ser un asaltante.

 

-¿Quién eres? –preguntó sorprendido el hombre que estaba frente a él mostrando cierta inquietud al verse ante un chico pelirrojo tan alto como su sobrino

 

-Sakuragi Hanamichi ¿y tu? –preguntó sin apartarse del hueco de la puerta.

 

-Rukawa Himura –respondió y solo al oír su nombre le permitió el acceso al interior- Soy el hermano mayor del padre de Kaede. –añadió.

 

-Él esta dormido todavia. Anoche le costó más tiempo conseguir conciliar el sueño.

 

-¿Cuánto tiempo llevas viviendo con él? –preguntó porque nadie de la familia ignoraba las preferencias del chico, si bien nunca antes había llevado a ningún joven a su casa, ni amigos ni amantes si es que los tenía, observó que el muchacho era bastante peculiar y no solo por su altura o el color de sus cabellos, sino por la actitud hacia su sobrino.

 

-Tres días, dos noches –respondió entrando en la cocina- Voy a preparar algo para tomar, ¿Has desayunado? –al ver su gesto negativo tomó la iniciativa de pedirle- Mientras despiertas a Kaede lo tendré listo. Supongo que conoces el camino. Recuerdale que tenemos clase. –y le dio la espalda comenzando a sacar de los estantes lo necesario para preparar el desayuno, esa vez lo haría él. Sorprendería a Rukawa con sus habilidades culinarias, porque tenía alimentos suficientes para conseguirlo.

 

Rukawa-sama asintió sin molestarse por su comportamiento hacia él, estaba acostumbrado al trato de sus propios hijos y no le sorprendió nada, por lo que subió las escaleras en dirección al dormitorio de Kaede.

 

Golpeo con energía la puerta y entró sin esperar más.

 

Una sonrisa asomó en sus labios al ver que Kaede había saltado del lecho y miraba con sobresalto hacia la puerta, al verle se llevó las manos a la cabeza.

 

-Contigo no necesito despertador.

 

-Me alegre verte despierto –dijo con sorna- Tu chico me pidió que recuerdes que tienes clase.

 

-Solo es un compañero… -Separó sus manos fijandose en su tío- ¿De dónde has sacado esa idea tan peregrina? –y al preguntarlo no pudo evitar sentir una sacudida en su entrepierna, se echó hacia delante para evitar que viera su reacción. Las historias de Sakuragi empezaban a afectarle en exceso.

 

-Que sepa nunca antes has traido a casa a uno de tus compañeros, que tiene este que no tengan los otros.

 

-Es un narrador de historias y me entretiene.

 

-¡¿Sigues con tu problema?!! Creí que ya lo tenías resuelto.

 

-No.

 

-¿Y es efectivo el tratamiento? –preguntó sintiendo que la curiosidad por el pelirrojo se acrecentaba.

 

-Aún es pronto para confirmarlo, solo puedo decir que son entretenidas –y al decirlo, sintió que sus mejillas tomaban un tono sonrosado.

 

Rukawa-sama decidió dejarle solo, la reacción de su sobrino comenzaba a resultarle desconcertante.

 

-Te esperamos en la cocina.

 

Asintió en silencio.

 

Hanamichi se volvió al escuchar los pasos que se acercaban, sobre la mesa ya tenía dispuesto el servicio para tres personas con sus respectivos alimentos.

 

-Subo a vestirme mientras se hace el arroz. -Sin esperar su asentimiento salió de la cocina.

 

Quince minutos después los tres estaban sentados alrededor de la mesa tomando la primera comida del día en absoluto silencio, cada uno metido en sus propios pensamientos.

 

Cuando dejaron la casa, Rukawa y Sakuragi llevaban el mismo camino, Rukawa Himura subio a su coche y partió en dirección opuesta. Decidido a preguntarles a sus hijos si sabian algo más de ese pelirrojo. Al parecer a su sobrino le costaba reconocer que le atraía, si bien sus reacciones eran más sinceras.

 

Rukawa pedaleaba rápido porque se habían demorado un poco más de la cuenta y ninguno de los dos deseaba llegar fuera del horario de entrada.

 

Como el día anterior, Rukawa le dejó en el mismo punto y desde allí Sakuragi se dio prisa para llegar a la entrada, fue allí donde se encontró con sus amigos.

 

-Hola… -saludaron todos a un tiempo.

 

-Hola, muchachos…. –se emparejó a su ritmo y avanzaron juntos hasta llegar a las taquillas donde cambiaron sus zapatos de calle por zapatillas.

 

-No nos has dicho donde te has trasladado a vivir –dijo Noma.

 

-Será porque no me lo habeis preguntado –dijo con una sonrisa.

 

-Ahora lo hacemos –dijo Takamiya que al igual que los demás sentían curiosidad por su rápido traslado.

 

-Preguntarmelo durante el receso, ahora se me hace tarde –y se apresuró a entrar en su salón.

 

Yohei se quedo mirando la puerta por donde había desaparecido su amigo. Al punto que estuvo tentando en entrar y preguntarle, cuando vió acercarse a los profesores.

 

La gundam se apresuró a dispersarse dirigiéndose a sus respectivos salones, ese año les habían separado a todos.

 


 

Era consciente del interés que mostraban su amigos, sobre todo Yohei más perpicaz que los demás no iba a quedarse tranquilo hasta saberlo todo. De acuerdo que eran amigos desde mucho tiempo, pero hay cosas que uno tiene que guardarse para si, y decirle que estaba viviendo con Rukawa era una de ellas. Tal vez más adelante cuando tuviera asegurada su instalación definitiva pudiera decirselo.

 

Al pensar en ello se dijo que no tenía que preocuparse por ese detalle, realmente Rukawa estaba disfrutando sus relatos. No parecía molesto por utilizarle como base para la trama de su historia, que por cierto el que tenía pendiente de terminar era bastante subido de tono y aun así Rukawa parecia ansioso por conocer el final.

 

Ni siquiera él lo tenía claro y como las explicaciones del profesor eran bastante densas dejo su mente divagar, una sonrisa boba asomaba en sus labios.

 

-¡¡SAKURAGI!! ABANDONE DE INMEDIATO LA CLASE Y PRESENTESE AL DIRECTOR.

 

Sus gritos le hicieron volver a la realidad.

 

Se levantó con presteza.

 

-Si, señor.

 

Salió del salon y se dirigio a la dirección, la secretaria al verle inquirió.

 

-¿Qué has hecho esta vez, Sakuragi-kun?

 

-Nada…, yo estaba tranquilo, sentado en mi banco y de pronto le oí gritarme.

 

-¿Estabas prestando atención a su clase?

 

Se quedo pensativo al tiempo que llevaba su mano a su cabeza revolviendo sus cabellos con expresión culpable.

 

-Sientate ahí… ahora el director esta reunido. Le avisare que estas aquí cuando se vaya su visita.

 

Sakuragi asintió dirigiendose a la silla más próxima.

 

No habian transcurrido diez minutos cuando otra persona muy conocida se dejo ver.

 

-¿Qué ha sido esta vez Rukawa-kun? –preguntó resignada la secretaria al verle aparecer.

 

-Lo de siempre… -dirigió una mirada de refilon hacia su compañero.

 

-¿Te has dormido?

 

-Si.

 

-Espera sentado… te avisaré cuando pueda recibirte.

 

Rukawa ocupó una silla lo más lejos del pelirrojo, lo contrario hubiera sorprendido a la mujer.

 

Se vez en cuando se lanzaban miradas interrogantes y se encogian de hombros al no tener una respuesta para darse.

 

Media hora después el director se desocupó, acompañó hasta la puerta a su visitante y desde allí los vió. Miró a su secretaria con gesto resignado.

 

-Hagales pasar al mismo tiempo. –no estaba con animos para repetir las mismas palabras a los dos por separado.

 

-Sakuragi-san… Rukawa-san… -repitió sus nombres con formalidad al tiempo que se sentaba tras su escritorio y los tenía firmes delante suyo- Su actitud ante sus profesores y compañeros empieza a resultar molesta, ninguno de los dos tiene el comportamiento adecuado, ni los valores se que esperan de ustedes los jóvenes, por ese motivo durante este mes hablaré personalmente con sus delegados de clase para que deleguen en ustedes, la limpieza general de sus salones y pasillos sin ninguna ayuda extra. Sus compañeros se lo agradeceran y espero que a partir de entonces hallan corregido sus respectivos comportamientos. ¿Han comprendido? –les miró serio.

 

-Si, señor… -respondieron al unisono.

 

-Pueden retirarse… su castigo comienza desde hoy –les avisó cuando ya estaban a punto de salir- ¿Qué hay? –preguntó al ver que Sakuragi deseaba hablar.

 

-Por la tarde tenemos entrenamiento.

 

-Lo cumpliran cuando terminen, no tengo preferencia por ninguna hora en especial, siempre que hagan la limpieza de sus salones, no me importa, si la realizan a las cuatro, a las seis o a las ocho, siempre que sus salones se encuentren impecables al día siguiente.

 

-Si, señor.

 

Al quedar solo un ancho suspiro ensanchó su pecho. Ya no sabía que más hacer para corregir su comportameinto. Ninguno hacia mella en ellos. Sus palabras caín siempre en saco roto. Esperaba que esa vez todo fuera diferente.

 

Se levantó y se asomó al despacho de su asistente.

 

-Por favor, durante el siguiente receso llame a los delegados de sus clases y que se pasen por aquí. –le pidió.

 

-Usaré la megafonia –dijo a modo de permiso.

 

-Si, será más rápido para localizarles a todos. –dió su autorización.

 


 

Los pasillos estaban desiertos cuando dos jóvenes lo cruzaban, en sus manos llevaban lo necesario para llevar a cabo su castigo, baldes con agua, fregona y paños.

 

El primer salón era el de Rukawa.

 

-Rukawa…

 

El joven se volvió.

 

-No dijeron nada acerca de cómo llevarlo a cabo.

 

-¿Que quieres decir?

 

-Terminaremos antes limpiamos primero un salón y luego el otro.

 

-¿Tú y yo…juntos?

 

-Sip.

 

-De acuerdo…, igual que en el gimnasio, tú en una punta y yo desde la otra y nos encontramos en el centro.

 

Limpiaron cristales, recogieron las papeleras, pasaron los paños humedos por todo el mobiliario, limpiaron el pizarron y fregaron el piso, dejando impecables sus dos salones y sus respectivos pasillos, cuando acabaron solo les quedaba recoger los implementos de limpieza y dejarlos en su cuarto de limpieza,  las bolsas con basura las tiraron en el contenedor.

 

Eran las nueve y media de la noche, cuando dos cansados jóvenes se tomaron un respiro bajo el chorro de la ducha en el gimnasio donde fueron a asearse y también para recoger sus bolsos, cerrando el gimnasio cuando acabaron.

 

-Estoy tan cansado que me quedaré dormido apenas mi cabeza toque la almohada.

 

-No sin antes acabar de contarme lo que dejaste a medias. –replicó Rukawa sonriendo al ver el gemido de frustración que asomó en el rostro del pelirrojo. Si quieres dormir, hazlo mientras vamos a casa –concedió mientras quitabar la cadena a su bicicleta y se subia a ella- Vamos, nadie te vera marchar conmigo, aparte de nosotros solo estan los de seguridad.

 

Sakuragi se montó detrás de él, apoyó en su regazo su bolso y con una sola mano se apoyó en su compañero

 

No hubiera estado tan tranquilo de saber que Yohei le estaba esperando a la salida.

 

Aunque Rukawa salió como una exhalación, el muchacho tuvo tiempo de ver que llevaba de paquete a su amigo. La velocidad que llevaba Rukawa le impedía seguirles.

 

Ellos no le vieron.

 


 

A poco de llegar se dirigieron a sus respectivas habitaciones, vistieron ropas cómodas para estar por casa y volvieron a encontrarse en la cocina, Sakuragi además de sueño tenía hambre.

 

Encontró a Rukawa preparando la cena de ambos.

 

Cuando terminaron de comer, se dio cuenta de lo tarde que era.

 

-Vamos a tener un mes muy duro -le comentó.

 

-Sip…

 

Se levantó recogiendo su lado de la mesa y dejando en agua todo.

 

-Mañana lo lavaré… -le dijo al ver que hacia intención de fregotear.

 

-Bueno… -aceptó encantado, estaba cansado después de limpiar los dos salones, ya no tenía ganas de más.

 


 

Aunque su tiempo para dormir se acortaba, Sakuragi cumplió con su parte esa noche, apenas Rukawa estuvo recostado en su cama y el sentado a los pies de la misma, habian prescindido de la silla para quedar frente a él y ver sus reacciones.

 

-Aquí estoy más comodo, si no te importa –le dijo cruzándose de piernas-Veamos donde fue que me quede.

 

-Estaba deseando acabar la preparatoria e iniciar una nueva vida como universitario. –le recordó Rukawa su última frase.

 

-¡Ah si, habian regresado de pasar unos días en un ryokan y al recordarselo pudo ver que cerraba los ojos- Si tienes sueño podemos dejarlo…

 

-¡¡No!! –elevó en exceso la voz- Cuentame el resto. –su tono se tornó brusco para que no pareciera un ruego.

 

-De acuerdo.

 

Continúa en el proximo capítulo

Notas finales:

La terminación de "Siempre hubo más de uno" el viernes de la semana que viene.


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