Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Stream of consciousness por Tail End Charlies

[Reviews - 50]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Otro fic rescatado del Averno.

En total son diez capítulos y actualizaré... Cuando me aburra, así que no diré un día en específico.

Stream of consciousness

 —No soy gay.

Después de decir eso a modo de saludo, Siwon se sienta en una esquina del sofá y cruza las piernas con elegancia, dejando reposar sus manos en el regazo. Sungmin apoya el codo en el reposabrazos de la silla y apoya el mentón en la palma.

—De acuerdo.

—El otro día me liaste y confundiste con tus palabras bonitas y rebuscadas, pero no volverá a pasar. No soy gay —repite.

Ya, claro, por eso has entrado en el despacho como un huracán furioso, piensa Sungmin, pero no dice nada y tampoco deja que su cara muestre lo que pasa por su cabeza; ante todo es un profesional.

—La última vez comenzaste a hablar de Dios y terminaste hablándome de ZhouMi y sus piernas —señala Min.

Siwon hace una mueca y luego un gesto despectivo con la mano.

—Tiene unas piernas bonitas —explica, con simpleza.

—No es normal que un hombre alabe las piernas de otro.

—No empieces a liarme otra vez —avisa.

Ambos se quedan callados, mirándose fijamente, cada uno esperando algo del otro. Sungmin juguetea con el bolígrafo que permanece en su mano.

—No creo que Dios odie a los homosexuales —comenta Sungmin. Siwon frunce el ceño.

—¿Qué sabrás tú, ateo? —replica, enojado.

Minnie no se inmuta; lo han llamado cosas peores. Ahora que lo piensa, pocas veces le han dicho cosas bonitas. Tiene un trabajo demasiado sufrido.

—Háblame de ZhouMi. —Siwon relaja un poco sus facciones para poder mirarlo con confusión.

—¿Por qué? —Sungmin se encoge de hombros.

—Curiosidad.

Wonnie mira a su alrededor un poco turbado y repentinamente nervioso. Se frota las manos y carraspea. ¿Qué puede decir de ZhouMi? Muchas cosas, todas ellas buenas. Entonces comienza su monólogo sobre MiMi, Sungmin observando como la cara de Siwon ya no está contraída por el enfado, incluso parece que brilla, emocionado.

Sungmin comienza a garabatear en la libreta que tiene apoyada en el regazo, asintiendo con la cabeza de vez en cuando para que Siwon sepa que lo está escuchando. No es que esté aburrido, para nada, pero es que eso sólo está confirmando lo que él ya sabe y lo que Siwon se sigue negando, tan terco él. Ya casi conoce más a ZhouMi que a su propia madre, y eso que nunca ha visto al chico.

—… algún día debo traerte uno de esos platos que cocina, porque es que le quedan buenísimos; te chuparías los dedos —concluye Siwon, sonriente.

Disimuladamente, Sungmin observa el reloj que cuelga de una de las paredes. Diez minutos. Wonnie ha estado diez minutos hablando del chino. Pero no le gusta y no es gay, por supuesto que no.

—Hace tiempo que no me hablas de Yuri —indica Minnie.

Siwon lo mira dudoso y un poco perdido por el abrupto cambio de tema. ¿No estaban hablando de ZhouMi? Yuri… Está a punto de preguntar quién es Yuri, pero entonces recuerda que antes de conocer a MiMi quedaba mucho con ella. Ni siquiera sabe si todavía está viva, aunque espera que sí, claro. Carraspea, incómodo.

—Es que Yuri… —¿Qué excusa se inventa ahora? —Está ocupada con el trabajo y eso, hace tiempo que no la veo —explica, avergonzado por haber mentido.

Sungmin golpea el bolígrafo contra la libreta de forma rítmica, como marcando los segundos. Si le dieran un won por cada paciente que se engaña a sí mismo, ya hace tiempo que podría haberse retirado a una isla perdida en el culo del mundo.

—Parece mentira que me estés mintiendo sabiendo que eso es pecado —comenta Sungmin, desapasionadamente.

La cara de Siwon se colorea de rojo de pura ira y se pone de pie, señalando con el dedo índice a Minnie.

—¡No soy gay! —exclama.

Se levanta del sofá hecho una hidra y se acerca a la puerta, pero antes de salir se lo piensa y vuelve a sentarse, cruzándose de brazos, enfurruñado. Sungmin sonríe internamente; siempre hace lo mismo, coge un berrinche y hace amago de irse, pero al final vuelve a su sitio, derrotado. Eres tan predecible, piensa Minnie.

—Dios nos creó a su imagen y semejanza. ¿Estás diciendo que Dios es homosexual? —pregunta Wonnie, acusador.

—No lo sé, Siwon, no soy teólogo. —Vuelve a golpear su bolígrafo contra la libreta. —Dios creó a todas las criaturas con un propósito, ¿no? Tiene un plan para nosotros.

Y deja la idea sobrevolando el lugar, dejando que su paciente se empape con ella y lo cale. Siwon abre la boca y vuelve a cerrarla. Sungmin ve la duda en sus ojos y sabe que lo ha pillado. A ver con qué contraatacas, piensa. Wonnie entre cierra los ojos.

—Te odio —sisea. Minnie sonríe.

—Gracias.

Finalmente Siwon se va, pero esta vez porque ya ha terminado la hora pactada, su cabeza bullendo con ideas contradictorias que lo dejan confundido y perdido. No está muy seguro de que Sungmin le esté siendo de gran ayuda, y es que siempre le hace ver cosas que no quiere. Que le gusta ZhouMi, dice. Bah, tonterías, MiMi sólo es un buen amigo… con unas buenas piernas. Dios hizo un buen trabajo, eso debe reconocerlo.

Sungmin bosteza y cierra la libreta. Se levanta de la silla y se estira para desperezarse y destensar los músculos. Segundos después unos brazos rodean su cintura por detrás y un beso es depositado en su nuca. Sonríe con ternura y se gira entre esos brazos.

—Yo no te odio —susurra Kyuhyun, rozando sus labios con los de Minnie.

Éste frunce el ceño y se queda pensativo, analizando a Kyu. Entonces abre los ojos en demasía por la sorpresa.

—¿Has vuelto a fisgonear por el intercomunicador? —dice, en tono acusador. El menor sonríe con inocencia.

—Es que me aburría.

—¡Pero las sesiones son privadas! ¡Esas personas confían en que lo que me digan no lo sabrá nadie más!

Antes de que Minnie siga con su histerismo, lo corta con un beso que hace que las piernas del psicólogo tiemblen de emoción y deseo, las manos de Kyu perdiéndose por debajo de su camisa.

—¿Quién es el siguiente? —jadea Minnie, notando los labios de su chico paseándose por su cuello, y esas manos…

—Kim Heechul.

Sungmin lo separa con firmeza, mirándolo como si fuera un cachorro apaleado.

—¿Por qué? Él no, por favor —solloza.

Kyuhyun ríe por lo bajo y lo acerca otra vez, besándolo de nuevo para que se olvide un rato de ese horrible paciente, y es que Heechul es tan… él, que al final parece que el analizado es Sungmin. Minnie termina con los nervios destrozados y con ganas de salir corriendo.

—Aplaza la sesión de Hyukjae para mañana, ¿vale? Heechul me deja agotado —pide Min, decaído.

Kyuhyun ríe por lo bajo y se da el lujo de besarlo un poco más. Luego se separa y mira la hora.

—Tienes veinte minutos libres, vamos a desayunar. —Y eso casi ha sido una orden.

Entran en la cafetería que está debajo de la consulta de Sungmin. En sus ratos libres está prohibido hablar de trabajo, así que se dedican a ultimar los detalles de sus vacaciones. Hubo muchas discusiones sobre eso; Sungmin quería algo tranquilo para poder desconectar y no pensar en lo fatal de la cabeza que estaban algunos de sus pacientes, Kyuhyun quería algo de aventura y mucho movimiento. Ganó Sungmin, pero sólo porque sabía manejar a su chico cuando estaban en la cama.

Llevan dos años juntos. Minnie acababa de abrir su consulta y necesitaba desesperadamente alguien que le ordenara su agenda y pusiera un poco de orden, entonces apareció Kyuhyun y su insana manía de fisgonear por el intercomunicador cuando estaba con un paciente. ¿Qué tal si alguno quiere pegarte? Debo protegerte, mi conejito. Sí, claro, protegerlo, lo que quiere es curiosear, como si Sungmin no lo conociera. Unos meses después ya eran pareja.

Mientras el pie de Kyu acaricia su pantorrilla, Minnie observa por la ventana de forma distraída la gente que pasa por delante, hasta que ve algo que hace que arrugue la nariz. Kyuhyun sigue la mirada de su chico y sonríe.

—¿Esos no son Kim Ryeowook y su madre?

—Sí, y ya está hablando solo de  nuevo —murmura Sungmin, molesto.

—Quizá sólo está haciendo una lista mental de algo —sugiere Kyu.

El otro niega con la cabeza; Ryeo no está haciendo listas de ninguna clase. Mira de nuevo a su pareja.

—¿Cuándo le toca venir?

Kyuhyun escarba en su cerebro, apartando la gente que no le interesa y buscando el nombre de Wookie. Finalmente sonríe de manera triunfante.

—El viernes a primera hora.

El ceño de Sungmin se frunce; faltan dos días, demasiados, y parece que Ryeowook ha vuelto a las andadas; su madre está hablando con otra señora, un poco apartado está el niño… hablando solo. Ese pequeñajo la última vez le dijo que ya no veía a ese chico que sólo aparecía en su mente. ¿Cómo se llamaba? No importa, lo importante es que Wookie le ha engañado.

Heechul se deja caer en el sofá como si fuera un saco de patatas, las piernas abiertas en una pose despreocupada, como si el sofá fuera suyo. No, como si el mundo fuera suyo. Él así lo cree. Sungmin lo observa en silencio mientras él mismo es observado a su vez, la sonrisa chula de su paciente erizándole el vello de manera desagradable.

—Hoy tu chico tiene un buen polvazo —comenta Heechul.

Ya empieza, piensa Minnie, fastidiado, y aún se pregunta cómo sabe que Kyuhyun y él son pareja, ya que nunca habla de su vida privada con ningún paciente. De forma disimulada mira de refilón el intercomunicador y casi está rezando porque Kyu no esté con la oreja puesta; Sungmin tiene el temor infundado (o quizá no tanto) de que Heechul quiere algo con Kyuhyun y que quizá éste se dejaría sin remordimiento alguno.

Y ahí está, un psicólogo cayendo en la paranoia. Con Heechul siempre es igual y eso comienza a enervarlo.

—¿Qué tal el trabajo? —pregunta Sungmin.

—Lo he dejado.

Minnie no se sorprende ante eso.

—¿Esta vez por qué?

—No me pagaban lo suficiente —explica, con simpleza.

—Heechul, trabajabas media jornada como reponedor en un supermercado —señala Sungmin, escondiendo su frustración.

—Me deberían haber pagado el triple por llevar ese mugroso uniforme.

Una divaza egocéntrica, eso es lo que tiene Sungmin delante de él tomando posesión de su bonito sofá; sólo le falta clavar una bandera con su nombre escrito para dar fe de ese hecho.

—¿Te das cuenta de que con esa actitud morirás de hambre debajo de un puente?

Hee lo mira asombrado, los ojos un poco más abiertos de lo normal. Luego se señala a sí mismo.

—¿Con esta cara y este cuerpo? No creo. —Sungmin alza una ceja, un poco incrédulo. Heechul se inclina un poco hacia delante y apoya los codos en las rodillas, como si fuera a contarle un secreto. —Tengo un plan, ¿sabes? Me casaré con una vieja rica y la complaceré hasta que se muera y me deje su herencia. —Y para finalizar le guiña un ojo de forma conspiradora sin dejar de sonreír de esa manera torcida y enervante.

Minnie se queda sin habla. Parpadea varias veces con rapidez intentando centrarse y carraspea.

—Esa es una forma de prostitución, aceptada por la sociedad, pero prostitución a fin de cuentas  —comenta Sungmin. Heechul se encoge de hombros. —¿Has pensado en que tu belleza se terminará marchitando? Dentro de diez años peinarás canas y tendrás arrugas. ¿Qué harás entonces?

El otro lo mira estupefacto. ¿Canas? ¿Arrugas? Tiene la impresión de que ha comenzado a sudar de puro terror. No, él seguirá siendo hermoso y deseable dentro de diez, veinte o cincuenta años… ¿Verdad?

—Mientes —sisea, enojado. Cruza los brazos sobre el pecho y sonríe con maldad. —¿Tu relación con el guapito es abierta? Me gustaría tirármelo un día de estos. ¿La tiene grande? —pregunta, realmente interesado.

Sungmin aprieta los labios y nota como comienza a contraerse un músculo de su mandíbula. Aprieta el bolígrafo en su mano e intenta relajarse. Te odio tanto, piensa, airado. Entonces alguien llama a la puerta y la cabeza de Kyuhyun se asoma por ella.

—Señor Lee, tiene una llamada.

El nombrado se levanta de la silla y siente que nunca ha amado tanto a Kyu como en ese momento.

—Hey, cariño, ¿por qué no te quedas conmigo y me haces compañía? —pregunta Heechul a Kyuhyun, insinuante.

Sungmin sale y cierra la puerta a su espalda. Se acerca a la silla de escritorio de su chico y se deja caer con pesadez en ella.

—Algún día lo mato —farfulla. Kyuhyun sonríe y se sienta a horcajadas en su regazo, repartiendo besos cariñosos por su cara. —Gracias por salvarme.

—¿Ves como si debo husmear? —dice, entre beso y beso.

Minnie deja salir un suspiro placentero ante los mimos de Kyu y se abandona a ellos, dejando la mente en blanco y relajándose, pero entonces recuerda que está trabajando y lo aparta con suavidad, besándolo una última vez antes de enfrentarse de nuevo a su tormento.

—A por él, conejito —anima Kyuhyun, dándole una palmadita motivadora en el trasero.

Coge aire y entra en el despacho. Se sienta en su silla y observa a Heechul, el cual no se ha movido, su sonrisa prepotente todavía en su cara. Sabe cómo darle donde más duele y desquitarse; no es muy profesional por su parte, pero indirectamente también lo ayuda, así que estarán a la par.

—¿Qué tal con Hangeng?

Heechul hace una mueca de desagrado.

—¿Qué tal de qué?

—Me dijiste que se te había declarado.

Resopla y hace un gesto despectivo con la mano.

—Nos liamos unas cuantas veces y ya se cree que soy el amor de su vida —explica, con sequedad y un punto de desprecio.

—Jungsoo te fue infiel, te hizo tanto daño que te cierras en banda a otras posibilidades.

—¿Qué tiene que ver ese? —pregunta, enojado.

Minnie siente un punto de regocijo al hacerlo enfadar; no está bien, pero es que poder vacilar a Heechul le hace sentir bien, siempre tan altanero.

—Que por culpa de Jungsoo te estás cerrando puertas, quizá Hangeng es la persona que necesitas.

—No está a mi altura —replica, todavía airado.

—Y sigues poniendo excusas. No todos son como Jungsoo. Confía en Hangeng.

—Cállate —sisea. O se calla o le parte la cara, él verá.

Sungmin se recuesta en la silla y golpea con suavidad el bolígrafo en la libreta, la estancia quedando en silencio excepto por ese golpeteo. Heechul tiene un carácter tan retorcido y complicado, que ya puede dar gracias de que alguien quiera estar a su lado y aguantar sus tonterías.

—Me fue infiel con Youngwoon, me dejó por él —murmura Heechul. Minnie lo observa con cautela.

—Lo sé.

—Hay muchos Youngwoons por el mundo, Hannie podría conocer a uno.

Minnie entrecierra los ojos; tiene miedo, está inseguro. Es complicado lidiar con algo así. Entonces Heechul vuelve a sonreír con chulería.

—No me has contestado. —Sungmin lo mira sin entender y su sonrisa se amplía. —¿La tiene grande o no?

Esta vez el psicólogo deja salir un bufido de exasperación. Y pensar que ha llegado a tenerle un poco de pena…

Y, ya en casa, Sungmin puede decir que sí, que Kyuhyun está bien dotado, y eso es algo que nota con bastante claridad cuando su chico lo penetra y comienza a embestirlo como si el mundo fuera a terminarse, lo cual excita en demasía a Minnie, al cual le encanta esa rudeza. Con sus piernas abraza la cintura de Kyu y lo empuja hacia él, aumentando la profundidad de sus penetraciones.

Normalmente llega a casa mentalmente fatigado, pero cuando tiene que tratar con Heechul esa fatiga se multiplica, así que el poder estar de forma íntima con Kyuhyun es una vía de escape muy placentera, y es que su chico sabe lo que hace y qué hacer para relajarlo y que el placer lo ahogue y le haga olvidar todo lo que no sean ellos dos. 

Besa a Kyuhyun de manera torpe y éste comienza a masturbarlo, los gemidos de ambos perdiéndose en la boca del contrario. Minutos después ambos eyaculan y el menor se deja caer al lado de su pareja, acoge a Minnie entre sus brazos y éste se esconde en su pecho mientras intenta que su respiración vaya a un ritmo normal.

—Eres un conejito malvado, has hecho enfadar a Heechul a propósito—canturrea Kyu.

—Es que me pone de los nervios, en serio; todo el rato diciendo que quiere acostarse contigo —dice, quejumbroso.

Kyuhyun ríe por lo bajo y alza la cabeza de Sungmin para poder besarlo de nuevo.

—No le hagas caso, sólo te tiene envidia.

Y se mete debajo de las sábanas, perdiéndose entre las piernas de su conejito.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).