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La Octava Campanada por Dragon no Shiryu

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Notas del fanfic:

Bueno, se que esta pareja no es muy usual y quizá no sea del agrado de muchos, pero espero que les guste, dejen sus opiniones, acepto cualquier tipo opinion o critica n_n saludos

Notas del capitulo:

Bueno, es el único capítulo, espero que les guste, comenten, saludos ^u^

Era la tercera vez que se veían ese mes. La casa de Libra estaba iluminada por la luz de las velas, cuando el caballero dorado que custodiaba la séptima casa no estaba, aquél lugar se convertía en el refugio secreto de dos que no podían callar los sentimientos de su alma. Se escuchaban los suspiros agitados y la respiración entrecortada, pero en la mañana, la luz del sol se llevaba lo que la luna había presenciado, se consumían las velas, los cuerpos cálidos y ansiosos despertaban satisfechos y tranquilos, y en un instante, el mayor de ellos huía del templo como si fuesen a condenarlo.


Y todo volvía a la normalidad, aquellos dos parecían no tener ganas de verse hasta que tuvieran el permiso de la soledad de la séptima casa para repetir su encuentro, cualquiera que lo viese juntos negaría rotundamente que se veían a escondidas como dos amantes, apenas y hablaban cuando estaban cerca, al menos frente a las demás personas.


-Es nuestro secreto- dice el menor de ellos, sabiendo que su amante se irá en cuanto termine de vestirse. Todavía no ha amanecido por completo, incluso los caballeros más celosos seguirán durmiendo. -Al menos despertaste a mi lado- le dice como de costumbre, sonriendo como si la frase gastada fuera a molestar a los oídos que tantas veces la han escuchado.


-Como siempre- le responde el mayor de ellos, esbozando una sonrisa apenas perceptible, pero suficiente para que el menor conozca la respuesta implícita a la pregunta implícita, "si, nos volveremos a ver, ha sido una noche extraordinaria".


Pero esta vez hay algo distinto, el mayor está a punto de salir corriendo, pero antes, se da la vuelta y besa al menor en los labios, dejándolo sin aliento, y luego huye, sin mirarlo a los ojos, sin decirle nada, sólo lo besó en los labios, un beso que le quemó el alma, más por la intriga que por el beso en sí mismo, puesto que ya ha recibido muchos besos similares e incluso, más deseables


 


-Ikki- murmura Shiryu tocando sus labios y lo mira alejarse como siempre, a la casa de Leo, dejándolo solo y con el deseo de aclarar esa situación, que lleva repitiéndose durante casi un año, el siguiente mes se cumplirá el primer aniversario desde que confesaron su atracción el uno por el otro en la fiesta de año nuevo en el santuario


 


FlashBack


-Nueve… diez… once… ¡¡doce!! ¡¡Feliz Año Nuevo!!-


-¡Hyoga!- Shun se lanzó a los brazos del rubio y lo besó, aprovechando que Ikki había desaparecido y no se molestaría; y no fueron los únicos, Saga y Afrodita, Kanon y Milo, Camus y Shura, Dohko y Shion, Shaka y Mu, todos ellos celebraban el cariño que los unía, incluso Death Mask le robó un beso a Aioria, mientras los demás, caballeros de bronce, plata y oro, e incluso Athena, se abrazaban con alegría y se felicitaban los unos a los otros. 


Desde una parte alejada del santuario, Ikki y Shiryu celebraban el año nuevo con una plática personal


-¿Por qué estas aquí, Shiryu?-


-Bueno… yo podría preguntarte lo mismo- respondió el muchacho de cabellos color ébano con una sonrisa serena y los ojos cerrados


Ikki suspiró


-Bueno, sabes que no soy muy… agradable con las personas… prefiero estar solo… es así como me acostumbré-


-Pero Shun te extrañará-


-¿Tu crees?- preguntó el fénix y esbozó una sonrisa a medias -yo lo dudo, debe estar celebrando con Hyoga-


Shiryu sonrió ampliamente y no dijo nada, cerró los ojos, disfrutando del viento en su rostro.


-¿Y por qué estas aquí tu?- volvió a preguntar el mayor, observando el cielo oscuro y estrellado, en un momento sonarían las campanadas y ya se escuchaba el barullo de la fiesta en el centro del santuario.


-La verdad… no sé… creo que no comparto el ánimo de los demás por el festejo del fin de año… me sentía fuera de lugar-


Ahora fue el mayor quien guardó silencio, hasta que éste fue interrumpido por una pregunta que jamás imaginó que saldría de los labios del menor


-Ikki… ¿por qué estabas tan molesto conmigo cuando llegó la guerra santa?-


-¿Qué?- preguntó el fénix sin cambiar su posición, pero vaya que si había cambiado la expresión de su rostro.


-Si… bueno, sabes a qué me refiero-


-¿A la pelea?… eso solo fue para…-


-No, no me refiero a la pelea, me refiero a lo que me dijiste después… que hubieras preferido no volver a verme, pero tuviste que hacerlo por Saori-


-Bueno, yo…- se quedó callado sin saber qué responder, lo cierto era que no le gustaba estar cerca de Shiryu desde la batalla de Asgard, cuando creyó muerto al dragón, fue capaz de sentir cómo su propio espíritu se partía en dos, se sintió débil, y no era así como un caballero en plena batalla debía comportarse. Desde ese momento temía por él, en la batalla contra Hilda, contra los generales de Poseidón, era el mismo temor una y otra vez, y sabía que en la batalla de Hades el riesgo de que Shiryu muriera era aún mayor -no estaba molesto contigo, pero… no… no me gusta estar cuidando de todo el mundo, con proteger a Shun es suficiente-


-¿A qué te refieres?- preguntó el dragón y abrió los ojos, para dirigir su mirada verde y curiosa a Ikki


-Pues… en la batalla contra Asgard… casi mueres por querer mostrarle a Seiya en dónde debía golpear a ese hombre-


-Ikki- el menor suspiró y regresó a su posición, cerrando los ojos de nuevo -soy un caballero… y estoy preparado para morir en cualquier momento, no tienes que cuidar de mi, estoy aquí para proteger a Athena, no para ser un problema para los demás caballeros-


-Lo sé… es…- le daba vergüenza admitir la verdad, no estaba acostumbrado a esa clase de sensaciones hacia ninguna persona -sólo olvídalo… no estaba molesto contigo-


-Sabes…- Shiryu se dio la vuelta y lo miró, el mayor hizo exactamente lo mismo, hasta que quedaron de frente -siempre me he preguntado por qué nunca estas con nosotros en las peleas-


Las campanadas comenzaron


-Eso es lo que tú crees… siempre estoy con ustedes, los sigo a todas partes, pero no me gusta que sepan que estoy ahí-


-¿Por qué?-


-Bueno… si supieran que estoy ahí y puedo ayudarles en cualquier momento… dejarían de luchar como lo hacen ¿no es cierto?… si protejo tanto a Shun es porque le falta confianza, no le gusta pelear… pero se que tu, Seiya y Hyoga piensan diferente-


La octava campanada y los gritos de la fiesta se filtraron en los oídos de ambos, Ikki tomó a Shiryu del brazo -ven, volvamos con ellos, al menos en la campanada número doce, después podemos volver a alejarnos de todo eso-


-Espera, Ikki… ¿tienes algún deseo de año nuevo?-


-¿Por que lo preguntas?- el mayor se mostró un poco sorprendido


-Es… simple curiosidad, y se que no me lo dirás enfrente de los demás-


Ikki se quedó pensativo un momento, sin decir nada, pero en la onceava campanada, sorprendió al pelinegro con un beso que duró hasta que la euforia del santuario desapareció, poco más de cinco minutos. El menor correspondió, pero fue lo único que pudo hacer, porque cuando el peliazul se separó, no se movió ni un poco, se dedicó a mirarlo sorprendido durante un buen rato


-Desde hace mucho me gustas, Shiryu… por eso no me gusta verte pelear- le susurró muy suave cerca del oído, murmullo que se mezcló con el soplo del viento joven del nuevo año. Se dio la vuelta y se fue sin más, invitándolo con la mirada a que se uniera a la fiesta, pero le dejó un tumulto de dudas sin responder, y que pensó que se aclararían con el tiempo, pero éste sólo sirvió para aumentar la inquietud del dragón.


Fin del Flashback


 


Y ese día, la duda crece más, el menor creyó que con el tiempo entendería los confusos y misteriosos sentimientos del fénix, pero no, siempre era lo mismo, la luna, las velas, el beso bajo las estrellas, las caricias traviesas, la entrega y el amanecer. "Soy fiel a ti, es lo único que necesitas saber" había respondido el fénix cuando Shiryu le planteó sus dudas una mañana después de una de tantas noches apasionadas. Pero ¿qué significaba eso? el le había preguntado por sus sentimientos, Ikki le era fiel, pero ¿y lo que sentía? no volvió a preguntar nada, muy en el fondo, tenía miedo de averiguarlo, y esque Ikki era un espíritu libre, podía estar ahí y al día siguen marcharse, incluso el propio Shiryu no sabía hasta dónde llegarían esas noches apasionadas, hasta dónde sería importante para el mayor, hasta qué momento aguantaría sin hartarse, y de corazón deseaba que no sucediera nunca. Intentaba fijarse en sus reacciones cuando estaban juntos, cuando se entregaban, cuando se besaban, pero siempre era igual, mostraba el mismo deseo, el mismo interés, la misma pasión, murmuraba su nombre, gemía de placer a su oído, era dominante y apasionado a la vez que gentil, ¿cómo saberlo?. No habían formalizado, no eran pareja oficial, pero se eran fieles, se gustaban, se querían, se… ¿amaban?


-Lo dudo… no creo que me ames Ikki-


 


Esa noche, llegó la noticia de que Dohko y Shion estarían más tiempo fuera del santuario. Shiryu estaba sentado en su cama, mirando la luna. Había escuchado el anuncio y no sabía lo que sucedería con el fénix esa noche, pero lo suponía, que se repetiría la misma noche apasionada. Miró el reloj, eran las once, hora puntual en la que escuchaba el sonido de las botas en el mármol acercarse hasta él. Y ésta vez no fue la excepción, el conocido sonido pausado de las botas, lentas, la forma serena y dominante de caminar que tenía Ikki.


-Tu maestro no volverá hoy- escuchó en un murmullo ronco


-Lo sé- respondió mirando al reloj y se volvió hacia él -esperas dormir conmigo esta noche, ¿cierto?… de nuevo-


-¿Y no será así?- le preguntó el fénix, al parecer sorprendido 


-Si no… fuera así esta noche… ¿importaría?-


Ikki se quedó mirándolo y después se dio la vuelta para irse


-¿Por qué tendría que importar?-


Shiryu se levantó y lo siguió


-¿A donde vas?-


-A mi templo, Shiryu-


-Entonces si no dormimos juntos hoy, ¿te vas a tu templo?-


-Si- respondió el mayor con aparente frialdad


-Pero… bueno… no tienes que irte-


El mayor se dio la vuelta


-¿Y a qué quieres que me quede?-


Shiryu no le dijo nada, le dio la espalda y murmuró para si -entonces era cierto-


-¿Cierto qué?- el mayor lo alcanzó y se puso detrás de él


-Nada-


-Shiryu, ya sabes  que no me gusta eso, ¿vas a decirme o…?-


-¿Qué quieres que te diga?- el dragón se dio la vuelta y lo miró a los ojos, pero sorprendentemente hablaba con voz muy tranquila -¿qué extraño al Ikki de hace un año que me besó hasta arrancarme el aliento en año nuevo? ¿que quisiera que habláramos alguna vez en vez de acostarme contigo? ¿que quisiera poder besarte una vez sin tener que escondernos de todo el mundo? pues puedo decirte eso y más, detesto tener que pensar si las noches que paso contigo son sólo de diversión y lujuria para ti, y al parecer así es, y también detesto pensar que te avergüenza demostrarle a los demás lo que sientes por mí, como si fuera algo malo… o algo prohibido… o quizá no sientes nada, y no hay nada que demostrar… pues bien, Ikki, no seré simplemente tu amante, ya no quiero más de eso-


Ikki lo miró de pies a cabeza, incrédulo con las palabras que acababa de oír 


-Entonces eso significa…-


-Que se terminó… no voy a vivir esperando el momento en que te canses de mi… eres un espíritu libre, y no voy a detenerte- sintió lágrimas quemando sus ojos y se sentó en la cama -por favor, Ikki, vete a tu templo-


-Bien Shiryu, que seas feliz- le respondió muy suave, mirando al suelo, y se fue como había llegado, tranquilamente, al menos hasta que estuvo fuera de la casa de libra y corrió hasta Leo, temiendo encontrarse a algún caballero en el camino que pudiera leer en sus ojos su tristeza.


 


Pasó un mes casi completo, celebraron la navidad en el santuario, Shiryu había ido muy poco tiempo para no tener que ver a Ikki, pero éste ni siquiera se había aparecido. Todos los caballeros prendieron bengalas, agradecieron a los dioses y a Athena y celebraron la fiesta con alegría, excepto ellos dos, cada uno en su templo miraba la luna llena, que sin evitarlo los trasladaba a esas noches apasionadas en las que se habían entregado todo.


Shiryu suspiró y ahogó el llanto al saber que su amado fénix estaba mirando la misma luna y quizá no se acordara de él. Comenzó a pensar que todo había sido un error, muy en el fondo, sabía que Ikki no era precisamente esa persona romántica y sensible que él deseaba que fuera, y muy a pesar de eso, le había atraído, precisamente por ser lo que él no buscaba en una pareja. Justo en ése momento, escuchó unos pasos en su templo, creyó por un instante que se trataba de su maestro Dohko, pero no, conocía el sonido pausado de esas botas al caminar sobre el mármol de la casa de Libra. Se quedó sin aliento unos minutos y esperó con el pulso acelerado a que el mayor apareciera por la puerta, pero no fue así. Un momento después, el sonido de las botas cesó por unos instantes y después comenzó a perderse cada vez más, hasta desaparecer por completo. Shiryu estaba vestido con poca ropa, así que se apresuró a colocarse una bata blanca y salir apresuradamente, pero no vio a nadie cerca; miró a todas partes, pero Ikki parecía haberse esfumado, estaba seguro de que había sido él. Suspiró con tristeza y entró nuevamente a la casa de Libra, entonces vio la hora, las once en punto, ahora estaba seguro de que había sido él, no podía ser simple casualidad.


Recién entrada la madrugada, escuchó nuevamente el sonido de unos pasos sobre el mármol, pero ésta vez si era el maestro Dohko


-¿Sigues despierto, Shiryu?- preguntó el mayor con aire calmado mientras se acercaba a la otra cama de la habitación y se dio la vuelta para cambiarse.


-No tengo sueño, maestro-


-Debiste acompañarnos entonces, ha sido una de las mejores fiestas… pensé que estabas con Ikki-


-¿Qué?- el caballero dragón se dio la vuelta y miró a su maestro a los ojos -¿por qué estaría con Ikki?-


-Bueno, tampoco estuvo en la fiesta… por cierto, Shiryu… creo que esto es para ti-


El caballero de Libra le extendió un brazalete grabado con un ave y muchas espirales alrededor, que parecían representar el fuego.


-¿Mio?- Shiryu lo tomó y lo miró detenidamente -¿alguien lo entrego para mi, maestro?-


-Bueno… no exactamente, lo hallé en medio del templo, demasiado bien colocado para que se le haya perdido a alguien… y debajo estaba esto- era un papel con un símbolo extraño, parecía una serpiente, pero no lo era, Shiryu lo reconoció en el preciso instante en que lo vio. Aún sin el papel, estaba seguro que el obsequio era de Ikki, el ave parecía ser un fénix renaciendo de las cenizas, pero si existía alguna duda, el papel con el símbolo dibujado lo confirmaba, era un tatuaje que el caballero fénix llevaba al lado derecho del vientre, y claro, sólo Shiryu podía haberlo visto, a pesar de que la luz era escasa cuando tenía ese cuerpo desnudo frente a él.


-Se lo agradezco, maestro- le dijo solemne y se metió en la cama, examinando aquellos objetos e intentando no demostrar ninguna expresión.


-Son para ti ¿verdad?- esa era más una invitación silenciosa a que le contara quién le mandaba ese obsequio, pero por la expresión en el rostro del menor, supo que no era el momento de hablar de eso, algo parecía hervir dentro de los sentimientos de su joven alumno, alguna herida reciente, quizás, o simplemente un sentimiento de confusión.


-Si, son para mi- se limitó a decir el caballero dragón y cerró los ojos. ¿Qué significaba eso? era un regalo, claro, y al menos le dejaba en claro que el fénix le había tomado la importancia suficiente para acordarse de él casi un mes después de todo lo que había sucedido, y sobretodo, se había molestado en hacerle notar que aún le era importante, pero el regalo sólo podía tener dos alternativas, era una invitación o quizá una despedida. Después de meditarlo por varios minutos, se dio cuenta de que no tenía la menor idea, quizá era demasiado pronto para especular, apenas llevaba diez minutos con ese objeto en la mano, además, se sentía cansado. No sabía que pensar, pero muy en el fondo, sabía que el espíritu del fénix no era lo suficientemente tranquilo para quedarse en donde había estado durante un año, supuso y rectificó en su mente que se trataba de la despedida del fénix y el dragón, al menos, era lo que él pensaba, y le dolía.


 


Unos días después, el 31 de diciembre, todos los caballeros terminaban los preparativos para la fiesta de año nuevo. Ésta vez todo era distinto, todos llevaban sus armaduras en vez de traje, celebrarían el fin de un año completo sin haber tenido que librar una batalla, y nada mejor que agradecerlo de esa manera, honrando a sus constelaciones que servían a la diosa Athena.


Todo estaba casi listo, cuando el caballero fénix se dispuso a salir a la casa de Virgo para hablar con su hermano Shun. Quería desearle un feliz año nuevo, ya que no tenía la menor intención de aparecerse en la fiesta, a pesar de todo lo que su pequeño hermano había insistido, le traía recuerdos seguidos de una insoportable nostalgia.


Llegó al final de las escaleras de Leo y se percató de que había una nota en el suelo, colocada lo suficientemente bien para saber que no era un accidente que estuviera ahí. La tomó con cuidado y la abrió en un segundo.


"Te espero en la casa de libra, antes de la octava campanada".


Sabía perfectamente lo que eso significaba. Sostuvo la nota en la mano por unos instantes, encendió su cosmo un instante y la quemó por completo.


Llegó a la casa de Virgo a los pocos minutos 


-Feliz año nuevo, Shaka… ¿has visto a mi hermano?-


-Deberías decirlo en la fiesta, ¿acaso no estarás en ella?-


-No… no soy muy afecto a las fiestas… mi hermano…-


-Ikki- saludó Shun -¿qué haces en la casa de Virgo?-


-Vine a desearte un feliz año nuevo, Shun-


El menor se acercó hasta él y le dio un cálido abrazo


-Decidiste quedarte, después de todo, ¿cierto?-


-Así es… sabías que lo haría-


-Siempre lo supe- respondió el menor con una sonrisa decepcionada -feliz aó nuevo, Ikki- le dio otro abrazo y después, el fénix se marchó.


 


-Una… dos… tres… cuatro… cinco… - Shiryu contaba las campanadas con angustia, iban en la quinta campanada y el fénix no había aparecido. Supuso que no llegaría y entonces decidió que estaba en lo cierto, el regalo era de despedida, despedida definitiva. Al menos eso creyó, cuando en la sexta campanada, escuchó el sonido familiar de las botas sobre el mármol, pausado… había llegado.


-Dijiste antes de la octava campanada, ésa es la número siete- escuchó la voz familiar del hombre que se había convertido en la persona que amaba, y no podía evitarlo.


Sonrió al darse cuenta de que Ikki se había decidido a dedicarle su noche de año nuevo, quizá era la forma de demostrarle lo que él tanto quería saber y que sabia que no le respondería con palabras.


Antes de que pudiera hacer cualquier movimiento, Ikki llegó hasta él y lo abrazó por la cintura, como siempre lo hacía, enloqueciéndolo con las caricias ansiosas, dominantes y suaves, tan únicas de él, lo sentía cerca, lo había extrañado y ahora lo quería de vuelta.


Los labios del caballero Fénix bajaron hasta los de Shiryu, buscándolos con desesperación y los besó con avidez, como si el aliento del menor le devolviera parte de la vida que creía rota. Se besaron como pocas veces lo habían hecho, deseándose. Escucharon el grito de año nuevo y como si fuera culpa de la nostalgia, se abrazaron con más fuerza y pegaron sus cuerpos, presos de algo parecido a la locura. El dragón se dejaba llevar por el mayor, Ikki era el que dominaba, el que sabía, como siempre, y se alegró de que no fuera de otra manera.


 


Shiryu: "Al fin lo tenía entre mis brazos de nuevo, no puedo entender cómo fue que soporté tanto tiempo sin sentirlo cerca, entregándome todo lo que sé que es capaz de dar, no puedo exigirle más a alguien como él, no más, no ahora que me ha dado lo más preciado que tiene, su libertad.


Dejé que me recostara en la cama del maestro Dohko, dejando caer todo su peso sobre mi. Tuve que separarme de él para respirar y recuperar un poco el aliento, inmediatamente él comenzó a besar mi cuello y a despojarme de mi vestuario largo y difícil de quitar"


 


Ikki: "Todo fue como la primera vez, excepto que ésta vez no había velas, pero recordaba el primer día que Shiryu me dejó tenerlo entre mis brazos, me besó y acarició de la misma forma, con desesperación, y con esa expresión de ingenuidad y ese candor que no se le ha quitado desde que tuvo su primera vez conmigo. Me deshago del molesto vestuario que empieza a estorbarme, es difícil quitárselo con rapidez, pero finalmente está solo en ropa interior. Me tomo unos segundos para mirarlo de pies a cabeza, hincado entre sus piernas puedo admirar la figura perfectamente trabajada del dragón, que me gustaba desde que volví a verlo en el torneo galáctico. Puedo notar que se sonroja y esbozo una sonrisa, siempre se sonroja aunque ya lo haya visto muchas veces. Continúo quitándole el resto de la ropa y después me deshago de la mía, no entiendo cómo fui capaz de aguantar tanto tiempo sin tenerlo cerca, respirar ese aroma que tanto me gustaba, besar esos labios suaves, enredar mis manos en esa cabellera larga y negra."


 


Una vez ambos sin prenda alguna, volvieron a besarse y a acariciarse, el mayor se movía de arriba a abajo haciendo disfrutar a ambos con ese vaivén tan íntimo. Se escuchan los suspiros ahogados de Shiryu rompiendo con el silencio de la noche, seguidos de uno que otro gemido suave y apenas perceptible, sabe que no debe hacer mucho ruido o los descubrirán. Ikki se limita a gemir al oído del dragón, de manera profunda. Obligándose a parar por un momento, el mayor regresó a los labios de Shiryu, mordiéndolos un poco y jugueteando con la lengua durante un buen rato, hasta que decidió descender por el cuello del dragón y murmurarle lo que había querido decirle desde que se escuchó la octava campanada.


-No vuelvas a hacerme eso, Shiryu-


A pesar de que sonó como una orden, el menor sabía que era más una petición y lo entendía. Sonrió un poco y acarició el cabello azulado, que ya estaba alborotado, a manera de respuesta.


El fénix continuó descendiendo por el torso de Shiryu, sintiendo cada músculo con la lengua y percatándose de que la piel se erizaba al contacto de la misma.  Descendió aún más hasta llegar a los muslos, sólo podía escuchar la respiración agitada del dragón mientras besaba la parte interna de los muslos, pasaba la lengua por la ingle y dejaba pequeñas marcas en la parte más baja del abdomen. El menor empezó a desprender gotas perladas de todo el cuerpo, intentando contener las ansias de que Ikki llegara a aquella zona que tanto pedía ser atendida. No tuvo que esperad demasiado, pues el fénix nunca se había caracterizado por la paciencia, en un segundo, se llevó a la boca esa intimidad para comenzar a succionar de arriba hacia abajo, mientras que su lengua exploraba la parte superior.


-AAhh… nnnhhh… Ikki… aaahhhh- gemía el menor sin poder contenerse un poco, separando un poco sus piernas para abrirle paso a su amante, quien parecía disfrutar de la misma manera que el más joven


-Ikki…- se escuchó la voz entrecortada por el placer y el agotamiento del dragón, que arqueaba su espalda cada vez más, sabía que no iba a aguantar demasiado. El séptimo templo se llenó de los suspiros y jadeos del menor, que se aferraba a las sábanas con fuerza y sentía temblar sus piernas. Poco a poco, los espasmos que sufría comenzaron a aumentar su fuerza y arqueó por completo su espalda mientras que en un gemido profundo y satisfecho, se corría por completo en la boca de Ikki.


Suspiró agotado y dejó que Ikki subiera de nuevo por su cuerpo, para volver a besarse y acariciarse tranquilamente, el fénix aprendía a ser paciente mientras su amante se recuperaba un poco, y no tardó demasiado en hacerlo, pues el mayor le contagiaba el ardor que desprendía su cuerpo, la piel de Ikki casi quemaba.


Nuevamente, el mayor se acomodó en el cuerpo de Shiryu al mismo tiempo que lo besaba, sus labios, su mejilla, su oreja, su cuello, y despacio, introdujo dos de sus dedos en la boca del caballero dragón para que los mojara con su saliva. Una vez que estuvieron lo suficientemente húmedos, introdujo primero uno en la cavidad del menor, moviéndolo despacio de forma circular para abrirse paso, después, introdujo el segundo dedo y esperó hasta que estuvo completamente preparado. Sacó los dedos y se colocó entre sus piernas. Comenzó a adentrarse en su interior  despacio, moviendo su cuerpo de arriba a abajo, como siempre lo hacía, porque no importaba cuántas veces lo hicieran, Shiryu seguía igual de estrecho que la primera vez.


Cuando llegó hasta el final y el menor se acostumbró a la intromisión, ambos empezaron a mover sus caderas al mismo tiempo


-Ikki…- gemía por lo bajo el dragón completamente sonrojado, se aferraba a su espalda y suspiraba cerca del oído del fénix.


-Ahh… Shiryu- la voz del mayor era grave y profunda, poco a poco, los murmullos, los suspiros y los gemidos fueron subiendo de tono, el movimiento fue cada vez más rápido, sus cuerpos estaban tan juntos que parecían uno solo. Los dedos de Ikki se enredaron en la intimidad del Shiryu y comenzaron a masturbar al mismo ritmo de las embestidas, consiguiendo que el caballero dragón se perdiera entre todas las sensaciones que invadían su cuerpo, incluso su corazón latía tan fuerte que parecía que se saldría de su pecho en cualquier momento. Y pensaba en lo que sucedería al día siguiente, o en unas horas, ¿continuarían con su relación a escondidas?, ¿cómo haría para averiguar lo que sentía el fénix?, si ahora tenía en claro algo, era que Ikki le había demostrado que le era importante, pero qué tan importante, eso era un misterio. En un instante, sus pensamientos se convirtieron en nada cuando escuchó la voz ronca de su amante


-¿Por qué me llamaste esta noche?- preguntó Ikki jadeante al su oído


-Si todo empezó en la octava campanada hace un año…- no pudo seguir, porque en ese momento, comenzó a sentirse en las últimas, arqueó su espalda de nuevo y se corrió por segunda vez, bañando ambos cuerpos con su cálida esencia -¡aahhh… Ikki!- gimió con fuerza en el momento del clímax. Casi al mismo tiempo, Ikki se corrió en su interior, embistiendo con fuerza en los últimos movimientos.


Unos minutos después, ambos se encontraban desnudos, enredados entre las sábanas sin poder dormir. 


-Ikki…- llamó Shiryu con cierta timidez en su voz.


-¿Si?-


-Te llamé porque… creo que fue la noche de año nuevo la que me concedió una oportunidad contigo… y quería tenerla de nuevo-


El fénix se quedó pensativo un momento, hasta que el menor subió la vista para mirarlo.


-¿Por qué te alejaste entonces?-


-Porque…- quería decirle lo que había llegado a sentir por él, pero no quería decepcionarse si averiguaba que él no sentía lo mismo -… bueno, ya no importa-


-¿Estás seguro?-


-Si- le confirmó y cerró los ojos -sabes… nuestros maestros van a llegar en la madrugada a los templos, en un par de horas-


-Lo sé… ¿tu maestro se enojaría si me ve aquí?-


-¿Por qué lo preguntas?¿acaso quieres quedarte?-


Ikki no respondió. Se incorporó y besó a Shiryu en los labios de una forma distinta a como lo había hecho hasta ese momento.


-No soy muy bueno con las palabras, Shiryu, pero… te diré algo… también yo me he cansado de esto, vernos a escondidas por las noches y no hacer otra cosa que acostarnos y dormir después-


Shiryu sintió un escalofrío


-Entonces… ¿te irás?-


Ikki dejó escapar una risa impaciente y lo miró a los ojos


-¿No leíste entre líneas, dragón?, ya no quiero esconderme de nadie, fue divertido… pero no vamos a vivir así para siempre, como si fuera algo malo lo que hacemos-


-Te amo, Ikki- soltó el menor rápidamente y después bajó la vista, temiendo la peor respuesta por parte del caballero fénix. 


El mayor no dijo nada, ni pareció sorprenderse, esperó a que Shiryu lo mirara de nuevo


-Ya lo sé, Shiryu, y yo a ti también- le respondió con toda la naturalidad del mundo, ahora el sorprendido era el caballero dragón.


-¿Qué?-


-¿Por qué te sorprendes? pensé que ya lo sabías- comentó Ikki sin poder aguantar la risa -¿tenía que decírtelo con palabras?-


-Pues creo que hubiera sido lo más conveniente- le respondió Shiryu, aún no terminaba de asimilar lo que había escuchado.


-Entonces te lo diré con palabras, te amo Shiryu-


-Nunca pensé que me lo dirías-


-Bueno, ya viste que no soy tan insensible como parece… vamos a dormir un poco, la fiesta va a terminar en unas horas y tendremos que ir a ayudar a limpiar-


Shiryu cerró los ojos, satisfecho, tenía todo lo que quería ahora, ya era pareja oficial del fénix, al menos frente a la vista de cualquiera, no se lo había pedido literalmente, pero sabía que no tenía que decirlo con palabras.


Agradeció la octava campanada antes de dormir, tal vez era su número de suerte


FIN

Notas finales:

Gracias por leer, se los agradezco mucho :3


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