La mano, hábilmente, hizo un largo trazo vertical sobre la hoja de papel blanca. Luego hizo otro vertical del mismo tamaño y otros dos horizontales, pequeños, formando así un rectándolo vertical. Siguió trazano líneas hasta formar piernas, brazos y una cabeza. Un simple garabato, tal vez, pero al fin y al cabo lleno de vida.
El garabato miró a su alrededor, encontrándose solo con la hoja blanca. Solo. Pero eso no era malo ¿verdad? Comenzó a pasearse por el largo de la hoja, luego el ancho, y regresó al lugar donde había sido dibujado. Se fijó que había una raya extra entre sus piernas pero no le puso atención y volvió a vagar alrededor.
Estuvo un par de días de esa forma: vagando alrededor de la hoja y vagando… vagando… hasta que comenzó a sentirse solo. Y aburrido.
De varias formas intentó decirle a su Creador que estaba solo, pero el Creador solo parecía fantasear en otras formas, formas más perfectas, bellas y delicadas que el garabato.
Pasaron varios días en los que garabato reprimía sus lágrimas de tinta, pues no podía manchar el papel ya que no era su responsabilidad el crear más garabatos.
Hasta que de pronto, Creador se sentó de nuevo en su escritorio, tomó una hoja en limpio, y comenzó a dibujar de nuevo. Garabato intentaba asomarse por el borde de la hoja pero le fue un poco difícil. Cuando terminó de hacer líneas, Creador tomó su hoja, tomó la otra, las comparó por unos segundos y las dejó de nuevo en el escritorio para luego retirarse. Una vez solos, garabato se asomó por su hoja hacia la otra hoja. ¡Grande fue su sorpresa al encontrarse con otro garabato, apenas un poco mejor que él, también asomándose! Se miraron por unos segundos y luego, nerviosos, regresaron a de vuelta a sus hojas.
Y así estuvieron un par de días: cuando no se asomaba uno se asomaba el otro, se sonreían, o bien solo se saludaban. Hasta que uno de esos días, Garabato, curioso, invitó al otro gabarato su hoja… pero se negó. Lo volvió a invitar y volvió a negarse. Triste, regresó a su hoja a dormir.
No mucho después, garabato despertó y vio al otro garabato sentado frente a él. Cuando lo cuestionó, el otro garabato le mostró un corazón, también mal dibujado. Lo miró y se dio cuenta de que la otra hoja estaba llena de corazones. Al parecerr Creador practicó con eso, garabato lo sabía y esperó a que dibujara los corazones para poder marcharse con él, se levantó y comenzó a traer los corazones hasta llenar la hoja de Garabato de ellos.
Una vez que terminó, se abrazaron. Creador entró a la habitacion a limpiar su escritorio y vio esa hoja llena de garabatos: por alguna razón le gustó. La guardó en el cajón de su escritorio y se marchó.
Garabato sonrió feliz, abrazó al otro y se besaron tiernamente.
Y es que, dos garabatos y un par de trazos forman un dibujo.