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Don’t fall for me por BlueFoxDevil

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Solté un gruñido mientras tomaba a toda velocidad el abrigo y la bufanda que colgaban del perchero. Tomé el portafolio, me puse los zapatos y, antes de salir del apartamento, eche una rápida mirada a mi reloj de pulsera, como si al verlo por décima vez, dejara de ser tan tarde.

Al salir al frío invernal de Tokio, un escalofrío me recorrió la espalda y me hizo estremecer. El aire estaba tan helado, que faltaba poco para que mis lentes se empañaran.

Rebusque en los bolsillos de mi abrigo y encontré un par de guantes que quien sabe desde hace cuanto llevaban allí abandonados. Uno era de un color verdoso amargo, y otro era rojo. Suspire. Ya no importaba, al menos calmarían mi frío.

Camine a grandes zancadas hacía la estación de metro, abriéndome el paso a codazos y empujones entre la gente que, como yo, iban a sus respectivos compromisos y oficinas.

 

Mientras esperaba a que llegáramos a la estación en la que me tocaba bajar, hojee un periódico que compre antes de subir. Me pase por la sección de espectáculo, como siempre (ya que, después de todo, era la única que me interesaba) y, no fue nada raro encontrar su rostro sonriente en uno de los artículos.

 

Vaki. Así es como decidió autonombrarse tras su gran lanzamiento a la fama – en mi opinión, un nombre bastante estúpido para una estrella de cine y de rock – pero al fin y al cabo, actualmente era de los nombres más sonados en el país.  Pero aun no me acostumbraba a la idea de que Nowaki –bueno, “Vaki”-  fuera incluso nombrado por artículos como este como el hombre más deseado del momento.  Sí, estaba más que feliz por él, quiero decir, después de todo, somos amigos desde la escuela primaria; y soy su representante, así que es lo normal que este feliz. Pero simplemente aun no me hago a la idea de compartirlo.

Estruje el periódico entre mis guantes disparejos, y me quede mirando a un punto vacío entre los pies de las personas que viajaban junto a mí ¿Qué demonios? ¿Compartirlo? Su talento ¿no? Si, si, de eso estoy hablando. De compartir su talento. Después de todo, yo lo impulse a lo que es ahora, es normal que me sienta así ¿no?

Sacudí la cabeza y mire de nuevo mi reloj, estresándome con cada segundo que pasaba.

Sentí que algo vibraba en mi bolsillo, y saque torpemente el celular. Mire el identificador sintiéndome de repente muy cansado. Era Nowaki.

-Ya voy para…

-¿Qué demonios te sucede, Showa? ¡Cada que yo llego tarde tú si tienes derecho a mandarme al demonio, pero mira ahora quien es el irresponsable!

-Cálmate…

-No, no, déjame disfrutar de este momento único en que el representante perfecto llega tarde a una de mis más importantes entrevistas ¿Te das cuenta de que te molestare con esto el resto de tu vida? “Dos de Diciembre, el Día en que Showa- sama defrauda a todos.” Me gusta como suena eso.

-Nowaki, eres un niño mimado.

-¡Vaki! Con un demonio, Vaki. Soy Vaki.

-Podrás ser la misma reina Isabel, me vale un pepino.

Colgué el teléfono y lo metí en el portafolio para que ya no molestara más.

 

A dos estaciones de mi parada, vi al final del vagón a un par de jóvenes de preparatoria. Los vi como se tomaban de las manos y como ella se sonrojaba mientras el otro le hablaba al oído. No entendía, de verdad que no entendía que tenía de bueno querer a alguien, quiero decir, darle tu amor y tu vida a una persona que ni siquiera estas completamente seguro que jamás te dañara, o te dejara, o te mentira, si quiera si te corresponderá. Confiar de esa manera me suena estúpido. Así sean un hombre y una mujer, o un hombre y un hombre, o una mujer con otra. Son puras mentiras.

 

Baje justo en la estación que me dejaba frente a los estudios en donde se haría la entrevista para un importante programa de televisión matutino.

Al entrar al edificio, me acomode la corbata, me abroche bien el abrigo, me lleve las manos al cabello para revisar su estado, y me acerque a la recepcionista, una mujer joven de cabello ondulado hasta la cintura, con unas pestañas realmente largas y una sonrisa encantadora. Le devolví la sonrisa y noté como enrojecía ligeramente.

-Buenos días. – Salude con una ligera inclinación de cabeza.

-Buenos días. – Toqueteó nerviosa su cabello. - ¿Ushikawa Showa-san? – Asentí mientras un intenso olor a vainilla me impregnaba la nariz ¿Por qué a las chicas les gustaba usar ese tipo de perfume? A mí, en lo personal, me disgustaba. – Ya lo están esperando en el estudio cinco. – Comentó consultando una agenda que llevaba en su mano derecha. Su manicura era de salón, lo pude decir a simple vista, sus uñas eran largas y perfectas, y hacían que sus delgadas manos se vieran aun más largas. Ese detalle tampoco me gustaba ¿Qué había de interesante en las uñas postizas?

-Si, se me ha hecho tarde. Lo siento.

-No se preocupe, falta poco para que empiece, pero aun tiene tiempo ¿Gusta que lo acompañe?

Estaba claro que coqueteaba conmigo. Y, para ser honesto, no, no quería que me acompañara. Pero no sabía en donde estaba el estudio cinco, y no podía arriesgarme a perderme en el camino y llegar aun más tarde.

-Me encantaría. – Sonreí.

Yo siempre he sido el tipo de hombre que no se lleva bien con facilidad con otras personas, que suele decir de más, y lastimar a los que intentan acercarse. No es que me guste ser el malo, simplemente así soy. Mejor dicho, así me he vuelto desde lo que me paso en la escuela media. Pero, al trabajar en los medios, no me puedo dar el lujo de ir pateando orgullos como si fuera mi deporte favorito –que lo es – así que no me queda mas que ser Ushikawa Showa, el encantador representante de la estrella top del momento, Vaki.

La chica dibujó una gran sonrisa de oreja a oreja, y, saliendo de detrás de su escritorio y diciéndole a su compañera que un momento regresaba, me puso discretamente una mano en la espalda y me encamino a los elevadores. La chica (cuyo nombre ni siquiera me había molestado en averiguar, lo cual era el colmo ya que venía escrito en un gafete en su pecho)  tomaba cualquier mínima oportunidad para tocarme; pegaba su hombro al mío, nuestros codos chocaban, me rozaba con su mano, etc, etc.

Al llegar al piso correspondiente, me guió por un largo pasillo lleno de puertas cerradas, hasta que quedamos frente a la última, una enorme puerta doble con el número cinco en una estrella y abajo un letrero con el nombre “Zero’s interview show”

Le agradecí a la chica lo más amable pero indiferente posible, esperando que se fuera, pero, para mi mala suerte, entro conmigo. “Para ver si les puedo ayudar en algo.” Se justificó. No dije nada y la deje pasar delante de mí.

 

Ya me esperaba el jefe de coordinación frente al camerino de Nowaki con los brazos cruzados y mirada fiera. Su cabeza calva y arrugada brillaba de una forma un tanto espeluznante bajo las luces del estudio.

-Ushikawa ¿Cuál demonios es tú problema?

-Lo siento, señor.  – Hice una  reverencia. – Ayer se me hizo tarde haciendo…

-No tienes excusa.

Me quede callado, en situaciones como esa, prefería no decir nada antes de decir algo de lo que seguramente me arrepentiría después.

-Pero no te quedes parado como un imbécil, entra ya. Vaki te esta esperando.

Asentí rápidamente y entre cerrando tras de mí intentando contar hasta el mil para no explotar.

-Vaya, vaya. Mira quien esta aquí. – Nowaki, con su resplandeciente cabello negro como la noche y sus ojos igual de obscuros, misteriosos y encantadores, me observaba con una sonrisa burlona desde su asiento, vestido de una manera esplendida con un traje a la medida color azul marino.

Honda, el estilista, un hombre atractivo de uno setenta con el cabello teñido de un color dorado brillante y perfecto, se enderezo al verme entrar, dejando de peinar a Nowaki.

-Perdonen la tardanza, es solo que…

-Es solo que me olvidaste. – Nowaki se puso de pie y se acerco a mí con un semblante serio pero a la vez con el tipo de cara que pondría un niño cuando hace berrinche.  Me tomó de la barbilla. – Eso no se hace, Sho-kun.

Tome su muñeca y aparte su mano haciendo presión.

-En mi no funcionan tus juegos, y lo sabes. – Lo hice a un lado y camine hasta donde Honda, quien me saludo con una gran sonrisa.

-¿Cómo estas hoy, Ushikawa- san?

-He tenido mejores días. – Bote el portafolios y el periódico en el tocador en donde tenían todo para arreglar al ídolo Vaki.

-Si, lo noto ¿Mucho trabajo? – Honda soltó una risilla y señalo mis guantes desiguales con la mirada. No pude evitar sonrojarme. Me los quite con movimientos nerviosos y los lance junto al portafolio carraspeando. – Deberías descansar más. Últimamente ni siquiera te he visto por el bar, y ya se te extraña.

-¿Bar? – Preguntó Nowaki mientras se alisaba el traje y me interrogaba arqueando una ceja.

-¡Si! Ese hermoso bar a donde vamos a…

-Bueno, bueno. – Interrumpí a Honda.  – Ya es muy tarde como para seguir hablando de tonterías. Vamos a tu entrevista.

 

Nowaki actuaba tan natural frente a las cámaras, tan carismático y sonriente. Todo un príncipe. Si tan solo vieran el tipo de monstruo que es en realidad…

-¡Hey! Ushikawa ¿Hoy si iras al bar? – Honda y yo lo mirábamos detrás de los camarógrafos. Nuestro trabajo era ser la sombra de Nowaki, nada más. Nadie tenía porque enterarse de nuestra existencia.

-Claro. – Conteste algo distraído. Maldito Nowaki ¿Tienes que coquetear también con la entrevistadora? Notaba como le sonreía, como le miraba las piernas sin disimulo cuando no lo enfocaban a él directamente. Maldito.

-Tienes unas ojeras… - Honda me alboroto el cabello y me miró algo preocupado. – Por eso llegaste tarde ¿no es así? Trabajaste toda la noche.

Suspire. No le podía ocultar nada a mi amigo, era el único que me leía como un libro abierto.

-Si…

-Y apuesto a que tampoco has comido nada.

Negué con la cabeza.

-Me tienes muy preocupado. – Pegó su frente a la mía para revisar que no tuviera temperatura. – Te estas descuidando mucho. – Sentí su respiración en mi cara y me sonroje ligeramente. – Creo que deberías dejar este trabajo…

-¿Qué dices? – Me eche para atrás y lo mire confundido.

-No que dejes a la compañía, sino que solicites cambiar de cliente. Vaki te quita cada respiración y ni siquiera te valora. Tienes que vivir tú también.

-Lo se pero…

-Entiendo que es tú mejor amigo, y que te duele dejarlo. Pero para empezar ya te lastimo mucho en el pasado, y ahora te monopoliza como a una mascota ¿Cuánto piensas aguantar? Eres al hombre que yo más respeto en esta tierra. – Aferró mis manos entre las suyas - ¿En donde esta el Showa capaz de conquistar mares?

Me le quede mirando unos segundos. Y luego, sin poder evitarlo, solté una enorme y sonora carcajada, tan fuerte que hasta los de producción me mandaron callar. Solo Honda me hacía reír así.

-¿Qué demonios es ese discurso?

Él rió también y me paso un brazo por encima de los hombros.

-Hoy nos iremos a pasarla bien ¿De acuerdo?

Asentí con un entusiasmo que no creía que podía volver a tener.

 

Cuando la entrevista acabo, la entrevistadora y Nowaki cambiaron teléfonos y prometieron reunirse pronto. Mientras yo me quede jugando cartas en el camerino con uno de los guardaespaldas de Nowaki y con Honda.

-¿Qué tal? ¿Cómo estuve? ¡Fabuloso, seguro! – Nowaki entró al camerino con el saco al hombro y sonriendo como todo un triunfador. - ¿Qué opinas, eh, Sho?

-¿Eh? Ah, si, buen trabajo. – No levante la vista de mi maso de cartas, no me apetecía mirarlo. Y él, claramente, se mostro indignado.

 

Cuando salíamos del edificio, la recepcionista se me acerco de nuevo, con una familiaridad que me incomodo completamente. Me susurro al oído que estaba libre esa noche, y deslizo su mano dentro de la mía, depositando una tarjeta perfumada con sus datos entre mis dedos.

Sentí nausea. Ese maldito aroma a vainilla.

Honda noto la escena y, tomándome del brazo, me jalo fuera del edificio, pero no sin antes murmurarle a la joven: “Créeme, este tipo es pésimo en la cama.”

Yo me carcajee y salí junto con él, dejando a esa mujer con su brillo labial mal untado y con una cara de sorpresa que fue como para una foto.

 

Por eso no me gustan las mujeres.

 


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