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Mas allá del rencor por Krona

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Notas del capitulo:

Hola  n.n

 

Odiaba a ese hombre, lo odiaba tanto que su sola presencia ponía todos sus sentidos en alerta, cada vez que pasaba por su lado, cada vez que tenía que asistir a aquellas reuniones, cada vez que su penetrante mirada dorada se superponía a la del el, lo odiaba.

 

Había pasado algún tiempo desde que recordara el extraño acontecimiento de volver a la vida, jamas supo como fue que pasó, solo sabia que Hades había vuelto al infierno en un silencio absoluto, y que no planeaba nada en contra de la orden de Athena. Su prematura muerte a manos de Albafica de piscis no hacia mas que trastocar su orgullo, y la opinión que los demás tenían de el, lo sentía, aunque nadie se lo dijese de forma tan directa, no hacia falta. Radamanthis siempre, tomaba uno de los asientos mas cercanos a Hades en esas reuniones, al dios parecía no importarle el que Radamanthis se hubiere sacrificado mas por Pandora, que por los intereses de su señor, o tal vez era precisamente eso lo que le agradecía. De todas formas el rubio era un ser profundamente leal, ciertamente fuerte, mas que la mayoría, aunque tan falto de valor que nunca pudo formalizar algo con Pandora a quien amaba tanto.

 

Los cabellos platinados de Minos de Griffon se sacudieron con violencia cuando el juez abandono la mesa, Aiacos a un par de puestos de el, lo había escudriñado con la mirada, aquellos ojos violetas, se habían concentrado solo en la figura de Radamanthis. El rubio parecía no darle importancia, siempre altanero, solo prestaba atención a su trabajo, cuando Minos abandono la mesa, supo que Pandora enfurecería.

 

.- Pero que se cree ese imbécil, como se atreve a tanta grosería con mi señor.- La pelinegra tenia los puños crispados, si habia algo que ella odiaba era precisamente que molestaran al dios. Radamanthis, tomo con suavidad el antebraso de Pandora, quien le devolvió una feroz mirada.

 

.- Yo iré mi señora, usted no se altere.- Las palabras del rubio parecieron mecánicas, y planas, la mujer opto por tranquilizarse, hizo una reverencia hacia el dios, que había observado desde la cabecera de la mesa, sin decir una palabra. Tan solo, miro unos momentos a Radamanthis y asintió ligeramente cuando este se fue.

 

Radamanthis, recorrió, con determinación las amplias habitaciones del templo en el que habitaba el juez, sus pisadas, se oían fuerte debido al eco de la construcción de piedra, las penumbras del infierno, le habían dotado de un perfecto sentido de visión. Sin embargo, aparentemente Minos no se encontraba en ese lugar-.

 

.- Estúpido marionetista.- Dijo con claridad, mientras miraba una de las habitaciones del templo, especificamente un escritorio, con varios tomos sobre la mesa, le llamo la atención un pequeño muñequito que reposaba sobre uno de esos libros, parecía ser de madera. El rubio se acerco con cautela, y se percato que los libros eran de arte, diseño, había otros de anatomía humana. Curioso, como no era el rubio tomo el juguete entre sus manos, no era nada especial, sus ojos eran un par de botones, bastante siniestro, clavados con tachas, finas, la posición de aquellos botones hacían parecer que el muñequito estaba triste. Sus dedos se perdieron en el tacto de la madera, de pronto sintió nostalgia, como si aquel artefacto fuera la representación de un recuerdo perdido, el mismo se encontró tratando de recordar, unas risas, unos llantos, un parque, flores...y una tristeza infinita. No supo porque pero sus ojos comenzaron a arder, soltó el pequeño muñeco y lo dejo caer al piso de mármol, como si el eco seco de un pasado lejano se hubiese perdido para siempre.

 

Su mente le devolvió a la realidad. Sus manos se hallaron atrapadas antes de que el hubiese podido reaccionar, observo por encima de su hombro mientras aquella sensación de angustia abandonaba su cuerpo. Los ojos violeta de Minos parecían severos, su largo flequillo tapaba parte de su cara, mientras su boca, comenzaba a adquirir un matiz travieso. La mirada dorada de Radamanthis, no dejo de parecerle altanera, no porque le mirara de una forma especial, esa mirada desde que habían despertado no reflejaba ningún interés en nada, aunque el rubio, la mayor parte de las veces no parecía alterado, a menos que le retaran pelear enserio, y ese era su fin, no quería dejar pasar mas el tiempo, Minos de griffon quería acabar de una vez por todas con ese rencor con la superioridad de Radamanthis.

 

.- Sea lo que sea que pretendas Minos, no deseo luchar, no tiene sentido.- El de cabellos plata, paso por alto cada una de las palabras del otro juez, le parecía tan altanero, que se propuso tensar mas el agarre, de sus hilos, mientras acercaba al rubio hacia si, la respiración de Minos se volvió agitada, como si de repente fuera agarrado por una angustia, que no sabía de donde venia, sin embargo, siguió acercando al rubio, hacia si. Radamanthis se dejo, hacer ciertamente el ataque de Minos era poderoso, pero sabia que se estaba conteniendo con el único fin que el se decidiera a pelear. De pronto se sintió parar en seco, a unos cuanto centímetros del cuerpo de Minos, los hilos del marionetista, se tensaron el rubio comenzó a sentir su piel romperse.

 

.- Te matare, y no me importa que Hades me castigue, prefiero la muerte a saberte superior.- Dijo el peliblanco entre jadeos antes que una enorme cantidad de su cosmoenergia le rodeara, los hilos ´´e comenzaron a brillar, y fue en se instante que el juez quiso atacar en serio.

 

Lo ultimo que vio fue una luz brillante y de color dorado. El sonido de sus huesos chocando contra la pared mas alejada de aquel templo le hizo darse cuenta de lo que en verdad había sucedido. Un rastro de escombros y muebles rotos, en el templo, le había indicado la trayectoria, de su caída, las manos de Radamantis, con pequeños brotes de sangre, se encontraban alzadas a lo lejos, mientras su mirada dorada se cernía sobre la de el, sintió que escupió algo molesto de su boca, su sangre.

 

Pandora había llegado rápido al templo, la explosión de energía no había pasado desapercibida por ella y por hades, cuando llegó se encontró a un Radamanthis, ileso, que observaba con parsimonia el cuerpo maltrecho de Minos entre los escombros. La pelinegra se quedo observando curiosa cuando Radamanthis aparto los cabellos del griffon. El peliblanco parecía reaccionar vagamente, fue en ese instante que Rada lo cargo entre sus brazos, con una suavidad, y tranquilidad que no pensaba de el. El griffon parecía resistirse, pero al parece el golpe en su cabeza había hecho mella en el, pues pronto pareció desmayarse.

 

.- Espero que sepas que de todas formas tendrá un castigo.- Pandora miro severamente Rada quien cargaba el cuerpo del juez.- No por pelear contra ti sino por deshonrar a mi señor.- Complementó mientras Radamanthis salia de aquel templo

 

.- Donde te lo llevas.-

 

.- A mi templo, los espectro tendrán que arreglar este desastre.- Dijo Rada con expresión indiferente.

 

Aun sentía un molesto pitido en el oído, justo como el que había sentido antes, antes de desmayarse, se removió de su posición en aquella cómoda cama, sintiendo el dolor en cada uno de sus huesos, pero no era mas que eso, dolor, se conocía demasiado bien para saber que no tenia daños de importancia, excepto su cabeza. Suspiro tratando de olvidar, esa molesta sensación de angustia, y ese ultimo recuerdo, de Radamanthis.

 

Abrió los ojos, y se hallo en una cama que no era la suya, el rojo resplandor del exterior, mas oscuro le indicaba que tal vez pasaba de medianoche, su ropa parecía maltrecha,, no encontró sus zapatos. Trato de olvidar el dolor de cuello, y el mareo que casi le hizo caer cuando se levanto, el pitido comenzaba a volverse mas tenue hasta desparecer. Camino despacio hasta encontrar una luz, se adentro a esa habitación, y lo vio. Ahí sentado concentrado parecía escribir algo sobre un escritorio, la lampara dibujaba con sutileza el contorno de su rostro, sus cabellos dorados, parecían resplandecer. El sacudió su largo cabello, con algún rastro de polvo.

 

Ojos dorados contra violetas, Radamanthis, observaba la actitud de ese hombre tan extraño, le atacaría de nuevo, tal vez, eso era algo que deseaba averiguar. Minos no hizo mueca alguna, recordó lo que había pasado y no quiso ahondar en el tema, aunque aun tenia rencor no quiso pelear-

 

.- Mi templo, en que condiciones está.- Pregunto desviando la mirada.

 

.- Puedes volver se rompió una pared pero no es nada de importancia.- El peliplata sintió al rubio mucho mas cerca, le miro al frente y se percato de su altura, mayor a la de el.-

 

..- Mis zapatos, donde están.?- Cruzado de brazos hizo una pequeña distancia con el rubio, quien pareció sonreír levemente y lo guió a su habitación nuevamente.

 

Lo observó agacharse ante el, mientras sus zapatos hacían aparición de debajo de la cama. El rubio se había quedado, arrodillado, mientras le entregaba el calzado, Minos los recibió y dejándolos a un lado, sintió que su rencor había vuelto. En un instante, alzo a Radamanthis ante el.

 

.- ¡Porque no quieres pelear, porque me evitas!.- lo confrontó.- Acaso piensas que no soy lo suficientemente bueno para pelear contigo!.-

 

Las manos blancas del juez, se ciñeron con fuerza alrededor del cuello del rubio, el peliplata, omitió un quejido cuando Radamanthis, enredo sus manos sobre las suyas con tal fuerza que el otro aflojo su agarre.

 

.- Eres un maldito enfermo, un obsesivo sin cerebro.- El rubio había alzado mas la voz, mientras sostenía a Minos contra su pecho, había colocado sus manos, tras su espalda de tal manera que Minos no podía atacar. Pecho contra pecho, la respiración agitada del griffon le advertía que su grado de tensión era alto, pero el no podia hacer nada, Minos solo quería pelear, y sabia que pelearía hasta la muerte, porque lo odiaba, pero porqué.?

 

De un momento a otro Minos, comenzo a sentir el cálido pecho de Radamanthis, como algo que se le hacia placentero, por un momento olvido sus ganas de pelear, solo quería quedarse asi, algo había cambiado en ese tiempo, algo que a el le parecía inquietante, algo que no quería aceptar. Su rostro mostró un ligero rubor, y dejo de luchar contra si mismo. Se safó, del cada vez mas debil agarre de Wyvern y llevo su mano hacia el rostro de su rival. El mas alto no supo que decir o como reaccionar, cuando sintió aquella mano recorrer su rostro con una enorme delicadeza, El rostro de Minos completamente tapado por el flequillo debido a que solo dirigía la vista al suelo, fue apresado por una de las manos de Radamanthis, los ojos violetas brillaron de  una forma extraña, jamas lo había visto de esa manera, aquel bello rostro de labios cada vez mas rojos, contrastando con aquella personalidad desequilibrada, le pareció arrebatador. El calor en el cuerpo de Minos se intensifico aun mas al sentir esa especie de caricia, miro aquellos ojos dorados, ese rostro que siempre había odiado. Y se arrojo a sus brazos sin ninguna vergüenza. Sus dedos, se aferraron a la espalda ancha del rubio, que pareció tambalearse por un momento, esa boca roja y palpitante busco sus labios, con total descaro, Radamanthis sintió como su boca fue abierta por la lengua de Minos que se introdujo con extrema urgencia, un beso tan profundo que pareció perder la respiración, el rubio le siguió el ritmo, comenzando a sentir, una enorme calidez en su cuerpo mientras que su mente parecía nublarse. Tomo la nuca de Minos con ambas manso, y jalo sus cabellos hacia atrás, obligandolo a separarse de el.

 

.- Eres un maldito enfermo.- Le dijo Radamanthis en un susurro al oido, Minos pareció carcajearse bajito, mientras sentía uno de los brazos del rubio ceñirse a su cintura. Entreabrió los ojos, al sentir su espalda caer hacia atrás, no hubo posibilidad de reaccionar, o de pensar ninguno de los dos quería, pensar, Radamanthis simplemente se nublo, esos dos meses, tras su nueva vida, habían sido totalmente oscuros, y carentes de emoción, en esos meses se dio cuenta que ya no amaba a Pandora, tan solo sentía respeto y lealtad, pero para darse cuenta de eso tuvo que morir. La piel blanca de Minos relucía brillante entre las sabanas de su cama y las luces rojizas del exterior, su largo cabello se alborotaba en un vaivén de telas que luchaba por quitarse, hasta quedar semidesnudo. Entre un calor infernal, respiraciones agitadas y entrecortadas, el griffon observo como Radamantihs repetía lo mismo, pero en su caso, solo quedo en ropa interior, por un momento se miraron con fiereza, por un momento pensaron que cometían un error, y se arrepentirían, sin embargo no se detuvieron.

 

La boca de Radamanthis fue esta vez la que invadió la de Minos, quien enrollo su brazo al cuello de este, sintiendo entre fricciones el miembro endurecido de su compañero, tal como el estaba, eso comenzó a molestarle, hasta que sintió, la mano del rubio, adentrandose en el pantalón que aun tenia puesto, desabrochandolo y acariciando su intimidad. No hubo tiempo para preguntar, en un movimiento rápido ambos quedaron totalmente expuestos. Las largas piernas de Minos, se aferraron a la cintura de rada, quien aún tenia su mano entre aquellas piernas, estimulandolo con sus largos dedos. Minos pronto empezó a gemir cerca del oído del rubio, quien comenzó a sentir que su propia virilidad comenzaba a doler, inquieto e incomodo abandono su labor en Minos y llevo su mano a su propio miembro, logrando calmarse un poco.

 

.- Ha hazlo.....- Le oyó decir débilmente a Minos, que parecía tan necesitado como él, el rubio miro los ojos llenos de deseo de Minos mientras esa sonrisa perversa hizo aparición por un instante en aquel bello rostro, desafiante, hasta en esa circunstancia. Radamanthis se hizo hacia atrás por un instante acariciando los muslos del juez, sus dedos hicieron presión en las carnes de Minos ciñéndose en un agarre fuerte en sus piernas, observo aquel rostro ladeado y tapado de cabello y en un movimiento brusco acerco a Minos mas cerca de si, y abrió sus piernas ante el. Extrañado por la violencia del rubio, Minos hizo un mohin de molestia, que pronto dio paso un quejido incomodo, cuando sintió la punta de ese miembro ajeno, adentrarse sin previo aviso en él, la fuerza de esas poderosas manos, sosteniendo sus muslos, sin dejarle salida, le obligo a aferrarse a las sabanas. Manteniendo los ojos cerrados un nuevo quejido llego a su garganta lleno de puro dolor, el rubio se había adentrado casi por completo en el, obligándolo a arquearse debido a una fuerte corriente eléctrica que recorrió su espalda, un par de lagrimas, salieron de sus ojos, que oculto gracias a su flequillo

 

.- Puedes, ...hacerlo ya.- Dijo en tono de súplica el de cabellos plateados con los ojos semiabiertos a un Radmanthis, que aún parecía estarse acomodando en su interior. El rubio le sonrió siniestramente, momentos después, Minos, se arqueo nuevamente, abrió los ojos fuerte, y soltó un largo y sonoro gemido, mientras su garganta era besada por los finos labio del juez Wivern, quien una estocada se habia sumergido completamente en el interior del marionetista. Con la mirada ya sobre el rubio, Minos supo que todo aquello que parecia fantasioso en realidad estaba ocurriendo, la oleada de calor que sintió dentro de si le hizo abrazar fuertemente a quien se lo había provocado, Radamanthis. Desde ese momento el dolor comenzó a mezclarse con el placer, ambos completamente enardecidos por sus propias pasiones, se mezclaron en un vaivén de sudor y fricción, Minos debajo del rubio, sentía como su cuerpo se movía al ritmo del otro, quien se movía cada vez mas rápido las estocadas duras y profundas de Rada le hacían estremecer y gemir sin pudor alguno, sus manos se aferraron a la amplia espalda, de aquel juez, sus uñas se hundían en esa piel desgarrandola, Minos sintió la boca de Wivern morder su cuello de forma dolorosa, en respuesta a lo que este le hacia a su espalda parecían luchar. Radamanthis, jamas pensó que la profundidades del cuerpo de Minos le resultasen tan placenteras, la estreches inicial del juez, había sido llenada completamente por el, cada estocada, cada vez que sentia que terminaba, el y Minos estaban mas unidos. Tenía la necesidad de sentirlo así, desde hacia tiempo. Pronto el rubio sintió como el peliblanco se derramaba en su estomago, poco después el hizo lo mismo, llenando las paredes intimas de Minos con su esencia. El peliblanco se contrajo violentamente al sentirlo, momentos después se soltó de rada y cayo sobre la cama, con los ojos semicerrados y tratando de contener y relajar la respiración.

 

Con un antebrazo sobre el rostro, y el flequillo pegado a la frente por el sudor aun no habia visto como rada lo observaba desde lo alto, aunque visiblemente exhausto como el. Las piernas flectadas del juez, aun estaban siendo acariciadas por las manos de Radamanthis, quien trataba de recuperar su respiracion fue en ese instante en que salio por completo del pelilargo, cayendo con el cuerpo tendido a su lado.

 

Lo vio después con los ojos semicerrados levantarse de a poco aun temblando, mientras buscaba algo con que cubrirse, no le devolvió mirada alguna y el no quiso tampoco dirigirse a el, su largo cabello plata termino por desaparecer tras esa puerta que cerro de forma silenciosa, como una fantasiosa aparición. El rubio cerró los ojos mucho mas calmo después de un rato, sabiendo que aunque eso no debió haber ocurrido en el fondo lo había deseado. Pareció dormirse, mas bien le pareció haber recuperado un recuerdo.

 

Aquel niño de cabellos blancos, siempre traía un pequeño muñeco de madera, consigo.

 

Esa tarde había pasado como cualquier otra, los tres se habían reunido a jugar en un solitario parque después de la escuela, no había adultos, que se preocuparan por ellos. El moreno les había comentado que habia visto a un hombre extraño rondar por ahí recientemente, los otros dos no le habían hecho caso. Los troncos de los arboles se confundieron por un momento con los largos brazos, de un hombre alto y delgado, Aiacos, lo vio primero, sabia que era él, le atemorizaba. Tomo las manos de Rada y Minos, y los llevo lejos de aquella presencia extraña, escondidos los tres, lo vieron acercarse con lentitud, y en un silencio total. Minos tomo con fuerza aquel muñeco de madera, a la vez que sintió los brazos de Radamanthis rodear los de el. Aiacos, se aferro a su escondite tras un árbol, mientras rada solo pensaba en la seguridad de su hermano menor. El silencio se hizo eco de la angustia, la figura alta delgada y eclipsada por el sol, parecía sonreirles, no podían correr, parecía como si sus piernas estuvieran entumecidas. De sus largos brazos unos dedos parecidos a ramas elásticas, emergieron con rumbos a los tres. Delineo el contorno de su rostro blanco, ante la mirada aterrada de el y el rubio que tanto lo protegía. El moreno hizo un movimiento cuya sutileza basto para que aquel ser alargara uno de su brazos, impidiendo su salida.

 

.- Fuera de aquí, no nos tendrás, no aún.- creyó haber dicho con todas sus fuerzas, mas todo lo que había salido era un montón de palabras planas, el tacto de aquellos afilados dedos en su frente comenzaba a doler.

 

Radamanthis, apretó mas fuerte a Minos, después de orle decir eso sintió el tacto de pequeño algo frio, cerró los ojos esperando que ese ser se fuera. Momentos después aquel silencio sepulcral había dado paso a una suave briza que se oyó en las copas de unos pinos altos, decidieron abrir los ojos, estaban solos de nuevo. Le quedo el recuerdo de ese abrazo frio, de aquellos ojos cuya bondad parecía cada vez mas ausente. Había cambiado algo ese día, para los tres  

Notas finales:

A quienes hayan llegado hasta este punto leyendo,  ...

Gracias (n.n) 

.....

 

 

 


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